Una palabra, cuatro letras, una habitación vacía.
Cuatro letras que ponen nombre al sentimiento,
le ponen eco a un vacío.
El aire se vuelve espeso, se aferra a la piel,
sofocante el soportar la escasez de oxígeno,
como si la soledad también pudiera ahogar.
Una palabra, cuatro letras, dos sílabas
que me atormentan la conciencia porque
la soledad también pesa.
En el silencio también hay ruido,
como si gritaran en mi oído
las cuatro paredes que me agobian,
las que son mis asesinas.
Una palabra, cuatro letras.
Lo digo como si no estuviera solo,
como si el eco de mi voz pudiera mentirme
para no sentir que aquí sigo estando solo.
Como si cerrar los ojos bastara para dejarlo.
Pero aquí sigo,
aquí estoy,
solo.
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