En una ruta de la Patagonia, en Argentina, un auto solitario de color gris conducido por un hombre se dirige hacía su destino. Este hombre, llamado Walter Orfeo, era líder de una banda de metal y astrofisico, precisamente dirigía su viaje hacia el Centro Astronómico de Trelew donde aprovecharía la estadía para encontrarse con la banda y dar presentarse en un humilde bar con temáticas folclóricas. Pero no se podía entretener mucho, Walter observaba la foto de su familia y sabia que debía estar de vuelta lo más pronto posible ya que su hijo y su esposa lo esperaban de vuelta en casa. Walter llega a Trelew, hace sus labores astronómicos durante 5 días, siendo el 6to día donde toca la guitarra y canta con su banda de metal disfrutando de la tarde folclórica con amigos hasta la tarde ya que recuerda que debe regresar. Por ésta razón, decide volver donde un hombre que trabaja en el bar le indica una ruta mas corta para su regreso. Así, Walter decide irse tomando aquella ruta indicada.
Ya en el viaje, mientras maneja, se prende un cigarrillo observando el llano anochecer bañada por la luz de una luna llena que se podía apreciar muy poco ya que la niebla tenue conquistaba el paisaje, solo alumbrada por algunos faroles. Walter decide prender la radio para que la noche no sea tan dura, luego de un par de kilómetros avizora desde lejos un gran monumento que daba la bienvenida al municipio entrante alrededor de la ruta. Poco a poco, mientras iba con su auto, Walter encierra los ojos para ver con certeza el monumento compuesto por dos teros, un pájaro de cada lado de la ruta, sentados sobre unas vasijas y debajo de ellas 3 arcos de flechas en cada lado y otras 3 flechas en el medio del monumento que rodean la ruta, es decir 9 arcos de flechas en total. Al acercarse, mantiendo siempre la velocidad máxima que permite la ley, ve la inscripción «Bienvenidos a Cinópolis». Walter no recordaba que debía cruzar este monumento dentro de las indicaciones que le dieron, pero aun así estaba apurado así que lo cruzo sin pensarlo demasiado. Mientras avanzaba con total normalidad, la radio tenía interferencias y la niebla se hizo cada vez más espesa. Walter no quiere rendirse ante aparatos electrónicos así que intenta encontrar otra señal para escuchar música, distrayendose con la perilla de la radio, pero al asomar su vista de vuelta hacia el camino ve a una especie de zorro cruzando imprudentemente la ruta haciendo que Walter gire el volante abrutamente para evitar atropellar a ése zorro. Ironías de la vida, el auto no puede resistirse ante las leyes de la física que tanto estudió Walter chocando con un poste de luz dejando a Walter inconsciente.
Por suerte, Walter se despierta sin poder creer la situación, una combinación entre mala suerte por el choque y alivio por estar vivo. Prácticamente se había despertado a los minutos del choque. Lo primero que hizo fue sacar las cosas del auto con su guitarra y todo lo necesario, con la esperanza de encontrar su celular que no lo encontró por ningun lado. Pensó que su mala suerte aumentó por no poder encontrar lo único que lo podía comunicar con otra persona, hasta que esa suerte se equilibro un poco de su lado con 2 luces hacía lo lejos. Ésas 2 luces, por supuesto, provenían de un auto que iba en dirección hacia donde iba Walter. Walter dudó un poco si esconderse en el bosque que rodeaba la ruta o confiar en la persona que podría estar en ese auto, aunque su decisión llegó tarde por que el auto negro que se veía a lo lejos ya estaba al frente suyo. Lo poco que tardó ése auto en llegar a la presencia del incidente lo compenso con la lentitud con la que se tardó la persona en su interior en bajar la ventanilla para comunicarse.
– Desconocido: ¿Mala noche, amigo?
– Walter: Eso parece.
El desconocido se bajo del auto para acercarse a Walter y presenciar el siniestro con mayor nitidez.
– Desconocido: Se dio un buen palo, ¿que pasó?
– Walter: Un zorro o un perro, no sé bien que era. Solo se cruzó, por instinto volantie, por lo que llegué a ver se metió al bosque y yo terminé así.
– Desconocido: Estos animales son de terror. Provocan un desastre y se van inimputables. ¿Para dónde iba?
– Walter: Para el sur
– Desconocido: Voy para Santa Cruz y no paré precisamente para ver el morbo. Lo llevo.
– Walter: Muchísimas gracias, de verdad, de verdad que gracias.
– Desconocido: No hay porque amigo, estas cosas pasan. Suba lo que tenga que subir en los acientos de atrás y hacemos viaje.
– Walter: Si, gracias.
Al instante, el desconocido abre las puertas de atrás y Walter acomoda sus cosas.
– Desconocido: Una guitarra, ¿que viene de tocar o algo así?
– Walter: Si, tenemos una banda de metal con amigos y venía de trabajar.
– Desconocido: Uy una banda de metal. Me volvió la adolescencia al cuerpo – dijo con una sonrisa para mitigar la amargura de Walter que no dió respuesta -.Bueno, subamos – remató ante el silencio-.
Una vez en el auto, el desconocido enciende el auto y tras él se sube Walter. El Desconocido enciende el auto y se prepara para manejar.
– Walter: Me llamo Walter -le dice mientras extiende la mano para saludarlo-
– Desconocido: Un gusto Walter – afirma el desconocido extendiendole el brazo para dar el apretón de manos-. Me llamo Sirio, pero me podes decir Chacal -dijo entre risas-.
– Walter: Gracias Chacal – mientras Walter aprieta la mano de Chacal y le devuelve la sonrisa -. Que casual, justo te dicen Chacal.
– Chacal: Si – risas -. Suena irónico por lo que te pasó con el zorro. En realidad, me dicen de muchas maneras con el paso del tiempo. Pero con el apodo que más me encariñé fue con este.
– Walter: Me parece bien – dijo entre risas -.
Luego de las presentaciones diplomáticas, por fin decidieron moverse con el auto y recorrer la ruta. Ya en movimiento, mientras Chacal conducía, empezaron a charlar. Walter no estaba de mucho humor, pero sabía perfectamente lo que era manejar en una ruta y lo importante que es tener una compañía activa para evitar el sueño del conductor. Además, Walter era conciente que Chacal le estaba haciendo un enorme favor, era como un milagro que apareció en el medio de la nada para guiarlo a su casa y debía ser amable.
– Chacal: Y, ¿qué trabajo venía de hacer?
– Walter: Soy astrofisico, en el CAT.
– Chacal: Me encanta la astrofisica, te admiro, vivo mirando las estrellas en el firmamento.
Chacal sacó un paquete de cigarrillos, se prendió uno y le convidó a Walter otro.
– Chacal: Agarra los que quieras.
– Walter: Gracias, macanudo. Y, ¿usted viva acá o trabaja también?
– Chacal: Mi trabajo es transportar gente, vivo llevando por acá a la gente de lado a lado.
– Walter: Nunca había escuchado hablar de este lugar, Cinópolis.
– Chacal: La gente de acá es relativamente nueva, por lo menos en comparación a mi situación. Yo fui el primero o el segundo, quizás el tercero o el quinto en estar aquí. Pero fui uno de los primeros. Pero antes que la mayoría estuve, eso seguro.
– Walter: Casi que fundó la localidad. Se debe conocer a todos.
– Chacal: Sí. Antes, por ser uno de los primeros, prácticamente que dirigía el lugar y tomaba decisiones, como pasa en algunos pueblos vió. Pero, después de un tiempo, deje de tomar decisiones y solo me dedico a llevar gente.
– Walter: Claro. Uno se cansa.
– Chacal: Si, un poco por eso y otro poco porque mientras más gente más conflictos. Hay que mantenerse al margen.
– Walter: Claro, es un problema.
– Chacal: ¿Tenés familia?
– Walter: Si, me están esperando. Eso me recuerda pedirte un favor más, ¿tendrías algún celular para comunicarme?. Disculpa que te pida más.
– Chacal: Si por supuesto – Chacal le dió su celular a Walter y miró a Walter -.
– Walter: No puedo creerlo, no tiene señal – dijo Walter devolviendole el celular a Chacal.
– Chacal: Eso pasa en este camino, está muy alejado. Capaz en el final de camino agarra señal o encontramos un teléfono, no te preocupes. Le preguntaría al viejo de la estación de servicio que está en el medio del camino, pero no tiene. Es un anticuado. Si querés le preguntamos, pero se me hace que será una respuesta negativa.
– Walter: Ok, no hay drama. No creo que volvamos a tener un accidente.
Chacal y Walter siguieron hablando de cosas de la vida, gustos, música, familia y varías cosas más durante 1 hora. Entre ellos se llevaban muy bien y se agradaron el uno al otro, surgía una amistad.
Luego de la hora de viaje, Walter se estacionó en la estación de servicio del viejo que le decían Pájaro o Viejo Pájaro.
– Chacal: El viejo es malhumorado, no tengas en cuenta eso. Él también fue uno de los primeros como yo. Cualquier cosa, si contesta seco vos respóndele tranquilo y nos vamos rápido. De paso, compro cosas – le dijo Chacal a Walter antes de bajar -.
Chacal y Walter se bajaron del auto para cargar gas. De la estación de servicio salió el Viejo para poner el distribuidor.
– Chacal: Hola viejito tanto tiempo.
El viejo tenía una cara de mal humor que no podía ni disimular.
– Viejo: Qué rápido se te gasta el gas – decía el viejo mientras ponía conectaba la manguera al auto -.
– Chacal: Si consume mucho. Él es Walter tuvo un accidente y quiere saber si tenes teléfono.
– Viejo: Hola Walter, no, no tengo lamentablemente. Al final de la ruta quizás hay.
– Chacal: Ok. Vamos a tener que esperar – dijo Chacal y se dió vuelta levantando las cejas mirando a Walter en señal de destacar el mal humor del viejo -.
El Viejo entró a la estación de servicio poniéndose detrás del mostrador.
– Chacal: ¿Me ayudas con las compras, Walter?
– Walter: Si, si.
Ambos entraron a la estación de servicio y Chacal compró provisiones como para una guerra, casi se llevaba la estación de servicio entera. 8 bolsas llenas de cosas. El viejo fue contando y, cuando lleno 4 bolsas, Chacal le pidió a Walter llevar las 4 y luego él llevaría las otras 4.
– Chacal: ¿Me haces un favor, Walter?, ¿Me llevas las 4 bolas en los acientos de atrás?. Yo me quedo con el Pájaro para llenar el resto que falta y lo llevo.
– Walter: Si, si.
Chacal le dió las llaves del auto a Walter para que lleve las bolsas. Walter abrió la puerta de los acientos de atrás y fue metiendo las bolas mientras veía por la ventana a el Viejo y a Chacal hablar, donde el Viejo miró al auto en un momento. Evidentemente, no los podía escuchar hablar, pero se notaba que el viejo hablaba seriamente.
– Chacal: …Y dame un cartón de cigarrillos
– Viejo: Estás tardando demasiado, ¿cuánto más vas a pasear a éste pibe?, no me digas que te hiciste amigo de otro más.
– Chacal: No me jodas Viejo, ya voy a llegar y dejo a Walter ahí.
– Viejo: Hay más viniendo, no vas a tener tiempo. Por favor, apurate. No podes perder tiempo siendo amigo de todos o encariñarte con ellos.
– Chacal: Bueno si si, ya me apuro. No te lo tomes tan así. – dijo Chacal y se llevó las bolas sin pagar nada -.
Justo cuando Chacal agarró las bolsas y decía sus últimas palabras, debajo del baúl, Walter escuchaba un goteo. Miró de refilón desde la puerta trasera, con la última bolsa puesta en el piso y preparada para ponerla en el auto. Cuándo aprovechó para agacharse y agarrar la bolsa, Walter miró que goteaba sangre a chorros por debajo del baúl y la rueda. Walter se había quedado congelado con la bolsa en la mano. Chacal llegó al auto justo cuando Walter intentaba procesar todo. El viejo que lo miraba mientras charlaban, sangre en el baúl, pueblo chico. ¿Esto era de esos pueblos donde matan gente como en las películas slashers?. No tuvo tiempo para pensar más que eso.
– Chacal: ¿Todo bien? – dijo Chacal parado al lado de la puerta del conductor que estaba al otro lado de Walter -.
– Walter: Si si, me quedaba una bolsa. – dijo mientras ponía la otra bolsa y cerro la puerta de atrás.
Chacal se metió al auto, puso las otras 4 bolsas en los acientos de atrás desde su aciento de conductor y Walter camino lentamente dudando si entrar o no al auto.
Walter pensó rápidamente que no podía hacer mucho estando solo en el medio de la nada contra 2, así que se subió en el aciento del acompañante y pensó en disimular hasta que encuentre la forma de apoderarse del auto. Era tentador tener las llaves, pero podía salir mal y el viejo podía ayudar a Chacal.
– Chacal: Sin las llaves no puedo encederlo – dijo entre risas, mientras Walter estaba subido al auto mirando las llaves -.
– Walter: Si, ¿no?. Ja. – dijo Walter mientras le devolvió las llaves a Chacal -.
Chacal empezó a conducir por la ruta, pero esta vez hablaba mucho Chacal y Walter solo respondía lo justo. Así estuvieron durante 20 minutos.
– Chacal: ¿Pasa algo?
– Walter: Si, disculpa, no te quería molestar porque ya pasamos por una estación de servicio, pero quería bajar a orinar.
– Chacal: ¡Ah!, eso era. Me parecía raro que no hablarás tanto. Lo hubieses dicho, ya freno.
Chacal frenó y, mientras se bajaba Walter, Chacal borró su sonrisa y puso una cara seria.
Walter fue atrás del baúl, temblando, disimulando que orinaba en un árbol. ¿Debía correr ahora entre el bosque de la ruta?. Walter no se decidía y miraba hacía atrás al baúl. ¿Y si era carne para comer y estaba siendo paranoico sin razón?. Iba a quedar como un loco sí adentro del baúl solo había carne vacuna, cerdo o pollo. No le quedaba otra, debía saberlo y pensó que su excusa para abrir el baúl sería buscar sus cosas olvidando que sus cosas estaban en el aciento de atrás, en vez del baúl. Era el momento, sí o sí. Walter se acercó al baúl y lo abrió. Cuándo lo abrió, confirmó sus sospechas: dentro del baúl había un humanoide que no podía reconocer por la sangre y las bolsas de consorcio. Walter se quedó paralizado.
Apenas lo vió, apareció desde atrás Chacal, qué sigilosamente se acercó sin hacer ruido alguno, para abrazar el hombro de Walter y decirle que no debía hacer eso.
– Chacal: No tenías necesidad de hacer esto, no hagas más difícil la situación. Por tú bien, mientras más rápido te lleve mejor.
Walter le pegó un codazo a Chacal y comenzó a correr por el bosque, mientras Chacal le gritó que no entre al bosque.
Ante los ojos de Chacal, la figura de Walter desapareció dentro del bosque. Walter corría desesperado y temblando.
En el lado del frente del auto, Chacal vió al Viejo parado en la ruta y, desde lejos le dijo que debía resolver esto rápido.
– Viejo: Están esperando los nuevos, ya casi llegan.
– Chacal: Ya sé, Ya sé. – dijo Chacal ubicado cerca del auto -.
Walter empezó a correr y encontró una casa en el medio del bosque. Walter golpeo pidiendo ayuda, después pensó que los de la casa podrían ser complices. No sabía que hacer. La puerta se abrió y de la casa salió una especie de vampiro que tenía dos cadenas rotas con abrazaderas en sus muñecas y en una mano tenía agarrado un hacha. El vampiro intentó golpear con el hacha a Walter, que reaccionó rápido corriendo. ¿Pero qué pasa en este lugar? – preguntaba Walter -. Mientras corría el astrofisico, salieron del bosque seres que querían atrapar a Walter y le tapaban el camino: Zorros o lobos humanoides, zombies, seres de pesadilla de todo tipo. Walter se tropezó con la raíz de un árbol y, cuando estaba por ser atacado por un zombie, apareció Chacal cortandole la cabeza al zombie con dos guadañas.
– Chacal: Estoy para ayudarte o me seguís o moris, decide – le dijo a Walter, mientras le extendió una guadaña para que agarre y se levante con el palo o mango de la guadaña -.
Walter estaba confundido y no sabía que hacer. Walter volvió a correr en dirección a la ruta, huyendo de Chacal. Una vez más, un ser de pesadilla, estilo zombie con armadura feudal sin casco, intentó matar a Walter con una espada. Un árbol cubrió el golpe de la espada, pero el zombie agarró rápidamente la mano de Walter y tironeo para morderlo. Walter intentó sacárselo de encima y Chacal apareció para cortar a la mitad al zombie, con armadura y todo, desde el hombro a la cintura en diagonal. Walter se tropezó y se llevó la mano del zombie por el movimiento. Chacal se apoyó en el árbol y le dijo tranquilamente a Walter que lo esperaba en el auto sí quería vivir. Chacal se fue caminando de vuelta a la ruta y Walter se quedó quieto un momento. Chacal desapareció de la vista de Walter por un árbol que le tapaba la vista. Walter vió hacia atrás por el ruido que hacían esas pesadillas que, desde lejos, se movían por el bosque buscando a Walter. Walter decidió correr hacia el auto y, cuando llegó, Chacal estaba apoyado en el capot del auto fumando con las puertas abiertas, pero sin las guadañas. Walter se acercó agitado por correr y Chacal le dijo: Por fin te decidiste.
Chacal se metió al auto tranquilamente y Walter vió atrás que llegaban todas esas criaturas horribles. No podía dudar más, debía decidir. Walter se metió al auto y cerró la puerta justo cuando llegaron algunos zombies que golpearon la ventana de la puerta del lado de Walter.
– Walter: ¡ Acelara !, ¡Acelera!
Chacal aceleró el auto dejando atrás a esos seres que corrían por el camino de la ruta, pero sin ser más rápidos que un auto y por eso, desde el espejo retrovisor, Walter vió que esos seres se frenaron y volvieron a meterse en el bosque.
– Walter: ¿¡Qué mierda eran esas cosas!?, ¿¡Qué es este lugar!?, ¿Qué quieren de mi?, ¿Porqué hay un cuerpo en el auto?
– Chacal: Te lo dije, te lo dije. No debiste mirar el baúl, te dije que no te hagas esto, pero debo hablar en sumerio. Estoy para llevarte, estoy para cuidarte. Ése cuerpo es una de esas cosas del bosque.
– Walter: ¿Y que pensabas que iba yo a pensar cuando viera un cuerpo?, te pensas que no me di cuenta que hablaban de mi con el Viejo ése. ¿Qué quieren y porque me defendés, que es este lugar?. ¿Quiénes son ustedes y que quieren?
– Chacal: Te lo estoy diciendo y te lo dije todo el viaje. HOLA. SOY CHACAL. Cha-cal. Llevo gente. La ayudo en su viaje. Fui uno de los primeros. Te lo dije. Cinópolis. ¿No te dice nada eso, hombre cuto?. Me extraña que siendo un estudioso astrofisico no lo sepas.
Instantáneamente, Walter se quedó mirando a Chacal y bajó la mirada lentamente mientras le salió una lagrima por los nervios.
– Walter: Pero. Si vos. Si vos sos. Pero eso significa qué…
– Chacal: Si papá. Te lo dije, pero no podía ser más directo. Tratamos de evitar lo mejor posible la información para que sea lo menos doloroso y se pueda digerir. Pero no me salió bien esta vez.
– Walter: El viejo..
– Chacal: El que manda. Yo sólo me encargo de guiarlos. Desde el principio lo hice y los que mejor me caen quiero que sean mis amigos. Es aburrido todo esto sin conocerlos mejor.
Walter respiraba fuerte y poco a poco bajo la respiración.
– Walter: Mi familia.
– Chacal: Tranquilo, ellos estarán bien. Te prometo que cuando llegue el momento cuidaré a tu familia.
– Walter: Gracias. No se que decir. El auto. Yo. ¿A dónde vamos?
– Chacal: Este es el último camino antes de tu entrada. Tu destino es bueno, no temas.
Chacal frenó y llegaron al final del último camino. En el final del camino había una especie de puente dorado iluminado por faros, pero de fondo no se veía nada por la oscuridad.
– Chacal: Tú final del viaje. Acá termina tu último camino. El puente. Debes ir allí y caminar derecho, yo no te puedo acompañar. No te preocupes, es una caminata corta y verás la entrada donde te recibirán en la puerta. Te prometo que todo estará bien.
Walter asintió aceptando su destino y agradeciendo a Chacal.
– Walter: Gracias, no sabía que me cuidabas. ¿Nos volveremos a ver?
– Chacal: De nada. No hay problema, son cosas de mi oficio. Volveremos a vernos, pero dentro de muchos millones de años. Ese día te abrazaré y haremos un festejo. ¿Te parece?
– Walter: Ok. Me parece perfecto. Adiós amigo. Gracias por todo.
– Chacal: Gracias a vos por aceptarme como amigo. Ve, te esperan.
Walter le dió la mano a Chacal y Chacal se la apretó, mientras le palmaba la mano a Walter con la otra mano. Walter se bajó del auto y camino hacia el puente. Chacal acomodó el auto y lo frenó para ir en dirección de vuelta por el camino que vinieron. Walter miró hacia atrás y se despidió, con la mano en el aire, por última vez de Chacal. Chacal lo miró por el espejo retrovisor y le devolvió el saludo final. Walter, caminando por el puente, desapareció de la vista de Chacal. Chacal recibía una llamada en su celular mientras sacó una agenda que decía «Amigos» y anotó el nombre de Walter con datos del año y números, lista donde estaban anotadas otras personas. Chacal prendió un cigarrillo y volvió a meter la agenda donde estaba, mientras se veía en la pantalla del celular «Viejo» y los botones de atender y colgar. Chacal atendió y el Viejo por el teléfono le dijo: «Llegó el nuevo».
Chacal respondió: «Voy».
Chacal colgó el celular, se miró al espejo y arrancó el auto, yendo de vuelta al principio de El Último Camino.
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