Las Cazadoras de Madam—Capítulo 06

Las Cazadoras de Madam—Capítulo 06

Fumando a la luna

15/11/2024

Atrapar

Photthong Onuma corrió a buscar jeringas y guantes quirúrgicos mientras iniciaba un conteo mental de un minuto. Tres golpes a la puerta metálica la sobresaltaron, pero no perdió el tiempo mientras buscaba el alcohol y el algodón.

7, 8, 9…

—Doctora Photthong.

Gritó una voz masculina, alto y fuerte.

12, 13, 14, 15…

Onuma desinfectó rápidamente la parte trasera de la nuca donde la piel es más suave y delicada, ya que es allí donde están las glándulas de las feromonas, ignorando el llamado.

18, 19, 20…

—Señorita Kim, venimos a recogerla.

Era una voz diferente, un tono más bajo.

24, 25…, 26…, 27…

La doctora se obligó a respirar profundo mientras extraía sangre de manera cuidadosa.

30, 31, 32…

Quito la aguja y dejó la jeringa a un lado. Nuevamente tres golpes resonaron en la puerta, esta vez con más fuerza. Impacientes.

Onuma tomó la otra aguja y extrajo sangre del antebrazo derecho de la mujer, teniendo especial cuidado para no dejar marcas.

36…, 37…, 38…

La mujer guardó la sangre en un pequeño refrigerador detrás del escritorio.

42, 43, 44, 45…

Destapó el alcohol mojando un trapo con un poco, junto con algunas gasas que tiró al bote de basura para cubrir las dos agujas metálicas y los guantes.

50, 51, 52, 53…

—Perdonen la tardanza, fui al tocador y la señorita se quedó dormida en el sofá.

Se excusó justamente cuando un nuevo golpe iba a golpear la puerta. Los hombres la ignoraron caminando directamente hacia la oficina de la mujer cuya puerta estaba abierta y la luz prendida.

Al entrar, uno de ellos, el más alto y delgado, se dirigió a la mujer indefensa y enferma que se encontraba, tal y como había mencionado la doctora, dormida con sus gafas y cubrebocas.

El otro, un poco más bajo y robusto, miró a todos lados inspeccionando, hasta que un aroma a feromonas llegó a él emitiendo un gruñido.

Onuma lo ignoro manteniendo ambas manos dentro de las bolsas de su bata junto a su escritorio.

—¿Por qué está dormida?

—Supongo que por esperar demasiado.

—Aquí huele a alpha. — gruñó el hombre robusto de rasgos duros, dirigiéndose hacia la doctora. —¿Usted es…?

—Qué raro. — cortó abruptamente la doctora. —Pensé que la señorita era omega.

Al ver la mirada penetrante que demandaba respuestas la doctora continuó.

—Soy beta, así que no puedo oler nada que no sea el alcohol. — mintió con una voz convincente.

El aroma alcohol era intenso y penetrante, cubriendo por completo el olor a sangre. El alpha se acercó a ella inhalando con fuerza solo para comprobar que en efecto no tenía feromona.

Onuma apretó con fuerza el frasco pequeño de pastillas en la bolsa de su bata.

—¿Entonces porque pensó que era omega si no puede oler feromonas? — demandó el otro hombre, un beta, más alto y delgado que ya se encontraba cargando en sus brazos a la chica.

—Lo supuse, encaja con las características de los omegas.

Explicando rápidamente estas dichosas características, menospreciando a la omega deliberadamente, para cerciorarse de algo. Con atención vio como el semblante de aquellos hombres sonreían complacidos por lo que acababan de escuchar.

Onuma los despidió en la puerta viendo como aquellos hombres metían en la camioneta negra el cuerpo indefenso y herido de la mujer. Cuando la camioneta se alejó lo suficiente la mujer cerró la puerta viendo por largos minutos la cortina metálica antes de golpear un jarrón cercano que estaba sobre una mesa.

Un sonoro gruñido brotó de su pecho sintiéndose impotente. El sonido de un chillido asustado, proveniente de la mascota de la mujer enferma, la regresaron al presente. Dándose cuenta del aroma a chocolate quemado que la envolvió y la hizo sentir mareada.

De regreso a su oficina Onuma abrió el mini refrigerador para ver las dos jeringas con sangre. Se sentó con cansancio en su silla bajando la mirada a su escritorio para ver aquella tarjeta de presentación que el hombre le había entregado.

Desbloqueando rápidamente su teléfono celular busco el grupo que tenía con sus amigas. El nombre del grupo “Baja Tangas 3000” la hizo sonreír divertida pese al sabor amargo que no la abandonaba. La última conversación era como de costumbre. La menor de las hermanas Ayutthaya discutiendo por el nombre del grupo y Khun Malee junto con Lawanrat burlándose de ella por seguir virgen a los treinta años.

De inmediato reenvió la foto que le había mandado Nong Yao hace menos de diez minutos, junto con el nombre del hotel donde se encontraban. Recibiendo de inmediato una respuesta positiva de las hermanas Ayutthaya. Lawanrat las encontraría allí.

—¿Cómo lo hizo ese hijo de puta?

Photthong Onuma tomó sus cosas y se fue a su casa a guardar la sangre, tenía que desaparecer todo rastro de lo que había hecho de inmediato si no quería meterse en problemas. Pero, sobre todo, debía empezar a investigar realmente si era posible cambiar el estatus de un alpha para convertirlo en omega.

Mientras tanto en el hotel, el grupo de omegas se divertían y comentaban entre risas y ligeras bromas las fotos que tomaron la noche en el Club Cazador.

Por la tarde, disfrutando sus pequeñas vacaciones, Chaikaeo Laksami y Kaeomani Darunee paseaban por un suburbio comercial después de haber terminado de comer en un restaurante muy agradable.

Agradeciendo que sus fanáticos fueran tranquilos a la hora de acercarse para pedir autógrafos o alguna foto, pero en su mayoría se quedaban lejos.

Ambas vestían de manera cómoda con cubre bocas y un sombrero para protegerse de los fuertes rayos de sol. Ambas jóvenes omegas entraban a diversas tiendas de ropa y cosméticos, probando algunos cambios en los vestidores, bromeando sobre quien sería la primera en comprar lencería.

Al salir de una tienda entre risas, dispuestas a ir a comprar algo para tomar, escucharon una risa. Una voz ligeramente chillona que repetía una y otra vez el nombre de su acompañante.

En un puesto de helados, usando sus respectivos uniformes escolares, se encontraban la chica de mejillas rellenas y adorables pecas, Wangachai Nong Yao, y su amiga de vibrantes ojos marrones, Mueangkhot Nong Ladda.

—Nong Yao, Nong Ladda, ¿qué hacen por aquí?

—¡Phi!

Ambas jóvenes estudiantes detuvieron su pelea infantil que comenzó por sus combinaciones de helado. Sin embargo, el más sutil aroma a fresas que empezaba a desprender Nong Yao había llamado la atención de más de un alpha.

Ese aroma ligeramente lechoso, característico de los omegas, que perdura hasta que sucede el primer celo, estaba comenzando a desaparecer.

Una vez en el hotel, después de pedir un par de aperitivos a la habitación, Nong Yao comenzó a traducir algunas de las próximas publicaciones de Laksami, mientras Darunee revisaba sus glándulas odoríferas.

—Pequeña, estás próxima a entrar en celo.

—Oh.

—¿Oh? — repitió perpleja Ladda. —¿No estás preocupada, emocionada, feliz, algo?

—Supongo que más que emocionada estoy ansiosa.

La menor dejó de lado la laptop aceptando el vaso con jugo que le ofrecía Darune, agradeciendo con una sonrisa.

—Mi amiga dijo que el alpha que le gusta desprecia su aroma, ¿qué tal si la alpha que me gusta es igual? ¿Qué tal si me quedo sola? ¿O si se va como mi papá se fue?

La preocupación de la menor no parecía coincidir con sus emociones, ya que precisamente no se veía asustada, sino más bien, había cierto rechazo en sus facciones. Estaba cansada de lo que significaba ser omega.

—Habría preferido ser beta, pero si me enamoro lo haré sin importar que sea, solo por como sea esa persona conmigo.

—¿Y no te vas a sentir ansiosa por ser omega? — cuestiono dudosa Ladda. —Por lo general los omegas y los alphas se atraen como imanes.

—Nuhuu. — hizo un mohín con los labios negando mientras mordía su galleta, viéndose extremadamente tierna a los ojos de las dos mayores. —No me importa eso, sí me enamoro eso será lo último en lo que me interese.

—Muy bien pequeña.— ánimo Laksami con una sonrisa. —Solo ten cuidado siempre.

Expreso con apreció mientras abría la puerta recibiendo los aperitivos. Nong Yao y Nong Ladda veían la serie de pequeños postres, dulces y salados, con ojos maravillados.

—Coman con libertad.

—¡Muchas gracias Phi!

En el momento en que los ayudantes se retiraron justo venía llegando Saenotwisuk Somsak. Que al cerrar la puerta no espero para quitarse el cubre bocas y el sombrero que usaba con frecuencia. Saludando rápidamente antes de ir al tocador para quitar y limpiar correctamente el parche bloqueador en su nuca.

—Entonces…, ¿Darunee habló con Khun Sunee? — Laksami bromeó divertida al ver como su amiga se ahogaba con su vaso de agua. —Te vi bastante risueña.

—Habría sido bueno. — se sonrojo la mencionada bajo la atenta mirada del resto. —Pero después de lo sucedido no logré conseguir su contacto.

—Una verdadera pena.

Somsak respiro profundo al recordar el susto de aquella noche. Tuvieron que salir corriendo de allí no deseando que pasara a mayores.

—Pero fue adorable. — exhaló soñadoramente con los ojos cerrados, recordando aquella noche. —Pasó la noche acicalándose para recibir halagos.

—Yo te vi burlándote de ella.

—No, phi Somsak, ella se molestaba porque volteaba a ver a Khun Malee, yo solo lo encontré entrañable.

—Cierto, phi Somsak, Khun Sunee se enfurruñó como niña pequeña. — la actriz aplaude acostándose en el sofá al recordar los pucheros de la mayor. —Me divertí tanto cuando phi Onuma dijo que phi Lawanrat era una miedosa con los animales.

—Phi Lawanrat no sabía dónde esconder la cara de la vergüenza.

Recordó la mayor de las omegas viendo a las estudiantes comer en silencio compartiendo cortas sonrisas y risas con sus mayores.

—Podrán ser alphas, pero no dejan de ser tiernas.

Expreso Darunee a lo que Laksami y Somsak estuvieron de acuerdo.

—Oh, y Khun Malee no se queda atrás. — expresó en un suspiro la actriz. —Todo en ella desprende una sensualidad fatal, una femme fatale en su máxima expresión.

Su confesión dibujó un tierno color carmesí en sus mejillas, sintiéndose menos penosa cuando Darunee apoyó su comentario.

—Phi Lawanrat también es muy linda. — comentó Nong Yao con pena integrándose a la conversación. —No hablé mucho con ellas, pero Khun Malee me asustó. Creí que en cualquier momento lastimaría a phi Onuma.

—Su semblante inexpresivo junto con el de phi Orawan son aterradores.

Las mayores sonrieron con miradas entrañables al escuchar las aparentes interpretaciones que las dos estudiantes tuvieron al conocer a las alphas.

—Son amigas, y por lo poco que hablamos puedo decir que son muy protectoras. — tranquilizó la cantante. —Así que no teman, les aseguro que son bastante sensibles también.

La conversación siguió sin problema alguno. Laksami decidió entonces implementar un pequeño juego de apuestas. Eran lo suficientemente maduras como para darse cuenta que ciertas alphas tienen un interés real en ellas, así que teniendo en cuenta eso la actriz reto a sus dos amigas del espectáculo.

—La primera a la que alguna de las alphas se le declare ya sea con un beso, abrazo o algo, deberá pagarle a las demás 10.000 baths.

Está de más decir que las menores se ahogaron con su comida mientras que las mayores sonrieron con picardía aceptando la apuesta con algunas sugerencias.

Al final de explicar con mayor exactitud las reglas del nuevo reto todas hicieron un brindis con vino, las menores con jugo; sonrisas perversas pintando sus dulces rostros debido a gran sentido de competitividad.

En el segundo en que terminaron de beber sus bebidas, tres fuertes golpes resonaron en la puerta seguida de una voz femenina confundiendo a las chicas.

Uno de los guardaespaldas había salido justo entonces y el otro estaba tomando su descanso, así que de inmediato se pusieron alertas.

Somsak, al ser la mayor, con veintiséis años, fue a abrir cuando los golpes se repitieron junto con un grito femenino, mucho más demandante, del otro lado.

—Señorita Chaikaeo Laksami y señorita Kaeomani Hithaarunee, somos del FBI.

La modista abrió la puerta completamente confundida, no sin antes verificar por el visor de la puerta para estar segura de que las personas decían ser quienes decían.

Lasmai y Darunee ya se encontraban de pie viendo con atención la entrada. Mientras que las estudiantes permanecen sentadas sintiéndose ansiosas.

—Buenas tardes. — saludo la mujer recibiendo una corta reverencia de las chicas. —Soy la sargento Ying y ella es mi compañera, la oficial Ping.

Nong Ladda no perdió el tiempo y comenzó a investigar a las dos mujeres, mientras que Nong Yao sacaba su celular para comenzar a grabar.

—Solo queremos hacerles unas preguntas referentes al homicidio del delegado Ten Lee.

La voz convincente de la mujer dejó confundidos a todos los presentes en la habitación.

—¿Homicidio? — exclamó perpleja Laksami acercándose a la oficial que ya había entrado y veía a todos lados. —Dijeron que fue un accidente en las noticias.

—Eso sigue en discusión. — cortó con voz neutral y de manera rápida la oficial Ping.

Justo entonces la sargento Ying notó el momento en que la menor tomó una fotografía y sonrió para sus adentros, su plan iba por buen camino.

Después de todo, alguien debía avisarle a las alphas.

—¿Por qué nosotras? — desafío Somsak de brazos cruzados. —No tenemos nada que ver con eso.

—Pueden hablar conmigo aquí o tendré que arrestarlas y hablaran conmigo en la estación.

Sentenció con voz grave y de manera amenazante la sargento Ying dando un paso hacia adelante con una sonrisa que dejaba ver sus colmillos.

—Ustedes eligen.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS