Se cuenta qué cada cierta cantidad de millones o miles de millones de años, de manera automática los agujeros negros lanzan chorros de plasma, incluyendo otros tipos de energías y materias. Esta automatización del agujero negro, quizás preprogramada o quizás natural, lo hace cada centro galáctico para evaporar lo que absorbe y redistribuir toda la escencia de la materia en toda la galaxia. Hacia arriba y hacia abajo, este chorro de plasma es tan potente que desintegraría hasta a un sistema solar entero y por esto mismo el disco galáctico es perpendicular a este plasma, para evitar que el plasma vaya directo a los sistemas solares. El chorro de plasma llega a cierta distancia hasta que su radio sea igual a la del disco galáctico, para debilitarse y luego descienda nuevamente en el disco galáctico como si «lloviera el plasma» en el disco por el propio movimiento giratorio de la galaxia. Esta automatización galáctica sería algo así como los rociadores automáticos de las casas, pero con la diferencia de que este plasma sube no solo para cubrir todo el disco al caer sino que también sirve para que este plasma se convierta en materia y plasma mezclados. El manto del espacio, sobre todo más alejado de la galaxia, enfría con su cero absoluto incluyendo a este plasma como si estuvieramos tirando un gas o líquido en los extremos polares de La Tierra. La razón por la cual es lanzado este plasma cada cierto tiempo es la de distribuir el agua, minerales y los fundamentos de la vida. Esto pasó con La Tierra y planetas cercanos en el pasado entre 4 mil 500 millones de años a 4 mil millones aproximadamente, cuando se empezó a formar el planeta siendo bombardeado constantemente de meteoritos provenientes de este plasma galáctico. Pero no siempre son meteoritos del tamaño de cuidades o camiones, eso lo sabrían muy bien los pueblerinos del pueblo argentino de Íoz.

En el año 2047 la tecnología y la inteligencia artificial han avanzado tanto que cada cuidadano tiene su robot, su perro robot, sus cascos inteligentes, sus reemplazos mecánicos de brazos, órganos o piernas. Pido disculpas de ante mano a quién lea esto, pero aquí hay que describir algunas cosas que para algunas personas les parecerá desagradable y a otras no, pero es necesario describirlo. Para esta época el ser humano prácticamente no se movía de su sofá o silla, los androides hacían todo y cuando se dice todo es desde cocinar hasta ser la compañía sexual de estos ya vencidos humanos por su propia egolatría, hay nombrar las cosas si o si por más que sea difícil de digerir. En parte, más allá del desolador panorama, esto fue una solución a grandes problemas humanos como las peleas constantes por amor, guerra, trabajo y salud. La humanidad vivió su propia revolución cybernetica, pero esta revolución es pequeña al lado de las revoluciones que planifica el universo. En algún momento previo al año 2047, los meteoritos del plasma que se dirigían al Sistema Solar chocaron con otros que se dirigían hacía otro lugar, ya sea por fortuna o predestinación, y formaron nuevos fragmentos que cayeron en aquel pueblo campesino de Íoz.

Una androide de uno de los campesinos, construida por la empresa «G.a.i.a.» (Gama de Androides con Inteligencia Artificial), en su camino de vuelta a casa encontró estos fragmentos caídos del espacio que estaban visibles cerca de los alambrados divisorios con los terrenos vecinos. La androide Gaia 48 recogió estos fragmentos para llevarlos a su dueño como el protocolo así lo indicaba para llamar a las autoridades pertinentes. Apenas toco los fragmentos, la mano de Gaia48 empezó a entumecer el metal teniendo una especie de reacción química de la cuál Gaia48 no dió importancia por ser un simple robot con directivas, no había dolor allí. Al llegar a casa, su dueño llamado Leywand le agradeció a Gaia48 las compras de mercado que había hecho y observo los fragmentos que tenia la androide en la mano. Gaia48 explicó la situación al dueño y dejo los fragmentos en un frasco de vidrio. Mientras tanto, algunas esquirlas que todavía quedaban el aquel suelo donde Gaia48 agarró los fragmentos empezaron a reaccionar con la tierra seca brotando pequeñas bolas de tierra y piedras que se movían. Una de esas piedras absorbió a una bola de tierra, mientras un líquido transparente que estaba en los fragmentos como un charco se empezó a filtrar dentro de la superficie hasta las napas de agua. 

El dueño le dijo a Gaia48 que se preocupaba demasiado por el protocolo y que seguramente era uno de tantos minerales o cristales que puedan existir, pidiéndole a Gaia48 que cocine. 

El agua ya mezclada con el líquido del fragmento empezó a ser bebida por los lugareños y utilizada por sus androides para los qué haceres cotidianos. Pronto, los cables subterráneos que alimentaban a esos androides con energía también fueron mojados por el líquido que no generó ningún cortocircuito ni nada que afecte a la electricidad, al contrario de eso potenció la energía. 

Las pequeñisimas bolas de piedras y tierra empezaron a comerse entre sí hasta que una de ellas, por querer rodar y moverse, empujó de su interior con fuerza dos filamentos gelatinosos en forma de lombrices empezando a arrastrase.

Gaia48, por su parte, estaba cocinando hasta que empezó a tener interferencias en su algoritmo provocando un corte en su mano de metal donde empezó a salirle sangre.

A los pocos habitantes del vecinario se le empezaron caer sus prótesis cyberneticas y no ciberneticas: dientes postizos, brazos, piernas, órganos artificiales, etc. De las protesis salían sus originales carnes que tuvieron antes, incluso los dientes caídos volvieron a crecer y mejoró el cuerpo de la gente, incluso los ciegos fueron dotados de vista. A ciertas personas no se les cayó la prótesis sino que se les comenzó a cambiar la protesis por carne, mezclando protesis con carne o la carne se volvía cybernetica, en variopintas opciones según el caso ya que algunos no cambiaron sus cuerpos por elección ya que fueron faltas corporales de nacimiento. 

A pesar del inicial susto, instantáneamente la mayoría sorprendida y sin respuesta por este acontecimiento se tomó este cambio con felicidad, otros no tanto.

Las piedras y rocas del suelo comenzaron a moverse gracias a los distintos filamentos que salian de su cuerpo, comiendose entre sí, hasta que empezaron a dividirse por mitosis. 

El dueño de Gaia48 miró por la ventana y desde allí vió como en la casa del viejo marinero Nostramo había conflicto y ruidos fuertes, asi qué Leywand fue a averiguar que sucedía.

A Gaia48 le empezó a crecer de la mano carne y huesos mezclados con el metal y poco a poco sus cables y circuitos comenzaron a ser una mezcla de nervios carnosos de cobre, estaño y silicio. 

Cuando Leywand llegó a la casa del jubilado Nostramo vió con horror que estaba muerto y a su lado estaba parado el androide del viejo, androide 79, que era gruñido por la gatita del viejo Nostramo llamada R-play, característico del tierno y constante ronroneo en R (cariñosamente llamada «Erre»). Leywand preguntó al androide que pasó, pero el robot no contestaba y solo miraba el cuerpo como si estuviese apagado. Leywand decidió volver a su casa para llamar a la policía, mientras qué la gatita le gruñia con enojo al androide 79 cuyo rostro de piel artificial hecha con silicona se derretía como queso caliente y le salía protuberancias grasosas propias de la piel humana. Al androide 79 se le escuchó un rugido de panza y abrio la boca gritando que tenía hambre para intentar comerse a la gata, la cuál huyó despavorida por la ventana con los pelos en punta. Por la salida del gato, las cañerías debajo de la ventana dentro de la casa comenzaron a salir de la pared como si fueran serpientes con vida comiéndose unas a otras y el androide 79 agarró un puñado de esas cañerías y empezó a comerse esa mezcla de polipropileno con carne. 

Cuándo Leywand corría hacía su casa vio desde su puerta a la distancia como los androides deformados comenzaron a gritar y atacar a sus dueños, quejándose del esclavismo y reclamando vida propia, matándolos de formas terribles. De la puerta salió Gaia48 preguntando porqué los humanos hicieron esto con su creación, viéndose en ella un aspecto de una mujer androide con el metal derretido con la carne y el rostro movido a un costado de la cara, le salía por los poros de su cuerpo pequeños renacuajos negros sin ojos con dientes blancos y de la espalda de Gaia48 salían también cables como si fueran tentáculos de carne y cobre fundido que goteaba como baba.

Leywand no podía creer lo que estaba viendo y corrió al auto para irse a la comisaria mas cercana. Al encender la camioneta, el auto empezó a torcerce de dolor como si estuviera gritando por haberlo encendido y el árbol que estaba al lado del auto abrió todos los ojos que tenía en la puntas de las ramas como si fueran ojos de caracol y se comió al auto con Leywand dentro. 

El llano del horizonte del paisaje de Íoz era una caótica caravana de seres huyendo uno de otros; androides de carne deformados, humanos pegados a otros androides arrastrando metal con carne, todo tipo de objetos y materia cobrando vida, partes artificiales y protesis de humanos comiendose entre sí al igual que otros objetos y seres vivos, que a su vez se reproducían por mitosis y partenogénesis.

Huyendo de este panorama, la gatita Erre esquivaba a los nuevos depredadores animados e inanimados, mientras escuchaba como el último de los humanos vivos huía llamando a la policía avisando que una «plaga vivida» atacó la localidad, pero sin lograr terminar la frase ya que su propio teléfono celular le mordió la oreja arrancandole un pedazo, cayéndose el teléfono al suelo y un cable de auriculares, saltando desde el suelo, se le metió dentro del orificio de la oreja mordida del tipo que cayó al suelo muriendo por el cable del auricular que lo comía por dentro mientras la ficha del auricular se reconectó al celular que se metió en la boca del moribundo para comerle los órganos. 

La gatita Erre llegó a una colina rápidamente viendo el panorama desde lejos y, desde allí, vió como un frente frío y congelado llegaba a la localidad. 

Desde el aparente Glaciar Perito Moreno, salió un ser gigante indescriptible para los ojos de la pequeña gatita Erre viendolo desde la colina llegando junto a ese frente frío, gigante que no era corpóreo y solo tenía un cara visible transparente entre el frente frío de las nubes tormentosas. Nadie de las localidades cercanas se percató de ninguna presencia en esa noche más allá de la rareza espontánea del clima casi Antártico y la tormenta nevada. Según viejas leyendas de estas tierras, los gigantes Pilares de la naturaleza duermen hasta que automáticamente sean despertados para proteger la vida autóctona de La Tierra como aquellas extinciones masivas. Invisible a los humanos que dormían esa noche en otras localidades, el «Gran Gélido» o Pilar de Hielo despertó por la llegada de estos fragmentos del espacio y enfrió a todo Íoz a su paso con tal destrucción que cada cosa que cobró vida allí fue reducida en un aliento al cero absoluto y partida en fundamentales particulas inhertes. El ente Gélido vió que logró su tarea rápidamente y su rostro desde los altos cielos fríos contemplo lo que para él era una diminuta amenaza, volviendo de vuelta a su estado natural cuyo único cuerpo visible es el glaciar. Las autoridades tomaron esto como una tragedia por avalancha mezclada con tormenta nevada. En el llano, desde lejos, solo se veía como si una tormenta nevada hubiese apagado la localidad entera y tapada por la nieve, convirtiendola en una ruina ahumada fría, cuya única testigo viva fue la gatita Erre antes de introducirse en el bosque de la colina fuera de Íoz. 

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