El tick de su pierna volvió. Ese molesto movimiento involuntario de su gemelo que le acompañó en sus momentos de mayor ansiedad hizo su regreso. Aferrado a su bate improvisado y escondido tras el escritorio supo que aquello superaba su límite, nunca había visto nada así: un ser con una forma cambiante al que ni siquiera se le podía golpear. Había visto cómo sacaba el cerebro de su compañero de oficina sin abrir ninguna herida, para luego hacer aparecer lo que él creía que era una boca y engullirlo. Sabía que no podría esconderse, siempre le acababa encontrando e incluso se le aparecía de repente ante él tras atravesar las paredes, pero había algo instintivo que le llevaba a buscar el mejor refugio y esperar a que se marchara. Otro movimiento involuntario de su gemelo, esta vez más fuerte, lo devolvió a la realidad y empezó de nuevo a correr. Era su única opción pues el ser no parecía demasiado rápido. Puesto que las paredes y obstáculos eran casi inexistentes para aquello, decidió salir de la oficina. Un escritorio y una pared solo serían molestos para él. Desde allí observó una escena desconcertante: los edificios de su alrededor empezaron a mostrar signos de la misma deformidad que el ser, a veces desaparecían partes del edificio y luego regresaban intactas. Algunas de las partes superiores sin desaparecer se mantenían en el aire como si nada hubiera pasado. Al mirar tras de sí, vio que a su lujoso edificio de oficinas le pasaba lo mismo.
Entonces oyó un grito.
Era el primero que oía desde que apareció esa cosa y venía del edificio de enfrente, otra torre acristalada hecha para los trabajadores de una empresa muy conocida en la ciudad. Pudo determinar que venía de la planta baja y se puso a observarla. Al momento vio a una mujer con el clásico traje de oficinista corriendo hacia la salida. Parecía que lo iba a lograr pero apareció otro de esos seres (o el mismo, aún no estaba seguro) y la parte del edificio en la que estaban desapareció. Segundos después, el cuerpo de aquella pobre mujer yacía sobre el suelo y el cerebro fue devorado con esa misma horrorosa boca que le recordaba a las representaciones artísticas de agujeros negros. En aquel momento entendió qué causaba las desapariciones de partes de esos edificios: era la forma de cazar de aquello que lo perseguía. Esto le sobrecogió. No era lento el ritmo al que se desvanecían y reaparecían paredes y ventanas, lo que significaba que estaban matando a mucha gente muy rápido y que cuando acabaran, irían a por él.
Empezó a girar rápidamente, neurótico y ansioso por una posible emboscada. Que él supiera, no hacían ningún sonido al moverse ni al matar. Hiperventilando, miraba hacia todas partes mientras el sudor frío y las lágrimas empezaban a generarse. Entonces un terror más profundo se apoderó de su cuerpo y se puso a correr. Sus piernas se movían como nunca antes lo habían hecho y las lágrimas de desesperación empezaron a recorrer sus orejas, empujadas por el viento. Casi no se dio cuenta de que el ritmo al que desaparecían las partes de los edificios estaba decreciendo, solo se preocupó en correr.
Tras un tiempo indeterminado, su cuerpo estaba molido, había llegado a las afueras de la ciudad y la naturaleza empezaba a hacerse más visible. Decidió descansar lejos de la carretera, suponía que los seres se congregaban más donde más gente había. Andando en zigzag por el agotamiento, llegó a la sombra de un árbol donde se quitó la corbata que ya colgaba torpemente de su cuello y se desabrochó la camisa para evitar un golpe de calor. Se durmió casi al instante.
Al despertar, la noche estaba a punto de caer. Dolorido por dormir en el suelo, se dio la vuelta hasta ponerse boca arriba. Al momento, su cuerpo se paralizó de la sorpresa. Una parte del árbol que había sobre él había desaparecido y, a los pocos segundos volvió. Algo cayó justo al lado de su cabeza. Girándose lentamente, pudo ver el cuerpo de la ardilla totalmente flácido y poco después vio el cerebro del pequeño animal caer a poca distancia suya. Sin pensar e ignorando el dolor de piernas que tenía, volvió a correr. Ni siquiera era consciente de las heridas de sus pies debidas al roce por los zapatos: solo tenía en mente correr. Cuando estaba cerca de la carretera, una visión horrorosa lo dejó pasmado: su pie había desaparecido. Era una visión extraña, sintió como si tuviera un miembro fantasma y, además de eso, algo más peculiar que se activó dentro de él, una especie de instinto espacial que parecía haberle faltado toda su vida. Sin embargo, esto le duró poco pues sacó el pie de aquella extraña sección cortada y aceleró el paso, eso fue sin duda un “tiro” fallido de aquel ser por conseguir su cabeza.
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