A dónde van las palabras que sobraron del día,cuando las horas suben y la luz baja?
A dónde se dirigen reprimidas, cobardes, ignoradas,vibrantes e incómodas,
las que evitan hasta el más pesado de los sueños,
y te mantienen alerta como si fuera a invadirnos el enemigo,
como si el invierno más cruel de todos, esté por caer sobre nuestra piel.
Las que pasan por todo el cuerpo con miedo a salir,
no hay sonido que pueda dibujar las siluetas que se merecen,
no hay sentido alguno de que salgan si no va a haber nadie que las reciba,
sin sentido como un teatro vacío y los actores allí esperando,
bajan, pasan por la garganta y te hacen un nudo de tanto buscar,
siguen bajando hasta depositarse escondidas e inquietas en el estómago.
El cuerpo se resiste como el invierno nórdico a la primavera,
como la sombra de un árbol completamente seco,
como esa sombra, como ese calor de primavera,
las palabras necesitan vencer, salir dolientes pero libres, y livianas,
como se merece un alma que solo tuvo el coraje de amar.
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