Cuando la masajista entró por la puerta el señor C la miró de arriba a abajo, mientras pensaba que las tailandesas que escogían para sus masajes eran cada vez más monas, o tal vez él estaba cada vez más viejo y cualquier chica jóven ya le parecía un pivón. Le sonaba la cara pero nunca conseguía distinguirlas, así que se fijó en el nombre de la tarjeta que colgaba de su camisa por un imperdible “Chailai”. Tumbado boca abajo, desnudo salvo por una toalla que a duras penas cubría su trasero, sus lorzas se dejaban vencer por la gravedad sin piedad. La masajista le indicó que pusiera la cabeza en el hueco de la camilla, y empezó con la espalda.

“¡Ay Chailai! Esto es lo que necesitaba. Tu no me entiendes y tengo que ordenar algunos pensamientos, así que si no te importa… ¡Claro que no te importa! Pues mira, hace unos días encontré a Julia en facebook, después de 30 años sin saber nada de ella. Ella fue mi primer amor, ¿sabes?. Y a veces pienso que el único. Yo era otro en aquellos años, era más noble, más merecedor de ella. Cuando encontré su perfil no me atreví a escribirle, primero necesitaba una estrategia, no puedo cagarla. Así que envié a mi mejor hombre a que investigara un poco la situación. Yo tenía que atender algunos negocios por esta zona del mundo, sino lo habría hecho yo mismo.”

Chailai se fue acercando a su trasero, mientras él disfrutaba de la progresiva desaparición del lumbago bajo sus manos expertas.

“Mmmmm… Descubrió… que… está divorciada, como yo, para suerte del ex-marido. Tiene un par de críos, ya crecidos, así que no molestarán. Es secretaria de un directivo de la Seat y parece que su relación es puramente profesional, así que tampoco me tengo que preocupar de él, de momento. El chaval friki que nos soluciona temas informáticos, hackeó su cuenta de facebook. No quería hacerle una solicitud de amistad, aún no. Vi sus fotos, sus videos… Ella sigue igual de guapa, aunque se note el paso de los años. Su voz sigue siendo un sueño, aún recuerdo como cantaba, y su elegancia, su risa, su bondad. Si hubiera seguido con ella seguro que ahora no estaría trabajando para el Chino. No me va mal, nada mal, pero ella no puede saber a qué me dedico, no lo entendería. Le diré que me dedico a importaciones y exportaciones entre Asia y Europa.”

Turn now” le dice Chailai con un acento marcado que invita a pocas bromas. El señor C obedece, aunque no sin esfuerzo, mientras ella sostiene la toalla para ponerla encima de sus genitales.

“Podrían hacer camillas más grandes, total, somos los occidentales los que venimos aquí, y no estamos tan flacos como vosotros.”

Empieza a masajear sus pies, separando los dedos, tirando de ellos, pasando los pulgares por la planta para estirar bien cada articulación.

“¿Por dónde iba? Ah sí, nos separó su padre. El cabrón se puso enfermo y le tuvieron que trasladar a otra ciudad más tranquila para recuperarse. Por lo visto el aire que respiramos aquí no era suficientemente bueno para él. Yo no le caía bien, llegué a pensar que se lo estaba inventando todo para alejarla de mí. Ahora ya está muerto, así que se joda, voy a ir a por su hija.”

Las manos de Chailai van subiendo, masajeando los gemelos y las pantorrillas.

“Pero tenerla localizada y saber que está disponible no es suficiente. Ahora tengo que ganármela. Debo ser mejor, por ella, ¿sabes? Mejor persona.”

Chailai le mira de reojo de vez en cuando con cara de poker.

“El hombre en el que me he convertido no le va a gustar. Tengo que dejar toda esta mierda con el Chino, o al menos ser más discreto. Debo beber menos, ponerme en forma, yo solía ser atleta Chailai, pero luego la vida te lleva por caminos de lujo, mujeres, restaurantes caros y mucho vicio. Soy víctima de la sociedad. Pero voy a cambiar, la voy a conquistar, por fin tendremos nuestro final feliz.”

Chailai va subiendo las manos hacia las ingles, mirando fijamente al señor C para adivinar qué es lo que quiere. No lo ve tan claro como otras veces.

“¿Want… happy ending?”

“Venga va, pero será el último. Te lo prometo Julia”

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