Domingo, seis de la mañana. Estiro el brazo hacia la mesilla de noche y tanteo hasta encontrar el teléfono. Hay una notificación de la APP de citas. Me froto los ojos y me siento en el borde de la cama para no perder el aliento: 52 años, delgada, ojos verdes, pelo largo.
Madre mía, es preciosa, esta sí se ha confundido.
Carmen se levanta, se viste con sus pantalones de pinzas y su polo azul marino y se dispone a hacer la cama. Deja caer el teléfono en el bolsillo trasero: Otro match para el olvido.
Esta mañana hace fresco, reza en voz alta. Quita la sábana encimera y la ondea con fuerza, hace lo propio con la bajera. Después las vuelve a colocar, con cuidado de que no quede ni una arruga. Acaricia con cariño las iniciales bordadas en blanco. RB. No hace ni un mes que su madre la ha dejado.
Camina en modo automático, atravesando casi a oscuras toda la casa hasta llegar a la cocina, que desemboca en el patio interior.
Cómo le gustaba tomarse el café ahí sentada, a la señorona. Ella sola, no vaya a hacerle sombra ni su única hija. Ni una sonrisa ni un gracias le recuerdo. Hoy lo tomaré con platito y cuchara. Como ella.
Se sienta en la mesa camilla y, mientras ve entrar en el patio el primer rayo de luz anticipando un tedioso día de bochorno, se decide por fin.
Se termina el café, se levanta y se descuelga con cuidado la cadenita de oro que toda su vida ha vestido el cuello de la madre. Cuántas veces ha visto esa pequeña llave y cuántas veces se ha preguntado qué escondería en ese armario.
Con la pesadez de la soledad y el reuma, se dirige despacio a la alacena. La introduce en la ranura y escucha el resorte de algún complejo mecanismo que no parece de este tiempo. Da un paso atrás, asustada.
Tras la doble puerta de madera, una compacta puerta metálica corre despacio hacia un lado. Se tambalea cuando ve aparecer de la nada, donde debería estar la casa del vecino, una habitación rodeada de vitrinas que acogen decenas de corazones, todos ellos bombeando en sincronía.
Bum bum. Bum bum.
Suena el móvil. Todavía en shock, sale de allí y mira la pantalla. “Tienes un nuevo mensaje”.
Es ella, me ha escrito. “Hola, Rosa. Tienes un perfil muy interesante, te ves hermosa. Si te apetece charlar, por aquí ando! Bs!”.
Hallada muerta una mujer en su casa de La Marina en extrañas circunstancias.
Esta mañana ha aparecido muerta una mujer de 50 años. Con la camiseta desgarrada y el pecho abierto, le ha sido sustraído el corazón. Se desconocen los motivos del presunto asesinato, a la espera de la autopsia que se le practicará en el Instituto de Medicina Legal de Alicante. No han sido detectados signos de lucha o violencia.
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