Es un amanecer espectacular, con el sol deslumbrante y maravilloso, ese olor a tierra mojada por el rocío de la noche fría de ayer que deja con un halo de humedad por cualquier lado que volteamos a ver. Estamos en la aldea Agua Dulce, a más de 1,200 metros de altura sobre el nivel del mar, con una temperatura templada y frías noches con mucha humedad, en el municipio de Cuilco, en Huehuetenango.

Es aquí donde ve la luz del sol y de la vida Caturra, un milagro de la naturaleza, la perfección dada por siglos de mestizaje y evolución. Cuidado como el tesoro que es por todos y cada una de las personas encargadas de velar por el bienestar de Caturra, este crece, grande, fuerte, sano, para poder convertirse en el orgullo de toda una nación.

Caturra no está solo, tiene a su hermano Catuai y su primo Bourbon que también comparten con Caturra el honor de ser quizá de los mejores en el mundo y ser orgullosamente guatemaltecos. Todos son atendidos con esmero, para que logren su mayor potencial, limpiados constantemente, abonados, curados.

Cuando llega el momento exacto para su cosecha, son arrancados sus granos de manera delicada para no dañar la planta que les ha dado la vida, e inicia un nuevo viaje para cada grano de Caturra… El maestro barista escogerá por su amplia experiencia el proceso más adecuado para cada cosecha, puede despulparlo libremente, lavarlo, dejarlo al natural, etc.

Caturra se irá muy lejos, abandonará las bellas tierras que lo vieron nacer y es posible que le dé la vuelta al mundo, a lugares tan lejanos como Japón, en Nueva Zelanda lo probarán, lo usarán y será el deleite de muchas personas, a cada sorbo todos quienes lo tomen pensarán lo maravilloso que es y lo bella que debe ser la tierra donde nació.

Será tostado, molido y hervido en algunos casos, en otros, presurizado hasta a 9 atmosferas para extraer cada molécula de su sabor, aroma, cuerpo y beneficios. En otros métodos más amables será suavemente filtrado, como con una danza de agua caliente, nunca hirviendo, para sacar las notas más amables de sus insuperables sabores.

A lo mejor dramatizo un poco, pero eso es todo lo que viaja en el espacio y el tiempo, el café guatemalteco, para reposar en una taza aquí o allá, al otro lado del mundo. Sin importar en realidad la clase de café que pueda ser, es el fruto de nuestra tierra, nuestra gente y el milagro de la naturaleza; que debemos estar agradecidos siempre.

Y recuerden, el mejor café del mundo es el de nuestra bella Guatemala.

FIN

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS