Capítulo 1

— ¡Pedazo de mierda! ¿Como te atreves?

— Hugo por favor.

— ¡Aléjate Norma o te golpeó!

— No te desquites con mamá. 

Papá se voltea hacia mi hermano que esta tirado en el piso y golpeado.

— Pedaso de mierda — lo agarra con fuerza y lo levanta — ¿Que dijiste?¿Quien te gusta?

— Los hombres — le responde cortante.

— Pedazo de mierda— lo golpea y hace que se golpee con la esquina de la mesa — No eres un hombre.

— ¡Hijo! — mi mamá se apresura a revisarlo — ¿Estas bien?

— Lo estoy, mamá.

— Aléjate — papá sujeta del brazo a mamá y la tira hacia el otro lado de la abitacion — Ahora conocerás a Hugo Fox.

Agarra el palo de la escoba y se la abienta con fuerza sobre la espalda una y otra vez. Alex se queda quieto mirando fijo al piso mientras recibe cada golpe, pero sin hacer un ruido de dolor o lágrima que lo indique.

— ¡Todos son una mierda! Esta familia es una mierda— papá se apolla contra la mesa recuperando el aire.

— Tu eres una mierda —le dice Alex.

— Pero no un puto de mierda.

— Prefiero ser un puto de mierda que un bastardo bueno para nada.

—¡CALLATE!

— ¡Ugh!

— ¡Hugo!— Grita mi mamá al ver el golpe que le dio papá en la cabeza a Alex.

— Callate infeliz — la aparta.

— Lo vas a matar.

— Ojalá se muera el parásito. Vete antes que te mate de verdad.

— Hugo— mamá le suplica con la mirada.

— Esta bien mamá, será mejor que me valla.

— Alexander noooo.

Mi hermano se va sin mirar atrás, todo golpeado y derramando sangre a su paso mientras que mi papá agarra desprevenida a mi mamá y la lleva a su habitación para golpearla. Se gira hacia mi, que estoy escondida atrás de la mesa y me hace un gesto con la boca «Victoria escóndete».

— Viki…

— Victo….

— ¡Victoria!

Me despierto y al instante soy encandilada por la luz solar.

— ¡Ugh!.

— Parece que te ivas a morir.

— ¿Por paso?

— Mírate en el espejo — me señala y me veo en el espejo — No se si eres humana o un ogro por como roncas.

— La belleza tiene sus fallas.

Me mira con una cara de asco y se ríe a carcajadas.

— Ufff, re hermosa ¡Toda una princesa!.

— Envidioso.

— ¿De que? Mira el bombón de hermano que tienes.

— Alex aveces cre…

Soy interrumpíada por el teléfono y Alex atiende.

— Ya estamos por llegar…

Habla por un largo tiempo y cuelga.

— ¿Era nuestro lindo Emanuel?

— Si. Dice que todo está en orden para que te quedes.

— Es un amor — ironiso con una mueca traviesas.

— ¿Porque esa cara?

— ¿Cuál? 

— Esa que tienes ahora.

— Por nada. Solo que es un amor nuestro Emanuel.

— No lo llames así.

— ¿Como?

— Nuestro.

— Tuenes razón. Es tuyo.

— ¡Victoria!

— No me nieges que se traen algo.

— ¿Nosotros?

— No, mi abuela.

— No digas tonterías en frente de él — me reprende.

— Pero delante de ti si puedo.

Se voltea serio y le sonrió como angelito.

— Te hablo en serio.

— Yo también. No te juzgo por tus gustos sexuales.

— Es un amigo — aclara, dándole un manotazo al bolante — Solo es amable.

— Amable — repito.

— Si

— Para cogerte.

Se atraganta con saliba y estalló a carcajadas mientras Alex lucha por no morir ahogado y atropellados. Seguimos el camino sin mas accidentes, pero no puedo evitar molestarlo y que se enoje.

 Llegamos a un complejo de departamentos, algunos de lujo otros más «normales», pero ninguno que de la impresión de que viven vagabundos.

Nos estacionados en uno que es más lujoso de lo que pensé, y no puedo evitar abrir la boca.

— Esto es carisimos — señaló el edificio.

— Lo puedo pagar — asegura Alex mientras baja las maletas — Y de paso me ayudo Ema.

— Ema ¿Ehh? — hago un gesto con la boca.

— No hagas esas caras.

— ¿Desde cuando tanta confianza? 

— Es mi amigo.

— Sexual.

— Vict…

— ¡Ya llegaron!

Nos volteamos al mismo tiempo y vemos como Emanuel sale del edició con una gran sonrisa.

— ¡Emanuel! — me apresuró y le doy un gran abrazo.

— ¿Como estas?

— Bastante bien.

Lo vuelvo a abrazar y le hago una cara perversa a Alex. Que si las miradas mataran ya estaría a cienco metros bajo tierra.

— Victoria no seas maleducada.

— No hay problema — le asegura Emanuel estirandole la mano y veo como los dos se sonríen como tontos — Después de todo es tu hermana.

— ¿Entramos? — propone Alex con una sonrisa rígida.

— ¡Ah, si! Seguro Victoria debe estar cansada por el largo viaje.

— No tanto — le aseguro — Alex me a contado mucho del lugar y de ti.

— ¿Encerio? Espero que sean cosas buenas.

Miro de reojo a Alex que esta sonrojado y me tira miradas de advertencia.

— Si — le aseguro — Muuuuchas cosas.

— Qué bien.

No era mentira. La verdad es que ya me avia podrido Alex de tanto contarme de Emanuel, que podría asegurar que me sabia el tipo de sangre.

Entramos y vamos directo a la recepción. Abro los ojos cundo veo a un hombre vestido de mujer.

— ¡Oh, amores! Pasen, pasen.

— Victoria, Alex ella es …

— Sasha — se presenta y le giña el ojo a Alex que se tensa — ¿Quien es el encanto que se registrará?

— Soy yo.

— Documentos amor.

Se los doy y miro a Alex con un gesto de cejas antes de que se valla a hablar con Emanuel.

— Firma y declaración — firmo y le doy los papeles — Listo amor, tus llaves.

— Grac…

— ¡Mierda Sasha! ¿Como haces para descontrola la computadora siempre?

— Sin groserías cariño y yo no tengo la culpa que se descontrole.

— Debería cobrarte, ya parezco un maldito técnico.

— Un técnico sexi — lo corrige.

El chico se levanta del mostrador, dándome una mejor vista de su cuerpo. Es pelinegro de piel tan clara como la nieve y para mi sorpresa esta lleno de tatuajes del cuello hasta la punta de los dedos.

— Asegúrate de no ver series porno.

— No son porno, son gay — lo corrige todo indignada.

— Como quieras, ya esta como nueva.

— Gracias cariño — le dise Sasha poniendo los ojos en blanco — Te pago con un beso si quieres.

— Ya quisieras — se gira hacia mi y se da cuenta de mi precencia — Nueva alquilina eh.

— Si, y es compañera de Leah.

— ¿De piso? — me mira divertido de ariba a abajo.

— ¿Algún problema? — pregunto con los ojos entre cerrados.

— Te has metido en la boca del lobo, pobresita.

— ¿Por qué?

— Ya lo descubrirás — agarra un buzo del mostrador y pasa por mi lado — Nos vemos al rato.

¿Al rato? Si no lo conozco. Veo como se va por la puerta y Sasha me pasa las manos en frente de la cara.

— No te enamores cariño, es muy problemático ese chico.

— ¡No me enamore! — digo al instante.

 

— Ajá, ten tus llaves.

Las tomo rapidamente y me dirijo con Alex hacia el acensor que se abre y está lleno de chicos. Alex me hace una seña para que entre y yo le niego con la cabeza. Suspira y pone los ojos en blanco, me agarra atrás de la nuca y me tira adentro de ascensor sin cuidado. 

— ¿Les molesta que mi hermana estre?

— Para nada — aseguran algunos, mientras otros se ríe.

— ¿Ves? No te comerán.

— Quiero matarte — le murmuro, bajando la cabeza toda roja.

Por fin salimos del ascensor y nos paramos en frente de una puerta que parece que va a salir volando por la fuerte música que se escucha en su interior.

— Creo que esta emocionada — comenta Emanuel un poco avergonzado.

— Son adolescentes. Es normal que actúen así.

Lo miro con un gesto en la boca y los ojos abiertos. Estoy por abrir la puerta cuando Alex me detiene.

— ¡Espera!

— ¿Qué?

— ¡Felicidades! Por trescientos sesenta y cienco días sin consumir drogas — extiende una medalla del sentro de adicciones.

— ¡¿Qué haces?! — se lo arebato al instante — ¿Quieres que todo el mundo se entere que era grogadicta? 

— Solo te estoy felicitando. 

— ¡Lo hubieras hecho en el auto o en cualquier lado! — le reclamo en voz baja.

— No tienes que averg…

— ¡Esta bien! No quiero iniciar una pelea.

Odiaba cuando tenía una pelea con Alex. Era con una de las personas que más queria y odiaba pelear, sobre todo por las drogas. Antes de que diga algo abro la puerta y me quedo helada en la puerta. Una chica semi desnuda esta cantando a todo pulmón en medio de la habitación.

— Ya están desgastadas, todas las palabras 

Lo que queda entre tu y yo, no le alcanza al corazón — la chica agarra un peluche y lo abraza — Y desde mi pecho, suena tu recuerdo , todo lo que fue de los dos son ecos de amoooooooor ¡ECOS DE AMOOOOOOR!.

— Leah — la llama Emanuel todo rojo de la vergüenza.

— ¡Volve desgraciado! ¡Mentime como lo hacías antes! — Grita mientras abraza al peluche.

— ¡Leah! — le grita.

— ¡¿Qué?! — se voltea asustada.

— Tu compañera de cuarto — me señala, tapándose la cara.

— Ah … ¡Ahhh! — empieza a dar saltitos —. ¡Victoria!

Se me tira encima, atrapandome en un fuerte abrazo.

— Gusto en conocerte — digo nerviosa.

— Tenía muchas ganas de conocerte.

— ¿En serio? 

— ¡Si, claro! Mi tío no paraba de habar de tu hermano y de ti.

— Leah —le reprende Emanuel.

— Aunque solo me interesaba conocerte a ti — lo ignora y me tira hacia la sala —. Después te muestro tu habitación y te ayudo a desempacar, ahora quiero mostrarte la sala.

Sigue hablando tan rápido que no se le entiende.

— Leah.

— ¿Qué tío?

— ¿No crees que te falta algo? 

— La cabeza la tengo — se la agarra.

— Porque la tienes pegada. Otra cosa — le señala el cuerpo.

— ¿Una medi… ¡Por dios! — agarra una remera y un pantalón cualquiera y se lo pone a toda velocidad — Qué vergüenza, perdón.

— Esta bien — le aseguro, sonriente.

— Bueno hermanita ya es hora que me marche.

— Esta bien. 

— Antes de irme tengo algo para ti.

— ¿Un regaló? — lo miro entuciasmada.

— Algo que te salvará la vida — extiendo la mano y cierro los ojos. Lo pone en mis manos y los abro —.¡Sorpresa!

Mi sonrisa desaparese al instante, al igual que mi cara se tiñe roja. Son una caja de condones.

— Es una marca buena — dice Leah toda seria.

— ¡Vete! — le señaló la puerta.

— ¿No te gusta?

— A mi si me gustan — menciona Leah.

— ¡Tu cállate! — le reprende Emanuel.

— ¡Vete Alex! — le grito.

Antes de irse me agarra la cabeza y me da un beso antes de salir corriendo y Emanuel también.

— ¿Se irán a cojer? — Leah me pregunta con una sonrisita.

— Lo dudo, son muy tontos.

— Estoy de acuerdo. — agarra mi maleta —. Vamos, te mostrare tu habitación.

Nos la pasamos toda la tarde hablando de la escuela, ex novios, de la rara relación de Alex y Emanuel y de muchas cosas más. Estoy acostada en mi cama cuando veo la hora.

¡Mierda! Es tarde. Me apresuró a cambiarme a toda velocidad. Salgo de la habitación y me choco con Leah que párese que se la lleva el diablo.

— ¿Vas a salir? — pregunta sentada en el piso, tratando de ponerse unas botas.

— Ese es el plan.

— Me encanta tu pollera.

La vieja confiable, la verdad es que es mi favorita y tenía que estrenarla con mis nuevas botas y remera que la acompañe con una camisa vieja, dándole un toque hogareño.

— ¿Vas tarde? — le pregunto.

— Dos horas tarde.

— ¿Tu novio?

— Ex novio y no, vamos con unos amigos a una fiesta.

— ¿Pero no estabas llorando por el hace rato?

— Lloraba — me corrige —. Se cancela la depresión, ya me enamore de otro chico.

Rapidita salió la nena

Bueno, no se anda con rodeos

<<Si, no como alguien que conozco>>.

Oh, cállate conciencia.

— Bueno me voy — me despido, agarrando mis cosas.

— Ya termine, bajo con vos.

Bajamos las escaleras a toda velocidad como si el diablo nos persiguiera. Cuando salimos el viento frío nos golpea.

— Maldito frío — maldice Leah, mientras se soba los brazos.

— No es el mejor momento para usar vestido corto.

— El frío es psicológico — se excusa.

— Bueno pero….

No termino de hablar que Leah sale corriendo por la bereda y salta sobre un chico, deborandole la boca por completo.

<<Suertuda>>

Y si que lo era.

Termina de besar al chico y se baja de él, arreglandose el vestido que se le subió mostrando la mitad de su culo.

— Victoria, es el Conor mi…

— Amigo con derecho— termina por ella.

— Wow — se me escapa.

— ¡Si, wow! — se ríen los dos.

— Conor, ella es mi nueva compañera de habitación.

— Un gusto Victoria —. Conor asiente con la cabeza.

— Igualmente.

Miro la hora y ya es super tardísimo.

— Bueno yo….

Me hago hacia atrás y golpeó con alguien. Antes de poder moverme me envuelve con los brazos sobre los hombros.

— Debe ser el destino.

— ¿Qué? — levanto la cabeza y me doy cuenta que es chico del mostrador —. Tu.

— Tu — me copia —. ¿Es momento de besarnos o de que te enojes y empecemos nuestra historia de amor.

— ¿Qué tonterías estas diciendo? — me safo de su agarre.

— Ed, no la molestes— lo reprende Leah.

— Solo bromeaba — levanta las manos —. Ahora, ¿vienes con nosotros?

— ¿Quien?¿Yo?.

— Si.

— No yo…

— ¡Vamos Viki! — me dice Leah, emocionada.

— No puedo, voy a ver a un amigo.

— Oh, parece que tienes planes — me hace una cara pervertida —. Vamonos, no queremos que lleges tarde.

— No esa clase de amigo —aclaro.

— Ella no es como tu Leah — dice Conor, riendo.

— ¿Como yo? — arruga el seño

Conor le hace una seña entre ellos dos y Leah la entiende.

— Como se, me tengo que ir. — les comento.

— ¡Espera! 

— ¿Que? — me doy vuelta.

— Nosotros te llevamos — dice Ed —. Bueno si quieres, claro.

Me quedo en silencio mientras Leah mueve la cabeza rápidamente para que acepte y Conor me sonríe amablemente.

— Ya que insisten — digo.

En el camino Ed y Conor van hablando de los nuevos profesores, mientras Leah me habla de su trágica vida amorosa y que Ed se voltea haciéndola enojar.

A los pocos minutos llegamos al lugar.

— ¿Tu amigo trabaja en este restaurante? — pregunta Leah.

— Si, es el dueño. — le digo.

— Podrías invitarnos a comer gratis algún día — me dice Ed estre risa —. Auch.

Conor le pega un manotazo en el brazo.

— No seas tan cara dura Ed, es el amigo no el padre.

— Yo solo decía, y tu también ivas a comer gratis.

— Bueno, gracias por traerme — digo entre risas.

— Adios Viki — me dice Leah con un enorme beso en la mejilla.

Cruso la calle corriendo, esperando que no sea muy tarde. Por suerte todavía está abierto el local, entro y está completamente lleno de personas. Me aserco hasta la barra y veo al chico que justo estoy buscando. 

— Hola — digo.

— Buenas noches, en un momento estoy con vos. Ahí en el costado tenes el menú.

— Pero en el menú no está lo que quiero.

— ¿Qué es lo que querías? — dice con tono malhumorado.

— Una noche ardiente con vos.

— ¿Qué? — se voltea sorprendido.

— Hola Enzo — le sonrio.

Se queda unos segundos perplejo antes de sonreír y abrazarme fuertemente. Este era el chico sonriente que extrañaba.

— Dios, han pasado siglos y continuas igual de enana.

— Ok, ya no es gracioso.

— Claro que si — dice alegre —. Te extrañe mucho.

— Yo también idiota.

— ¿Cuando llegaste? — me guía para que nos sentemos.

— Hoy en la tarde.

— Viaje duro eh.

— Ni que lo digas — miro a mi ardededor y veo que unos chicas nos miran —.

 Veo que algunas cosas no cambiaron.

— Ah eso, son una seguidoras mía.

— Ya me di cuenta, me quieren matar con la mirada.

— Solo ignoralas, tu siempre seras la número uno para mi.

Me río negando con la cabeza.

— Por cierto ¿Donde esta Cris? — le pregunto.

— Ah el esta en la fiesta. 

— ¿Qué fiesta? — pregunto, mientras como unos manis.

— A la que vamos a ir justo ahora — me dice con una sonrisa malévola.

— ¿Tengo opción? 

— Si, ir conmigo a la fiesta.

Lo sabía, siempre terminaba sediento contra el y esta vez no sería la esepcion. Enzo recoge unas cosas ye hace una señal de que nos vallamos.

— ¿No vas a cerrar el restaurante?

— La señora Lucí lo ara, ya le di las llaves.

— Ah.

Salimos y Enzo preciona las lleve de un coche. A unos metros, un auto de alta gama prende las luces.

— Noo ¿Y este nuevo tutú? — me presuro y abro la puerta del conductor —. ¿A quien se lo robaste?

Muevo el volante de un lado al otro como una niña emocionada.

— Me lo compre con mi sangre y sudor — comenta, apollado en la puerta del auto —. Ahora mueve tu culo que se nos hace tarde.

— Ya voy.

Me pasó al haciento del acompañante, aun admirando el costoso auto. Enzo pasa la mano hacia tras buscando unas cervezas que las destapa con los dientes. ¡Maldito! Siempre lo quise hacer pero una vez casi me rompo las muelas y de esa vez nunca más lo intente pero, no se como a él le salía tan natural, tan… el.

— Toma — me pasa una con una sonrisita ya sabiendo lo que pienso.

— Te odio.

— Ya se que me amas, yo también lo hago.

Volteo la mirada con los ojos y me dejo llevar por el alcohol de la cerveza mientras Enzo maneja como un maldito loco al compás de la música. Nos la pasamos hablando de su restaurante, las sin fin de chicas que dejo llorando por el, y sus tonteras que siempre me hacían llorar de la risa, hasta que me tocó hablar a mi. La verdad es que siempre lo tenía guardado para mi — omitiendo a mi psicóloga — ya que me hacía sentir incomoda pero, con Enzo era diferente. Podía jurar que el conocía mejor mi vida que yo misma y eso me gustaba, ya que más que amigos se convirtió en un hermano mayor. Le conté absolutamente todo lo que había pasado y hasta lo que no le conté a mi psicóloga, el solo asentía con la cabeza y de vez en cuando le daba un trago a su cerveza, seguramente para no decir lo que pensaba o para pasar la amargura que se le notaba en la cara. Después de eso nos quedamos callados, sumergidos por la música de fondo y el silencio matador. Odiaba que pasara esto cada vez que hablaba de lo que paso y más con Enzo que ya sabía la causa del problema, antes que pudiera hablar para matar el silencio una canción conosida sonó en la radio. Me voltea al instante y Enzo me miró de reojo con una sonrisita traviesa.

— Esa es…

— Nuestra canción — finalizó.

Burning love de elvis presley. Dios, amaba esta canción tanto que se volvió nuestra canción favorita. Empezamos a cantarla a todo pulmón como en los viejos tiempos, mientras tonteamos bailando. Al cabo de unos minutos entramos por una calle abandonada que lleva a una vieja estación de servio que fue ocupada por adolescentes para hacer lo que se les venga en gana, sin mencionar que también era puntos de encuentro donde se trafica droga, armas, medicamentos y otras cosas. Enzo esquiva los autos mal estacionados para llegar a donde está la fiesta. Nos vajamos y en el camino veo como todo se encuentra como antes de que me fuera. La gran fogata donde nos sentábamos a tomar cerveza y comer hamburguesas o panchos, el viejo camino donde van las parejas con apuros, y la estación de servicio que literalmente se derrumba por la fuerte música. En el camino varios chicos se paraban para saludar a Enzo y confundirnos como pareja, no nos molestabamos en negarlo era algo normal que con el tiempo dejamos de negarlo. Por fin entramos y el lugar estaba completamente lleno de adolescentes, menores ormonales bajo el efecto del alcohol y de universitarios mayores que todavía se creían jóvenes. Seguía por detrás a Enzo que se abría paso muy fácilmente por su gran curpo, mientras yo era empunada por las personas y una que otra vez era yo la que los empujaba. 

Me dirijo hacia la barra mientras que Enzo habla con unos amigos. Pido una cerveza fresca por el maldito calor que hace adentro, lo más probable que sea por la cocina. El chico me trae la cerveza y antes de que se vaya me giña el ojo. Me río y le doy un trago a la cerveza mientras le veo el culo al chico de la cerveza. Repaso el lugar mientras bebo y a lo lejos veo una mano agitando hacia mi dirección. Es Leah y esta con Conor, Ed y otro chico que me mira con odio. Me termino la cerveza y voy hacia ellos.

— Nos encontramos de nuevo — dice Conor.

— Creí que estarías con un amigo — comenta Leah mientras me pasa una cerveza.

— Lo estoy, viene con el.

— Presentamelo, tal vez sea mi alma gemela.

Se ríe, mientras veo disimuladamente a Conor que niega con la cabeza y se ríe.

— No te sientas presionada Victoria — me dice —. Como ya sabes es una relación abierta de amigos, cualquiera de los dos puede hacer lo que quiera. Es sin compromiso.

— Por eso solo tengo relaciones abiertas — agrega Leah.

Le doy un trago a mi cerveza soltando la tensión en mis hombros. Hago contacto visual con Ed y al instante miro al chico a su lado.

— ¿¡Qué rayos me ves!? — me contesta.

— ¿Yo? — digo sorprendida.

— ¿Acaso ves a otra idiota mirándome?

— Vamos Nick, no la asustes — dice Ed, sonriendo.

— El es Nick, es un amigo pero ignoralo, yo lo hago siempre — comenta Leah.

— No soy tu amigo burra — le contesta Nick.

Se empiezan a pelear mientras que Ed y Conor se ríen de ellos y apuestan que va a ganar.

— Cuéntanos que te trajo a nuestra pequeña ciudad — me dice Ed, dándole un trago a su cerveza.

— En realidad vivo aquí.

— ¿En serio? — dice Conor extrañado —. Conozco a casi todo el mundo, es raro que nunca te allá visto.

— A los diecisiete me fui del país y hace unos días llege para estudiar en la universidad.

— ¿Qué estudias? — pregunta Ed.

— Marketing de empresas.

Los cuatro se me quedan viendo en silencio a la vez que me sonrojo.

— Ya se que no ve veo estudiando eso — digo rompiendo el silencio.

— Claro que no — me dicen Leah y Conor —. Seria raro si dijeras contadora o maestra, eso no queda contigo a primera vista.

— La verdad que no — me río.

— O no — dice Leah con cara de cansancio —. Ahí viene tu hermano Ed y con los brazos abiertos.

— Qué no se le ocurra abrazarme o lo mato — dice el.

Antes de que pueda voltearme y ver quien es. Soy levantada del suelo a la vez que dan bueltas sosteniéndome, paran de var bueltas y me separo medio mareada y es ahí cuando puedo ver a la persona que me tiene es sus brazos. Soy consumida por la emoción y me apresuró a abrazarlo con todas mis fuerzas a la vez que el también lo hace.

— ¡Dios que alegría! — digo entuciasmada —. Cuantos años sin verte Cris.

— Ya se enana que extrañaste a este bombonaso — me baja y pasa un brazo sobre mi hombro.

— ¿Como supiste que estaba aqui?

— Estaba en medio de un trabajo cuando Enzo me interrumpió y me dijo estabas aquí.

Ya podía ver que trabajo, estaba echo un desastre, sin mencionar los rastros de labial es su boca y camisa. Que se podía esperar de Cris, siempre iva a hacer el mismo chico despreocupado y divertido que conocí de niña.

— ¿Ustedes se conocen? — pregunta Ed.

Me volteo y veo como todos nos están mirando con caras de confucion

— Si, hermanito — Cris me suelta y va tras de Ed que es abrazado.

— Quítate de encima — le dice con las cejas arrugadas.

— Creí que ya nos queríamos como hermanos — Cris se hace el dolido.

— Creí que ya habías madurado pero veo que falta mucho para eso.

— Bueno, digamos que soy una caja de sorpresas — se encoje de hombros —. Hola Leah, todavía estas igual de hermosa desde la última vez que te vi.

— Esa vez fue cuando te pegue una cachetada por tocarme el culo — le dice Leah cortante.

— ¡Lo recuerdo! Que hermoso culito, uno de los mejores que toque en mi vida debo decir — le sonrie como angelito.

— Idiota — murmura Leah mientras que los otros ponen los ojos en blanco.

— Bueno, muy entretenida la conversación pero tengo que recuperar el tiempo. perdido con mi vieja amiga. Arrivederci.

Cris me abraza por los hombros y le guía hacia donde están Enzo con unas viejas amigas. Me volteo y me despido con la mano. Nos la pasamos contando chistes de la secundaria o de las tonteras que hacía Cris y Enzo, mientas tomábamos cervezas tras cervezas. Voy al baño y mientras hago pis me vienen los viejo recuerdos de este lugar, no ha cambiado en nada y lo mejor es que todavía estoy con mis dos mejores amigos. Vuelvo a la fiesta pero, esta vez bailo con algunas chicas que conocí por Enzo y Cris, mientras ellos se fueron a divertir con dos chicas que no paraban de mirarlos y empujarlos intencionalmente hasta que lograron su objetivo, lo cual no era tan difícil llamar la atención de esos dos. Lo último que recuerdo es estar bailando y tomando vodka puro con esas chicas que poco a poco desaparecieron y ahora estoy caminando con una de esas chicas y una botella de vodka en la mano, en medio de la carretera.

— Salió a la disco a bailar una diva virtual…

Estoy cantando cuando la chica empieza a vomitar como si se le saliera el pulmón.

— Buen coro — le agarro el pelo para que no se lo vomite —. Cheque como se menea tin,tin, tin…

Sigo cantando mientras que la chica me anima con una mano y sige vomitando hasta la muerte. Un auto me toca bocina y me volteo creyendo que es uno de los tantos idiotas que nos han tocado vecina.

— ¡Seguí tu camino maldito pervertido! — le trigo.

— ¡Soy yo Victoria! — Cris baja la ventanilla y sale del auto.

Enfoco mejor la vista y veo que son Leah y los chicos los que están en el auto, al instante siento como me sonrojo de la vergüenza.

— ¿Qué le pasó? — Cris le da unos pataditas a la chica que está tirada en el piso —. Parece que se va a morir.

— Tomo demasiado, creo.

— Bueno, que dios la ilumine ¡Vamonos!

— ¿A donde? —lo detengo.

— A divertirnos por supuesto.

— No podemos dejarla aquí — la señaló.

— ¿Porque no? No me pesa la conciencia — se encoje de hombros restandole importancia.

— Mejor vete con tu hermano y yo me ocupo de ella.

— Ni loco, ese bastardo me quiere llevar a su casa.

— ¿Y? 

— No tiene alcohol, ni pizza, y ni en sueños me deja llevar a una chica.

— Yo tampoco lo haría — le llevo la contraria.

Nos quedamos en silencio pensando que hacer con la chica tirada en el piso.

— ¡Ya se! — Cris se apresura a agarrar a la chica y la lleva hacia el auto —. Vamos muerta viviente o te dejo.

— No pienso llevar a una borracha a mi casa — dice Ed, serio.

— No te preocupes hermanito, llévala a su casa.

— No queda lugar acá atrás — comenta Nick, siendo una indirecta para mi.

— ¡Callate rarito! — le contesta Cris, colocando a la chica en el aciento —. Listo, buen viaje.

— ¿Como demonios la llevo si no se donde vive? — dice Ed, perdiendo la paciencia.

— ¡Ey, muerta! ¿Donde vives? — Cris le pega cachetadas tratando de despertarla.

— En el edificio ermaaeyrbdj…

Habla entre dormida sin que se le entienda nada.

— En el edificio que esta serca del metro — le dice Cris —. Que arian sin mi que se hablar borracherismo.

Se voltea feliz de la vida mientras que adentro del auto se empiezan a desesperar por la chica que empieza a hacer arcadas. Después de caminar unos metros y de terminarnos la botella de vodka, se para un auto en frente de nosotros.

— Hola, Victoria — saluda Maddie una vieja conocida —. Escuche que llegaste a la ciudad.

— Las noticias vuelan.

— Ya sabes, pueblo pequeño infierno grande.

— Hola Maddy — le giña el ojo Cris.

— Hola idiota.

— No me digas que todavía estas enojada, te dije que solo era una amiga.

— Qué te fallaste.

— Bueno, defectos tienen todos.

— Vamos a mi casa por un poco de diversión ¿Vienen? — sobre su escote se ve una pequeña bolsa blanca —. Solo será un poco.

Miro de reojo a Cris que no hace falta preguntarle para saber que quiere hacer.

— Seguro ¿Porque no?— le digo.

— Veo que nos viejos abitos no cambian. 

Maddie se cambia al asiento de atrás para comerse a Cris, mientras la chica que conduce me pasa una bolsita blanca.

— Qué empiece la diversión — dice.

Etiquetas: amor drogas romance

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS