La figura del cuentacuentos era a lo menos controvertida, casi legendaria dentro de ese tiempo y esa locación, pero desconocida para el mundo en general, ciertamente el cuenta cuentos no era muy bueno para hablar a pesar de su apodo pero esta vez se encontraba peculiarmente hablador, especialmente cuando aquel niño se acercó curioso pero tímido a presentarse.

El cuenta cuentos entendía que la gente no sabía por cuánto tiempo había estado allí sentado o cuánto tiempo más iba a estar…. ni él mismo lo sabía. La gente solo veía un viejo solo y ciego, perpetuamente ensimismado que no recibía alimento ni bebida alguna, solo parecia un arbol mas asentado inmovil cerca de aquella vieja noria, la cual ya parecía su amiga y compañera eterna, tanto era así que la misma gente no tenía claro si el viejo cuentacuentos llevaba sentado ahí más tiempo que la noria misma o si la noria era más antigua que el.

Muchos buenos corazones intentaron brindar su “ayuda”, pero esa “ayuda” siempre era desperdiciada en locura y dolor para el pueblo, tanto era así que algunos miraban al cuentacuentos como una especie de alma atormentadora y maligna. Poco o nada importaba la orientación del corazón de quien quisiera ayudarlo, o de quien intentase aprovecharse de él (muchos se acercaron a intentar robarle lo que creían guardaba celosamente), el resultado siempre terminaba siendo el mismo, quien se acercaba innatamente quedaba absorto ante sus grandilocuentes cuentos y palabras, tanto así que algunos ni más de 10 minutos escuchándolo caían en la locura y desesperación arrancándose el cabello con sus manos presas absolutas de la más atroz de las esquizofrenias y sus ojos completamente desorbitados miraban al cielo con pavor y luego la tierra con absoluta desazón, delirantes caían al suelo vociferando ininteligibles frases, revolcándose en un constante delirio y frenesí dantesco. 

El viejo en múltiples ocasiones fue lanzado fuera del pueblo pero siempre de una u otra forma terminaba apareciendo al lado de la noria, muchos guardias trataron de encarcelar al viejo, pero en el ocio de los carceleros y los reos siempre terminaban dirigiendole la palabra, ya sea por accidente o deliberadamente no creyendo en las supersticiones del pueblo, estos terminaban cayendo en la locura. Alguna vez se cuenta en el pueblo que lo confinaron en aislamiento, pero sin saber cómo ni cuándo al otro día amaneció cual árbol cimentado en el mismo lugar de siempre, la resignación del pueblo fue tal que en algún punto y en alguna generación solo lo dejaron estar ahí al lado de la vieja noria.

El horror asomaba en el pueblo cada que un extranjero incauto e ignorante de las calamidades asociadas a escuchar al cuentacuentos caía en sus redes hechas palabras, al dirigirle tan siquiera un saludo, o una mínima interacción verbal hacia que las personas cayeran cautivadas por sus cuentos e historias sin saberlo siendo víctimas de la locura, aun así cada quien sabía a lo que iba si era advertido, el pueblo no se cansaba de repetir los horrores que el viejo había traído a ese lugar, pero el cuentacuentos solo yacía allí, viejo, descuidado, moribundo, haraposo y ciego, cada advertencia que caía en oído sordo, era un viaje sin retorno al sanitario del pueblo; sin importar el origen de quien hablara con él, el lenguaje que hablara o los motivos cuales fuera que sean de dirigirse a él.

En una fría y seca noche Mikhail acudió furioso donde el cuenta cuentos, y el viejo ya sentía que él había llegado y procedió entonces a saludarlo como habitualmente lo hacía “Mikhail, ¿es mi futuro hoy? o ¿es mi pasado?”, “estupido viejo decrépito!, tu sabias perfectamente que esto iba suceder y no me lo advertiste, de todo lo que me dijiste todo se cumplio, pero no debia ser asi!” exclamó Mikhail lleno de cólera en su mirada, “¿así como?” preguntó el viejo cuentacuentos con una mirada de lástima pero con una sonrisa leve, “mi madre murió en mis brazos sabes? y por mi culpa” sollozaba Mikhail, el viejo cuenta cuentos solo atinó a levantarse apoyándose en la noria, polvo caía desde sus hombros, quién sabe cuánto tiempo llevaba ahí impávido sin movimiento alguno, “¿a donde vas maldito?” la ira inundaba a Mikhail, quien lo había perdido todo, su familia, su hogar, ya nada tenía sentido para él a pesar que bien conocía los sucesos que iban a acontecer en su vida; “Mikhail, es esto lo que elegiste o lo que dejaste que pasara? el destino no está escrito, son tus decisiones las que escriben tu destino”, “pero tú lo sabías! y me lo dijiste pero por que no me dijiste cómo evitar que terminara así!” exclamó Mikhail, “Mikhail, cada persona cae ante su propia locura y decisiones. Te vuelvo a preguntar, ¿este es el destino que soñabas?, chico iluso el destino no existe ¿o si?, tu lo forjaste, yo solo te conté lo que al parecer tu curiosidad y tu al parecer querían escuchar”, Mikhail al escuchar esto lamentó “entonces dime cuentacuentos… que es esta alma que cargo aun en mis brazos”. el viejo volviendo sus ojos apagados hacía el joven dijo “oh Mikhail, tu muy bien lo sabes, es lo que tu deseabas, tú deseabas ese peso para alcanzar lo que alcanzaste, este no es un sacrificio y lo sabes ni tampoco es un azar, esto es lo que tu deseaste, y es lo que es, lo que tú mismo presenciaste, permitiste y cambiaste, sabias cada uno de tus pasos y aun asi no evitaste lo que juraste no hacer, ahora te pregunto, aun crees en el destino? ¿Será que existe? yo, mi querido joven … aunque no lo creas … ni yo lo sé”, el viejo casi susurrando las palabras en la distancia, tomó su largo bastón y caminó alejándose del pueblo cual profeta desterrado de una tierra inminentemente hostil. Mikhail lleno de ira, confusión y angustia volcó su sentir y su frustración contra su mano derecha mordiendola, en un vago y salvaje intento de contención así mismo frente al hecho inenarrable que estaba a punto de cometer, desenvainó su sable y corriendo hacia el viejo procedió a cortarlo, a apuñalarlo y a patearlo en el suelo apenas el viejo y corrupto cuerpo se rindió al feroz embate, Mikhail era como cual bestia quien presenció el como otro animal devoró a sus crías frente a sus ojos y sucumbe ante su venganza salvaje; apenas con la primera estocada, el viejo ya se había derrumbado en el árido suelo de arena y tierra, su cuerpo se movía inerte a media que Mikhail saciaba su ira con el viejo y gastado cuerpo.

De pronto Mikhail escuchó levemente “¿estaba esto escrito Mikhail?”, el joven confundido miraba girando la cabeza de lado a lado sin entender completamente nada de lo que estaba ocurriendo, él…él aún podía escuchar aquella maldita voz que alguna vez estiró su futuro frente a él como una alfombra persa recién estirada mostrándole hasta el más mínimo detalle, “NO!, ya estás muerto vagabundo inutil!” gritó Mikhail, el joven sabía que la locura lo poseía, sabía perfectamente que esa tierra y ese hombre específicamente, estaban malditos; se lamentaba internamente tomándose la cabeza se arrepentía de haber vuelto y en su mente se estremecía recordando el, “no hables con el cuentacuentos Mikhail, nada bueno sale de eso” que alguna vez su madre insistentemente le recordaba y el insulsa e infantilmente ignoró en su tiempo..

Mikhail ya me voy, tu y yo sabemos que no estaré más tiempo en esta tierra” – alzó miserablemente el cuentacuentos

¡¿Qué?! ¿¡Qué haces vivo aún ?! y de pie!” – exclamó errático Mikhail

El ¿Por qué? es lo que pregunto yo, Mikhail” – le contestó impávido el cuentacuentos con su bastón ya en la mano

“No estoy entendiendo nada” – confuso respondió Mikhail

“Mikhail… Mikhail… Mikhail, tú y yo sabemos qué conocimiento te sobra. Sobre el futuro… no se lo que piensas pero estos ojos no mienten… – dijo ya caminando su rumbo el viejo cuentacuentos, en silencio y a paso cansino, su vestidura se mantenía rasgada, abollada y sucia por tantos golpes provistos por el chico pero ni una sola gota de sangre se veía reflejada a la luz de la luna.

Mikhail sin creer aun lo que sus ojos veían y dándose cuenta que su mano se desangraba, sintiendo que la última gota de cordura que estaba a punto de escurir en su ya vacía cabeza, Mikhail intentando volver en sí mismo, combatía contra la ansiedad, la angustia, el dolor y el descontrol en su ser, viendo aún como el viejo se alejaba ya en la distancia pero aun atónito entendiendo que no existía venganza sin crimen y que si esa venganza debía caer sobre alguien no era sobre ese viejo vagabundo, si no contra el mismo, ya a poco desvaneciendo en sus pensamientos y su pasado y sabiendo que solo escuchaba a su lejana mente quien le gritaba sollozante y lastimera en un último atisbo de entendimiento y cordura… que él había logrado algo, una respuesta… una sola cosa que tarde mente tuvo el placer de intentar comprender, Mikhail mirando la inmensidad del cielo nocturno en una última visión no distorsionada del mundo material logró entender (el significado de) dos cosas, el delirio y el significado de un concepto…

“¿De donde vienes anciano? ¿por qué estás ahí sentado?” preguntó la joven… “vengo a sentarme aquí solamente«, la joven inquieta pero preocupada ante semejante respuesta, preguntó nuevamente “de donde vienes?, necesitas ayuda?”, el anciano inexpresivo y con sus ciegos ojos orientó su vacía mirada hacia la joven, y dijo “de un lugar ya devastado jovencita”, la joven entendió inmediatamente que el viejo venía escapando a duras penas y milagrosamente del país vecino que había caído en ruina y destrucción a manos de su loco y sociópata dictador. “Venga por favor conmigo, mi casa no tiene muchas comodidades pero puedo alojarlo hasta que encontremos a algún familiar suyo o pueda recibir ayuda de nuestro pueblo, nuestro país recibe refugiados ¿sabe?”, mencionó la joven, el anciano solamente atinó a sentarse lentamente en una banca como si el tiempo fuera eterno, acomodándose miró a la joven y dijo “¿quieres escuchar un cuento?”.

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