Pensamientos de Media Noche
La amarga y dulce sinfonía de un nuevo amanecer aguardan por mí, traen consigo un largo día, que espera ansioso el despertar de unos ojos melancólicos y poder ver si la primera mirada de la mañana expresa bendición o maldición. No hay nadie a mi alrededor; tan solo el dulce aroma de un café negro que carga con todas las penas de la humanidad. A pesar de que la mañana haga acto de presencia con su luz incandescente, la oscuridad no logra despedirse con su habitual hasta pronto. Percibo un extraño olor a miedo, vacío y confusión, probablemente provenga de las hendijas de mi ventana favorita, aquella que me ha permitido ser testigo de los mejores espectáculos ¿En qué parte de la historia nos encontramos para que el mundo emane semejantes esencias? Tristemente se encuentran en un plano secundario, ignorados como las gotas de lluvia que se deslizan por tu rostro hacia la nada.
El ruido del mundo perturba mi audición a tal punto de ensordecerlo, afortunadamente pudimos llegar a un acuerdo, donde la divinidad sería el silencio. Puede parecer un pacto privilegiado e inaccesible, pero no lo es. La única condición establecida es que se encuentre al alcance de quienes encuentran felicidad en el silencio del abismo, para aquellos que desean encontrarse y disfrutan de su compañía.
Volteo hacia mi derecha, ese lado de la cama parece estar reservado para…no lo sé. Camino con cuidado y una vasta lentitud, ¿Estoy desorientado o la vida parece ser un bucle infinito? Intento, intento e intento, pero no consigo salir y en medio del castigo logro sonreír. Aunque la vida ni cada segundo tengan sentido; la felicidad se muestra en la palma de la mano. La oscuridad envuelve la habitación, solo consigo ver pequeños destellos de luz, gracias a ellos ubico a mi cuerpo terrenal en el espacio que lo rodea. Al menos puedo evitarle dolor físico, mi alma desearía disponer de una lampara que le muestre el camino.
Salgo un instante a respirar un aire que lastimosamente, la plaga más peligrosa en el mundo se encargó de arrebatarle la pureza. Inhalo profundamente y exhalo con tranquilidad, inmediatamente la mirada se dirige hacia el paisaje; observo con detalle y trato de encontrar una belleza que por cuenta propia decidió esconder. Ese pequeño instante parece mantenerme despierto. Continúas existiendo, en tu camino se atraviesan almas con cicatrices bastante profundas y casi sin esperanza de sanación, supongo que se acostumbraron a admirar la grieta ya sin temor a recordar su profundidad.
Nos mantenemos en calma y en el fondo estamos devastados, escribo, me equivoco y corrijo. Finalmente regreso a la prisión que me encargué de crear con mucho esfuerzo; cuatro paredes con la capacidad de albergar el infinito.
Me acuesto en una cama llena de sueños y aspiraciones, abrigo mi insignificante humanidad del frio temeroso, cierro los ojos y escapo de la realidad. La impredecible aventura en el mundo de los sueños aguarda mi llegada ¿Cuál es el destino preparado para hoy? ¿Con qué me magia me sorprenderá mi subconsciente, algo cálido o un plato fuerte expresado en pesadilla? No lo sé, la incertidumbre resulta intrigante. El viaje termina y al despertar la condición para volver a ese mundo tan irracional, es simplemente no recordar. La aventura se dispersa en el debate que te planteas de por qué aquello no tuvo sentido, sin tanta lucha la razón triunfa y con una reconfortante sonrisa, dejas que la magia se disuelva entre tus dedos.
La realidad aguarda por tu aterrizaje. En el fondo aun conservas la esperanza de que un día ese mundo de sueños cobre sentido, sin importar que carezca del mismo. La cotidianidad se apoderó de nuestro mundo, si quieres encontrar la poca alegría que queda y el poco color que esconde, tendrás que recorrer varios kilómetros en círculos, sin descanso y sin final.
La agobiante y depresiva descripción de un mundo pobre, es la triste realidad a la que tu parte humana se enfrenta día tras día. En el vacío, te recuestas un instante y cierras los ojos, el frío del suelo es lo menos importante cuando los pensamientos desenfrenados dominan el terreno.
Algo extraño está pasando, logro percibir el sonido de unos pasos; lentos, intimidantes, tan fuertes y tan delicados que infunden temor. Es extraño, el titubeo de mis manos expresa un miedo incontrolable, mis piernas me piden que huya sin mirar atrás y mi voz intenta clamar por ayuda sin tanto éxito, pero la intriga y curiosidad logran que mantenga la calma y siga recostado. Espero con calma a que los pasos se disuelvan en la lejanía o incrementen por la cercanía. El destino de aquello fue recostarse a mi lado, la paz que sentí de forma inmediata bastó para disipar la necesidad de abrir los ojos. Me limité a disfrutar de su compañía, no fue necesario un discurso motivador, mucho menos palabras de aliento, su sola presencia te hacía sentir que todo iba a estar bien.
En medio del particular abismo te presentaste como soledad. Por extrañas razones sentí que siempre habías estado ahí, en silencio y sin darme cuenta. Sin asustarte miraste fijamente en lo entrañable de mi ser, viste el desastre en cada rincón, el mar de lágrimas de un pasado incontrolable y la angustia por un absurdo futuro. Sin embargo, no siento tu deseo de querer escapar. No sé si en tus planes se encuentra la posibilidad de salvarme o destruirme de una vez por todas, pero con asombro y admiración, veo tu valentía en ir más allá de lo que expreso. No le temes a naufragar en el turbulento mar que llevo en mi interior. Tu nombre tan cálido parece ser un dulce sonido para los que sienten no ser de aquí. Soledad ¡Oh dulce compañía que divaga por la tierra en búsqueda de almas destruidas y mentes solitarias! Reconfórtame con un abrazo, deseo sentir el frio de tu cariño, quebrántame con tu sensibilidad; deseo mostrarme humano.
El eterno abrazo que se manifestó en aquel momento, me permitió sentir tus suaves y tiernas palabras de advertencia, resaltaste que debo tener cuidado; puesto que la tentadora oferta del silencio tiene sus consecuencias. Prometes un paraíso en el que las nubes toman formas de espejos, espejos que reflejan los defectos de mí ser, espejos que reflejan hasta el miedo más inocente que habita en los pensamientos. Un paraíso en el que los árboles son los mejores consejeros, y si te atreves a dudar de su sabiduría, sacarán a relucir cada línea de su delicada madera en señal de cada año recorrido. Un paraíso demasiado humano, que fue fundado a partir de los errores y la imperfección.
¿Por qué tu belleza resulta tan embriagadora? ¿Cuál es tu secreto para cautivar tantas almas con un edén del que algunos se empeñan en huir? Quizá la oscuridad sea el único lugar seguro en el que las cicatrices se sientan seguras.
¡Oh dulce soledad? Acepto con fervor tu compañía, guíame por el bosque oscuro y admiremos juntos la caótica y sutil destrucción del mundo.
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