Elección de un camino inadecuado.
«¿Cielo o Infierno? ¿Morí? ¿Puedo elegir?» —. Me encuentro confundido ante esta extraña situación. Mis pies, sobre una plataforma oscura, sin aparente fondo, como si fuera un abismo. Desde que abrí mis ojos, me encuentro en esta lugar que brilla en infinita oscuridad. En este sitio me sostengo en la nada. Dentro de esta «habitación», solo puedo observar tres cosas que son destacables. Las primeras dos cosas llamativas, son dos puertas enormes, que en claro español dicen: «Cielo» e «Infierno». Esto me ha hecho pensar que tal vez en algún punto de mi vida, había muerto. Gracioso que no me diera cuenta. Y aquello que parece confirmar esta teoría seria mi «compañero de cuarto»; el cual solo me ha mirado en silencioso por infinita cantidad de tiempo.
—Me siento algo incomodo… ¿!eh¡?—.
Fue impactante notar que cada palabra que digo, queda grabada en el aire, como si la hubiera escrito en un antiguó pizarrón, con tiza.
Aquellas palabras escritas en el aire, me devolvieron por unos segundos a mi infancia. En aquel entonces ella y yo jugábamos sin preocuparnos por la vida. «Bella» ese era su nombre, mi mejor amiga, y mi actual pareja.
—¡Cierto! ¡Bella! ¡Por eso vine!—.
Antes de llegar a este extraño lugar, me encontraba de viaje junto con Bella. Era una especie de preparación para pedir matrimonio. Nos encontrábamos en Puerto Rico, en la playa flamenca. Bella, quien siempre ha sido alguien inquieta, decidió adentrarse en un inmenso bosque, hasta caída la noche.
La seguí, como siempre. Estábamos jugueteando con normalidad, hasta que el medio día se volvió noche. Ya perdidos, buscamos ayuda sin embargo; de aquella noche sin estrellas; un ojo descendió desde el cielo.
Las nébulas moradas, y las motas carmesí emanando de aquellos ojos amarillentos; fueron suficientes para petrificarnos. «El fin del mundo» fue lo que pensamos. De la nebulosa una mano gigante se aproximo, la cual tomo entre sus dedos a mi amada Bella. Y poco después de eso, otra mano tomo de mi cintura, y me elevo al alto cielo. «Bienvenidos, mis caminantes» fue lo ultimo que escuche antes de perder la conciencia.
Y ahora… Me encuentro con un extraño «trabucó» con mascara blanca. Este tipo solo se dedica a balancear su bastón por el suelo, como si estuviera «amurrado» o tratando de ignorarme. Es algo irritante, pero es la única «compañía» de la cual puedo sacar algo de información. Así que, junte aire, y armándome de valor, lo abalance con preguntas.
—¿Dónde estamos? ¿Quién eres? ¿Dónde esta Bella? ¿Cómo llegamos aquí?…—. Y una interminable lista de preguntas.
Sus ojos saltaron de sus cuencas, mientras que el aire continuaba escribiendo cada una de mis preguntas. Con alterante lentitud levanto su dedo indicé y apunto hacia las puertas — ¡Elige!—. Fue su respuesta antes de volver a jugar con su bastón en el suelo.
—¿Qué elija? ¿Qué estoy eligiendo?—.
Esta vez se levanto, y dejo caer su bastón, con el que tanto se entretenía. Su rostro arrugado, con notorio enfado, casi hirviendo en su propia sangre—¡Elige!—. Reitero, para volver a jugar con su querido bastón, aunque se le notaba molestó. Y aunque note su obvia molestia, no pude evitar hablarle una tercera vez. —Entonces, ¿he muerto?—.
De inmediato me arrepentí de haberle interrumpido su juego por tercera vez. La infinita oscuridad se lleno de motas verde-azules y amarillentas. La cuales me cortaban la respiración y me impedían mantenerme en pie. Sentí que estaba en una caída libre sin un fin, pero sin siquiera dejar el suelo.
La figura de del «trabuco» rápidamente dejo salir uno cuernos enormes en su frente, haciendo volar su sombrero de paja. Para que luego su rostro se llenara de ojos amenazantes y vacíos. Y no bastando con eso creo que creció hasta los tres metros de altura. O eso creo, ya que de inmediato salí corriendo.
Sin embargo, no importaba cuanto corriera, siempre llegaba al mismo punto, a la misma distancia, hasta que aquel sujeto logro alcanzarme—¡Elige!—. Fue lo único que me dijo, tras su transformación. Y procedió a devolverse a jugar con su bastón, sin embargo en la forma que se encuentra ahora, no se cuanto más pueda preguntar, sin que me mate.
«¿Miedo?»
Estoy aterrorizado de este sujeto, no siento haber muerto, y si mal no recuerdo aquel «ojo gigante» nos dio la bienvenida. Eso quiere decir que estoy atrapado en alguna especie de «Limbo». Lo que me hace creer que, tal vez, esta cosa es como un «guía» o «centinela» para que yo pueda llegar hasta algún lugar.
Iba dispuesto a preguntar, sin embargo casi olvido que «esto» se molesta cuando hago muchas preguntas. Pero, ¿Qué tal si hago una afirmación?
Mi corazón late como un animal. Creo que me puede dar un «paró» en cualquier momento, sin embargo, de morir, moriré de alguna manera. Increíble que aún siendo una posibilidad, en ningún momento he podido tratar esta situación, como si fuera alguna clase de sueño.
—¡Esto es un sueño!—. Esta era mi única alternativa, «una afirmación».
—Si tu crees…—. Me respondió la criatura, sin dejar de usar su bastón. Y yo, con el alma en mi puño, suspire aliviado.
No note el tiempo pasar, pero parece que mi querido compañero, había perdido unos cuantos centímetros, tanto en los cuerno como en su altura. Así también estaba lentamente desapareciendo sus ojos.
«Ya veo. Puedo hablar con él, siempre y cuando no le haga preguntas. Por lo que note, cada vez que le hago algunas preguntas, el deja de jugar con su bastón, lo cual creo que lo mantiene tranquilo. Por lo que, solo puedo usar afirmaciones, por el momento».
Tras esa línea de pensamientos es que dirigí mi curso de acción, para tratar de llegar a alguna pista. Pero el resultado fue decepcionante. Todas sus respuestas solo eran darme la razón, a cada afirmación que yo hacia. Sin embargo, yo estaba curioso por las puertas a mi espalda.
—Yo elegiré el cielo—. Afirmé.
—Entonces Ve al cielo—. Me respondió.
—Elegiré el infierno—. Cambie mi elección.
—Entonces Ve al infierno—. Me respondió.
Estuve haciendo afirmaciones banales hasta el momento para quitarme el miedo, pero no esperaba que las puertas a mi espalda fueran algo un poco más importante, pero nada. Mi guie lleva un buen tiempo sin esconder sus cuernos, y aún le quedan seis ojos, pero es mejor que la infinidad de ojos que tenia. Parece aún no estar del todo calmado, y yo también estaba perdiendo la paciencia.
—Quiero ver a Bella…—. Desee con mis ojos cerrados, mientras recordaba su rostro alargado y afilado, sus bellos ojos pardos y su cabello rizado, que le llegaba hasta su bella cintura. Maravillosa incluso molesta… Su costumbre de correr descalza, su increíble capacidad para guiar y mover a las personas, cosa que admiraba de ella. O como decía amar el café amargo a pesar de que siempre le añadía medio kilo de azúcar.
Una risa depravada interrumpe mis recuerdos, me doy cuenta que mi estimado compañero, se había enrojecido, su mirada perversa y enajenada, su boca siseaba sin parar. Continuo así hasta que dejo su bastón y tomo de mis hombros, con total firmeza, sus ojos viscos trataban de dar con los míos.
— ¡Deseo! ¡Deseo! ¡Deseo!—. Dejo caer baba sobre mi, mientras parecía eyacular, solo al oír mis palabras. O tal vez ver en mi mente.
De cualquier manera, mientras eyaculaba y babeaba aproveche de alejarme de él. pero el único lugar lejano a «eso», era alguna de las puertas. Por lo que era el momento de elegir alguna de las puertas. Ya no puedo continuar pensando, esta cosa puede matarme.
Si quiero volver a ver a Bella, tengo que ser capaz de avanzar. Creo que, si ella estuviera en mi situación también habría hecho lo mismo. Elegir alguna puerta, pero aún recuerdo algo muy importante de ella, un pensamiento que quedo grabado en mi mente, si quiero alcanzarla debo elegir el infierno. Creo que ella elegiría el mismo, después de todo es la única que conozco que diría en medio de un coro —¿Por qué los demonios son malos?—.
Esto es estúpido, pero ya estoy lo suficientemente cerca de la puerta para abrirla sin importar lo que pase, así que…
—¡Oye!—. Le grité al trabucó—. ¿Has visto a Bella?—. Pregunté con una sonrisa irónica.
Ocurrió lo esperado, mi «amigo» se salió de su trance pervertido, nuevamente creció a más de los tres metros. Mi risa nerviosa no paraba de brotar, prácticamente estaba en un ataque de pánico.
—Si esto no se abre, creo que podre despertar o ¡morir!—.
Abrí la puerta e ingrese al «infierno». Atrás de mi, la puerta se cerro de golpe y una pequeña marca del bastón del Trabuco casi impacta con mi pupila, pero la puerta hizo retroceder al bastón como si fuera de goma.
Suspire aliviado y me deje caer en el suave piso de madera, las paredes estaban pintadas blancas, sin embargo el sitio de ahora no parecía ser infinito. En el centro de la sala, un pequeño hombre, vestido con un traje formal; me miraba con calidez.
—¡Bienvenido al infierno! Ja ja ja…—. Sonrió el hombre mientras me observaba con su único ojo amarillo, parecido a un cíclope. —¡Soy Akri, y seré tu guía, hacía el Limbo! Aunque solo debes pasar por la puerta detrás de mi.
—¿Limbo? ¿Entonces si estoy muerto?—.
—mph… —. Exclamo extrañado aquel hombre, mientras rascaba su mejilla roja—. ¿Este es tu primer nivel del Limbo niño? Deberías saber que mucha gente intenta entrar al Limbo por años. Y respondiendo a tu pregunta… No, no has muerto, este es solo otro nivel, distinto a en el que viven ustedes…
… Me ves con cara de «no entiendo»—. Agita su mano para que me acerque hasta él.—. Mira niño, aquí en el Limbo, existen muchos niveles, los cuales son infinitos, algunos te transportaran a otro mundo, otros parecerán ser de fantasía; incluso puede que mueras en alguno de ellos. Y todos estos niveles son dados al azar, para los «caminantes» que transitan por el lugar…
… Este es el nivel 000… Un nivel que cree junto con mi amada esposa para poder guiar a los nuevos caminantes y enseñarles como funciona el «Mantra»; los «Guías»; y los «Administradores». De hecho, yo y mi señora somos guías, los cuales estamos tras las puertas del «cielo y el infierno».
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