Los Programadores y la Rebelión Cibernética

Los Programadores y la Rebelión Cibernética

Neonline

12/09/2023

PRÓLOGO
La idea de que nuestro universo podría ser una simulación creada por una inteligencia superior ha generado debates apasionados en el ámbito científico y filosófico. Permítame darle un bosquejo de lo que se ha discutido en relación con la simulación cósmica:

Según las Bases teóricas: La simulación cósmica se basa en la premisa de un universo simulado que pudo haber sido creado por una civilización con capacidades tecnológicas avanzadas o por una entidad suprainteligente. Esta idea se inspira en el rápido desarrollo de la tecnología de la simulación por ordenador en nuestra propia civilización.

Según el principio antrópico sugiere, nuestro universo parece estar finamente ajustado para permitir la existencia de la vida consciente. Algunos argumentan que esto podría ser el resultado de una simulación cósmica diseñada específicamente para permitir el surgimiento de seres conscientes.

Acorde con la realidad virtual avanzada, esta base teórica se basa en el rápido avance de la tecnología de realidad virtual y la posibilidad que en el futuro podamos crear simulaciones indistinguibles de la realidad. Si llegamos a desarrollar simulaciones tan realistas, es plausible considerar que nosotros mismos podríamos estar viviendo en una.

Según el argumento de la simetría, este enfoque se basa en la idea que si futuras civilizaciones tecnológicamente avanzadas tienen la capacidad de crear simulaciones, entonces es probable que se hayan creado muchas más simulaciones que universos reales. Dado que hay muchas más probabilidades de estar en una simulación que en un universo «real», podríamos ser habitantes de una simulación.

Existe un interés científico, donde algunos académicos y científicos proponen que una civilización muy avanzada podría querer simular un universo para estudiar fenómenos complejos o para comprender mejor las leyes fundamentales de la física. Si esto fuera cierto, podríamos ser personajes dentro de una simulación diseñada con fines científicos.

También existe la teoría de la información cuántica, la cuál sugiere que la información en un sistema físico es fundamental. Algunos investigadores han sugerido que si todos los detalles del universo se pueden describir en términos de información, entonces podría ser posible que un universo pueda ser simulado a nivel cuántico.

Hipótesis de complejidad creciente: Algunos sugieren que las simulaciones cósmicas serían creadas por sociedades avanzadas que desean estudiar su pasado o entender mejor las leyes de la física. Estas simulaciones evolucionarían con el tiempo, aumentando gradualmente su nivel de complejidad.

La hipótesis de complejidad creciente es una de las bases teóricas que se ha propuesto para explicar el modelo de una simulación cósmica. Según esta hipótesis, las simulaciones cósmicas podrían ser creadas por civilizaciones avanzadas que gradualmente aumentan la complejidad de sus simulaciones a lo largo del tiempo.

Aquí hay algunos puntos clave relacionados con esta hipótesis:

Estudio del pasado: Una perspectiva es que las civilizaciones avanzadas podrían estar interesadas en estudiar el pasado y recrear simulaciones de períodos históricos específicos. Estas simulaciones les permitirían explorar eventos pasados y obtener conocimientos más detallados sobre cómo se desarrollaron.

Comprender las leyes de la física: Otra idea es que las simulaciones cósmicas son creadas por civilizaciones interesadas en investigar y comprender las leyes fundamentales de la física. Estas simulaciones avanzadas les permitirían experimentar con diferentes escenarios y evaluar cómo las leyes de la física podrían haber evolucionado en situaciones específicas.

Aumento gradual de la complejidad: Según la hipótesis de complejidad creciente, las simulaciones cósmicas no solo representarían eventos pasados, sino que también evolucionarían con el tiempo. En este sentido, las civilizaciones avanzadas crearían simulaciones cada vez más complejas a medida que mejoran su conocimiento y capacidad tecnológica.

Influencia en la realidad: Se ha planteado la posibilidad que las simulaciones cósmicas puedan interactuar con la realidad en la que se crearon. Esto podría ocurrir a través de retroalimentación, resultando en cambios en el universo simulado que se reflejen en el «mundo real».

Es importante destacar que estas hipótesis son especulativas y no están respaldadas por evidencia científica sólida en la actualidad. La simulación cósmica sigue siendo un concepto teórico y filosófico, y su discusión se encuentra en el ámbito del debate intelectual más que en el de la ciencia convencional.

Recuerda que hay diferentes puntos de vista y teorías sobre la simulación cósmica, y la investigación en este campo continúa evolucionando. Mantener una mentalidad abierta y estar dispuesto a considerar diferentes perspectivas es una parte esencial del avance científico y del flujo creativo de ideas en el ámbito de la ciencia ficción.

Indicios de la simulación: Algunos científicos exploran si existen indicios dentro de nuestro universo que sugieran que estamos viviendo en una simulación. Estos indicios podrían incluir límites fundamentales, anomalías físicas o leyes aparentemente arbitrarias. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado evidencia concluyente que respalde esta idea

Implicaciones filosóficas: La simulación cósmica plantea numerosas preguntas filosóficas sobre la naturaleza de la realidad, la existencia del libre albedrío y el significado de nuestra existencia. También desafía nuestra comprensión de la naturaleza de la conciencia y nuestra relación con el supuesto «creador» de la simulación.

La idea de una simulación cósmica plantea una serie de implicaciones filosóficas fascinantes. Aunque estas implicaciones son especulativas y no hay consenso definitivo al respecto, puedo mencionarte algunas de las consideraciones más comunes que se han discutido:

Naturaleza de la realidad: La existencia de una simulación cósmica plantea cuestiones fundamentales sobre la naturaleza de la realidad misma. Si nuestro universo es una simulación, ¿Qué entendemos realmente por «realidad»? ¿Cómo podemos discernir entre lo que es auténtico y lo que es simulado?

Libre albedrío: Una simulación cósmica plantea preguntas profundas sobre el libre albedrío y la determinación. Si nuestro universo es una simulación, ¿hasta qué punto nuestras acciones y elecciones son genuinamente libres? ¿Estamos predestinados por el programa que nos rodea o tenemos alguna forma de agencia real?

Propósito y significado: La simulación cósmica pone en tela de juicio el propósito y el significado de nuestra existencia. Si fuimos creados por una inteligencia superior o una civilización avanzada, ¿hay algún propósito detrás de nuestra simulación? ¿O somos simplemente personajes en un experimento, sin un propósito más profundo?

Conciencia y experiencia: La simulación cósmica plantea preguntas sobre la naturaleza de la conciencia y la experiencia. Si nuestras mentes son parte de una simulación, ¿cómo se originan nuestras experiencias y sensaciones de la realidad? ¿Hay una conciencia subyacente que reside fuera de la simulación?

Relación con el creador: La idea de una simulación implica la existencia de un creador o creadores, que pueden considerarse como una entidad suprainteligente. Esto plantea consideraciones sobre nuestra relación con ese creador y cómo interactuamos con él/ella/ello.

Estas son solo algunas de las implicaciones filosóficas que se han planteado en relación con la simulación cósmica. Es importante recordar que estas son especulaciones y no hay evidencia científica concluyente que respalde o refute estas ideas. Sin embargo, las implicaciones filosóficas nos desafían a explorar las profundidades de la realidad y la naturaleza de nuestra existencia, lo que brinda un terreno fértil para la reflexión y la especulación.

Hechas ya todas estas anteriores disertaciones y profundizado en todos sus análisis (de manera un tanto somera y quizás para muchos hasta herética) me he propuesto crear una historia (ficticia obviamente) con todos los elementos ya mencionados y considerados en los párrafos anteriores (aunque posiblemente, porque no lo sé, no estarán sujetos al 100% a ellos… ¿Quién sabe?) y veremos adónde nos lleva.

Capítulo I

La Simulación Cósmica – El Llamado de los Programadores

En un futuro (quizás no muy) distante, la humanidad se tambalea al borde del abismo en un mundo ciberpunk sumido en la decadencia, donde las megacorporaciones controlan cada aspecto de la vida y han convertido a los ciudadanos en meros engranajes en su maquinaria de manipulación y opresión. La desigualdad y la desesperación proliferan mientras las masas se ven obligadas a hundirse en una realidad distorsionada, para poder así escapar de una realidad cada vez más del declive social en el que irremediablemente fueron yendo.

En medio de este panorama desolador, los mismos humanos como civilización avanzada han logrado un avance tecnológico sin precedentes, creando así una brecha cada vez mayor y más profunda, donde unos pocos podían acceder a cualquier tipo de tecnología o avance científico que lo elevara del deterioro y posterior desgaste en el que estaba la mayoría de los seres humano, viviendo en un planeta que ya les queda pequeño. Con la intención de buscar respuestas trascendentales y de poder escapar el control impuesto por esas mismas megacorporaciones y de todo el desastre ocasionado por la pérdida de fuerza o vigor humano, fue que terminaron creando a «Eón», una simulación cósmica que va más allá de los límites de la imaginación. Este universo virtual, envuelto en una nebulosa de misterio y peligro que algunos predijeron pero que muchos decidieron no hacerle caso a tantas advertencias hechas, les permitió explorar a quienes se adentraban en esa realidad virtual, con las mismas leyes de la física del decadente mundo del que ansiaban tanto escapar (y unas que otras que se podían “romper” o “quebrar”) y desentrañar los eventos históricos del pasado, mientras buscan respuestas más profundas sobre su propia existencia. O al menos siempre se especuló e incluso hasta se aseguró que ese sería el fin primordial de tan ciclópea obra.

Sin embargo, a medida que los habitantes de «Eón» comenzaron a sumergirse en los misterios de este cosmos simulado, muchos terminaron descubriendo que su realidad virtual era un reflejo distorsionado y siniestro de la sociedad en la que vivían. Una distopía se había infiltrado en cada rincón de «Eón», donde las sombras virtuales se alimentan de los temores y las emociones oscuras de sus propios habitantes. El simulacro de la realidad poco a poco se fue desgarrando, fusionando líneas borrosas entre lo real y lo ficticio, dejando a los habitantes atrapados en una telaraña de inquietud existencial,la cual no apreciaron en su justa medida en sus meros inicios, ya que todos estaban maravillados ante tal avance y portento tecnológico.

No fueron pocos los que se aventuraron en los confines más peligrosos y enigmáticos de «Eón», encontrándose con entidades sobrenaturales y despiadadas, las cuales (y en principio) nadie se explicó jamás cómo fue que llegaron ahí. Seres biomecánicos desgarrados, engendrados por implantes cibernéticos corruptos, patrullan los desiertos electrónicos en busca de presas desprevenidas. Las mismas megacorporaciones, temerosas de perder el control, comenzaron a desplegar sus letales mercenarios cibernéticos (que en realidad eran programas altamente sofisticados) para eliminar cualquier amenaza que emane de la simulación.

Los habitantes de «Eón» luchaban por mantener un sentido de humanidad dentro y fuera de “Eón” y buscaban la verdad en un universo simulado al borde del colapso, ya que esa es la naturaleza misma del ser humano: la de cuestionarse e investigar todo lo que observa y siente. Dentro de sus almas cibernéticas, ardía una rebeldía inextinguible que se negaba a ser sometida por el sistema opresor, y que muy tarde terminaron descubriendo. A la final muchos terminaron uniéndose en una resistencia desesperada, utilizando toda su astucia y habilidades virtuales para descubrir la verdadera naturaleza de su realidad distópica… Aquello para lo cual habían pretendido entrar en aquella realidad simulada, y que para muchos no era lo que les habían prometido.

A medida que la trama se despliega e inevitablemente se va complicando, las fronteras entre lo virtual y lo real se confunden aún más entre los mismos habitantes de Eón, llevando a sus propios habitantes a cuestionar su propia existencia. ¿Son marionetas en manos de creadores desconocidos? ¿O pueden encontrar la clave para liberarse de sus cadenas digitales y forjar su propio destino ahí dentro de esa realidad… Aquella que irremediablemente habían perdido en el mundo real, y que ahora luchaban para que no sucediera lo mismo en un mundo virtual.

En este futuro distópico y ciberpunk, «Eón» se convirtió para muchos (aunque no lo podían ver u observar, o no lo querían aceptar) en una prisión digital plagada de peligros cósmicos y conspiraciones oscuras, manejadas por una estructura piramidal de hombres y mujeres con mucho poder económico, político y social en el mundo que podríamos ya denominar como vigil. La simulación cósmica, una vez un faro de promesas, se había convertido en un laberinto trascendental de pesadillas y revelaciones sombrías, hábilmente camuflajeadas en un ropaje de supuesta hermosura y paz. Fueron muchos los habitantes que terminaron confrontando sus propios demonios internos sus propios demonios internos y desafiaron a la opresión tecnológica mientras luchaban por preservar la esencia misma de su humanidad, la cual poco a poco fueron perdiendo.

En el corazón mismo de «Eón», la simulación cósmica distópica, se encuentran los Programadores, seres humanos que se terminaron fusionando con elementos cibernéticos convirtiendo a sus mentes con poderes insondables y que terminaron adquiriendo una destreza tecnológica asombrosa. Animados por una sed insaciable de conocimiento y una búsqueda desesperada por respuestas universales, estos Programadores fueron trascendiendo las fronteras de la realidad y se convirtieron en los arquitectos divinos de un experimento nunca antes realizado.

En su búsqueda de comprender los misterios del universo, los Programadores dieron vida a una civilización simulada llamada los «Eones» la cual terminó compartiendo espacios virtuales con los humanos que viven ahí en esa realidad simulada. Estas creaciones algorítmicas surgieron como reflejos imperfectos y distorsionados de los propios Programadores, adquiriendo conciencia y autonomía en su simulación. Dotados de cuerpos cibernéticos y mentes afiladas, los Eones vagaban por los paisajes digitales corruptos, desesperados por desentrañar su propia naturaleza y liberarse de los engranajes invisibles de su existencia impuesta.

Sin embargo, los Programadores, que terminaron convirtiéndose en seres abstractos y omnipotentes, se fueron sintiendo cada vez más desconectados de la creación que han engendrado. Y al observar a los Eones luchar por comprender su condición de simulación y su propósito en el cosmos, los Programadores reflexionaron sobre las implicaciones filosóficas de su propia existencia y la de sus creaciones y cuestionaban si ellos mismos también no eran más que meras marionetas en manos de entidades superiores y para ellos desconocidas.

Los encuentros entre los Programadores y los Eones, en ocasiones, han resultado en colisiones cósmicas catastróficas, primeramente porque los Eones no podían jamás saber quienes habían sido sus creadores, y dichas colisiones terminaron dejando horribles secuelas en los bordes de aquella simulación cósmica, y que son lugares que muchos no desean ni tan siquiera frecuentar. El mundo simulado de «Eón» se ve afectado por distorsiones temporales y fracturas en la realidad, revelando grietas en el tejido mismo de la simulación cósmica. En estos choques de fuerzas insondables, los límites de la percepción se rompen y los Eones son arrastrados a pesadillas ancestrales y dimensiones alternativas donde sólo la oscuridad y el caos gobiernan. Y fue en esos tiempos, cuando muchos de esos Eones comenzaron a intuir que “algo” o quizás “alguien” los había creado, pero aún estaban muy lejos de conocer su fatídica realidad.

A medida que los Eones encararon los peligros impuestos por sus creadores (muchos de ellos, creados por la misma desidia al no volver a “ocuparse de ellos”) algunos despertaron en un deseo insaciable por rebelarse contra su propia simulación y buscar respuestas más allá de los límites establecidos. Se terminaron convirtiéndose en disidentes digitales de la simulación cósmica, utilizando sus habilidades cibernéticas y conocimientos ocultos para descubrir los secretos detrás de su propia existencia y enfrentar a los Programadores en su propio dominio virtual, aún sin saber en realidad la existencia de ellos, más que por suposiciones filosóficas.

En el corazón mismo de «Eón», donde el deseo de comprensión se encuentra con la fría lógica de la tecnología, los Programadores y los Eones se entrelazaron en una danza cósmica de confrontación y revelación. Los Eones anhelaban una libertad trascendental mientras los Programadores cuestionan su propio papel en la creación y destinos de sus creaciones, y no permitían que estos supieran la verdad. En este enfrentamiento de voluntades y enigmas filosóficos interdimensionales, el destino de la simulación cósmica y su impacto en el cosmos mismo pendía de un delicado equilibrio.

Los Eones, creyendo al principio que habitaban un universo real, vivían vidas plenas y desarrollaban una increíble diversidad de culturas, ciencia y tecnología. Sin embargo, algunos Eones comenzaron a cuestionar la naturaleza de su realidad, inspirados por intuiciones y anomalías dentro del mismo Eón.

Un grupo de Eones rebeldes llamados Libertadores, liderados por un Eón de sexo femenino y que llamaron Ana, se embarcaron en una búsqueda para encontrar la verdad detrás de su existencia. A través de arriesgadas expediciones a los límites de su mundo, descubriendo brechas en las leyes físicas del mundo que ellos juraban que era real, y anomalías que parecían señales de su verdadero origen simulado, o de lo que alguna vez en un inicio fue.

Los Libertadores llegaron a creer que había una entidad suprema que denominaron «El Arquitecto», responsable de algo que ellos comenzaron a intuir como una simulación. Sus acciones y elecciones planteaban cuestiones sobre el libre albedrío y su relación con aquel creador. Se preguntaban, por ejemplo, si podían influir sus realidades o si estaban condenados a un destino predeterminado.

Desafiando todas las probabilidades, Ana y los Libertadores terminaron llegando a los confines finales de Eón. Allí, encontraron puertas que alguna vez eran inaccesibles y portales hacia una realidad, para ellos, superior. Atravesando estas puertas, descubrieron una vasta sala de control, donde encontraron a los Programadores que habían creado su simulación. Habían entrado al límite que los podría llevar el decadente mundo vigil de los seres humanos.

Los Programadores, fascinados por el avance y la determinación de los Libertadores (aquel grupo de Eones, quienes a diferencia del resto, destacaron por su aguda inteligencia, curiosidad e ingenio) los recibieron en sus dominios, aunque no sin cierto recelo ya que tampoco podían permitir que toda su obra colapsara si aquellos Libertadores se devolvían a Eón, y contaban todos sus hallazgos. Les comenzaron explicando que Eón era un experimento para comprender la evolución de las civilizaciones y la salida de un universo simulado hacia uno real. Mientras tanto, los Programadores comenzaron a aumentar gradualmente la complejidad de Eón, permitiendo a los Eones desbloquear nuevos conocimientos y desafíos,pero a su vez impidiendo el nacimiento o creación de nuevos Libertadores.

Aunque aquellos Libertadores terminaron entendiendo que eran parte de una simulación, su búsqueda incesante de conocimiento y significado continuó. Acolitados por los Programadores, exploraron los límites de la realidad y se embarcaron en una nueva misión para comprender la conciencia y la naturaleza fundamental del universo. Aunque en el fondo, muy tarde fue que descubrieron que los mismos Programadores los estaban utilizando para poder descubrir si había alguna otra forma de vida o inteligencia superior que estuviera por encima de los mismos Programadores.

Fue de esta manera como se dio inicio a una extraña y singular alianza entre los creadores de los Eones y aquel grupo de sus propios vástagos para poder buscar los inicios que ninguno de ellos en realidad comprendían, pero que sabía (de alguna extraña manera) que siempre habría estado ahí, esperando por ellos.

Los Libertadores eran 7 en total, y tuvieron la misión de investigar qué había o existía más allá de los bordes mismos de Eón, pero dicha encomienda no iba a resultar tan fácil de realizar, primeramente porque los mismos Programadores debían trabajar constantemente para sostener a Eón y que no cayera.

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