Metallica – Cinco Discos y un EP

Metallica – Cinco Discos y un EP

Horacio Wallace

20/08/2023



                                         METALLICA – CINCO DISCOS Y UN EP

                                             DEL KILL EM ALL AL DISCO NEGRO

                                                   

                                                         HORACIO WALLACE

© 2023 Horacio Wallace

Todos los derechos reservados

Lima, Perú

«…y la Tierra se convierte en mi trono

Me adapto a lo desconocido

Bajo estrellas fugaces he crecido

Por mi cuenta, pero no solo

No le pido a nadie

Y mis lazos están limpiamente cortados

Cuanto menos tengo, más gano

Fuera de los caminos recorridos yo reino

Trotamundos, errante

Nómada, vagabundo

Llámame como quieras

Pero me tomaré mi tiempo en cualquier lugar

Libre de decir lo que pienso en cualquier lugar

Y me redefiniré en cualquier lugar

Donde quiera que vaya

Donde reposa mi cabeza es mi hogar.»

-James Hetfield

Metallica dijo lo que venía a hacer en los primeros treinta segundos de la primera canción de su primer álbum. Hit The Lights empieza como la mayoría de canciones metal terminan. Treinta segundos de distorsionado ruido a toda potencia -que parecen salir de la nada-, el característico sonido del heavy de alta pureza. Las cuerdas unidas en una sola y poderosa nota, que se repite y alarga; el incesante siseo de los platillos emparejados con el retumbar de los bombos, para rellenar e intensificar; en medio un solitario giro en descenso, quince segundos más de lo mismo, en una nota más alta; un toque de suspenso, guitarras riffeando a la par…¡y a darle con todo!

El inicio de Hit The Lights puede parecer algo simple, a simple vista. Sólo otra intro metal más, sin mayor virtud. Pero, como se trata de la estratégica Metallica, la ruidosa introducción que eligieron para presentarse ante el mundo definitivamente debía poseer un propósito mayor. No podía tratarse sólo de medio minuto de insania. Para comprender el mensaje había que descifrar lo que realmente se escondía entre líneas dentro de esos treinta segundos de desquiciado ruido sin sentido. Cifrado, para la distraída mayoría, pero simple de entender para los que de esto entienden.

Lo que querían decirnos desde el arranque con el arranque de Hit The Lights al final era una cosa muy simple: que Metallica llegaba para golpear. Más fuerte, rápido, sucio y pesado. A mayor volumen. Más actual, más real. A mucho más volumen. Rebelde y desafiante. Original y a la vez adelantado a los tiempos, sin dejar de ser auténtico. A todo volumen. Viejas y nuevas influencias aprovechadas con talento para reinventar y repotenciar el género, expandiendo límites e ignorando tendencias. Al máximo volumen posible.

Además que la letra lo dice claro: Sabes que nuestros fans están locos / Vamos a destruir este lugar / Al volumen más alto que vas a escuchar / Es la única manera / Cuando empezamos a rockear / No paramos nunca más.

Y así lo hicieron, más o menos. Porque no se puede negar que cumplieron con su promesa; fueron consecuentes con el mensaje inicial. Lo demostraron con música, al grabar esos cinco primeros geniales álbumes. Del Kill’Em All al disco negro. Cinco. Los críticos más duros cuentan sólo cuatro, hasta el And Justice For All, dejando fuera al disco negro, lo que me parece irracional e injusto porque el quinto trabajo es realmente muy bueno. Y, además, algo muy importante a tener en cuenta, es que a inicios de los 90s Metallica seguía siendo Metallica, porque aún sonaba y se parecía a Metallica.

La banda tenía un plan para atacar, conquistar y dominar. Para que fuera posible requería determinación, inteligencia e identificación. La fundamental base musical de las bandas que los formaron -la mayoría británicas: Zeppelin, Sabbath, Judas, Maiden, Motorhead, Saxon, Thin Lizzy-, sumado a las nuevas influencias, aquellos originales estilos de las bandas semi underground gringas y europeas de mediados de los 80s, tratando de superarse unas a otras tocando un metal cada vez más veloz y oscuro. Los pioneros del black, thrash, death y grind, que se atrevieron a descender hasta el mismo infierno para hallar los límites del género, descubriendo durante el viaje que el metal realmente no tiene límites. ¿Quieres cantarle a Satán? No hay problema. Dale con confianza. ¿Letras explícitas de violencia? Perfecto. Eso va a gustar. ¿Máxima velocidad, distorsión y cantos guturales? Brutal. Excelente idea. ¿Incendiar iglesias para promocionar la banda? Genial. Grabemos un disco.

El excelente documental Murder in The Front Row: The San Francisco Bay Area Thrash Metal Story -el nacimiento y evolución del thrash metal, desde el mismo lugar de donde salieron Exodus, Metallica, Slayer, Megadeth, Testament, Death Angel y Possessed-, cuenta cómo se desarrolló un espontáneo y dinámico sistema de intercambio de música -mucho antes del internet- sostenido por los mismos fans, rotando de mano en mano o enviando por correo la enorme cantidad de cassettes y demos mal grabados provenientes de la infinidad de bandas que se iban formando -principalmente en la costa oeste-, siendo Lars de chiquillo uno de los más activos promotores, recibiendo cartas, fanzines y grabaciones desde todas partes del planeta, lo que le dio el privilegio de ser de los primeros en comprender hacia dónde se dirigía la música.

Lo que hizo Metallica desde el principio fue algo fundamental: buen thrash metal. Mejor thrash metal. Distinto, inédito, crudo, con actitud y estilo propio, totalmente identificado con la esencia de la escena metalera que se gestaba en San Francisco, de la que ellos mismos formaban parte como simples fans, junto a los amigos del barrio con los que iban a los conciertos, se emborrachaban y destrozaban casas y bares. Lugar al que iban, lugar que destruían. Por eso dicen que se le llamó Thrash Metal. Eran los amigos de toda la vida, los primeros incondicionales, que tuvieron el privilegio de verlos pasar de un momento a otro de los bares y antros de siempre, a presentarse en un estadio ante decenas de miles -más aún, en Oakland, su propia casa-, como los jóvenes teloneros que la rompieron sorprendiendo a todos, superando a las bandas consagradas con las que compartieron escenario, como Scorpions, Ratt o Yngwie Malmsteen. El histórico Day on the Green en 1985, soleada tarde en la que ganaron el respeto y admiración que ya merecían, además del sentimiento de orgullo que le regalaron a los metaleros local, a sus amigos, porque los cuatro del escenario eran exactamente iguales a los miles que los vieron desde la cancha; porque a ellos se debían y para ellos tocaban.

Por ello fueron una de las mejores bandas de rock de la historia, finalmente convertidos en leyenda, que por mérito propio gozaron del privilegio de ocupar aquel esquivo lugar que sólo muy pocos logran alcanzar; es decir, trascender. Pero Metallica no solamente quería hacer buen thrash, como ya lo venía haciendo Exodus -con Kirk Hammett como primer guitarra-, la banda más representativa de la escena local, aquella comunidad homogénea conformada por chicos aburridos y desadaptados, a los que no les quedó otra que darle a sus instrumentos día y noche, decididos a crear una música diferente. 

En San Francisco ocurrió algo distinto, propio, local, que surgió de manera espontánea, quizás para contrarrestar el mal camino que el heavy estaba tomando, cada vez más glamoroso y comercial. En consecuencia, la respuesta de las bandas que se fueron formando en el área de la bahía de San Francisco y otras partes de California se dio en sentido contrario; una apariencia sencilla y descuidada, e intentar volver un poco hacia atrás, a las raíces puras del rock pesado, para así contar con el nivel de compresión necesario que permita crear mejor música. Canciones que impacten, golpeen, aturdan, alteren, asusten y rompan tímpanos. Música con un claro llamado a la acción, algo así como un grito de guerra, llevando un mensaje absolutamente claro de comprender por sus identificados seguidores, que cada vez eran más y más.

Pero, lamentablemente, la magia acompañó a Metallica sólo durante sus cinco primeras grabaciones, ya que luego del increíble éxito que alcanzaron con el disco negro, su quinto trabajo -el responsable de que el resto del planeta los conociera-, todo cambió para mal. La paradoja es, que, por estos mismos motivos, la popularidad y el dinero proveniente de las astronómicas cifras de ventas que produjo este álbum entre metaleros y no metaleros por igual, por desgracia tuvo el efecto negativo de elevar su ego hasta tal nivel de soberbia confianza para atreverse a intentar cosas nuevas, muy diferentes a las que los convirtieron en la virtuosa banda que por años hizo tan buena música.

Cambiar a Metallica, cuando estaban en su mejor momento, por otra cosa que ya no se parecía a Metallica. Y peor aún, sin tomar en cuenta la reacción de sus seguidores a este radical giro, evidentemente comercial, carente de todo sentido, que lógicamente tuvo como resultado defraudar a los que realmente los veneraban, los verdaderos metaleros, porque Metallica era como nosotros, porque tocaban para cada uno de nosotros, porque tanto la banda como su gigantesca legión salieron del mismo lugar, desde los mismos problemas y frustraciones. Por ello es que cuando martillaron nuestros oídos por primera vez, entendimos que llegaron para consolar nuestras atormentadas mentes con sus veloces riffs y letras cargadas de ira, que además nos mostraron el camino de salida para intentar huir del sistema que nos mantenía atrapados.

Tremendo error el que cometieron, absurdamente estúpido, que nunca será perdonado por tantos, nunca, por más estadios que siguieron llenando alrededor del mundo. Aunque yo sí lo hice, hace muchos años, liberándolos de buena parte de culpa. Por ello no pretendo juzgarlos, ya que soy consciente del largo y duro camino que debieron recorrer para ganarse la libertad artística de componer y grabar lo que quisieran, lo que les saliera del forro, como todo músico serio hace. Tocar lo que quieres tocar, lo que suena cuando le das y le das a tu instrumento, dejando que la música te lleve hacia donde ella quiera, a la vez que vas creciendo, evolucionando.

Una pena que les saliera así de mal el radical giro que decidieron tomar, musicalmente hablando. Porque Metallica no sólo era una banda de rock pesado; era algo más, semejante a un caudillo, alguien a quien seguir, casi sin condiciones, por la identificación musical personal que originaron en la cada vez mayor horda de fanáticos enganchados con su música desde el Kill’Em All, para dos grabaciones después convencernos de manera absoluta que aquel era el camino correcto, al crear la inigualable obra maestra titulada Master of Puppets.

A lo que me refiero en concreto, es al alto costo que significó para la banda su desafortunado intento de renovación. Aunque las consecuencias más dolorosas las sufrieron los fans identificados con su música. Y es por esto, por la música, por cada canción, cada letra, cada álbum, cada concierto, la razón por la que ganaron una rápida aceptación y el respeto de la enorme y comprometida comunidad metalera.

Además, aparecieron en buen momento, en los tiempos cuando el glam dominaba las radios y la televisión, hasta el punto del hartazgo. Bon Jovi, Poison, Guns ‘n Roses y tantas otras bandas similares, que no puedo negar hicieron buena música, pero que no había sido creada especialmente para nosotros. Peinados, maquillaje, spandex y letras de amor y sexo o sexo sin amor, compuestas para las chicas, para las laqueadas groupies de las primeras filas lanzadoras de brasieres con pases de backstage. Y porque tanto glamour y accesorios los hacía parecer transexuales, como Poison, una cosa sumamente desagradable. Además, el hard rock comercial medio pacho de power ballads que tocaron estas bandas, todas paridas del mismo y degenerado molde compuesto por las calles y bares del Sunset Strip de Los Angeles a finales de los 80s -con la excepción de Van Halen y Motley Crue, según mi opinión-, se desviaron del metal auténtico, del feroz sonido nacido desde la oscuridad y calidad musical que impusieron Black Sabbath, Judas o Maiden, los pioneros que definieron el sonido, estilo y temática del género desde el principio.

Por ello, a finales de los 80s el metal esperaba la llegada de algo nuevo, radicalmente diferente. Esperanza vuelta realidad con el arribo de los greñudos mesías de jeans rotos y polos de calaveras, encargados de salvarnos de tanta pacharacada. Y eso era exactamente lo que Metallica llegó a hacer. Pero, lamentablemente, la magia sólo estuvo presente durante el tiempo transcurrido entre el primer y el quinto disco. Después, se fue para otro lado, no sé a dónde, para nunca más volver.

Es que el dinero que llegó con la fama los cagó, los confundió, distrayéndolos de su verdadero objetivo: seguir creando buen metal. Superar al Master, al And Justice y al disco negro, con un thrash cada vez más aplastante. Es por ello que los dioses del metal los castigaron sin piedad, por cortarse el pelo, vestirse de plumas, ropas de colores y maquillar sus rostros. Pero principalmente, fue por venderse a MTV, para convertirse en súper estrellas, alejándose de la imagen de la banda de fiel y arraigado culto que antes eran.

En consecuencia, les fue negado el don de la inspiración y creatividad de la que antes gozaron. Para siempre. Los dioses así lo decidieron, sin mostrar misericordia. Deberían pagar por sus ofensas, sufriendo el peor castigo posible, ya que después del disco negro, nunca más pudieron componer algo decentemente bueno, porque lo que vino a partir del Load no es nada que valga la pena escuchar ni mencionar.

Lo que pasó con Metallica es sumamente extraño. Aún no llego a entenderlo del todo. Tanta genialidad no puede irse de un momento a otro, sin un gran motivo. No puede ser por cortarse el pelo y cambiar polos negros por camisas de colores. Eso es absurdo. ¿Porque el Load es heavy metal y no thrash? El disco negro tampoco es thrash. Es pesado, puro metal, pero ninguna canción tiene la velocidad del thrash. Los cuatro primeros sí lo son. El quinto es de un moderno, pesado y potente metal. ¿El grunge? De hecho. El sonido de Seattle nos atrapó por completo, en perjuicio del heavy tradicional. Pero, si eran los putos Metallica, ¿por qué le temerían a nadie? Por ahí no va. ¿Experimentar cosas nuevas? ¿Cambiar de estilo? ¿Arriesgarse a reinventarse? ¿Tratar de ser parte del mainstream? Puede ser. Tiene más lógica, pero no los justifico. ¿Los clásicos conflictos internos? Lars vs James. Lars vs Jason. Lars vs Bob Rock. Las discusiones con mandadas a la mierda de hecho deben haber influido en algo. ¿MTV, con todo su dinero, alcance y promesas? Por supuesto. Definitivamente. El mundo del espectáculo interviniendo en el destino del submundo del metal. Creo que esto último es lo que más pesó para que decidieran cuál rumbo tomar luego del éxito del disco negro.

Lamentablemente, eligieron la ruta del dinero, el de la fama que infla egos y te hace olvidar de donde saliste y para quiénes tocas. No tocas para las chicas; igual vas a tener las que quieras sin la necesidad de suavizar la música. No tocas para el posero que sólo tiene el disco negro porque le gustó Enter Sandman y The Unforgiven por verla día y noche en MTV. No tocas para Esquire o Rolling Stone. No tocas para las disqueras y los críticos. Tocas para el pata con el polo del Metal Up Your Ass y Reebok de basquet blancas. Tocas para los desadaptados y trastornados, pero buenos de corazón, como todo metalero. Tocas para los que tienen todos tus discos, demos, bootlegs, videos en VHS y por lo menos un poster de la banda en la pared, que ven día tras día. Tocas para los chiquillos que gracias a la música que les regalaste motivaste convencidos a coger un instrumento hasta dominarlo con destreza sacando tus canciones.

Cuando empezaron a hacer música a principios de los 80s desde sus primeras presentaciones en vivo Metallica desplegó sus mejores armas, con la potencia y velocidad que se requieren para endurecer cuellos y romper tímpanos. Gritos, headbanging, mosh, volumen al mango. Un mismo sentimiento compartido por los cuatro del escenario y los miles que acudieron a escucharlos. Pero había algo más, hasta cierto punto importante, reflejado en su manera sencilla de vestir; igual que tu, yo, los demás. Sin alardes, como gente normal, como cualquiera de tus amigos del barrio. Metallica éramos nosotros mismos, como lo proclama James cuando tocan Whiplash en vivo: «Cause you are Metallica» -porque ustedes son Metallica-. Más claro, imposible. Jeans y casacas de cuero, de esas que tienen cierres en las mangas y otras partes, que se ven recontra achoradas. Además, se notaba que no les preocupaba cómo llevaran el pelo, siempre y cuando fuera largo y greñudo, como el gran Cliff Burton. Lógicamente, la gente los recibió con cariño más por hacer esa música tan de puta madre, que por una cosa tan banal como su look. Y al final eso es lo único que importa, la música.

El Kill’Em All fue un buen debut, con temas como Hit The Lights, Motorbreath, The Four Horsemen y por supuesto la brutal Whiplash, que se convirtió en un llamado para el desmadre, ya que el público se vuelve loco cuando la tocan en vivo, armándose un pogaso masivo en cada concierto. Primero, James nos va preparando con algunas palabras motivadoras para lo que se viene. Luego, con unas cuantas rasgadas bien conocidas, y La adrenalina empieza a fluir/ Destruyendo todo a tu alrededor / Actuando como un maníaco/, daban inicio a la canción, para unos segundos después unirse los otros tres, aumentando de golpe la intensidad del ambiente de expectativa listo para estallar, sonando con agresiva armonía el incesante rugido de los tambores de Lars, los potentes y distanciados riffs de Kirk, y el ensordecedor ruido del bajo de Cliff, Jason o Robert, por cincuenta y tres segundos más, tiempo suficiente para que la adrenalina fluyendo por miles de decenas de venas alcanzara sus niveles máximos, para cuando Whiplash fuera finalmente liberada con toda su furia, la energía contenida sea expulsada hacia al exterior con el mayor poder posible. Todo esto durante exactamente cuatro minutos con treinta y dos segundos. Pura manipulación de masas. Qué hijos de puta.

Muy parecido a lo que hicieron Fred Durst y compañía en Woodstock ’99 con Break Stuff, a pesar de que los organizadores, conscientes de los efectos con malas consecuencias que este tema genera entre sus seguidores, que para esos momentos del evento ya venían causando destrozos e incendios por la combinación de drogas duras con música dura. La canción baja de intensidad, mientras Fred va preparando al enorme auditorio para que desate la furia…cuando él de la orden. Les dice que quiere que saquen toda esa energía negativa de su puto sistema. Si tienes problemas con tu novia, con tu jefe, con tu trabajo, con el propio Fred o contigo mismo, pues estás a punto de recibir la dosis de rock pesado que te ayudará de manera instantánea a expulsar, solo por un corto aunque suficiente tiempo, parte del peso que cargas por las cagadas de tu vida, y a la manera que prefieres: con violencia descontrolada, por supuesto. Les dice que cuando la canción golpee, deben golpear. / Me siento como una mierda / Sugiero que mantengas tu distancia, porque ahora mismo soy peligroso / Todos nos sentimos como una mierda, porque somos tratados como mierda / Y a todos esos hijos de puta que intenten enfrentarme, espero sepan que traigo una motosierra / Te pelaré el culo hasta dejarlo en carne cruda / Y si mi día sigue así, probablemente rompa algo esta noche / Si mi día sigue así…/ -todo para- …¡Probablemente te parta la cara esta noche! /…. y ¡Boom!, los cinco vuelven con todo para liberar la ira contenida por decenas de miles con la máxima agresividad posible. /¡Denme algo para romper!/ -pide- /¡Solo denme algo para romper!/ -pide a gritos-. /¿Qué tal tu puta cara?/

Otros genios hijos de puta. Y ya sabemos que Woodstock del ’99 fue reducido a cenizas, gracias a Limp Biskit y otros más, pero principalmente debido al público y sus reprimidas frustraciones compartidas a punto de estallar.

Volviendo a Metallica, el Kill’Em All es un álbum realmente bueno para ser el primero. El debut que se convirtió en un clásico del metal. Aparte de lo trascendental que significó la llegada de Kirk Hammett como primera guitarra, convencidos de que el ex Exodus podría llevarlos a otro nivel. Y Kirk pensaba algo similar, lo que podría llegar a ser Metallica si él se les uniera. Y así fue, la destreza musical robada a Exodus encajó a la perfección, mucho mejor de lo esperado. Kirk Hammett grabó algo apresurado las canciones del Kill’Em All, y no compuso ni una sola. El nuevo y talentoso miembro repotenció a Metallica no sólo por ser un excelente guitarrista, si no también porque definió el inconfundible sonido particular de la banda, componiendo intrincados riffs e increíbles solos.

Al año siguiente sacaron el Ride The Lightning, que definitivamente fue un gran avance, tremendo disco, ya que empezaban a definir mejor su sonido. Este segundo álbum incluye grandes temas como For Whom The Bell Tolls, Creeping Death y Fade to Black, esta última medio power ballad, pero que no está mal, y mejora hacia el final cuando agarra viada. Con el Ride The Lightning captaron la atención de la industria, siendo los novatos con futuro que las bandas consagradas querían de teloneros en sus giras. Como Ozzy, por ejemplo.

En esos días se ganaron el apelativo de Alcohollica, ya que chupaban como endemoniados. Budweiser en cantidades y Smirnoff en exceso. Como nota aparte, Hetfield contaba que, cuando se metía a la ducha después de un concierto, entraban con él diez o doce groupies rebuenas, para enjabonarlo y tirárselo entre todas. Lo que es creíble porque la mayoría de bandas pasan por este tipo de situaciones, ya que las groupies buscan cogerse a los músicos famosos como una manera de coleccionarlos, proporcionando sus bien proporcionados cuerpos para mayor disfrute de los artistas -porque de cerebro no tienen mucho que ofrecer-, y lógicamente los músicos retribuyen agradecidos las muestras de afecto de sus bellas y regalonas fans atendiendo sus deseos apropiadamente.

Otra nota aparte, pero esta sí de relevancia, trata de cuando James y Lars despertaron a patadas al etílico inconsciente de Dave Mustaine mientras dormía la borrachera permanente sobre el sucio piso del miserable apartamento que se agenciaron durante su estadía en Nueva York, durante sus inicios como clásica banda sin un centavo, pero con demasiadas ganas de hacerse escuchar. Y Dave, aturdido por el alcohol acumulado, imposibilitado de comprender qué era lo que sucedía, recibió un boleto de vuelta en bus para California, junto con las duras «Nos cansamos de ti y tus huevadas. Estás fuera.» Un despido con desprecio, al estilo de Lars, aunque a la larga resultó positivo para los involucrados, pero principalmente para el metal, ya que la salida de Mustaine significó el ingreso de Hammett a Metallica, y por otro lado sembró la semilla de lo que sería Megadeth, otra muy buena banda que apareció en escena poco tiempo después.

Luego del Ride The Lightning lanzaron el monumental Master Of Puppets, grabado en los estudios del dulce silencio en Copenhague, a pedido y por presión de Lars, que es danés de nacimiento. Este tercer trabajo es el mejor disco de Metallica de lejos, y del metal en general, yo diría dentro del top 5. Es claro que el Master Of Puppets tiene un sonido característico especial, particular, diferente, único, de lo mejor que he escuchado; además que se fueron más hacia el thrash, que en realidad era lo suyo, lo que les salía mejor. Buen thrash metal a su estilo. Los temas que compusieron para el Master son todos realmente buenos, pero los mejores sin duda alguna son Disposable Heroes y Battery -en ese orden-, ya que ambos son como un devastador ataque de artillería que te invita a querer destruirlo todo. Tremendas canciones con tremendo sonido, a toda velocidad y con cambios de ritmo que descomputan, a pesar de que encajan limpiamente en cada tema. Este álbum incluye también Lepper Messiah y por supuesto Orion, el instrumental, con el bajaso que le mete Burton.

El Master estaba en otro nivel, y llegó para arrasar. Desde ese momento en que fui iluminado, supe qué era lo que quería escuchar en adelante, y hasta ahora, después de tantos tantos años, sigo poniendo el Master completo de vez en cuando. Aunque indudablemente el mejor álbum de metal de todos los tiempos es el Reign in Blood, por su impactante velocidad y brutalidad, especialmente lo hecho por el genio de Dave Lombardo, con esos magníficos redobles a toda velocidad y su legendario doble bombo, porque hay sus días en los que necesito escuchar a Lombardo romperla en cada una de las muy de puta madre canciones de este álbum y algunos otros, que te van golpeando con fuerza una seguida de otra y de otra más sin darte respiro, hasta quedar aturdido y extenuado, pero experimentando un perfecto estado mental y anímico.

Esperábamos que su siguiente álbum fuera incluso mejor que el Master of Puppets, o por último muy parecido. Pero pasó lo peor que podía pasar. El bus que los llevaba de gira por Europa resbaló en la nieve sueca, al parecer por culpa del conductor, que quizás se quedó dormido, estaba en tragos o iba muy rápido. Nunca sabremos lo que realmente pasó aquella noche. La cosa es que el bus patinó, se volteó, y Cliff salió disparado por la ventana al igual que varios pasajeros, a los que no les pasó casi nada. Pero al infortunado no sé por qué maldita razón Cliff le cayó encima todo el peso del puto bus, aplastándolo hasta su congelada muerte, vestido sólo en calzoncillos. Esto es algo que hasta ahora no entiendo, a pesar del tiempo transcurrido. Qué manera tan poco digna de morir para alguien tan cool como Cliff. Tremenda pena cuando me enteré. ¡Cliff ‘Em All!

Luego del accidente no se sabía qué iba a pasar con la banda. Pero poco tiempo después -demasiado corto en mi opinión- iniciaron audiciones para reclutar a un nuevo bajista, y el suertudo elegido fue Jason Newsted, que es muy bueno, pero definitivamente no del nivel, originalidad ni locura de Burton. Pero la gente lo aceptó con cariño, reconociendo su buena actitud y las ganas que le metía a cada tema. Imaginen esa llamada, en la que James, o lo más probable Lars, te vacilen por un rato, para finalmente decirte que sí, que le ganaste a todos, que entraste, que vas a ser el nuevo bajista de Metallica, para ocupar el irremplazable lugar que dejó vacante el legendario Cliff Burton. Imagino que se te debe salir la caca de la impresión. Pero, te dijeron que serás contratado, un músico contratado, no un miembro oficial de la banda, para que siempre lo tengas claro. Sé que a Jason en ese momento nada de eso le importó, por el aún incrédulo orgullo de ser el nuevo bajista de Metallica. Iba a tocar nada más y nada menos que con, sus putos ídolos, los huevones con mueca de asados que veía cada día pegados con cinta en la pared de su cuarto. Grande Jason.

Para el cuarto álbum hicieron lo más inteligente para superar la dolorosa muerte de Cliff, y a la vez procurar que la música y el empuje de la banda se vieran lo menos afectados posible. Sin perder tiempo y con Jason dentro, volvieron al estudio para grabar el And Justice For All, el de la portada blanca, igualmente muy bueno como se esperaba, aunque gestado con la imposible misión de superar a su predecesor. Los fanáticos de la banda lógicamente esperaban que lo que siguiera fuera algo parecido, o incluso mejor que el Master; un Master similar, pero distinto, repotenciado con más metal.

Eso querían los seguidores, pero no era lo que la banda pensaba hacer. Quizás, puede que hayan concluido que sería extremadamente difícil que lo nuevo les saliera tan bien como lo anterior, además de tratar de replicar ese particular sonido que tanto gustó. Seguramente por eso decidieron intentar otras cosas, dejando que los riffs, acordes y armonías marcaran el nuevo camino. Lamentablemente, optaron por cambiar el sonido del nuevo álbum, tratando de desmarcarse del anterior en su búsqueda de crecimiento musical. Para que le saliera una nueva cabeza al monstruo, con personalidad propia.

Durante la grabación del And Justice For All, el lacroso de Lars le jugó una fea pasada a Jason, ya que durante la mezcla no se le ocurrió mejor idea que reducir al mínimo de lo audible el sonido del bajo en la edición final. Por ello es que casi no se oye el bajo, es más como un zumbido grave, que no permite apreciar con claridad lo hecho por Jason. Yo no sé qué se le habrá metido en la cabeza al huevón de Lars -que en mi opinión no es un buen baterista-, para querer joder así al nuevo miembro, prácticamente anulándolo. Quizás, pueda ser un asunto de hacerlo pagar derecho de piso, o una extraña manera de honrar la memoria y el lugar que tenía Cliff en la banda. Los detalles sólo los saben ellos y los del estudio de grabación. El resto es especulación.

También pasaron más cosas con el sonido en el And Justice, ya que tampoco sé que se le metió de nuevo a Lars al decidir cambiar el golpe de los bombos, antes graves y potentes, por unos con una nota distinta, parecida a como de batería electrónica, que suena medio raro, con menos punche, un sonido hondo y apagado. Al oír este álbum las primeras veces no me cuadró mucho el nuevo sonido de la percusión. Aparte de lo de los bombos, la tarola sonaba a como si estuviera golpeando una tabla de madera, y no una profunda tarola como las que incluyen casi todos los sets de los bateros del género.

Entiendo y respeto su derecho bien ganado para atreverse a experimentar cosas nuevas, y aunque este álbum no se parece en nada al Master of Puppets, tiene excelentes canciones, como la veloz Blackened, la progresiva And Justice for All, y por supuesto The Shortest Straw, que es demasiado de puta madre. De One sólo me gusta la segunda parte, cuando agarra thrash, lo que les salió bien para contrarrestar la aburrida lentitud de la mayor parte del tema más comercial del álbum. Como casi siempre pasa, las mejores canciones de toda buena banda no son las más populares del disco que las lleva. Los mejores temas no son los promocionables singles con video, que no pasan de los tres minutos y medio para encajar con los tiempos y programaciones de las radios y programas de tv más sintonizados. Las mejores canciones son las de cuatro minutos para arriba, las que están al final del lado A o en cualquier lugar del B. A menos que sean punk, donde muy pocas llegan a los tres minutos.

Pero el And Justice For All seguía siendo un disco de thrash, de un excelente thrash metal progresivo.

Metallica creó un original e inconfundible sonido propio, que los desmarcó y pronto colocó por encima del resto. Este sonido particular de Metallica por supuesto que se debe a la velocidad, la potencia, los cambios de ritmo, el bajo sucio y grave, el pesado y veloz rasgueo de riffs, y la furiosa voz de James. Todo eso comprende el sonido de Metallica, lógicamente. Pero, hasta cierto punto. Hay algo más que es lo que realmente hace que Metallica suene a Metallica. Una combinación de notas y efectos únicos. Melodías y Armonías. El espíritu de Metallica, que no se presenta en todas las canciones, ni siquiera en una canción completa. Puede aparecer sólo por pocos segundos, o puede tomarse uno o dos minutos, y sólo en determinadas partes de algunas canciones. Pero se nota claramente cuando sucede, cuando Metallica suena al mejor Metallica.

Y los responsable de esto son Kirk Hammett y su guitarra ESP KH-2, personalizada para las manos de uno de los mejores guitarristas del mundo. El real espíritu de Metallica que hace que Metallica suene a Metallica es Kirk Hammett, por sus geniales acordes, solos, riffs y melodías. Por todo ese talento. 

La mayoría cree equivocada, aunque sin estarlo del todo, que Metallica es Metallica por James. Por rasgar con furia su guitarra y garganta. Porque puede que Hetfield sea el mejor frontman de su época, y fácil el tipo más cool del mundo. Para muchos es como un dios, y lo entiendo. ¡Si es el puto James Hetfield! Su presencia es impactante, más cuando tenía el pelo largo. Una pierna adelante y otra detrás, listo para arremeter, arqueado sobre el micrófono con una actitud recontra achorada; y eso se admira y respeta.

Todo eso era James Hetfield. Y Metallica tampoco sonaría a Metallica sin él. Además, Cliff Burton era una leyenda viviente y por supuesto un gran bajista; un músico único en su especie, que bastante tiene que ver en la definición del sonido de Metallica. Y, por otro lado esta Lars, el frío cerebro calculador que maquinó todo desde el principio.

Entonces, en mi humilde opinión, el inconfundible sonido particular de Metallica se manifiesta con mayor claridad sólo en algunos temas: Fade to black, segunda parte, del minuto 5:05 al 6:53, incluyendo el solo del 6:13 hasta el final. Welcome Home (Sanitarium), segunda parte, del 3:45 hasta el final; pero lo mejor, el más claro ejemplo del ADN del sonido de Metallica, es el cierre de la canción desde el 4:50 hasta el final en el 6:27. Disposable Heroes, toda la canción, todita. Damage Inc., el inicio de un minuto. Blackened, desde el principio hasta el 0:35, que vuelve en el 4:06 hasta el 4:30, y de nuevo en el 5:01 con el solo hasta el 5:32. And Justice For All, del minuto 6:22 al 7:26 y vuelve al final del 9:15 para cerrar en el 9:44. One, segunda parte, del 3:54 al 4:33, vuelve en el 5:47 junto al primer solo, se intensifica en el 6:37 con el segundo solo hasta el final en el 7:44. The Shortest Straw, del 3:46 al 4:50, incluyendo por supuesto el magnífico solo de Kirk.

No me olvido del Garage Days Re-Revisited, un EP de cinco canciones que incluye covers de algunas de las bandas que los influenciaron de jóvenes, grabación que lanzaron entre el Master y el And Justice, seguramente para darle confianza a Jason. Este EP se nota que es medio chonguero, como que querían vacilarse haciendo algo para nada serio, y a pesar de supuestamente no darle mucha importancia, les salió un disco de tributo muy bueno. Incluye temas como Helpless, demoledor por la veloz potencia desplegada por 6:37 minutos, con el magnífico solo de guitarra que se mete Hammett a partir del minuto 4:56 hasta el 5:42, aunque lo mejor del solo arranca en el 5:22. Tanto así me gusta el solo de Kirk que puedo repetir esa pequeña parte de la canción una y otra vez, sencillamente por ser demasiado bueno. También está ahí Last Caress, una clásica de los Misfits de los tiempos de Glen Danzig, que les salió bien punk y metal a la vez. «Tengo algo que decir / Hoy maté a un bebé / Lo que poco me importa / Siempre y cuando esté muerto –fuerte- / Dulce adorada muerte / Espero por tu aliento / Oh, dulce muerte, una última caricia /». Genios. Siempre me ha gustado mucho esta canción, en ambas versiones, la original y el tributo, y cada vez que la pongo me alegra el día.

En resumen, los cinco covers -seis si incluimos Green Hell como una más- del Garage Days son todos realmente buenos, por ello lo siento como un álbum más de Metallica, aunque no sea de los oficiales. Además que no podemos negar que la portada da risa por la cara de payasos que ponen para la foto, los cuatro apretados dentro de una pequeña ducha con instrumentos y todo.

El quinto álbum oficial fue el disco negro el de la culebrita que casi no se nota en la portada, que representa la serpiente de la bandera de Gadsden, antiguo emblema libertario de los primeros libertarios de los Estados Unidos, que aparece sobre la declaratoria frase «Don’t Tread on Me», que significa algo así como que no se metan conmigo, o no me pisoteen, que voy a responder. Este emblema me agrada porque representa un mensaje agresivo expresado de manera defensiva, y Hetfield lo tiene como suyo porque James es un libertario convencido. Por ello el tema Don’t Tread On Me, que justo habla sobre esto, además que la canción es buena y pesada. Antes de leer la letra, pensaba que en esa parte donde dicen so be it, decían soviet, ya que ambos suenan muy parecido, ¿verdad?, lo que me sonó con hartos huevos, para cantarle cosas así de frente a los soviéticos. Porque no olvidemos que cuando la grabaron aún existía la guerra fría del siglo pasado -no la de este-, y para concha después fueron a Moscú luego de la caída del Muro para tocar en ese conciertaso junto a Pantera, ante tanto público, incluida la KGB. Aunque pienso que puede que sean las dos cosas, que en realidad quisieron decir soviet, pero eligieron no ser tan directos para evitar problemas diplomáticos con la superpotencia enemiga, y se fueron por el juego de palabras con el so be it.

En el disco negro también hay otros temas muy buenos, como Enter Sandman, la canción que los catapultó a la fama. La primera vez que la escuché, a volumen máximo, luego de romper el plástico que cubría el cd para olerlo por todos lados y sentir ese aroma mágico de algo recién impreso, me impresionó la potencia de la canción, y al toque noté que nuevamente habían cambiado el sonido de sus instrumentos para el nuevo álbum. Esto ocurrió porque antes habían oído el Dr. Feelgood de Motley, producido por Bob Rock, y al toque se jalaron a Bob Rock para que produzca el nuevo álbum. Y Bob realizó un súper trabajo, como ya sabemos. Porque si uno escucha la canción Dr. Feelgood, especialmente el principio, cuando arranca con esa poderosa combinación de bajo y batería que suena de la csm, nos damos cuenta de que se trata de algo diferente, un nuevo tipo de sonido, el resultado de las nuevas herramientas tecnológicas desarrolladas  con el fin de mejorar las técnicas de grabación y producción, en beneficio del buen metal, y la música en general. Esto se nota claramente en Enter Sandman por su devastadora potencia, aparte que es una buena canción que juega con las pesadillas de los niños, y para cuando James nos ordena bow -arrodíllate- antes que reentren con fuerza para el final, pues yo me arrodillo, porque Hetfield es como un dios pagano, que de alguna u otra manera debemos venerar, citando a uno de los jugadores de fútbol americano con apariencia de supremacista ario del equipo de Al Pacino en Any Given Sunday.

También son buenos temas Sad But True, que es densa y pesada, y por supuesto Wherever I May Roam, tremendo tema con tremenda letra, con la que me identifico absolutamente. Otra buena es Nothing Else Matters, que si bien es una balada metal, no deja de ser una excelente canción, con el fenomenal solo de James, que a pesar de ser corto le mete harto feeling.

Y hasta allí llegó Metallica, por lo menos a lo que en composición se refiere, ya que como expliqué antes, luego del disco negro sufrieron el castigo de los dioses del metal debido al cambio tan radical en su música y apariencia. Pero principalmente les cayó encima por la falta de respeto y consideración mostrada con desdén hacia sus incondicionales fans, que esperaban más del Metallica de siempre. O por lo menos un Metallica reinventado, pero nunca a tal extremo de lanzar un álbum para nada bueno.

Y esto lo son el Load, el Reload, y los demás discos que les siguieron, que no vale la pena mencionarlos porque no hay nada ahí que rescatar, si se comparan con lo que hicieron en sus mejores años. Además, como que dejaron de ser metal metal por un tiempo, aunque para ser justos puede que hayan hecho un heavy algo aceptable del sexto álbum en adelante.

Si fueran otra banda, pero no Metallica.

Como un intento para recuperarse del bajón sufrido y continuar vendiendo discos, sacaron otro más de covers, el Garage Inc., que repite canciones ajenas o propias ya antes lanzadas, pero que incluye algunas realmente buenas como Whisky in the Jar de Thin Lizzy, y por supuesto Tuesday’s Gone de Lynyrd Skynyrd, una de las mejores canciones de todos los tiempos, si no la mejor.

Luego de darse cuenta de su tremendo error, trataron de volver al thrash con el Death Magnetic, pero ya era demasiado tarde para corregir, y no les salió nada bien. Con la inspiración negada, la realidad era que Metallica había muerto -por lo menos en lo a que composiciones se refiere-, ya que cuando se presentan en vivo siguen siendo el Metallica que antes admirábamos tanto. Metallica podrá haber cambiado el sonido en cada álbum, pero en vivo siempre suenan a puro Metallica. En vivo no se siente una gran diferencia entre el sonido de los temas de los diferentes discos que grabaron, ya sean nuevos o clásicos. Whiplash suena como Battery; For Whom The Bell Tolls como Sad But True. Por ello en vivo Metallica continúa arrollando y llenando estadios, aunque muy pocos compren sus últimas grabaciones.

Finalmente vino todo este embrollo con Napster, cuando a Lars -siempre Lars-, no se le ocurrió una mejor idea que ir en contra de las tendencias y usos tecnológicos del momento, y de manera consciente, o sin darse realmente cuenta lo que hacía, pero claramente por angurriento, cargó no sólo contra Fanning y Parker, si no también contra sus propios seguidores, especialmente los de instinto pirata, -que para esos tiempos éramos la mayoría- con esa estupidez sin sentido al demandar a programadores y usuarios por igual, en un vano intento para prohibir la descarga de su música por medio de Napster y tantos otros programas para compartir archivos en formato mp3.

De nuevo se equivocaron mal, la recontra cagaron por avariciosos, por querer ganar aún más plata. Para ello debían evitar la descarga gratuita de sus canciones, y mal aconsejados por sus enternados e igual de angurrientos abogados, iniciaron la tristemente célebre demanda contra Napster, historia que todos conocemos. Pero lo más lamentable, es que intentaron negarle a sus propios fans disfrutar de su música, de las canciones con las que crecieron y que tanto adoraban -y siguen adorando-, recurriendo a la sucia amenaza de castigarlos con la aplicación de leyes creadas en otros tiempos, extremadamente alejadas de la nueva realidad, lo que es algo imperdonable.

Para ser justos, cuando olvidemos por un momento lo que Metallica hizo por la música en sus mejores tiempos, algunos clips de sus conciertos nos pueden ayudar a recordar: Hit the Lights en Chicago en 1983, For Whom the Bell Tolls en el mítico Day on the Green en Oakland 1985, Battery en Seattle 1989, Whiplash en San Diego del Live, Shit, Binge & Purge en enero del 92, o The Shortest Straw en Washington D.C. en julio del mismo año.

Por eso Metallica siempre será Metallica. Ganaron por mérito propio un lugar en la historia con esos cinco geniales primeros álbumes. Lo que vino después, realmente no importa.

«…y la ruta se convierte en mi novia

Me despojé de todo, menos del orgullo

Por eso en ella confío

Y me mantiene satisfecho

Me da todo lo que necesito

Y con polvo en la garganta, anhelo

Solo el conocimiento guardaré

Para el juego, sigues siendo un esclavo

Trotamundos, errante

Nómada, vagabundo

Llámame como quieras

Pero me tomaré mi tiempo en cualquier lugar

Libre de decir lo que pienso en cualquier lugar

Y me redefiniré en cualquier lugar

Donde quiera que vaya

Donde reposa mi cabeza es mi hogar…yeah!»

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