Cuestión de pájaros

Cuestión de pájaros

Ema UB

03/08/2023

Las bromelias no abren, no tienen la intención de abrirse ante la insistencia del colibrí. El rosal deja caer su última hoja con los susurros del otoño, se desviste ante la vida con el recuerdo de su extrema entrega al colibrí; lo dejó entrar una y mil veces y hoy él no le acompaña en su despedida de la primavera.

Un par de mirlos observan la situación desde la rama de un encino, se mofan del colibrí y su hambre de bromelias a destiempo. Cuchichean los mirlos, hablan del amor, la traición, las pasiones pasajeras, la infelicidad, la soledad y finalmente de la muerte del rosal. Para los mirlos el rosal no tiene importancia, no les da alimento, no les alegra la vida, no entienden su aroma y en resumen no les afecta, ni beneficia su vida, así que su muerte es una de las tantas que ocurre en el mundo.

Un petirrojo devora la última mora de la sarza pensando en la estupidez del colibrí. Si una flor no se abre es mejor no gastar energía y volar a otro lugar, porque pronto morirá el día y en la obscuridad resulta complicado volar, más aún hallar alimento. El petirrojo dedica una leve mirada al rosal, recordó la ocasión en la que casi se hiere las alas al volar por sus cercanías. Se muere el rosal, al petirrojo le parece que será beneficioso, así podrá volar con mayor libertad, sin miedo a herirse las alas, sin miedo a la espina. Para el petirrojo en el mundo tienen mayor importancia las sarzas, ellas, aunque cargadas de espinas producen alimento, con ellas no importa herirse las alas porque la herida siempre valdrá la pena, pero las rosas, ellas que dan, además de vanidosa hermosura, nada más.

Desde una rama de manzano observa con atención un  ruiseñor, conoce al colibrí, sabe que no se rendirá, quizá hoy se marchará sin insistir más, pero mañana volverá, rondará a las bromelias hasta que se decidan a darle una oportunidad. Se muere el rosal, ese que tantas visitó el colibrí, ese que nutrió su vida, se muere en soledad. El ruiseñor entona una canción recordando el color de su flor, recordando el amor, recordando que en el mundo todos los días se muere una flor y que por ellas nadie menciona una oración.

Tristeza en el corazón de algunos, alegría en el corazón de otros, hambre en el corazón de aquel que entiende la vida: desde la rama de un roble un halcón observa con atención, «Tontos todos ellos, hacen comunión por un rosal que ya murió, mientras mi hambre le pone sentencia a sus vidas».

Etiquetas: pensamiento reflexión

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