La ventana de la perdida y la mariposa.

La ventana de la perdida y la mariposa.

Kayo

24/06/2023

Johan Freíd, colocaba rigurosamente unas monedas de plata sobre un libro de cuero, provisto de ranuras ovaladas donde coincidían perfectamente. En las piezas, casi no se leía el grabado, eran bastante antiguas como extrañas, y eso a Johan lo emocionaba. Al terminar de ubicarlas, cerro el libro y lo regreso a un estante con ventanillas de vidrio azul. Era tiempo de ocaso, por lo que un repentino ataque de hambre, lo llevo en dirección a la cocina.
Llegar hasta allí requería atravesar la sala, donde de vez en cuando invitaba a los vecinos a conversar. Era un enorme espacio con muebles adornados al estilo Versalles. Sin embargo lo que más que resaltaba de aquel sitio, era una pequeña ventana sin rejas (Pues él las había quitado) que daba a la entrada de la casa. Por la cual a esas horas, dejaba pasar una luz cálida que se deslizaba, hasta descansar sobre los tapizados. Al llegar a la posición donde se situaba la ventana, Johan alcanzo a ver como un coche se estacionaba frente a la casa. Se acercó más hacia la ventana, hasta estar al frente, casi hociqueando su débil reflejo. El auto en cuestión, le resultaba muy familiar. Un Avant rojo, con pequeñas faltas de pintura en la parte trasera. Aun intentando reconocerlo, vio bajar a una mujer y a una niña, las cuales identifico al instante:

  • ¡Pero si son mi mujer y mi hija Beatriz! — Se dijo— Y ese es el coche que compramos luego de tener la casa.

La mujer, con ayuda de su hija, comenzaron a bajar algunas cosas del maletero. Eran valijas de todos colores, que Johan había alquilado tiempo atrás. Al verlas ahora dirigirse a la puerta, Johan comenzó a girar en su propio eje nervioso y asustado.

  • Tendrían que haber regresado en una semana ¡Que ha ocurrido! — exclamaba.

Se vio preso de pensamientos negativos ¡Todo se había terminado! Las tardes con las monedas, las charlas con vecinos hasta el anochecer en la sala, ¡Y cómo no! El poder saciar el hambre. Debía también, volver a colocar las rejas sobre la ventana. Entre aquellas cuestiones empezó a recordar que hermoso había si todo. Cuando en una de las tardes, leyendo tranquilamente sobre el pasto, encontró una centellante mariposa naranja, volando sin resentimientos sobre algunas petunias, y el, tan maravillado de su hermosura la hubo perseguido por todo el jardín. Al darse cuenta que nadie le decía nada ¡Que felicidad lo inundo! De aquellas que no se pueden explicar. Los días siguientes no se quedaron atrás, durante la mañana se manifestó en su camino, su vecina Magui, una mujer alta, que se había mudado hace poco a la cuadra.
Al entonar una conversación, contemplo con placer que interesantes ideas tenia aquella mujer ¡Que inteligencia! Sin medir directrices la invito a un desayuno con el fin de continuar charlando. Y así paso, tan elaboradas y conscientes eran sus ideas, hablaba con pasión y sabiduría sobre la guerra, las potestades de la tierra y sobre una posible teoría de dominación mundial. El, como un niño, escuchaba cada una de aquellas palabras que nunca antes habían llegado a sus orejas. Hermosos momentos lo envolvieron. Y aunque su dicha se mantenía en la presencia de Macchi, al estar completamente solo, esta incrementaba con ferocidad, inundándose de monedas, mariposas y hambre.
Pero cuando su mujer eh hija estaban ya, a medio metro de la puerta. Recordó el incidente de la tarde anterior. Al igual que antaño, se encontraba feliz, dando saltos por el pasto y las salas, cuando de pronto un impulso lo invadió. Vinieron a su mente sus padres y unas cajas que había retirado de su antigua casa, cuando ellos lamentablemente habían fallecido.
Subió hasta el latico donde recordaba haberlas guardado. Eran cajas marrones con el apellido FREID talladas en marcador barato. Al abrirlas encontró su infancia en ellos, fotos de niño en soledad y junto a sus padres, ¡Cuánto lloro al verlos otra vez! Así, en medio de lágrimas de recuerdo, también encontró un pequeño sobre, era un elegante papel que le recordaba a la envoltura del libro de monedas.
Al sacar el contenido, encontró un formulario firmado de forma temblorosa y divagante, que se notaba por las irregularidades del pulso. Luego de leerla las lágrimas se le secaron ¿¡Que información era aquella¡? Leyó una y otra vez, pero la compresión siempre le era igual. No había duda de que aquellos eran papeles de adopción. Se sintió tan débil que rogaba porque alguien estuviese con él para amortiguar su inevitable caída, pero no había nadie. Cuando se levantó ya era de mañana, dejo todo como estaba y bajo hacia el jardín para ver si la mariposa había regresado. Pero no encontró nada, se sucumbió entonces, en el libro de monedas y miro cada una de las paginas lentamente. Mientras lo hacía se preguntó: Desde hace cuánto le gustaba aquella tarea. Junto con ello, se cuestionó quién era el.

Un ruido lo saco de sus pensamientos, volvió a mirar por la ventana y vio a una mujer junto con una niña tocando la puerta, se preguntó quienes podrían ser.

By Kayo

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS