De pequeños nos suelen decir que todo en la vida tiene solución, que los problemas se resuelven y que el único que puede quedar sin respuesta es cuando llega el momento de marcharnos.
Sin embargo, a medida que vamos creciendo, nos damos cuenta que hay muchos problemas que pueden tener varias contestaciones y es en ese momento cuando llega la verdadera incertidumbre. Sí, es verdad, seguro que habrá alguna solución para ello; pero claro, cúal es la que debemos tomar? La correcta? La que de resultado sea nuestra máxima felicidad.
Aquí, es cuando empiezan nuestras dudas o quizá también se pueda definir como miedos. A la hora de tomar decisiones todo esto se junta y probablemente sea de las cosas más complicadas que nos podemos encontrar. No estar seguro de que es lo que quieres hacer, de qué es lo que verdaderamente sientes o tan simple como no saber qué es exactamente lo que te hace feliz. Es difícil elegir qué camino seguir si no conocemos que va a haber al final, más aún si empezamos a pensar que habrá hasta llegar a ese fin, y sobre todo si nos centramos en la típica frase de que todos los principios son duros.
Las decisiones son cosas de sabios y no todos estamos preparados para ellas, el miedo a equivocarnos predomina en nosotros y tal vez sea por esto por lo que pensamos tanto las cosas. Sería fácil el “dicho y hecho” de los que muchos hablan, pero hay que estar muy preparado para afirmar eso. Ese nivel de seguridad y autoconfianza no es muy común en las personas, aunque haya quienes dicen de ser muy seguros de todas sus elecciones. Ojalá pudiésemos saber qué es lo correcto y que no nos vamos a equivocar, que arrepentirnos no entra como opción y que el único fin es disfrutar de esa decisión.
Parece ser que eso de sentir no es tarea fácil. Por miedo dejamos de hacer cosas que nos hacen felices, ya sea por si fallamos o puede ser que no nos veamos preparados para ello. Y es por la duda, por la que vienen los problemas, no tener confianza en qué es lo que queremos solo nos va a limitar a disfrutar de esas cositas que quizá algún día sea lo único que recordemos y es aquí donde nos daremos cuenta del valor que tiene el miedo y la duda en nuestras vidas. Como simplemente dos palabras pueden jugar tanto con nuestros pensamientos.
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