Siempre plasmando escritos en cuadernos, celulares o documentos de Google.
Usando ocasiones mínimas para desahogarme en la inquietud del silencio.
Y creyéndome capaz de estructurar un escrito digno de leer,
sabiendo que carezco de reconocimiento, pero no de talento.
Es divertido jugar con mi vocabulario y adaptarlo a mis desgracias del día a día.
También me encanta la exquisita literatura mental que tengo para proyectar mis obras con grandeza.
Desconozco si podré ganarme el título de poeta, pero la llama de inspiración en la mano no me pesa.
Redactar, más que una acción, es dejarlo ir todo, exhalar en paz tan solo por un momento…
Ya sea para liberar un poco una mente saturada, un corazón desgarrado y permitirle al alma sentir que está en un descanso.
Inicié esta fase de mi vida, teniéndola en cuenta solo por momentos,
pero, a veces, siento que es un estilo de vida que me alivia todo el tiempo.
De tantos mensajes que se pueden transmitir,
no quiero predicar el perfecto,
sino el más crudo y real que experimento.
-Antares
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