Tu libreto.

La palabra “amiga” de tu boca me alegra, pero también, duele.

Antes no dolía, pero ahora sí. Ahora es todo diferente.

No mentí cuando te dije que si me enamoraba de vos era para sufrir.

Mirame, me muero de amor por vos.

Mirame, me muero de dolor por sentir tanto amor y saber que vos no sentís lo mismo por mí.

Ha pasado tiempo y te quiero, te sigo queriendo. No importa cómo, ni por qué.

Solo, te quiero. Y jamás cambiará; tampoco te mentí cuando prometí amarte siempre. “Pase lo que pase”. Que frase tan adictiva, que promesa más típica.

Pero te juro que con vos es diferente. Siempre lo fue y siempre lo sentí diferente.

¿A vos te pasaba lo mismo conmigo?

Decime amor, A vos… ¿Te pasa algo conmigo?

Me cansé de escuchar y leer el mismo libreto de siempre.

Me cansé de tu discurso liberal, y tu amor, tu falso amor que realmente es bronca al verme con alguien más.

Vos podes ser libre, pero, ¿yo qué?

Entiendo. Siempre te entendí. Siempre te acepté, a vos y a todas tus condiciones.

Nunca te reclamé, jamás me quejé.

Pero… ¿Qué pasa con mis condiciones?

¿Qué pasa con mis sentimientos, con mi discurso de amor?

O de miedo… Depende como lo veas, aunque ni siquiera lo hagas.

Me quedo. No podría alejarme, ni no con todo el dolor que pueda llegar a sentir; no importa, me quedo.

Te quiero, y quiero quedarme.

Una vez más, aceptando tus condiciones e ilusionándome con algunas letras chicas que impliquen todo el amor que sentís por mí.

Aunque no existan esas letras…

Ni tampoco ese amor.