CERCA DE LAS NUBES.

CERCA DE LAS NUBES.

Kayo

30/09/2022

CERCA DE LAS NUBES

El sonido de sus rápidas pisada s en el ancho de las escaleras del hospital, zumbaban por los pasillos de aquel lugar tétrico. Si había un sitio donde aquellas matonas no se atreverían a perseguirla ni a buscarla, era en aquella terraza alta y lejana de las masas. Zara lo sabía, por lo que en cada ocasión que ellas querían golpearla, huía rápidamente a refugiarse. En esa ocasión en especial la habían amenazado con cortarle todo el pelo si la cruzaban al salir del colegio, por lo que no lo pensó dos veces y escapó una hora antes de que su horario de clases terminara. Normalmente durante el tiempo que se escondía ahí, no se encontraba con nadie, sin embargo, aquella vez las gaviotas que le hacían compañía durante su estadía, se habían esfumado, alertando la presencia de otro mortal. Zara la vio, apoyada sobre los barrotes oxidados que hacían de barandilla, con un camisolín blanco que le llegaba a los tobillos, su chata nariz y sus ojos apuntaban al cielo, parecía contemplar las nubes que pasaban muy cerca de ellas. Por varios segundos no pareció advertir su presencia, de no ser por un repentino estornudo nunca se hubieran conocido. La chica era de tez blanca y lisa como un papel, su cabello lacio a diferencia del rojo enrulado de Zara estaba muy bien cuidado Dispuesta a alejarse retrocedió, pero la chica comenzó a hablarle.

  • ¿también estas internada aquí? — le pregunto mirándola con unos ojos marrones.

Zara le respondió que no, e invento rápidamente que se había perdido buscando la sala de una amiga que había sufrido un accidente. La muchacha no parecía muy convencida con su respuesta, dejo de mirarla y volvió a mirar las nubes.

  • No sabes mentir— exclamo— Perderse aquí es imposible, tienes a las enfermeras preguntándote a cada rato si necesitas algo, es agotador— Su rostro hiso un leve gesto de cansancio— quizás es porque no estoy acostumbrada a ello.

Aún faltaba bastante tiempo para que bajar sea una opción segura, si no quería ser la burla del instituto todo el año no podía irse de ahí, por lo que decidió seguir con la conversación.

  • Es cierto que mentí, pero solo en la parte de perderme, realmente no estoy hospitalizada.
  • Lo sé, si lo estuvieras, tendrías que llevar este ridículo vestido.

Era de su misma edad o parecida, sin embargo, su forma de hablar y su voz firme la hacían aparentar mucho mayor.

  • ¿quieres contarme porque estás aquí? — exclamo sin despegar la mirada del firmamento celeste.

Por su parte Zara estaba nerviosa, no estaba acostumbrada a hablar con personas que no fueran su familia y menos de su edad, debido a esto hacer amigos se había vuelto una tarea imposible. Con esas condiciones, las brabuconas de su colegio no tardaron en poner sus ojos en ella, como si vieran una nueva frágil victima a la cual atormentar.

Ninguna palabra salió de su boca. La joven del camisolín soltó la baranda oxidada y comenzó a reírse

¡oh vamos ¡solo tienes que responder con un “ No es tu problema” — sigo riendo, pero al ver el rostro avergonzado y tenso de zara cambio su expresión, parecía conocer ese tipo de facción— pero si quieres hacerlo. Puedo escucharte.

El sol pronto abandono su tono amarillento y se convirtió en una esfera naranja, que ilumino las orillas de la ciudad, junto con la azotea y las jóvenes.

Ya veo, matones — exclamo mientras cerraba sus ojos por la intensa luz del horizonte solar— puedo ayudarte con eso.

De verdad — Dijo de con emoción Zara, emoción que duro unos segundos antes de que pensara que se había visto patética.

Así es, solo tienes que hacer algunas cosas por mí.

¿Cuales?

La primera…— se detuvo un momento como si nunca hubiera pensado en ello— trae una hamburguesa.

¿Una hamburguesa? — exclamo un poco confundida

De las que salen en los comerciales de la televisión, la que niños mimados como tu parecen disfrutar.

Su expresión tan seria, le provoco una pequeña risa.

¿Te parece graciosos?

Ohh.no.no está bien la traeré, Pero no tengo dinero para comprar una.

Yo te lo daré.

Era un aire triste y gris, el que percibía de aquella chica, su piel pálida estaba acompañada de varias cicatrices en los brazos, pero era robusta y con una actitud muy diferente a la suya, le agradaba. El pequeño reloj en su mano dio un chirrido indicándole que ya era bastante tarde, se levantó rápidamente y sacudió su uniforme.

Debo irme, vendré mañana con lo que me pediste— dijo mientras se dirigía hacia la puerta.

No, me harán estudios mañana, si vuelves hazlo el miércoles— se levantó y se apoyó nuevamente en los barrotes oxidados— Me llamo Ana, por cierto.

Zara le sonrió y desapareció en la negrura de las escaleras, mientras la puerta oxidada se cerraba detrás de ella.

HEROE

La brisa proveniente del mar que costeaba la ciudad, se podía sentir por todas las edificaciones cercanas, brotando y avanzando por las paredes, humedeciendo ventanas y pisos. Era señal de que el invierno estaba cerca, pronto las avenidas dejarían de bañarse con multitudes de gente para ser remplazadas por pocas personas abrigadas con sacos de tela gruesa y otras prendas provenientes de algún animal. Sin embargo, aún quedaban días de sol, cielo celeste y nubes blancas, no había motivo alguno que Zara podría usar para no asistir al colegio.

Allí, dentro del salón infernal, en una esquina un grupo de 5 niñas (alguna de su edad y otras no) estarían saboreando el momento indicado para agarrarla sola y hacerle todas las maldades de las que había escapado últimamente.
Ya estando dentro, jugo su única carta posible en momentos críticos como este. Puso la peor que cara que pudo y fingió sentirse mal, para que su madre fuera por ella. Al salir, dio una mirada rápida a la esquina, donde las 5 niñas la fulminaban con la mirada “estas muerta” leyó entre labios rojos pintados con lápiz labial barato. En el auto y aun fingiendo la mala cara, observo por la ventana los faros de luz y los cables, tejían todas las calles, las contaba una por una hasta que en un momento cesaron indicando que ya había llegado a su casa. “No puedo seguir haciendo esto “pensó ya recostada en su cama, luego de que su madre le dijera que hiciera algo reposo, para luego irse nuevamente al trabajo.
El sonido silencioso de su departamento era su único acompañante en aquel momento. Aquella joven le había dicho que podía ayudarla— ¿de qué manera? — pensó en voz alta, quizás su padre era policía y podía ayudarla sin que su madre se entere, o quizás conocía alguna de ellas y les podía pedir que la dejen en paz. Con estos pensamientos finalmente se durmió y el día siguiente llego. No Fue al colegio, para su buena o mala suerte despertó sintiéndose bastante mal, su madre le preparo un té de hierbas y le tomo la temperatura antes de salir.

La señora Brandy vendrá a cuidarte a las cuatro lindas, debo irme adiós— cerro la puerta rápidamente y se marchó.

No podía moverse muy bien, Pero aun así cuando noto que el reloj marcaba las 3 llamo a la señora brandy para decirle que estaba mejor y que no era necesario que viniese. Busco el dinero que Ana le había dado y salió del departamento. Elevar los pies por los escalones nunca había sido tan difícil, la bolsa de la hamburguesa le parecía ridículamente pesada. Finalmente llego a empujones a la cima, Ana se encontraba en la misma posición observando las nubes. Al escucharla llegar la miro y exclamo — Te ves terrible— luego miro la pequeña bolsa que colgaba como un péndulo en su mano— la trajiste — Se aproximó a la sombra de un pequeño ventilador y saco una lata.

Es un intercambio— dijo mientras le ofreció la lata y tomaba la hamburguesa.

Era una bebida amarga que Zara no pudo tomar, el primer sorbo hiso que hiciera una cara extraña, provocando que Ana se riera fuertemente.

Puaj…¿Qué es? — pregunto mientras intentaba sacarse el mal gusto de la boca.

Cerveza negra, es más barata que la soda en la máquina de aquí.

Termino la hamburguesa y luego se limpió las manos con el envoltorio

Ya veo porque las comen— exclamo, hiso un bollo con le envoltura y la metió en el bolsillos de su camisolín— muy bien, es hora de tu recompensa. Extiende tus manos.

Zara levanto los brazos, llevaba una manga larga celeste bastante grande, por lo que parte de sus muñecas y sus dedos estaban cubiertos. Ana agarro las mangas y empezó a levantarlas hasta que estas formaron un bollo en sus codos.

La solución a tus problemas está justo aquí— decía mientras señalaba sus delgadas manos.

No entiendo— respondido confundida

Ana se levantó rápidamente y se colocó frente a ella, tosió levemente como si quisiera acomodarse la garganta, oculto sus manos detrás de su espalda y soñó. En aquel sueño no se encontraban en la terraza, Se paraba vestida con largo y dorado vestido arriba de un escenario de madera rojiza. En primera fila había asientos bastante grandes y zara estaba en uno de ellos mirándola. Saco un pequeño papel de un inexistente bolsillo y comenzó a leerlo.

“Desde tiempo inmemorables el ser humano se ha enfrentado a sus semejantes en busca de una fantasía de llamada poder, los más débiles se encuentran abajo y son atormentados por los cómplices y los agresores, los cómplices en su desesperación de sufrir como los débiles dado que son iguales, adoran y siguen a los agresores en busca de su aprobación y su respeto convirtiéndose en sus secuaces y soldados. Los agresores, víctimas de su inseguridad y su miedo al rechazo, han adoptado una capacidad de auto aceptación en su entorno, con la ayuda de su fuerza bruta. Cabe destacar que antes de ser agresores han sido cómplices y débiles. Esto crea un circulo interminable que ha llevado a la humanidad a sufrir guerras y a cometer actos horribles. Sin embargo, a habido a lo largo de los años, humanos que han roto este círculo.”

El escenario apago sus luces blancas y fueron remplazadas por otras de un tono violeta.

“Estos humanos hartos de su sufrimiento, su mala suerte, juntaron fuerzas de su depredador interior y se rebelaron contra los cómplices y los agresores, algunos murieron en el intento y fueron olvidados, pero los que lograron sobrevivir, ganaron, y fueron llamados….

Ana empezó a llorar mientras intentaba terminar de leer el papel

…héroes”

El escenario desapareció, al igual que las luces violetas, los asientos grandes y sus lágrimas.

En otras palabras, tienes que convertirte en un héroe, es decir pelear y ganar— dijo mientras soltaba sus manos.

Era una persona sensible y realista, la manera en la que la habían educado no le permitía soñar con algo sin pensar en lo difícil o imposible que sería lograrlo, por ello al escuchar decir a Ana tal cosa comenzó a dudar si realmente ella podía ayudarla. Era una locura, un disparate, lejos de ser una posibilidad y así se lo dijo

¿Quieres que pelee? Es imposible, no puedo hacer tal cosa, nunca lo he hecho, me asuste y llore como un bebe cuando empuje a mi prima sin querer cuando éramos niñas, yo. No puedo hacer tal cosa— hablaba tímidamente, pero con tono serio.

Todo el mundo puede hacerlo, simplemente no se atreven a intentarlo.

quizás porque es una idea estúpida recurrir a la violencia—Esta vez lo dijo en voz alta y algo molesta, lo noto— lo siento.

Escúchame las personas que te digan que la violencia no es la solución pueden que estén en lo cierto— ya no se encontraba mirándola, apoyada en los barrotes miraba a la calle y los transeúntes— sin embargo, no siempre es así, si esperas que algo más solucione esto, será tarde, estarás tan dañada que simplemente esa ayuda no te serviría ni como consuelo.

Había peso en aquellas palabras, a los ojos de cualquier persona parecía una persona mayor y experimentada pero no llegaba a los quince

Todo se reduce a si quieres que esto acabe, no estas obligada a nada.

Fue todo por ese día, llego a su casa sintiéndose mejor del dolor de cabeza, pero sintiéndose mal de otra manera, confundida y enojada por no saber qué hacer. Su madre llego y preparo la cena, comió sin ganas ni apetito, los largos fideos le parecían lombrices largas con caras pidiendo que no las maten.

Traje algunas medicinas, aunque te sientas mejor toma una antes de acostarte ¿de acuerdo?

Su madre era una persona bastante ocupada, trabaja para una compañía de juguetes que le ocupaba mucho tiempo por la incompetencia de algunos empleados, la veía correr con el teléfono por todos lados en sus supuestos “días libres” y cuando paraba con eso tomaba su computadora y escribía largos informes. No era una mala persona, simplemente no tenía tiempo para todo. En su juventud había soñado en tener su propia empresa, sueño que intento realizar, con su en ese momento marido, quien termino por engañarla y llevarla a la ruina junto a su pequeña hija. Era información que Zara sabia por lo que la quería y no le gustaba molestarla con sus problemas, pero en esa ocasión decidió preguntarle

Madre, ¿alguna vez te has peleado con alguien?

Su madre quien comía apresuradamente, dejo de hacerlo y dijo

¿Te ha ocurrido algo querida?

Oh no, no es solo que tengo algo curiosidad.

No, nunca. Es mejor resolver las cosas hablando.

Lo sabía, era una idea realmente estúpida.

CABALLERO

Las estrellas y el cielo entraban por la ventana de su hitación formando sombras y matices asombrosos, sin embargo, Zara no les prestaba ninguna atención, recostada sobre su vieja cama se enrollaba en las sabanas pensando y cerrando los ojos hasta quedarse dormida. En la lejanía se levantaba una gran montaña que sobrepasaba los cielos y su vista, debajo de él, arboles grises, verdes de todo tamaño se multiplicaban por la ladera de la montaña hasta concluir en un acantilado de agua turbulenta y espumosa. El pasto abundante le hacía cosquillas las piernas por lo que tuvo que levantarse, tapo con sus manos el sol potente que le daba en las facciones impidiendo que pudiera ver bien, una sombra plateada le ahorro el trabajo, parándose delante de ella y extendiendo metálica mano como saludo. Zara lo reconoció de inmediato era Sir Edmur Quinto un caballero pobre y aventurero, quien se había convertido en el rey de su mundo, era el personaje favorito de una de sus novelas.

La saludo Madam, el clima favorece nuestro encuentro— exclamo el caballero, quien llevaba una reluciente pero algo oxidada armadura que le cubría todo el cuerpo y el rostro.

Zara devolvió el saludo y vio que estaba vestida como una campesina con una larga falta amarillenta por el trabajo pero no sucia. Cuando sus ojos se acostumbraron a aquel horizonte diviso el castillo y a los dragones que volaban a su alrededor.

Están jugando con los niños, se suben a sus espaldas y los hace rozar el manantial con sus dedos.

¿Dónde estoy?

En Noegria Madam mi reino.

Le hizo gracia escuchar el nombre de aquel lugar. Los bosques cambiaban según los veía y los dragones parecían cada vez más cerca de ellos.

Le ocurre algo Madam la veo preocupada.

Sir Edmur Quinto quien había perdido a toda su familia gracias a un rey tirano, habría jurado vengarse de ello, enfrentándose al príncipe y matándolo. El rey al verlo se enfurecería y ordenaría que lo ejecutasen en ese mismo momento. Pero gracias a la ayuda de un hada y a los seguidores que fue consiguiendo logro salvarse y luego derrocar al rey. La razón por la que era su favorito era porque ah diferencia de otros caballeros era sensible y odiaba la guerra.

Dime Edmur, ¿qué sentiste al matar al príncipe?

El caballero la miro, pudo distinguir sus ojos azules en la oscuridad de su casco.

Miedo Madam, estaba aterrado, sentir su sangre en mi espada me erizo la piel.

¿No crees que fue estúpido que hayas que tenido que luchar con él?

Si permite decirlo madam, la cólera que envolvía mi cuerpo no me dejó pensar en ello por mucho tiempo. Sin embargo, aunque ellos nunca hubiesen matado a mi familia creo que los habría enfrentando de igual manera.

¡!¿Porque harías eso?¡¡

El y su familia Dañaban este reino a sus habitantes, los mataban y atacaban por placer o para divertirse entre ellos. Me enfurecía verlos de niño, incendiando hogares simplemente porque querían. Alguien debía detenerlos y en este caso he sido yo. ¿Lo entiende? sus actos no eran humanos, era simple cobardía y espectáculo.

Pero tu odias la guerra y también pelear— exclamo Zara enojada

Lo odio madam. Pero es algo que debe combatirse, con palabras si, pero a veces con una espada. Si se hace bien salvara más vidas de las que se sacrificaran. No pueden ser ignoradas. Para salvarme a mí, para salvar a otros a veces debemos luchar.

Tu usaste tu espada una sola vez.

La necesaria, pero no dudare en sacarla cuando el momento lo requiera.

El caballero le tomo la mano y exclamo:

No necesita ser fuerte para luchar, simplemente estar dispuesta a hacerlo. Quizás no por usted, pero por los demás, aunque no crea realmente en ello. Puede tomar ese sentimiento y convertirlo en valentía.

Un dragón se detuvo delante de ellos y los invito a subir. Volaron por los acantilados y bosques vio montañas rojas y de otros colores, jugo con la familia del caballero y eso fue lo último que recordó de antes de despertarse.

Hoy tampoco hay nubes— exclamo Ana

Un ruido la puso en guardia, volteo y vio a Zara jadeante, envuelta en sudor.

Puedo pelear.

HERIDAS

La profesora Anity, daba su clase favorita, aunque no le agradaba mucho la forma en que etiquetaba a ciertas personas, el hecho de que simplemente hablara de historia le era suficiente para mantenerla siempre atenta mientras daba la clase.
Pero en esa oportunidad, su concentración viviente y atenta, no la acompañaban. Como si fuera una estrella reflejada tristemente sobre la marea del océano, divagaba entre pensamientos y recuerdos del día anterior. En ellos Ana se paraba frente a ella después de reírse a carcajadas un largo rato.

Es interesante que hayas accedido a pelear, pero no va bastará solo con dejarte golpear o devolver un par de golpes, si quieres que esto acabe de una vez esta tendrá que ser tu victoria. Debes ganar.

En los crueles vórtices de la suerte, muchos de sus compañeros habían adoptado un físico bastante avanzado para su edad, eran altas, corpulentas o simplemente mejores en los deportes, Sin embargo Zara no había recibido ninguno de estos dotes, no era más alta que el promedio y su capacidad física solo le permitía correr un poco rápido, debido a que años antes había concurrido a clases de atletismo.
Sus posibles contrincantes en comparación eran bestias, 2 de ellas hermanas gemelas iban a boxeo, una a taekwondo y las 3 restantes la doblaban en tamaño.

No puedo— respondió— ya es suficiente con que deba plantearme pelear con ellas, ganar es algo….

No seas idiota no vas a enfrentarte a todas ellas.

Zara la miro confundida

Escucha, sea por naturaleza o otra cosa, las manadas siempre tienen un líder. Alguien superior física o mentalmente que los controla a su antojo. Tu caso seguramente no es algo ajeno a ello.

Comprendió entonces a que se refería, y era cierto.
Dentro de las tres que la doblaban en tamaño un de ellas era la más grande en edad, no era la más grande en tamaño, pero había sido expulsada de otro colegio por romperle la nariz a un chico, la llamaban “Gor”.
Era en cierto modo la que mandaba entre ellas, la había visto muchas veces discutir con profesoras a los gritos por que la habían descubierto fumando. Las insultaba y esta llamaban a su padre quien nunca parecía venir. Le daba mucho miedo al igual que la mayoría.
Pelear contra ella o las cinco no era mucha diferencia. Sintió un escalofrió que recorrió todo su cuerpo, parecía estaba en alerta por lo que podía llegar a ocurrir.

Aunque lo intente— exclamo— no podría ganarle, es más grande y fuerte que yo

Hay una forma.

¿Cual?

Ana dio un suspiro bastante largo, casi interminable.

Te la diré si cumples mi segunda petición.

El sonido del feroz timbre, la saco de sus recuerdos.
la mayoría se alistaba para salir y ella se sumó a ellos. Quizás fue la turbación del sueño, pero aquel día se fue caminando tranquilamente, solo supo cuál había sido su error cuando diviso unas sombras danzantes en una esquina. Las sombras empezaron a acercarse lentamente y luego empezaron a correr. Su cuerpo por su parte hizo lo mismo, estaban aún lejos, cuando algo la hizo tropezar y caer. Una figura no muy alta, que emanaba humo de la cabeza.
Gor la miraba con ojos cansados pero furiosos, las cuatro figuras restantes llegaron junto a ella y empezaron a reírse. Sus ojos comenzaban a humedecerse y su cuerpo a temblar. Una de las figuras la tomo por el brazo violentamente, vio que una de ellas llevaba una tijera entre las manos. No podía hablar, simplemente cerros los ojos. En un momento escucho un ruido y la mano que la agarraba la dejo caer. Los ruidos se multiplicaron y escucho las voces de Gor y las sombras.

¿Quién es?, maldita sea Están muerta las dos.

Lo siguiente que escucho fue un quejido y pasos rápidos que se alejaban

No creas que tendrás tanta suerte— era la voz de Gor

Un quejido se escuchó más lejos y luego los pasos de Gor se alejaron rápidamente junto con las otras.

Cuando abrió los ojos, el suelo estaba lleno de figuras rocosas de todo tamaño, además de ramas y palos. Una figura que se encontraba en el frente se acercó ella y finalmente el sol ilumino aquel lugar.

Me ha dado una buena— exclamo ana

Le sangraba una parte de la frente, y una gota de sangre la caía por la mejilla. Sim embargo parecía no importarle, se acercó junto a ella y extendió su brazo para ayudarla a levantarse

Elegí un buen día para escaparme— exclamo mientras sonreía y el sol le iluminaba la cara y la sangre brillante.

Zara no resistió mas y comenzó a llorar mientras tomaba su brazo para levantarse.

Caminaron hasta el hospital y ninguna de las dos dijo nada por un rato, Ana tenía la mitad de la cara vendada con un pañuelo blanco al cual la sangre había traspasado un poco. Estaba avergonzada y todavía quería llorar un poco, pero no lo hizo, sonó su nariz y respiro fuertemente. Le dolían las rodillas, tenía una raspadura que ya había parado de sangrar pero que aún mantenía su aspecto rojizo.

Nos van a quedar cicatrices — exclamo tímidamente

Creo que va a ser señales.

¿Señales de que?

De que existimos.

El calor antes de los días de invierno le secaba los labios, su cabello rojo se le pegaba en las mejillas húmedas por las lágrimas, se puso a pensar entonces que no sabía nada de aquella muchacha. Aquella que la había defendido y que había salido lastimada a causa de ella.
No sabía porque estaba en aquel hospital, que padecía, como eran sus padres y que era lo que más detestaba del mundo. Comprendió que ella podía sentir lo mismo.
Caminaba adelante, alta, con un andar lento y derecho, ¿Quién era? Quería saberlo, ¿Por qué? No lo sabía exactamente, era simplemente algo que existía en su mente y su corazón.
Comenzó a llorar, estaba detrás y posiblemente ella no la escuchaba. Miro hacia adelante, borroso por su propia humedad, aunque aún le dolían las rodillas corrió hacia adelante hasta pasarla y ponerse frente a ella.

¡Puedo hacerlo! — agacho su cabeza para que sus lágrimas cayeran mas fácilmente— ¡puedo afrontar mis problemas! ¡puedo pelear contra ellos ¡y ¡también puedo convertirme en tu amiga!

No se atrevió a mirarla.

¿Puedes dejar de llorar?

Trago salivo y respiro mientras apretaba la cara, levanto su cabeza y sus ojos chocaron en una mirada

¡También puedo ¡

Ana, observo su cara, normalmente le hubiera dado gracia, pero no rio, en cambio una amable sonrisa se dibujó en su rostro.

Entonces queda resuelta mi petición.

Llegaron al hospital y Ana se despidió.

Tengo que escabullirme de las enfermeras, en especial de la que está conmigo, creo que tiene un súper olfato.

La vio alejarse entre los pasillos y perderse habitaciones atrás.

Fue una caída tonta la excusa que encontró para su madre, quien la desinfecto en la noche antes de dormir— debes andar con más cuidado—exclamo mientras limpiaba la herida. Luego de esa conversación desapareció en su habitación entre tabaco y papeles.

Faltaban solo un par de días para las vacaciones por el frio del invierno. En esos días su rutina de escape no se vio afectada, en cambio se intensifico llegando al punto de tener que esconder su mochila para huir más rápido. El primer día luego del incidente, Noto que Gor tenía una pequeña cicatriz en la frente, solo la vio por un momento para que ella no se diera cuenta y la matase en ese instante.

Finalmente, las vacaciones llegaron, las reuniones con Ana se hicieron más constantes y despreocupadas, y fue en alguno de esos días de invierno gris que ella le conto que iba a morir.

LA DAMA LUNA.

Cerca del puerto, pobremente iluminado, altas pero pequeñas moradas marrones y húmedas se alzan sobre las calles mojadas por una fuerte lluvia. En una de aquellas calles, resplandeciente por varios carteles de colores con luces, un almacén pequeño es azotado por las ráfagas de viento y agua. Por dentro una anciana, la dueña de aquel local, se digna a intentar pasar por una aguja un pequeño hilo violeta, el hilo choca con las extremidades de la aguja evitando entrar, como si creyera que al atravesarlo perecería.
De pronto y a la par de un trueno la puerta y la campana arriba de esta, retumban, provocando que la anciana deje el hilo y la aguja. Una niña con la ropa hecha jirones y con la frente sangrando, sostiene un pequeño frasco y se para frente a ella.

Traje los caramelos que los niños le robaron señora.

La anciana se tapa la boca con las manos y busca un manta para cubrir el pequeño cuerpo empapado de la niña. Mientras la seca y la tapa con una manta, algunas lágrimas le caen por el rostro mientras dice:

Oh.Anita…siempre haces lo mismo.

En el cielo las nubes grises se dispersan, la lluvia cesa, y las estrellas junto a la luna toman su lugar. En un pequeño cuarto la anciana cubre delicadamente la herida en la frente de la niña.

Ya te eh lo dicho muchas veces Anita tú no tienes que pelear por nadie.

Pero señora esos niños se lo robaron, los vi mientras venia para aquí.

Esos niños eran más grandes que tú, dios sabe que te hubieran hecho, ¡oh mi querida! ¿Te duele mucho?

La niña se agarra las manos y comienza a llorar.

! Si señora duele mucho ¡

¡Mi niña claro que sí, llora tanto como quieras!

Ya tranquila y con ropa seca Ana es peinada por la anciana mientras miran por una pequeña ventana en el techo.

Si miras bien querida, puedes ver el Mar de la serenidad y a su lado el de la tranquilidad, unos nombres fabulosos para esos lugares. — exclama la anciana mientras señala la luna

Está muy lejos no alcanzo a ver.

No te preocupes cariño, algún día te traeré una lupa del mercado para que puedas verlo.

¿Enserio?

Claro que sí.

La oscuridad de la noche, las acompaña mientras las dos, caminan lentamente por las calles. Suben unas escaleras hasta llegar a una pequeña casa sin luz en su interior

Esta tu padre despierto Seguro no quieres quedarte por hoy

No se preocupe señora, no quiero molestarla, tengo que despertar mañana a mi papa o se enojara conmigo y con usted.

La anciana le acaricia la mejilla áspera por el frio y la abraza

Puedes venir cuando quieras Anita y comer todos los dulces que quieras

La niña le sonríe mientras es tragada por la negrura de aquella casita.

Cada vez luego de que su padre durmiera, Ana salía sin hacer ruido al almacén de la anciana. La Anciana le enseñaba cosas que los niños ya sabían y que ella por no ir al colegio ignoraba. Le daba de merendar y siempre le hablaba de la luna y las estrellas, le fascinaban. Un día la llamo la “mama” y la anciana la miro con ojos humedecidos.

Puedes llamarme así si quieres— exclamo mientras le daba un caramelo de chocolate.

Siguió visitándola mucho tiempo hasta que la tienda dejo de abrir y la anciana empezaba a estar menos en casa.

Una noche mientras, deambulaba por las calles ya que su padre había estado bebiendo con algunos amigos en su casa, vio un grupo de chicos romper el vidrio del almacén y robar un par de frascos que la anciana aun tenia. Tomo una vara algo oxidada del suelo y los persiguió calle arriba, cuando dio con ellos los enfrento diciendo que avisaría a la policía.

¡Oh si y seguro vendrán aquí a pararnos¡, lárgate o te arrepentirás niña.

Apretando los labios de ira golpeo al más próximo con la rama y este cayo agarrando el rostro, intento alcanzar a otro, pero este la tomo por la mano y la golpeó fuertemente en la cara. Cuando despertó tenia las manos con sangre y no veía bien de un ojo, tomo los frascos vacíos que habían dejado y volvió rengueando al almacén. El lugar estaba oscuro, y no había luz.

Señora, señora he traído los frascos, están vacíos, pero no se han roto

La sangre no le dejaba ver bien, sus pies se tropezaban y se tambaleaba. Decidió ir hasta su habitación y encender la luz. El resplandecer le hizo arder los ojos y tropezó.
Se levantó y quedo de rodillas. La pequeña ventana en el techo se encontraba abierta y el viento frio paseaba por la habitación, la anciana yacía con todo el cuerpo tapado dejando solo su cabeza al descubierto, como si hubiera intentado ocultarse de aquella brisa cruel.

Señora…— exclamo Ana entre quejidos mientras se acercaba como podía a la cama.

Toco su rostro y noto que estaba helado y endurecido. Estaba muerta. Sin embargo, no lo comprendió en ese momento, solo cuando la ambulancia y la policía la encontraron desmayada junto a ella, comprendió que ya no la vería mas, que no la escucharía hablar de la luna y las estrellas, de la importancia de ser buena persona y del buen hablar.
Desde ese día cada vez que la luna aparecía sobre ella, rompiendo el patrón oscuro de la noche, sus ojos se humedecían y comenzaban a arderle, odiaba eso y odio la luna. Prefería las nubes porque, aunque alguna de ellas desapareciese en el espacio, habría otras que la acompañarían y no la dejasen sola.

MALAS PERDEDORAS

Pasaron varios días, las vacaciones ya estaban por llegar a su fin y así también la tranquilidad para Zara.
Aquel día las nubes se habían adueñado del mundo, solo dejando pequeños espacios donde una capa celeste se asomaba con melancolía. Zara llego cerca del atardecer cuando el sol estaba a punto de despedirse, como siempre Ana llevaba su camisón largo y blanco y su pelo negro lacio colgando sobre sus hombros. Su mente perdida en el cielo ya no la sorprendía, en cambio lo tomaba como un parte esencial de ella, por ello al encontrarla mirando la superficie debajo del hospital noto que algo estaba diferente.
Al escucharla llegar saco sus ojos de las diminutas maquinas del piso, los puso sobre ella y comenzó a hablar.

Era una enfermedad hereditaria por parte de su madre, a quien jamás había visto pues habría muerto luego de que ella naciese. En las primeras etapas no tendría síntomas mas que algunos dolores de cabeza, sin embargo, en la segunda etapa que era en la que se encontraba, tendría fuertes ataques de debilidad corporal y dolores en cuerpo que sin un tratamiento adecuando no mejorarían. Su padre no tenía dinero para pagarlos ni la intención, culpándola de la muerte de su esposa la había marginado a tal punto que nunca se dignó a cuidar de ella.
Solo los calmante que el hospital daba gratis eran los que evitaban que sufriera. Las terceras fases sin llevar el tratamiento la conducían estrictamente a un destino fatal y ella lo sabía.

El doctor me dio un mes a partir de hoy, ¿no es gracioso mi cuerpo se destruye por si solo sin que pueda hacer nada para evitarlo?

Zara había escuchado atentamente y en total silencio, dejo caer la pequeña bolsa que sostenía en sus manos y cerro sus ojos.
Nuevamente se encontraba en aquel salón con butacas rojas de terciopelo y sillas apiladas en espiral hasta el fondo del lugar, perdiéndose en la lejanía o lo que ella creía que era el final, pues parecían no terminar en ningún lado.

De pronto la primera fila de sillas desapareció y una pequeña escalera para subir al escenario apareció, intiutivamente e impulsada por una fuerza que desconocía subió y miro al público fantasma, las sillas se volvieron más pequeñas por la lejanía y por la altura del escenario. Miro sus pies, pues los notaba diferentes, tenía zapatos de punta altos y rojos como su vestido y los asientos. Una melodía empezó a sonar dentro de aquel lugar, las luces se prendieron y pronto todo el escenario quedo iluminado. Escucho detrás suyos pasos parecido a cascabeles, era Ana quien llevaba un vestido igual al de ella solo que era totalmente negro. La melodía empezó a retumbar más fuerte por lo que zara tomo las manos de Ana para bailar.

Mientras giraban entre sudor y respiraciones, notaron que los asientos empezaban a ser ocupados, en algunos estaban los enfermeros del hospital y Ana reconoció en la primera fila a su enfermera quien poseía un olfato fenomenal, detrás de ellos la madre de Zara las miraba atenta y tristemente sonriendo, en una esquina Gor y sus secuaces también las veían danzar, con ojos muertos y cansados hablaban entre ellas, pero no llegaban a escuchar lo que decían. En la última fila que alcanzaban a ver, un hombre barbudo, delgado y con una tez blanca hueso enfocaba sin parpadear la vista hacia el escenario, era el padre de Ana.

Siguieron la melodía un tiempo más mientras sus respiraciones empezaban a acelerarse aún más.

Los tacos para zara eran difíciles de maniobrar, pero se las ingeniaba para no caer, cuando la música empezó a subir más aún se acercó al oído de Ana y le pregunto.

¿Porque no me contaste esto antes? ¿Porque guardaste tan importante condición?

Ana no la miro siguió bailando, mientras las gotas de sudor le humedecían los labios, en un momento respondió:

Si lo hubiera hecho probamente te habrías asustado y me hubieras abandonado

¡NO HARIA ESO! — Respondió con indignación Zara

Seguramente no lo habrías hecho, pero entonces la pena formaría parte de ti, no quería que te conviertas en una amiga por algo tan mediocre como la lastima.

Mientras conversaban las luces cambiaron de color, como también la música, esta tenía un tono más violento y acelerado. Ana y zara comenzaron a bailar más rápido, el público empezó a aplaudir y chiflar, incluso Gor y las demás lo hacían.

Ya he decidido que hacer — Siguió Ana— no pienso morir en una cama, como mi madre y la anciana, me niego a ello, por una vez en mi vida quiero decidir algo de lo que ocurrirá en mi vida, si estoy bien o mal, si voy a morir o vivir, ninguna de esas decisiones me ha pertenecido — Comenzó a hablar más lento y agudo, zara noto que estaba llorando pero aun así no dejo de bailar— pero…¡maldición! soy un ser humano que se niega a no dar batalla en una pelea, aunque haya perdido en todas ellas, le ganare a mi destino. Si mi destino es perecer lo hare, pero no como él quiera, Hare mi propia muerte.

El escenario se esfumo y solo sus vestidos quedaron intactos.

Es por ello que saltare desde aquí, porque este lugar es lo más cerca que estaré de las nubes. Antes de morir quiero llegar lo más cerca de ellas que pueda, Por qué a fin de cuenta ¿no somos como ellas? Viajando lenta y constantemente por este mundo, hasta que un punto simplemente desaparecemos y nadie lo nota.

Abrió sus ojos entonces, y el sueño termino, no podía hablar le faltaba el aire y las piernas le temblaban, cayo rendida al suelo, mirando a Ana, en silencio, mientras seguía hablando ya sin vestido ni música que la acompañara solo el silbido de su triste voz

Toma estas — dijo sacando dos piedras de su bolsillo— son la clave para que ganes, tu debilidad se compensa con armas, con trampa, no hay honor en esto, ni orgullo, para ganar, para que todo este sueño finalmente termine tendrás que usarlas— las arrojo cerca de ellas para que las tomara— puedes irte y si quieres puedes venir a verme en dos días pues será la penúltima vez que saldré aquí afuera.

Zara tomo las dos piedras, las cuales cabían perfectamente entre sus manos y corrió hacia la puerta, antes de cruzarla pregunto— ¿tienes una última petición?

Que ganes.

por un segundo la vio con su vestido dorado, pero solo fue un segundo, bajo por las escaleras y huyo.

Como si el habla hubiera abandono su mente no salieron palabras de su boca en durante esa noche ni durante la mañana siguiente, salió de su casa para ir a la terraza como lo había hecho todos los días de vacaciones. Camino por las calles tranquilamente mirando los arboles meneándose por el viento y acariciando a uno que otro gato en el camino, todo le parecía resplandeciente y sumamente alegre. Entro al hospital asegurándose que nadie la vea y se dirigió a las escaleras. Subió rápidamente y abrió la puerta. Todo estaba normal.

deberíamos aprovechar el ultimo día juntas ¿no crees? porque no salimos de aquí.

deslizándose entre las cerámicas de la calle, evitando pisar las finas uniones de los cuadrados, avanzaron por la ciudad que parecía abandonada en aquellas horas.

Por las ventanas de los edificios podían observarlos las personas mayores vistiendo de trajes y corbata, algunos gritando en el fondo y otros corriendo acelerados con miles de papeles en las manos. Las miraban pasar como si fueran entes de otro mundo, fantasmas o monstruos a los cuales les tenían miedo.

Siguieron la travesía llegando al parque principal, la superficie verde viviente cubría gran parte del lugar, allí se quedaron un rato mirando el pequeño lago dentro de este, donde algunos patos nadaban. Poco más permanecieron ahí pues los patos salieron volando llevándose con ellos la emoción de aquel lugar. Finalmente, y a paso lento llegaron a un puente que permitía observar el mar en la distancia, las gaviotas se veían apenas y el agua estaba tan tranquila, que parecía un espejo. Se quedaron en silencio observando y así mismo regresaron al hospital. Cuando estuvieron nuevamente arriba Ana se dirigió detrás de una cúpula de metal donde ventilaba el hospital para sacar una pequeña bolsa, saco de su interior dos latas de cerveza negra.

A Zara la espuma aun le parecía amarga, pero toleraba más el sabor y ya no ponía cara rara al tomarlo. Bebieron hasta que se puso el sol, durante ese momento Ana saco de la bolsa una tijera de color plata que relucía entre el morando color del horizonte.

deberíamos cortarte el cabello.

¿Por qué lo dices?

Habías dicho que si ellas lograban agarrarte te lo cortarían ¿no es así? si lo haces antes de que ellas lo hagan. Sabrán que vas enserio.

O se reirían y me harían algo peor.

Qué más da, vas a ganar no es así.

Los mechones de su enrulado cabello comenzaron a caer a la par que caían el Sol en la oscuridad.

Para ganar hay que perder

Exclamo Ana cortando con una lengua fuera el ultimo de ellos.

Con el frio en sus orejas ahora descubiertas Zara se paró en la puerta para despedirse, sintió un temblor en las manos, la iba a levantar como siempre hacia ella para despedirse, pero un rápido movimiento de Ana la detuvo y la desconcertó. Ana la abrazo fuertemente. Zara sintió su cuerpo, era muy delgado a comparación del corpulento de la primera vez que la había visto, parecía como si fuera a romperse. La sostuvo en aquella posición un rato y luego la dejo ir.

Adiós Zara

Adiós Ana.

En la habitación de su casa escucho las sirenas de la policía y los bomberos, los vio pasar por la ventana en dirección al hospital. el sonido era fuerte y estremecedor, pero simplemente cerro la ventana y la cortina, para luego dormir.

CRY BABY

Aquella mañana se despertó muy temprano, se lavó el rostro, comió algo y se puso el uniforme que consistía en una camisa blanca, un chaleco color crema, una corbata morada y una pollera a cuadros color gris y roja. Arriba de su mesita de luz había dos piedras de un tono gris que tomo y coloco en sus bolsillos. Se miró al espejo una última vez luego de cepillar sus dientes y salió de aquel departamento. Tomo el camino más largo y el que pasaba junto al hospital. Había mucha gente amontonada en el lugar, así como algunos policías y bomberos, algunas personas con su mismo uniforme, a las cuales ignoro y siguió caminando. Tan solo faltando una calle para llegar, Diviso la entrada del edificio, los estudiantes del lugar se dividían en pequeños grupos dispersos por la gran entrada donde aguardaban para entrar, aún faltaba bastante tiempo. Al llegar no le costó trabajo encontrar el grupo de Gor, claramente visible por estar alejado del resto y estar repleto de una cortina de humo. Apenas la vieron comenzaron a reírse y a señalarla

  • AJjaja Miren quien está ahí, es la cucaracha escurridiza, parece que nos ahorró el trabajo parece un maldito fosforo

Pronto todos comenzaron mirarla y a reírse, entre ellas varios de sus compañeros de curso, la única persona que no reía y la miraba fijamente era Gor. Se levantó del escalón, tiro el cigarrillo consumido de su boca y se puso delante de ella. Era enorme le doblaba en tamaño y aun parecía estar furiosa, la herida en su frente se había convertido en una larga cicatriz que le atravesaba la frente, al ver que seguía parada delante de ellas le pregunto:

  • ¿Qué quieres?

Zara dio un paso para atrás miro a su alrededor, todos seguían mirándola sin embargo las risas se habían detenido y ahora parecían asustados, Gor simplemente emitía miedo. Sin embargo, solo un fue un paso el que zara dio, clavo sus ojos en los de Gor y contesto:

  • Vamos a pelear, si gano no me molestaras más ni a mí ni a los demás.

Las secuaces detrás de Gor se rieron aún más fuerte que la primera vez

  • Parece que el corte de cabello te afecto el cerebro cucaracha
  • Silencio — exclamo Gor volviendo a mirar a Zara— está bien vamos a pelear, pero si gano serás mi peón hasta que te gradúes y cuando lo hagas te buscare para matarte ¿oíste?

Zara asintió, luego Gor comenzó a reírse fuertemente, era la primera vez que la veía reír, su cabello amarillo a la luz del sol de la mañana la hacían parecer un dios.

Pronto se formó una ronda alrededor de la entrada, todos se amotetaban e intentaban mirar dentro, donde Zara y Gor estaban por pelear. Aun con la piedra en el bolsillo zara estaba firme y sin moverse en una punta de la ronda, las estaba por sacar cuando Gor dijo

  • ¿Sabes? me hicieron diez puntos por esta herida y aun duele como el demonio. ya que tu amiga no se encuentra aquí tu tendrás que pagar por ello.

Las emociones y sentimientos que había estado guardando desde aquel día en la terraza comenzaron a salir al escuchar aquel nombre. Ana estaba muerta se había suicidado y ella no había hecho nada para evitarlo, no le reclamo nada y la dejo hacerlo, había sido su decisión, pero la realidad poco a poco comenzó a llegar a su mente. Su cuerpo empezó a temblar y luego comenzó a llorar. Todos dentro de la ronda comenzaron a reírse.

  • No creas que llorar te servirá ahora

Gor se acercó rápidamente y le propino un fuerte golpe en el rostro. Sintió como su rostro se adormecía por el dolor y sintió un sabor raro en su boca, se dio cuenta de la sangre cuando se mezcló con las lágrimas. Antes de que Gor le diera otro se apresuró a o correr a la otra punta. Si no fuera por cabello ahora corto Gor la habría podido tomar del pelo y todo hubiera acabado. Gor la siguió y le dio un golpe en el estómago que le quito el aire y la tiro al suelo. Zara intentaba respirar por la nariz, pero lo sangre no paraba de salir, agachada se arrastró mientras las secuaces de Gor le gritaban

  • AJjaja ahora sí parece una cucaracha

Sus risas no fueron acompañadas, todos miraban aterrados, pero nadie parecía tener a la intención de detener la golpiza. Cuando recupero el aire noto algo duro en su espalda, era una de las piedras que había dejado caer con el primer golpe, al ver como Gor se aproxima dispuesta a terminar aquello, no pensó mucho y la lanzo con todas las fuerzas que aún le quedaban. La piedra salió disparada y con un grito de sorpresa de la muchedumbre se dio cuenta de que había dado en el blanco. Gor se agarraba entre quejidos el ojo derecho donde la sangre comenzaba a salir.

  • ¡Estas muertas ¡— grito

Se aproximó a ella de tal manera que no le dio tiempo a pensar, la tiro al piso y comenzó a golpearla. Con las gotas de sangre sobre su cara solo alcanzaba a ver el rostro endemoniado de Gor que parecía no querer detenerse. Fue entonces que escucho una voz. Toda la muchedumbre desapareció, dejo de escuchar las risas, el sonido de los golpes estrellados junto a su cara. Solo aquella voz permaneció

  • Veo que no te está yendo bien

Era Ana quien sentada de su lado derecho la miraba sonriendo. “está viva” pensó por un momento, pero al ver su cuerpo fornido y corpulento supo de inmediato que no era verdad. Más cuando en su lado izquierdo Sir Edmur yacía de pie, hizo una reverencia, para luego quitarse el casco metálico, su cabello rubio y ojos celestes la observaban con cariño

  • Usted puede hacerlo madam.
  • Él tiene razón puedes ganar.

Miro hacia arriba donde la vista furiosa de Gor no paraba de golpearla

  • No. no puedo hacer esto, no puedo ganar. Fue ridículo pensar que podía ganar, no tiene sentido nada de esto lo tiene….

La figura de Ana le acaricio el escaso cabello y el rubio caballero tomo su mano

  • Claro que puedes hacerlo porque tu…

Noto que de los dos le caían algunas lágrimas

  • Por usted madam yo sacara una vez más mi espada— exclamo sir edmur sacando una filosa espada de plata
  • Porque tú ya eres un héroe.

Las figuras desaparecieron y el sonido de la muchedumbre y los gritos de Gor regresaron, casi no podía ver, y lo poco que alcanzaba a ver era sumamente borroso, estiro la mano en un último intento de escapar, pero una forma extraña se detuvo entre sus dedos, la tomo con firmeza y estrello la forma en la cabeza de Gor, el sonido de la piedra estrellándose en su cabeza provoco que todos alrededor hicieran silencio, ya no había risas ni gritos. Gor sintió un chirrido en la oreja se agarró la cabeza y luego cayo tendida al piso, se había desmayado. Nadie se movió, ni siquiera las secuaces de Gor quienes observaban con la boca abierta.

Zara ya no podía moverse, no sentía el rostro ni los brazos, solo miro hacia arriba mientras intentaba no tragarse la tibia sangre que nadaba en su boca, arriba de ella las nubes empezaban a pasar atravesando el cielo lentamente observándola, las observo hasta que se hicieron tan borrosas que no las distinguía entre sus lágrimas.

Cuando despertó, su madre yacía dormida en sus piernas, los blancos homogéneos de la habitación indicaban que estaba dentro del hospital, se movió un poco y su madre se despertó, cuando la vio comenzó a llorar y se hundió en su regazo. tenía la cara enyesada y uno de los brazos, con la única mano libre acaricio su cabeza.

  • Ya ha terminado, todo ha terminado.

Paso varios meses en recuperación, su madre renuncio a su trabajo y dedico su tiempo a cuidarla “Quizás es una oportunidad para comenzar de nuevo” Decía mientras le daba de comer.

Cuando pudo levantarse por sí sola sin que nadie la ayudase, le dijo a la enfermera que iría al baño, aprovechando que su madre había salido a buscar un libro para ella, se zambulló en uno de los pasillos que daba a la terraza. Mientras subía los escalones pensaba en las cosas que le depararían, su madre se había enterado dela abuso que sufría y estaba dispuesta a mudarse si era necesario. Algunos policías la habían ido a ver dado que la habían visto en las cámaras de seguridad horas antes de que una joven chica saltase del techo. A media escalera había una cinta de prohibido pasar de color amarilla, la levanto con un brazo y siguió subiendo. Había respondido que solo eran amigas y que ella nunca le conto que iba a saltar (ya no quería preocupar más a su madre) sin embargo los policías no parecían satisfechos y habían dicho que volverían, poco le importaba ya. Pisando el ultimo pensó en Gor, seguramente estaría en otra habitación o ya se habría marchado, ya que no le había hecho mucho daño salvo por el ojo y un desmayo, no sabía si contaba como victoria, pero dado que fue ella quien dio el último golpe asumió que sí. Abrió la puerta y el vasto ruido de la ciudad le látigo las heridas del rostro, se asomó a la baranda y miro al cielo tal como Ana lo habría hecho, miro un largo rato y pensó que en alguna parte del firmamento ella se encontraba mirándola, seguramente cerca de las nubes.

FIN

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