No muerdo

No muerdo

Emilio

29/09/2022

Introducción

Cuando estás enamorado por primera vez, piensas, ¿qué puede salir mal?, tienes mariposas en el estómago, tu ritmo cardiaco se acelera cada vez que tu ser amado está cerca de ti. La persona enamorada se entorpece, es inevitable no entorpecerse en esos casos. La oxitocina es la hormona que se activa cuando estás enamorado. La oxitocina funciona igual cuando amas que cuando odias. Como dicen algunos; “Del amor al odio hay un solo paso”.

Cierra los ojos un momento y piensa en esa persona de la que te enamoraste locamente por primera vez, es un sentimiento agridulce, a veces lo mejor es dejar ir a esa persona especial, aunque duela hacerlo.

Al final solo fue y será un recuerdo, uno muy especial, quizá el más hermoso recuerdo el primer amor es algo que solo tu mente y tu alma pueden percibirlo como si fuera ayer. Está presente en tu memoria y tu corazón quieras o no. Aún estremeces cuando te acuerdas, de los besos apasionados, las risas, aquel olor a perfume “tommy hilfiger” que tanto extrañabas una vez que se marchó de tu vida. Suspiros de alegría e ilusión; Sensaciones únicas que no habías vivido antes, ternura, una desesperación por salir a verla cada tarda a la salida del colegio, Las salidas al cine y la guerra de palomitas dentro de la sala.

Es mentira decir que es fácil no extrañar a alguien cuando estuviste tan enamorada o enamorado por primera vez.

“No muerdo”, es una historia de amor que intenta transmitir el mensaje: Tu primer amor es tu primer amor, pero tú decidirás si será el último.

Capítulo 1

Fausto y Elena

Fausto nació en el año 2002 en una pequeña ciudad donde todos se conocían, sabían quién eres y quién es tu familia, El papá de Fausto era muy popular, locutor de un reconocido programa de radio.

Sus padres se divorciaron cuando él tenía dos años, luego del divorcio Fausto se mudó a la capital con su madre.

Elena nació en el año 2004 en la misma ciudad que Fausto, la segunda hija de sus padres, su hermano es mayor que ella por siete años. Elena creció con un carácter tranquilo, tímido y muy reservado, su manera introvertida de ser, le imposibilitaba hacer amistades con facilidad, a diferencia de Fausto que era hiperactivo e inquieto.

Los fines de semana Fausto visitaba a sus abuelos y a su papá, un tío suyo, (hermano de su papá), vivía en la capital al igual que él, retiraba a Fausto del colegio cada viernes para viajar a su pequeña ciudad de provincia a pasar tiempo con su familia paterna.

Su madre se casó nuevamente, tuvo tres hijos más. Se determinó que sería mejor que Fausto retorne a su ciudad con sus abuelos.

Cuando Fausto retornó a su ciudad quería impresionar a todos, buscaba ser el centro de atención, intentaba ser popular, conocer gente, es ahí cuando comenzó a frecuentar discotecas y a bares.

En cambio, Elena, se quedaba en su casa leyendo cada tarde, los libros y la poesía eran su mejor pasatiempo, a diferencia de sus amigas, ella no usaba tacones, maquillaje, minifalda, ni puperas.

En su casa le inculcaron fuertes valores cristianos, sumado a un método extremadamente conservador de vida, un rechazo total a lo que no se apague con los lineamientos del “señor”, pensaba y actuaba muy diferente a las demás chicas.

Fausto era más despreocupado, no dudaba en salir a la calle cada viernes, si no había nada que hacer, salía a ese parque principal, de ciudad chica, ahí se reúnen todos los jóvenes a la salida del colegio, a fumar, a conversar, o a tomar café en una cafetería esquinera al parque. No había fiesta en la que Fausto no estuviese, si no estaba invitado se colaba sutilmente. Todos se conocían en la ciudad ya que era muy pequeña, además todos conocían a Fausto, a él le gustaba estar rodeado de gente, se sentía el alma de la fiesta cada vez que llegaba a una.

Muchas veces sus abuelos tenían que esperar hasta que él llegue, después de una noche al máximo, algunas veces llegaba tomado, directamente iba dormir.

No era buen estudiante, enzima la fama de mujeriego y de borracho lo asechaban. Elena jamás descuidaba sus estudios, tenía buenas calificaciones.

Capítulo 2

Déjà vu

Elena veía como sus amigas salían con chicos, acudían a fiestas y reuniones, hacían vida social, ¡Se divertían!, menos ella. Hasta que empezó a tener un noviazgo con un amigo cercano a Fausto.

Enero de 2017, Fausto iba a cumplir quince años, todos en la ciudad estaban pendientes de su gran fiesta, invitó a un montón de personas.

Una semana anterior a la fiesta, su amigo le conversó sobre Elena:

—Estoy chateando con una chica, el viernes saldremos, ¿le puedes invitar a tu fiesta?

—¡SI!, ¡no hay problema!, llévala.

—Pero va a necesitar invitación, si no tiene una invitación sus padres no le dejarán salir — le explicó su amigo.

—Ok, está bien, conseguiré una—respondió Fausto.

—¿Cómo dices que se llama? —preguntó.

—Elena Martínez, así se llama —contestó su amigo.

Fausto llegó a su casa, cogió su celular y le escribió a Elena lo siguiente:

—Hola soy Fausto, amigo de tu novio, me dijo que vas a necesitar una invitación, ¡Ya tengo tu invitación!

Fausto: —¿Te la puedo ir a dejar hoy mismo?

—¿Por dónde vives?

Elena: —Hola Fausto, ¿Cómo estás?

—No es mi novio.

—Ahora no puedo recibirte, tengo que hacer deberes.

— Pásame dejando la invitación en mi casa mañana a las tres —le pidió Elena.

El día siguiente en el colegio Fausto le comentó a su amigo:

—Que mandona es tu Elena.

—¡Que arrogante!

— ¡No dijo ni gracias!

— ¡Toma la invitación y dale tú!

Después de una semana, ¡Al fin vino el cumpleaños de Fausto!, a la fiesta acudieron muchísima gente, el carismático cumpleañero se paró en la puerta para saludar a cada invitado que iba entrando, hasta que llegó Elena, era flaca y alta, tenía dos enormes e imponentes ojos de color café claro, sus cejas aliñadas y gruesas, llevaba un vestido turqués, el cabello lacio con un moño. Finalmente, ambos se conocieron.

—¿Disculpa, tú eres el cumpleañero? — preguntó Elena.

—¡SI!, ¡Soy el cumpleañero!, Fausto Hinojosa, ¡Mucho gusto! — saludó Fausto entusiasmado.

— Soy Elena, aquí tienes tu regalo.

—¡Feliz cumpleaños!

En ese instante los dos hicieron contacto visual durante mucho tiempo, tenían una sonrisa de oreja a oreja.

Fausto festejaba con sus allegados, bebía y comía algunas chucherías, sin querer queriendo volteaba a ver a Elena, Elena lo volteaba a ver también. Los dos se encontraban muy sonrientes, cuando se regresaban a ver, era como si la galaxia, las estrellas y los planetas se alinearan ese mismo instante.

A Elena se le fueron un poco las copas y se emborrachó, al ser la primera vez que se había embriagado, hizo algo muy imprudente: besó al amigo de Fausto de una manera fuera de contexto, Elena no sabía besar, nunca había besado a alguien antes, llenó de saliva el rostro del amigo de Fausto, ¡Fue asqueroso!, todos miraron, quedaron muy mal, les grabaron en pleno besuqueo, subieron el video a Snapchat, desgraciadamente el video se hizo viral.

No dejaban de hablar del beso de Elena con el amigo de Fausto, todos se enteraron ya que lo vieron muchísimas personas, los padres de Elena no fueron la excepción, gracias a la madre de una compañera chismosa del colegio de Elena quien les indicó. Al venir de una familia conservadora, la indignación de sus padres hacia ella no se hizo esperar.

Elena se arrepintió mucho, juró así misma que nunca más saldría con ningún chico, ni volvería a ir a una fiesta, su reputación se vino abajo, luego se olvidaron de lo que pasó.

De todas maneras, Elena cayó en una profunda depresión, se aisló del mundo, cerró todas sus redes sociales, se alejó de las personas.

¡Pasó un año así! Todo quedó más que olvidado excepto por Elena, no superaba lo sucedido en la fiesta de Fausto, desde ese día no volvió a relacionarse alguien.

En cambio, la situación en la vida de Fausto iba como de costumbre, con dieciséis años no cambió en nada, seguía igual de inmaduro, descuidaba el colegio, lo único que le interesaba eran las fiestas y el ocio.

Empezó a realizar fiestas clandestinas de gran magnitud, sus eventos eran los más aclamados, acudidos por todos, cobraba entrada. Con lo recaudado en las entradas pagaba el alquiler de los locales y almacenes en los que realizaba sus parrandas; Además se llevaba dinero extra para su bolsillo. ¡Hacer fiestas era lo que más le divertía!; Se encontraba feliz sin compromisos, sin alguien exclusivamente, no le interesaba la idea de estar con alguien permanentemente. Viernes 24 de abril de 2018, aquel día cumplió años una amiga en común de Elena y Fausto. Un grupo de amigas de Elena tuvieron que convencerla para que salga de su casa, no podía seguir presa del temor de: “¿Qué dirán las personas?”, ella seguía deprimida. Necesitaba concluir esa triste etapa que vivió; ¡Superarla!

En esa fiesta iba a estar Fausto, él fue el encargado de los preparativos. Elena casi obligada por sus amigas acudió, vestida con una chompa negra, un jean, y unas botas; Sencilla como siempre.

Sus estrictos padres solo le dieron permiso hasta las diez de la noche, ni un minuto más, ni un minuto menos.

Fausto terminó borracho ¡Ya era costumbre! La fiesta se celebró en una choza, a su alrededor había un patio enorme con algunas bancas en diferentes lugares para sentarse, Elena estaba en una de esas bancas; Aburrida, viendo la hora hasta que su padre la venga a retirar, no entraba a bailar, se sentía incomoda estando en esa fiesta, rodeada de tanta gente. Todas sus amigas ya entraron a bailar, la dejaron sola, Elena estaba impaciente por macharse. Trajo consigo un libro de Charles Bukowski, lo sacó, empezó a leer.

De pronto apareció Fausto, salió de la choza tambaleándose luego de haber tomado casi siete “shots” seguidos, caminaba a punto de caerse, de repente se sienta justo en la banca donde estaba Elena.

—¡Hola! —saludó Fausto muy ebrio.

—¿Estas bien? —contestó asustada Elena.

—¿Se te perdió algo?

—¿Quién se pone a leer un libro en una fiesta? — Fausto le cuestionó.

—¡Mejor vamos a bailar!

— Disculpa, pero no bailo Fausto —Elena se negó.

—¡No gracias!

— No se bailar.

— No importa — dijo fausto insistiendo.

—¡Vamos!

— Yo te enseño.

— No gracias —respondió nuevamente

— Trato de leer en paz.

—¡Te puedes ir!

— ¿Bailamos? — Fausto volvió a preguntarle.

— ¡NO! —contestó Elena nuevamente.

—¿Bailamos? — preguntó Fausto por tercera vez.

— ¡NO! — respondió otra vez Elena alzando su voz.

—¿Bailamos? — le consultó Fausto por cuarta vez.

—¡NO! —contestó Elena casi gritando

—¡Bailemos!, tranquila que NO MUERDO — argumentó Fausto mientras mordió el brazo de Elena suavemente.

—¡Auch!

—¡Estás loco! — dijo Elena al soltar una carcajada por el acoso de Fausto que le terminó divirtiendo.

—¡Está bien Fausto!

—Bailemos!

Entraron a bailar y Fausto no podía estar de pie. ¡Se iba a caer en plena pista!, estaba muy ebrio. Salieron, Elena lo tuvo que ayudar a sentarse. Volvieron a la banca donde se encontraron antes, Fausto miró fijamente a Elena a los ojos.

—Tus pupilas están dilatadas — comentó Fausto.

—¡No lo están! — negó Elena.

—¡Si lo están! — reiteró Fausto.

—¿Y sabes tú que significa eso? —preguntó.

—¡Significa que te gusto y tú a mí! — manifestó Fausto.

—Elena se había quedado sin palabras. Los dos sonrieron.

—¿Oye yo te conozco a ti? — consultó Fausto.

—¡Estoy seguro!

—¡Sabias mi nombre cuando recién vine!

—¡Yo te he visto antes!

—Es como un Déjà vu—comentó Fausto.

—¿Ya nos habíamos conocido?

—¿Cómo te llamas?

—Elena Martínez me llamo — contestó.

—Nos conocimos hace mucho tiempo.

—Cuando fui a tu fiesta de quince años.

Fausto burlándose: ­ —¡La del video! JAJA JA.

—¡Eres igual de idiota que todos! ­ — respondió Elena muy molesta

—Oye tranquila Elena.

—No hay nada de malo.

—Es solo un beso.

—No hay nada despreciable en eso.

—El único despreciable es el sujeto que te grabó besándote y lo subió.

—Estoy de acuerdo contigo — dijo Elena.

—Me gusta más tu cabello así: rizado, te queda mejor que el cabello lacio — mencionó Fausto,

—Mi cabello natural es rizado, ¡Tal como lo vez!, para tu fiesta me planché el cabello — contestó Elena

—¡Gracias por notarlo!

—¡De nada! —respondió Fausto.

Después de esas palabras Fausto se acercó a Elena para besarla. Ella se apartó evitándolo.

—¡Oye idiota! —exclamó Elena

—¿Que intentas hacer?

—¿Piensas que soy una chica fácil que se anda besando con cualquiera?

—Además a ti no te conozco.

— ¡Si me conoces! —Afirmó Fausto.

—Fuiste a mi cumpleaños.

— No me trates como un extraño.

— hasta ahora tengo el regalo que me diste, ese suéter amarillo es muy abrigado, ¡gracias!

—De todas formas, no pienso besarme contigo — sostuvo Elena

—Te propongo algo — Fausto insistió.

—¿Qué cosa? — preguntó Elena.

—¡Juguemos un juego! —propuso Fausto.

—¿Que juego quieres jugar?

—¡Juguemos piedra, papel, o tijera!

—¡Suena divertido, está bien! — Elena aceptó.

—Si tu ganas me das una cachetada — Fausto acordó.

—Cada vez me está agradando más la idea — manifestó Elena.

—Pero si yo gano me das un beso —acordó Fausto.

—AJA JA ¡Que forma más estúpida de ligar tienes! — dijo Elena.

—Oye Fausto, ya mismo son las dies , mi papá viene a verme a esa hora.

—Dijo que le espere en la puerta.

—No le gusta que me demore.

—Me gustaría quedarme, pero debo irme ¡Adiós! – Elena se despedía.

—¡Oye espera! —Dijo Fausto

—¿Me das tu número?

—Perdón, pero no le doy mi número a personas que apenas conozco—contestó Elena al pedido de Fausto.

—¡No te daré mi número!

— Tomé tu celular de tu bolsillo sin que te des cuenta — manifestó Fausto.

—¡Oye tarado dame mi celular inmediatamente!

—Te lo regresaré, si me das tu número — respondió Fausto.

—¡No es un chiste! — dijo Elena

—Mi papá puede estar llamándome en cualquier momento para que salga.

—Si lo ignoró, me va a retar.

—Tranquila, yo le contestaré si eso ocurre-

—Yo le caigo bien a todo el mundo.

—Le convenceré que te deje quedar más tiempo.

—¡No es tan fácil — contestó Elena

—No conoces como es mi papá

—¡Está bien, tu ganas! —dijo Elena dándose por vencida

—¡Anota:

—0983357857

Luego de minutos llegó el papá de Elena.

—¡Oye fue un gusto!

—Debo irme, ya me está llamando mi padre.

—cuídate mucho

—¿No me darás un beso en la mejilla de despedida al menos? — preguntó Fausto

— ¡No galán, hoy no es tu día!

—JAJA JAJA, Me caíste mal, ¿sabías? — contestó Fausto

—Debo decir lo mismo— dijo Elena despidiéndose.

—¡Bye!

Capítulo 3

El noviazgo

El día siguiente Fausto amaneció con una fuerte jaqueca, sabia como curara la resaca: un buen café era la solución, pues no era la primera vez que Fausto se encontraba en esa situación.

La misión como todos los sábados era superar la cruda de la fiesta del viernes. Desayunaba café con huevos y pan a las doce del mediodía. Su abuela con mucho cariño se lo preparaba.

—Aquí tienes querido, la sal está a la derecha.

—Buen provecho

— ¡Gracias “abue”!

—¿Y tus deberes cuando los vas hacer? — preguntó la abuela de Fausto

—Quizá el domingo “abuelita”, ¡ahora estoy agotado!

—Tenemos que hablar, mira Fausto, te amo mucho, eres como mi cuarto hijo, estas jóvenes y puedes divertirte, pero todo tiene un límite, no puedes venir ebrio cada viernes. ¡Haz tus deberes!, ¡Me llamaron del colegio por tus bajas notas! — la abuela de Fausto lo regañó.

— “Abuelita” Tú sabes que me dedico a organizar fiestas, ¡Es un rentable emprendimiento a temprana edad! Debe estar orgullosa de mi —dijo Fausto.

— “Abuelita” no es para tanto, ayer solo fueron unas copas; Sobre las notas: tengo todo el segundo quimestre para salvar el año — añadió.

—¡Eso espero Fausto ¡

—¡Eso espero!

—¡Cierto! ¡se me olvidó!, vístete pronto Fausto que vamos a salir a comer a fuera con el “abuelito”.

—¡ “Abuelita”, hoy hay partido de “Champions League”! — manifestó Fausto.

— “Juega el “Real Madrid”, con el “Bayern Munich” —

—llamen a pedir la comida por favor.

—¡No Fausto!, hoy vamos a salir a comer al “restaurante árabe” que abrieron cerca de aquí.

Al otro lado de la ciudad estaba Elena en su cuarto con su mejor amiga, trabajaban en una maqueta de ciencias naturales.

—Tengo que contarte algo que me ocurrió ayer en la fiesta.

—¡Estaba con un chico!

—Ya lo conocía

—¡Fue bonito verlo de nuevo luego de mucho tiempo! —confesó Elena.

—¿Quién es? — preguntó su amiga.

—Fausto Hinojosa — contestó Elena.

—¡Amiga por Díos!

­ —¿Fausto Hinojosa?, el mismo que te invitó a su fiesta en la que te grabaron besándote con su amigo, gracias a eso estuviste deprimida casi un año, ¿Ese mismo? — preguntó sorprendida la amiga de Elena.

—¡Sí!, ¡Ese mismo! — respondió Elena

—¿Es enserio? — preguntó otra vez mas su amiga sin poder creerlo.

—¡Sí es enserio! “¿Cuál es el problema?

—¿Amiga acaso no has escuchado todo lo que dicen de él? — la amiga de Elena le consultó.

—No, ¿Qué dicen sobre el?

—Primero, no te ilusiones, todos saben que Fausto es un mujeriego.

—¿No me digas que te gusta?

—¡No sé cómo explicarlo! — respondió Elena

—Me encantó su manera de ser, tan loca, diferente y divertida.

—¡No seas tonta Elena!, así actúa con todas para ligar a la primera que caiga, ¡Date cuenta!

—Luego se olvidará y buscará otra.

—Dicen que es alcohólico.

—De seguro esta mañana ya se olvidó de ti.

—¡Vez!

—¡Ni siquiera te ha escrito!

—Creo que tienes razón. No debo hacerme ilusiones —contestó Elena resignándose.

Elena recibió un mensaje de Fausto: —¡Hola!

—¡Me escribió! — avisó a su amiga muy emocionada.

—¿Estás segura que es él? — preguntó la amiga de Elena.

—¡Si segura! Abrí su foto de WhatsApp y si es él.

—No le contestes enseguida Elena — le aconsejo.

—espera una hora al menos.

—No tiene que saber que estabas desesperada por recibir su mensaje.

Pasaron un par de horas y Elena respondió: —Hola.

Fausto: —¡Uy!, hasta que respondes.

—Pensaba que no lo harías.

Elena: —¿Porque lo dices?

Fausto: —Ayer enserio me pasé de copas, creo que metí la pata contigo JAJA JA.

Elena: —Era gracioso cuidar a un borracho coqueto.

—Yo fui la que pensé que no me escribirías.

Fausto: —¿Porque creíste que no lo iba hacer?

Elena: —¿Será porque eres un fuckboy?

Fausto: —¿Un fuckboy?

—A mi defensa debo decir que yo no me creo un fuckboy, la gente creo que soy uno, pero no lo soy.

—¿Pero ¿qué puedo hacer yo?

—¿Llorar?

—¿Cerrar mis redes sociales?

—¿Aislarme del mundo?.

—¿Hacerme heepster?

Elena: —¡Auch!

—¡Eso dolió!

—Espera: ¿Cómo sabes eso de mí?

Faustino: —Después de mi cumpleaños pregunté por ti, decían que la chica del beso con lengua ya no salía, no se la veía más, cerró todas sus redes, luego de unas semanas ya ni me acordé de ti, hasta ayer que volví a verte.

—Entonces ayer en la fiesta, sabias perfectamente quien era yo.

Fausto: —¡Pero por supuesto!, solo me hice el pendejo preguntándote si ya nos conocíamos, ¡quería ver si también te acordabas de mí!

—Lo único cierto es que si sentí un Déjà vu cuando me sonreíste.

Elena: —Oye yo si me acordaba de ti, no solo ayer, sino desde hace mucho tiempo!

—No debí aislarme del mundo tanto tiempo JAJA JA.

—Linda noche Fausto.

—Linda noche igual Elena.

Fausto:—Que descanses.

Los chats entre los dos se hacían más frecuentes, cada uno quería conocer más al otro. Descubrieron que son muy diferentes. Aunque tenían algo en común, en el fondo los dos sentían algo por el otro.

Fausto: —Hola.

Elena: —Hola

Fausto: —¿Qué tal tu día?

Elena: —¡Bien! hice deberes toda la tarde, ahora estoy en la chimenea de mi casa leyendo un libro.

—¿Y tú?

Fausto: —¡bien!, Igual que siempre.

—Mmm no me acuerdo que hice la tarde, ahora estoy en el Templario con unos amigos,

Elena: —¿El templario?

—¡El bar nuevo que abrieron!

—¿Qué haces tomando?

—¡Es lunes Fausto!

Fausto: ¡No es cualquier lunes!

—¡Es el primer lunes del mes!

—Además ya mismo me voy a casa.

Fausto: — ¡Mañana tengo examen!

Elena: —¡Estas loco JAJA!

Fausto— ¿Qué libro lees?

Elena: —El libro se llama: ciudades de papel.

Fausto: —¿Quien es el autor?

Elena: —Jhon Green.

—¿Lo conoces?

Fausto: —¡No!

—Yo conozco a otro Jhon

—¡A Jhon Wick!

— El de la película: Otro día para matar.

Elena: — JAJA JA ¡No tonto!

—¡Yo te hablo de Jhon Green!.

—Es un escritor famoso.

Elena: — ¡Me he leído muchos libros de él!

Fausto: —¡Puede ser famoso pero, ¡No más que Jhon Wick!

Elena: — ¡Lo que digas Fausto! ¡JAJA JA, me divierte hablar contigo!

—¡Linda noche Fausto, ¡Iré a dormir!

—¡Cuídate, hablamos mañana!

Fausto: —¡Linda noche igual Elena!

El día siguiente en el colegio, la mejor amiga de Elena le contó un rumor falso:

—¿Sigues chateando con Fausto verdad?

—¡Amiga creo que está jugando contigo! — opinó la amiga de Elena.

—¿Por qué dices eso? — preguntó Elena sorprendida.

—Me contaron que el apostó “acostarse”contigo.

Elena defendió a Fausto: — Él no es como todos dicen que es, de seguro alguien inventó eso.

—Todas hablan de eso Elena, si todas dicen lo mismo puede ser verdad— dedujo la amiga de Elena.

Elena con una lágrima, casi llorando le escribió a Fausto lo siguiente:

—¡No soy un juguete Fausto para que apuestes conmigo!

—¡Y menos con algo tan sucio como, “acostarte” conmigo!

Fausto: —¡Que locura dices!

Elena: —¿Apostaste que te acostarías conmigo?

Fausto: —¡Eso es mentira!

—¡No hice eso!’

Elena respiró aliviada y escribió: —¡Me contaron que hiciste eso!

—Pero tranquilo te creo.

—Confió en ti’’

Fausto se enfureció y escribió: —¿Sabes qué?

—¡Yo ya no se si confiar en ti!

—¡Estoy harto de las personas como tú que viven inventando cosas de mí!

Elena respondió el chat, tratando que Fausto entre en razón: —¿Como voy a inventar algo así?’

—Si lo hubiese hecho me estuviese perjudicando a mí misma.

—No sería capaz de hacer una cosa así.

Fausto sin pensarlo, muy molesto, escribía en los mensajes una tontería, tras otra: —¡No quiero saber de ti nunca más!

—¡Estas difamándome!

—¡Deja de difamarme!

—¡Adios!

Elena: —¡Oye espera! ¿podemos hablar?, ¿te llamo?

—Enserio no inventé eso yo, fueron otras personas.

—¡También me sentí mal al igual que tú!, ¿no lo ves?

Fausto: —¡Hasta nunca!

—Bueno

Elena dándose por vencida le escribió : —¡Si eso quieres!

— ¡Hasta nunca igual!

Horas más tarde Elena hablaba con su mejor amiga por el celular:

¡Elenita tienes que ser fuerte! —dijo su amiga consolándole.

—¡Deja de llorar!

—¡Yo te dije!, te ilusionan y luego se van!

Elena muy apenada contestó: — Tenias razón desde el principio

—¡Es que en verdad empecé a sentir algo por el! — confesó Elena muy triste.

—Desde que lo ví por primera vez en su fiesta de quince años.

—¡Pensé que él también me quería!

—Ya tranquila Elena pronto encontrarás a alguien— respondió su amiga.

Transcurrió más de un mes cuando Fausto le escribió a Elena: —Oye Elenita, no he sabido de ti durante mucho tiempo.

—Te he echado mucho de menos.

—La última vez que chateamos perdí el control.

—No pensé bien lo que escribí.

—¡Perdón!

— ¡Ahora entiendo que esa mentira también te pudo afectar!

Pasaron dos días desde que Elena leyó el mensaje de fausto, finalmente contestó lo siguiente:

Elena: —Oye, ¿Estoy molesta lo sabes?

—¡Muy molesta!.

—¡Te comportaste como un idiota!

Fausto: —¡Lo sé!, por eso para recompensar lo ocurrido compré dos boletos para el cine, se estrena: Hombre al agua.

Elena: — ¿Cuándo?

Fausto: —El jueves.

Elena: —¿Me estas invitando a una cita?.

Fausto: —¡Si!

—¿Te animas?

Elena: —¡“Mmm” me lo pensaré!

El día siguiente Elena le pidió a su mejor amiga: —Necesito que me ayudes el jueves a salir con Fausto.

—¡Estas loca Elena! — se negó la amiga de Elena.

—¡Tu padre no te dejaría ni loco, salir con un chico!

—¡Ya sabes cómo es!

—¡Por eso necesito que piense que estaré estudiando en tu casa el jueves! —pidió Elena.

—Y que tú me ayudes con la cuartada.

—¡No Elena ni lo pienses! — su amiga volvió a negarse.

—¡NOOOOOOO!

Elena: —¡Amiga por favor ayudame!

—¡por favor!

—¡por favor!

—¡por favor!

—¡por favor!

—¡por favor!

—¡por favor!

—! YAAAAA Elena! — aceptó su amiga, desesperada por la insistencia.

—¡YAAAAAA!

—¡Solo por esta vez, te ayudaré!

—¡Tu papá se enojará muchísimo si nos descubre!

—Amiga también necesito que vengas conmigo al cine— le pidió Elena.

—¡Estas locas! —No haré mal tercio— respondió su amiga.

Elena­: —¡No lo veo desde la fiesta! Me da mucha ilusión verlo, pero estoy muy nerviosa, contigo cerca estaré más tranquila— comentó Elena con una sonrisa.

El miércoles Elena respondió el mensaje de Fausto, escribió lo siguiente:—Hola Fausto, lo he pensado mucho y acepto tu invitación al cine el día jueves.

Fausto: —¡Que mal que tardaste tanto en contestarme!, como no respondiste mi mensaje, asumí que no querías verme más. ¡Vendí las entradas perdon!

Elena furiosa contestó: —¡Fausto eres un idiota!, ¡no sabes todo lo que tuve que hacer para poder salir contigo mañana!

Fausto riéndose respondió el mensaje: —JAJA JAJAJA JAJA, ¡Estoy bromeando!, si tengo las entradas.

—¿Te mando foto de las entradas? —preguntó.

—No tranquilo, te creo—Elena Afirmó.

Elena: —¿Entonces nos vemos mañana?

Fausto: —¡Nos vemos mañana ¡

—¡Linda noche Fausto, iré a dormir!

Fausto: —¡Linda noche igual Elena!

El jueves en el cine Elena y su amiga esperaban a Fausto, parecía que no iba a llegar.

—¡Elena vámonos! — Dijo la amiga de Elena, muy impaciente.

—¡Te está dejando plantada!

—Falta quince minutos para el comienzo de la película y no viene.

—Ya mismo debe estar llegando—dijo Elena, esperanzada con que Fausto llegue pronto.

—¡Esperemos un rato más!.

—¡Está bien Elena! — contestó su amiga, resignada a esperar.

—Hasta mientras iré a comprar mí entrada, ¡Espérame aquí Elena!

Elena oyó un susurro que decía: — “tranquila, no muerdo” —volteó y supo inmediatamente que era Fausto, —¡Fausto, hola! —Saludó Elena emocionada.

—¡Hola, que lindo verte de nuevo! — saludó Fausto.

—¿Entramos a la sala? — preguntó.

—¿Quieres palomitas?

—No te preocupes ¡yo invitaré! — afirmó Elena.

Ambos fueron a la fila a comprar palomitas, discutieron sobre quién pagará las palomitas de maíz; Fausto olía a alcohol. —¡Apestas! — Elena le reclamó. —¿Estás ebrio? —Preguntó Elena muy enojada.

—¡Fausto, existe un día que no bebas!

Fausto contesto: —¡No estoy ebrio Elena! —Mañana hay una fiesta, ¡la estoy organizando! —Hoy ice la degustación de las bebidas que se servirán mañana.

—Yo pagaré, ¡no se diga más! — dijo Fausto decidido.

—¡No pagaras todo Fausto! —¡Vamos a pagar: ¡mitad tú, mitad yo!—¡Esto no es un patriarcado ¡ —argumentó Elena.

—¡Esta bien Elena! —¡Esta bien! —¿Te digo algo?

—Te vez linda cuando te comportas odiosa, ¿Sabias? — Fausto acortejó a Elena.

—¡No soy odiosa! — respondió Elena riéndose—¡No soy fácil como las chicas con las que sales, esa es la diferencia! — comentó Elena.

¡Nunca creí que fueses fácil— contesto Fausto! —¡Si fueses fácil no estaría aquí! — agregó—Eres la única que me da un: “NO”, por respuesta—¡me gusta!, eres distinta a todas—Me encanta estar cerca de ti.

Elena se sonrojó y le respondió—Aunque solo nos hemos visto tres veces, digo lo mismo, también me encanta estar cerca de ti Fausto.

Ya habían comprado las palomitas cuando Fausto le preguntó: —¿Ya entramos? —¡Hay que hacer fila!

—No te preocupes, no debemos hacer fila—¡Mi amiga nos debe estar guardando puesto! —Elena exolicó

—¿Tu amiga? — preguntó Fausto sorprendido—Pensé que íbamos a estar solos—exclamó.

—Le pedí que venga conmigo, ya que me está ayudando a que mi padre no se entere que vine al cine; “NO” me hubiese dado permiso, pude venir gracias a ella— comentó Elena

—¿Estará alado nuestro? —Fausto consultó.

—¡No lo sé! —¡Pero descuida! —¡Es una buena persona—aseguró Elena!

—¡Es muy buena persona! —Por eso mintió que aposté acostarme contigo—manifestó Fausto sarcásticamente.

—Era solo un rumor que escuchó— sostuvo Elena, defendiendo a su amiga.

—¡Solo se amable Fausto! —solicitó Elena.

Minutos antes de entrar a la sala de cine, Elena les presentó: —Fausto, ella es mi mejor amiga.

—¡Un gusto soy Fausto!

—¡Si lo se!, eres Fausto, ¡todos saben quién eres! — exclamó la amiga de Elena—¿En qué fila les tocó sentarse? — preguntó.

—En la fila siete—respondió Fausto.

—¡Están de suerte!, en mi entrada dice que mi asiento es en la fila doce ¡Estarán solos!, ¡No hagan travesuras!; Nos veremos a la salida, ¡disfruten su cita! —dijo la amiga de Elena despidiéndose.

Elena se despidió de su amiga; Entró con Fausto a la sala de cine. Miraba la película atentamente cuando por accidente se cruzó con la mano de Fausto que estaba en la funda de las palomitas de maíz, ambos se regresaron a ver, se acercaron para darse un beso, a ultimo segundo Elena se detuvo y le dijo: —¡Espera Fausto!; Solo he dado un beso en toda mi vida y tú sabes cómo terminó; No confió en los demás, ¡sufrí mucho!; ¡No quiero ser una más de tus chicas!, ¡Perdón!

—No pienso hacerte daño Elena, ¡Me importas!;Tengo que confesarte algo, desde que ti vi sentí algo diferente a lo que pude sentir antes por alguien, ¡es raro!, por primera vez me he planteado estar con alguien, ese alguien, eres tú; ¡No eres una más Elena, te lo garantizo!; Dije que me encanta estar cerca de ti porque eres la única que me da por repuesta, un “NO”, la verdad es que me encanta estar cerca de ti porque disfruto cada segundo de tu compañía, fueron tres veces las que estuvimos frente a frente y las tes veces he querido besarte, ahora no solo quiero besarte, también quiero que seas mi novia.

Elena se emocionó un montón, le preguntó asombrada: —¿Lo dices enserio?

—¡Nunca en mi vida he estado tan seguro, como lo estoy ahora!, ¿Quieres ser mi novia?

Elena se quedó sin palabras, no sabía que decirle; Fausto bajo la cabeza, ¡ya se estaba dando por vencido!; Unos instantes después Elena lo besó, un beso largo e intenso, al terminar ella contestó: —¡Aquí tienes tu respuesta! ¡Es un ¡SI!

Elena sostuvo la mano de Fausto, apoyó su cabeza en su hombro, respiró hondo. —“¡Wow!”—¿Entonces así se siente estar enamorada?

—¡Oye perdón! —exclamó Fausto

—¿Perdón de qué? —respondió Elena.

—¡No fue la mejor declaración para un noviazgo! —afirmó Fausto.

—He visto que otras personas que se declaran, llevan globos, peluches o flores.

—¡Lo siento!, es que jamás he hecho eso antes: declarar mi amor a alguien y pedirle que sea mi novia.

Elena: —¡No tienes que pedir perdón!, para mí fue la declaración más sincera, hermosa y especial que alguien puede hacer!

—¡No eres como todos piensan! — dijo Elena

—Me mostraste tus lindos sentimientos, eso es mejor que unos globos, unos peluches, o unas flores, ¡Con tus palabras me bastan!

—A mí me basta con que hayas dicho SI, JAJA JA— argumentó Fausto.

—Faltan quince minutos para que termine la película, ¿Qué tal si mejor vamos por un helado? Nos sentamos y conversamos— propuso Elena

—¿Estás de acuerdo?”

Fausto: —¡Si!, pero con una condición.

Fausto: —¡Yo invito, OK!

—¿Porque siempre quieres ser tú el que invite? —preguntó Elena.

—¿No crees que eso es machismo?

—¡Las chicas también podemos invitar un helado a un chico!

—Lo sé, solo que quiero invitar yo, ¿De acuerdo?

—¡Está bien! pero si saldremos juntos, ¡no siempre será así! —respondió Elena.

—¡Fabuloso!, ¡hoy yo invito! Entonces espérame aquí, iré por los helados.

—¿De qué sabor quieres tu helado? — le consultó Fausto a Elena.

—¡De vainilla por favor!

Fausto compró un helado de chocolate para él y uno de vainilla para Elena— aquí tienes tu Helado— dijo Fausto con una sonrisa

—Elena agradeció—¡Eres muy atento Fausto, muchas gracias! — ¿Podemos hablar? — preguntó.

¡Claro! —¿De qué quieres hablar? —contestó

—¡De nosotros Fausto!, ¿Te dista cuenta de algo?, ¡Casi no nos conocemos! —No crees que nos apresuramos?

—¡No lo sé Elena! —¿Tu qué crees?

—¡Quiero conocerte más Fausto! —juguemos un juego—propuso Elena: —Yo te preguntaré diez preguntas y tú me las contestarás con una sola palabra, “¿OK?”.

—¡De acuerdo! —aceptó Fausto.

Elena empezó a realizar sus diez preguntas a Fausto: —¿Color favorito?

—“Verde”, (Fausto contestaba una por una).

—¿Prefieres ir a una montaña, o a una playa?

—“¡Playa!”

—¿Frío o calor?

—¡Calor!

—¿Que te gusta más?: ¿El Sol, o la Luna?

—“¡El sol!”

—¿Qué te gusta leer?

—¡Revistas de Futbol!

—¿Helado favorito?

—“¡Chocolate!”

—¿Cantante favorito?

—“¡Gustavo Cerati!”

—¿Qué género musical escuchas?

—“¡Rock latino!”

—¿Comida Favorita?

—“¡Pizza!”

—La última pregunta que te haré Fausto: ¿Qué fue lo que más te atrajo de mí, físicamente, el día que me conociste en tu fiesta?

—¡Tu trasero! —respondió bromeando.

—¡Fausto eres un cerdo, “maldita sea”!, ¡Misógino de “mierda”! ¡todos los hombres son una basura!, ¡Púdrete!, ¡Me voy!…

—“JAJA JA”; ¡Cálmate linda!, ¡no te vayas!, eres hermosa, todo tu físico es atractivo, pero tu sonrisa fue lo que más me cautivó.

—Bueno, es mi turno, ¡te preguntaré mis diez preguntas!, (Fausto comenzó a preguntar a Elena)—¿Película favorita?

—“¡Titanic!”,(Elena empezó a contestar las preguntas de Fausto).

—¿Deporte favorito?

—¡No me gustan los deportes!

—¿Odias el reguetón?

—¡Lo odio!

—“JAJA JA”;Ya somos dos!—manifestó Fausto—Luego Volvió con sus preguntas:¿Un día de lluvia, o un día soleado?

—¡Un día de lluvia!

—¿Escritor Favorito?

— “¡Charles Bukowski!”

—¿Libro que quisieras leer y que no has leído aún?

—“Cartero”, de “Charles Bukowski”.

—¿Por qué odias el “Reguetón”?

—Por las letras de sus canciones, ¡denigran a la mujer!

—¿Qué te atrae de mí?

—¡Tu personalidad!

—¿Materia escolar favorita?

—¡Literatura!

—¿Nos casamos? —consultó Fausto riéndose.

—¡Diría sí!, pero solo tengo catorce años —manifestó Elena sonriendo.

—¿Te acuerdas que te pregunté; “Así se siente estar enamorada” ?, en verdad siento eso—exclamó Elena, suspirando—¡En verdad quiero intentarlo Fausto!, ¡Quiero que esta relación, la construyamos bien desde el principio, tendrás que ir hablar con mi padre para que me deje estar contigo!

—¡Lo haré princesa!, no dudes que daré todo de mí, ¡cualquier cosa para estar a tu lado!

Tras estas palabras, Elena abrazó a Fausto; —¡Es muy estricto! —¡Estaré nerviosa!, ojalá apruebe nuestra relación— exclamó Elena.

—¡Tranquila!, yo le convenceré—afirmó Fausto.

—¿No estas nervioso? — preguntó le preguntó Elena.

—¡NO!

Capítulo final: Todo acabó, lo que nunca te dije (última carta)

He madurado, puedo canalizar mis impulsos y mis emociones, en esta travesía solitaria sin ti, me he propuesto ser mas fuerte, ¡valla que lo logré!, ya no lloró por las mañanas recordándote, ni miro nuestras fotos viejas, mientras escucho canciones de “Enanitos Verdes”. Me dí por vencido, acepté que todos los “siempres” que nos dijimos, solo respondían a una ilusión de “adolescentes hormonales”, el “juntos siempre”, o el tan mencionado “siempre juntos pase lo que pase” se quedaron en el aire, no estuvimos hechos para estar juntos, esa es la verdad, una verdad que negaba, aunque en el fondo lo sabía, solo que no lo admitía porque me aferré a ti, como te digo, es cierto que el tiempo y el dolor me ayudaron hacer más fuerte ¿Pero cuánto tiempo más te seguiré echando de menos?, ¡ha pasado tanto tiempo desde que TODO ACABÓ!, ¡“Joder” !, ¡casi un año!. Nos hicimos mucho daño al no despedirnos rápidamente. Nos juramos que estaremos juntos en la universidad, yo te dije que te esperaría, “¡te hubiese esperado!”, “te hubiese dado mi vida pero la estoy usando”, la verdad me cansé de esperar, ya es hora de vivir el presente, ¡tengo otro camino ahora!, tu el tuyo, espero que seas feliz estés donde estés, no estaba seguro en escribir “No muerdes”, me dije a mi mismo: “si vas a escribir, escríbelo desahogándote y expresa todo lo que sientes”, es difícil escribir esto, porque me acuerdo de ti cada instante, cada capítulo, cierro los ojos, y es “como revivirlo nuevamente”, siento un escalofrío, y se me eriza la piel, eres inevitable, antes creía que pensar en ti era una muestra de debilidad, ahora sé que es un paso para madurar, estarás en mi corazón toda mi vida pero como dijo “Cerati”: “Poder decir adiós es crecer”, por eso me despediré de ti “amor mío”, te escribiré una última carta. Lo que nunca te dije…

Querida mía,

Vivía mi vida aparentando ser una persona que no quería ser, todo era superficial, creía que, en las fiestas, en las amistades transitorias, y en romances pasajeros de unos días podía sustentar mis vacío emocionales, aunque no lo mostraba, muy adentro, en el fondo era un chico sensible aparentando todo lo opuesto, reprimía tanto mis emociones que en ocasiones olvidaba que tenía sentimientos, no creía que podía enamorarme de una persona hasta que te conocí. Amor; ¡No sabes lo hermoso que era verte sonreír!, hay veces que extraño aquellos tiempos donde los segundos se hacían horas a tu lado, me acuerdo de esos días donde todo era sencillo y lindo, me enseñaste que los pequeños detalles son los más especiales, ¡eso cambió mi forma de ver las cosas!, ahí me di cuenta lo desabrida que era mi vida. Me arrepiento de no “haberte amado bonitamente”, te amé mucho con toda mi vida, pero no sanamente, me duele ¡rayos!, pasó el tempo y lo único que quería era que no te fueras de mi vida “cielito”, te descuidé, no me preocupé por disfrutar cada instante contigo, entré en un estado de codependencia, me aferré a ti como un drogadicto a la “heroína”, nunca te conté porque mi ego me devora amor, “estaba deprimido”, “tenía inseguridades”, si te lo hubiese contado me hubieses ayudado ¡lo sé!, me hubieses acompañado donde un psicólogo. Poco a poco mis inseguridades y mis miedos fracturaban esa hermosa relación que teníamos.

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