La sangre de cristo

La sangre de cristo

Emilio

15/09/2022

En la banca de una iglesia estaba sentado. Las lágrimas caían por su mejilla. Su mirada reflejaba cansancio, no tenía miedo sino remordimiento, solo fue un horrible día más para él, sus manos estaban llenas de sangre.

El cura de la iglesia lo vio y se sentó a su lado.

– Si tienes alguna pena; ¡Dios siempre es la respuesta hermano mío! – dijo el cura.

– Es la segunda vez que estoy en una iglesia Padre- contestó.

– ¿Usted creé en la redención Padre? – Mmm- ¿Me refiero a que un hombre malo, pueda cambiar y ser bueno?

– El Padre respondió- con un versículo de la biblia, «Efesios uno, siete», dice que «En el tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia».

– ¿Y si has matado Padre? – una y otra vez.

– El cura tomó aire y respondió con una voz tranquilizadora- Cuando Barrabás estuvo al lado de Jesús en la cruz, él le preguntó algo muy parecido- Jesús perdonó sus pecados, porque todos tienen lugar en el cielo, con su arrepentimiento, el amor de Dios será una ofrenda- ¿necesitas confesarte hijo mío? – y te daré una penitencia- Agregó el cura.

– No padre – vine por otra cosa – dijo, mientras sostuvo su brazo con sus manos de sangre- mi nombre es: Luis Muñoz, soy un sicario y créame que nunca quise serlo, nunca quise ser como soy- desde niño supe que estoy enfermo, no lo niego y he tenido que batallar contra mí mismo- pero la vida no me dio otra elección- todo comenzó con ratones, luego fueron perros y ahora personas- a los diez años me escondía en un terreno baldío y con un cuchillo de cocina robado de mi casa les abría el cuello- pasé a animales más grandes – perros y gatos, conservaba sus intestinos- sus huesos- y los conservaba con químicos- si me aburria robaba ácido fluorhídrico de la fabrica textil donde trabajaba mi padre y derretía el cadáver – quizá si hubiera estudiado sería un buen doctor, me gusta la anatomía- tal vez me hubiese gustado aprender un poco más de química orgánica- o mejor, un futbolista famoso como casi lo logró- aun así me daba pena matar a esos animales, para examinarlos- más pena que cuando maté a un ser humano por primera vez a los trece años- porque esos animales son inocentes y no tienen malicia como una persona- yo tenía que trabajar en una construcción para conseguir algo de comer y cooperar con unos dólares a mi casa, para la comida de mis dos hermanas bebés y la comida para mi hermano lucas a quien tanto extraño, sino traía algo el cerdo de mi padre me golpeaba- era un boxeador fracasado que descargaba su ira con mi madre y conmigo, era alcohólico y por eso no duraba en ningún empleo- tenía una bicicleta para movilizarme, mientras que en mi mochila llevaba ladrillos y herramientas que requería la obra- después de terminar el turno aquel día- un ladronzuelo me ahorco por atrás, vino a mi silenciosamente, no lo sentí- caminaba por la acera, puesto a que la llanta de mi bicicleta estaba ponchada- era un adulto contra un adolescente de trece años- sostenía una navaja- puse resistencia y me lanzó al piso- tenia la navaja en mi oreja- al no dejar que se lleve mi dinero, me dejó un corte de la oreja a la ceja- como puede ver en mi feo rostro- por suerte ese momento- en la canasta de la bicicleta caída, estaba un martillo- logré salvar mi vida gracias al martillo- el tipo se llevó un terrible golpe- seguía un poco consciente y estuve encima de el- pude parame he irme corriendo con la bicicleta y mi dinero- pero me volví loco- lo golpee hasta desfigurarlo, veía como la sangre chorreaba por mi cuerpo- el pedía que parara- gritó mas cuando le mordí el cachete y le saque un pedazo de piel- Agarré el martillo para reventarle los sesos, y ya puede imaginar- lo derretí con ácido- no me arrepentí- yo trabajaba para comer dignamente- y no toleraba que te quiten la vida por una moneda- pero ahora hago lo mismo y estoy asqueado, más que nada, impotente- porque matar ya no depende de mí, aunque ya no quiera hacerlo- puedo ser un psicópata pero tengo códigos- yo no pedí serlo- ahora estoy atrapado- justo cuando mejor me iba- a los dieciséis años- un ojeador se paseó por las canchas de San Roque donde vivía- y me ofreció ir a jugar a Deportivo Universitario, tuve un precontrato cuando jugué en fuerzas básicas- ganaba lo justo para vivir con mi familia- en una casa de Ponciano, cerca del estadio, con agua caliente- lujo que nunca tuvimos en nuestra anterior casa que cada vez que llovía se inundaba- todo cambió cuando mi padre recayó- volví a la nueva casa después del entrenamiento y mi papá ahorcaba a mi madre- pidiéndole dinero para una botella- mis hermanas de tres años se escondían debajo de la mesa- y mi hermano de cinco años abrazaba la pierna de mi padre suplicándole que no lastimé a mi madre- al ver eso- supe que el sujeto no tenía remedio- y que mis hermanos y mi madre, deben tener un mejor futuro, lejos de mi padre- el guardaba un arma en el cajón de la cómoda- que tenia para proteger nuestra antigua casa de los ladrones- me guardé el arma y sin que se den cuenta la guarde- volví y le separé de mi madre- el perdedor tomó conciencia y se tiró a llorar en el piso- les ordené a los niños y a mi madre que se encierren en el cuarto con llave y no salgan hasta que yo diga- de ahí lo abracé- mientras lloraba- sin decir nada fui a la tienda- después de cinco minutos volví con una botella- y el seguía sentado en la silla llorando por ahorcar a mi madre- le vi a los ojos- le pregunté- ¿ tu familia o el alcohol papá?- puse la botella en la mesa- y le serví un vaso- por desgracia de ellos, el se tomó el vaso- le dije que le van a extrañar mucho, que es posible que lloren por él, pero es un mal necesario- me preguntó- ¿ a qué me refería con eso?- yo le contesté que simplemente no quiero que mi hermano Lucas, ni mis hermanas Lucia y Josefina vivan lo que yo viví a su edad junto a el- le di un ultimo beso en su frente cuando terminaba de tomar ese vaso de vodka- cogí la botella y la reventé como piñata en su cabeza- así el cayó noqueado al suelo- cuando estuvo desplomado, saque el arma y le metí un tiro en la cabeza- mi madre lloraba en el cadáver de su esposo y mis hermanos me veían con miedo y repudio- el impacto fue grande para ellos- ¡lo sé!- me puse un suéter y me fui corriendo para nunca más volver- me subí a un bus y esperé hasta la ultima parada que me lleve a la punta de la mierda- en los suburbios del sur de la ciudad había una plazoleta pequeña- donde acampan los vagabundos- esto nunca he querido contar- ni pienso hacerlo- hoy será la acepción- en ese momento: mi boca estaba abierta y sostenía el arma esperando jalar el gatillo- como también esperé que mi padre no se halla tomado ese vaso de vodka- estaba desecho y arrepentido- era un ser violento- lo tuve que matar a él, o él iba a matar a mi madre- pasé muchos días en la calle- sin comer, desnutrido y sucio- una mujer se acercó a mi- y me dijo que un alma tan joven no debería pasar penumbras en las calles- me llevó a su casa en Nayón- era una casa enorme blanca y con piscina- eran encantadores, tanto su esposo, como su hijo, tenía un dálmata- era un niño carismático de la misma edad de mi hermanito Lucas- trabajé con ellos un año- parecían ser buenas personas- ahora se que son héroes que terminaron siendo villanos- trabajé de chofer, paseaba al perro y vivía en su casa en uno de los cinco cuartos del personal- tenían un chef, un mayordomo y una niñera para el niño- un día regresé a mi casa en Ponciano- con cautela, ya que, estaba buscado por la policía – mi madre no me quiso recibir y mis hermanos no me levantaron la vista- el remordimiento fue enorme- así que, fui donde mi jefe y le dije que me iría, contándole todo lo que hice- salí de esa casa y fui a comisaria, a confesar que maté a mi padre- voluntariamente di el arma con la que disparé- todo coincidía- me llevaron a criminalística- y estuve encerrado dos noches ahí- antes del traslado a la penitenciaria- tocaron mi celda- y el oficial me dijo- con una voz sumisa- estas libre solo sal y no preguntes- había un carro esperándome- el de mi jefe- me dijo que me necesita- que tengo potencial- ahí descubrí que era un mafioso- y me rescató por segunda vez para reclutarme de nuevo- no me hecho de su vida, porque necesitaba gente de sangre fría- o como se dice- gatillos fáciles- yo era uno de ellos- no pude negarme a ser su matón- porque él ya tenía mi información y la dirección de mi familia- sabia que si me escaba o me negaba- ellos podían pagar mis platos rotos de nuevo- ya pasaron cinco años- ahora tengo veintiuno- y tampoco me conviene salirme de la organización- porque mi madre enfermó de cáncer y el paga sus quimioterapias y todo el tratamiento- además me paga mil verdes por cabeza, a mi o a cualquier sicario de la organización- con eso me costee un departamento cómodo- y mis hermanos estudian en una buena escuela- gracias a mi- ahora Lucas tiene casi once años- mientras que Lucia y Josefina tienen ocho- y todavía no me perdonan- a diario mato a gente de mierda- estafadores, pandilleros- en sí, gente mala- y duermo como un bebé- no me afecta en nada- a los que robaron al cartel- el jefe me pide que les corte las manos- los que deben dinero y no pagaron a tiempo- el jefe exige que les hagamos una corbata- les abrimos el cuello y les dejamos la lengua expuesta por el orifico de la traca- el jefe tiene más de quinientos hombres en su organización- por mi disciplina- no me accedo- no uso drogas- ni tengo vicios, ni contrato prostitutas como los demás- el único dinero gastado- es el destinado a mi familia- compensación- de todo lo que les tocó vivir por mi culpa- el jefe me nombró su primer sicario y tengo a quinientos hombres a mi disposición- dos de ellos están en la puerta de la iglesia- hoy nos pidieron matar a su hermano padre- el jefe le prestó dinero para su panadería, a doce meses plazo y ha pasado mucho tiempo y no le pagó- el jefe se encabronó y nos pidió matarlo- dijo Luis, mientras el padre lo veía con los ojos vidriosos y muy impactado- Continuó hablando Luis- Usted me dijo padre- que Jesús perdonó a Barrabás- creo que Jesús le hubiera perdonado a Barrabas si el hubiera matado a su hermano- pero usted no me perdonará- porque es humano- no vine a disculparme- solo a decir que estoy arrepentido, porque su hermano no merecía que le corte el cuello- yo mato a gente que se lo merece y no tengo lastima- pero ser pobre es algo entendible, yo también lo fui- se que no pudo pagar- se metió con el hombre equivocado y murió- no se merecía eso- por eso no lo derretí con ácido fluorhídrico- para que usted y su familia lo puedan ir a visitar en el cementerio- lo lamento padre- si la decisión fuese mía no lo hubiera matado- dele este dinero a su cuñada y aquí está mas dinero para el entierro- y para sus sobrinos- concluyó Luis, extendiendo el brazo con el dinero.

– El padre aceptó el dinero- le escupió en la cara a Luis y dijo- ¡un hombre como tú merece ir al infierno! – Luis respiró hondo-

– Y con tristeza se levantó de la banca- lo entiendo padre- si algún día matan a mi hermano- quisiera tener al asesino frente a frente y confrontarlo- Lo lamento dijo por último mientras se marchaba de la iglesia- secándose la cara.

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