Always Forever #1


SINOPSIS.


Con tan solo 17 años, Madd es una chica que ha caído en depresión, no le gusta salir, pasa el día encerrada en su habitación leyendo e imaginando como sería su vida si no hubiera ocurrido aquello que la marcó.

Por órdenes de sus padres entra a un taller de música donde conoce a Leo,un chico muy atrevido y extrovertido con el que comienza una hermosa amistad,que el chico cree podría convertirse en algo más,Madd no acepta sus sentimientos,tiene un enorme vació y muchos secretos que pueden arruinar todo.

Todos tratan de apoyar a Madd y en el camino hacia su gran logro,como bien dice el dicho «Un ciego no puede guiar a otro ciego»,pero ellos hacen lo posible,todos y cada uno de los amigos de la chica se tropiezan conociendo sus defectos y habilidades mientras que Leo va descubriendo más de la vida pasada de la chica.

Pero no solo Madd oculta secretos,todos aquí tiene algo que ocultar,algunos por hermandad y otros por que simplemente sienten que el mundo se les viene encima y no quieren que la persona que aman termine cargando con sus problemas.Cuando por fin creen que todo se resolvió llega un tornado de emociones y rumores que desataran gritos de furia y lágrimas de dolor.

Adéntrate y déjate envolver por esta historia.Deja que los muros de estas paredes te atrapen para que tú descubras secretos escondidos en los más remotos rincones.

🎵🎵🎵

-Te digo algo Madd-Él chico me miraba con el semblante relajado-Hay un libro que dice «nunca creas un te amo cuando estas completamente enamorado ni un te odio cuando estas totalmente enojado.

-¿Y eso qué quiere decir?-Pregunté pensando en las palabras antes mencionadas por el rubio.

-Que no te tomes las cosas tan personales,sabes que él no piensa lo que dice cuando está enojado.

-Hay otro libro que dice «El sabio no siempre dice lo que piensa,pero siempre piensa lo que dice»-Indiqué

Dos cosas,uno,mi hermano de sabio tiene lo que yo de astronauta-Dijo apuntandose a sí mismo con el dedo índice-Dos, ¿cómo es que de yo tratar de animarte terminamos diciendo frases de libros que nos llegan al corazón?

Los dos comenzamos a reír y en ese momento olvide mi sufrimiento,deje de concentrarme en el dolor de lo que había pasado unos días atrás y disfrute del momento con una de las personas que nunca,ni siquiera conociendo mi faceta más rota me abandonó.



CAPÍTULO 1.- EL TALLER.


01/Febrero/2021

Los Ángeles, California.

Caminaba aún dormida por los pasillos de la escuela cuando la voz de mi mejor amiga gritando mi nombre desde el salón de química hizo que entrara y entablara una pequeña conversación, poco entendía de lo que ella me comentaba, pues tenía sueño, pero hacía el intento.

-Buenos días alumnos, tomen asiento que la clase va a empezar-La dulce voz de la maestra hizo que mi cerebro reaccionara y pusiera atención a la clase. Cuando la profesora Avelie dio por terminada la clase guardé mis libros lo más rápido que pude y salí del salón.

A la hora del almuerzo entré a la cafetería en busca del cabello pelirrojo de Hannah o el negro rizado de Rose, fui a comprar mi comida, desde ese lugar vi a Alice sola y me acerqué a la mesa.

– ¿Dónde están las otras chicas? -Pregunté.

Ella tomó una papa frita y se la llevó a la boca para después responder.

-Fueron a comprar comida, pero siéntate no creo que tarden-Respondió.

Obedecí a su petición.

-Y… ¿Cómo va tu día? -Esperé unos segundos, pero después de no recibir respuesta miré hacia la misma dirección en la que se posaban los ojos de la castaña.

Y sí, no me respondía porque el capitán del equipo de fútbol, Josh Ángel iba entrando junto a sus otros amigos, unos segundos después llegaron mis otras amigas a sentarse con nosotras.

Rose me miró con una sonrisa sin despegar los labios.

– ¿Cómo amaneció la cantante? -Mi cabeza comenzó a dar vueltas, ¿cómo lo sabía?, mi subconsciente se formuló la misma pregunta por unos 5 minutos.

Supuse que Hannah se enojaría porque pensaría que le había contado a Rose primero que a ella y seguro me regañaría diciendo que porque no le daba prioridad como mi mejor amiga. Todos mis pensamientos se esfumaron cuando otra voz con una nueva pregunta se presentó ante mí.

– ¿Te pasa algo Madd, estás pálida? -Era Alice, rápidamente giré mi cabeza hacía ella y respondí con un asentimiento haciéndole entender que lo estaba.

– ¿Y qué es eso de la cantante?, Expliquen-Pidió Hannah mientras se acomodaba en la silla.

-Bueno, mis padres dicen que paso todo el día encerrada en mi cuarto leyendo y cantando, así que me inscribí en un taller de música que está cerca de aquí.

En un abrir y cerrar de ojos ya estaba viendo a mis amigas brincando y gritando de emoción, mis ojos se abrieron ante la escena, pues casi todos los alumnos de la cafetería nos miraban.

-Bueno, cuando termine tu taller me llamas, así puedo pasar por ti e ir a tu casa a hacer las tareas para después hacer una pijamada donde nos cuentes todo lo que hagas en el taller, ¿Te parece bien? -Hannah me tomó del brazo mientras hacía puchero y no me dejaba más opción que aceptar.

Sabía que a mis padres no les iba a molestar ya que ellos conocían muy bien a mis amigas, más a Hannah, su madre Hermione Jones era amiga de mi madre. Y aparte ellas eran mis amigas desde hace mucho, la secundaria y la preparatoria eran en el mismo edificio por lo que a mis amigas y a mí nos pasaron directo a la preparatoria, así que seguimos en contacto.

La campana sonó lo que indicaba que las clases continuaban, así que me levanté para ir a mi salón, tocaba historia. Cuando terminaron mis clases me sentía agotada, estaba segura de que en algún momento caería rendida en el pasillo, me dirigí a mi casillero para guardar mis libros y sacar los que necesitaba para la tarea, cerré la puerta con pereza y revisé mi reloj.

¡Faltaban 20 minutos para que la clase en el taller empezara y yo tenía que caminar 4 cuadras!

Mi cerebro reaccionó y comencé a correr, con mucha suerte pude llegar 5 minutos antes de que empezaran, fui a recepción para que me indicaran donde estaba en salón, al entrar me percaté de que no había nadie así que decidí practicar la canción «All I want» de Olivia Rodrigo.

Puse la pista en mi celular porque no había nadie que tocara algún instrumento con la melodía, y por mí mejor, así me sentía más cómoda.

Estaba muy concentrada en la canción que no me di cuenta que el profesor y otros dos chicos me observaban, la canción terminó y mis oídos se llenaron del sonido de los aplausos, mis nervios despertaron, uno de los chicos se acercó al pequeño escenario en el que yo me encontraba, tenía el cabello color café claro con rayitos rubios, era alto, su vestimenta era bastante rara, entre formal e informal, usaba un pantalón de mezclilla y una camisa negra, esté se sentó al lado mío.

-Así que tú eres la nueva-Dijo con cierto asombro.

Asentí con la cabeza y me levanté del escalón para ir hacía mí bolso.

-No tengas miedo, no muerdo-Añadió el chico al presenciar mi escena de nervios.

-Pues para ser nueva no cantas nada mal-Admitió el otro chico mientras tomaba una silla y se sentaba en está.

Me llamó mucho la atención su cabello, era negro, pero en las puntas se podía notar algo de azul.

¿Se teñía el cabello?

Obviamente no se lo voy a preguntar, apenas lo conozco.

– ¿Has cantado en algún lado? -El rubio trató de indagar más en el tema.

– ¿La ducha cuenta? -Pregunté elevando un poco la comisura de mis labios, los dos chicos comenzaron a reír, pero el profesor interrumpió su diversión.

-Bueno, me presentó, soy el profesor Williams y estaré apoyándote en la música, todavía faltan siete chicos, ¿Por qué no te presentas ante estos dos?

Muy nerviosa puse unos mechones de cabello detrás mi oreja, los dos chicos me miraban con cautela esperando mis palabras, el pelinegro me miraba relajado, pero la mirada del rubio era penetrante, como si quisiera ver a través de mí, lo que me ponía más nerviosa.

-Bueno, yo soy…

-Hola profesor Williams-Una chica me interrumpió y entró al salón junto con los chicos que faltaban. Todos tomaron un lugar y el profesor se paró frente a ellos para hablar, yo me senté en el escenario y puse atención al profesor.

-Bien, daré una breve explicación, como ya notaron hay una nueva integrante hoy son las presentaciones en parejas y el solo de Eduardo, señorita Lodge como no sabía nada de esta actividad solo observará.

-Bien-Sonreí a medias y me levanté. Las presentaciones empezaron y yo decidí acercarme al piano junto con el chico que un rato atrás me dijo que no mordía.

-Parece que hoy estarás aquí durante el show-El chico me miró y me regaló una sonrisa, yo la devolví.

Al principio me sentí algo decepcionada por no poder participar, pero sabía que en próximas clases yo podría cantar.

– ¿Tu tocas el piano? -Las palabras salieron por si solas sin antes pedir permiso a mi cerebro.

«Claro que toca el piano, tonta, que crees que hace enfrente de uno si no es tocarlo».

Mi subconsciente grito, hice un gran esfuerzo para no ruborizarme por mi propio regaño. El chico me miró y pude notar que sus ojos eran color verde, pero con algo de café.

-Sí, soy el que hace la melodía así que, sí necesitas algo… -Él tomó mi mano y dejó su frase en el aire, el color carmesí se presentó y no pude sostenerle más la mirada, quité la mano y respiré profundo.

-Y si eres el encargado de la música ¿Por qué no estás tocando? -Estaba tan nerviosa que no sabía qué decir y ese fue el único tema de conversación que se me ocurrió en ese instante.

-Porque ellos dos, Sophia y Jacob son algo especiales y prefieren poner la pista virtual, ¿Qué no escuchas la música? -Él arqueó una ceja y yo rodé los ojos, volví mi mirada a los otros chicos.

– ¿Y tú?, ¿No cantas? -Pregunté, a lo que el chico me miró y fue inevitable no dirigir mi mirada hacía él.

-No mucho, prefiero estar detrás del piano, donde nadie me ve.

Al principio dudé de su respuesta, pero después supuse que a él también le daba pena cantar.

Terminaron las presentaciones y para mi todas eran preciosas, el profesor se levantó de su asiento y entreabrió los labios para hablar.

-Muy bien a todos, recuerden que este tipo de ejercicios es para perder el pánico escénico, para la próxima clase todos prepararan un solo y lo presentarán ante la clase, incluyendo el pianista-Esto último lo dijo mirando al chico que se encontraba a un lado mío, y este solo le regaló una media sonrisa.

Al término de la clase el profesor pidió voluntarios para ayudar a guardar las cosas y yo me ofrecí, ya todos se habían ido solo quedaba yo y el chico del piano recogiendo. Terminé y tomé mi bolso para irme cuando una mano jaló mi suéter amarillo e hizo que diera un pequeño brinco.

-Perdón si te asuste, solo quería decirte que… -Él dejó su frase en el aire mientras ponía su mano en su cabello- …que si querías salir conmigo hoy.

Espera, ¿Qué?

Yo no sabía qué hacer, no entendía su petición o tal vez si, lo acaba de conocer hace 40 minutos no podía solo invitarme a salir, o bueno, puede ser que yo exageraba un poco las cosas, tal vez solo quería conocerme, pero era muy pronto como para darle esa confianza.

Medité por unos segundos mi respuesta y dije lo más coherente.

-Hoy no puedo, mi amiga me está esperando-Su cara cambió de nerviosa a decepcionada, me sentía mal, pero no le mentí, Hannah pasaría por mí para hacer la tarea en mi casa.

-Ok, otro día.

Me fui del salón lo más rápido que pude, al llegar a la salida hacia la calle el profesor Williams me detuvo en seco.

-Cuide mucho su voz señorita Lodge.

Yo asentí con la cabeza, acto seguido abrió paso para que yo saliera, vi una tienda de helados, fui a comprar uno y después me senté en una banca afuera del taller para escribirle a Hannah mandando mi ubicación y diciéndole que me recogiera.

-Creí haber escuchado al profesor Williams que cuidaras tu voz, y el helado no es precisamente bueno-Ese tono yo lo conocía, era el chico del piano.

– ¿Me estabas espiando?

-Noup, solo iba saliendo y lo escuche por casualidad-Dijo sentándose a un lado mío y depositando una caja grande y negra en el suelo.

-Ajá-Mencioné, mi curiosidad despertó al igual que mis labios- ¿Qué es? -Pregunté señalando con mi dedo índice la caja.

-Un piano eléctrico, es mío y lo llevo para practicar las melodías de la próxima clase, por cierto, ¿Qué canción cantarás tú?, Necesito saber para buscar los acordes-Aún no me decidía por una canción, ni siquiera lo había pensado.

Quería cantar Wondering de Olivia Rodrigo, pero no estaba segura. Miré al chico que jugaba con sus dedos, pude notar que en su dedo índice de la mano derecha tenía un anillo, de acero a juzgar por el color.

– ¿Cuál es tu nombre completo? -Él cambió el tema, al parecer si quería conocerme y decirle mi nombre completo no haría daño a nadie.

-Completo, Madeleine Eider Lodge.

-Madeleine Eider Lodge-Repitió-Tienes un nombre raro.

-Todos me dicen Madd-Dije mirando como mi helado de chocolate se derretía poco a poco.

-Mmm… yo te diré Eider, es raro y me gustan los nombres raros.

Reí por lo bajo.

– ¿Cuál es el tuyo?

-Leo, mi nombre es Leo hermosa dama-Él tomó mi mano y el efecto ruborizante en mis mejillas apareció por segunda vez con el mismo chico, por inercia zafé mi mano de su agarre y agaché la cabeza.

– ¿Nerviosa Eider? -Dijo sarcástico remarcando con superioridad mi nombre.

– ¿Por qué lo estaría? -Elevé la cabeza para que mi mirada chocara con la suya, por el rabillo del ojo pude ver un cuerpo acercándose, era estatura media y pelirrojo.

Hannah…

Me levanté de mi lugar y él hizo lo mismo. Leo se acercó a mi oído.

-Dímelo tú-Susurró y mi piel se erizó.

Al verme con Leo, Hannah sólo me dedicó una sonrisa traviesa seguido de que extendiera su mano para tomar mi helado y comerlo.

-Nos vemos Leo-Tomé mi bolso y le regalé una sonrisa.

-Hasta luego Eider, y cuida tu linda voz.

Él comenzó a caminar, Hannah y yo nos dirigíamos a su auto cuando ella comenzó a hacer preguntas.

– ¿Quién es?, ¿Cómo te fue?, ¿Cuánto tiempo tenían hablando?, ¿Sobre qué hablaban?, ¿Por qué te dijo Eider?, ¿Escuchaste?, ¡Dijo que tenías linda voz!, ¡Cuéntamelo todo!, ¡NO!, ¡Espera!, Quiero que Rose y Alice estén ahí cuando digas todo.

-Ok, ok, respira, una pregunta o indicación a la vez no puedo responder todo al mismo tiempo-Subí a la camioneta de Hannah.

Mientras miraba por la ventana pensaba en que canción podría cantar, y a la vez, no podía dejar de pensar en los ojos café/verdoso del chico del piano, Hannah mencionaba canciones de todo tipo, estaba a punto de decirme que cantara ópera, o por lo menos eso creía yo.

-Bien llévame a un supermercado para comprar las cosas de la pijamada, y después me llevas por algo de comer, casi son las 4:30 y tengo mucha hambre-Dije dando pequeños golpes a mi estómago.

Después de comer y comprar las cosas de la pijamada fuimos a mi casa a hacer las tareas, aunque era fin de semana a mis amigas y a mí nos gustaba hacer la tarea en viernes para tener libres sábado y domingo, el problema era que no podía concentrarme en mi tarea ya que estaba pensando en todo lo que había pasado en el taller. Me sentía algo fuera de lugar y no podía pasar en alto que el chico del piano me invitara a salir.

Algo raro es que en mi propio subconsciente llamaba a Leo el chico del piano y no sabía por qué, tal vez me gustaba ese apodo y así lo seguiría llamando. Era justo ¿no?, él me decía Eider y yo el chico del piano.

&&&&&&

-Bueno, casi llega la hora de la pijamada, ya tenemos las cobijas, la pizza la pediremos más tarde, tenemos el kit de belleza, los dulces y las películas supongo que las escogeremos entre todas-Me senté a admirar todo lo que con casi dos horas habíamos logrado Hannah y yo en la sala de mi casa.

Esta tenía dos salas una de ellas era donde mis amigas y yo hacíamos pijamadas, estaba decorada: tenía luces, colchones, un par de cobijas, dos sillones y un par de mesas.

-Rose y Alice son muy impuntuales, quedamos de vernos aquí a las nueve en punto y ya son las nueve con dos minutos. Creo que me debiste haberme contado a mi primero todo, ahora no puedo con la intriga.

-La idea fue tuya no mía, así que no tienes cara para reclamarme.

-Ok, ok, las espero, pero solo tres minutos, no más no menos-Estas palabras de mi amiga hicieron que soltara una carcajada.

Cuando las chicas llegaron Hannah las metió a la sala a empujones y comenzó a regañarlas.

-Bueno, ya relájate, si no terminábamos la tarea no nos iban a dejar venir-Rose levantó sus manos en forma de inocencia.

– ¡Ay!, Y aparte, ¿por qué te enojas?, solo es una pijamada que se puede hacer cualquier otro día, ¿qué tiene de importante esta? -Exclamó Alice rodando los ojos.

-Cierto, ahora que lo recuerdo, Madd nos tiene que contar como le fue en el taller y qué pasó con el chico que conoció.

– ¿Conociste a un chico? -Alice levantó una ceja.

– ¡No te creo! -Rose me tomó de los hombros y comenzó a sacudirme.

Abrí los ojos mientras todo en mi cabeza se sacudía.

-Creo que podría haber algo serio si lo conoce más-Canturreó la pelinegra.

-No chicas, saben que no me puede gustar y mucho menos puedo enamorarme de alguien.

-Vamos, suenas como si tus padres no te dejaran tener novio cuando la que no deja que sus sentimientos hablen eres tú misma-Algo en mi cabeza hizo clic
y varios recuerdos invadieron mis pensamientos, lo que hizo que bajara la cabeza y me dieran ganas de llorar.

-Prefiero no hablar de eso, porque mejor no hacemos otra cosa-Mi voz sonaba casi entrecortada y mi mejor amiga fue a abrazarme.

-Sí, yo tampoco quiero hablar de eso, es el pasado y mejor vemos una película-Dijo la pelirroja.

Después decidimos usar nuestro kit de belleza, Rose y Hannah se pusieron mascarillas y Alice me estaba pintando las uñas mientras contábamos historias o recordábamos momentos de cuando éramos más pequeñas, y bueno, obvio termine contando todo sobre el taller y con Leo.

– ¿Qué te parece si un día salimos todas e invitamos a tu amigo? -Preguntó mi mejor amiga.

-Él no es mi amigo, además después de querer invitarme a salir no creo que…

– ¡¿Qué?!¡, ¿Y por qué lo rechazaste?! -Gritó Hannah.

-Pues lo acabo de conocer, no creas que me lanzare a los brazos del primer chico guapo que se me pone enfrente.

– ¡No dijo lo que acaba de decir, ¿verdad?! -Preguntó Alice mirando a la castaña y a la pelirroja con asombro.

-Creo que mis oídos me fallan-Respondió Hannah, perpleja.

– ¡Dijiste que estaba guapo! -Alice gritó y comenzó a saltar de rodillas sobre el colchón.

– ¡No! Esperen fue un decir, no hablaba en serio, solo… ¡Agh! -Me puse de pie-Voy por el teléfono para pedir la pizza.

Salí de la sala para dirigirme a la otra, estaba cerca de la mesa donde se encontraba el teléfono cuando escuché a mis amigas.

– ¡Si le gusta!

– ¡QUE NOOOO!

Era extraño, no me gustaba, tal vez solo me atraía un poco, pero… era una sensación extraña, como si ya nos conociéramos desde antes… como si él y yo ya hubiéramos cruzado palabra… como si él supiera que nos conocemos. Era un chico misterioso, con una vida misteriosa y tal vez… un pasado misterioso.



CAPÍTULO 2.- EL AMIGO DE LA ESCUELA.


Lunes, ¿alguien sabe el significado de esta palabra?, muchos dirán que fue nombrado así por la Luna, pero en mi idioma lunes era día de levantarse temprano, tener 9 materias al día, tareas que te dejarán agotada y por supuesto mi presentación en el taller de música, no es que la presentación me preocupara es solo que…a quien engaño, estoy más que preocupada, estoy horrorizada.

“Ojalá y el chico que este antes de mí se enferme y no pueda asistir”.

Era mi único deseo en ese instante, hasta que entré en razón y me di cuenta que si él no asistía solo se adelanta mi turno. Aunque por una parte si quería ir, quería ver a Leo, sentía la necesidad de verlo y no porque me gustara, no lo sé solo quería verlo, era entretenido hablar con él.

Al estar frente al enorme edificio me percaté de que Rose estaba platicando con Josh, uno de mis compañeros en clase de historia y el chico que le gustaba a Alice.

No sabía muchas cosas de Josh, por mi propia investigación sabía que era el capitán del equipo de fútbol, fue jugador hace 3 años atrás comandado por el antiguo capitán Jason Luxure, un chico de estatura media, ojos azules, cabello castaño obscuro y muy guapo. Pero pasó algo…un infortunio del cual no me gusta hablar, pero causó que Jason saliera del equipo.

Por otra parte, tenía la versión de Alice, para ella, él era el chico más guapo del multiverso. No negaré que era apuesto, su cabello era negro y lacio, siempre lo peinaba hacía su lado izquierdo, tenía ojos negros y usaba la característica chaqueta de los Churners, nuestro equipo de fútbol. Sí, solo eso conocía de él. Era buen chico solo se le subió un poco el ego al convertirse en capitán.

Al entrar a la escuela vi el pasillo principal lleno de gente, como de costumbre trate de esquivar a todos, pero no pude evitar toparme con Asher, mi compañero en geometría, su cabello era rubio con mechones color café claro, sus ojos verdes esmeralda y siempre lucía una sonrisa, pero hoy no parecía así, me miraba como si fuera la persona más rara en toda la escuela, y tal vez lo era.

– ¿Estás bien Asher? -Mi voz sonó preocupada y de verdad lo estaba.

El chico entreabrió sus labios para hablar, pero la campana sonó indicando que las clases estaban a punto de empezar.

-Me tengo que ir, pero si necesitas algo solo dímelo, ¿ok?

Aunque Asher fuera el capitán de uno de los equipos más importantes en la escuela, me hablaba, no era creído y mucho menos se sentía inferior a los demás, aunque había algo misterioso en él que de alguna manera resultaba tierno. Siempre que me lo topaba por los pasillos me saludaba, en ocasiones me invitaba a sus prácticas de baloncesto, pero nunca asistía.

Seguí mi rumbo hacía mi clase de Literatura, al profesor H.min no le gustaban los retrasos, así que corrí lo más rápido que pude ya que la biblioteca se encontraba del otro extremo de la escuela.

Algunas clases eran divertidas, pero otras duraban una eternidad. Por fin llegó la hora del almuerzo y al entrar a la cafetería mi vista viajó a la máquina de jugos que estaba cerca de la puerta, Asher se encontraba ahí. Cuando se percató de mi presencia se acercó a mí.

-Hola Madd.

-Hola, ¿cómo estás?

-Bien, oye disculpa por lo que pasó esta mañana, no estaba en mis cinco sentidos.

-Oh, no te preocupes.

– ¡Asher! -Una tercera voz gritó detrás de mí, era Alex uno de los jugadores de baloncesto, su cabello rubio se movía de un lado a otro mientras corría en dirección a nosotros.

Ya que estuvo frente a los dos, volvió a hablar.

-Te necesitan en la cancha, ahora-Dijo.

– ¿Quién?, ¿El entrenador? -Preguntó el otro.

-No, tu hermano-Respondió.

Asher hizo una mueca de confusión ante las palabras de su amigo.

– ¿Tienes un hermano? -Cuestioné frunciendo el ceño.

-Ah…s-sí, pero no entiendo por qué vino hasta acá.

-Bueno, yo tampoco, solo me dijo que quería hablar contigo-Alex se dio la vuelta y comenzó a caminar, rumbo a la cancha suponía yo.

-Yo me tengo que ir, pero…

– ¡Ya acabaste, si me ve llegar sin ti su reclamo será peor! -El estrepitoso grito de Alex que resonó en toda la cafetería interrumpió al rubio.

– ¿Puedo conocerlo? -Pregunté refiriéndome a su hermano.

-Ah…yo me tengo que ir-Fue lo último que mencionó para después pasar por un lado mío e irse.

No tomé personal que no me dejara conocer a su hermano ya que, a juzgar por la desesperación de Alex, supuse que al otro chico no le gustaba que lo hicieran esperar.

Seguí mi rumbo hacia uno de los puestos de comida y después a la mesa con las chicas, me senté frente a Rose y la duda que unos días atrás me atormentó volvió. Mi mente no pudo evitar que mi boca hablará.

-Rose-Mencioné a lo que la chica levantó la cabeza para mirarme.

-Dime.

– ¿Cómo sabías que iba a ir al taller cuando ni siquiera se lo había dicho a Hannah?

-Cierto tengo esa misma duda porque… ¡OYE!, ¡¿POR QUÉ NO ME DIJISTE NADA A MI?!, ¡SOY TU MEJOR AMIGA, MEREZCO PRIORIDAD!

Aquí vamos con el regaño. Bien estuvo mal de mi parte no decirlo, pero era una sorpresa que le daría a la salida de la escuela, y Rose la arruinó, pero igual quería saber cómo es que ella se enteró.

-Te lo pensaba decir, pero Rose lo dijo primero-Aseguré.

-Bueno, nuestra querida amiga no ha respondido a la pregunta de Madd-Dijo Alice señalando a la pelinegra.

-Ni lo haré.

– ¿Por qué? -Cuestioné enarcando una ceja.

-Un mago nunca revela sus secretos.

-Bien-Bufé rendida.

Seguimos platicando de temas que salían de la nada hasta que Alice se quedó mirando hacia otro lado, y claro, Josh se estaba acercando a nuestra mesa.

– ¿Te doy un babero? -Hannah hizo que Alice saliera de su burbuja-Casi inundas la escuela con tu baba.

Todas comenzamos a reír a carcajadas y estas se detuvieron cuando el chico pelinegro se detuvo frente a nosotras y me diera un papel, acercándose a mi oído diciendo que Asher me lo mandaba. En ese momento me sentí algo incómoda, digo, el chico que le gustaba a mi amiga desde primero de secundaria me había dado una nota y se había acercado a mi oído, extraño ¿no?

No quise leer la nota en ese lugar, observé la cara decepcionada de mi amiga, tenía sentimientos encontrados, quería abrazar a mi amiga, aunque eso parecería algo hipócrita de mi parte y también quería golpear a Josh, pero, ¿por qué? Solo me entregó una nota y no era de él, sino del rubio. Asher me había invitado a salir, pero yo lo rechace, aun así, él era lo suficientemente bueno como para ser mi amigo.

A la salida me decidí a leer la nota que el chico me dio en la cafetería, ésta decía:

Me alegro de que te hayas inscrito al taller de música, es un gran logro para ti, espero verte pronto, cabe la posibilidad de que te vea. Y perdona por lo de mi hermano, es que es algo impulsivo a veces y si no lo atiendo rápido es capaz de pasar a la oficina del director y llamarme desde las bocinas. Te quiero.

Atte. Asher W.

Ok era extraño, ¿Cómo sabía él del taller?, ¿Cómo nos podríamos ver si él no se inscribía al taller? Aunque, el edificio tenía más salones de pintura, instrumentos, lenguaje de señas y otro tipo de cosas, tal vez él estaba en otro taller, decidí no pensar en eso, ya que yo tenía que irme hacía dicho lugar.

Para mi sorpresa otra vez estaba solo, vi el piano y la curiosidad me invadió, me senté y comencé a presionar las teclas al azar.

-Ok, no te ofendas, pero no tienes talento para el piano-La voz ronca de Leo resonó en la habitación.

Hoy lucía un outfit muy diferente. Llevaba unos pantalones negros, una playera del mismo color y una camisa a cuadros azul remangada hasta los codos

-Pero si quieres te puedo enseñar-Ofreció acercándose a mí.

Se sentó a un lado mío y pasó su brazo por mi espalda para tomar mi mano izquierda, yo me levanté rápido y el chico soltó una pequeña risa.

-No tienes que tenerme miedo-Aseguró.

Lo miré a los ojos y él hizo lo mismo, no pude evitar pensar en Asher, eran casi idénticos, su cabello era de los mismos tonos de café, pero los ojos de Leo eran café con verde por otro lado los de Asher eran verdes.

-Por cierto, no me dijiste que canción vas a cantar-Mencionó sin romper el contacto visual.

-No puede ser que lo olvidé-Cubrí mi rostro con ambas manos.

-Tranquila, solo dime que canción es, puede que la sepa tocar.

-Wondering de…

-Olivia Rodrigo-Me interrumpió mirando las teclas del piano-Para tu suerte la aprendí de memoria.

Le regalé una sonrisa, él comenzó a tocar y yo comencé a cantar acompañada del castaño, su voz era hermosa. El profesor nos escuchó en secreto, no sé cómo, pero no hacía ni el mínimo ruido.

– ¡PERFECTO! Madd necesito que vuelvas a cantar así pero tu sola y perdona por no saber tu nombre la clase pasada, solo conocía tu apellido y no me decidía por uno de tus dos nombres, el segundo es inusual.

-Inusual pero lindo, ¿no Eider? -Dijo Leo sonriendo.

Mis mejillas se tornaron de un color carmesí muy intenso.

Esperamos un rato a que los demás chicos llegaran y después comenzamos a presentar. Yo agradecía al Señor que mi presentación fuera de las últimas. Cuando iba a comenzar a cantar escuche la voz de Leo diciendo: «Suerte».

Después de mí fue el turno del chico del piano. Me sorprendió como una persona con una voz tan hermosa no quería cantar. El chico volvió a su lugar frente al piano y yo me senté junto a él.

-Wow, tienes una voz hermosa-Aseguré impresionada.

Él me regaló una sonrisa y yo la devolví.

-Bueno cuando le grito a mi hermano no es tan hermosa-Confesó entrecerrando los ojos.

– ¿Tienes un hermano?

-Sí, es de mi edad y nos peleamos mucho, ¿tú no tienes hermanos? -Preguntó jugando con las teclas del piano.

Era el turno de los chicos especiales así que Leo no tenía que tocar el piano en ese instante.

-No.

– ¡Qué suerte!, Tú no tienes que pelearte por tener que compartir tu cumpleaños.

– ¿Son gemelos?

-Sí, pero no idénticos, no me imagino cómo sería tener que aguantar a alguien igual que yo, pero con un carácter de lo peor-Ante estas palabras los dos comenzamos a reír.

Terminaron las presentaciones y el profesor dio indicaciones del próximo trabajo. Dijo que sería un trabajo en parejas y para mi mala y buena suerte me tocó con Leo.

Buena suerte porque así podría ver sus ojos más tiempo.

¡Espera!, ¿Por qué mi subconsciente pensaba eso?

Porque es la verdad.

No Madd, recuerda que no te puedes enamorar.

Si puedes, no quieres que es otra cosa muy diferente.

En serio, estaba teniendo un debate conmigo misma por enamorarme, y yo desconocía las razones. Jamás me enamoraría de Leo, no era mi tipo, tenía mis razones para no querer un novio, la primera y última vez que tuve uno salí lastimada y fue horrible.

Y mala por qué tendría que luchar contra mí misma, tratar de mantener cierta distancia del chico y no hablar mucho con él, si se pudiera, solo mantener una amistad, y solo eso.

Ya todos se habían ido, incluyendo el profesor. Solo quedaba yo y el chico del piano recogiendo las cosas.

-Bueno, ahora no podrás escapar de mí-Él rompió el silencio causando que yo diera una pequeña risa.

Terminé de acomodar las sillas y lo encaré, él se encontraba apoyado en el piano.

– ¿Escapar? -Pregunté incrédula.

-Sí, cuando trato de acercarme a ti, tú te alejas como si te fuera a hacer algo.

-Es que no te conozco, apenas y se cómo te llamas, no puedes llegar a mi vida y pensar que tienes la seguridad de que voy a dejar que me tomes de la mano cuando apenas tengo dos días que te veo.

Y ahí fue cuando su cara cambió de una divertida a una, no sé cómo describirla…frustrada…enojada… ¿triste?, no lo sé.

– ¿Sabes?, Estaba a punto de decirte que, si querías ir a mi casa para escoger la canción y practicarla, pero, se me quitaron las ganas de recibir visitas y además… no creo que quieras ir, tus padres debieron haberte dicho que no hables con desconocidos, así que aléjate de mí… puedo ser peligroso-Estás fueron sus últimas palabras para después tomar sus cosas y dejarme en el salón sola.

Aún en shock salí y me senté en la misma banca de la otra vez. Al salir del taller no vi a Leo por lo que supuse que ya se había ido a su casa. Unos minutos después recibí una llamada de Alice.

-Hola Madd, me dijo Hannah que te preguntara si querías que pasara por ti, su celular está muerto y por eso no te mandó mensaje.

-No gracias, prefiero pensar, así puedo caminar en el camino.

– ¿Caminar en el camino? -Dio una pequeña risa- ¿Estás bien?

-Sí, es solo que… necesito procesar lo que pasó.

-Ok, si necesitas algo solo llámame, estoy para lo que necesites.

-Gracias-Finalicé la llamada y me quedé sentada ahí.

Cuando reaccioné me pregunté por qué seguía sentada, empecé a caminar y pensar en todo lo que había pasado y la respuesta a mi pregunta salió, estaba ahí sentada porque estaba esperando que aquel chico que no podía sacar de mi cabeza se sentara junto a mí, como hace dos días atrás.



CAPÍTULO 3.- SOLUCIÓN.


*Asher*

-Alex, ¿me explicas para qué vino mi hermano hasta acá?

-No lo sé-Aseguró sin mirarme.

Después de que Alex dijera que mi hermano me buscaba en la cancha mi sentido de alerta se encendió, debía estar pasando algo grave como para venir hasta la escuela. Me sentí mal por dejar a Madd con la palabra en la boca, la verdad siempre tuve un pequeño crush en ella, era muy linda, siempre preocupándose por los demás y siendo amable con todos, además tenía unos ojos azules que encantaban a cualquiera.

Llegamos a la cancha y al ver a la persona parada en medio de ella me extraño mucho, ese no era mi hermano.

– ¿Eduardo? -Pregunté confundido.

Él fue mi amigo desde primero de secundaria, jugábamos fútbol y baloncesto juntos, pero él salió del equipo para entrar a un taller, era pelirrojo y de ojos cafés.

-Hola bro.

-Bueno yo los dejo para que hablen-Alex se dio la vuelta dispuesto a irse, pero yo lo tomé del brazo-Alex ¿no dijiste que era mi hermano.?

-Sí, realmente vengo de parte de él-Comunicó mi amigo.

Alex se fue corriendo y yo miré a Eduardo con confusión.

– ¿Qué pasó con el tarado de mi hermano?

-Me mandó a decirte que el plan se canceló.

– ¿Qué plan? -Pregunté aún más confundido-Eduardo no estoy entendiendo nada, ni siquiera pude terminar mi conversación con Madd por pensar que había pasado algo grave.

-El plan, el de invitar a la chica a comer a tu casa para que… espera, ¿Dijiste Madd? ¿Qué Madd?

-Creéme que lo del plan lo había olvidado, y sí dije Madd.

– ¿Qué Madd? -Repitió entrecerrando los ojos.

-Madeleine Lodge, ¿Por qué?

-No por nada, el nombre me sonó conocido, pero me equivoqué de Madd-Se aclaró la garganta y volvió a hablar-Ya me voy, eso era todo.

Recorrí por mi mente la pequeña conversación y después di una pequeña risa.

-Adiós Eduardo, y no, no te equivocaste de chica.

*Leo*

-Ok, repíteme lo que dijiste, pero despacio y fuerte, tus balbuceos son estresantes-Pidió el chico estirando los brazos.

Gabriel es mi mejor amigo desde los 8 años, nos conocimos en una presentación para el día de las madres, él tocó la guitarra y yo el piano. Actualmente estamos en el taller de música haciendo lo mismo -guitarra y piano-. También debo aclarar que él es mexicano, pero se mudó a California a los 6 años.

Le llamé al chico para contarle lo que había pasado con Eider, me sentía mal por haberle hablado de esa forma, y no sé por qué lo hice, desde pequeño he tenido problemas para controlar mis emociones. Nos encontrábamos en el búnker que estaba dentro del parque frente a mi casa.

Hace 2 años papá y yo encontramos un búnker que el abuelo creó en este parque, desconozco las razones, pero fue una muy buena idea, pues aquí es donde vengo cuando quiero contarle algo a mi amigo sin que mis papás o mi hermano se enteren.

Para mí este lugar era como un cuarto secreto, y también donde practicaba mi música, pues decidí meterle instrumentos, posters de bandas, discos de vinilo con su respectivo tocadiscos y unas bocinas.

El chico que me hacía compañía suspiró pesadamente lo que causó que los miles de pensamientos que albergaba, se desvanecieran.

– ¿Qué pasó? -Preguntó Gabriel apoyado en la mesa del tocadiscos, mientras que yo estaba parado en el marco de una estantería con libros.

Sí, también amo leer.

-Que soy un estúpido-Respondí cerrando los ojos.

-Aquí no se desmiente a nadie.

Rodé los ojos ante su comentario.

– ¿Por qué se te ocurrió hablarle así?

-No fue mi culpa-Dije abriendo los ojos lentamente.

– ¿Ah no? -Él chico arqueó una ceja.

– ¿Qué crees?, Que por la cabeza se me pasó «No tengo nada que hacer, voy a gritarle a la nueva para ver qué pasa».

El chico soltó una carcajada y yo rodé los ojos.

-Por supuesto que no-Dijo entre risas-Mucho menos si es la chica que te gusta…Mira, sé que no controlas tus emociones, ¿Has pensado en ir con un psicólogo? ¿Por qué no le dices a Penelope? Tal vez te ayude.

Lo miré por unos segundos en silencio para después levantarme de donde estaba apoyado e ir a sentarme al piano.

-Necesito tu ayuda-Dije.

-Lo que sea.

-Tengo que convencer a Asher de que me dé la dirección de Eider.

– ¿Para qué?

-Para pedirle perdón.

-Bueno… ¿y por qué no le pides perdón mañana? A lo mejor hasta quiere que canten juntos-Dedujo levantando sus manos a los costados.

– ¿Y cómo se supone que nos pondríamos de acuerdo para la canción?

-No sé, escogen una canción que los dos se sepan.

-No confío en ese plan-Dije entrecerrando los ojos.

-Hay de dos, o escoges mi plan o te friegas, yo no puedo pensar en todo.

Suspire cansado

-Bien-Acepté de mala gana.

Gabriel tomó su celular y por unos segundos supuse que me estaba ignorando, bloqueó la pantalla y me miró.

-Tengo una idea, pero necesito que hables con tu papá.

– ¿Qué tienes en mente? -Fruncí levemente mi entrecejo.

-Si esto funciona será épico.

-Sí, sería épico que una de tus ideas funcionara, a ti nada te sale bien-Dije en tono de broma.

-Muy chistoso-Respondió entrecerrando los ojos-Ve por Asher mientras yo le llamo a Eduardo para que lo convenza, él es mucho más cercano a Asher que yo.

-Claro-dije levantándome de la banca y subiendo la pequeña escalera fuera del bunker.

&&&&&&

-A ver, déjame ver si entendí, ¿quieres que te de la dirección de Madd después de cómo le hablaste? -Dio una risa sin humor-Estás tarado, ¿verdad?

-Eduardo, te dije que no le dijeras para quien era-Masculló Gabriel.

Los cuatro nos encontrábamos en mi cuarto. Gabriel estaba sentado en mi escritorio, Eduardo en la silla de esta, Asher en el almohadón azul que estaba en una esquina junto a la puerta y yo en mi cama.

– ¡Lo siento, bien!, No me creyó cuando le dije que era para visitarla-Espetó el pelirrojo.

-Asher….

-No-Me interrumpió-No lo haré, no puedo hacerle eso, sería cruel y estúpido de mi parte.

-Asher de verdad la necesito, por favor-Supliqué cerrando los ojos.

– ¿Para qué?

-Quiero disculparme con ella-Repetí.

Él rubio se quedó pensando unos segundos mirando hacia el suelo.

-No Leo, no voy a hacer eso-Asher salió de mi cuarto y unos minutos después escuché la puerta de la calle cerrarse, supuse que se había ido.

-Ok, eso no salió como esperaba-Dijo Eduardo-Perdón por no poder hacer nada, traté de ayudar.

-No te preocupes, encontraré la manera de arreglar esto.

-Si solo no se te ocurra usar el proverbio «Si los gritos me metieron en esto, los gritos me van a sacar», Porque dudo que funcione-Respondió el pelirrojo.

Gabriel soltó una carcajada.

-Bueno, sabía que esto iba a pasar.

– ¿Enserio? -Pregunté sarcástico.

-Sí, y es hora de usar el plan BT.

-Y… ¿Cuál es ese? -Pregunté con el ceño fruncido.

-Es el de, b-te por tu papá porque a lo mejor él nos puede ayudar.

-Eres muy creativo con las palabras-Dijo Eduardo entre risas.

– ¿Y que se supone que mi papá puede hacer al respecto?

-Él estudió diseño gráfico, ¿no?

-Si-Dije alargando la «i».

Gabriel asintió con la cabeza.

-Se acerca catorce de febrero y…

-Y catorce de febrero es justamente un día de taller-Completó Eduardo sonriendo.

Gabriel frunció el ceño.

-Yo iba a decir que el catorce de febrero todos los de la familia Lodge hacen un convivio en el parque Pikens, lo que indica que ella estará ahí pero también lo de Eduardo es cierto-Aclaró Gabriel.

-Ya sé a dónde van con eso…Esperen, ¿Ustedes como saben que los Longe hacen convivios en el parque Pikens?, ¿Cómo demonios saben que ella es una Lodge?

-Lo de los convivios porque todos los días que se festeja algo hay un letrero que dice «Convivo Lodge, todos están invitados» y lo segundo voy en el mismo taller de música que tú y ella, ¿Lo olvidaste?

-Ok, ya entiendo, ¿me dices que puedo ir al convivio y pedirle perdón ahí?

-Sí, eso sería romántico de tu parte-Dijo Eduardo asintiendo varias veces con la cabeza.

-O la otra opción es que se lo digas en el taller porque el convivio es hasta las seis de la tarde y el taller es antes-Planteó Gabriel.

– ¡No!, ¡Ya sé! Todos los catorce de febrero hacemos un intercambio de dulces en el taller ¿por qué no le pides perdón cuando le des el dulce? -Comentó Eduardo.

– ¡Qué gran idea!, ¡Pero te recuerdo que el intercambio es secreto, animal!, ¿Cómo se supone que sabremos cual papel tiene su nombre para que Leo lo agarre?, ¿Por telepatía?

-No seas imbécil, mi idea es que Leo tenga el papel con el nombre de Madd en la mano y que simule sacarlo de la pecera, por supuesto antes tendríamos que pedirle al profesor que no ponga el nombre de la chica repetido en la pecera-Explicó Eduardo.

-Esa es una gran idea, Eduardo ¿Por qué no eres mi mejor amigo? -Dije bromeando para hacer enojar a Gabriel.

-Sí, sí, muy inteligente, pero prefiero mi idea del parque Pikens-Comentó con los brazos cruzados y rodando los ojos.

Eduardo y yo reímos a carcajadas.

-Es broma, jamás te cambiaría por nada amigo.

-Bueno, yo te voy a ayudar a conseguir los dulces para Madd-Ofreció el pelirrojo.

– ¡Espera!, No sé cuáles son sus dulces favoritos-Declaré frustrado.

– ¡Ahg!, No te preocupes por eso, yo me encargo, mira te voy a traer sus dulces favoritos y sus flores favoritas-Presumió con superioridad.

-Claro, el detective del FBI, Eduardo Harper-Dijo Gabriel tratando de hacer su voz más grave.

-Yo voy a hablar con mi papá para que me ayude con algún diseño para el regalo.

– ¿Y yo?, ¿Qué hago? -Preguntó Gabriel.

-Convencer al profesor Williams de los papeles.

– ¡Ay si!, ¿Y porque a mí me toca lo más difícil?

-Porque es lo único que queda-Dijo Eduardo.

-Otra cosa, si Asher no me da la dirección de Madd, le voy a pedir ayuda a alguien más-Declaré saliendo de mi cuarto junto con los otros chicos.


CAPÍTULO 4.- CELOS.


*Eduardo*

-Por favor…

-No, Eduardo, no te voy a decir hasta que me digas para que lo quieres.

-Pastelito, no puedo, pero ayúdame-Llevaba casi 1 hora rogándole a mi novia para que me ayudara con los dulces y las flores de Madd ya que ella era amiga de la chica, pero no quería decirme, esto comenzaba a ser frustrante.

-Dime una cosa Eduardo, ¿Te gusta Madd?

– ¡¿Qué?!, ¡Iguh!, ¡No!, ¡Jamás!

– ¡Oye!, ¡¿Estás diciendo que mi amiga es fea?!

– ¡Ay por Dios!, No, no ahora-Murmuré con frustración cubriendo mi cara con ambas manos.

-Porque si estás diciendo que es fea déjame decirte que es la más hermosa en toda la escuela y…

-Bien, bien-La interrumpí-Le gusta a un amigo y le quiere dar un regalo, yo prometí ayudarlo.

– ¿Y por qué tu amigo no se lo preguntó en persona a ella?

-Porque se pelearon y no se hablan y él no tiene su número ni sabe la dirección de ella, así que no hay forma de comunicarse.

– ¿Qué amigo?

– ¿Para qué quieres saber?

La chica se levantó del sillón de la sala y caminó hasta la cocina, yo la seguí.

-Bueno si te voy a decir que le gusta merezco saber para quién.

– ¡¿Enserio me lo dirás?!

Ella asintió con la cabeza.

-Muchas gracias cariño, de verdad, son para Leo.

– ¿Qué? -En su rostro pude notar con claridad la sorpresa mezclada con algo de… ¿ira?

Seguro que te estás confundiendo, no puede ser ira.

Sí, seguro que sí, conciencia.

-Son para Leo-Repetí con el ceño fruncido.

– ¿A él le gusta Madd? -Preguntó con la boca muy abierta y con el ceño fruncido.

– ¿Si?

Estuvo unos minutos en los que pareció pensar las cosas, después sus labios se curvaron mostrando una enorme sonrisa. Gritó y corrió a abrazarme, no entendía qué pasaba, pero estaba feliz, demasiado feliz. Ella me tomó del brazo y me jaló hacia la sala, se tiró en el sillón con su teléfono en la mano y yo me senté a un lado.

Vi perfectamente como entró a WhatsApp y buscó un contacto que decía Maddy, supuse que se trataba de Madd. Ella comenzó a mandar mensajes y yo miraba con detenimiento la pantalla.

Tu:
Hola Maddy, ¿cómo estás?

Maddy:
Bien, ¿tú?

Tu:
También muy bien, oye te quería preguntar que cuales eran tus dulces favoritos, es que quiero hacer una pijamada con los dulces que nos gustan a
cada una.

Maddy:
Mis dulces favoritos son las gomitas de frutas y los chocolates.

Tu:
¿Y tus flores favoritas?, Es que también quiero adornar la casa.

Maddy:
Ok, eso es raro, pero son orquídeas y rosas rojas.

Tu:
Ok, muchas gracias, te quiero.

Maddy:
Yo también te quiero.

La conversación terminó y una sensación de alivio recorrió mi cuerpo, bien ya tenía las cosas, solo tenía que comprarlas.

-Ahí está lo que necesitas.

-Genial, muchas gracias.

-Nunca dudes de las capacidades de detective de tu novia-Dijo haciendo un asentimiento con la cabeza.

-Muchas gracias de nuevo-Le di un beso en la mejilla y me levanté del sillón-Gomitas de fruta, chocolates, orquídeas y rosas rojas, espero no se me olvide, adiós cariño.

Finalice cerrando la puerta, en el momento en el que subí a mi carro azul oscuro y deje mi celular en el asiento de al lado este sonó indicando un nuevo mensaje.

De: Cariño.

Gomitas de fruta, chocolates, orquídeas y rosas rojas.

Para que no se te olvide

Sonreí ante el mensaje y volví a mirar al frente para conducir.

Conecté mi celular al bluetooth para escuchar música en el camino, cuando una llamada de Leo entró. Respondí aún con el bluetooth ya que así podría contestar sin dejar de mirar al frente.

– ¿Qué pasó Leo?

– ¿Conseguiste lo que necesitaba? – Preguntó y sonreí al notar un toqué de ansias en su voz.

-Sí, no dudes del detective y sus contactos.

Suspiró aliviado.

-Claro, dime que es lo que le gusta para ir a comprarlo ahora, conseguí que mi papá me ayudara con el diseño.

-No, no te preocupes por las cosas, yo las compro.

-Bueno, muchas gracias.

-Si el detective se hace cargo-Dije, a lo que el chico comenzó a reír.

-Bueno señor detective lo dejo porque Asher ya llegó y necesito convencerlo sobre la dirección.

-Otra vez con eso, llevas dos días pidiéndosela, no creo que cambie de opinión.

-Ya te lo dije si él no me la da…

-Sí, sí, le pedirás ayuda a alguien más, lo sé.

Él colgó y yo seguí mi camino hacía mi casa, recordé que Gabriel estaba en el taller con el profesor para ver lo de los papeles así que me compadecí de él y cambié mi rumbo para ir a ayudarlo.

*Leo*

-Asher, por favor llevo varios días pidiendo lo mismo.

-Ya te dije que no, no voy a darte la dirección de Madd por su seguridad emocional.

-Claro- Concedí irónicamente- ¿No será que todavía te gusta y no quieres que yo me acerqué a ella?

Él me miró, indignado.

-Por supuesto que no- Respondió después de unos minutos.

Me quedé pensando unos segundos en que hacer, después lo miré y entre abrí mis labios para hablar, pero él lo hizo primero.

-Escucha…

-No-Lo interrumpí-Escúchame tú a mí, no me des su dirección si no quieres, pero te advierto que el catorce de febrero voy a ir al parque Pikens a su estúpido convivio.

-Hey, ni se te ocurra decir que el convivio es estúpido enfrente de ella o su familia, he ido a uno de sus convivios y son muy importantes para Madd, te recuerdo que ella es una persona no muy estable emocionalmente y no me corresponde a mi darte un por qué.

– ¿Tu por qué asistes a los convivios?

-No empieces con tus celos, no me gusta Madd y asisto a sus convivios porque ella me invita.

-Bien, no diré nada que pueda ofender a la familia Lodge.

Nos quedamos en silencio un rato, en mi habitación solo había eso, silencio, y uno muy tenso. Yo lo miraba a él tratando de descifrar qué estaba pensando, el contacto visual siempre fue mi fuerte. Él, por otro lado, esquivaba mis ojos mientras pensaba algo a toda velocidad.

Él suspiró pesadamente.

-Mira…te voy a dar la oportunidad de disculparte, pero…

Asher fue interrumpido por el ruido de la puerta de mi cuarto, que fue azotada, mostrándome a Gabriel y Eduardo con una sonrisa de victoria en los labios.

-Adivina quienes consiguieron que el profesor no ponga el nombre de Madd en la pecera para que tú puedas sacarlo.

– ¿Ustedes? -Cuestione con obviedad.

– ¡Nosotros! -Gritaron juntos.

– ¡¿Qué hicieron qué animales?!

-Es para que Leo pueda darle un regalo a Madd, pero claro no escuchaste el grandioso plan por irte enojado-Dijo Gabriel encogiéndose de hombros.

-No pueden hacer eso.

– ¿Y por qué no? -Preguntó Gabriel restándole importancia.

-Porque eso es trampa.

Algo dentro de mí sentía que Asher seguía enamorado de Eider, eso es contradictorio porque yo estoy enamorado de ella. Sé que suena raro, pero la conozco desde antes de que ella me conociera, lo sé, suena acosador, pero no lo soy. Asher es el que me platicó de ella, y de todas formas no la conocía casi nada, tuve que atar cabos para que al final me diera cuenta de que era ella.

-Relájate, no haré nada que mi padre no haría.

-Bueno, mi padre no haría trampa-Dijo Asher rodando los ojos- ¿Sabes qué?, Yo me tengo que ir a entrenar y no quiero seguir peleando.

Asher se fue y mis amigos y yo nos quedamos platicando y planeando qué haríamos para organizarnos, teníamos que preparar todo, por lo que Gabriel me contó tendríamos que cambiar al chico que hace los papeles ya que ese sería Jacob y estaba seguro de que no me ayudaría con mi plan, nunca nos llevamos bien y todo por el simple hecho de que a él le gusta Sophia, pero a Sophia le gusto yo, desgraciadamente. Muchas veces le dejé en claro que la chica era toda suya, pero él parece no entender.

*Madd*

Eran las 6:00 am de un 5 de febrero, lluvioso, por cierto; me encontraba sentada en mi cama tratando de despertarme, me levanté y caminé hasta la puerta del baño, después de bañarme salí a cambiarme y volví al baño, tenía la pequeña manía de primero cambiarme y después cepillarme los dientes lo cual daba como resultado una mancha de pasta dental en mi blusa.

Cuando esto pasaba tomaba un suéter y lo abrochaba, sí, aún estuviéramos a 45° nunca me quitaba el suéter, pero esta vez el clima estaba de mi lado, pues hacía frío. Tome mi bolsa y baje para dejarla en la entrada y caminar hasta la cocina.

La primera persona que vi ahí era mi mamá, su cabello negro se movía de un lado a otro al igual que ella, caminaba al refrigerador, de ahí a la barra y de ahí al lavaplatos, me miró y sus ojos cafés obscuro chocaron con los míos.

-Buenos días mi amor-Dijo ella poniendo el pan tostado sobre la mesa.

-Buenos días hija-Y ese era papá.

Un hombre alto, de cabello rubio y ojos azules, sí, el parecido entre mi papá y yo era grande, también yo era rubia solo que las raíces de mi cabello eran negras como las de mamá, mi papá usaba lentes y en ese momento se encontraba comiendo un bísquet y una taza de café mientras leía el periódico.

-Hola mamá, hola papá-En cuanto me senté mi mamá puso frente a mí el desayuno.

Un plato con un pan tostado y mantequilla, un pequeño bowl de fresas con plátano y chocolate y un jugo de naranja.

– ¿Vendrá Hannah por ti? -Preguntó mi mamá.

-Sip-Dije con algo de fruta en la boca, seguí comiendo mientras platicaba con mis padres cuando un claxon sonó.

Hannah…

-Me voy mamá, adiós papá-Aclaré levantándome de la mesa.

– ¡Hey, hey te falta terminar tu fruta! –Exclamó mamá con sus brazos en la cintura.

Miré a mi plato, rápidamente tomé el tenedor y lo metí a mi boca, me despedí con la mano ya que no podía hablar, para después agarrar mi bolso y salir.

– ¡Holaaa! -Gritó Hannah desde adentro de su camioneta verde, yo subí a esta, ella tenía puesta una chaqueta rosa palo y unos jeans de mezclilla, llevaba su cabello pelirrojo recogido en una coleta alta.

-Hola amiga.

-Estoy de muy buen humor-Declaró.

-Siempre que llueve estás de muuuyyy buen humor-Mencioné rodando los ojos divertida.

– ¡Estamos!, ¡Estamos mi querida mejor amiga! -Corrigió.

Mi día continuó normal, almorcé con mis amigas y más clases después. Agotador, así se describe un día en la escuela.

-Anímate Rose-Dijo Hannah mientras ponía los ojos en blanco.

-Es un día lluvioso, tengo frío, y mucha tarea, no me puedo animar así.

Caminábamos por el pasillo que daba hacía el patio de la escuela que es donde estaban la cancha de fútbol y la de baloncesto cuando vimos a las Churner Girls, el grupo de porristas de los Churners -equipo de fútbol-tomándose fotos.

– ¿Para qué se tomarán tantas fotos? -Preguntó Alice.

Hannah sorbió de su chocolate caliente.

– ¿Te digo algo?, Ellas se toman 500 fotos, borran 450, editan 50, se quejan de 47, apartan 3 y suben 1 a Instagram.

¿Si se notó la ofensa?, ¿No?, Bueno, pues lo fue. Hannah fue porrista en la secundaria hasta que conoció a uno de los jugadores, se hicieron novios y él engañó a mi mejor amiga con otra porrista, creo que su nombre es Rubí y hasta ahora se burla de ella, o por lo menos eso intenta porque a Hannah le importa poco.

-Bueno, las clases siguen señoritas-Dijo Rose caminando a su salón.

Era mi última clase, él profesor H.min no paraba de hablar sobre las maravillas de la Ilíada y la Odisea, estaba a punto de levantar la mano y decirle al profesor que ya había leído esos libros, pero dos cosas me lo impidieron: L primera, y la más importante diría yo, es el pánico que tengo para hablar en público por el miedo a equivocarme, y la seunda, porque el sonido del timbre me lo impidió.

Salí del salón y caminé hasta mi casillero, era miércoles, día de mi presentación con Leo, pero después de cómo me habló no asistiría al taller.

«Orgullosa…»

– ¡Hey! -Alguien habló detrás de mí y causó que yo diera un brinco, cuando giré para ver quién era los ojos esmeralda de Asher me miraron con detenimiento.

-Hola-Respondí con una sonrisa.

– ¿Estás ocupada? -Preguntó haciendo un mohín lo cual hizo que me derritiera de ternura.

-No, ¿necesitas algo?

-No, solo quería invitarte al entrenamiento de hoy, comienza en veinte minutos.

Medité un poco las cosas, no iría al taller y me vendría bien distraer mi mente.

-Claro, me encantaría ir.

– ¿En serio? -La comisura de sus labios se elevó y por inercia la mía también.

-Sí, claro.

-Vamos a la cancha-Dijo tomándome de la mano para guiarme.

Comenzamos a caminar hasta la cancha. Me senté en la primera fila de las gradas y dejé mi bolsa a un lado.

Miraba al grupo de chicos hacer jugadas y del otro lado de la cancha estaban el grupo de porristas las Starlighs, todas luciendo sus uniformes amarillos con blanco, tan entallados que resaltaban su cintura y esa mini falda que les dejaba más de cinco dedos sobre la rodilla descubiertos.

Para cualquier chica que no fuera novia o crush de algún jugador, verlos hacer deporte sería aburrido, pero para mí era desestresante y la escena se volvió mucho más interesante cuando una anatomía se sentó del otro lado de las gradas, moví la cabeza hacía mi izquierda para ver mejor a la persona.

Oh no, esto no podía ser real…

Leo estaba sentado admirando a los chicos jugar o… acaso… ¿a las porristas mostrando su perfecto y envidiable cuerpo?

No estaba celosa, para nada, solo veía como disfrutaba de ver a esas chicas… ¡Bien, si estaba celosa!, ¿P-por qué estaba celosa? Se suponía que estaba enojada con él.

Sinceramente, dudo que puedas estar enojada con alguien que te gusta.

No me gusta.

Si te gusta, pero no quieres admitirlo porque tienes miedo.

No me gusta.

¡Qué sí!

No pienso discutir contigo.

Bien…

El castaño me miró y mi respiración se aceleró, mi mente se puso en blanco y mis mejillas rojas.

-Hola Eider-Dijo sonriendo.

-Hol-hola- Respondí.

¿Por qué balbuceo?

Porque su presencia te pone nerviosa.

Demonios que es lo que este chico tenía como para ponerme nerviosa con un simple saludo.

Es guapísimo.

Claro que no.

Por Dios, si me gusta hasta a mí.

-Eider yo…-Él se levantó y en dos pasos estaba muy cerca de mí-…yo siento…siento que debería dejar de hablarte.

¡Auch!

Eso dolió, y mucho, supuse que se disculparía, pero me equivoqué. Asher se acercó a nosotros y frunció levemente su entrecejo.

– ¿Qué pasa?

-Pasa que me llevo a la chica, Asher-Respondió el castaño con frialdad.

– ¿Qué?, ¿Por qué? -Preguntó el otro chico desconcertado.

-Porque ella está en el taller conmigo y hoy nos toca presentar en pareja.

-Yo no voy a ir contigo-Declaré tratando de ser demandante, pero no lo logré.

-Claro que sí.

– ¡No!

– ¡Que sí! -Demandó con una mirada que me congeló.

-Leo, no la fuerces es su decisión-Habló el rubio.

-No quedaré como tonto solo por un capricho de la niña-Espetó tensando su mandíbula.

– ¡No soy una niña!

-Pues pareces una por caprichosa.

-No lo soy y no iré contigo.

-Bueno, entonces será a la fuerza-Dio un paso para acercarse a mí, pero Asher se lo impidió, el otro chico empujó al rubio y me jaló del brazo mientras yo trataba de oponer resistencia y sin darme cuenta estaba en la orilla de una de las escaleras.

Asher jaló a Leo por atrás, lo que causó que él me soltara, comencé a tambalearme por falta de equilibrio. Un grito desgarrador abandonó mi boca cuando sentí que caería gradas abajo hasta llegar al suelo, pero nunca pasó, una mano jaló mi brazo, sentí el frío que transmitía un anillo de acero y me di cuenta de quién se trataba.

Segundos después mi cara chocó contra el pecho de Leo, aspiré su aroma, ¡Dios!, Olía a perfume de hombre mezclado con su aroma.

– ¿Estás bien? -Preguntó en un susurro.

-S-si-Mi voz estaba temblando al igual que todo mi cuerpo.

Tomé mi bolso y subí corriendo para llegar a las instalaciones de la escuela, comencé a caminar fuera de esta y atrás de mí venía Leo, al llegar al estacionamiento el chico gritó.

-Adiós Eider-Me di la vuelta para encararlo y en mi rostro se mostraba confusión la cual él pareció entender-No, no voy a forzarte a nada.

Dicho esto, se dio la vuelta y empezó a caminar bajo la pequeña llovizna que quedaba.


CAPÍTULO 5.-VISITA INESPERADA.


-Si Hannah se entera de esta pijamada entre tú y yo nos mataría-Dijo Rose.

Me encontraba en mi habitación con Rose, una de mis amigas desde primer año de secundaria. La conocí porque yo le derrame una malteada de fresa en el recreo del primer día de clases, no es la forma más normal de hacer amigas, pero esa malteada hizo que la conociera e interactuara con ella así que no me arrepiento. Ella era muy bonita, de estatura media, ojos cafés obscuro, cabello negro rizado y tez blanca. Siempre me ayudo y me regaño cuando lo necesité y hasta la fecha lo sigue haciendo.

– ¿Qué color prefieres? -Preguntó la chica mostrándome dos colores de pintauñas.

-El rojo, definitivamente.

Nos estábamos arreglando las uñas cuando escuchamos la puerta de la calle cerrarse y al asomarme a mi ventana pude ver claramente -gracias a la luz del candil- a mi papá salir y subir a su auto.

– ¿Ese no era tu papá? -Preguntó Rose a lo que yo asentí con la cabeza.

-Pero ¿por qué salió a ésta hora? –Pregunté.

Eran las 2:00 am, nadie en su sano juicio sale a esa hora.

-No lo sé.

– ¿Sabes qué?, Ya es tarde, mejor vámonos a dormir.

Apagamos las luces y me recosté en mi cama, le insistía a Rose para que subiera conmigo y no durmiera en el suelo, pero ella decía que tenía calor y prefería estar ahí; dando vueltas sin poder dormir a mi cabeza vino el recuerdo de Leo abrazándome para que yo no cayera, y con tan solo recordar su aroma caí rendida en mi cama.

El sonido de mi despertador me hizo levantarme del hermoso sueño que estaba teniendo con Leo, sí no todo en la vida es color de rosa lo sé. Me levanté al mismo tiempo que Rose lo hacía, cada quien se tomó su tiempo para arreglarse y mi madre nos llamó para desayunar. Hoy era día de taller y recordar eso me hizo pensar en Leo y por ende me puse triste.

– ¿Qué pasa Madd? -Preguntó mi amiga.

-Nada, es solo que…-Suspire profundamente-…no quiero ir al taller.

– ¿Por?

-Cosas de adolecente hormonal.

– ¿No te has arreglado con Leo? -Su pregunta me sorprendió y fruncí levemente mi ceño.

– ¿Cómo sabes que discutí con Leo?

-Sé que estas mal por la pelea-Mencionó evadiéndome.

-No has respondido a mi pregunta.

Ella bebió su jugo de naranja.

-Ni lo haré.

Bufé rendida porque sabía que por más que le rogara no me lo diría, la chica se levantó y tomó su mochila.

-Mejor vámonos, no quiero que lleguemos tarde.

&&&&&&&&&&&

Habían pasado 2 semanas sin que yo asistiera al taller, había hablado con mis padres sobre lo que pasó y estábamos de acuerdo en que lo que yo dije había estado mal, pero ellos me dieron la oportunidad de faltar estos días al taller, avisaron al profesor Williams y bueno…solo fueron 2 semanas, ¿Qué era lo peor que podía pasar?

Sarcasmo…

Sobre lo que pasó en el entrenamiento, bueno, estuvo mal de parte de Leo querer obligarme a ir al taller, pero de alguna forma fue lindo que al final se arrepintió.

Era domingo, mi padre ya se había ido a su oficina y mi madre tenía que irse también, no sin antes dejarme el desayuno listo y un poco de comida para calentar en la tarde. Tomé mi plato y caminé hasta la sala para sentarme en el suelo frente a la pequeña mesa redonda de cristal, comencé a devorar mi desayuno y de mi mente no salía la imagen de Leo, no dejaba de pensar en cómo se sentiría.

Dije que no me quería enamorar, no que me dejaran de importar los sentimientos de los demás, aunque pensándolo bien…así era como yo había actuado, como si solo importara yo, mi ego, mi orgullo y nada más.

Había llamado a Hannah una hora antes y aún no llegaba, el sonido del timbre despertó mis sentidos, pensando que era la pelirroja me dirigí hacía la puerta y al abrirla me llevé una gran sorpresa, Leo estaba parado enfrente de mí.

-Hola, Eider.

Al momento en que pronunció mi segundo nombre un toque eléctrico recorrió todo mi cuerpo, no pude articular palabra, él me miró con el entrecejo arrugado.

– ¿Puedo pasar?

Yo asentí con la cabeza haciendo espacio para que él entrara.

-Tu casa es muy linda.

-Gracias-Mencioné con un hilo de voz.

¡Demonios! No puedo ni siquiera hablar.

Lo pasé a mi sala y él se sentó en uno de los sillones.

– ¿Cómo has estado? -Su pregunta me confundió un poco, ¿en serio se preocupaba por mí después de cómo me habló?, Decidí responderle de una forma no tan grosera, pues eso fue lo que me puso en este problema con Leo.

-Bien, ¿por qué viniste? -Una mejor pregunta hubiera sido como sabía dónde vivo y como siempre las palabras salían por sí solas- ¿Cómo sabes mi dirección?

Él me miró y me dedicó una sonrisa.

-Vine porque me preocupé por ti, no has ido al taller ni a la escuela y supuse que estabas enferma o algo por el estilo y sobre la dirección, ¡Un mago nunca revela sus secretos! -Dijo levantando las manos.

Y entonces recordé el día que le pregunté a Rose como sabía lo del taller, la respuesta:

«¡Un mago nunca revela sus secretos!»

¿Rose conocía a Leo?, ¿Ellos tenían algo que ver?, ¿Cómo sabía Rose que había peleado con Leo? Miles de pensamientos invadían mi cabeza y nada tenía sentido.

Tenía muchas preguntas y conclusiones, puede que para mí dirección me haya seguido, lo cual no creo porque el día que yo camine hasta mi casa él estaba demasiado enojado, y era obvio que él se percató de mi falta en el taller, pero… ¿Cómo sabía de la escuela?

Sí, había estado faltando a la escuela, pero solo 4 días, además mis amigas me ayudaban a recuperar las notas y aunque no les conté de mi pelea con Leo, todas -a excepción de Rose- respetaban mi silencio.

– ¿Cómo sabes que falté a la escuela?

Noté que él se puso nervioso ante mi pregunta y no respondió nada, así que decidí cambiar de tema.

– ¿Quieres algo de comer o de tomar? -Cuestioné al chico sin mirarlo pero al no recibir respuesta mis ojos viajaron hacía él, quien me miraba sin expresión alguna lo cual me hacía sentir incómoda, se mantuvo así por unos segundos.

-Perdón, por como me comporte en el taller, ¿sabes?, supuse y creo estoy en lo correcto que dejaste de asistir al taller por lo que te hice, pero a la escuela no le encuentro explicación, y sé que estuve mal, pero ten en cuenta que aunque no te conozca mucho…me importas, y créeme que pensé que te había pasado algo malo, Ash…-Se interrumpió a sí mismo, meditó un poco sus palabras y continuó-Mi hermano y yo estábamos preocupados por ti.

– ¿Tu hermano?, ¿Tu hermano me conoce?

-De cierta forma, sí.

-Bueno perdóname a mí también por cómo te hable ese día, y sé que no hice lo correcto, no soy buena haciendo amigos y cuando alguien me habla no sé cómo reaccionar…oup dale las gracias a tu hermano por preocuparse, por cierto, ¿Quién es tu hermano?

Hizo una mueca arrugando la nariz.

-Él me pidió que no te lo dijera así que te vas a quedar con la duda, pero volviendo al tema del taller… ¿regresarás?, Es aburrido cuando no tengo a nadie con quien hablar.

El chico me regaló una sonrisa de lado.

-Sí, estaré feliz de sentarme a tu lado a charlar.

Los dos nos quedamos en la sala a platicar mientras almorzábamos, hablábamos de cosas que nos gustaban o disgustaban y él terminó burlándose de mis pantuflas de conejo que estaba en la sala. Me había puesto ropa decente, pero para estar cómoda mejor usaba mis pantuflas.

-Aún no puedo creer… que seas tan… infantil-Dijo entre carcajadas.

– ¡Déjame! -Grité lanzándole uno de los cojines-Me gustan mis pantuflas de conejo.

Él continuó burlándose hasta que mi voz lo detuvo.

-Oye Leo, este catorce de febrero hay un convivio en el parque Pikens, mi familia lo organiza y quería ver si me quieres acompañar.

– ¿Acompañarte? -Preguntó frunciendo el ceño.

-Sí, es común que todos vayan en parejas… no te pido que me acompañes como mi pareja, eso sería… ya sabes… extraño, solo quiero ir con alguien más ya que usualmente voy con Hannah o con Asher.

-Claro y… ¿Quieres que yo te acompañe esta vez como tu pareja que no es tu pareja? -Cuestionó con los ojos entrecerrados y una sonrisa.

– ¿Si? -Respondí dudosa.

-Estaré encantado de hacerle compañía a tan hermosa dama-Mis mejillas se ruborizaron y no pude sostenerle más la mirada.

-Bien, el convivio es a las seis en punto y yo llegaré con Hannah y mis otras amigas.

El celular de Leo comenzó a sonar, cuando terminó la llamada me dijo que se tenía que ir y yo decidí acompañarlo hasta la puerta donde me lleve una gran sorpresa.

– ¿La moto es tuya? -Pregunté apoyada en el marco de la puerta.

-Sí, comúnmente no la utilizo, pero hoy decidí traerla, ¿Te has subido a una?

-No, me dan algo de miedo.

-Bueno si necesitas que te lleve al taller o a algún otro lugar solo dime y con gusto lo haré-Él se subió a la moto.

Esta vez acepté su ayuda porque me había dado a entender que se preocupaba por mí, además ya lo conocía y era muy buena persona, tierno y caballeroso.

*Leo*

– ¡¿Qué hizo qué?! –Preguntó sorprendido.

Le conté a Gabriel que Madd me invitó a su convivio y estaba muy feliz al igual que yo.

-Lo sé, es increíble, además dijo que iría como su pareja.

Me sentía el hombre más afortunado del mundo, ya me había arreglado con la chica que me gustaba y ella me había invitado como su pareja, definitivamente me quería ahogar en azúcar. La mañana en la que fui a pedirle perdón le di mi número y ella me dio el suyo, no platicábamos mucho, yo me mantenía ocupado preparando el regalo para el taller. Como iré al parque Pikens con ella, la opción de Eduardo fue la que quedó y aunque no le pediré perdón le voy a dar el regalo.

Me tiré en la cama con una sonrisa boba en la cara, en eso Eduardo entró en mi habitación.

– ¿Y ahora?, ¿Por qué tiene cara de tarado? -Preguntó el pelirrojo.

-Esa la tiene desde que lo conozco, ¿a poco no se la habías notado? -Dijo Gabriel en tono de burla.

-Bueno, porque le resalta más hoy-Respondió el otro siguiéndole el juego.

-La chica lo invitó al convivio del parque Pikens, como…no lo vas a creer, te recomiendo sentarte.

El chico obedeció en forma de juego y se sentó.

– ¡Su pareja!

– ¿Cómo qué? -Preguntó Eduardo sorprendido.

– ¡SU PAREJA! -Respondí yo sentándome en la cama de un brinco.

-En mi vida lo vi tan feliz-Dijo mi mejor amigo riendo.

En eso alguien tocó la puerta de mi cuarto, y sabía quién era, Asher acababa de volver de su entrenamiento, cuando escuchó mi respuesta el chico abrió y pasó.

– ¿A qué viniste? -Pregunté.

-Hola, bro-Saludó Eduardo.

– ¡Que hay! -Devolvió el saludo y después se acercó a mi-Madd te mandó esto.

Asher me entregó un sobre, después salió de mi habitación.

– ¿Qué dice? -Preguntó Gabriel.

-Pero los chismosos no faltan verdad-Aludió Eduardo.

Abrí el sobre que tenía dos boletos y un papel, los saqué de ahí y desdoblé el papel, era una carta.

Leo, recuerdo que me dijiste que tenías dos amigos muy cercanos y le pedí a papá que me diera boletos para que ellos estén en la zona familiar junto contigo, tu no necesitas un pase, papá te anotará en la lista de invitados especiales, te mando este papel con Asher ya que yo no sé tú dirección y por lo que veo ustedes dos se conocen.

Con cariño. Eider Lodge.

Sonreí ante el detalle de firmar con su segundo nombre ya que por lo que tenía entendido siempre firmaba con el primero.

– ¿Le contaste de nosotros? -Gabriel me quitó el papel con una sonrisa y yo se lo arrebaté de las manos.

Me puso mala cara y me sacó la lengua.

-Solo le dije que tenía dos amigos que siempre me apoyaban.

-Bueno Gabriel, prepara tu traje porque el catorce de febrero estaremos en la zona VIP-Dijo Eduardo.

*Madd*

Todo el mundo dice que soy una distraída de lo peor, y tal vez lo soy; mi amiga dice que estoy loca, pero Albert Einstein dijo una vez que la locura es intentar la misma cosa varias veces esperando tener resultados diferentes.

Sí, sí lo sé, sueno como toda una maestra de física, realmente yo amo física, las fórmulas, física clásica, física moderna, física cuántica, etc.

Siempre fui una persona que aprobara sus exámenes con 9 y 10, tenía diplomas en casi todas las materias y participaba en eventos extracurriculares. Sí, en el aspecto académico estaba perfecta.

Mi aspecto físico no estaba mal, mi peso estaba bien, me alimentaba sanamente y corría todos los días. Deben creer cuando les digo que correr cuatro cuadras de mi casa a la escuela por mi impuntualidad era mucho ejercicio. Adicionalmente tenía deportes 3 veces a la semana.

En mi escuela puedes llevar la ropa que tú quieras, menos en la clase de deportes, tienes que usar el uniforme, cuando esa clase termina puedes volver a tu outfit del día.

Era jueves, mi primera clase era deportes así que me encontraba en mi cuarto guardando en mi mochila un cambio de ropa, mis padres no estaban, pues habían salido de viaje a París para hacer un reportaje, mamá es periodista.

Mis papás es el bello París disfrutando de la Torre Eiffel y los deliciosos platillos franceses como los macarons…Y yo aquí, en Los Ángeles, estudiando. Papá decía que no podía faltar a la escuela porque afectaría mis calificaciones y yo estaba de acuerdo.

Aunque yo siempre quise ir a París, quería visitar la panadería Dupain-cheng o conocer a Chat Noir.

Reí ante mis locos pensamientos y tomé mis cosas, cerré la puerta de la calle y me di la vuelta para tomar rumbo a la escuela. La casa vecina estaba en remodelación y en la acera de la calle había un montón de tierra por lo que me vi obligada a atravesar la calle.

Rodé los ojos por la pereza suspiré.

Bajé de la acera distraídamente, lo que no tomé en cuenta fue que desde pequeña tenía la manía de no fijarme a los dos lados.

Caminando como si la calle me perteneciera comencé a cruzar, sentí un leve aire y el sonido de un claxon llenó mis oídos, algo hizo clic en mi cabeza y me di cuenta de que estaban a punto de atropellarme, él miedo me paralizó y sentí que no podía hacer nada. Grité lo más fuerte que pude, me quedé paralizada esperando el impacto que nunca llegó.

Una risa conocida resonó en mi cabeza.

Leo…

-Quieres matarme de un infarto, ¿cierto?

-No, ¿nunca te dijeron que debes fijarte a los dos lados de la calle?

-Sí, pero siempre lo olvido-Por fin me digné a mirarlo y él se quitó el casco dejándome ver sus ojos cafés/verdoso y su cabello despeinado.

¡Dios!, Lucía tan apuesto con aquella chamarra de cuero negra y su cabello castaño rubio desordenado.

Mi vista viajó a sus manos a los costados de la moto y pude ver su anillo. ¡Era demasiado guapo!

– ¿A dónde vas? -Preguntó el chico, lo que me obligó a regresar mi vista a su cara.

Desgraciadamente…

Cállate, conciencia.

-A la escuela, ¿y tú?

-También.

Me quedé callada examinando cada parte de su rostro. Su ancha sonrisa, sus ojos tan iluminados por la felicidad y sus mejillas algo coloradas. Después de unos minutos de silencio contemplando su rostro, hablé.

-Bueno… nos vemos no quiero llegar tarde.

– ¿Te llevo?

-No gracias, no quiero causar molestias y además le tengo miedo a las motos-Dije algo apenada por la propuesta del chico.

-Oh, está bien.

Me extrañó un poco que no se enojara o se desilusionara, tal vez era porque pensaba que yo me sentiría mal o incómoda. Me pareció muy lindo de su parte que cambiara esos pequeños e insignificantes detalles solo por mí.

Iba a hablar, pero una voz grave me lo impidió.

– ¡Madd! -Gritaron desde un auto detrás de Leo, la puerta del conductor se abrió y Asher salió de esta- ¿Qué haces aquí? Ya deberías estar en la escuela.

-Sí, justo voy para allá.

– ¿Y tu Leo?, ¿Qué haces aquí? -Cuestionó seco.

-Pasaba y vi a Eider-Respondió algo distante sin mirarlo.

– Yo me voy a la escuela-Aclaré tratando de romper la tensión entre los dos chicos.

– ¿Segura que no quieres que te lleve? -Insistió Leo.

Entre abrí los labios para hablar, pero Asher lo hizo primero.

-No, no te molestes Leo, yo la llevo, vamos para el mismo lugar y además Madd le tiene miedo a las motocicletas.

La tensión creció cuando el chico rubio me tomó de la mano y me jaló para caminar hacia el auto, yo no opuse resistencia, pero otra mano tomó mi antebrazo con delicadeza, miré a Leo quien me sonreía cálidamente.

-Cuídate bonita.

Mis mejillas se encendieron al instante.

Te dijo bonita… ¿C-cómo se respiraba?

No lo sé, yo tampoco lo recuerdo.

Esbocé una pequeña sonrisa y él se volvió a colocar el casco. Arrancó la moto, yo subí al auto de Asher un poco desilusionada por no haber aceptado la propuesta de Leo.

*Leo*

-No entiendo… ¿Cómo? -Preguntó Gabriel.

Era de esperarse que le contara todo sobre lo de Eider a Gabriel. No estaba celoso, estaba enojado, Asher sabía que ella me gustaba y aun así trataba de quitármela, aunque ella nunca le hizo caso él sigue insistiendo.

-Ya te lo dije, Asher está celoso porque sabe que yo le gusto a Eider.

– ¿Y qué pasó hoy en la mañana? -El chico se tiró en mi cama.

Fastidiado por tener presente el recuerdo de Asher en la mañana tomé mi mochila y la lancé al suelo tirándome al almohadón.

-Créeme, con el carácter que llevaste hoy a la escuela no debió pasar nada bueno.

-No-Di un suspiro pesado-Iba a llevar a Eider a la escuela, pero él llegó y ella se fue con él.

– ¿Y por qué no la recogiste a la salida si tú sabes dónde estudia?

Parpadeé varias veces dándome cuenta de la estupidez que acababa de cometer.

– ¡Auch!, me siento humillado-Murmuré pensativo.

-Estas humillado-Aseguró él- ¿Quién fue el que te dio la dirección de la casa de Madd?

-Mi hermano-Mascullé entre dientes.

-Definitivamente estás humillado-Aseguró riéndose abiertamente.

– ¿Qué se supone que haga al respecto?

-Esperar-Respondió con una sonrisa.

– ¿A qué?, ¿A qué Eider salga con Asher? No, gracias…

-Si tu aprendes a controlar tus emociones ella se puede enamorar de ti…otra vez.

Sonreí recordando el pasado. Negué con la cabeza y tomé una gran bocanada de aire. Nuestras miradas nunca se juntaron durante la charla, él miraba al techo y yo al suelo.

– ¿Te puedo preguntar algo? -Cuestioné mirando el anillo que adornaba mi dedo índice.

-Uh-mhm

– ¿Te volviste a pintar las puntas del cabello azules?

El chico se sentó en la cama y me miró.

-Sí, ya se estaban decolorando.

Los dos comenzamos a reír por la pregunta tan fuera de lugar que había hecho.



CAPÍTULO 6.- 14 DE FEBRERO.


Era 14 de febrero, día del amor y de la amistad, en cuanto sales a la calle en estas fechas lo que más se ve son parejas con ositos de peluche o flores. mi amiga Hannah me llevaba regalos, sí, yo no contaba con un novio, ¿y para qué quería uno?, con mi amiga era más que suficiente.

Además, no entiendo el concepto de 14 de febrero, si es el día de “El amor y la amistad”, ¿por qué se dan regalos?, ¿Acaso la única forma en la que las personas sienten amor es haciendo eso?, ¿Regalándose cosas? La respuesta claramente era un sí, y puedo justificarla:

Vivimos en una sociedad que solo busca pareja para que le regalen cosas, se hacen novia o novio del chico o chica más popular o guapo solo para presumir que están con él, piden regalos caros solo para presumirlos, ¿Dónde queda el verdadero significado de este día?

Hace unos días hable con mi papá sobre lo que vi aquella noche en la madrugada y él me dijo que no podía comentarme nada al respecto, obviamente no me quedaría de brazos cruzados, esa misma tarde tuve la suerte de que mi papá me enviara a su oficina a buscar unos documentos y me puse a revisar la habitación.

Lo que no tomé en cuenta fue cuánto tiempo duré ahí y mi papá fue a buscarme, donde me pilló hurtando sus cosas, el regaño que me dio no fue tan malo, mis sospechas crecían cada día más hasta que esta mañana que bajaba con mi bolso en las manos vi a papá adornando la sala.

Mi ceño se frunció al instante.

– ¿Qué haces? -Pregunté.

-Shhh-Aludió poniendo su dedo índice en mis labios-Es un regalo que llevo preparando durante días para tu mamá.

Comencé a atar cabos y todo cobró sentido. Una sonrisa se formó en mis labios.

– ¿Por eso saliste en la madrugada?

-Sí, no que quería decir nada porque no quería que tú le dijeras a Hannah, ella le dijera a su madre y Hermione a tu madre-Dijo susurrando

-Oup, ya entiendo.

Mi papá continuó acomodando un gran ramo de tulipanes -las flores favoritas de mamá- sobre la mesa de la sala.

-Bueno, yo voy a hacerme algo de desayunar, si mi mamá sigue dormida me toca cocinar a mí-Susurre dando la vuelta.

Di un paso hacia afuera de la sala, pero el ruido de una puerta cerrándose en el piso de arriba encendió mis alertas. Miré a mi papá con preocupación y el me hizo una señal de que no hablara. Mamá bajaba apresurada las escaleras y se frenó cuando vio todo lo que había en la sala.

-Feliz catorce de febrero-Dijo papá.

Mi madre corrió a abrazar a papá y se besaron.

Esto está siendo incómodo para mí…

Ya somos dos.

-Ok, yo me voy a la escuela-Anuncié incómoda.

-Pero, no has desayunado-Comentó mamá.

-Me voy así, no pasa nada.

-No, yo cociné-Dijo papá sonriente.

-Con mayor razón me voy así-Dije bromeando.

No es que la comida de papá no me gustara, es solo que desde que casi prende la casa tratado de hervir agua, o cuando se le quemó la sopa que ya estaba hecha y solo tenía que calentar…desconfío de su comida.

-No me ayudes Madeleine-Espetó.

Hannah había llegado por mí, me despedí de mis papás y para mi suerte la chica había llegado a un café para comprar dos chocolates calientes y dos donas. Al llegar a la escuela caminé hasta mi casillero en el cual encontré una nota pegada con una paleta de cereza.

– ¿De quién es? -Preguntó Hannah en un canto.

-No lo sé, ¿Quién podría regalarme algo en la escuela? -Dije pensando justamente en Asher, la única persona que me daba regalos en la escuela cuando eran fechas especiales.

-Te diría la respuesta, pero ya la conoces-Dijo la pelirroja.

Suspiré algo triste, Asher sabía que no saldría con él y aun así seguía insistiendo, lo peor es que ahora no podré usar la excusa de Jason porque sería injusto.

Y te hace sentir peor que ahora te guste Leo.

Él no me gusta.

Niégalo todas las veces que quieras, pero ambas sabemos que es verdad.

Abrí la nota y comencé a leerla.

Feliz 14 de febrero Madd, espero te la pases muy bien y gracias por invitarme a tu convivo, esta tarde estaré ahí.

Att. Asher W.

Es muy lindo de parte de Asher darme regalos. Y sí, también lo había invitado a él al convivio, ya era costumbre que asistiera, pero igual me gustaba recordarle la invitación.

¿Y qué hay de Leo? Se van a ver en el convivio y ese sí que será el principio de fin.

¡Ay, cálmate! No pasará nada, y deja de pensar en Leo por un segundo.

Practica tu propio consejo.

Mis clases continuaron y la mayoría se me hicieron eternas, ya quería salir e irme a casa. En un descanso que hubo antes de la última clase tomé mi celular y me senté en una banca afuera de mi salón, Leo me mandó un mensaje y yo inmediatamente lo abrí.

¿Lo ves? No es cosa mía, te gusta.

Claro que no, solo tengo curiosidad.

Los síntomas de la curiosidad no incluyen sentir un vuelco en el estómago cada que hay una señal de él.

Leo:
Feliz 14 de febrero bonita, ¿Cómo va tu día?

Tu:
Bien, ¿Cómo va el tuyo?

Leo:
Regular, me falta una cosa para que este excelente.

Tu:
¿Qué cosa?

Leo:
Verte, tengo mucho que no hablo contigo en persona.

Mis mejillas se ruborizaron y que bueno que él no lo notaba, estaba segura de que se moriría de risa. No sé cómo explicarlo, pero debe de haber algo que fundamente el porque me ruborizo sin siquiera verlo, tan solo sus palabras dan inicio a una revolución en mí que yo no podía controlar.

Tu:
Hoy es día de taller.

Leo:
Sí, hoy es el intercambio

Tu:
Oye, ¿te puedo pedir algo?, Si no es molestia, claro.

Leo:
Lo que sea, tu nunca molestas.

Esbocé una pequeña sonrisa.

Tu:
¿Puedes pasar por mi saliendo de la escuela, para que me lleves al taller?

Leo:
Por supuesto que puedo, me encantaría llegar contigo al taller.

Sonreí ante lo lindo que era hacía conmigo. Mi sonrisa se borró al instante en el que recordé un pequeño gran detalle.

¿Cómo me voy a vestir para la fiesta? Modo pánico entrando.

Por primera vez en mucho tiempo me preocupe por cómo me iba a vestir para el convivio de esta tarde, tenía que verme bien. Usualmente me vestía con lo primero que me encontrará en el closet, hoy quería verme bonita.

La campana sonó y tuve que dejar de repasar mentalmente mi closet para pasar a la clase. Me adentré a mi salón y, para ser honesta, no presté atención a nada de lo que dijo el profesor Faseth. Eso era lo que menos me importaba en esos momentos.

*Leo*

-Gabriel, ¿puedes prestarme tu auto? –Pregunté.

Mi mejor amigo y yo estábamos en mi habitación platicando, casi era hora de ir por Eider, pero primero tenía que ir al taller.

-Si claro, ¿para qué?

-Eider me pidió que la recogiera saliendo de la escuela y le tiene miedo a las motocicletas.

Sonrió maliciosamente.

– ¡Ah sí!, No te preocupes, tómalo, sabes que no me lo tienes que pedir.

-Gracias.

-Y, ¿Dónde vas a meter el regalo?, ¿Ya lo tienes listo? -Preguntó curioso.

-Sí, está en la habitación de huéspedes.

-Si quieres lo podemos llevar ahora al taller, para que lo escondas ahí.

Los dos nos montamos en el auto azul obscuro y manejamos hasta el taller, al llegar subimos hasta el salón, el cual estaba cerrado con llave. El profesor Williams me tenía mucha confianza por lo que me dio un repuesto de la llave hace dos años atrás.

Buscamos un lugar donde esconder el regalo y después fuimos a la casa de Gabriel, Eduardo acababa de llegar del supermercado con los dulces que él iba a poner en su regalo, el cual estaba escondido en el cuarto de Gabriel.

– ¿Y ahora?, ¿A ti quien te gusta? -Pregunté con una sonrisa divertida.

-Sophia, ¿Por qué?

En la cara de Gabriel se mostró incredulidad y en la mía sorpresa. Ambos teníamos la boca extremadamente abierta.

– ¿Sophia la del taller? -Cuestionó mi amigo.

-Si.

-Sabes que Sophia ha estado interesada en Leo desde hace mucho ¿verdad? -Advirtió Gabriel.

-Déjalo, si Eduardo logra quitarme de encima a Sophia se lo agradecería muchísimo-Dije.

-No lo sé, ella es un poco…impulsiva- Explicó con muecas.

-Pero igual me gusta-Replicó Eduardo.

-Diferencia de opiniones, es un país libre-Murmuré divertido.

El pelinegro suspiró.

-Bueno, haz lo que quieras, voy a afinar mi guitarra para el taller.

-Yo voy por Eider-Dije apuntando a Eduardo con mi dedo índice.

Salí de la casa y tomé el auto blanco, comencé a manejar hasta la escuela y cuando llegué me estacioné, nadie había salido aún. Así que decidí esperar.

*Madd*

-No Rose, dile a Hannah que vaya a mi casa hasta las cinco, que es la hora en la que nos vamos a empezar a arreglar para la fiesta, por ahora yo me voy al taller sola.

– ¿Segura?

-Si

-Ok, voy con Hannah y con Alice, nos vemos en la tarde-La chica se despidió de mí con un beso en la mejilla y se fue.

Salí de la escuela y comencé a buscar con mi vista una motocicleta negra, la cual nunca encontré. Bajé las escaleras y me paré en la acera del estacionamiento, pensé que Leo no había llegado aún, iba a bajarme de la acera para caminar hacia el frente cuando unas manos tomaron mis hombros y me jalaron hacia atrás.

-Mejor te cruzas la calle conmigo, no quiero que tengas un accidente-Susurró Leo en mi oído lo que hizo que mi piel se erizara.

Me di la vuelta para encararlo y me topé con su hermosa sonrisa y sus encantadores ojos.

-Pensé que aún no llegabas, no vi tu moto.

El hizo un mohín y su rostro se volvió todo ternura. Mi corazón dejó de latir para después bombear sangre a un ritmo incontrolable. Sonreí sin poder evitarlo.

-Es que no vine en motocicleta.

En mi cara se mostró confusión y él me tomó de la mano para empezar a caminar hacia un auto blanco.

-Sube-Dijo a lo que yo obedecí, él comenzó a manejar.

– ¿El auto es tuyo?

-No, es de un amigo, me lo prestó para recogerte porque le conté de tu miedo a las motocicletas.

-Tenía pensado enfrentar mi miedo hoy.

Leo comenzó a reír.

-En otra ocasión prometo que te llevaré en mi moto, para que afrontes tu miedo.

-Ya lo prometiste-Dije siguiéndole el juego.

Todo el camino se basó en bromas y risas y, de vez en cuando, unas cuantas preguntas sobre nuestra vida, nuestros gustos y esas cosas. Al llegar al taller caminamos hasta el piano y nos sentamos los dos en la misma banca, el profesor dio indicaciones, las cuales eran fáciles:

Teníamos que sacar un papelito y el nombre de la persona que esté ahí es a quien le entregaríamos el regalo, yo había pintado una taza y la había llenado de dulces.

– ¿Tu eres Eider? -Preguntó el chico que entró con Leo el primer día de taller, el de cabello negro con puntas azules.

-Si-Respondí con una sonrisa.

-Leo me ha platicado de ti, soy Gabriel, su mejor amigo.

-Ah, hola.

-Oye, gracias por invitarme a tu convivio de hoy en la tarde.

-Oh, no hay de que, me encantaría que los amigos de Leo también fueran, así no se sentiría tan incómodo.

Todos comenzaron a sacar papeles, un chico pelirrojo sacó un papel y le tocó regalarle una chica llamada Jess con la que yo llegue a hablar, y era muy buena persona.

A Jacob, el chico especial le tocó regalarle a otro chico llamado Jonathan y a la otra chica especial Sophia le tocó regalarle a Emy otra chica con la que también hablé.

Después fue mi turno, metí la mano en la pecera y saqué un papel, lo abrí lentamente y leí su nombre en voz alta:

-Sophia.

La chica se acercó a mí y tomó la taza, me regaló una sonrisa un tanto falsa y se dio la vuelta.

-No…lo…creo-Dijo Gabriel con los ojos muy abiertos.

– ¿Qué cosa?

-No sé si lo notaste, pero no le caes muy bien a Sophia.

-Que novedad, dime una persona que le caiga bien a Sophia-Espetó Leo mirándome.

-Jacob-Dijo el amigo levantando los hombros.

-Leo, te toca, solo quedan dos papeles-Habló el profesor.

Gabriel le susurró algo en el oído a Leo y después este se levantó para sacar un papel. El profesor y el chico intercambiaron una mirada que no logré entender y después el rubio sacó un papel.

Lo leyó y una sonrisa se formó en su rostro.

-Eider-Dijo mirándome.

Abrí la boca sorprendida, después me mordí el labio inferior tratado de contener un grito de emoción.

El chico guardó el pequeño papel en el bolso de atrás de su pantalón y caminó hasta el piano de dónde sacó una caja mediana con rosas rojas y chocolates, me la dio y después me guio hacía la banca del piano. Me senté y Leo hizo lo mismo. Gabriel estaba tocando una canción junto con Emy y yo miraba mi regalo.

-Muchas gracias Leo, es muy bonito.

-No tienes que agradecer-El chico estaba mirando a las teclas del piano.

Volví la vista a la caja, puede notar una caja aún más pequeña entre las flores, fruncí el ceño algo confundida, saqué la cajita y vi que arriba decía: Para Eider.

Al abrirla un jadeo de sorpresa abandonó mis labios, era un anillo con forma de nota musical. Una clave de sol, para ser exactos. Me quedé mirando el anillo por unos segundos, perpleja.

Miré a Leo, quien sonreía abiertamente esperando una respuesta de mi parte. Lo miré, miré la caja, lo miré, miré la caja y así unas tres veces más. Baje la caja con flores al suelo para poder admirar el anillo mejor.

– ¿Te gusta? –Susurró con lago de preocupación-Es un anillo que ha pasado de generación en generación, cuando le conté a mi padre que te conocí él me lo dio y me dijo que si quería te lo podía regalar, y no dude en hacerlo, pero no sabía cómo dártelo así que decidí esperar hasta hoy.

Cerré la caja y abracé al chico con todas mis fuerzas mientras susurraba miles de gracias, él envolvió sus brazos en mi cintura y eso hizo que me quisiera quedar así para siempre.

Mis pulmones se quedaron sin aire, pero aun así sentía que podía respirar, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no quería llorar, mi estómago dio un vuelco, pero no me sentía mal. Un huracán de emociones estaba arrasando con todo en mi interior y no sabía cómo detenerlo. Sinceramente, no quería detenerlo.

-Es muy hermoso-Dije mientras lo sacaba de la caja y me lo ponía-Pero… ¿cómo sabías que te iba a tocar yo?

El chico esbozó una pequeña sonrisa, se levantó y sacó el papel de su bolsillo, me lo ofreció y yo lo tomé con el ceño fruncido. Lo abrí para leer y…no tenía nombre, estaba vació.

Levanté la mirada, desconcertada.

-Digamos que arregle algo con el profesor Williams.

– ¡Arreglamos! -Intervino Gabriel- Yo también ayude, merezco créditos

-Cierto, mi amigo ayudó a convencer al profesor, de hecho, creo que él fue quien más sufrió.

Los dos se empezaron a reír mientras yo seguía sin poder moverme por la impresión. Cuando el taller terminó Leo se ofreció a llevarme a mi casa y yo acepté, se estaciono afuera de esta.

-Gracias de nuevo por el regalo, y por traerme hasta acá.

-No tienes que agradecer nada.

– ¿Nos vemos a las seis en el convivio?

-Por supuesto, ahí te veo-Respondió con una sonrisa.

Justo cuando estaba cerrando la puerta del auto, Hannah, Alice y Rose salieron a la calle. Comencé a reír a carcajadas cuando vi a Alice con unos tubos en la cabeza, ella era de cabello castaño oscuro y lacio, cuando lo quería rizar usaba esos tubos en la cabeza los cuales se veían muy chistosos. Leo arrancó el carro y yo me adentré a mi casa con el regalo en las manos.

– ¿Quién te lo dio? -Preguntó Hannah sorprendida.

-Leo, por el intercambio.

– ¡Qué lindo! -Comentó Alice levantando y bajando las cejas.

-Yo voy a comenzar a alistarme, no sé que me voy a poner, me tengo que peinar y maquillar y me quiero tirar del quinto piso-Dije dramatizando.

-No te preocupes, yo y Rose ya estamos listas, y Alice solo se quita el peinado de queso Oaxaca y ya está lista también.

– ¡Oye! -Reclamó la castaña.

-Rose, busca la ropa y los zapatos de Madd, Alice busca los accesorios, yo te voy a peinar y maquillar.

Suspiré aliviada.

-Gracias chicas, las amó.

&&&&&&&&&&&&

-Voto por la falda negra y la blusa blanca-Dijo Rose ladeando la cabeza, me estaba ayudando ya que ella ya estaba lista.

Tenía puestos unos jeans azul claro, una camisa de botones roja y unos botines negros, se había peinado liso el cabello ya que ella era de cabello rizado. Y su maquillaje no pasaba desapercibido tenía una sombra negra muy notoria y un labial rosa obscuro, además se pintó un corazón en la mejilla.

-No-Alice negó con la cabeza poco convencida-Creo que están mejor los jeans y la camiseta rosa palo con el saco negro.

Ella también estaba lista, se quitó los tubos de la cabeza y su cabello quedo completamente rizado, llevaba puesto un vestido rosa claro con un estampado de corazones, y unas zapatillas bajas color rosa, ella estaba, también, extremadamente maquillada. Claro fue Rose quien la maquilló, tenía una sombra rosa obscuro con un labial del mismo color.

-Chicas, ya, por favor decídanse por algo, me tengo que ver bien-Dije al borde de la demencia.

¡Faltaban solo 20 minutos para las 6:00 y yo todavía no me vestía!

-A ver, no dramatices, recuerdo que el año pasado compraste un vestido rojo súper lindo que solo te pusiste una vez y nadie te lo vio porque tenías un saco encima, voy a buscarlo-Dijo Hannah.

Creo que ella fue la primera en estar lista, llevaba puesto un vestido plateado que le quedaba cinco dedos arriba de la rodilla y unos botines rojos de tacón alto y su maquillaje no era tan exagerado, una sombra dorada y un labial café chocolate.

La chica salió de mi closet con aquel vestido rojo de tirantes de hilo y debajo de este tenía una caja con mis tacones plateados de listón de hilo que nunca me puse.

-Ponte eso, mientras voy a buscar tus accesorios-Dijo la pelirroja.

Hice una mueca poco convencida, ese vestido naturalmente era muy corto, estaba casi segura de que si me agachaba por algo se me vería hasta el alma. Ella me dio una mirada de advertencia y yo rodé los ojos sin más opción.

Obedecí a sus indicaciones tomando lo que ella me ofrecía y cuando salí del baño la chica ya tenía un collar en la mano. Comenzó a poner los accesorios en mí, un collar plateado, una pulsera de cuentas de oro y unos aretes de aro dorados, la chica iba a quitarme el anillo que Leo me había regalado, pero yo se lo impedí zafándome bruscamente.

– ¿Qué pasa? –Preguntó con el ceño fruncido.

Me puse nerviosa, no sabía que decirle, si le decía que no me lo quitaría porque fue un regalo de Leo ella comenzaría a burlarse y decir cosas como: “Te gusta Leo”

Pues, técnicamente es la verdad.

Cállate.

Moví los ojos de un lado a otro buscando una buena excusa. Pero no la encontré.

-No importa, no me lo quiero quitar, me gusta-Dije mirándola a los ojos.

Ella me sostuvo la mirada por unos segundos más, al final optó por restarle importancia y mirar si no le hacía falta nada en su bolso.

Me admire en el espejo y la verdad me sentía muy bonita, el único inconveniente es que el vestido me quedaba casi cinco dedos arriba de la rodilla. Mordí mi labio inferior tratando de adivinar qué diría Leo al verme.

Seguro que se pone a babear.

Mis mejillas se encendieron por mis propias ideas. Inhalé y exhalé para tratar de calmarme.

-Bueno, ya vámonos, se nos hace tarde-Anunció la pelirroja rebuscando algo en su bolso al mismo tiempo que caminaba fuera de mi habitación.

Subimos a la camioneta de Hannah, yo quedé del lado del copiloto. Rose y Alice en la parte de atrás. Íbamos de camino para allá cuando recordé que tenía que decirles dónde nos sentaríamos.

En este tipo de fiestas papá contrata a varias personas para que preparen y atiendan a los invitados, pero, hay una parte especial, es como un jardín extra donde hay dos mesas en forma de «L», ahí nos sentamos mi familia y yo, mis amigas siempre han asistido por que ya son como parte de la familia.

Las invitaciones que les mande a los amigos de Leo es porque cuando quieres que alguien entre necesitas darle boleto o mandarlo a anotar con el cuidador de la puerta -que siempre es el mismo en todos los eventos- para que lo reconozca, pero solo tuve tiempo de pedirle a mi papá que anotará a Leo por lo que preferí mandarle boleto VIP a sus amigos.

-Entonces… ¿A mí me toca junto a la abuela Amey? -Preguntó Hannah.

-Sip, y a Alice le toca junto a la abuela Mártin, a Rose junto contigo, a mí me toca frente a ti, a Leo a un lado mío y…

– ¡Espera!, ¿Invitaste a Leo? -Interrumpió Alice.

– ¿Si?

-Wow, ahora no conozco a mi mejor amiga-Dijo la pelirroja mientras bajaba la ventanilla de su lado.

-Bueno, Leo a mi derecha y Asher a mi izquierda.

– ¡NO!, ¡¿SABES EL CAOS QUE VAS A PROVOCAR?! -Gritó Alice asomándose entre los dos asientos.

Hannah dio un brinco por el grito y yo fruncí el ceño.

– ¿Por qué? -Cuestioné enarcando una ceja.

-Es obvio que le gustas a Asher y también a Leo.

– ¡Ay no creo que pase nada! -Espetó Rose restándole importancia.

-Yo tampoco-Mencioné mientras admiraba la decoración, pues ya estábamos afuera del parque Pikens.

&&&&&&&&&&

Llegué a mi lugar y saludé a toda mi familia ahí, busqué a Leo, a Asher o a los amigos de Leo, pero no los encontré, supuse que aún no habían llegado por lo que decidí ir por un cup cake a una de las muchas mesas de comida que se encontraban en el jardín.

-Hola Eider-Una voz un tanto roca habló detrás de mí y me di la vuelta pude encarar a Leo, si dije que con el cabello desordenado y chamarra de cuero se veía apuesto, con el cabello desordenado y de traje era lo que le seguía de guapo.

-Hola-Murmuré, pues mi voz no lograba salir de la impresión.

Por lo menos di que puedes hablar, imagínate si no…

Oye, ¿Te preguntaste cómo se vería sin camisa?

Necesito un baño de agua fría. Eso es seguro.

– ¡Holaaaaa! -Gritaron desde atrás de Leo, era Gabriel- ¿Cómo estas Madd?

-Bien y ustedes-Dije dirigiéndome a él y al otro chico, uno pelirrojo que iba acompañando a Gabriel.

A lo lejos pude divisar a mi papá acercándose a nosotros, mis nervios se presentaron, tenía mucho que no pasa tiempo con hombres -a excepción de Asher- y no sabía si eso le molestaría a papá.

Leo miró en la misma dirección que yo y sonrió despreocupado, Gabriel y Eduardo dieron un paso atrás reprimiendo una sonrisa. Es como si entre los tres estuvieran tramando algo. ¿Qué tienen en mente?

Relájate, todo está bien, Leo y sus amigos son geniales, seguro que le caen bien a papá.

Sí, tan bien como para lanzarlos al lago que está detrás de mí.

– ¿Es tu padre? -Preguntó el castaño en voz baja.

-Sí, y viene para acá-Respondí respirando profundamente.

Leo se giró completamente, quedando cara a cara con mi padre.

-Hola muchachos, ¿Cómo la están pasando? -Dijo papá ya que estuvo a pocos pasos de nosotros.

-Buenas tardes señor Lodge, la estamos pasando muy bien, gracias-Respondió Leo.

-Venía para informarles que la cena se está sirviendo, Madeleine le mostrará sus lugares a cada uno de ustedes.

-Gracias-Respondieron los tres chicos en coro.

Mi padre se fue y el chico del piano me miró con aire divertido.

-Ya puedes respirar, pequeño ángel.

Solté todo el aire que estaba guardado en mis pulmones y me centré en el hecho de que me había llamado “pequeño ángel”. No supe la razón y sinceramente no sentía la necesidad de hacerlo, simplemente sonreí agradecida.

Señalé la mesa con la cabeza y los tres entendieron, siguiéndome hacia ella. Comenzamos a caminar, todos estaba ya sentados, solo faltábamos nosotros. Acomodé primero a los amigos del chico del piano y después guie a este junto conmigo.

-Este es tu lugar-Dije indicando la silla.

Estaba a punto de tomar la silla de al lado para sentarme cuando una mano la detuvo, miré a Leo y este me regaló una sonrisa.

-Déjame hacerlo a mí-Indicó moviendo la silla hacia atrás y acomodándola cuando yo ya me había sentado.

Mi mirada viajó al frente mío y me percaté de que papá me miraba con una sonrisa, él había visto el amable gesto del chico del piano y al parecer él le agradaba.

Prueba uno, superada. Ahora solo le falta que conozca a tus tíos y primos.

No me lo recuerdes.

Ahí es donde sentirán el verdadero infierno temblar. El peor es Nico, el más celoso y compulsivo.

Sirvieron la comida. Miré a mi otro lado, el que estaba vacío. Asher aún no llegaba y eso llegó a preocuparme, él siempre era puntual, demasiado puntual.

Leo tomó mi mano y tan solo ese gesto hizo que todo rastro de emoción negativa se diluyera con el aire.

– ¿Esperas a tu príncipe azul? -Preguntó divertido.

Ese lo tengo enfrente.

Mis mejillas se tornaron rojas al instante en el que me vi abriendo la boca para decir eso. Él río a carcajadas.

– ¿Quieres contarme quien es el afortunado hombre que ganó el gran privilegio de estar a tu lado?

No pude responder, seguía procesando la estupidez que estuve a punto de cometer.

-Me gustaría pedirle un par de consejos por si, en algún momento se llegan a separar, tener un poco de ventaja hacia una oportunidad contigo.

Mi corazón se detuvo al oír esas palabras. Mi respiración dejó de ser regular, no podía articular palabra. Sus ojos estaban clavados a los míos y, aunque tratara de bajar la cabeza, no podía, sabía que si dejaba de mirarlo me arrepentiría el resto de mi vida.

-N-no, la…la verdad es que…no…es-espero a nadie-Balbuceé nerviosa.

Su sonrisa se ensanchó aún más, pero se borró al instante en el que miró detrás de mí. Me di la vuelta para que mis ojos chocaran con unas esmeraldas brillantes.

Asher…

-Hola Madd, siento el retraso, Alex me pidió unas cosas y lo tuve que ayudar.

El chico rubio se sentó del otro lado mío, él ya sabía que ese era su lugar, siempre lo había sido, observé al chico, que tenía las mejillas rojas de la pena.

-No pasa nada Asher, apenas han servido la cena.

Alguien se aclaró la garganta al otro lado mío.

– ¿Qué haces aquí Asher?

La voz ronca de Leo causó que lo mirara y algo en mi interior quiso recobrar la conversación que habíamos abandonado hace unos segundos.

-Madd me invito, también me agrada verte Leo-Respondió.

El castaño tenso su mandíbula ante la respuesta sarcástica y seca del otro chico, los dos hombres se miraban fijamente mientras yo estaba en medio, podía sentir la tensión de ambos. Miré a mi mejor amiga sentada frente a mí, ella simplemente abrió los ojos y levantó las manos a los lados. Sabía lo que eso significaba, esa era su cara de…

«Te lo advertí Madd»

Y es cierto, te lo advertimos, pero nunca nos haces caso. Por fin puedo decir: Te lo dije.

Deja de hablar si no va a ser para ayudar, conciencia.

-Y… ¿Qué tal está la sopa? -Dije tratando de romper el horrible silencio y disminuir la tensión.

Leo me miró y su semblante vacío cambió a una sonrisa.

-Está muy rica.

Por más que trataba no lograba relajar el ambiente, comencé a asfixiarme, sentía el aire horriblemente pesado, tal vez Hannah tenía razón y no fue buena idea invitar a ambos y mucho menos sentarlos junto a mí.

La cena había terminado y era la hora del postre, Leo tenía un cup cake con Asher tenía un pedazo de gelatina y yo una rebanada de pastel de chocolate, la cual ni siquiera había probado.

Hubo un momento en el que sentí que no respiraba, el aire se sentía muy caliente y denso, de vez en cuando los chicos se miraban y se asesinaban tan solo con los ojos. Todo se cerraba en esos dos peleando conmigo en medio, no había nada más a nuestro alrededor. Sentía que en cualquier momento comenzarían a golpearse.

No podía voltear la cabeza a ningún lado, en ambos obtendría una mirada gélida. Mi cuerpo estaba totalmente tenso hasta el punto en el que me dolían los huesos de apretarlos.

No puedo más, yo me voy.

Me levanté de golpe y los dos chicos me miraron, comencé a caminar hacía un pequeño espacio libre de personas, escuchaba las voces de Leo y Asher gritando mi nombre, pero no les hice caso.

Llegué a un lugar donde había una banca blanca, me senté en está mirando frente a mí un columpio de metal del mismo color de la banca. Cerré los ojos un momento y suspiré pesadamente.

Sentí como todo mi cuerpo se relajó. Hasta mi ceño que estaba fruncido logró relajarse con el aire que chocaba en mi cara.

– ¿Eider? -La voz de Leo hizo que saliera de mi pequeña burbuja, abrí los ojos y lo encontré mirándome con preocupación. – ¿Te encuentras bien?

-Si-Murmuré sin dejar de mirarlo.

Se sentó a un lado mío.

– ¿Quieres hablar?

-No.

– ¿Sabes que puedes contarme lo que sea?, ¿verdad?

– Si, pero ahora no quiero.

Él suspiro.

No es que no quisiera, sino que el silencio con él era bastante cómo, había mucha paz y eso era lo que siempre había querido. Paz.

– ¿Quieres subirte al columpio? -Preguntó y yo lo miré-Yo te empujo, claro, si no te da miedo.

Sonreí ante la propuesta del chico y asentí con la cabeza. Me senté en el columpio y después pude sentir el cuerpo de Leo detrás de mí, con una mano tomó una de las cuerdas y con la otra empujo delicadamente mi espalda, el movimiento del columpio se hizo cada vez más rápido y en un lapso de tiempo este se hizo para adelante, mi peso no ayudó en mucho pero cuando sentí que caería alguien me sostuvo.

-Leo, trata de darle más despacio al columpio-Asher, él fue quien me había atrapado para no caer al suelo.

-Iba a parar el columpio-Respondió seco.

Me separé del rubio y me quedé estática, no sabía qué hacer o hacia donde moverme. Abrí la boca para hablar y bajar un poco la tensión, pero ellos se me adelantaron.

– ¿Por qué parece que mi presencia te molesta? -Cuestionó Asher.

-No, no es solo tu presencia, todo de ti es molesto-Respondió el otro.

– ¿Qué te hice yo para que estés así?

-Pregúntatelo tu mismo.

– ¡¿Por qué mejor no te vas, no quiero que le arruines la noche a Madd?! –Espetó el rubio.

– ¡Y dejarte con ella, solo! -Dio una risa sin humor- ¡Estás loco si crees que lo haré!

– ¡Solo deja de molestarla!

– ¡No la estoy molestando, aquí tu eres el que sobra!

En un segundo Asher se abalanzó sobre Leo y los dos cayeron, mis ojos se abrieron por la sorpresa. Estaban rodando en el césped golpeándose e insultándose.

– ¡Te quieres calmar Asher, no te estoy haciendo nada!

– ¡Estás arruinando mi amistad con Madd!

– ¡No estoy arruinando nada! -Gritó el otro sin tratar de oponer resistencia a los golpes de Asher, él solo se dejaba jalar y estampar contra el piso. Yo no podía hacer nada, no sabía qué hacer y mi cuerpo se paralizó.

– ¡Eres un idiota! -Gritó Asher.

Leo dio una risa sin humor y volteó a Asher quedando el arriba.

– ¡¿Yo soy el idiota?!, Por lo menos yo no le quité la novia a mi mejor amigo, ¿o sí?

La confesión de Leo a Asher me sorprendió, ¿Asher le quitó la novia a su mejor amigo?, ¿Acaso Leo era el mejor amigo? Todo en mi cabeza estaba dando vueltas, miles de preguntas invadían mi cabeza mientras veía a los dos chicos peleándose, todo en mi cuerpo reaccionó cuando pude ver que Asher golpeó a Leo en las costillas.

Corrí a separarlos, pero al momento en el que me agaché Asher me empujó, traté de mantener el equilibrio, pero cuando usas tacones de punta es casi imposible por lo que mi cuerpo viajó hacia atrás causando que me golpeara la cabeza con la banca de metal.

Me quejé mientras tocaba la parte herida, miré mis dedos que estaban cubiertos de sangre, me había golpeado fuerte. Mi vista viajó a Leo quien observaba cada uno de mis movimientos, y al darse cuenta de la herida su ira creció, su mandíbula se tensó y miró a Asher con recelo.

– ¡Ahora si te mato animal! -Gritó el castaño mientras golpeaba a Asher.

– ¡BASTA!, ¡DETENGANSE LOS DOS!

Salvación. Esa era la palabra perfecta para describir a las tres personas que detuvieron la pelea, Hannah se agachó a un lado mío y al encontrarme débil me levantó, me sostuvo en sus brazos mientras recuperaba por completo el equilibrio, el chico pelirrojo que acompañaba a Gabriel levantó a Asher, el otro chico levantó a Leo quien estaba punto de lanzarse de nuevo al rubio pero su amigo lo detuvo.

– ¡Basta ya!, Fue suficiente de sus peleas, vámonos Leo -Habló Gabriel.

-No voy a dejar a Eider con él -Masculló señalando a Asher.

– No te preocupes, nos vamos a ir los cuatro juntos -Comentó el pelirrojo.

Los chicos se despidieron y se fueron. La fiesta continuó, pero mis ánimos no eran los mismos, después de un par de horas llegué a mi casa. Me preparé para dormir y me recosté en la cama, un mensaje encendió la pantalla de mi celular.

De:
El chico del piano.

Lo siento por lo que pasó, no quería arruinar tu tarde.
Espero tengas buenas noches, te quiero.

Y ahí fue donde aprendí mi lección, nunca, por nada del mundo, jamás de los jamases…juntar a Asher y a Leo en el mismo lugar

Algo en mi interior sentía algo por Leo y yo temía que ese sentimiento creciera. No quería que, en el futuro, volviera a sentir aquel vacío que sentía hasta hace poco.

*Leo*

-Que les he dicho sobre pelearse-Mamá estaba enojada, eso era seguro.

Yo había llegado a casa con el labio partido y con un color morado en la costilla por el golpe de Asher. Él, había llegado con un golpe en el ojo.

-Lo siento mamá, te juro que no volverá a pasar-Dije cabizbajo.

– ¿Y tú Gabriel?, ¿No lo estabas cuidando?

-Lo siento señora Penélope, es que estaba en la mesa de postres y no me di cuenta que él se había ido, y mucho menos me percaté de la falta de Asher.

– ¿Y cómo está la chica? -Preguntó ella con los ojos cerrados.

– ¿Quién?, ¿Madd? -Cuestionó Gabriel con inocencia y algo asustado.

-Ella está bien mamá, solo fue un golpe.

-Bien, Leo vete a tu habitación, en cuanto a ti Asher, voy a contarle a tu padre sobre esto y créeme que no estará muy feliz.

-Si-Asintió el chico con la mirada al suelo.

Estuvo mal pelearme con Asher, pero no iba a dejar que arruinara mi oportunidad con Eider, supongo que tendré que dejarle muy en claro que ella me gusta y que haría lo que fuera por ella. También debo encontrar la forma de decírselo a Eider.

Estoy consciente de que no debí sacar a la luz el problema que hubo entre Jason, su novia y Asher. Pero no me pude contener.

Me recosté en mi cama con las luces apagadas, cerré los ojos y la primera imagen que vino a mi mente fue la de Eider. Sus ojos azules como el mar, sus labios rosados creando esa hermosa sonrisa, su cabello rubio medio rizado revoloteando por el aire, su aroma tan característico y dulce, sus pequeñas ocurrencias que iluminaban el día de cualquiera, sus mejillas enrojeciendo cada vez que trataba de hablar.

Todos esos pequeños detalles que me enamoraron de ella vinieron a mi cabeza. Después de unos minutos, caí rendido en mi cama.


CAPÍTULO 7.- EL HERMANO DE LEO.


Mis ánimos no estaban de lo mejor esta mañana, tenía varios días sin ver a Leo en el taller, supuse que lo habían castigado y eso me hacía sentir culpable, pues yo fui la causante de que Asher y él se pelearan, yo los senté a los dos a un lado mío a sabiendas de que los dos sentían algo por mí.

Bueno, son experiencias de la vida, de los errores se aprende querida.

Comienza a adentrarse en mi vida la posibilidad de que Leo esté enamorado de mí, pero él no me conoce mucho, ni yo a él, ¿Cómo te puedes enarorar de  alguien que ni siquiera conoces?

Bueno, esa es una pregunta que una adolecente como tú jamás lograría responder.

Cállate, no estoy para chistes.

Más delante le encontrarás sentido a las cosas, solo espera un par de años.

Me encontraba en el estacionamiento esperando a mis amigas, ya que Hannah dijo que me llevaría al taller y a mis otras dos amigas las llevaría a su casa. Estaba sentada en la banca que da hacia la calle cuando sentí una presencia a un lado mío.

Asher…

-Hola, Madd.

-Hola-Dije volteándome hacía su dirección.

– ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y tú?

-También, muy bien.

Busqué la forma de hacer la pregunta que me llevaba comiendo viva desde hace algunos días. Tomé una bocanada de aire y me armé de valor.

– ¿Cómo estás con tus amigos?

El chico me miró detenidamente y después dio una pequeña risa.

-Si me preguntas por Leo, está bien-Respondió.

No quise sonar muy obvia, pero al parecer lo había sido, realmente Asher me conocía y sabía cuándo no estaba bien, o a dónde iba realmente con todas mis preguntas y aclaraciones.

– ¿Ya no están peleados?

-No, de hecho, volvimos a hablarnos como siempre-Hizo una pausa mientras miraba para otro lado-Creo que él y yo somos difíciles de comprender, un día estamos insultándonos y al otro nos llevamos mejor que nunca, irónico ¿cierto?

-Sí, y dicen que las mujeres son las hormonales.

El chico empezó a reír ante mi comentario.

-Bueno, yo me tengo que ir, nos vemos en un rato-El chico se levantó y se fue corriendo antes de que yo pudiera preguntar.

¿En un rato?,¿A qué se refería con un rato?, ¿Iba a pasar por mi casa?, Tal vez solo se había equivocado y quiso decir mañana.

Lo dudo.

Fue por eso.

No, creo que no.

Que sí.

Noup, no me convence.

Claro que fue por eso.

Deja de mentirte a ti misma, Madd.

Realmente mi conciencia no se creía esa opción, pero quería fingir que sí.

Mis amigas llegaron y se sentaron junto a mí, Alice estaba esperando a que Josh saliera ya que por primera vez se atrevería a hablarle, lo cual me parecía genial.

– ¿Y si no puedo? -Se planteó con una mueca.

– ¡Por Dios!, Ya me hiciste esperar cinco minutos en el sol, ahora te aguantas y le hablas- Espetó Rose de brazos cruzados.

Vaya apoyo.

– ¡Tu puedes!, Demuéstrales a todos que las mujeres también pueden tener iniciativa- Exclamó la pelirroja sonriente- Verás que hasta te sale invitarlo a salir.

Alice sonrió.

-Tienes razón, lo voy a inv… ¿eh?

Su cara perdió color y sus ojos se abrieron mucho al reaccionar a lo último que dijo Hannah.

– ¡¿Qué?! … No, no, no, no, no, eso nunca.

-Bueno, por lo menos lo intenté.

Yo no dije nada en toda la conversación, solo observé la escena que tenía a mi alrededor con algo de desilusión. Mi cara no desprendía buenas vibras y mis amigas parecieron notarlo.

– ¿Cómo estás, Maddy? -Hannah usualmente usaba ese apodo conmigo.

La historia data así: Todo el mundo me decía Madd porque Madeleine sonaba como regaño, pero mi querida amiga de dos años no sabía decir Madd sin agregarle una «y» al final, crecí con ese apodo de su parte y no me molesta.

-Bien…creo.

– ¿Leo no te ha llamado? -Cuestionó Alice.

-No, y eso me preocupa.

-Por favor Madd, solo han pasado cuatro días, lo más probable es que lo castigaran-Esta vez habló Rose apoyada en la pared detrás de la banca.

-Es probable, pero yo no he intentado llamarlo-Dije considerando la idea que acababa de pasar por mi mente.

– ¡NO!, Ni lo pienses, es una completa locu…

– ¡Ya está timbrando! -Grité interrumpiendo las palabras de la pelinegra.

Esperé unos segundos los cuales parecieron horas hasta que alguien contestó a la llamada.

– ¿Diga?

La voz ronca del chico del piano hizo que algo se estremeciera dentro de mí, tenía mucho sin escucharlo. Una sonrisa de victoria se formó en mi rostro y mi mente se quedó en blanco, no sabía que decir.

Genial, esto pasa cuando no planeas bien las cosas.

Cállate y déjame pensar… ¿Qué le digo?

Pregúntale como está.

– Leo, ¿C-cómo estás?, ¿Por qué no me has llamado?, ¿Estás castigado? ¿Qué te pasó?

-Oye, respira…mira detrás de ti.

Su petición me confundió un poco, pero al ver la cara de mis amigas que miraban pasmadas a mis espaldas todo cobró sentido. Mi cabeza volteó rápidamente para encarar a Leo, quien estaba colgando la llamada.

No lo pensé dos veces…bueno, en realidad ni siquiera lo pensé. Actué por instinto y salí corriendo lanzándome, literalmente, sobre él para abrazarlo. Él logró mantener el equilibrio mientras reía y me envolvía con sus brazos.

-También te extrañe, pequeño ángel.

– ¿Qué haces aquí? -Pregunté confundida.

-Aparte de disculparme contigo por lo que pasó hace unos días, vine a arreglar las cosas con la persona que causó todo el alboroto.

– ¿Asher?

-Exacto-Me miró con una sonrisa, la cual yo devolví.

– ¿Quieres ir conmigo al taller?

-Sí, solo…

Me giré hacia donde estaban mis amigas, las tres nos miraban sin descaro alguno y en cuando les puse mala cara ellas fingieron que no habían visto nada. Rose bajó la mirada al suelo, Alice sacó su móvil y Hannah miró a un costado.

-Chicas, les importa si…

Ellas no me dejaron terminar. Las tres respondieron a coro.

-Claro que no.

-Adelante.

-Nos vemos luego.

Negué con la cabeza sonriendo. Me di la vuelta y comencé a caminar con Leo.

Tuvimos que irnos a la antigua, osea caminando, ya que él no había traído su motocicleta.

&&&&&&&&&

Salía del taller junto con Leo, había pasado casi un mes desde que él y yo nos hicimos muy buenos amigos, estábamos platicando sobre que canción cantaríamos, desde que estoy en el taller el profesor me ha dejado muchos trabajos con «el chico del piano».

Decía que nuestras voces combinaban muy bien juntas, también todos los días de taller me sentaba a su lado y, aunque sentía las miradas de algunos chicos no me importaba, me había vuelto muy cercana a Leo.

Trataba de hablar con su mejor amigo también, él asistía al taller y era fácil reconocerlo por su característico cabello negro con puntas azules que claramente él se pintaba. Tocaba la guitarra junto con Leo, se llama Gabriel Harper y se conocieron por una presentación en la primaria.

– ¿Y?, ¿Qué dices?, ¿Quieres ir a mi casa?

Era la tercera vez que me lo preguntaba y ahora no me pude resistir a su cara de puchero.

-Ok, pero le tengo que avisar a mi mamá que estaré en tu casa.

-Bien, mientras le llamas yo voy por un helado, ¿quieres uno?

-Ammm…Sí, uno de chocolate.

-Chocolate-Dijo apuntándome con sus dedos índices para después girar sobre su propio eje y caminar a la heladería.

Mi madre dijo que estaba muy bien, claro, era la primera vez en mucho tiempo que le decía que iría a casa de un amigo. Leo llegó con los helados y nos sentamos en la banca en la que me habló el primer día que salimos del taller, esa banca se había vuelto como nuestro lugar de amigos.

Con las chicas todo iba bien, hacía pijamadas con Hannah y Alice seguido, nunca les conté cuando Leo me visitó hace dos semanas para pedirme perdón, pero ellas respetaban mi silencio. Con Rose las cosas han estado extrañas, ella sabe cosas de mí y de Leo que ni siquiera Hannah sabe.

A Hannah le comenzaba a extrañar que no le llamara para llevarme a mi casa y era porque Leo me había estado acompañando, caminábamos y él me dejaba en la puerta de mi casa. Mis padres se lo llegaron a topar un par de veces y lo saludaban con una sonrisa.

Leo me confesó que el día en que se topó con mi padre sentía que lo mataría, a lo que yo le respondí que no era cierto, a mi padre, extrañamente, le agradaba Leo. Había algo en él que ningún otro de los chicos que conocía, ni siquiera mi ex novio, tenía y personalmente no sabía que era.

-Ok, será la primera vez que me subo a una moto y tengo miedo.

-No te preocupes, no te pasará nada.

-Una pregunta, eres de las personas que maneja con cuidado, ¿verdad?

-Sí, prometo no ir rápido y cuidarte en todo momento-Él se montó en el vehículo y después yo hice lo mismo, me aferré a su torso y recosté mi mejilla en su espalda.

Respiré hondo cuando escuché el motor rugir y apreté su cintura en cuanto sentí que avanzó. Sentía el movimiento de la motocicleta y cuando esta pasaba por un bache me aferraba mucho más al castaño.

Después de todo el viaje no estuvo tan mal, fue divertido y lo mejor es que estuve más cerca de lo que me habría podido permitir de Leo. Admito que sí, había algo que me gustaba mucho de él, no sabía si era esa atención que tenía hacia mí o si era lo guapo que era.

O ambas, creo que en los dos aspectos tiene muchos, pero muchos puntos a favor.

Al llegar a la puerta principal de su casa detuvo en seco. Por fuera era muy bonita, era color crema y con un porche de madera muy bonito y plantas muy bien cuidadas.

Subimos los tres escalones del porche para llegar a una puerta de madera con un cristal de óvalo en la parte superior. Él abrió está y movió la cabeza de lado incitándome a que entrara, por dentro era mucho más bonita, estaba pintada con tonos de café.

Comenzamos a subir las escaleras, al llegar a la segunda planta nos encontramos con dos largos pasillos, uno de frente y el otro a mi derecha. Comenzamos a caminar por el mencionado primero hasta llegar al fondo, el castaño abrió la puerta y yo entré.

– ¿Quieres algo de tomar? -Dejó su mochila en el suelo y caminó hasta la puerta.

-No, gracias-Respondí apenada.

-Te traeré un vaso de jugo, por si te da sed.

Él salió de la habitación, me tomé mi tiempo quitándome el bolso y dejándolo en el suelo, después observé una pared llena de fotos, la curiosidad me invadió y me acerqué a pasos lentos. Alguien habló a mis espaldas causando que yo diera un brinco, asustada.

-Oye hermano tienes…… ¿Madd?

Rápidamente reconocí la voz y me volteé para observar la cara de confusión de Asher.

Pero, ¿qué hace él aquí?

Lo mismo me pregunto.

Leo se posicionó detrás de Asher, este sintió la presencia de alguien, cuando supo de quién se trataba se movió dando paso a Leo, aun confundido por mi presencia.

-Es difícil de explicar, pero lo voy a hacer-Dejó los vasos de agua sobre su escritorio y me miró, mis ojos azules chocaron con sus café/verdoso-¿Recuerdas el día en que te dije que yo y mi hermano estábamos preocupados por ti?, Bueno, después de tres horas de rogarle me dio tu dirección.

Mi ceño se frunció.

Ahora todo cobraba sentido, por eso sabía dónde vivía, y por eso sabía tantas cosas de mí, Asher le había contado. Mire al rubio, quien en ese momento tenía una pequeña sonrisa en los labios. En ese momento recordé el día en que Leo fue a mi casa…

Creímos que te había pasado algo malo, Ash…mi hermano y yo estábamos preocupados.

Asher, quiso decir Asher, pero no lo dijo porque él le pidió que no lo hiciera.

Leo me tomó de las manos y yo reaccioné mirándolo de nuevo.

-Sabía de tu falta a la escuela porque él me lo dijo y bueno…esa es la verdad, Asher Williams es mi hermano.

Estaba en shock.

– ¿Eh?

Cerré los ojos un momento. Quise zafarme de su agarre para cubrir mi rostro, pero él empezó a dar pequeñas caricias en el dorso de mi mano y tan solo ese roce de su piel convirtió mis pies en gelatina.

Empecé a analizar las cosas, me parecía lindo que él le hubiera rogado a Asher por qué se preocupaba por mí, y también tenía lógica la nota que había recibido de Asher diciéndome que tal vez nos veríamos y…

Woah, espera, dijo…

Si, lo dijo.

No, escuché mal seguro que…

No, si lo dijo, estoy totalmente segura de que lo dijo.

Reaccioné en seguida mirando al chico rubio.

-Asher Williams como…

-Sí, como profesor Williams, él es nuestro padre-Interrumpió el rubio mencionado por mí.

-Y también como Penélope Williams-Dije procesando todo.

– ¿Cómo sabes de mi mamá? -Cuestionó Leo con una sonrisa.

-E-ella es una e-exente psicóloga-Mis palabras se enredaban y no sabía por qué, o tal vez sí, era mucho por procesar.

-Bueno-Leo se aclaró la garganta-Hermano, como ya sabes tengo que practicar con Eider, así que si no te molesta sal de mi cuarto.

– ¿Eider?

-Sí, la llamo por su segundo nombre.

-Ok, me voy-Le regaló una sonrisa de lado a Leo para después cerrar la puerta.

-Bien, comencemos con escoger la canción-Dijo sonriendo.

Estuvimos practicando la canción, platicábamos, reíamos. Él me comenzó a mostrar las fotos que tenía en la pared contando pequeñas historias, había una en la que estaba con su amigo Gabriel de niños, justo en la presentación en la que se habían conocido.

Recibí una llamada de Hannah invitándome a comer una hamburguesa, le dije que sí y Leo se ofreció a llevarme en su moto. Llegamos y la ojinegra casi se desmaya cuando me vio bajar y su curiosidad despertó más en el momento en el que me despedí con un beso en la mejilla del chico del piano, donde aproveché para aspirar su delicioso aroma a colonia de hombre.

-Ok, ok, cuéntame todo lo que pasó-Demandó mi mejor amiga, perpleja.

Buscamos una mesa y después de cenar y contarle todo, la chica se quedó en shock, es poco decir que estaba sorprendida, pues cuando le dije que Leo me había visitado cuando ella me dejó plantada en mi casa se enojó mucho.

– ¿Por qué justo cuando no estoy pasan cosas interesantes?

-No lo sé, pero la curiosidad te llevará a una carrera de reportera, como mi mamá.

Ella comenzó a reír.

– ¿Y crees que le gustes?

Me tomó unos segundos entender su pregunta, ya que había cambiado el tema. Mis mejillas se tornaron rojas con solo la idea.

-No lo sé… supongo.

– ¿Y a ti te gusta?

Si podía estar más roja, lo cual dudo, estaba pasando ahora.

-No lo sé, es muy guapo y atento conmigo…además, siempre que está cerca o me toca todo en mi interior se pone de cabeza…osea, no literalmente, pero así se siente, no sé si me doy a entender.

Ella escuchaba atentamente y su sonrisa se ampliaba con cada palabra.

-Entiendo perfectamente-Aseguró.

Unas horas después la pelirroja y yo nos encontrábamos en mi cuarto viendo una serie en Netflix, comiendo palomitas y gritando cuando salía na escena de terror y nos quejábamos cuando el bueno le creía al malo, lo normal que hacen dos adolescentes hormonales.

Se hizo tarde y Hannah tuvo que irse, yo comencé a arreglarme para dormir, mis padres se habían dormido temprano. Estaba a punto de acostarme a dormir cuando mi celular se encendió, mañana tendría que despejar mi agenda, pues tenía una cita con uno de los Williams.



CAPÍTULO 8.-TODOS COMENTEMOS ERRORES.



*Leo*

-Juro que no lo haré, no me voy a entrometer entre tú y Madd-Dijo mi hermano.

Asher y yo estábamos platicando en mi habitación, al parecer Madd se había tomado muy bien la noticia de que él fuera mi hermano y la verdad es que siento que es mejor que lo sepa desde ahora que somos amigos para que vea que confío en ella.

-Perdóname por las horribles cosas que te dije en la fiesta, no quise decir nada sobre lo del incidente con Jason-Expliqué algo apenado.

Entre mi hermano y yo siempre ha habido la confianza de contarnos lo que sea, él me contó lo que le pasó en la escuela hace ya algunos años y además fue quien me platicó sobre Madd. Siempre quise conocerla más por las maravillosas cosas que Asher contaba de ella y cuando entro al taller no pude pensar en otra forma rápida de volver a acercarme a ella.

-No hay problema con eso, lo que más me preocupa es que estés bien de las costillas, ¿seguro que no te lastimé?

-Nah, solo tengo una marca que sanará pronto.

-Lo siento hermanito, pero tú me pediste que armara un escándalo frente a Madd, y lo único que se me ocurrió fue eso, aunque nunca tomé en cuenta que fueras a sacar el tema de la novia de Jason y que de verdad me harías enojar.

*Eduardo*

Tengo casi tres meses de ser novio de una de las amigas de Madd, la chica rubia que le gusta a Leo. Es una chica muy bonita de ojos vivos, mirada tierna y una forma de reflexionar muy bonita.

Le encanta la lectura y también le gusta oírme cantar, siempre que voy a su casa me pide que le cante lo cual me parece muy tierno, voy a su casa cuatro veces a la semana, asisto a la misma escuela que ella, pero no suelo hablarle mucho, pues si lo hago sus amigas se sorprenderían la molestarían por eso.

La conocí por la simple y sencilla razón de que somos vecinos, la ventana de su cuarto da hacía el mío, técnicamente solo nos divide la cerca de jardín. Salimos muy seguido y hablamos mucho, sus padres trabajan casi todo el día y los míos están separados, papá vive en unos departamentos aquí cerca y mamá conmigo, pero se la pasa trabajando y realmente la compañía de la chica me agradó desde el primer día.

Discutí con mi novia hace dos días, se dio cuenta de que dije que me gustaba Sophia, la chica que ha estado enamorada de Leo desde que lo conoció, y se sintió mal.

Sí con justa razón se puso mal, idiota.

Pero no lo dije en serio, ya era mi novia para ese entonces.

Con mayor razón, si era tu novia, tiene derecho a sentirse peor.

Si lo dije fue solo para ayudar a Asher con su plan, pues él es mi mejor amigo, aunque nunca pensé que se fuera a pelear con Leo justamente en la fiesta de los Lodge.

En fin, ahora no sé qué hacer, supongo que voy a consultar las cosas con mis amigos y veremos qué es lo más prudente para que mi novia me vuelva a hablar y que no me termine en el intento.

Resoplé frustrado mientras arrancaba el coche rumbo a casa de Asher. Juro que nunca conduje tan rápido como lo hice esta vez. Bajé corriendo y casi tropiezo con uno de los escalones. Toqué el timbre y una mujer de cabello rubio se asomó.

Tomé airé y hablé.

-Hola señora Penélope, ¿están Leo y Asher?

-Hola Eduardo, sí, pasa, están arriba en sus habitaciones-Dijo la mujer.

Subí las escaleras con rapidez y toque a las dos puertas, Asher fue el primero en abrir, aún en pijama.

Las 10:00 de la mañana y él en pijama, la flojera en carne y hueso.

Sí, bueno es domingo, no lo culpo.

– ¿Qué pasó? -Preguntó él con el ceño fruncido.

-Tengo problemas con alguien.

-Me pueden explicar por qué me molestan-Dijo Leo a mis espaldas.

Los cuartos de los hermanos estaban frente a frente, me giré para mirar al chico con una sonrisa inocente.

-Tengo un problema con mi novia, y necesito ayuda para resolverlo.

-Pues pregúntale a Leo, él es experto en arruinar las cosas y después pedir perdón-Mencionó Asher en tono burlón.

-Por lo menos yo sí puedo cambiar un foco-Agredió Leo.

Mi ceño se frunció a un más.

– ¿No sabes cambiar un foco? -Cuestioné mirando confundido a Asher.

-No.

Reprimí una sonrisa.

– ¡Por Dios!, Cualquiera sabe cambiar un foco, se nota que no sabes hacer nada.

-Mira quien lo dice, el que pide consejos para pedir perdón a su novia después de que se diera cuenta que dijo que le gustaba otra chica.

-Cállate, la idea no fue mía, ¿o sí? -Respondí enarcando una ceja.

Sabía que tenía que detenerme, juré que no diría nada frente a Leo, la cara de súplica de Asher me dijo todo y decidí volverme hacia su hermano y seguir con la plática que habíamos abandonado.

– ¿Me vas a ayudar?

Él suspiró.

-Pasa, voy a llamar a Gabriel para ver si quiere unirse a esta trágica y complicada travesía.

*Madd*

2 meses antes de la inscripción al taller de música…

-Pasa Madd, toma asiento-Sentía que todos los secretos que yo ocultaba se descubrirían en menos de veinte minutos por esta mujer.

Tenía casi 1 año asistiendo a terapia con la psicóloga Penélope Williams, hace casi dos años hubo un acontecimiento que me dejó marcada, y mis padres decidieron mandarme a psicología, con esta sería mi tercera cita en medió año, pues asistía cada dos meses.

-Bien, comencemos con algo simple, ¿cómo te va con tus padres?

Buena pregunta.

Siempre que iba a sus terapias me hacía preguntas sobre mi familia, mis amigas y la escuela.

-Bien…supongo, ya no hay tantas peleas, solo una que otra discusión, y sé que preguntarás razones-Tomé una bocanada de aire-Mis calificaciones de geometría están bajando y, además, mis padres dicen que pasó el día entero encerrada en mi habitación leyendo y creen que sigo llorando.

– ¿Y lo sigues haciendo?

-Solo una que otra vez, pero trata de comprenderme, hay noches en las que los recuerdos me invaden.

Dije abrazándome a mí misma.

-Todo pasa muy rápido, momentos tan felices que tuve con él y después…todo negro para despertar y darme cuenta de que…de que, él ya no está.

Sorbí por la nariz con los ojos cerrados.

-Sabes que puedes llorar si quieres, no voy a juzgarte, tienes mucho motivos para sentirte mal, sufriste mucho, perdiste a un ser querido y es es motivo suficiente para caer en la depresión-Explicó mirándome.

Ella hizo unas anotaciones en su libreta, pude observar -debajo de esos lentes rojos que siempre usaba- sus ojos color verde, como los de mi amiga Alice.

-Bien, ¿y con tus amigas?

-Con ellas todo está bien, Alice enamorada de Josh y Hannah molestándola con eso…hablando de ella, hace poco comenzó a molestarme a mí también.

– ¿Ah, sí?, ¿Por qué? -Desvió la vista de su libreta para dirigirla a mí.

Me levanté de mi lugar y comencé a caminar por el cuarto, ella sabía que yo era ansiosa y necesitaba moverme constantemente, así que me dejaba deambular por el consultorio mientras le platicaba.

-Asher, el capitán del equipo de baloncesto, es un amigo y un día me dejó una rosa con una nota diciéndome que le gustaba, pero yo no creo estar lista para salir con alguien, y Hannah dice que debería escuchar más mi corazón.

– ¿Asher? -Me miró y después me dedicó una sonrisa que no supe descifrar, no sabía si era de alegría o de sarcasmo.

-Sí, compartimos clase de geometría y en ocasiones me lo topo por los pasillos.

-Claro, y… ¿con Rose?

Algo que tengo que expresar es preocupación, ya que ella sabía todo sobre mí, sabía desde lo que pasó antes del accidente, lo que pasó durante y lo que pasa ahora, ella prometió no contarle nada a mis padres y creo que lo está cumpliendo, nunca ha citado a mis papas ni los ha visitado.

-Con ella no hablo mucho, pero estas últimas semanas ha estado algo distante a nosotras, ya nunca hacemos pijamadas en su casa y tampoco deja que la lleve, no sé por qué, pero creo que le gusta uno de los de la escuela, compañero mío en literatura.

Me quedé en silencio unos segundos mientras miraba como Penélope hacía anotaciones en su libreta.

– ¿Puedo preguntarte algo?

Ella me miró y asintió con la cabeza, no estaba muy segura de lo que iba a decir, pero igual lo dije.

– ¿Por qué sigo viniendo a terapia?, es decir, el accidente fue hace dos años.

-Lo mismo te pregunto, ¿por qué si ya han pasado dos años sigues pensando en eso?, No te estoy diciendo que lo olvides, yo sé muy bien que el pasado no se cambia, ni se altera, pero si se supera y se sigue adelante con las oportunidades que te da la vida, puede que llegue una persona que te ame.

-Él me amaba-Susurré.

– ¿Qué te asegura que lo hacía?

-Porque…él me lo dijo.

-Madd, creo que una acción cuenta más que un te amo, esa palabra está demasiado sobrevalorada y, por lo que cuentas del tiempo que pasaste con él…no veo que él te aspirara confianza, por lo tanto, si no hubo confianza, dudo que hubiera amor.

– ¿Me equivoque al decir que lo amaba?

-Eso solo tú lo sabes.

-Creo que nunca lo conocí de verdad, pero… ¡Dios!, De verdad lo intenté.

-Siento que no estás siendo del todo honesta-Admitió causando que la mirara con confusión- No conmigo, contigo, hay algo que tratas de esconderte a ti misma y la verdad es que no podrás mantenerlo así por mucho.

Negué con la cabeza.

-No puedo obligarte a recordar, pero si puedo darte un consejo. Sé sincera contigo misma, no te mientas ni trates de esconderme en una mentira, de una u otra forma esta, se va a esfumar.

Suspiré pesadamente. Cerré los ojos tratando de identificar todo lo que sentía y buscando las palabras para explicarle lo que sentía a Penélope.

-Lo único que conocí de él fue lo que pude ver, nunca me contó de su vida privada. No se por qué.

Ella me miró con una ceja enarcada. Tomé aire para después soltarlo por la boca, al borde del llanto.

-Él no confiaba en mí, su celular estaba restringido solo para él, nunca me decía a donde salía o con quien, me lastima, me duele saber que yo le dije absolutamente todo y él no pudo contarme nada.

Después de esto miles se flashes llegaron a mi mente haciendo que me mareara y me sentara en una de las sillas, las lágrimas corrieron por mis mejillas y varios sollozos abandonaron mis labios antes de que pudiera detenerlos, cubrí mi cara con ambas manos y seguí llorando.

La mujer se acercó a mí y me abrazó tratando de calmarme.

-Se siente bien soltar, ¿no es así? Dejar de cargar todo ese peso que te obligas a levantar día con día.

-Me equivoque…él no me amaba…si él me hubiera amado no hubiera querido que muriera.

-Él no te dejo morir, él estaba inconsciente al igual que tú y no podía hacer nada, pero no te aseguro que en el transcurso de su relación te amara de verdad.

-Lo peor es que, recuerdo que, durante mi relación con él, antes del accidente, yo sentía que amaba a alguien más y no me di la oportunidad de conocerlo porque yo “amaba” a Jason- Expliqué haciendo comillas con los dedos- Pero no recuerdo como es, como se llamaba, ni donde lo conocí, solo recuerdo que me dijo: Pase lo que pase…nunca olvides cuando…cuando conociste a tu verdadero amor.

Solté en llanto forzándome a recordar a ese chico, forzándome a recordar que pasó, pero no funcionó.

-Soy una tonta por enamorarme de alguien que no me amaba.

-A veces se cometen errores, está bien.

Y en ese instante me di cuenta que la respuesta a mi pregunta solo la tenía yo, seguía asistiendo a terapia porque no lograba cambiar mi forma de pensar porque yo no quería. Tenía que aprender a dejar ir el dolor, pero no sabía cómo.

Necesitaba una persona, no a mis padres, no a un psicólogo, no a mis amigas, una persona que de verdad me amara y me protegiera. Es una lástima que eso solo sucede en los libros.

-Oye, tus padres me dijeron que te gustaba cantar, mi esposo tiene un taller, ¿por qué no te inscribes? -Preguntó dándome un pañuelo.

-No lo sé, tal vez me ayude, pero necesito pensarlo-Murmuré pasándolo por todo mi rostro.

-Claro, nuestra cita ya terminó, te veo en dos meses, espero que estés mejor.

Me despedí de ella y me fui a mi casa caminando, pensando en la propuesta del taller de música. Al final llegué a mi casa y llamé al taller, me inscribí, por órdenes de mis padres, pero no le dije nada a Hannah, pues quería decirle justamente el primer día que asistiera al taller.

*Alice*

Tiempo actual…

Estaba en mi habitación jugando con mi computadora cuando recibí un mensaje de mi amiga. Quería que fuera a su casa urgentemente, ella vivía a tres casas de la mía así que corrí a mi cama y tomé mi bolso para salir de la casa. Mis padres no estaban, mamá salió de compras y papá trabajaba. Cerré la puerta y comencé a correr por toda la acera hasta adentrarme en el pequeño jardín de la casa, subí los cuatro escalones del umbral y toqué el timbre.

La chica abrió y el aspecto que tenía me preocupó, estaba en pijamas, tenía los ojos rojos y sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas.

– ¿Qué te pasó? -Dije preocupada adentrándome a la casa y cerrando la puerta detrás de mí.

-Eduardo-Fue lo único que dijo, pues dio un sollozo y después se lanzó a abrazarme.

Como pude, la subí a su habitación abrazándola y la recosté en su cama. Me senté a un lado y traté de cubrir con una manta a la chica.

– ¿Qué te hizo?

-Él dijo que le gustaba Sophia, la…la chica que va al taller con Leo…él….él ya no me quiere.

– ¿Quién te dijo que le gustaba? -Pregunté con el ceño fruncido.

-Uno de sus amigos, ade…más me enteré por que hace unos días fue a comprar cosas para un regalo de catorce de febrero que no me dio a mí, su amigo me dijo que se lo dio a Sophia.

– ¿Y si le hablamos a las otras chicas?, A lo mejor ellas nos pueden ayudar.

-No…no quiero que nadie lo sepa más que tú, Eduardo conoce a Leo y recuerda que no le podemos decir nada a ella, se lo prometimos.

Hice una mueca.

-Bien.

-Alice, júrame que no dirás nada, Madd no se puede enterar de la verdad, no ahora.

-Lo juro.

Salí de casa de la chica y comencé a caminar hacia el centro comercial que estaba cerca de allí. Estaba muy distraída, pensando en lo que le había prometido a Rose, ella siempre fue mi mejor amiga, pero me ha ocultado cosas, estoy consciente de eso.

En cambio, Madd y Hannah han confiado en mí y me dice absolutamente todo, creo injusto no poder contarle a Madd lo que sé solo porque Rose lo quiere así, pero por otra parte sé que es por su bien.

Mi cabeza tiene miles de pensamientos rondando en ella, no tomé en cuenta que estaba en un lugar público y choqué con alguien.

-Lo siento-Murmuré cabizbaja.

-Perdón, no te vi-La voz de un hombre se presentó frente a mí.

Levanté la mirada, un chico me miraba con la mano tendida incitándome a que la tomara, después de levantarme observé bien la cara del chico.

-Gracias-Mencioné apenada.

Su cara me resulta familiar.

Si, lo he visto en algún lado.

-De nada, oye, ¿tú no eres amiga de Madd Lodge?, Me parece que te vi en el convivio del catorce de febrero.

Traté de recordar su rostro, pero no lo logré.

-No te recuerdo-Admití sintiendo calor en mis mejillas.

-Soy el mejor amigo de Leo, me llamo Gabriel.

– ¡Ah!, Ya sé quién eres, sí, soy Alice.

-Bueno, Alice, fue un placer…diría que reunirme, pero no…fue un placer chocar contigo.

Di una pequeña risa ante lo antes mencionado por el chico.

-Adiós Gabriel.

El chico tomó su camino y yo el mío, en donde la indecisión corría, en donde no sabía si traicionar a Madd y Hannah o a Rose. Este es uno de esos momentos en los que te sientes horrible. Siempre fui creyente de que existe un momento en el que sientes que si piensas mucho las cosas no podrás tener ni uno, ni otro.

Y aprendí mi lección, cuando tienes miedo de hacer algo, es cuando tienes que hacerlo, porque de otra forma jamás lo harás.

*Leo*

– ¡Mamá!

– ¿Qué pasa hijo?

-Voy a salir con una amiga, nos vemos al rato-Avisé tomando el casco de mi motocicleta.

-Ten cuidado, y recuerda que no quiero que llegues tarde-Anunció la mujer que se encontraba en la sala bordando unos pañuelos.

Mamá decía que eso le relajaba.

Yo me estreso con solo verla.

Yo también.

Pero sé de alguien que podría hablar y hacer cosas por horas sin que tu dijeras una palabra.

Y justamente vamos con ella.

-Si mamá, nos vemos-Corrí a darle un beso en la mejilla y después salí de la casa.

Conduje hasta la casa de Eider, era domingo, sus padres trabajaban a esa hora y yo pasaba toda la mañana con ella. Di unos golpes a la puerta y la chica se asomó con un vestido de pijama que le quedaba por lo menos cuatro dedos sobre la rodilla.

– ¿En serio?, Las once de la mañana y tú en pijama-Dije tratando de molestarla, y al parecer funcionó.

Hizo un mohín de enfado y su rostro se volvió todo ternura.

¿Puede haber algo más hermoso y perfecto que ella?

Imposible.

-Sabes que hay un timbre, ¿verdad? -Mencionó ya algo molesta.

-Lo siento.

La chica me regaló una sonrisa tierna. Si seguía sonriendo así juro que sería incapaz de controlarme y la besaría.

-Pasa, acabo de preparar el almuerzo.

– ¿Tú cocinas? -Pregunté sorprendido.

-Sip.

La chica me tomó de la mano y caminamos hasta la cocina, me guio hasta un asiento y después sirvió los platos. Terminamos de almorzar y yo me disponía a lavar mi plato cuando Eider se levantó y se puso frente a mí.

-No, deja, yo los lavo.

-Déjame lavar por lo menos mi plato-Dije algo apenado.

-No, yo los lavo.

-Eider…

Antes de que pudiera continuar la chica me jaló del brazo y corrimos hasta la sala, ella se tiró en el sofá yo hice lo mismo.

-Voy a lavar mi plato-Murmuré sonriendo.

-No-Demandó.

-Si-Hice un ademán de levantarme, pero…

-Leo-Murmuró ella enredando sus brazos a mi cuello.

Me dejé caer al sillón suspirando. Es obvio que si se ponía así yo sería incapaz de moverme. La chica apoyó su cabeza en mi hombro mientras buscaba algo en la televisión. Yo por mi parte la abracé acariciándole las costillas.

Pasé varias horas con ella, viendo películas y platicando. Casi eran las dos de la tarde y yo tenía que ir a casa a comer, me despedí con un beso en la mejilla, pude sentir la respiración de Eider en mi cuello y minutos después aspiró mi aroma, lo cual hizo que mi piel se erizara.

Esa tarde le conté todo a Gabriel, y él, como siempre, salió con sus bromas tontas.

*Hannah*

No soy precisamente la adolescente a la que le importe mucho ser popular, no me considero ese tipo de chica, siento que mis amigas y yo somos un punto medio entre populares e ignoradas. A mí se me conoce por ser una de las pocas pelirrojas en la escuela, todo el mundo me pregunta si en california no hay pelirrojos, si hay, pero no en la misma escuela que yo.

Casi toda mi familia es pelirroja. Papá es de cabello café, mamá es de cabello rojo, los abuelos de mamá son pelirrojos y sus padres también, incluso mi primo es pelirrojo.

Sí, bien, imagínense toda una parte de su familia con cabello rojo, esa es mi familia.

Otra de las razones por la que me conocen es por ser el «reto» de uno de los jugadores de fútbol. Me gustaba el chico y creí que yo a él, pero me equivoqué, después de un año de ser su novia me dijo que solo fui un reto.

El año perdido. Así lo llamó Madd cuando lo supo, y creo que tiene razón, perdí un año de mi vida embobada en alguien que solo jugaba conmigo, y juré no volver a enamorarme.

Eran las 6:00 de la mañana, mi lado perezoso me dice que no me levante, pero mi lado productivo domina y logro caminar hasta el baño salgo de éste ya que estoy lista. Bajo a la sala para encontrarme con mi papá en el comedor sentado junto a mis primos.

-Hola primos, ¿cómo están?

-Bien ¿y tú? -Contestó el pelirrojo.

-Hola primita, hoy estas de buen humor-Anunció el de cabello negro.

-Sí… ¿qué hay de desayunar? -Pregunté ignorándolo por completo.

-Tu mamá y tu tía están a punto de traer el desayuno.

-Trataré de comer rápido, tengo que recoger a mi amiga de su casa.

– ¿Amiga? -Cuestionó el pelirrojo.

-Si, Madd, es mi mejor amiga.

– ¿Casa? -Repuso el otro en tono de burla.

-Sí, nos vamos juntas a la escuela-Mascullé rodando los ojos.

Las dos mujeres llegaron con el desayuno y después de devorar el mío, tomé mi mochila y corrí a despedirme.

-Adiós tía, adiós mamá, adiós papá.

-Adiós-Respondieron en coro.

– ¿Y de nosotros no te vas a despedir?

-Claro-Rodé los ojos-Adiós clones.

Clones. Ese apodo se los digo desde que somos niños puesto que son gemelos, no son idénticos pero lo único que tienen de diferente es el color del cabello.

https://youtu.be/cJg8q4INKRM


CAPÍTULO 9.-EL ITALIANO.


Tenía ya varios días de ser amiga de Leo, pero nunca le dije que su mamá era mi psicóloga. SÉ que debería hacerlo, pero no puedo, siento que si se lo digo pensará que tengo problemas mentales, los cuales tal vez tengo, pero no quiero que él lo sepa.

Puedo asumir que sí, me había enamorado de él, sé que suena loco, pues solo tengo un mes de conocerlo, pero creo que el hecho de que sea hermano de Asher crea una confianza más grande. Hay algo dentro de mí que me dice que conozco a Leo desde hace años, me gusta denominarlo como «amor y confianza hacia alguien», la cual es muy difícil de ganar.

Le conté a Hannah que había tenido una cita con uno de los Williams y ella no sabía si fue con Asher o con Leo, se llevó una gran desilusión cuando le dije que había sido Penélope.

Pasó lo mismo de siempre, me preguntó por mis últimos dos meses y dijo que había mejorado, y le pareció muy bien que yo hubiera entrado al taller, le conté de la pelea que tuve con Leo y ella me dijo que a veces él era algo sentimental por lo que tendría que soportar un par de cambios de humor, lo cual no me molestaba. Comencé a darle un poco más de confianza, ya que eso fue lo que él hizo conmigo.

Era martes en la mañana y yo me encontraba preparando mi mochila para la escuela, nunca fui de esas personas que la preparara desde un día antes pues sentía que en la mañana mi cerebro funcionaba mejor que en la noche, lo contrario a las demás personas.

Sí, tal vez tengas el cerebro al revés.

Comienzo a creerlo.

– ¿Cómo estás con Leo? –Preguntó mi mejor amiga.

Ella, Rose y yo íbamos saliendo de mi casa, pues la noche anterior hicimos pijamada, pero Alice no quiso asistir.

-Bien, de lunes a viernes me lleva a la escuela y de esta al taller, del taller a mi casa, los sábados lo pasa con su familia y los domingos está toda la mañana conmigo-Dije mirando a un punto no fijo frente a mí.

– ¿Y Alice?, ¿Por qué no vino hoy con nosotras? -Cuestionó Hannah.

-Bueno, me dijo que no pasara por ella hoy, dijo que su hermano ha venido a la ciudad y aprovechará eso para que la lleve a la escuela-Respondió Rose.

Al llegar al edificio todas nos separamos, Hannah tenía Matemáticas y Rose dijo que antes de entrar a Ciencias Sociales buscaría a Alice. Iba por los pasillos de la escuela camino a mi clase de geometría, pasé por la dirección y me pareció ver al padre de Leo, retrocedí unos pasos y me quedé parada en shock al ver que estaba en lo correcto.

El hombre, al darse cuenta de que lo miraba, me hizo una señal para que me acercara e inconscientemente mis pies fueron a parar dentro de aquel cuarto con algunos trofeos que la escuela había ganado.

-Profesor Williams, ¿qué hace aquí? –Cuestioné sorprendida.

Antes de que él pudiera articular palabra una voz diferente y que adoré escuchar se hizo presente.

-Después de rogarle como dos horas de rodillas a mi padre, aceptó cambiarme de escuela.

Rápidamente me volteé y vi parado con una sudadera negra y una mochila en la espalda al chico de ojos café/verdoso y cabello castaño que tanto deseaba ver desde que mis ojos se abrieron.

O cabe la posibilidad de que desde antes de que mis ojos se abrieran idealice al chico, debo admitir que estos últimos días he estado soñando con él. Pero sueño cosas que nunca pasaron, por ejemplo, ayer soñé que estábamos en un campamento en el bosque.

Aunque muchos estudios científicos dicen que puedes imaginarte haciendo cosas con personas, cosas que te gustaría hacer, pero aún no pasan. Lo que quiere decir que tal vez, muy en mis adentros, quería ir de campamento con Leo.

Si, sé que suena extraño, pero no puedo pelear contra mi imaginación.

Volví a la realidad en la que tenía a Leo frente a mí y corrí a abrazarlo. El me envolvió y me levantó del suelo abrazándome fuertemente. Cuando despegué mi rostro de su pecho me encontré con su nariz casi rozando la mía.

Mis labios bajaron irremediablemente a sus labios. Mi corazón empezó a bombear sangre frenéticamente mientras mis manos subían inconscie-ntemente por sus hombros hasta llegar a su cuello.

Quiero besarlo.

Yo también.

-Pues bésame, mi padre y el director están aquí, pero yo no le veo problema-Dijo en voz baja.

Mis mejillas se tornaron rojas y me separé instintivamente del chico mientras él solo sonreía.

-Bueno señorita Lodge, al parecer conoce muy bien al chico así que le mostrará su salón, yo hablaré con el profesor que a usted le corresponda para que no le pongan un retraso en su lista de asistencias, aquí está el horario y el número de casillero, adelante ya se puede retirar.

El director Derricks me entregó los papeles y salimos de la dirección, el padre de Leo se despidió y después llevé al chico a su casillero.

-Wow, tu casillero está a tres casilleros del mío, eso es genial-Dije dando pequeños saltitos.

-También me parece genial que te podré ver todas las mañanas, así me alegrarás el día.

En otra ocasión me habría alejado, pero ahora que acepté que, si comenzaba a sentir algo por el chico, solo baje la mirada para que él no pudiera notar el color carmesí de mis mejillas.

Llegamos a su casillero y él comenzó a dejar sus cosas.

– ¿Qué contraseña le puedo poner? -Preguntó.

-La que tú quieras, solo recuérdala bien.

Pensó unos segundos y después marcó los números.

-Y, ¿qué clase tengo ahora?

-Déjame revisar-Murmuré mientras miraba la lista de clases- ¡No es posible!, ¡No es posible!, ¡No es posible!

Una sonrisa se formó en mis labios lo que causó que el chico del piano sonriera y me mirara con extrañeza a la vez.

-Nuestro horario es el mismo, vamos a estar todas las clases juntas, menos Historia y Deportes.

Él sonrió ampliamente apoyado con un hombro a su casillero. Me quedé mirándolo mientras me mordía el labio inferior.

Soy yo, o está más guapo que otros días.

Lo está.

– ¿En qué piensas?

Parpadeé varias veces sin saber que responder. Me ruboricé.

Si lo raro sería que no lo hicieras.

Cállate.

-En nada.

-B-bien…la primera clase es geometría, y lo mejor es que podrás sentarte junto a tu hermano-Mencione cambiando abruptamente el tema.

Gracias al cielo él decidió darme por mi lado.

-Sí, él me ha platicado que eres su compañera en geometría… ¿Por qué tienes el suéter abrochado?, ¿No tienes calor? -Preguntó señalando mi suéter color crema.

-Un poco, pero es que tuve un pequeño problema en la mañana-Comencé a desabotonar el suéter y en la blusa blanca que llevaba puesta se podía notar una mancha color azul.

– ¿Eso es pasta de dientes?

Yo asentí y él comenzó a reír.

-Te levantas con los ojos cerrados no es así.

-En mi defensa, levantarme temprano no es lo mío-Volví a abrochar el suéter y cuando terminé noté que ya estábamos frente al salón.

Tocamos la puerta y el profesor nos dejó pasar, me dijo que el director le había avisado que llegaría un poco tarde a su clase por el hecho de que tenía que llevar a Leo a su casillero.

Buscamos algún asiento vacío hasta que en mi campo de visión se presentaron dos asientos al fondo del salón, le di un ligero golpe en el codo a Leo y le indiqué que comenzara a caminar conmigo.

Nos sentamos en nuestros lugares y traté de seguir la clase.

– ¿Quién es este profesor? -Susurró el castaño en mi oído, lo que me dio oportunidad de aspirar su aroma, aquella colonia de hombre mezclada con su propio aroma el cual era dulce.

-El profesor Sheran-Dije con algo de esfuerzo en mis palabras.

-Ok, gracias-Él se separó de mi lado y volvió la vista al profesor.

El profesor dio por terminada la clase, me levanté y tomé mi mochila. Unos chicos lanzaron una bola de papel en mi dirección, captando mi atención. Los miré con el ceño fruncido mientras ellos se reían.

-Tienes una mancha de pasta dental, tonta- Dijo uno.

-De verdad que te levantas con los ojos cerrados- Se burló el otro.

Me di la vuelta dispuesta a ignorarlos, pero ellos me tiraron un bolígrafo que fue a dar justo en mi cabeza.

Los dos empezaron a reír.

-Es para que abras los ojos-Dijo el chico riendo.

-Si no la dejan en paz, ustedes no podrán ni abrirlos en un par de segundos-Espetó Leo.

Asher, que nos estaba esperando en el marco de la puerta, solo abrió los ojos y apretó los labios, reprimiendo una sonrisa.

– ¿Y tú quién eres?, ¿Su novio? -Preguntó uno.

-Parece que la loca ya encontró un remplazó-Dijo el otro.

Leo dio una risa sin humor.

Ambos se habían acercado, quedando a escasos centímetros de Leo. Eran más bajos que él.

-Voy a darles tres segundos para que se vayan-Susurró el chico del piano.

– ¿O si no qué?

-Uno…-Comenzó ignorándolo.

Yo no sabía qué hacer, simplemente me había quedado detrás de Leo con su mochila en brazos.

– ¿Vas a golpearme?

-Dos…

Miré a Asher, quien estaba de brazos cruzados, mirando y evitando no reírse.

-No te tengo miedo.

-Pues deberías-Aseguró Asher riendo.

-Tres-Finalizó el castaño con una sonrisa.

– ¡Mira cuanto te temo!

-Te ves muy débil, nunca podrás con nos…

Él otro chico fue interrumpido, Leo tomó a ambos por el cuello de la camisa y los estampó contra la mesa de trabajo que estaba detrás de ellos. Mis ojos se abrieron por la sorpresa.

-Déjenme decirles que por dentro soy un alma bastante amable y pacífica, no voy a golpearlos, yo no resuelvo las cosas como un animal, pero…si me entero de que volvieron a molestar a mi chica…quizá se me olvide eso de ser pacifico.

¿Mi chica? Él me llamó…

¿Cómo es que se respiraba?

Creo que ni siquiera yo lo recuerdo.

Leo soltó a ambos chicos y se dio la vuelta para mirarme con una sonrisa de angelito. Tomó su mochila que seguía en mis brazos y pasó su brazo rodeando mis hombros.

Comenzamos a caminar fuera del salón mientras yo seguía en shock.

– ¿Tú…tú me…me defendiste?

Él hizo una mueca, algo afectado.

– ¿Te he asustado? -Preguntó ya en el pasillo.

Me sostuvo la mirada unos segundos, después miró hacia el frente, y dio una risa sin humor.

-Lo siento, no quería ponerme así.

¿Se sentía culpable? ¿Creía que estaba asustada? No lo estaba, solo estaba sorprendida por que alguien me había defendido, nunca nadie lo había hecho.

-No me asusté, solo me sorprendí, pero…muchas gracias.

Él me miró, confuso.

– ¿No estás enojada?

-Claro que no-Exclamé indignada- Eres…en estos momentos no te imaginas cuanto te quiero, muchas gracias.

Él esbozó una sonrisa tierna.

-Te aseguro que nadie más volverá a meterse contigo.

Las clases continuaban y cada que pasábamos por un salón yo le explicaba a Leo de que era, el nombre del profesor y si eran estrictos o no. Mi hora favorita llegó, el almuerzo.

-Ok, ya estamos cerca de la cafetería-Dije indicando la puerta de esta-Entremos.

Antes de que pudiera tomar la puerta el castaño me tomó del brazo, esto hizo que recordara el primer día de taller cuando me invitó a salir, solo que en lugar de brincar solo giré sobre mi propio eje, lo miré con una sonrisa.

Su cara parecía nerviosa, puso su mano detrás de su cabeza y me miró a los ojos mientras sonreía. No sé por qué, pero todas sus expresiones me recordaban a las del día que lo conocí.

– ¿Sabes?, No quiero comer, mejor voy a caminar por ahí.

– ¿Por qué?, ¿Qué pasa?

-Nada.

-Te conozco y tienes algo.

-Bueno… no tengo a nadie con quien sentarme y de estar solo en la cafetería a solo por los pasillos me convence más la segunda opción.

– ¡Así que yo no soy nadie! -Respondí fingiendo estar indignada.

– ¡No!, Es solo que tú estás acostumbrada a sentarte con tus amigas y no quiero molestarte.

-No molestas, al contrario, Rose y Hannah están emocionadas por verte, Alice te quiere conocer y quedé con tu hermano para que se siente con nosotras.

Él me sonrió y entramos, después de comprar nuestra comida buscamos a los chicos.

– ¡Leo, estoy muy feliz de verte! -Exclamó Hannah al tiempo en que se levantaba y abrazaba al chico.

Rose y Alice hicieron lo mismo, el chico se sentó junto a su hermano, después de comer comenzamos a platicar sobre el taller y las chicas les hacían preguntas a los chicos.

-…y no van a adivinar lo que pasó en geometría.

Me aclaré la garganta mirando mis piernas.

-Asher yo creo que…

Leo fue interrumpido por su hermano.

-Aron y Edwin empezaron a molestar a Madd y Leo la defendió, y casi golpea a esos dos.

– ¿Y qué lo detuvo? -Preguntó Hannah decepcionada por lo último-Si fue una persona, yo misma mataré a esa tercera.

-Él mismo se detuvo, dijo que no quería actuar como un animal y que, si volvían a molestar a Madd lo iba a golpear, ¿verdad que sí?

Leo solo rodó los ojos y negó con la cabeza, con aire divertido.

-Pues a mí me parece muy bien eso-Empezó Rose con una sonrisita- No es bueno que personas tan…interesantes como tú, se rebajen a tal nivel.

Las mejillas de Leo tomaron un color carmesí muy ligero. Y algo dentro de mí se removió, me dieron ganas de vomitar. No conocía muy bien como actuaba Rose, pero creo que ella le estaba coqueteando a mi no…ejem…a mi amigo, Leo.

Se llaman celos, querida.

No estoy celosa.

Claro que sí, hasta yo lo estoy.

Cuando salimos, Leo se ofreció a acompañarme a mi casa. Caminamos fuera del estacionamiento yo comencé a caminar por la orilla de la acera con los brazos extendidos a los lados.

-Y… ¿Qué tal tu primer día en la escuela?

-Fue genial, pero siento que Gabriel va a extrañarme, solíamos pasar el día entero juntos, pero me encanta verte feliz y vale la pena-Dijo él observando con cautela cada uno de mis movimientos.

Mis mejillas se ruborizaron y unos segundos después el sentimiento de culpa me invadió.

-Me siento culpable.

– ¿Por qué?

-Siento que le estoy quitando tu atención y cariño a tu amigo.

-Nah, él me ha tenido toda la vida, además no voy a dejar de hablar con él, solo voy a quitar un poco del tiempo que paso con él…para estar contigo.

Un auto blanco que me pareció conocer se detuvo junto a nosotros a lo que Leo se acercó a la ventanilla de este.

-Hola Gabriel-Dijo el chico.

-Hola Leo y hola Madd-Respondió Gabriel desde adentro- ¿A dónde van?

-Acompaño a Eider a su casa.

-Ya veo, ¿Madd quieres ir a comer con nosotros?

– ¿Nosotros? -Cuestionó Leo.

-Sí, tú y yo.

El chico del piano me miró esperando mi respuesta con una sonrisa, no sabía que decir, si quería ir, pero tener que decirle a mi papá que saldría con dos chicos es difícil…

Leo le cae muy bien a papá, aprovecha eso a tu favor.

Por una vez, estoy de acuerdo contigo.

-Bueno, si me gustaría, pero tengo que llamar a mi papá.

-Claro, súbete al carro y adentro le hablas.

Obedecí a lo que Gabriel me pidió y después llamé a mi padre, el cual dijo que no había ningún problema. No sabía a donde íbamos, solo me mantenía en silencio mientras los dos chicos iban hablando en la parte delantera del coche, un momento estaban riendo y al otro un silencio sepulcral.

Por fin llegamos a un restaurante el cual reconocí rápidamente, bajamos del auto y fuimos con el recepcionista para que nos indicara una mesa.

-Buenas tardes, ¿mesa para cuantas personas? -El recepcionista me miró y la sorpresa abundó en su rostro.

– ¿Madeleine?

-Hola tío Adam.

– ¿Tío Adam? -Preguntó Gabriel con el ceño fruncido.

-Sí, esta es la cadena de restaurantes de mi papá, y mis tíos lo ayudan con este restaurante, en este restaurante atienden mis tíos, abuelos y primos mayores de parte de mi papá, en otro de parte de mi mamá y los demás los contrató mi papá.

-Wow, no sabía que esta cadena era de tu padre-Mencionó Leo.

-Bueno, ya que por lo que veo son amigos de mi sobrina, les voy a dar una mesa en la zona VIP.

-Gracias-Dijo el amigo del chico del piano.

– ¿Tu padre…? -Empezó el hombre mirando a los dos chicos.

-Sabe que salí, pero…

-Tú debes ser Leo-Dijo ignorándome y mirando al chico que estaba detrás de mí.

– ¿Cómo lo sabes? -Pregunté sorprendida.

-Porque tu papá no te dejaría salir con cualquiera, y el único chico del que me ha hablado es un tal Leo.

-Muy buenas tardes-Dijo el castaño con una sonrisa.

-Y educado para variar-Me dijo mi tío.

-No cabe duda, ahora veo porque tu padre ya está organizando la boda.

– ¡Tío! -Mis mejillas enrojecieron al instante.

-Tranquila, no creo que el novio se arrepienta, ¿o sí? -Preguntó mirando a Leo.

-Créame que no-Respondió Leo casi al instante.

-Nos puedes pasar a la mesa, tengo hambre-Mascullé.

Él empezó a reír.

– ¡Emma! -Gritó mi tío para que unos segundos después una chica de cabello negro ligeramente rizado y ojos color caramelo apareciera vestida de mesera.

– ¡Prima! -Exclamó la chica.

Emma es una de mis primas más cercanas, tiene dos años más que yo pero cuando puede ir a mi casa la pasamos muy bien, algo muy chistoso de ella es que aprendió italiano solo para hablarlo en el restaurante, su madre -osea mi tía- ya lo hablaba y ella fue quien le enseñó.

-Emma, dales una mesa en la zona especial.

-Claro, pasen por aquí-Dijo con su típico acento.

Ella nos guio por todo el restaurante para después adentrarnos a la zona VIP, este lugar estaba completamente vacío, Emma nos proporcionó una mesa.

Gabriel se sentó en una de las sillas, yo me disponía a hacer lo mismo cuando Leo tomó la silla ayudándome a sentar.

-Gracias-Mencioné por lo bajo.

-No hay por qué.

Mi tía apareció gritando mi nombre y acercándose a la mesa.

– ¡Madeleine!

-Que gusto verla tía Adelaida.

Miró a Leo con una sonrisa y después habló.

-Regazzo carino, molto cavalleresco.

-Gratzie signora-Respondió Leo.

– ¿Qué dijo? -Preguntó Gabriel con el ceño fruncido y expresión de horror.

-Ella dijo que era un lindo muchacho y muy caballeroso y yo le respondí que gracias.

La mujer se dirigió a mí.

-Ciò che è su di te

-Tía, yo no hablo italiano-Dije con fastidio.

-Te pregunta que qué soy te ti-Susurró Leo.

-Ah, es mi amigo-Contesté señalando al chico.

-Sono suo amico-Dijo Leo.

-Molto belli, ora se ne occupa mia figlia.

-Gratizie-Mencionó Leo sentándose.

Mire al chico con cara de: ¿Cómo demonios hablas italiano?

De verdad, este chico es la perfección pura.

Por eso me gusta.

-Desde que nací-Respondió mirándome.

– ¿Tan obvia es mi cara?

-Si-Respondió riendo.

Di una pequeña risa.

-Te contaré la historia…verás, yo y Asher nacimos en Venecia, Italia, vivimos ahí por ocho años así que yo aprendí italiano por ser mi idioma de nacimiento, pero también hablo español e inglés.

– ¿Osea que tú no eres de aquí?

-No, ¿tú sí?

-Sí, nací aquí en California, viví tres años en Sacramento, y mi vida es aburrida quitando todos mis traumas adolescentes-Negué con la cabeza, no quería hablar sobre el pasado, así que cambié de tema-Ya decía yo que tú tenías un acento extraño.

Él dio una pequeña risa.

-Buon pomeriggio signorina e signori che vi offro-Dijo Emma parada a un lado mío.

-Ammm….Eider, tú conoces más de la comida de aquí, ¿Qué recomiendas? -Preguntó Leo.

-Tú conoces más de comida italiana, yo siempre pido pizza.

– ¿Aquí hay todo lo que se cocina en Italia? -Preguntó el chico del piano con el ceño fruncido.

-Certo signore-Respondío Emma.

-Mi prendi dei ravioli?

-Sicuro, ¿qualunque altra cosa?

-Gabriel, ¿tú qué quieres? -Preguntó Leo.

-Yo una pizza de piña con pepperoni.

-Yo también quiero pizza, ¿por qué no pedimos una grande y nos la comemos entre los tres? -Sugerí.

-Sí, me parece bien-Comentó el chico del cabello pintado.

-E una pizza all’ananas con pepperoni-Mencionó Leo.

-Te lo porto in un attimo-Dijo mi prima para después darse la vuelta e ir hacia la cocina.

-Bueno, yo voy al baño-Mencionó Gabriel levantándose.

Leo y yo pasamos un rato platicando sobre Italia, reíamos, con él, era extraño no reír. Leo me preguntaba sobre mis familiares que atendían el restaurante y yo respondía a sus dudas. La comida llegó, pero Gabriel aún no, así que decidimos esperarlo un rato más.

– ¿Has viajado a Italia? -Preguntó el castaño.

-No.

– ¡Dios!, Tienes que ir, es muy hermoso, algún día te llevaré a conocer Venecia.

Sus palabras causaron algo raro, como un flash de algún recuerdo, pero no lograba ubicar nada, solo sus palabras, estas se repetían una y otra vez en mi cabeza con risas de fondo. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, cerré los ojos y tardé unos segundos en recuperar mi equilibrio total.

-Eider, ¿estás bien?

-Si-Murmuré.

Comencé a abrir lentamente los ojos para encontrarme con el rostro de Leo a escasos centímetros de mi cara, su nariz rozó con la mía, ladeó un poco su cabeza para tener más acceso a mis labios, mi respiración se entrecorto, y justo cuando sentí sus labios sobre los míos.

-Hola chicos ya volví del baño, ¿trajeron la comi…

El chico del piano no parecía sorprendido, pues no hizo ningún movimiento brusco, todo lo contrario a mí que pegué un brinco.

-Lo siento, no quería interrumpir-Dijo Gabriel apenado.

-No…pasa nada-Dije con dificultad.

-Si…si quieren me regreso al baño, hacemos como que nada pasó, ustedes siguen con lo suyo y regreso en cinco minutos.

-No hace falta-Agregó Leo, que lo último que hizo fue acercarse a mi mejilla para depositar un dulce beso y después volver a su lugar.


CAPÍTULO 10.-LAS AMIGAS DE MADD


Mañana lluviosa y extremadamente fría, mis sábanas estaban calientitas y no podía levantarme, realmente no quería hacerlo. Casi está terminando la temporada de lluvias y el frío desaparecerá para que el hermoso sol de verano brille por todo Los Ángeles. Mi pereza impedía que me levantara y estaba segura que en cualquier momento mi madre entraría reclamándome, pero después recordé que estaba en un viaje, así las posibilidades de dormir eran más grandes, igual que las de llegar tarde a la escuela por quedarme dormida.

Mi teléfono sonó indicando la llamada de Alice, no sé por qué ella me llamaba a las 5:00 a.m. pero yo le respondí.

– ¿Alice?, ¿Qué necesitas?

– ¿Ya estás cambiada? -Preguntó la chica.

-No.

-Pues cámbiate con ropa deportiva y sal rápido porque Hannah y yo estamos afuera de tu casa esperándote para salir a correr.

-Pero…

-Te vemos en cinco minutos-Y colgó.

Rápidamente me levanté de mi cama y me puse ropa cómoda, salí corriendo de mi habitación y cuando salí las chicas comenzaron a correr, claramente yo las seguí y a las nueve cuadras yo ya no podía más. Hannah comenzó a tirar de mi brazo obligándome a seguir corriendo.

Caminamos 18 cuadras y nos detuvimos en un pequeño parque, descan- samos unos minutos y después me obligaron a seguir corriendo, mi respiración ya no era regular y mis piernas pedían a gritos un descanso.

Nunca pensé que mi condición física fuera tan mala, siempre juré que estaba bien pero ahora veo que no. Mis piernas dolían y no sé si fue cosa de mi imaginación, pero mi vista comenzaba a nublarse, con dificultad logré ver a mis amigas casi dos metros delante de mí.

Seguí corriendo y no logré ver que frente a mí había alguien por lo que choqué con un cuerpo y mi resistencia no fue mucha por lo que caí al suelo.

– ¡Auch! -Me quejé.

-Lo siento mucho-Dijo una voz de hombre que me pareció muy familiar.

– ¿Estas bien? –Dijo otra voz.

Mi vista nublada no logró ver mucho, solo a una persona que se agacho para que su cara quedara frente a la mía. No sabía quién era, pues todo era borroso.

-Cierra los ojos-Dijo el chico que se agachó, me tomó por sorpresa que aquella persona me abrazara, mi cuerpo se tensó al instante. Pero al aspirar su aroma reconocí por completo a la persona. Abracé al chico que me levantó y me sostuvo hasta que yo recuperara mi equilibrio y mi visión.

Me separé del chico y lo observé, me sonrojé cuando tomé en cuenta que había chocado con Leo y tuvo que ayudarme a levantar, además, su rostro estaba considerablemente cerca del mío.

Todas las emociones que recorrieron mi cuerpo en el restaurante, justo cuando íbamos a besarnos, volvieron, pero con mayor intensidad.

¿Qué se sentirá besarlo?

Mis mejillas enrojecieron al instante. Él pareció notar mi pena y comenzó a reír.

– ¿Qué pasa?, ¿Tu resistencia no es suficiente? -Dijo con una sonrisa.

-Lo dirás de broma, pero no, mi condición física es horrible.

-Venías con tus amigas ¿verdad? -Preguntó la misma voz que me pidió perdón.

Con quien había chocado en realidad fue con Gabriel, los dos chicos venían vestidos con ropa normal, no usaban ropa deportiva.

– ¿Qué hacen ustedes a las seis de la mañana si no salieron a correr? -Pregunté.

-Si fuimos a correr, solo que regresamos a casa de Gabriel para cambiarnos e ir al taller a buscar unas cosas-Respondió Leo.

-Pensamos en pasar por ti para ir a la escuela, pero como vemos que tu condición física no es tan buena mejor caminas-Dijo Gabriel.

-No, por favor no, ya no puedo dar otro paso-Reclamé apoyándome en el pecho de Leo, a lo que él reaccionó poniendo una de sus manos en mi espalda.

Los dos empezaron a reír.

-Bueno, yo me tengo que ir a mi casa, nos vemos después en la escuela-Dije.

– ¿Te llevo? -Preguntó Leo.

– ¿Cómo?

Los dos chicos se miraron y Gabriel dio una pequeña risa.

-Bueno, tú llevas a Madd a su casa, en un rato paso por ti y por ella para llevarlos a la escuela-Gabriel salió corriendo y yo me quedé parada frente a Leo.

– ¿Cómo se supone que me llevarás a mi casa?

Leo se dio la vuelta ofreciéndome su espalda.

-Sube, te puedo llevar cargando si quieres.

– ¡¿Cargando?!-Repetí, perpleja- Creo que soy muy pesada como para que me lleves en tu espalda hasta mi casa.

-Créeme, a comparación contigo, he cargado cosas mucho más pesadas.

Con algo de vergüenza subí a la espalda de Leo, él tomó la parte de adentro de mis rodillas y comenzó a caminar.

– ¿Crees que eres pesada?, Eres la cosa más ligera que he cargado en mi espalda.

Enrollé mis manos en el cuello del chico y recosté mi cabeza en uno de sus hombros, alguien gritó mi nombre frente a nosotros y cuando levanté la cabeza vi a mis amigas corriendo hacia mí.

Sus ojos se abrieron como platos cuando vieron que Leo me tenía cargada.

– ¿Qué pasó? -Preguntó Hannah tratando de disimular una sonrisa.

-Hola Leo-Mencionó Alice.

-Hola-Respondió.

-Pasa que yo ya no podía dar ni un solo paso y me encontré a Leo quien se ofreció a llevarme a mi casa.

Las dos se miraron sonriendo.

– ¿Y te lo encontraste por casualidad? -Preguntó la pelirroja levantando y bajando las cejas.

Le puse mala cara.

-Pues sí, choqué con Gabriel y…

-¿Gabriel?,¿Está aquí?-Preguntó Alice mirando a todos lados.

Leo y yo intercambiamos una mirada de confusión.

-No, se acaba de ir-Respondió Leo y la castaña lo miró decepcionada.

De nuevo, Leo y yo intercambiamos miradas.

– ¿Entonces Leo te acompaña hasta tu casa? -Preguntó Hannah mirando la hora en su reloj.

-Sí, no se preocupen, llevaré a su amiga a la escuela sana y salva.

-Bien, nos vemos en la escuela, yo me tengo que ir a bañar-Dijo Hannah corriendo hacia adelante.

Me despedí de las chicas y volví a mi posición de descanso en la espalda de Leo. Cerré por unos segundos mis ojos, sentí que mi cuerpo se hacía cada vez más ligero, el sueño comenzaba a ganarme y el chico del piano se percató de eso y susurró con voz suave:

-Ya llegamos a tu casa.

Abrí los ojos para poder ver mi casa, bajé de la espalda de Leo y caminé hasta la puerta.

– ¿Quieres pasar?, Escuché que Gabriel vendrá por ti, ¿por qué no le llamas y le dices que lo esperas aquí?

-Me parece buena idea-El chico me siguió y entró a la casa.

– ¿Tus padres no están?

-No, salieron de viaje.

-Ya veo, te espero en la sala.

-Sí, yo voy a bañarme y cambiarme si te da hambre puedes tomar lo que quieras de la cocina, en un rato bajo.

Subí a mi habitación corriendo y después de bañarme y cambiarme me lancé hasta mi bolso para tomar mis cosas y bajar. Caminé hasta la sala, pero no vi a Leo por lo que supuse que le había dado hambre y fue a la cocina. Caminé hacia dicho lugar, el olor a comida inundó mis fosas nasales y fruncí el ceño.

Para mi sorpresa, encontré en la mesa del comedor el desayuno servido y a Leo sacando una jarra de jugo de naranja del refrigerador.

– ¿Tu hiciste todo esto? -Pregunté sorprendida al ver toda la comida.

-Sip-Dijo sonriéndome.

– ¿En media hora?

-Fueron cuarenta y cinco minutos- Corrigió.

-Igual, en ese tiempo no puedes picar la fruta, tostar el pan en la estufa y preparar waffles, ¿Seguro que Gabriel no está aquí? -Dije dándole una mirada interrogativa.

-Noup, lo hice yo solo.

Me senté en el comedor a desayunar con el chico mientras platicábamos de cosas que salían al azar. No pude terminar mi jugo, pues Gabriel había llegado por nosotros para ir a la escuela.

-Hola Madd, antes de llevarte a la escuela vamos a pasar a casa de Leo por su mochila.

-Oh sí, está perfecto.

Después de recoger las cosas del chico del piano nos fuimos a la escuela en donde no pasó nada intersante. A menos que, ver a Faseth expulsando a unos alumnos por no entregar la tarea, fuera interesante.

*Eduardo*

– ¿Entonces si me perdonas? -Pregunté.

-Si.

-Gracias, gracias, gracias.

-Pero, ¿de verdad no lo dijiste en serio?

-No, juro que no lo dije en serio.

-Bueno, te creo.

Pasé dos horas explicándole a mi novia lo de Sophia y todo el problema, pero ella no me creía. No podía decirle la verdad, por lo menos no completa. Después de un rato aceptó todo, por suerte pude omitir los detalles de Asher.

-Voy a salir con Asher y con Leo, nos vemos al rato.

Ella no dijo nada, solo sonrió levemente. Salí de la casa de mi novia y caminé hasta la casa de Asher, toqué la puerta y abrió su hermano.

-Hola Eduardo, ¿Qué necesitas?-Preguntó fingiendo una sonrisa.

-Quiero suponer que no estas de humor.

Él rodó los ojos.

-No es que esté mal, solo estoy cansado y, por si fuera poco, tengo que aguantar a un par ruidosos que se la pasan dando pelotazos a las puertas. ¿Qué necesitas?

Reprimí una sonrisa por su tono tan irónico.

-Nada, solo venía a platicar, ¿Están Asher y Gabriel?

-Claro, sube a la habitación de Asher-Dijo apoyado en el marco.

Los dos chicos subimos a la habitación, realmente no sabía qué hacía en esta casa, estaba feliz y quería compartir esa felicidad con mis amigos, lo sé suena raro, pero no puedo hacer nada al respecto, simplemente estoy feliz.

Leo iba de primero y, en cuanto abrió la puerta, una pelota fue directo hacia su cara. Él la atrapó con una agilidad sorprendente.

-Hey tarados, Eduardo nos quiere decir algo-Mencionó Leo.

– ¿Qué pasó? -Preguntó Asher con el ceño fruncido.

-Silencio, la voz del rey de idiotilandia está a punto de ser pronunciada-Se burló Gabriel con una sonrisa.

-No novia ya me perdonó-Dijo él ignorando al otro chico.

-Wow, qué sorpresa-Dijo Asher estirándose con cansancio.

– ¿Y qué?, ¿Te aplaudo?, ¿Te hago una fiesta?, ¿Preparo mole? -Preguntó Gabriel con las manos a sus costados.

Eduardo le puso mala cara.

-Yo también tengo algo que decir-Comenzó Asher-Para que Leo no diga que a mí me gusta Madd, informo desde este momento, que me gusta Hannah.

– ¡Hannah!, ¡La mejor amiga de Madd! -Preguntó Gabriel sorprendido.

-Sí, ¿por qué?

-Porque la chica es difícil. Tuvo un novio que la engañó con otra chica y la chica hizo que toda la escuela se enterara de lo que pasó, desde ese día Hannah ya no quiere tener novio-Dijo Gabriel.

– ¿Y tu cómo sabes tanto? -Preguntó Asher.

-Soy su primo, imbécil -Respondió Gabriel.

-Sí, aquí ya todos sabemos que eres el imbécil, no hace falta que lo recuerdes-Dijo Leo con una sonrisa.

-Ja, ja-Mencionó el otro poniendo mala cara.

*Alice*

Estaba en la sala de mi casa viendo una película con Madd cuando alguien me llamó, era un número desconocido. Respondí y la sorpresa y desesperación llenó mi rostro al darme cuenta de quién estaba del otro lado del teléfono.

Gabriel…

-Hola Alice, ¿Cómo estás?

-Bien, ¿y tú?-Dije con algo de dificultad.

-Muy bien, oye, quería preguntar que si te gustaría salir conmigo al centro comercial.

La felicidad inundó mi rostro y ahogué un grito de emoción cuando dijo aquellas palabras. Comencé a saltar en el sillón de rodillas mientras Madd me miraba con confusión.

– ¿Alice?, ¿Si quieres?

-Sí, me encantaría salir contigo, ¿cuándo puedes?

Él dio una pequeña risa.

– Cuando tú puedas.

– ¿Mañana?

-Por mí está bien.

-Bueno, nos vemos mañana-Dije con un poco más de emoción de la que me gustaría admitir.

-Sí, estoy ansioso por volver a chocar contigo.

Sonreí ante lo que dijo y después colgué el teléfono, apreté este contra mi pecho y mordí mi labio inferior tirándome al sillón.

– ¿Qué pasa? -Preguntó la chica con una sonrisa.

-Tengo una cita mañana con Gabriel.

– ¿El amigo de Leo?

-Sí, ese Gabriel.

-Wow, que lindo, es muy buena persona, eso lo puedo asegurar.

Mi gran sonrisa fue sustituida por una cara de angustia y preocupación cuando pensé en Josh, él me gustaba, pero nunca me hacía caso, en cambio Gabriel si lo hacía.

-Oye, pero ¿no le estaré siendo infiel a Josh?

-Claro que no, ustedes no son nada, no hay ningún problema-Madd se encogió de hombros y yo decidí darle la razón.

-Ok.

&&&&&&&&

Era día de mi cita con Gabriel, estábamos en el centro comercial camino al cine, él contaba cosas muy chistosas y naturalmente yo me reía de ellas. Era muy buena persona y cabe recalcar que era caballeroso, pues cuando entrabamos a algún lugar él me habría la puerta para entrar y también cuidaba en todo momento de mí. Además, era muy atractivo, amaba sus ojos color negro que casi se cerraban cuando se reía, era más alto que yo y las puntas de su cabello estaban pintados de azul.

– ¿Te gustan las películas de terror? -Preguntó él.

-Pues, a menos que quieras escuchar mis gritos y, terminar con el brazo morado, no te lo recomiendo.

Él comenzó a reír.

– ¿Entonces, cuál película vemos? -Pregunté mirando la cartelera con una mueca.

-Escoge la que quieras, no me negaré a nada-Admitió con una sonrisa.

Después de escogerla y comprar las palomitas fuimos a la sala. Tomamos un lugar empezamos a comer, la película aún no comenzaba, ni siquiera habían apagado las luces.

-Oye…-Empezó Gabriel capturando mi atención.

-Dime.

– ¿Cómo sería tu hombre ideal?

Como tú, ni más ni menos.

Cállate.

Mis mejillas tomaron un color rojizo.

-No lo sé…alguien que me haga reír y me proteja.

-Osea, algo así como payaso ninja, ¿o cómo? -Preguntó arrugando la nariz.

Comencé a reír a carcajadas. La película empezó, así que tuve que guardar silencio, varias veces miraba el perfil del chico, lo miré más de lo que me gustaría admitir. En algunas escenas el chico se inclinaba para susurrar algo en mi oído, algo que claramente me haría reír.

Cuando salimos de ver la película decidimos ir por un helado a la parte de abajo del centro comercial, justo en esa tienda de helados nos encontramos a Josh con dos de sus amigos.

Entré en pánico, no sabía qué hacer, los nervios recorrieron todo mi cuerpo y todo a mi alrededor se congeló cuando él me miró. Se acercó a nosotros y saludó.

-Hola Alice.

-Hola-Dije con dificultad.

-Hola a ti también-Dio una risita que me pareció lo más tierno del mundo-Lo siento, no se tu nombre.

-Soy Gabriel, ¿y tú?

-Josh.

El chico pelinegro volvió su mirada hacia mí.

– ¿Qué hacen por aquí?

-Venimos a jugar baloncesto, sólo que no sé si me equivoque de lugar-Respondió Gabriel con un toque de sarcasmo.

El otro chico dio una risa divertida.

– ¿Qué es de ti? -Me preguntó señalando al chico de cabello pintado.

El miedo me invadió, no sabía qué hacer y dije lo primero que se me vino a la cabeza, lo que no tomé en cuenta fue la reacción de ambos chicos, pues solo pensé en mí al decir aquello.

-Es mi primo.

No lo dijiste.

Ups.

¡Nada de “ups”, idiota!, ¡¿Sabes lo que hiciste?!

– ¿Tu primo? -Preguntó Josh.

Sentí la pesada mirada de Gabriel sobre mí y no me atreví a mirarlo, pero ya no podía rectificar nada de lo pasó. Pensé en retractarme, pero algo dentro de mí habló en mi lugar.

Pues créeme que ese algo no fui yo. ¡Por Dios!, dile la verdad.

No puedo, si lo hago no volverá a hablarme en su vida.

Pues lo siento por ti, porque Josh nunca te ha hablado, en su vida. Y dudo que Gabriel quiera hablarte después de esto.

¡Ay no!

Así que, felicidades Alice.

-Sí, es mi primo y somos muy unidos-Dije sin poder retractarme.

Josh miró a Gabriel con los ojos entrecerrados por unos minutos y después sonrió.

-Nosotros nos tenemos que ir, Alice, ahora que te veo, ¿te gustaría salir conmigo este sábado en tarde?

¡No!

¡Siiiiiiii!, ¡No lo puedo creer el que me gusta me invitó a salir!

Bueno, tu eres idiota con “i” de imbécil.

Todo en mi interior se removió y sentí las famosas mariposas en el estómago.

Pues toma agua para que se ahoguen y dejen de estar fregando.

-Sí, me encantaría salir contigo.

En estos momentos quiero abofetearte.

-Bien te veo mañana en la escuela-Me guiño un ojo y se fue.

Di un gran grito y abracé a Gabriel de la emoción, él respondió el abrazo y después nos separamos.

-No lo puedo creer el chico que me gusta me invitó a salir.

-Estoy feliz por ti-Dijo con una expresión que no coincidía con sus palabras, fingió una sonrisa y después miró hacia otro lado.

¡Ay no!, Que acabo de hacer.

Pues, técnicamente, acabas de mandar a la fregada al chico que de verdad te quiere y, te quedas con alguien que en su vida te ha dirigido la palabra, nada grave.

La presencia de Josh hizo que me olvidara por completo de Gabriel, el arrepentimiento me comía viva, no sabía qué hacer y después de unos minutos vi prudente despedirme del chico e irme con todo ese arrepentimiento invadiendo mis pensamientos.

*Gabriel*

– ¿Qué pasó? -Preguntó Leo.

Que me acaban de mandar por un tubo.

Él siempre me contaba sus problemas a mí, y aunque yo siempre saliera con tonterías, él las soportaba y yo trataba de brindarle soluciones. Nunca fui una persona que se tomara las cosas en serio, pero, ¿para qué tomarse las cosas en serio cuando puedes verlo todo desde un punto divertido?, Así el problema se vuelve de interés para ti, de esa forma es más fácil solucionarlo.

Cuando yo le cuento todo lo que me pasa él me da respuestas claras y de él aprendí que todo problema tiene solución y que antes de buscar solución a un problema grande primero tienes que buscarte a ti mismo, si no te tienes a ti mismo no tienes nada.

-Creo que no quiere estar conmigo.

– ¿Por?

-Llegó el chico que le gusta y la invitó a salir y dijo que yo era su primo para no perder la oportunidad de tener una cita con él.

– ¿Y por qué no le dijiste que no eras su primo?

Porque no pude arruinar esa sonrisa de ilusión y esos ojos tan vivos.

-No pude.

-Debiste hacerlo, dile las cosas directamente, no puedes fingir ser su primo solo para que el otro tenga ventaja sobre la chica que te gusta.

-Es que…. ¡Dios! -Cubrí mi cara con ambas manos- Debiste ver su cara, se veía tan feliz, encantada con ese chico que no pude destruir eso… no pude.

– ¿Le diste el regalo?

-No, aún tengo el collar guardado en mi mochila.

Nos quedamos unos segundos en silencio, me tiré de espaldas a la cama de Leo y di un suspiro pesado.

– ¿Sabes Gabriel?, Tienes muy buen corazón… digo pocas personas destruyen su felicidad por la de otros, tú hasta fingiste ser alguien más solo por ella, créeme que en algún momento llegará una persona que te quiera con tus bromas, tu inmadurez, tu forma de pensar…. ¡Ah!, y tus figuritas de papel crepé.

No dijo lo que creo que dijo.

Desde que tengo ocho años he sabido hacer figuras con papel crepé, Leo sabe que me molesta que lo diga frente a la gente y sé que esta vez solo lo dijo para molestarme, pero no me molestó, al contrario, me hizo reír, no sentí tristeza y era algo que mi mejor amigo lograba hacer en mí.

Sabía que en algún momento superaría a Alice, superaría todo lo que pasó hoy y lo que fue en nuestro pasado, ninguna marca de dolor es para siempre y eso lo aprendí también de mi mejor amigo.

Tal vez este problema también lo tenga que ver desde el lado divertido, Leo decía que era un loco, pero los dos teníamos problemas, él no controlaba sus emociones y yo. Bueno, hay un problema en mi cabeza que hace que vea todo desde la perspectiva infantil y aniñada. Creo que la situación de la amistad no es buscar a alguien que esté bien mentalmente sino alguien que tenga la misma locura que tú.

Porque si buscas la perfección en una persona, jamás la vas a encontrar pues todo el mundo tiene defectos y no tenemos por qué esconderlos de la sociedad.


CAPÍTULO 11.- NUESTRO ÚLTIMO MOMENTO JUNTOS.


*Gabriel*

– ¿Qué tal estás? -Preguntó mi prima.

-Bien, no tienes que preocuparte por mí, estoy superando lo que pasó.

Mi prima y yo somos muy unidos, le cuento todo a ella y me ayuda a buscar soluciones, asiste a la misma escuela a la que van Madd y Leo, conoce a Alice y me ha estado platicando sobre ella.

La chica se encontraba observándome en el sofá de mi habitación cautelosamente mientras que yo estaba acostado en la cama de arriba de mi litera, sí, mi habitación tenía literas. Tenía un hermano, pero no dormía conmigo, la cama de abajo era en la que Leo se duerme cuando se queda en mi casa.

-Bueno, te tengo buenas noticias-Dijo la chica sonriendo.

– ¿Qué noticias?

-Alice parece estar muy arrepentida de lo que pasó ese día en el centro comercial, el otro día se la pasó llorando toda la hora del almuerzo solo de pensar lo mal que te hizo sentir.

– ¿En serio? -Me quedé pasmado ante las palabras de la chica-Lo que menos quería era hacerla llorar.

La chica hizo un mohín.

-Podría agendarte una cita con ella, si quieres, pero lejos de Josh.

-No, no quiero forzarla a nada ni quiero que se sienta mal o termine lastimada-Dije sentándome en la cama y mirándola.

-Justo por eso vas a separarla de Josh.

Miré a la chica con confusión y ella continuó explicando.

-Conozco muy bien a ese tipo, fui novia de uno de sus mejores amigos, conviví con él y no es mala persona, solo siente que por ser el capitán puede mandar a todos en la escuela lo cual es un error, presiento que Josh solo quería salir con Alice para acercarse a Madd.

– ¿Madd?, Espera, ¿estamos hablando de la misma Madd?, ¿La que le gusta a Leo?

-Si-Asintió con la cabeza una vez.

-Entonces si Josh solo lo hace por acercarse a Madd significa que está jugando con Alice.

-Sí, veo que ya comienzas a captar-Dijo haciendo asentimientos con la cabeza.

-Tengo que detener esto-Dije brincando hacia abajo de la litera.

-Eso es lo que he tratado de explicarte todo este tiempo-Mencionó poniendo sus codos apoyados en sus piernas y su cabeza descansando en sus puños-Pero tú nunca me escuchas.

Me levanté de la cama y corrí hacia la puerta, pero después recordé que no traía conmigo mi celular y al momento de dar media vuelta resbalé y casi caigo al suelo, mi prima se burló por lo acontecido y yo solo le sonreí.

-Tengo que avisarle a Leo sobre esto, ¿sabes dónde se pudo haber metido Eduardo?

-Noup-Respondió la chica.

-Bueno, voy a llamarlo a él y a Asher, veré si Leo tiene tiempo y si está en su casa. Pero primero tengo que hacer en encargo de mi madre.

*Asher*

Unas horas después…

– ¿Estás seguro de que me lo dará?

-No muy seguro, pero nada pierdes con intentar-Dijo Eduardo.

Ambos nos encontrábamos dentro del coche azul oscuro de Eduardo, justo frente a la casa de Hannah -la mejor amiga de Madd- para ver si podía conseguir su número.

Por un momento pasó por mi cabeza la idea de que Eduardo pudo haberle preguntado a su novia sobre el número, pero él se negó, dijo que ya no quería más problemas con su novia y yo apoyaba su decisión. No podía pensar solo en mí, eso sería egoísta.

-Bien, es un plan simple-Comenzó el pelirrojo-Tocas el timbre, y después le dices que a Madd se le borraron todos los contactos de su celular y necesita los números de nuevo, ¿ok?

– ¿Y piensas que ella se va a creer ese cuento?

-Bueno mijo, ¿qué otra idea se te ocurre? -Comencé a reír cuando mencionó la palabra «mijo».

Él era mexicano y yo italiano, mi amigo tenía un acento raro, como si hablara cantando, y yo tenía otro tipo de acento, que, según él hablaba como si estuviera sorprendido todo el tiempo, el cual se recalcaba mucho. No sé cómo, pero yo lograba comprender a Eduardo y él a mí.

-No, no tengo otra idea-Bajé del auto esperando que mi plan saliera bien.

Toqué el timbre y cuando aquella chica de cabellos color zanahoria y pecas por todo el puente de la nariz apareció frente a mí todo lo que pasaba por mi cabeza se esfumó.

¡Hey!, ¡Reacciona!

– ¿Asher? -Dijo la chica con una sonrisa.

Respóndele algo antes de que sospeche.

-Hola Hannah, quería preguntarte algo, ¿me puedes dar tu número?, Madd me dijo que sus contactos se borraron y me pidió que preguntara los números de sus contactos ya que ella no puede porque está ocupada-Expliqué demasiado rápido que dudé que ella me entendiera.

La chica hizo un mohín mirándome con sus ojos negros y unos segundos después accedió dictándome su número.

-Ok, muchas gracias Hannah, yo le paso el número a Madd.

-Sí, está bien, oye te quería decir que si querías…

El sonido de mi celular interrumpió a la chica. Maldije una y mil veces internamente a la persona que interrumpió mi conversación, saqué el celular de mi bolsillo y vi el contacto de Gabriel, rápidamente respondí.

– ¿Gabriel?, ¿Qué necesitas?

-Necesito que tú y Eduardo vayan a tu casa ahora mismo, yo ya voy para allá.

– ¿Por qué?

-Porque alguien me acaba de decir que Josh intenta hacerle algo malo a Madd y a Alice.

– ¿Él?, Hacerle algo malo, no lo creo, lo conozco desde hace un tiempo y no es capaz de hacerle algo.

-No me importa si él ya te lavó el cerebro diciéndote que es todo un angelito que lo único que quiere es ser un buen amigo, yo no me creo ese cuento del….»Soy Josh, mi gusta Alice, bla, bla, bla».

-Bueno, si lo que quieres es decirle esto a Leo, toma en cuenta que él no está en casa, salió y no preguntes a donde porque no lo sé.

Hubo un momento en el que no me respondió, me quedé en silencio con la mirada hacia Hannah quien me miraba con confusión.

-Está bien, se lo diré mañana saliendo de la escuela.

Y colgó.

– ¿Me preguntabas algo? -Cuestioné a la chica para que siguiera con la conversación antes abandonada.

-Ah… no… nada, después te digo-Dijo la chica sonriendo.

Me despedí de Hannah y después de cruzar la calle y subir al auto de Eduardo añadí el teléfono de la chica a mi celular con una sonrisa de victoria.

*Madd*

Iba saliendo de mi casa camino al auto de Asher que se encontraba ya afuera. Él rubio se ofreció a llevarme a la escuela ya que Leo tuvo que arreglar unas cosas con su papá, el profesor Williams, quien le había pedido una decoración para el evento de caridad el 3 de abril, que se organizaba todos los años en el taller, al cual yo asistiría para ayudar como camarera.

Ya tenía algo de experiencia, cuando mi prima Emma se enfermaba yo la cubría, no era tan difícil, por lo que le entendí a Leo esto es casi lo mismo. La familia Williams organiza una noche de gala al que asisten muchas personas importantes -algunos venidos desde la misma Italia- para que el evento sea más entretenido y los boletos se vendan por completo. Todo lo recaudado con los boletos irá al orfanato de San Miguel en Venecia, Italia.

Yo estaría atendiendo a las personas importantes en la zona VIP junto con Leo, Asher y Gabriel. Lo cual sería genial, lo único que me preocupaba era mi vestido, tenía que comprar un vestido de gala, ¿era necesario? …No, para mí era obligatorio. Debía encontrar un vestido lindo para verme bonita y gustarle a Leo.

¡Por fin! Ya lo admites.

Si, conciencia, me gusta Leo.

¡Bravo! Malos gustos no tienes.

-Parece que Leo ya llegó-Dijo Asher mientras estacionaba su auto afuera de la escuela.

-Oh, ya vi la motocicleta-Mencioné señalándola.

Al adentrarme a la escuela caminé hasta mi casillero en el cual, al abrirlo, encontré una nota, la abrí y la comencé a leer.

«Hubo un tiempo en el que soñaba…ahora vivo contigo mis sueños»

Att. Leo W.

Sonreí ante aquel detalle, mis mejillas se pusieron rojas y no por la nota, sino por la persona que unos segundos después susurró en mi oído un:

– ¿Te gustó?

No entendí el sentido de la pregunta. Me tomó unos segundos captar todo. Hablaba de la nota.

Ya me había ilusionado.

Yo también

Me giré para encontrarme a Leo con una rosa en la mano, la cual extendió hacía mí y yo la tomé.

-Sí, gracias, es muy bonita.

-Pensé en traerte la rosa a la salida, pero preferí dártela ahora.

-Claro… ¿Madd de casualidad no tendrás por ahí en tu casillero un florero con agua?, Es que comprende a mi amigo que no es muy inteligente y no sabe que las flores se marchitan-Habló una voz la cual me sorprendió mucho.

Gabriel estaba detrás de Leo, con su sonrisa burlona y su humor sarcástico como siempre.

– ¿Tu qué haces aquí? -Preguntó Leo entre confuso y sorprendido.

-Vine a decirte a ti que tu padre me dijo a mí que te dijera a ti que él dice que esta tarde le lleves las decoraciones-El chico hizo una pausa para tomar aire y terminó-Me lo topé de camino a mi escuela y como vi que aún tenía tiempo vine y te dije.

-Claro, aunque me hayas querido confundir con lo del principio, te entendí.

-Bien, porque yo no-Admití confundida-Gabriel no sé si es por lo bromista que eres o si así sea tu voz, pero hablas cantando y muy rápido.

Leo se echó a reír.

-No, es que soy mexicano y así es mi voz.

Mis mejillas se tiñeron de un color carmesí.

-Oup, lo siento, no quería…

-Tranquila, estoy acostumbrado a que me digan eso, y la verdad no me molesta-Interrumpió Gabriel.

Él se fue y yo continué con mis clases, a la hora del almuerzo me senté junto con mis amigas, Asher y Alex se nos unieron. Leo también. Las chicas les hacían preguntas a los chicos y estos respondían.

-Hola, yo también existo-Dije actuando como si estuviera triste, pues mis amigas prestaban más atención a los hombres que a mí.

Axel me miró y después soltó una risa.

-Tal vez tus amigas no te pongan atención, pero Josh te está mirando en aquella esquina-Dijo señalando con el dedo al ojinegro, esto hizo que yo volteara y Leo igual, acto seguido Dániel -uno de los amigos de Josh- me dijo que este quería decirme algo, así que me levanté y fui hasta donde Josh.

Ya que estuve frente a él me preguntó por el chico del piano, yo le conté que era hermano de Asher y apenas había llegado a la escuela. Él me pidió que si se podía sentar con nosotros y yo pensé en dos razones por la cuales aceptar, Alice podría estar cerca de su crush y Leo podría conocer al chico, acepté y después miré a mi mesa, Leo me miraba, o más bien a Josh, éste me dijo que iría por un jugo y después a mi mesa.

Yo tracé mi camino hacia ésta.

Mi madre siempre me dijo que debía aprender a tomar buenas decisiones, hablarle mal a Leo, no fue bueno. Juntar a Leo y Asher, tampoco, pero, ¿juntar a Leo y a Josh?

Va a salir bien…….creo.

– ¿Quién es él? -Preguntó Leo apenas me volví a sentar en mi silla.

-Es Josh, el capitán del equipo de fútbol.

– ¿Y?, ¿Qué te dijo?

-Dijo que si se podía sentar aquí y le dije que sí.

– ¡¿QUÉ HICISTE QUÉ?!, ¡No puede ser!, ¡No puede ser!, ¡No puede ser! -Alice entró en pánico, claro su crush se sentaría por primera vez en esta mesa- ¿Me veo bien?, ¿No se me ha corrido el maquillaje?, ¿Tengo alguna mancha de kétchup?

-Modo pánico, activado-Murmuró Rose rodando los ojos.

– ¡Relájate!, tú ni siquiera estás comiendo kétchup-Dijo Hannah.

– ¡No importa, puede que me haya manchado con algo!

-Respira, todo va a estar bien-Dije tratando de calmarla.

-Y… ¿Cómo te conoce ese tal Josh? -Preguntó Leo arqueando una ceja, pero sin mirarme.

Tal vez era yo, pero algo me decía que a Leo no le parecía la presencia de Josh.

-Está conmigo, en clase de historia.

-Historia, la única clase que no tenemos tu yo juntos-Sorbió de la pajilla de su jugo.

-Tranquilo hermanito, no te pongas celoso, nadie te va a quitar tu lugar-Asher tomó el hombro de su hermano y eso fue lo único que faltaba para que el chico del piano le diera una mirada asesina a su hermano.

En ese instante Josh llegó y se sentó, toda la mesa quedó sumida en un silencio sepulcral. Axel empezó a sacar temas de conversación en los que todos participábamos, menos Leo, que miraba fijamente Josh. Platicamos por un rato, pero el ambiente se sentía tenso.

– ¿Desde cuándo conoces a Eider? -Leo miró a Josh y este a él.

-Desde secundaria, verdad linda-El pelinegro tomó mi mentón y me puse nerviosa.

No por lo que hizo, sino porque Leo me miraba al igual que Alice. Esta se levantó y se fue sin hacer ningún ruido, al parecer nadie lo notó porque todos en la mesa presenciaban la escena que hacíamos el chico de pelo lacio y yo.

Sentía la pesada mirada de Leo detrás de mí y después escuché como alguien tiró una silla, lo que hizo que reaccionara y volteara para ver la ancha espalda de Leo alejarse de ahí. Me levanté para seguirlo, saliendo de la cafetería.

– ¡Leo! -Grité su nombre un par de veces, pero él no me ponía atención, logré acercarme lo suficiente y lo tomé del brazo, él se volteó y me miró con enojo y recelo.

-Leo-Dije en un hilo de voz.

-Déjame en paz-Él marcaba sus palabras con superioridad mientras que las mías salían como un susurro.

-Solo escúchame, yo…

– ¡Qué demonios quieres! -Me miró con tanta rabia que mis ojos se cristalizaron- ¡¿Qué me vas a decir?! … ¡Qué dejas que Josh te diga «linda» y yo no pueda! ¡Qué dejes que casi te besé y a mí no me permitas ni tomarte la mano!, ¡¿Qué es lo que pasa por tu mente?!, ¡¿Lo quieres a él por ser popular?!, ¡Jamás pensé que eso te interesara, pero ahora veo que sí!

-Las… las cosas no… no son así-Dije con la voz casi entrecortada.

Se pasó una mano por el pelo, frustrado. Su rostro se suavizó, al igual que su voz.

-Eider, permíteme entrar en tu vida, deja que yo te cuide, yo fui tu… Olvídalo, no tiene caso… no tiene caso pelear con alguien a quien no deseo ver más en mi vida.

¡Auch!, Sus palabras queman.

Algo en mi garganta está ardiendo. El nudo en la garganta me está impidiendo respirar.

Yo comencé a llorar, mis manos empezaron a temblar. Solté al chico del brazo y se hizo más notorio el temblor en todo mi cuerpo, él me miró, pero no quitaba su cara de enojo, solo frunció más su ceño. Mi boca no logró articular palabra, por primera vez no dije lo que pensaba, me sentí pequeña ante aquel hombre de 1.90. El cual me miraba con unos ojos que desprendían odio y rencor.

¿Qué le había hecho yo?, ¿Por qué no me dejaba explicarle lo que pasó?, ¿Por qué era tan celoso conmigo?, Ni siquiera me conocía, pero creo que yo le gustaba, todo en mi interior se removía, las lágrimas abandonaron mis ojos sin detenerse.

No supe que hacer, el temblor se volvió cada vez más acelerado y mi primer instinto fue darme la vuelta y correr hacia el baño, pero, al estar mi vista nublada por las lágrimas no me di cuenta de que Asher estaba parado fuera de la cafetería, choque con él y después de enjuagarme aquellas gotas saladas que mis ojos desprendían caminé hasta el baño.

Al entrar a este escuche sollozos de alguien más, Alice estaba parada junto al lavabo, al percatarse de mi presencia corrió a abrazarme.

-Lo siento, no quería hacerte llorar-Dije apoyando mi cabeza en su hombro.

-No fue tu culpa, sino de Josh, me advirtieron que él solo quería acercarse a mí para hablarte a ti por lo que fue en su pasado de secundaria, pero como la tonta que soy no escuche y creo que terminé mal.

-Yo…

– ¿Por qué no vas hoy a mi casa, solo tú y yo para platicar? -Preguntó.

-Claro, pero mañana hay escuela, ¿no te molesta?

-No, puedes ir a hacer la tarea y nos dormimos temprano.

– ¿No irás al taller?

-No, digamos que estoy peleada con Leo-Dije causando que mis ojos desbordaran más lágrimas.

-Ok….como dijo Gabriel «Creo que salió peor el remedio que la enfermedad»

Me quedé un segundo pensando hasta que capté.

-Ah claro…el mexicano.

Alice y yo salimos juntas del baño y comenzamos a caminar por la escuela cuando la campana anunció que las clases seguían. La castaña tomó su camino hacía Ciencias Sociales y yo hacía Literatura.

Me topé a Hannah y me fui con ella a la biblioteca, pude ver como Leo -sentado al final del salón- me miró entrar pero desvió su vista, no tenía ganas de hablar con él así que me senté hasta adelante.

Las clases terminaron, me despedí de mis amigas, Alice me dijo que pasaría por unas cosas a su casa y después iría a la mía.

Salí del edificio y vi como Leo se acercaba a su motocicleta y también vi como tenía tomada de la mano a una chica, en ese momento mi corazón se encogió, por alguna razón que no sabía explicar envidiaba a esa chica. Él me miró con una sonrisa de suficiencia en su rostro, en su perfecto y hermoso rostro.

Iba caminando cerca de ellos cuando la chica besó a Leo, en ese lapso de segundos mi mente reaccionó con miles de flashes, es como si yo fuera la chica que estuviera besando a Leo, pero en mi cabeza el chico se veía mucho más puberto, no denotaba la edad que tenía ahora.

Seguramente mi cerebro estaba creando escenas imaginarias que en un rato desaparecerían, lo único que se quedaría y era lo que más odiaba, era aquel dolor de saber que pude haber sido yo la chica que ahora tenía tomada de la cintura acercándola a su cuerpo y la cual ahora puede besar sus labios, esos labios en los que se formaba su hermosa sonrisa.

Mi mente me gritaba que corriera, que me fuera de ahí porque estaba siendo lastimada, mi corazón decía que lo estaban lastimando, una vez más estaba doliendo, sentí como todo mi cuerpo ardía y después ellos se separaron del beso, Leo denotaba sorpresa en su rostro, me miró a mí, yo solo sentía un nudo en mi garganta, no lograba respirar y sentí unas pequeñas lágrimas caer por mis mejillas. La falta de aire se hacía cada vez más notoria.

¿Tan rápido me había cambiado por alguien más?, No fue un día, no fueron ni 24 horas y él ya tenía otra chica en su vida. Hice lo primero que mi cerebro me dictó, correr. Corrí con todas mis fuerzas hacía mi casa, lloraba sin consuelo tratando de calmar mis pensamientos.

Tenía que aprender a controlar mi cerebro, aprender a dominar mis pensamientos y mis palabras para que ellos no me dominen a mí.

Entré a mi casa, mis padres no estaban, por mi mejor, así no me veían en tal estado. Llamé a Hannah y le dije que fuera urgente a mi casa al igual que Alice y Rose. Me tiré al sillón, lloré, pataleé, aventé cosas, hice de todo para calmar mi dolor, pero no pude, segundos después me encontré a mi misma en el suelo, llorando y temblando por culpa de la maldita ansiedad.

El dolor me consumía, al igual que la tristeza, necesitaba apoyo…su apoyo. Por más que aborreciera a Leo me hacía sentir bien, pero ahora ya no tenía su sonrisa para mí, o sus ojos de los que tanto me enamoré, sus bromas, sus caricias, todo…amaba todo de él y lo había perdido.

&&&&&&

-Ya no llores, ese tonto no sabe lo que hace-Hannah me tomaba en sus brazos dándome consuelo.

-Leo puede parecer muy inocente, pero es un…un… -Alice soltó un grito de frustración- Ni siquiera sé cómo describirlo.

-Patán, desgraciado, animal, estúpido y hay cosas peores que podría decir-Hannah estaba furiosa después de que le contará todo lo que Leo me dijo y lo que vi afuera de la escuela.

Miré a la mesita de la sala en la cual se encontraban un florero con la rosa que el chico me había regalado esa mañana mucho antes de la pelea y la nota que me dio, recordé ese lindo momento el cual sería mi último recuerdo feliz con Leo.

-Pero ese tipo esta idiota si cree que puede hacerte daño y salir endeble-Dijo Alice mientras ponía sobre la mesa de cristal cuatro vasos de jugo de naranja y un blow de gomitas.

Mi celular sonó durante un rato dando a entender que Asher estaba haciéndome llamadas las cuales no eran correspondidas por mí. Tal vez él estaba preocupado, pues no me había visto desde la pelea.

Logré calmarme un poco, cuando mis padres llegaron ni siquiera notaron lo que pasó, yo no mencioné nada y realmente mi rostro no aparentaba que estuviera llorando. Ellos se acostaron temprano mientras que yo no podía conciliar el sueño, lloraba entre sollozos los cuales trataba que no se escucharan.

Antes lloraba por un accidente y ahora por un corazón roto, ¿Qué sigue?

La pregunta daba vueltas por mi cabeza, mi inestable mente fue invadida por un huracán de emociones y pensamientos, no quería ir a la escuela al día siguiente, todas mis clases eran con Leo.

Leo. Aquel nombre que no podía sacar de mi cabeza, mi chico del piano ya no lo era más, y no lo volvería a ser nunca.

Al final aprendí una cosa:

«No siempre la persona a la que amamos nos ama a nosotras, tal vez es por nuestro desastre de vida, o por nuestra inestable mente, pero no podemos forzar a nadie a amar porque eso no sería amor.»

No tardé nada en quedarme dormida, no supe en qué momento mi respiración tan irregular se volvió tranquila y mis ojos se cerraron, pero cuando los volví a abrir ya era de día.

&&&&&&&&&&&

Al cabo de una hora de rogarme y tocar la puerta por fin decidí abrirle a Asher, después de todo él no tenía nada que ver.

-Gracias, ya me había cansado de gritar y tocar la puerta-Él me miró tratando de actuar como si estuviera cansado yo reí ante su fallido intento.

– ¿Para qué viniste? -Traté de no sonar grosera, pero en mi interior lo había sido.

-Te quería invitar un helado-Yo negué unas cuantas veces con la cabeza- ¡porfa!, ¡porfa!, ¡porfa!, ¡porfa!

– ¡BASTA! -Repliqué.

– ¡Porfa!, ¡porfa!, ¡porfa!, ¡porfa! -Se arrodilló y juntó sus manos en forma de súplica.

Un helado no estaría mal.

– ¡NO!, ¡Y ya basta! -Le dije sentándome en el sillón y lanzándole un cojín.

-Tienes que saber que no me detendré hasta que aceptes-Dijo ignorando el cojín que había caído directo en su cara.

Tomó una bocanada de aire para continuar con sus súplicas, pero yo lo interrumpí.

-Bien, te acompaño-Agarré mi celular que estaba en la mesa de cristal y nos fuimos en su carro a la heladería. Ninguno de los dos mencionó palabra alguna hasta llegar a la heladería.

-Y… ¿Cómo estás? -Preguntó él poniendo los dos frappés en la mesa.

Yo sorbí de la pajita del mío.

-Bien, ¿y tú?

-También.

– ¿Cómo está Leo?

-Bien.

– ¿Sigue enojado?

-No-Dijo con serenidad.

-Qué bien porque se enoja puede sentirse mal, le puede doler la cabeza o el estómago, o puede dejar de comer y si deja de comer se desnutre y si se desnutre se enferma y si se enferma estará muy mal y…y.…y…

No pude continuar pues Asher me interrumpió.

-Espera, espera, estás creando historias en tu cabeza que no van a pasar.

Historias…

«-Historia, la única clase que no tenemos tu y yo juntos»

Leo…

¡No!, no podía pensar en Leo, no ahora, no más.

Es inevitable, se marcó a fuego en tu ser, es imposible que trates de olvidarlo.

Debo intentarlo.

-Mi hermano solo está enojado, ¡No va a morir! -Dijo él exagerando sus palabras y levantando las manos, todo esto causó que yo comenzara a reír-Es increíble que te preocupes por mi hermano en lugar de preocuparte por ti.

-Bien, solo preguntaba- Admití.

Al terminar nuestro helado comenzamos a caminar hasta el auto de Asher.

-Una pregunta, ¿por qué no me abrías la puerta?, ¿Te enojaste conmigo? -Dijo poniendo una mano en su pecho fingiendo indignación.

-No, es solo que estaba enojada con él y…no sé…sentía que no quería hablar con nadie.

-Yo sé que puede ser difícil, solo han pasado dos días después de la pelea, pero… ¡YO QUE TENGO QUE VER! -Sus palabras con voz infantil causaron que yo riera a carcajadas.

Llegamos a su auto y entramos, lo encendió, pero antes de arrancar volteo su cara hacia conmigo y yo hice lo mismo, quedando así frente a sus ojos verdes.

– ¿Sabes?, Es muy lindo de tu parte preocuparte por los demás, tienes un gran corazón.

-Gracias.

El chico se acercó cada vez más a mí, su nariz rozó la mía, su respiración cerca de mi boca, mis ojos me engañaron al ver a Leo frente a mí. Asher me besó y yo pensando en Leo seguí el beso, no tuve noción de nada hasta que algo hizo clic en mi cabeza al darse cuenta de que al que estaba besando era a Asher.

Separé al chico de mí, procesé un poco las cosas e hice lo que mi subconsciente me dictaba: desabroché el cinturón de seguridad y salí del auto haciendo caso omiso a los gritos del rubio.

Esa misma noche Asher me estuvo llamando varias veces, yo solo miraba el teléfono posado en la esquina de mi cama mientras que yo estaba sentada del lado de la cabecera. Fue hasta la tercera llamada cuando tuve el valor de sostener el teléfono en mis manos y responder.

– ¿Hola?

-Madd…lo siento por lo que pasó hoy, me dejé llevar-Su voz gritaba arrepentimiento.

-No te preocupes, solo no le digas nada a Leo, no quiero darle otra razón para enojarse conmigo o contigo.

-No le diré, prometo no volverlo a hacer, yo sé lo que Leo siente por ti y…

– ¿Qué siente Leo por mí? -Interrumpí tratando de descubrir si definitivamente tenía que sacar a Leo de mi vida o si había una remota posibilidad de que él y yo siguiéramos juntos.

Asher suspiró pesadamente.

-No sé por qué te voy a decir esto, pero….

Alguien lo interrumpió.

– ¿Con quién hablas? -Cuestionó Leo.

Era él.

Con tan solo oír su voz mi corazón palpitó fuertemente, sentí un vuelco en el estómago, los vellos de mi piel se erizaron y un cosquilleo se hizo presente en todo mi cuerpo.

-Con…con…con una amiga.

-Ajá.

Silencio.

-Hola Madeleine-La voz del chico pronunciando mi nombre completo me puso fría.

Leo le había quitado el celular a su hermano, su voz sonaba tranquila y seca y yo no sabía cómo reaccionar a aquello.

– ¿Qué pasa?, ¿Ya no quieres hablar conmigo?, Pensé que éramos amigos, pero veo que me equivoque-Dijo para después chasquear la lengua.

– ¿Amigos?, Bueno, creo que los amigos no les gritan a sus otros amigos-Dije al borde de las lágrimas.

-Bien, pero los amigos no se niegan a cosas tan simples como decirle «linda» para darle el permiso de besarla a cualquier tipo que se le pone enfrente.

– ¿Qué?, No comprendo como esa estúpida idea cabe en tu cabeza, yo no soy una cualquiera.

-Comienzo a creer que lo último es mentira, tal vez no lo parezcas, pero si eres una cualquiera.

– ¿Es en serio?, Dime, ¿desde cuando piensas eso de mí? …o déjame adivinar, fue desde el catorce de febrero cuando me puse un vestido rojo corto o fue cuando le hable a Gabriel, digo, porque puede que por tu pequeña cabeza entrara la idea de que Gabriel y yo teníamos algo por el simple hecho de que lo invitara a un convivio, ¿o no? -Ahora no estaba triste, estaba enojada.

El hecho de que dijera que era una cualquiera me lastimaba, él me quería tanto, creo que me quería hasta de más y por un simple incidente de pronto me odiaba. Recuerdo que Penélope me dijo que me encontraría con un par de cambios de humor, pero nunca pensé que llegaría a esto.

Mis ojos estaban rojos, mi garganta dolía, mis pies no podían sostener mi peso, sentía mi cabeza retumbar y el enojo recorría mis pensamientos.

-No, jamás desconfiaría de Gabriel, comencé a pensar que eras una cualquiera cuando dejas que Josh casi te bese.

– ¿Cuándo vas a superar eso?

-Nunca

– ¡Leo dame mi celular! -Gritó Asher.

Escuché como Asher trataba de quitarle el teléfono a su hermano, se gritaban, Asher ofendía a su hermano o por lo menos eso trataba porque a cada insulto el chico respondía con una risotada, entre todo el escándalo solo logré escuchar a Leo diciendo:

– ¿De verdad prefieres estar con Asher sabiendo que yo te podría dar todo lo que quieras y además te amo?

¡Auch!

Algo dentro de mí se removió con aquel «te amo», no sonaba sincero, solo sonaba como si estuviera celoso y quisiera desquitarse con alguien. Sus palabras se repetían una y mil veces en mi cabeza hasta que una voz diferente interrumpió a los hermanos.

Penélope trataba de calmar a sus hijos y mi pequeña mente ya no pudo con eso, colgué el teléfono y rompí en llanto hasta quedarme dormida.

*Asher*

-No puedo más con esto, no voy a permitir que Leo lastime de esta forma a Madd cuando yo puedo ser su novio.

-Pero si tu dijiste que te gustaba Hannah…hasta fuimos a su casa por su número-Dijo Eduardo completamente descolocado.

-Sí, sé lo que dije, pero si me das a escoger entre Madd y Hannah escogería a Madd, llevo años de conocerla y no voy a seguir jugando el juego del chico que no hace nada cuando lastiman a la chica que le gusta solo porque le gusta a su hermano, esta mentira se acabó.

– ¿Y qué se supone que harás?, No puedes simplemente obligar a la chica a sentir cosas por ti-Mencionó el chico rodando los ojos.

-Y no la obligaré, solo le brindaré mi apoyo para que vea quien de verdad está para ella.

– ¿Es en serio?, Vas a competir con tu hermano por la chica-Me miró con desaprobación-Aun sabiendo lo que pasó antes del incidente con Jason, sabes cuánto ama tu hermano a la chica, no puedes entrar a su vida y arrebatarle todo eso, mucho menos porque tú sabes todo y ella no.

– ¿Ahora defiendes a Leo?, Se supone que eres mi mejor amigo.

Desde hace un tiempo atrás Eduardo comenzó a defender y a pasar más tiempo con Leo, lo cual me molestaba, pues él era mi mejor amigo, Leo ya tenía a Gabriel y ahora me estaba quitando a Eduardo.

Esos son celos, solo tienes que calmarte y…

Cállate conciencia.

Bien, pero cuando todo salga mal, no evites las consecuencias.

-Sí, lo soy, justo por eso te voy a corregir porque sé que lo que haces está mal.

– ¿Está mal que quiera lo mejor para Madd?, Claro, si vas a defender a Leo mejor vete con él.

-Asher, entiende, no le estoy dando la razón ni estoy diciendo que es un santo, pero lo que tú vas a hacer está mal, sobre todo porque sabes que ellos se aman, sabes que Madd no tiene noción de lo que pasó antes y te aprovechas de eso-Tomó aire y continuó-Prometiste a Leo que no usarías el incidente de Madd para que fuera tu novia…Mira yo te apoyo y si eso implica pelearme con Leo y con mi hermano, no me importa, porque tú eres mi amigo.

Le sonreí al chico, pero él no quitó su semblante serio.

-Siempre y cuando sepas que estas mal y que todo va a repercutir sobre ti, malo o bueno. Solo…recuerda que no hay errores en la vida, solo decisiones que parecieron buenas en su momento.

Después de un rato de platicar y de decir que lo que haría era definitivo Eduardo se fue a su casa. Ya era de noche, me recosté en mi cama pensando en lo que Eduardo me había dicho, sus palabras se habían quedado marcadas en mi cabeza.

«-Todo va a repercutir sobre ti, malo o bueno.»

«-No hay errores en la vida, solo decisiones que parecieron buenas en su momento.»

Sí, tal vez todo lo malo caiga sobre mí, pero no puedo permitir que lastimen a Madd, Leo es mi hermano, pero Madd es una persona que ha pasado por muchas cosas malas y cualquier cosa u ofensa hacia ella puede destruirla en cuestión de segundos. Defenderá fue, es y siempre será mi prioridad.

Sin más que hacer, me quede dormido.



CAPÍTULO 12.- RESPUESTAS.


*Gabriel*

– ¡¿Cómo se te ocurre apoyar a Asher con eso?! -Reclamé mientras comenzaba a caminar por toda la sala.

Eduardo y yo nos encontrábamos en la sala de la casa de mi padre, mis padres estaban separados y yo vivo con él, y visito a mamá tres veces a la semana.

-Es mi amigo, a los amigos se les apoya.

-Sí, estoy consiente en que los amigos se apoyan, pero hay niveles, ¿a poco crees que yo apoyo a Leo en cualquier babosada que se le ocurre?

-Sinceramente eso parece-Dijo sarcástico.

-Pues no.

Eduardo me contó todo lo que pasó con Asher y éste me dijo lo que pasó en la pelea, pero aún faltaba la versión de Leo, no creo que todo termine aquí, Leo está demasiado enamorado como para dejar a Madd.

La culpa de todo fue de Josh y Leo no tuvo por qué enojarse con Madd. Aunque viéndolo desde el lado de Leo, la chica estuvo mal por no haberle puesto un alto al otro. Todos sabemos que Leo tiene problemas para controlar sus emociones, y que cuando se enoja no logra pensar con claridad y dice lo más ofensivo posible.

-Asher no debería meterse en esto, creo que lo más coherente es que él ayude a su hermano a arreglarse con Madd-Murmuré.

Eduardo debería hablar con su novia, por lo que me dijo mi prima, ella no es del todo sincera y entre ellos dos ha habido problemas, además Leo tiene que hablar con Madd. Ayudaría con mis ideas, pero por el momento no se me ocurre ninguna, lo que pasó con Alice me dejó en bloqueo de ideas.

Esta tarde tengo pensado ir a hablar con Leo, escuchar su versión, analizarla con las de los demás y después buscar soluciones.

Detective Gabriel Harper en el caso. Todos son culpables hasta que se demuestre lo contrario.

Reí ante mis locos pensamientos.

-Todo es culpa de Josh-Dije-Si él no se hubiera metido todo estaría bien.

-Sí, pero el hubiera no existe, lo hecho, hecho esta y nada se puede cambiar, ahora si me disculpas tengo que irme con Asher, seguramente quiere que me una a su plan del rescate de Madd.

El chico comenzó a salir de la casa y después de unos minutos yo lo seguí, al estar en el marco de la puerta le grité:

– ¡¿Rescate?!, ¡Por Dios!, Leo solo está enojado, no es un monstruo que va a matarla.

*Hannah*

Estaba en mi habitación tratado de dormir, justamente cuando estaba a punto de dormirme era cuando pensaba en mis problemas. Ahora mismo estaba en mi cabeza el problema entre Madd y Leo, Maddy era mi amiga desde hace mucho y sé que pasó por cosas muy difíciles, ella me contaba los momentos que pasaba con Leo con una emoción impresionante, tenía esperanzas de que todo se arreglara.

Además de que también estaba en una pelea conmigo misma, Asher me pidió mi número hace algunos días con la historia de que a Madd se le habían borrado los contactos, fingí que me creí esa mentira, pero la verdad es que no, pues justamente cuando Asher tocó la puerta yo estaba hablando con Maddy. Llevo algunos días platicando con el chico y es muy lindo, debo admitir que es más interesante de lo que pensaba.

Antes creía que le gustaba Madd, pero creo que yo le gusto y la verdad es que es muy guapo y amable, mi parte cariñosa decía: «Vamos, hazlo, sal con él y diviértete, vive tu vida y demuéstrale al patán que te engaño que tu vida está mejor sin él».

Pero la parte fría, temerosa y la anti romántica decía; «No lo hagas, sólo te romperá el corazón y terminarás igual que la vez pasada».

Bien, esto lo tenía que platicar con Madd, mañana lo haría, estaba decidido. Mientras me adentraba en un profundo sueño pensando en Asher alguien llamó al teléfono de la casa. Con pereza salí de mi cuarto y bajé las escaleras. Caminé arrastrando los pies hasta la sala y levanté aquel aparato.

-Diga.

-Hola Hannah, ¿cómo estás? -Era Alice.

-Bien ¿y tú?

-También, oye, ¿te puedo pedir algo?

-Claro-Dije bostezando.

-Sé que eres muy cercana a Gabriel y quería ver si podías decirle que si nos podríamos ver.

Gabriel y yo éramos muy unidos desde pequeños, Madd no sabía, pero somos primos, sí, Eduardo y Gabriel -o los clones, como me gusta llamarles- son mis primos. Siempre fui más unida a Gabriel que a Eduardo. Madd no sabe nada de esto y no se lo puedo contar, estoy esperando que el plan de Leo funcione, pero nada resulta, todo lo que probamos ha sido un intento fallido.

La pelea en el parque Pickens no fue más que un plan, uno que se salió de control, según el plan Asher solo tenía que pelearse con Leo, pero de mentiras, en cambio este dijo algo que no debió y su hermano se enojó de verdad. Gabriel y yo «intervendríamos», pero todo se salió de control causando una pelea de verdad.

En fin, justo cuando le iba a responder a la castaña del otro lado del teléfono alguien tocó la puerta.

-Dame un segundo Alice-Dije separando el teléfono de mi oído- ¡¿Quién es?!-Grité.

– ¡Tu primo favorito!, ¡No es obvio!

Una sonrisa se formó en mi rostro cuando una loca idea pasó por mi cabeza.

– ¡Pasa!

El chico entró y cuando empezó a gritar mi nombre lo interrumpí con un «Shhhhhh».

– ¿Qué pasa? -Susurró.

-Alice está al teléfono y quiere hablar contigo-Respondí de la misma manera.

Él tomó el teléfono con una sonrisa y yo solo observé como platicaba mientras hacía ademanes con las manos, se despidió y me miró sonriendo.

-Adivina quien tiene una cita con Alice-Dijo.

– ¡Noooo!

– ¡Siiiii! -Gritó él-Lo sabía, nadie se resiste a mis encantos.

-Sí, presumido-Dije rodando los ojos-Cambiando de tema, ¿a qué viniste?

-Quería preguntarte algunas cosas.

Se sentó en el sillón más grande situado en la pared frente al ventanal que daba hacia el jardín principal, mientras que yo quedaba viendo el perfil izquierdo de su cara, él continuó.

-Quiero tu versión de la pelea entre Leo y Madd, y no quiero escuchar un «Madd me dijo…», porque estoy preguntando por ti.

– ¿Por qué quieres saber eso? -Cuestioné levantando ambas cejas.

-Bueno, a tu grandioso primo Eduardo se le ocurrió la idea de…

Hizo una pausa en sus palabras y me miró.

– ¿De qué? -Pregunté confundida.

-De…defender a Josh, y yo defiendo a Leo.

Me daba la sensación de que mentía con lo último, pero decidí dejarlo pasar y volver a tema principal. Mi Maddy.

-Bien, yo solo vi cuando Josh casi besa a Madd y después Leo se fue, de eso no vi más, solo sé que Leo le gritó a Madd y además que se besó con una chica a la salida por venganza.

-No fue por venganza-Dijo al instante negando con la cabeza.

– ¿Entonces?, ¿Por qué? -El enojo recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi cabeza.

-La chica era Sophia y ella lo besó a él, Leo lo único que quería era decirle a Sophia que no la quería volver a ver cerca de él o de Madd, sabes que ella ha estado enamorada de él desde hace mucho tiempo.

Todo dentro de mí se tranquilizó al saber la verdad, o la supuesta verdad, Gabriel mentiría una y mil veces solo para defender a su amigo del alma.

Suspiré.

-Por ahora no te diré que apoyo a Leo, pero ten por seguro que no confío en Josh, te dije lo que sospechaba que Josh haría.

Esa era la verdad, no confiaría en Leo después de lo que le hizo a mi amiga, por más real que fuera lo que Gabriel decía, no iba a ayudar a Leo en nada. A Josh mucho menos, pues por lo que vi, lo que hizo lo hizo por venganza, sí, solo pensaba en venganza.

-No, no dijiste que sospechabas, dijiste que afirmabas-Aclaró el chico.

-No afirmé nada-Reclamé.

– ¡¿Entonces yo armé un escándalo por nada?! -Dijo levantando los brazos.

-Sí, hasta llamaste a Leo-Dije con una sonrisita inocente.

-No, no llamé a Leo, llamé a Asher.

-Entonces la llamada era tuya-Dije asintiendo con la cabeza.

– ¿Él estuvo aquí?

-Sí, vino a pedirme mi número.

La boca del chico se abrió al igual que sus ojos mirándome con cara de «Wow».

– ¿Sabes?, Ver tu cara de sorpresa no tiene precio.

-No, es solo que eso es raro de parte de Asher.

– ¿Que pida un número para platicar con una chica linda como yo es raro?

-No, no eso, pero en parte, se porta muy bien contigo, habla muy bien de ti, te pide tu número, comparten escuela…

Explicó haciéndose el distraído.

– ¿Y?

-Es obvio, le que gustas y él a ti, no trates de negarlo porque para que tú le hayas dado tu número debe de ser confiable.

-Nunca dije que se lo di.

Y aquella última palabra que dijo antes de que saliera de mi casa me hizo comprender todo:

-Eduardo.

*Alice*

Unos minutos después de hablar con Gabriel desde la casa de Hannah para citarme con el chico, recibí unos toques a la puerta. Cuando la abrí me sorprendí al encontrar a Gabriel parado ahí.

-Hola.

-Hola Alice, venía a preguntarte algo-Dijo con una sonrisa.

-Claro, pero pasa, no te quedes ahí.

Él obedeció y yo le invité algo de comer o tomar, pero cuando él se negó lo pasé a mi sala sentándome en un sillón mientras él se sentaba al frente mío.

-Sé que tal vez te sentirás mal, pero… ¿Qué sabes sobre la pelea de Leo y Madd?

Entendido, tendría que hablar sobre el incidente del beso, ya no dolía, al contrario, me sentía estúpida por haber estado enamorada de ese tipo, por eso quería salir con Gabriel, porque él si me valoraba y me trataba bien.

-Bueno…sé que Josh trató de besar a Madd y yo salí corriendo de ahí pero justo cuando crucé la puerta de la cafetería escuché como alguien tiró una silla y…como el baño está cerca del pasillo donde pelearon logré escuchar como Leo le gritaba a Madd.

Él me miró con detenimiento tratando de comprender mis palabras.

-Yo….yo siempre estuve enamorada de él, y nunca vi lo evidente que era que él no quería estar conmigo y… el día que me invitó a salir en el centro comercial no noté que solo lo hacía para acercarse a Madd, no lo culpo, ella es mucho más hermosa e inteligente.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y el otro chico se levantó sutilmente del sofá para acercarse y abrazarme. Envolví mis brazos en su cintura y lo apreté mientras sollozaba.

-Lo siento, jamás pensé en cómo te sentirías tú-Dije con un hilo de voz.

-Shhh, no pasa nada, está bien, y oye…tu eres muy hermosa.

Se separó un poco de mí y me miró.

-A mis ojos, eres mucho más hermosa que Madd-Dijo acariciando mis mejillas con sus pulgares.

-El día de la cita nunca llegué, y él tampoco porque si él hubiera llegado me hubiera llamado, no le interesó.

-Bueno, si te hubieras quedado sola pudiste llamarme y yo con gusto te haría compañía.

– ¿Después de lo que hice lo harías?

-Siempre, voy a estar para ti siempre, no importa donde, no importa que, voy a estar solo para ti.

Aquellas palabras del chico hicieron que mis piernas se debilitaran y sintiera como si fuera a caer. Las famosas mariposas hicieron efecto en mi estómago y una sonrisa se formó en mi rostro.

-Ahora, ¿qué piensas sobre la pelea? -Preguntó él separándose.

De inmediato sentí todo mi cuerpo frío. Volví a acomodarme en el sofá y me aclaré la garganta.

-Siento que no estuvo bien que Leo le gritara a Madd y tampoco estuvo bien que Madd no separara al chico a tiempo, sé que no lo hizo a propósito, solo estaba anonadada por la situación.

-Bien, aún me faltan algunas personas y no tengo nada con que defender a mi amigo-Dijo con una sonrisa amarga.

-Apoyo cien por ciento a Leo, cuenta conmigo-Dije.

-Gracias-Sonrió cálidamente.

Él se despidió después de intercambiar números y se fue avisándome que iría a casa de Rose. No sé por qué, pero con Gabriel me sentía segura de ser yo misma, además de que cuando estaba con él, olvidaba todo lo que pasaba en mi entorno.

Esperaba con ansias mi cita con él, esta vez solo estaría con él y nada más se interpondría entre nosotros, tal vez iba muy rápido pero yo quería ser su novia, esperaba con ansias el día en que pudiera besar sus labios y decir que yo era su novia.

*Gabriel*

Estaba afuera de la casa de la chica, di unos pequeños golpes a la puerta y después escuché pasos bajando las escaleras y acercarse para recibirme.

-Hola Rose.

– ¿Hola? -Respondió confundida.

-Oye, quería preguntarte algo.

La chica se notaba nerviosa pues movía sus manos continuamente y miraba para todos lados.

– ¿Qué viste en la pelea entre Leo y Madd? -Solté con rapidez.

– ¿Yo? -Dijo apuntando a sí misma.

Asentí con la cabeza y ella prosiguió.

-Bueno, vi que Josh trató de besar a Madd y ella gustosa de eso.

¿Dijo…dijo lo que creo que dijo?

Si, lo dijo.

-No entiendo-Murmuré más para mí, pero ella logró escuchar.

-Hablo de que ella no se quitó y por eso Leo se enojó y le gritó.

Ok, quiero que defiendan a mi amigo, sí, pero no culpando a Madd.

– ¿Osea que estás defendiendo a Leo? -Cuestioné confundido.

Wow, eso no me lo esperaba.

Yo tampoco.

-Obviamente.

¿Eh? No lo puedo creer, esto fue más fácil de lo que esperaba.

No, espera, algo anda mal.

-Pero culpando a Madd-Añadí con el ceño fruncido.

-Cierto, porque fue su culpa, y opino que si ella se hubiera alejado él no estaría enojado, es mi punto de vista-Dijo seca.

¿Qué demonios…?

En toda nuestra pequeña conversación en ningún momento me invitó a pasar.

-Bien, esa fue una respuesta que sinceramente no esperaba escuchar-Dije sin poder parpadear.

– ¿Si? -Respondió sarcástica.

Su teléfono comenzó a sonar, ella miró la pantalla y sus pupilas se dilataron.

-Bueno, si me disculpas tengo cosas que hacer.

Dicho esto, cerró la puerta en mi cara a lo que yo me quedé anonadado, ¿que ella no tenía modales?

No, no los tiene.

Me fui directo a la siguiente casa, una de las más grandes y con la persona que podría responder todas mis dudas, pues había visto todo en vivo y en directo.

*Madd*

Me encontraba en mi casa, sentada en el sofá de la sala, viendo una película, con un bowl de palomitas entre las piernas. Alguien tocó a la puerta, puse pausa a la televisión y me levanté para abrir.

-Oh, hola Gabriel.

-Hola.

-Pasa, ¿qué necesitas?

-Este….bueno…quería preguntarte algo.

-Toma asiento-Le ofrecí y él obedeció, se sentó en el sillón que daba justo al frente de la televisión y yo en el individual de al lado.

-Cruella, yo amo esa peli-Dijo apuntando a la televisión.

-Yo igual, es muy interesante.

-Si-Me miró y después volvió a hablar-Ese no es el tema, el punto es que quiero que me cuentes todo lo que pasó en la pelea entre tú y Leo.

El nudo en mi garganta se hizo presente al escuchar aquel nombre tan perfecto.

-Claro.

– ¿De verdad me lo dirás? -Dijo con un asombro que hasta creí que fue sarcasmo.

-Sí, confío en ti-Me acomodé en el sillón y proseguí-Josh me pidió sentarse con nosotros y yo accedí, él casi me besa y sé que fue mi culpa por no detenerlo, Leo se levantó enojado y cuando lo seguí para tratar de arreglar las cosas él me gritó. Después lo vi salir de la escuela con una chica agarrada de la mano y ellos se besaron.

-Ok, haré una pausa aquí para decirte…Leo no besó a la chica, fue al revés y….bueno la otra parte le corresponde a Leo contártela, yo no puedo hacerlo.

En mi rostro se notaba un claro signo de interrogación, sabía que Leo tardaría algunos días en volver a hablarme, si es que lo hacía, pues él era tan orgulloso como yo.

-Bien, si continúo, él me gritó por teléfono la noche en que Asher me llamó para disculparse por besarme, o besarnos porque yo cooperé en todo eso.

-Espera, ¿tú y Asher se besaron?-Respondió con los ojos muy abiertos.

-Sí, pero Leo no sabe nada así que no le cuentes porque no sé cómo reaccionará-Dije rápido sin darle lugar a los comentarios de Gabriel.

-No te preocupes, de mi boca no saldrá nada.

-Sinceramente, siento algo por él, por Leo, desde que lo conocí sentí una atracción inexplicable y cada vez que se acercaba más a mí causaba que esa atracción creciera y ahora que lo perdí…no sé qué hacer.

Cerré los ojos suspirando.

-No lo perdiste-Murmuró él tratando de consolarme.

Sonreí amargamente.

-Claro que sí, ahora la tiene a ella.

-Ya te dije que las cosas no son así.

– ¿Y tú como sabes si no estuviste ahí? -Dije poniéndome de pie.

-Porque he investigado con varias personas ya, estoy tratando de buscar la forma de evitar el problema que está por crearse y también trato de hablar con Leo-Aclaró levantando cada vez más la voz.

Me quedé parada unos segundos sorprendida, de verdad necesitaba ese regaño. Reflexionando lo mal que me había portado con la persona que solo quería respuestas para encontrar una solución a un problema que me correspondía a mí, me sentí mal por como le hablé yo.

-Gracias por escucharme-Susurré.

-Gracias por responderme, yo ya me tengo que ir, nos vemos luego Madd.

Él se despidió y salió de mi casa. Quedándome yo sola y pensando en lo que había pasado y las probabilidades de que Leo aún me hablara, tomé el teléfono de mi casa y llamé a Penélope para ver si podía agendar una cita para mañana.

*Gabriel*

-Asher, comprende que no te puedes meter en esto.

-No voy a permitir que Leo lastime a Madd y salga endeble de esto. Voy a ayudar a Madd a solucionar su problema con Leo.

-Bien, defensor de los inocentes, déjame bajarte de tu nube y decirte que ese problema no te incumbe.

– ¿Y a ti sí?

– ¿De qué hablas? -Fruncí el entrecejo levemente.

-Eduardo me llamó diciéndome que su novia está enojadísima y todo por tú culpa-Reclamó.

– ¿Mi culpa?

-Sí, ella dijo que fuiste a interrogarla con cosas personales.

– ¿Qué…? Solo le pregunté sobre la pelea de Madd y Leo y si no me crees toma tu teléfono y llama a Hannah que también a ella le pregunté.

– ¿Para qué hiciste eso?

-Porque quería hacer un reportaje sobre la pelea, seguramente le pediré ayuda a la madre de Madd para que salga en la televisión. Solo imagínalo Asher, te harías famoso “Chico se aprovecha de la novia de su hermano solo porque no recuerda nada”, ¿Qué tal te suena? -Dije con sarcasmo.

Él rodó los ojos.

-La pregunta era en serio.

Suspiré pesadamente.

-Para ver las versiones de cada uno y no quedarme con la de la persona que solo defendería a su amigo apoyándolo para extinguir algo que todos tratamos de revivir.

-No va a funcionar.

-Ok, dejemos el tema de la pelea de lado, Rose está muy extraña, y se portó nerviosa conmigo, además ha tenido problemas con Eduardo y cuando le pregunté sobre la pelea culpó sin descaro alguno a su amiga y defendió a Leo como si fuera su novio.

-Rose culpando a Madd, eso es nuevo, la chica no suele ser muy cariñosa con ella, pero tampoco ha llegado a niveles tan extremos-Dijo sorprendido.

-Dime una cosa Asher, ¿es normal que ella cierre puertas en la cara?

-No lo sé, pero acostúmbrate a que lo hagan contigo.

-Muy chistoso-Dije rodando los ojos-También fui a casa de Madd y ella me contó todo, incluyendo que tú y ella se besaron y Leo no sabe nada.

-Sí, nos besamos, pero en la noche me arrepentí de eso y mi enojo volvió cuando le gritó a Madd por teléfono.

-Si comprendo eso-Dije mirando la puerta del baño que tenía colgada una canasta de baloncesto.

En el transcurso de esta discusión estuvimos todo el tiempo en el cuarto de Asher, yo sentado en la silla de su escritorio y él parado junto a la ventana situada al lado izquierdo de la puerta del baño, y la cual daba hacia el patio de atrás de la casa.

-Gabriel, nadie se puede enterar del beso.

-Entendido-Dije poniéndome de pie.

-Es en serio, Leo no puede enterarse-Advirtió señalándome con uno de sus dedos.

– ¿De que no puedo enterarme? -Esa voz con esas palabras fueron lo único que mi cuerpo necesitaba para debilitarse y que el miedo corriera por mis venas.

Mis pupilas se dilataron, mi mente se puso en blanco y sin saber qué decir miré a Asher quien su mirada se posaba del otro lado del cuarto, donde Leo se encontraba apoyado en el marco.

-Responde Gabriel, ¿qué es lo que no debo saber? -Dijo el chico mirándome con recelo.

-Es…es una sorpresa para la fiesta de caridad que Asher y yo estábamos organizando, pero ya no será sorpresa para ti.

– ¿Ah sí? -Cuestionó sarcástico- ¿Y cuál es esa sorpresa?

Pensé por unos segundos una mentira que fuera creíble y que pudiera llevarse a cabo, por si acaso ellos todavía no se arreglaban para el día del evento. Realmente nunca le había mentido a mi mejor amigo, pero le prometí a Madd no contar nada sobre el beso así que tenía que mantener mi promesa.

Piensa, eres muy bueno creando historias, no me falles ahora por favor.

Me aclaré la garganta.

-Es que como Madd ya no va a ayudarnos en el evento como camarera… Hannah, la cita de Asher se ofreció para hacerlo.

Asher miró a su hermano con expresión tranquila y éste me miró a mi interrogante, pero con un toque de cariño.

-Claro, ¿ya has salido con ella?

-No, aún no-Respondió Asher.

-Bueno, estoy algo ocupado por ahora, tengo que arreglar unas partituras para mañana en el taller y además estoy muy atareado con el evento-Dijo para después retirarse y entrar a su habitación.

*Leo*

Alguien tocó a la puerta de mi habitación y al momento en el que grité «adelante», Gabriel de adentro cerrando la puerta tras él mientras yo lo observaba desde mi escritorio, que se encontraba del lado derecho entrando al cuarto.

– ¿Qué pasa Gabriel?

-Si tu tiempo te lo permite me gustaría hablar contigo-Dijo sentándose en el almohadón.

Volteé la silla para quedar mirándolo de frente y él continuó.

– ¿Por qué no has tratado de arreglar las cosas con Madd?

-Porque no me interesa hacerlo-Mentí.

Me interesaba, claro que me interesaba. Ella era todo para mí y lo estaba perdiendo, el problema era que no sabía cómo disculparme, no sabía que decirle para justificar todo lo que le dije y tenía miedo a que me dijera que no me lo perdonaría nunca.

He tratado de mantener mi mente ocupada con todo lo del festival de Abril solo para no pensar en ella, en sus ojos azules, sus labios rosados, sus mejillas rojas y aquellas mecas que causaban tanta ternura, pero me era imposible.

– ¡Ay por Dios!, Ambos sabemos que es mentira y que te mueres porque te vuelva a hablar.

No respondí.

-Mira, si hablas con ella estoy seguro de que se van a arreglar.

Yo también deseaba eso, deseaba volver a tenerla cerca de mí, poder hacerla reír, llevarla a la escuela y tocarle canciones en el piano, pero aún seguía enojado.

– ¿Sabes acaso lo orgullosa que es ella? -Pregunté.

-El comal le dijo a la olla-Murmuró rodando los ojos.

Suspiré pesadamente.

-Sí, te recuerdo que conviví con ella-Dijo él.

– ¿Eduardo ya lo sabe? -Pregunté bajando la mirada hasta el suelo.

– ¿Qué cosa?

-Que mientras él estuvo de viaje tu conviviste con Madd y que hemos fingido que no la conoces.

-No, no le he dicho.

-Yo tampoco lo haré.

-Cambiando de tema, necesito tu versión, ¿qué pasó el día de la pelea?

Exhalé por la boca y levanté la mirada para observar al chico.

-Josh le pidió a Madd sentarse con nosotros y ella aceptó, él trató de besarla y yo me enojé mucho y salí de la cafetería, ella me siguió y cuando trato de explicarme todo yo le grité y hace dos noches hablé con ella por teléfono…bueno, técnicamente interrumpí a Asher por qué le grité desde el celular de Asher.

Él me miró con sorpresa y no sabía si era porque le sorprendió lo último que dije.

– ¡Tal para cual!, ¡De veras Dios porque no los juntas de una vez! -Exclamó él mirando hacia arriba como si así lograra que lo escuchara.

Lo miré extrañado y él pareció entender mi expresión.

-He pasado todo el maldito día preguntando versiones a todas las personas que estuvieron ahí, Hannah, Rose, Alice, Eduardo, Asher y Madd. Solo faltabas tú.

– ¿Madd? ¿Fuiste a casa de Madd?

-Si-Dijo alargando la «i».

– ¿Y cómo está?, ¿Está bien?, ¿Ha comido?, ¿Se siente bien?

-Wow, wow, relájate, ella está bien, ¡¿Ves?!, Te preocupas por ella, ella aún te gusta, admítelo.

-Nunca dije que me dejara de gustar.

-Entonces… ¡Porque demonios no arreglas las cosas y dejas de comportarte como un niño berrinchudo!

Comencé a reír por sus características expresiones que hacían evidente que no era de California.

Gabriel es buen amigo, a veces es un poco molesto, pero es genial…

-Tienes razón, lo haré mañana en la escuela.

– ¿Qué vas a hacer mañana en la escuela? -Habló otra voz en el marco de la puerta, era Eduardo.

-Pedirle perdón a Madd y volver a ser su amigo-Respondí.

Se quedó pasmado.

-Eso es sorprendente, estoy feliz por ti-Dijo Eduardo estrechando mi mano-Bueno, yo voy con Asher.

-Claro, gracias.

Gabriel y yo nos miramos con la misma expresión de no entender. Él se encogió de hombros.

Eduardo se fue y yo me quedé pensando en cómo le pediría perdón a la chica, ¿Y si le llevaba un regalo?, ¿O un peluche?, ¿O unos chocolates?

Y si dejas de ser tan obsesivo con ella y solo preparas tu discurso, porque créeme que con todas las babosadas que le dijiste, lo vas a necesitar.

Odio que tengas la razón.

-En fin, la hipocresía-A pesar de que Gabriel lo susurró yo logré escucharlo.

– ¿Hipocresía de quién?

El chico me miró sorprendido.

-De…. tuya, pues tú le vas a pedir perdón a Madd y lo gritas a los cuatro vientos, pero te peleas con la chica y no eres capaz de decírselo a tu mejor amigo.

Reí porque entendí que él se estaba poniendo celoso de que su hermano me felicitara.

-Oye, Leo, recuerdas el día que fuimos Madd, tú y yo al restaurante de su familia, que nosotros ni siquiera sabíamos que era de su familia.

-Si-Respondí sonriendo ante el recuerdo.

-Recuerdas que ustedes casi se besan y yo los interrumpí-Dijo riendo.

-Sí, y te odio por eso-Comenté mirando a la ventana que estaba del lado izquierdo entrando a mi cuarto y donde se encontraba la cama.

Gabriel siguió contando anécdotas y yo seguía riéndome de ellas, y así era nuestra amistad, él decía o hacía cosas raras y yo me burlaba.

*Eduardo*

-Asher, escucha, Leo le va a pedir perdón a Madd, no tiene caso seguir con el plan.

– ¡No Eduardo, no voy a permitir que la vuelva a lastimar! -Gritó él.

– ¡Por Dios! ¡Baja la voz que están aquí enfrente! -Susurré señalando la puerta.

-El caso es que no voy a sabotear a Leo, pero tampoco voy a dejar que sea novio de Madd.

– ¿Y qué vas a hacer?, ¿Le dirás que Leo tiene novia a escondidas?

Él lo consideró unos segundos.

-Es un buen plan.

– ¡Ni se te ocurra! -Advertí en un susurro- Hablaba en serio.

-Ya verás-Dijo él sonriendo.

-Cuando dices eso tengo miedo de quedarme sin hermano por seguir tu juego.


CAPÍTULO 13.-ARREGLAR LAS COSAS.


*Gabriel*

Llamé a Asher para platicar con él, pues lo que pasó con Rose no me dejaba tranquilo, sentía que a la chica le gustaba Leo, lo defendía mucho.

Además, tenía que hablar sobre lo del beso con alguien, nunca en la vida le había mentido a Leo y mucho menos con algo tan grave como ocultarle que su hermano besó a la chica que le gusta.

Ahora que lo digo en voz alta suena malo.

Porque lo es.

Antes solo sonaba extraño, pero ahora suena como si Asher se estuviera aprovechando de la situación para que la chica accediera a ser su novia.

Oh, que coincidencia, porque es justo lo que está pasando.

Una parte de mi decía que Asher no lo hacía a propósito, que solo lo hizo por un impulso en el intento de consolar a la chica, pero la otra parte dice lo contrario, pues ha está creando un plan para separar a Madd y a mi amigo de una vez por todas.

Asher llegó y se adentró a la casa, subimos a mi habitación y comenzamos a platicar, él me decía que había hablado con Eduardo y que este le había dicho que su novia seguía enojada con él por mi culpa, pero no fue mi culpa. Viéndolo desde mi punto de vista solo trato de ayudar a su amiga y ella trata de perjudicarla, nunca le pregunté nada personal y no tiene por qué enojarse.

Trato de ayudar a su amiga y ella trata de ofenderla y culparla de algo que en una parte si es culpable, pero en otra no: Es culpable por no quitar a Josh en cuanto se le acercó, y no lo es porque ella no hizo que el chico se le acercara a propósito.

– ¿Qué se supone que vas a hacer? -Pregunté refiriéndome al plan del que Eduardo me había hablado.

-Nada, tu hermano me dijo ayer que Leo le pedirá perdón a Madd, solo voy a cuidar de mi amiga.

-Espero que solo eso, porque no sé qué pueda llegar a pasar si Leo se entera que todavía te gusta.

-Ya no me gusta, me gusta tu prima y…

-Pero de cierta forma te sigue gustando Madd y es algo que no puedes negar-Interrumpí levantando la voz.

-No te mentiré, siento cierta atracción hacia ella, pero desde que empecé a hablar con Hannah es como si ella lograra que me olvidara por completo de los problemas que estoy teniendo con Leo.

-Tienes problemas porque quieres.

– ¿Qué? -Preguntó incrédulo.

-Sí-Afirmé dándole a entender que me había escuchado bien-Tienes problemas porque estas aferrado a «proteger» a Madd-Dije haciendo comillas con los dedos-Ella tiene diecisiete años, sabe cuidarse y tienes que comprender que no la puedes proteger de todo.

Él no dijo nada.

-No puedes evitar que pase por cosas tristes porque no estaría viviendo, la vida no solo se compone de momentos felices, también los hay tristes, depresivos, eufóricos….

-Claro, oye, ¿quieres ir al cine? -Preguntó cambiando de tema.

La verdad es que yo estaba cansado de discutir sobre eso, así que decidí darle por su lado.

– ¿Acaso me estás invitando a una cita Asher Williams? -Dije parpadeando varias veces.

Él carcajeó.

-No seas imbécil, yo invitaré a Hannah y quiero ver si tú quieres ir con Madd, así saliendo de la película vamos los cuatro a cenar.

– ¿Cuándo es nuestra cita? -Pregunté bromeando.

-Mañana-Respondió rodando los ojos.

-Bien, estaré ahí, pero tengo que llamar a mi mejor amiga, ella es la que me ayuda para ver que me voy a poner, tengo que lucir bien ante ti.

-Ya deja eso-Se quejó cubriendo su cara con ambas manos.

Amaba hacer reír a las personas y era algo que se me daba muy bien, cualquier cosa que pensaba lo decía y causaba una risa de otra persona y sinceramente eso se siente fantástico, saber qué hacía felices a las otras personas era algo maravilloso y una sensación inigualable.

-Cambiando el tema-Inicié poniéndome de pie- ¿No crees que la novia de Eduardo está extraña?

-Depende del sentido en el que estemos hablando.

-Hablo de que Eduardo me cuenta que la chica se está distanciando de él y además defiende a Leo y culpa a su amiga.

– ¿Y? -Expresó él levantando las manos a sus costados.

-Creo que a Rose le gusta Leo.

Asher levantó ambas cejas y desvió la vista de mis ojos, miró pensativo a un rincón de la habitación y después caminó hasta la puerta.

– ¿A dónde vas? -Cuestioné.

-Voy a arreglar algunos asuntos-Finalizó para después abandonar mi habitación y posteriormente la casa.

*Asher*

Leo se arreglaría con Madd, comprendía eso, pero igual voy a protegerla, no voy a dejar que él la vuelva a lastimar, es mi hermano y lo quiero, también le doy mi apoyo si lo necesita, pero si se trata de defender a Madd él se puede olvidar de mí. Ella me gusta y lo de Hannah es solo una tapadera para que mi plan funcione.

Eduardo tomó una decisión y dijo que no me iba a apoyar con mi plan pero tampoco me delataría, dijo que mientras Leo tratara de arreglarse con Madd él no se entrometería y eso no me molestaba, él siempre hacía lo que él creía correcto y era algo que admiraba de mi amigo. Todo el mundo podía decirle que lo que hacía estaba mal, pero él no hacía caso y creo que de eso se trata:

“No hagas lo que la otra gente opina, haz lo que creas correcto, pues solo así aprenderás de tus errores y si te equivocas no podrás culpar a los demás. Cada cosa que tu decidas repercutirá en ti, serán tus decisiones, tus problemas y tus resultados, para bien o para mal.”

Invité a Gabriel al cine para que acompañara a Madd, sé que pude invitar a Leo, pero si soy empático con Madd me daré cuenta que sería incómodo ver al chico que te gritó y que no te habla desde hace tres semanas, y además tener que compartir sala de cine y palomitas. Por eso me decidí por Gabriel, ella le tiene confianza a él y además se llevan muy bien.

Iba en mi auto dorado camino hacia la casa de una de las amigas de Madd, sinceramente quería comprobar una de las teorías que desde hace ya algún tiempo se había creado en mi cabeza, pero había desaparecido cuando Eduardo me contó que empezó a salir con una chica. Sé que suena raro pero si las sospechas de Gabriel y las mías eran ciertas tenía que hablar con Eduardo lo antes posible.

Llegué a mi destino y después de estacionar mi auto bajé de éste.

Estaba parado frente a la puerta de aquella casa de fachada roja, esperaba impacientemente que aquella chica de cabellos negros y rizados y con ojos café obscuro abriera la puerta, y cuando lo hizo pude notar en su cara una expresión de confusión.

-Hola Rose, quería hacerte una pregunta.

– ¿Qué pregunta? -Cuestionó cansada.

– ¿Te gusta mi hermano? -Pregunté de golpe y la chica me miró asombrada.

Movió sus ojos hacia todos lados y después me miró.

-No… ¿puedo saber a qué viene tu pregunta?

-Bueno digamos que Eduardo me dijo que tú estabas enojada porque Gabriel te había hecho preguntas personales, pero la versión de Gabriel es muy diferente-Expresé entrecerrando los ojos.

– ¿A sí?, ¿Qué te dijo él? -Preguntó frunciendo los labios y levantando una ceja.

-Que tú defendiste a mi hermano, pero culpando a Madd por la pelea… y tomando en cuenta que tú nunca culpas a tu amiga y que desde que llegó Leo tú has estado más atenta a él…

No pude terminar mi oración pues ella me interrumpió.

-Las cosas no son como tú dices, sabes muy bien que a mí me gusta Eduardo y no tienes por qué levantarme falsos.

-No te estoy levantando falsos, solo es mi opinión.

Sabía que eso le iba a doler porque fueron las mismas palabras que ella usó cuando Gabriel le preguntó sobre lo de Madd.

De no ser porque su teléfono sonó jamás me hubiera dado cuenta de que lo tenía en la mano. Por ende, no hubiera visto quien le estaba llamando, la pantalla mostraba un claro «Jason», con un emoji de corazón.

La chica se percató de que miraba su celular y se apresuró a levantarlo y colgar la llamada para después decirme:

-Es mi primo, usualmente me habla para saber cómo estoy.

-Claro, no tienes por qué darme explicaciones.

La chica pareció notar mi sarcasmo y me miró mal.

-Si me disculpas Asher, tengo cosas más importantes que hacer.

Y sin dar paso a mis palabras me cerró la puerta en la cara. Gabriel tenía razón, cerras puertas en la cara es algo que Rose hacía muy seguido.

*Madd*

Lunes en la mañana y yo me encontraba entrando a la escuela, caminaba por los pasillos y me sorprendí al darme cuenta que las personas al final de este me observaban. Asher y Leo. Por alguna extraña razón mis mejillas se ruborizaron cuando Leo me guiño un ojo para después caminar y perderse de mi campo de visión.

¿Yo ya no estaba enojada?, ¿Todo estaba bien? Sí, todo lo estaba, y eso solo gracias a una persona.

Gabriel…

Alice se posó detrás de mí con una sonrisa iluminando su rostro.

-Buenos días-Dije.

-Buenos días, adivina quién tiene una cita con Gabriel mañana.

Mis ojos se abrieron como platos.

-Eso es genial, estoy feliz por ti, Gabriel es todo un ángel.

-Gracias, me gustaría decir lo mismo de ti y Leo.

-Hablando de eso-Mencioné acercándome a ella- Lo acabo de ver al final del pasillo y me guiño un ojo-Dije mientras mi rostro mostraba una sonrisa boba.

– ¡Nooo! -Susurró la chica.

Asentí con la cabeza.

-Esas son excelentes noticias-Volvió a susurrar.

– ¿Por qué susurras?

-Por si nos escucha-Habló de la misma manera.

Reí para después tomar mis cosas y caminar hasta mi salón.

Sinceramente me sentía muy bien, por lo que pasó con Leo esta mañana supongo que me volverá a hablar y eso sería genial, imaginarlo a él de nuevo junto a mí era lo más lindo del mundo. Estas últimas semanas he estado sola en mi casa, mis padres salieron de viaje y regresarán hasta esta tarde, antes tenía la compañía del chico y ya no.

Eso era algo que me hacía sentir mal, pero lo que realmente me mataba era saber que él se encontraba disfrutando de momentos felices con la chica con quien se besó.

«Supérala»

Tomé todas mis clases y desayuné con mis amigas, supuse que Leo se acercaría a mí pero no lo vi en todo el descanso, cuando mis clases terminaron y yo me encontraba en mi casillero tomando los libros de mi tarea, Asher me llamó por teléfono invitándome al cine y diciéndome que él invitaría a Hannah, mi amiga, lo cual me sorprendió y me dijo que invitaría a Gabriel para que yo no estuviera sola lo cual me pareció muy buena idea.

Iba saliendo de la escuela, miré hacia el estacionamiento y encontré a Leo apoyando en su moto mirándome, estaba a punto de bajar el primer escalón para ir hacia él cuando alguien me jaló del brazo, miré a la persona detrás de mí y después a Leo quien también observaba al chico con detenimiento.

¡No!¡No!¡No!¡No ahora! ¿Dios por qué me haces esto a mí?

¿Qué hago?

Bofetada y corre, ahora.

¿Qué…?

Josh me sujetó del brazo y me volteó, no quise comportarme grosera con él así que decidí darle unos minutos de mi tiempo.

– ¿Qué necesitas?

Él me miró con detenimiento de pies a cabeza y sonrió.

-Quería invitarte a salir.

¡Ammmmmmmm!¡No claro que no!

Gritó mi subconsciente.

-No, Josh.

– ¿Qué?, ¿Por qué no?-Preguntó sin borrar su sonrisa.

-Porque no quiero, y suéltame-Dije empujándolo.

Eso solo causó que su agarre fuera mucho más rudo hasta el punto de sentir dolor.

– ¡Auch!, ¡Josh suéltame!, ¡Me lastimas! -Me quejé sacudiéndome.

– ¡Escúchame muy bien, nadie me rechaza! -Gritó tan cerca de mi cara que sentí mi cabeza retumbar.

Él comenzó a sacudirme con rudeza hasta el punto de que sintiera que caería al suelo. Seguía gritándome cosas, pero yo no entendía nada, me zumbaban los oídos.

Alguien me zafó del agarre de Josh y lo golpeó, ni siquiera me detuve a ver si Leo seguía aún apoyado en su motocicleta, pues lo tenía frente a mí, dándome la espalda mientras tenía a Josh tomado de la camisa y pegado contra la pared.

-Escucha idiota, donde te vuelvas a acercar a ella, si quiera le diriges la palabra te juro que te voy a matar.

El pelinegro se fue y Leo se dio la vuelta mirándome.

-Gracias-Susurré aún algo asustada.

Él miró con detenimiento mi brazo y después acercó su mano para tocar y dar leves caricias a la marca que adornaba mi brazo con su dedo pulgar. Todo a mi alrededor dejó de existir cuando pude volver a sentir su cálido roce en mi piel. Aquel tacto tan suave y reconfortante que solo lo tenía él.

Pero no todo es perfecto, ¿verdad?, al parecer su enojo volvió y cómo dolió eso.

-Quítate de mi camino-Espetó él bajando las escaleras.

No comprendía a este chico, primero me defendía y después me hablaba mal, sinceramente no sabía cuál era su juego, pero igual me gustaba mucho. Supuse que él me pediría perdón o me hablaría bien pero no fue así, ¿Y si yo era quien tenía que pedirle perdón a él?, ¿Pero por qué?

Esa tarde tenía agendadas varias cosas, la primera de ellas era la cita con Penélope, después la salida con los chicos y de ahí tenía entendido iríamos a cenar.

&&&&&&&&&&&

-Bueno Madd, ¿qué te trae a adelantar nuestra cita?

La madre de Leo había aceptado atenderme hoy y yo agradecía mucho su comprensión, realmente tenía que aclarar algunas cosas y preguntarle otras, nada relacionado conmigo o mi accidente. Ahora que lo pienso, estoy comenzando a dejar el accidente atrás, desde que Leo llegó a mi vida todos esos recuerdos se desvanecen.

Me aclaré la garganta algo incómoda.

-Perdona si te molesto Penélope, pero es que quería hablar contigo de algo.

La mujer me miró con el entrecejo levemente fruncido y una sonrisa en los labios. Nos encontrábamos en su oficina, ella sentada en su silla y yo frente a ella, mirando que su escritorio estaba completamente limpio.

Usualmente se encontraban miles de papeles allí encima pero hoy no.

-Quería hablarte sobre Leo.

Su sonrisa se ensanchó.

-Adelante, creo saber que pasa, pero dime, ¿Qué quieres saber de mi hijo?

-Bueno…quiero saber…-Mordí mi labio inferior-…si yo le gusto.

La sonrisa de la mujer se ensanchó aún más al escuchar aquellas palabras.

-Sinceramente creo que sí, ahora están peleados, ¿No?

-Sí, ¿él se lo dijo?

-No, pero conozco a mi hijo, desde hace tres semanas tiene una mirada desanimada y triste-Hizo una pausa para mirar en uno de los cajones del escritorio y después me miró-Recuerdo que hace unos días me platicaba muchas cosas de ti con una emoción que nunca vi en él, ¿por qué se pelearon?

Mi cabeza se convirtió en un debate, no sabía si contarle la historia, estábamos hablando de su hijo.

¿Qué tal si lo defiende a él?

Ella nunca te ha juzgado, solo va a aconsejarte.

Pensé en no decírselo, pero después recordé que ella tenía casi dos años de conocerme, seguro que me ayudaba. Al final le conté toda la historia, desde lo que pasó el día de la pelea hasta lo que pasó esta mañana a la salida de la escuela y la mujer me escuchaba con suma atención.

-Bien, si Gabriel habló contigo seguramente también con él, y por eso esta mañana te miraba, después de la pelea de esta mañana tal vez te habló así porque aún seguía enojado con Josh.

-Entonces… ¿ya no me odia?

-Nunca te odió, jamás podría odiarte.

-Quiero hablar con él, decirle que su maldita indiferencia me está matando y necesito decirle que lo amo, que me gusta y que lo quiero volver a tener junto a mí-Dije tan rápido y sin darme un tiempo para tomar aire.

-Así que también te gusta.

-Si-Dije apenada sintiendo mis mejillas arder de la vergüenza.

Le estaba confesando a mi psicóloga que me gustaba su hijo, eso no se ve todos los días, pero creo que yo le agrado a Penélope. Tengo una relación de años con Asher, una de casi dos años con Penélope y una de dos meses con Leo. Aunque no me hable sigo contando los días desde que lo conocí.

-Veré que puedo hablar con Leo, y ver si lo puedo hacer recapacitar.

-Solo no le digas que soy tu paciente.

-No lo haré, mientras que tú no lo hagas negaré cualquier cosa.

Me despedí de ella y salí camino a mi casa, tenía que arreglarme, en media hora pasarían Hannah, Asher y Gabriel por mí para ir al cine.

*Penélope*

Realmente siempre pensé que ser psicóloga sería de mucha ayuda para cuando tuviese hijos, se comprenderlos, escucharlos, arreglar problemas y trato de ser una buena madre, justa y equitativa, pero, ¿Qué haces cuando a tus dos hijos les gusta la misma chica?

No creo que la chica sea como un pastel que puedes partir en dos mitades iguales.

Bueno, lo único que puedo hacer es hablar con los dos y pedirles que no discutan, de la chica depende con cuál de los dos quiere estar. O si no quiere estar con ninguno.

Llevo atendiendo a Madeleine desde hace casi dos años y en ese tiempo no vi ningún cambio en su actitud, por más que le platicaba sobre algunas actividades para hacer con su familia y amigos cada que iba conmigo me platicaba del nuevo libro que se había terminado y cuando lo le decía que conviviera con las personas en la vida real ella me malentendía.

La literatura no es mala, al contrario, es muy buena y no me refiero a un tipo de lectura, todo tipo es bueno. La literatura educativa te ayuda a nivel académico, las novelas juveniles te enseñan problemas de la vida y cómo enfrentarlos –siempre y cuando seamos realistas- y las de ciencia ficción y terror te ayudan a escapar de la realidad.

Escapar del mundo real es bueno, como psicóloga puedo asegurar que es bueno salir del mundo en el que vives, reducir el estrés y vivir en los mundos con los que sueñas.

Mi hijo Leo también ama la literatura, él es una persona que no sale mucho, todo el mundo me pregunta si se ejercita y yo respondo que sí, Gabriel y él salen todas las mañanas al gimnasio.

Mientras que Asher, es jugador de baloncesto y le gusta mucho ver películas, se pasa el día entero con Eduardo, salen mucho a platicar y por lo que sé a él le gusta la mejor amiga de Madd, o eso dice él.

Adentrándome a mi casa escuché a alguien corriendo de un lado a otro en el piso de arriba. Dejé mi saco y mi bolso en el perchero de la entrada y llamé a Leo, él respondió a mi llamado corriendo escaleras abajo para recibirme.

– ¿Qué pasó mamá? -Me dio un beso en la mejilla y yo lo devolví.

-Hijo, tengo que hablar contigo.

Él me miró con una sonrisa y su entrecejo levemente fruncido.

Lo pasé a la sala, él se sentó en el sofá más grande mientras que yo me senté en el individual que estaba frente al grande.

– ¿Pasó algo con la chica?

– ¿Qué chica? -Preguntó él.

Hice una mueca fingiendo que estaba tratando de recordar el nombre.

-Madd.

Él bajó su sonrisa.

– ¿Cómo lo sabes?

-Soy psicóloga y tu madre, sé cuándo le pasa algo a mi hijo.

-Problemas de adolescente, eso es todo.

– ¿Quieres platicarme?

Me sorprendió que me hablara con toda sinceridad contándome absolutamente todo lo que pasó y cómo se sentía, la versión de Madd y mi hijo coincidían perfectamente.

– ¿Y por qué no le pides perdón?, Seguramente ella también quiere estar contigo otra vez.

-Sí, es justo lo que voy a hacer, pero mañana por que hoy mi papá me pidió que le ayudara con unas cosas.

– ¡Ah no!, Primero estas tú y tu felicidad y después cualquier tipo de cosa material, ahora mismo llamo a tu padre y le voy avisando que no te espere, mientras tu ve a alistarte.

Él me dio una sonrisa y se levantó para darme un cálido beso en la mejilla para después subir corriendo.

Antes de llamar a mi esposo decidí subir para avisarle a Asher que ya estaba en casa, toqué a la puerta y al no recibir respuesta entré a la habitación, mi hijo salió presuroso del baño mientras se veía en el espejo.

-Oh…mamá no escuche cuando tocaste.

– ¿Vas a salir?

-Sí, voy al cine con Hannah.

– ¿La mejor amiga de la novia de tu hermano?

Sabía que no eran novios, pero quería ver si a Asher de verdad le gustaba Hannah o le seguía gustando Madd.

– ¿Novia? -Dio una risa-Madd no es la novia de Leo, ellos ni siquiera se hablan.

-Bien-Dije asintiendo con la cabeza.

Él se volvió a adentrar al baño y salió con una colonia en la mano.

– ¿Solo irán ustedes dos?

-No, Gabriel y Madd irán, pero ellos entrarán en otra sala.

– ¿Y por qué no invitas a tu hermano? -Sugerí al darme cuenta de que Leo iba a buscar a Madd en su casa y no la encontraría.

-No, creo que sería algo incómodo para Madd.

Tomó su chaqueta y se despidió de mí con un beso en la mejilla y un abrazo.

-Te amo mamá, ¡nos vemos luego! -Gritó ya afuera de la habitación.

*Leo*

-Sí papá, tengo que ir a hacer algo importante, pero voy en cuanto me desocupe…sí….nos vemos.

Colgué el teléfono y miré hacia enfrente, me encontraba en el auto azul oscuro de Eduardo, él iba conduciendo rumbo a casa de Madd.

-Entonces-Inició él rompiendo el silencio, causando que lo mirara- ¿Vas a pedirle perdón?

-Si.

-Bien, prepara tu discurso porque ya llegamos.

Señaló la casa del otro lado de la calle, cuando me encontré frente a esta, toqué el timbre y una mujer de cabellos negros y ojos marrones me miró sonriendo, era su madre, la había visto el día del convivio.

-Buenas tardes señora Lodge, ¿puedo hablar con Madd?

-Oh… ¿ella no se encuentra contigo? -Preguntó frunciendo el ceño.

Pude notar que la mujer comenzó a alterarse al no saber con exactitud el paradero de su hija, y con mi respuesta se alteraría mucho más.

-No señora.

-Ella me dijo que iría con el hijo del profesor Williams al cine junto con su amiga.

Y ahí entendí todo, solté un suspiro.

-Salió con Asher, mi hermano, no se preocupe ella está bien.

La mujer se relajó y añadió:

-Gustas dejar algún recado, cuando llegue yo le digo.

-No, mañana en la escuela hablo con ella.

Tracé mi camino al auto de Eduardo con un nudo en la garganta, ¿Por qué cada vez que quería hablar con ella tenía que pasar algo?, ¿Acaso el destino no quería que nos uniéramos?

– ¿Qué pasó? -Preguntó el pelirrojo que presenció la escena desde adentro del auto.

-Salió con Asher y con Hannah al cine.

-Ok, te llevo con tu papá entonces.

-Si-Dije mirando al frente con los labios aptretados.


CAPÍTULO 14.-LEALTAD.


*Gabriel*

Llegamos a la casa de Madd, ella iba saliendo, íbamos a usar mi auto, pero al final nos decidimos por usar el dorado de Asher. La chica subió en la parte de atrás donde me encontraba yo y el otro chico arrancó el auto.

– ¿Qué película van a ver ustedes chicos? -Preguntó la pelirroja.

-No sé, la que Madd quiera-Dije.

-Creo que hay que revisar la cartelera-Esta vez habló Madd.

Llegamos al centro comercial y nos dirigimos a la parte del cine, caminamos hasta la cartelera y mientras Hannah y Asher pedían boletos -ya que ellos ya habían escogido su película- Madd y yo revisamos qué película nos interesaba a los dos.

– ¿Qué te parece esa? -Dijo la chica señalando una.

-No me gustan las películas de acción.

Ella me miró sorprendida como si decirle eso fuera lo más extraño del mundo. Sé que a todo hombre le gustan las películas de acción y todo lo que tenga que ver con armas y matar, pero no era lo mío, a mí me gustaban más las comedias románticas, las comedias, las películas de terror y por supuesto las de Disney.

– ¿Qué te parece esa? -Señalé yo.

-Las películas de terror me gustan, pero no en un cine, estresaré a todos con mis gritos-Dijo ella haciendo una mueca.

– ¡O que la…!, Ni tú ni yo, Cruella.

Me miró con una sonrisa y asintió con la cabeza.

Después de comprar nuestros boletos y las palomitas Hannah nos llamó para reunirnos todos antes de entrar a su respectiva sala.

-Bueno, si ustedes salen primero que nosotros nos esperan dentro del centro comercial, ¿ok?

-Sip-Dijo Madd.

-Bueno, antes de entrar a la película… ¡Selfie!

Todos nos acomodamos para la foto y después de tomarla pude ver como Hannah la posteaba en Instagram etiquetándonos a todos.

Entramos a ver la película y como era de esperarse salimos primero, decidimos ir a una librería para observar los nuevos libros en venta, Madd los quería ver y eso no me molestaba.

– ¿Te gusta mucho leer?

-Si.

-Suponiendo que voy a empezar a leer, ¿qué libro me recomendarías? -Cuestioné.

-Ammm…el principito, o la saga de crepúsculo.

-Creo que vi las películas.

La chica comenzó a reír y después me sacó de la librería a jalones diciéndome que era muy diferente un libro a una película. Le pedí que me acompañara por una malteada porque tenía sed y después de comprar una para cada quien nos sentamos.

-Gabriel, ¿nos podemos tomar una foto?

-Claro.

Ella tomó la foto con su celular y me la mando, acto seguido la publicó en sus historias de Instagram. Siguió revisando la aplicación hasta que entró a las historias de su mejor amiga, había una foto de ella junto con Asher afuera del cine. La chica estaba besando la mejilla del rubio y eso me sorprendió.

-Wow, parece que ellos de verdad se gustan-Comenté.

-Sí, se ven lindos juntos-Expresó con felicidad.

Cuando nos juntamos con los otros dos chicos nos fuimos todos a un bar, tomamos un poco, todos menos Asher que iba a conducir. Cenamos y después llevamos a las chicas a sus casas.

*Leo*

Eduardo me estaba haciendo compañía ya que mi mejor amigo se había ido al cine junto con mi hermano, parecía que habíamos hecho cambio de mejores amigos, Asher se llevó al mío y yo me quede con el suyo.

Terminé de comprar las cosas para la fiesta de caridad junto con mi papá y decidí irme a casa a platicar con Eduardo, pero él tenía otros planes, comenzó a revisar sus redes sociales mientras que yo acomodaba las partituras que estaban regadas en mi escritorio.

«Un vil marranero»

Eso sonó a Gabriel al ver mi desorden.

-Oye Leo-Mencionó el pelirrojo.

-Vaya, creí que no habías notado mi presencia por estar en el celular-Dije con sarcasmo.

Él rodó los ojos.

– ¿Ya viste las historias de Instagram de Hannah?

-No, ¿por qué?

Me acerqué para ver la pantalla de su celular y me sorprendió mucho ver aquellas fotos, eso solo era señal de que a Asher de verdad le gustaba Hannah y ya había olvidado a Madd. Justamente hablando de ella, en cuanto terminaron las historias de Hannah se presentaron las de Madd donde podía ver en su mayoría fotos de ella y Gabriel en el centro comercial y después un video de ellos dos bebiendo alcohol en un bar.

Y ahí fue donde todos los celos dentro de mí explotaron, ¿por qué ella pasaba tiempo con él y no conmigo? Mi furia pudo más que mi cordura y tomé mi celular para llamar a Madd. Eduardo no tenía ni idea de lo que hacía, pero no le dio mucha importancia hasta que escucho mi enojo.

Marqué al número de la chica y ella respondió.

– ¿Diga? -Respondió la chica con voz extrañada.

– ¿Qué demonios hacías con mi mejor amigo?

-Fuimos al cine, a ver una película-Dijo ella algo desconcertada.

– ¡¿Y por qué con él?!, ¡¿No te pudiste tomar la molestia para hablar conmigo y decirme que si te quería acompañar?!

-Por qué Asher fue quien me invitó a mí y me dijo que Gabriel me acompañaría.

– ¿Ya no quieres estar conmigo? -Pregunté con un nudo en la garganta, me sentía realmente mal, yo quería estar con ella, pero al parecer ella no conmigo.

Ella no respondió a mi pregunta lo cual hizo que tomara su silencio como un sí.

– ¡Responde! -Grité- ¡¿Qué es lo que quieres?!, ¡Que te diga que sí estoy celoso, pues si estoy muy celoso, pero no sé por qué te empeñas en hacer que me enoje contigo!

Escuché leves sollozos del otro lado del teléfono y me arrepentí de haberle hablado así, me sentía como un completo imbécil, como una basura de persona y estuve a punto de disculparme, pero alguien me arrebató el teléfono y colgó.

-Leo, relájate, por una vez en tu vida escucha tus palabras y trata de pensar mejor lo que dices. Tienes que aprender a controlarte, respira y recuerda que no estás solo, estamos tus amigos para apoyarte.

Escuché el sonido de la puerta y luego los gritos de Asher indicando que ya había llegado junto con Gabriel.

-Si Asher se entera de esto te va a matar-Susurró-Pero tu secreto está a salvo conmigo.

Los dos chicos entraron a la habitación y nos miraron.

– ¿Qué hacían?

Eduardo los miró.

-Estábamos viendo sus historias de Instagram, tú y Hannah…

Asher solo sonrió.

Y así continuamos fingiendo que todo estaba bien, sabía que ahora estaba en más problemas con Madd y era cuestión de tiempo para que Asher se enterara por Hannah. Realmente que Asher se enterara era lo que menos me importaba, Eider, mi pequeño y delicado ángel se encontraba llorando por mi culpa, ¿por qué?, ¿por qué tenía que ser así?

&&&&&&&&

Sabía que mi madre a esa hora estaba en su oficina trabajando, pero no podía esperar para hablar con ella así que me decidí a ir.

Entré al edificio y cuando llegué a la puerta donde -del otro lado- se encontraba mi madre, di unos suaves golpes con mis nudillos y ella me indicó que pasara.

-Hijo-Mencionó sorprendida- ¿Qué pasa?

-Pequeño accidente-Dije desviando mi vista y sentándome en el sillón que había en un rincón de la sala.

– ¿De qué?

-Fui a buscar a Madd a su casa, pero no estaba.

-Sí, tu hermano me dijo que iría al cine.

– ¿Y por qué no me avisaste para ir al cine con él? -Pregunté desconcertado.

¿En serio le estaba dando preferencia a mi hermano?, ¿Por qué no me apoyaba a mí?, conociendo toda la verdad me debió de apoyar.

-Porque tu hermano me dijo que a Madd no le hubiera gustado tener que compartir toda la tarde con el chico que le gritó y no se disculpó.

Bueno de cierta forma tenía razón, pasaría eso por alto sabiendo que el que estuvo mal fui yo.

-Bueno, el punto es que ahora siento cierto odio por Madd.

La mujer me miró sorprendida.

– ¿Cómo?, ¿Qué pasó?

-Ella subió fotos de ella y Gabriel juntos y se veían muy felices y yo estoy celoso por eso.

La mujer de cabellos rubios como los de mi hermano y me dio una mirada de desaprobación y se levantó de su escritorio para ponerse de rodillas frente a mí y acariciar mi mejilla.

-Hijo…si estas celoso no la odias, los celos son un sentimiento para demostrar que no quieres que alguien le haga daño a la persona que tú amas, porque sientes que ella es la persona más valiosa en tu vida y verla llorar te destrozaría por completo…..Además, no tiene nada de malo que Madd se divierta con Gabriel, sabes que él es buen chico, que jamás la lastimaría y la va a cuidar en tu ausencia…sabes que a él le gusta Alice y aunque no le gustara nadie, estoy segura de que nunca te quitaría a la chica que tú amas, porque eso es la verdadera amistad. Amistad se define en una sola palabra: Lealtad.

Y esa pequeña reflexión de mi madre me hizo comprender todo, me cambió por completo el panorama desde el que veía que Madd y mi amigo salieran a divertirse. Madd estaba saliendo del dolor que yo le había causado, logró olvidar una parte de todo por estar con Gabriel y no tenía nada de malo.

Mi madre era una persona que sabía muy bien cómo arreglar las cosas, por una parte, amaba tener una mamá que supiera descifrar lo que tenía sin que yo dijera ni una palabra, pero a veces no me gustaba eso.

Había días en los que no quería hablar con nadie y ella, con tan solo una mirada, sabía lo que me pasaba.

Abracé a mi madre que se encontraba aún de rodillas ante mí y ella me envolvió con sus brazos.

-Tengo miedo mamá, no quiero perderla, la amo, la amo mucho.

-No vas a perderla, solo habla con ella y verás como todo se resuelve.

*Madd*

– ¿Cómo?, ¿Se puso celoso? -Cuestionó Hannah.

Como era de esperarse llamé a mis tres fieles y cariñosas amigas, Rose estaba sentada en el sillón de mi cuarto escuchando todo, Alice estaba de un lado de la cama abrazándome, Hannah del otro lado y yo en medio de las dos. No estaba llorando, si lloré cuando Leo me gritó y debo admitir que soy una persona muy sentimental, pero todo se calmó cuando mis amigas llegaron.

-Sí, eso me dijo él-Respondí.

-Mira, no tiene por qué, solo te divertías con Gabriel y eso no tiene nada de malo.

Mi cerebro reaccionó y me di cuenta de que había subido una foto con Gabriel, el chico que le gusta a Alice, y ella estaba conmigo consolándome.

-Alice, perdón por publicar esa foto, no debí.

– ¡Ay por Dios!, Madd, no importa, Gabriel me había dicho que ustedes saldrían y está muy feliz de poder convivir contigo, no me molesta, él es muy buena persona y sé que no le gustas.

La miré con expresión relajada y ella rápidamente añadió:

-No me malinterpretes, eres preciosa y muy buena persona, pero él me dijo que no le gustabas.

-Oh…no, lo entendí desde el principio.

-Trata de relajarte, piensa que muy pronto todo se va a arreglar-Mencionó Hannah jugando con unos mechones de mi cabello.

-Eso espero-Dije algo desanimada.

– ¿Y tú Rose?, Llevas ahí sentada desde que llegamos y no has dicho ni una palabra.

Ella me miró haciendo un mohín, como si estuviera pensando en qué decir.

-Bien, sé que las cosas no se arreglan por arte de magia, pero, lo único que tienes que hacer es divertirte y dejar de pensar y preocuparte de las cosas, eres muy hermosa y estoy segura de que Leo caerá a tus pies después de lo de este sábado.

– ¿Qué hay este sábado? -Cuestionó Alice.

-Una fiesta en casa Jess, una amiga de la secundaria y que asiste al mismo taller que Madd.

– ¿Jess?, ¿Hará una fiesta?

-Sip, y me invitó, dijo que podría llevar a mis amigas pero que obligatoriamente tenías que ir tú.

– ¿Y por qué no me lo dijo a mí?

-Porque tú no has ido al taller desde hace meses y no tenía tu número -Dijo apuntándome con su dedo índice-Mira, ayer me llamó mi primo para decirme que Jess me estaba tratando de contactar para invitarme a la fiesta.

-Bueno Madd, prepárate, porque mañana vamos a comprar un vestido, las tres necesitamos uno.

-Me gusta la idea de ir-Comenté sentándome en mi cama.

Hannah y Alice se despidieron y se fueron, Rose dijo que se quedaría un rato más para platicar. Estuvimos hablando sobre muchas cosas, entre ellas estaba la fiesta del sábado. Ella contaba que Jess era una persona que se lucía con las fiestas y que no invitaba a mucha gente, al contrario, solo iban algunos conocidos de la chica y la persona que jamás podía faltar era Rose.

Ella se despidió de mí después de un rato y me dijo que me llamaría mañana, cuando estuvo a punto de cruzar la puerta de mi cuarto la llamé:

-Rose.

Ella se dio la vuelta y me miró sonriendo.

-Gracias por ayudarme y por estar siempre conmigo.

Ella se acercó a la cama y se sentó a un lado mío.

– Voy a ser tu amiga por siempre y te voy a apoyar-Dijo ella abriendo sus brazos para que yo me uniera a un abrazo que correspondí.

-Gracias-Susurré.

-Y siempre te voy a decir las cosas como sé, con lealtad y directas, aunque duelan-Mencionó con la intención de hacerme reír.

Cuando nos separamos del abrazo ella se fue y yo, con una sonrisa en los labios, miré por la ventana como la chica se marchaba hasta perderse de mi campo de visión.

*Eduardo*

Asher me llamó a su casa diciéndome que era urgente hablar conmigo, no sabía de qué, pero de igual forma me encaminé hacia su casa. Él había sido mi amigo desde los 8, no recuerdo muy bien si yo conocí a Asher por Gabriel o si él conoció a Leo por mí ya que no recuerdo quién de los dos se unió primero con los Williams; el punto era que lo apoyaba en casi todo, menos en las cosas en las que sabía que terminaría mal, trataba de llevarlo por el buen camino, pero él era igual de testarudo que yo.

Asher era una persona que iba por la vida sin un plan, su mentalidad era muy relajada y extrovertida, tenía muchos «conocidos» pues amigos no eran. Él decía que sus verdaderos amigos eran los que lo apoyaban siempre, pero que sus conocidos solo eran personas que hablaban con él.

Supe de algunas personas que le empezaron a hablar cuando él se convirtió en capitán del equipo, mucho antes de eso lo ignoraban.

«A eso se le llama interés, amigo»

Pero Asher no era rencoroso, él le hablaba a todo mundo de muy buena manera y eso era algo que yo admiraba de él.

Cuando estuve frente a la puerta de la casa presioné el timbre y el padre de Asher fue quien me recibió y me guio hasta su habitación.

– ¿Qué es lo que querías decirme? -Pregunté ya que estuvimos solos.

-Es sobre tu novia-Dijo seco sentado en la silla de su escritorio.

– ¿Qué pasa con Rose?

– ¿Ustedes están bien? -Me miró confundido.

-No mucho, ella sigue algo distante a mí y no sé por qué, este sábado irá a una fiesta con Jess, una chica que va conmigo en el taller, supongo que también invitó a Madd, se llevan muy bien.

-Claro, pero creo que a Rose le gusta Leo-Susurró mirándome.

Me quedé callado ante la confesión del rubio, su celular, que se encontraba sobre la mesa de noche comenzó a vibrar y mi amigo se levantó para ver el mensaje.

-Es de Hannah-Dijo volviendo a la posición en la que lo encontré al principio.

Él comenzó a ver los mensajes y pude notar su entrecejo levemente fruncido, me miró extrañado y después bloqueó la pantalla de su celular.

– ¿Por qué nunca me dijiste que ayer Leo le gritó a Madd por teléfono solo por salir con Gabriel?

-Demonios-Susurré.

-Responde Eduardo.

-Quería evitar una pelea entre ustedes dos-Admití

– ¿De qué lado estás?, ¿Se supone que me debes de apoyar?

-Sí, lo hago u no estoy de ningún lado.

-No, no la haces, si lo hicieras me hubiera enterado de esto por ti y no por tu prima. Se supone que hay lealtad, nos decimos la verdad y no ocultamos cosas.

-Claro, y decirme que a mi novia le gusta tu hermano solo para quedarte con Madd es muy normal y leal entre amigos, ¿no? -Dije con sarcasmo.

-No lo hago para quedarme con Madd, lo hago porque te apoyo y no quiero que termines mal.

– ¿Sabes qué?, No voy a terminar con Rose y tampoco te voy a apoyar en tu plan, pero no puedo delatarte, solo te aviso que, si lastimas a mi prima, me las vas a pagar-Y me fui enojado.

Nunca me detuve a pensarlo, pero Asher estaba usando a mi prima para quedarse con Madd, en eso consistía el plan. No podía hacer eso, mi prima estaría muy mal, pero por lo que vi con las fotos del cine Asher si se está enamorando de verdad. O eso quiere aparentar.

Lo único que podía hacer era esperar, si él le hacía algo a Hannah no me iba a quedar de brazos cruzados.

*Asher*

Traté de hablar con Eduardo, pero él, testarudo como siempre, me ignoró. Aunque eso no era lo importante ahora, lo realmente importante era Madd, no sabía cómo estaría y lo primero que hice en cuanto mi amigo se marchó, fue ir a la casa de la chica.

Toqué a la puerta y su madre me abrió.

-Oh…hola Asher.

-Hola señora Lodge, ¿puedo ver a Madd?

-Claro, pasa, está en su habitación.

Subí a su habitación y pude divisar la puerta levemente abierta así que entré, Madd se encontraba leyendo recostada en su ventanal, la ventana del lado izquierdo de su habitación -que daba hacia la calle- tenía por dentro un marco grande decorado con cojines, como un balcón, pero cerrado.

Donde la chica se posaba con las rodillas dobladas y el libro apoyado en estas. Tenía puestos unos shorts de pijama rosas junto con una blusa del mismo color y unos calcetines grises.

La chica se percató de mi presencia y levantó la cabeza.

-Asher, ¿qué haces aquí?

-Tenía mucho sin venir a visitarte a tu habitación.

– ¿Solo viniste a eso?, ¿Visitar mi cuarto? -Cuestionó cerrando el libro con un separador dentro y estirando las piernas.

-No, venía a ver como estabas.

Ella me miró con confusión y solté la explicación.

-Me enteré que Leo te volvió a gritar ayer por teléfono.

Madd suspiró.

-Hannah.

-Sí, me dijo que fue por la foto de Gabriel y tú.

– ¿Por qué?, ¿Por qué, Asher?, ¿Qué le hice? -Preguntó con los ojos cerrados.

Me dolía verla así, se veía tan mal, tan triste y pensar que ella empezaba a ser feliz. Pensar que empezaba a superar todo lo que la lastimó. Eso me provocaba una sensación de malestar, me sentía inútil.

-Nada, él es así y nada se puede hacer, ya trataste de ayudarlo y hacerlo cambiar, pero no pudiste.

Se quedó en silencio mirándome.

-Es mejor que aceptes que no estaban destinados a estar juntos.

*Madd*

Me sorprendió mucho la visita de Asher, pero cuando me dijo la razón de su presencia, ahí lo entendí todo. Se preocupaba por mí, él era una de las pocas personas a las que podía hablarle con toda sinceridad sobre cualquier cosa.

Si yo quería llamar a su hermano idiota, lo cual jamás podría hacer, pero si en algún momento se me ocurría hacerlo, Asher no me juzgaría.

Esas últimas frases que dijo se quedaron marcadas en mi cabeza.

«-Ya trataste de ayudarlo y hacerlo cambiar, pero no pudiste»

“-Es mejor que aceptes que no estaban destinados a estar juntos.”

¿Y si no traté lo suficiente?, ¿Y si pude haber dado más?, No lo iba a dejar solo, jamás abandonaría a Leo.

-Yo realmente lo quiero y no voy a dejar de intentarlo.

Él sonrió a medias.

-Te digo algo Madd-El chico me miraba con el semblante relajado-Hay un libro que dice «nunca creas un te amo cuando estas completamente enamorado ni un te odio cuando estas completamente enojado»

-Y… ¿eso qué quiere decir? -Pregunté pensando en las palabras antes mencionadas por el rubio.

-Que no te tomes las cosas tan personales, sabes que él no piensa lo que dice cuando está enojado.

-Hay otro libro que dice «El sabio no dice lo que piensa, pero siempre piensa lo que dice»-Indiqué.

-Dos cosas, uno, mi hermano tiene de sabio lo que yo de astronauta-Dijo apuntándose a sí mismo con el dedo índice-Dos, ¿cómo es que de yo tratar de animarte terminamos diciendo frases de libros que nos llegan al corazón?

Los dos comenzamos a reír y en ese momento olvidé mi sufrimiento, dejé de concentrarme en el dolor de lo que había pasado unos días atrás y disfruté el momento con una de las personas que nunca, ni siquiera conociendo mi faceta más rota, me abandonó.

*Asher*

Me despedí de Madd y salí de su casa, al llegar a la mía empecé a reflexionar sobre el gran error que estaba cometiendo. Realmente Leo amaba a Madd y ella a él, no podía separarlos, jamás le haría eso ni a mi hermano ni a mi amiga. Además, Hannah comenzaba a gustarme de verdad y no iba a jugar con ella. No podía hacerle eso a Leo porque era mi hermano y aunque no le de mi apoyo, con Leo ante todo es primero la lealtad.

Tomé mi teléfono y llamé de inmediato a Gabriel. Respondió al tercer tono.

– ¿Asher?, ¿Sabes que a esta hora la gente duerme? -Preguntó con voz ronca.

-Lo siento, tenía que decirle esto a alguien.

– ¿Ahora qué idiotez hiciste?

-Solo…se cancela el plan.

– ¿Qué plan?

-El plan Leider, el de separarlos-Expliqué.

Él dio una pequeña risa.

-Lindo nombre, ¿Se puede saber por qué el cambio de opinión?

-Ellos de verdad de aman, mutuamente, y yo…comienzo a querer a Hannah así que…saldremos ganado, ambas parejas-Dije en voz baja.

Dato importante. Mis padres y Leo ya estaban dormidos.

-Creo que al tratar de resolver los problemas de los demás encuentras cosas que te beneficiarán a ti y…es mejor aprovecharlas porque lo que menos creemos que nos servirá es lo que cambia nuestra vida por completo.

-Wow, hermosa reflexión-Dije sorprendido- Jamás te había oído hablar así.

-Es la hermosa luz de la luna la que me inspira para decir cosas tan románticas.

Reí por lo bajo.

-Ahora, quiero dormir, supongo que para eso fue inventada la noche, ya hablaremos en el día, adiós.

Y colgó. Suspiré dejando mi teléfono en la mesita de noche y cerrando los ojos.


CAPÍTULO 15.- EL REGRESO.


*Asher*

Hablé con Leo sobre el plan que había creado para separarlo a él de Madd y… al principio se vio un poco enojado, pero después hizo algo que me sorprendió: En lugar de insultarme me dijo que no importaba, que lo bueno era que había recapacitado y pensado mejor las cosas.

«¿Quién es y que le hicieron a mi hermano?»

Le dije que realmente estaba arrepentido y él me creyó, además me dijo que me ayudaría con Hannah en cuanto se arreglara con Madd.

«Definitivamente este no es mi hermano»

Le conté las sospechas que Gabriel y yo teníamos sobre la novia de Eduardo y él comenzó a reír diciendo que lo protegiéramos de ella porque no quería más problemas con Madd, además me invitó a ver una película a su cuarto.

«Díganme…sigo soñando o estoy en el cielo, esto no puede ser real»

Tal vez lo que Leo quería era ser una mejor persona para así estar bien con Madd en todo momento y eso era algo en lo que yo, indudablemente, lo apoyaría.

Había llamado a Eduardo hace treinta minutos y justamente acababa de llegar, iba a seguir insistiendo hasta que todo lo que Rose demostraba y negaba fuera probado con lo contrario.

– ¿Ahora qué Asher? -Dijo suspirando.

– ¿Estás enojado?, ¿Volviste a pelear con tu novia? -Pregunté mirando hacia cualquier otra cosa que no fuera él.

-No estoy enojado con mi novia, estoy enojado contigo.

– ¿Por qué? -Lo miré de inmediato con el ceño fruncido.

– ¡¿Por qué?! -Repitió incrédulo- ¡Es en serio Asher!, ¡Después de lo que me dijiste ayer crees que voy a estar muy feliz! -Él chico gritó y como nos encontrábamos en la sala y Leo -que fue a comprar palomitas- iba entrando nos miró extrañados.

– ¿Qué pasó? -Preguntó mirándonos.

Su vista viajaba de uno a otro con preocupación.

-Nada, solo que trato de hacerle entender a Eduardo que tiene que terminar con su novia.

– ¡Ya te dije que no voy a terminar con ella! -Gritó marcando cada palabra con superioridad.

– ¡Hey!, Tampoco le grites Eduardo.

Amo esta nueva versión de mi hermano.

-Y tú no te metas en su vida-Me dijo señalándome.

Me retracto.

– ¡Tú no te metas en nuestra situación! -Espetó empujando a Leo contra la pared.

– ¡Asher es mi hermano y lo que él haga también me incumbe! -Gritó Leo-Desgraciadamente.

– ¿Vas a defender a Asher?

El otro suspiró.

-Sí.

-Bien-Eduardo volvió su vista hacia mí-Hace dos días, tu querido hermano le gritó a Madd por teléfono, amigo.

Leo y yo nos miramos y comenzamos a reír.

-Eso ya lo sabía, tú mismo estuviste ahí cuando me enteré y también Leo sabe del plan que estaba creando-Respondí.

Eduardo nos miró desconcertado.

-Mira Eduardo, creo que Asher tiene razón, debes terminar con tu novia-Habló Leo relajado.

– ¡Dame una buena razón!

– ¡Porque creen que yo le gusto a Rose! -Gritó Leo justo después que Eduardo.

-No voy a terminar con ella, Asher, estas advertido sobre lo de mi prima.

Y se fue, nos dejó a mi hermano y a mí en la sala. Le dije a Leo que era mejor irnos a dormir, eran casi las 10:00 pm y al día siguiente teníamos escuela.

*Hannah*

Siempre me consideré una chica linda, nunca hubo un momento en el que me sintiera inferior a los demás, sí, tenía mis defectos y había pequeñas cositas de mí que no me gustaban como lo eran el acné y la grasa que se creaba en mi estómago. Pero también tenía cosas bonitas como mi característico cabello rojo, el cual Asher decía de cariño que parecía de zanahoria, y mis pecas, las pecas son algo que muy poca gente tiene y me encantaban.

Hay algo que se llama autoestima y tú la tienes mi querida Hannah

Tocando el tema de Asher, no sé quién le dijo que amaba caminar por el parque, pero él me invitó a dar una caminata y obviamente acepté, esperaba impaciente por la cita y estaba muy feliz, creo que realmente me gustaba.

¿Y apenas te das cuenta? Llevamos con esto varios meses ya.

Cállate.

Me encontraba de camino a la escuela en mi camioneta, Madd y Alice me dijeron que no pasara por ellas, pues Gabriel pasaría por Alice y se ofreció a pasar también por Madd, Rose iría con su novio así que me había quedado sola.

Pongámoslo de esta forma, Alice saldrá con Gabriel, Rose con su novio, -misterioso, por cierto-, Madd saldría con Leo, ¿y yo?, ¿qué se supone que haría?, ¿Adoptar gatos?

Quedarte sola para toda la vida porque no quieres salir con Asher…Aunque la opción de los gatos no está tan mal.

Si no quería estar sola tendría que salir con Asher y sinceramente eso no lo veía como un sacrificio, sino como una necesidad, salir con él era lindo y así -si Leo y Maddy se arreglaban- yo pasaría más tiempo con mi amiga por el simple hecho de que son hermanos.

Ya sé, todos queremos que Madd y Leo se arreglen, pero si todos coincidimos en eso es porque toooodo el mundo ve que son el uno para el otro, nadie negará eso, y el que se atreva a negarlo juro que irá a la horca.

Iba bajando de la camioneta justo al mismo tiempo en que Gabriel llegaba con mis amigas.

-Hola Hannah-Saludó mi primo.

-Hola.

Esperé a que ellos bajaran del carro para entrar todos juntos a la escuela, no vi por ningún lado ni a Leo ni a Asher y eso me extraño mucho.

-Oigan, ¿Han visto a Asher? -Pregunté.

-No, tampoco he visto a Leo-Respondió mi mejor amiga.

-Tienen permiso de faltar hoy-Mencionó Gabriel y las tres lo miramos extrañado.

-Él me llamó anoche diciéndome que hoy no vendrían ni él ni Asher porque tenían que ir a comprar unas cosas fuera de la ciudad y volverían hasta las tres.

Eso me desconcertó un poco, suspiré algo triste y me encaminé a las escaleras. Seguí mi día normal, pero desanimada por la ausencia de Asher, nunca había estado así por la falta de un chico y eso hasta a mí me sorprendía.

– ¿Qué pasa honey? -Preguntó Madd mirándome, estábamos en un descanso fuera del salón de química.

Honey. Ese apodo me lo decía ella a mi cuando me veía mal, osea casi nunca porque en mi vida me había puesto así por un chico y es difícil de asimilar.

-Estoy nerviosa, ¿y si Asher no llega para nuestra cita?

-No pienses eso, claro que va a llegar y yo te voy a ayudar a escoger tu outfit para salir con él, recuerda que tienes que regresar antes de las siete porque tenemos que ir a comprar el vestido de la fiesta de este sábado.

-Prometo estar ahí, pero volviendo al tema de….

Mi celular sonó marcando un nuevo mensaje.

– ¡Asher! -Grité.

-Sí, ¿qué hay con Asher? -Cuestionó mi amiga mirando a un punto no fijo frente a ella.

-No tonta, Asher me acaba de escribir.

Ella me miró sorprendida y después bajó la mirada a mi teléfono con la conversación abierta.

Asher:
Hola, ¿cómo estás?

Tu:
Bien, ¿y tú?

Asher:
Bien, oye, ¿te gustaría que pase por ti hoy?
¿O nos vemos en el parque?

Miré a Madd quien me dio una expresión de: «Obviamente dile que pase por ti»

Tu:
¿Puedes pasar por mí?

Asher:
Claro, ¿te parece bien a las 5:00?

Tu:
Claro, nos vemos.

-Awww, Asher es muy lindo, te lo dice la persona que convivió con él más de tres años.

-Tienes diecisiete años de conocerme a mí-Dije quitándole sentido a sus palabras.

-Sí, pero solo tienes dos años de conocer a Asher-Atacó conociendo mis intenciones.

-A todo esto, ¿cómo conociste a Asher?

Noté que mi amiga me miró tratando de recordar y después cerró los ojos, vi como comenzó a marearse y decidí tomarla entre mis brazos por si se desmayaba.

-Maddy, ¿te sientes bien? -Pregunté lanzado el teléfono y tomándola entre mis brazos, preocupada.

-Sí, es solo como si hubiera tenido un flash de antes del accidente-Dijo abriendo lentamente los ojos.

– ¿Cómo? -La miré entre sorprendida y feliz por la noticia.

-Sí, desde hace algunos días he tenido flashes de cosas que creo que pasaron antes del accidente, después el accidente se proyecta en mi mente, pero realmente esas cosas jamás pasaron, es como si mi cerebro las inventara.

-Pero… ¿te sientes bien?

-Sí, no es nada-Dijo ella apartándose de mí-Volviendo al tema de Asher, lo conocí en primero de secundaria, creo que por mi novio.

&&&&&&&&&&&&

-Yo creo que el vestido azul claro es muy bonito-Dijo la chica.

– ¿Debería usar ese?

-Sip, definitivamente ese te queda genial.

-Bien.

Estaba muy nerviosa, era cuestión de tiempo para que Asher tocara el timbre de mi puerta y yo no me sentía lista. Íbamos a un parque así que tenía que buscar un vestido no tan extravagante. Madd me estuvo apoyando en todo.

Realmente amo a esa chica, es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida y la voy a amar por siempre.

Opino lo mismo, conciencia.

Alguien tocó el timbre de la puerta y mi mejor amiga me miró con una sonrisa.

-Cinco en punto-Susurró mientras salía de mi cuarto para abrir la puerta.

Me detuve en el balcón de las escaleras para escuchar lo que decían.

-Hola Madd, ¿Y Hannah?

-Ahora baja está tomando su bolso.

-Ok, gracias.

Comencé a bajar las escaleras y en unos segundos todo a mi alrededor se volvió borroso, solo observaba a aquel chico rubio de ojos verdes que se encontraba con una rosa en la mano.

-Hola Hannah.

-Hola.

-Te traje esto-Dijo extendiendo la rosa hacia mí.

Yo la tomé con una sonrisa.

-Muchas gracias, Maddy nos vemos.

-Nos vemos-Dijo entre dientes sin quitar aquella sonrisa de picardía.

*Madd*

Volví a mi casa esperando a que Alice me llamara para ir al centro comercial, por lo que tenía entendido Gabriel le tuvo que cancelar a mi amiga porque algo con su padre y eso me puso algo triste, ¿Por qué nadie podía tener un momento con la persona que le gustaba?, Bueno Hannah sí, y Rose, creo que de las cuatro la única que tenía problemas era yo y trataría de resolverlos, o eso quería pensar.

Me sentía verdaderamente deprimida por lo de Leo, no deje de asistir a taller esta vez, si quería aprender algo tenía que ir y faltar por peleas con el castaño era muy infantil de mi parte. El único problema que tenía es que en lugar de ser yo la que se sentaba al lado de Leo había otra chica, al parecer si me había remplazado.

La chica era de ojos café caramelo y cabello rubio, casi como el mío, lo que me caracterizaba a mi eran mis notorias puntas y raíces negras, como si me las pintara, pero no lo hacía, era heredado de familia. El profesor ya no me dejaba trabajos con Leo lo que me llevó a la conclusión de que, al ser hijo del profesor, Leo le pedía a su papá que lo pusiera conmigo, pero al parecer ahora le pidió que me alejara, en su lugar me ponía con Eduardo, un chico pelirrojo y de ojos café obscuro que me hacía recordar a Hannah.

Eduardo. El mismo chico que fue al convivo con Gabriel, creo que son muy amigos porque él también me platica cosas chistosas de Gabriel.

1 mes. Sí, un mes evadiéndome, cuando caminaba por los pasillos de la escuela me ignoraba, en las clases ni siquiera me dirige la palabra, en la cafetería hacía como si no me conociera y se sentaba junto a su «novia», o eso parecía que era, en el taller solo tocaba mi melodía por cortesía o por responsabilidad, Asher era quien le daba el nombre de la canción ya que a mí ni siquiera me dirigía la palabra.

Hablando de Asher, él se sentaba conmigo a la hora del almuerzo y me recogía en cada clase para acompañarme a la siguiente, él y mis amigas eran mi único pilar en la escuela, además él tomaba clases de guitarra en otro salón del mismo edificio en el que yo asistía al taller.

Pensaba muy seriamente en invitar a Asher a la fiesta, pero si lo invitaba él invitaría a su hermano y se pondría celoso lo que causaría que yo llorara más.

Sí, no creo que sea buena idea…

Justamente en ese momento estaba saliendo del taller, otra tarde que tenía que soportar viendo a Leo con aquella chica rubia que días antes supe por Eduardo -mi compañero en el taller y amigo de Gabriel- que aquella chica era la misma a la que yo le había dado el regalo el 14 de febrero, su nombre era Sophia.

Se ve muy diferente.

Se pinta el cabello, querida, obviamente se ve diferente.

Gracias por dar a notar mi estupidez, conciencia.

Estando aún en el salón de mi taller pude ver desde la ventana que la chica de Leo salía del edificio no sin antes darle un beso en la mejilla al castaño, después caminó hacia la motocicleta del chico y se sentó ahí a esperarlo. Leo regresó al interior del edificio y sin más que hacer ahí salí del salón y bajé las escaleras.

Caminé hacia la salida y vi de reojo que Leo platicaba con Asher dentro de un salón mientras el rubio guardaba su guitarra, la curiosidad me invadió y no pude evitar ponerme atrás de una de las puertas que se encontraba cerrada para escuchar lo que decían.

– ¿Por qué odias a Madd? -Cuestionó Asher.

-No la odio.

-Entonces por qué la tratas así, sabes que tiendes a exagerar las cosas, pero ahora estás llegando a un límite que ni tú mismo te soportas. Me has dicho que arreglarás las cosas con ella, pero con Sophia en medio es difícil.

– ¿Ella te ha dicho algo sobre mí? –Preguntó el chico del piano.

Traté de asomar la cabeza para ver lo que pasaba y pude notar que, en comparación con su hermano, Leo era una cabeza más alto y por ende también más alto que yo.

-Sí-Asher bajo la cabeza-No para de preguntar por ti, a pesar de que tú la evites y la aborreces ella pregunta cada día por ti, si comes bien, si estás feliz, si no te has enfermado, cualquier tipo de pregunta, y tú…tú la tratas con un carácter que está cansándose de ti… y tu novia no ayuda.

– ¿Novia?, Yo no tengo novia.

– ¿Y Sophia?

-Tu sabes muy bien que Sofía solo está conmigo por interés, porque sabe que mi papá es el profesor y él podría recomendarla con una buena agencia de música.

-Te recuerdo que tú fuiste el primero que se acercó a ella, tú la besaste cuanto Madd peleo contigo.

-Bueno, admito que ese fue mi error.

– ¿Pero por qué la buscaste solo para besarla? -Preguntó Asher ladeando la cabeza.

-No quiero hablar de eso.

-Pero yo sí.

– ¿Quieres saber la verdad?, Me enamoré de ella y no soporto que sea así conmigo, me enamoré desde el primer día en que la vi salir de la maldita escuela.

No me creía lo que escuchaba, asomé más la cabeza y alguien volteó hacia donde yo me encontraba, me escondí tan rápido como pude pensando que me habían visto. Sentí los pasos de alguien acercándose y corrí hacia afuera lo más rápido que pude, iba a sentarme en la banca donde Leo me había dicho Eider por primera vez.

Desde que me llamó así él decía que esa banca era muy especial para ambos. Iba caminando por detrás de la banca cuando vi a alguien sentado ahí. Reconocí a la persona al instante. Era Sophia. Decidí darme la vuelta, pero cuando iba a empezar a caminar divisé a Leo saliendo del edificio.

Si me veía ahí sabría que fui yo quien lo estaba espiando, volví a dar la vuelta y terminé por esconderme detrás de un árbol cerca de donde se encontraba Sophia.

Leo se acercó a la chica y se sentó en la banca junto a ésta.

Ellos comenzaron a hablar entre susurros. Al castaño se le veía frustrado mientras que la rubia solo sonreía.

Mi cerebro no estaba razonando en ese instante y mis sentimientos tomaron las riendas de todo. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a Leo, el cual me miró sin expresión alguna.

– ¿Por qué ella está sentada aquí? -Las palabras salían por sí solas sin que pudiera hacer algo para impedirlo.

-La banca es pública si no me equivoco.

-Pero esta es especial-Dije apretando la correa de mi bolso.

– ¿A sí?, ¿Por qué? -Él se levantó y esto hizo que toda mi confianza se esfumara.

Tenía a un verdadero gigante frente a mí, era casi imposible tener confianza en mí misma cuando él medía como dos metros y yo apenas y tenía un metro con sesenta y dos centímetros de altura.

-Porque esta es la banca donde nos sentábamos tu y yo, y es especial.

-Que ridículo-Estas palabras hicieron que mis ojos se cristalizaran y mis manos comenzaron a temblar.

Si mi corazón podía romperse más, lo estaba haciendo, sentí como todo se me venía encima, mi estómago dio un vuelco causándome ganas de vomitar. El nudo en la garganta se hizo presente para evitarme respirar con naturalidad.

-Tienes razón, no hay n-nada especial-Fue lo único que mi boca pudo pronunciar para después darme la vuelta y caminar hacia mi casa.

Estaba llorando, lloraba porque hace dos meses él decía que todos los momentos que pasaba conmigo eran especiales, las lágrimas caían por mis mejillas mientras suspiraba. El aire hacía que varios de mis cabellos taparan mi cara, el cielo se veía nublado. Un par de calles antes de llegar a mi casa decidí llamar a mi mejor amiga.

– ¡Hola amiga! -Su voz sonaba tan feliz y tan relajada que la envidiaba.

-Hannah si no estás muy ocupada puedes venir a mi casa, es que Leo…-Un sollozo abandonó mis labios y ella no necesitó más explicaciones para acudir a mi rescate.

Al entrar me di cuenta que el teléfono de hogar tenía tres llamadas perdidas de mi padre. Mi madre era periodista así que tenía que viajar mucho y papá la acompañaba para ayudarla a editar los artículos, así que me quedaba mucho tiempo sola en casa.

Regresé mi vista al teléfono que nuevamente sonaba, mi padre seguía llamando y yo no estaba en condiciones de responder.

Después de unos segundos me decidí a levantar aquel aparato.

-Hola hija, ¿Cómo estás? -Era mamá.

-Bien mamá, ¿Y ustedes? -Traté de sonar lo más neutra posible pero no funcionó.

-Hija, ¿Estás llorando?

-Es que me caí cuando entré a la casa, pero estoy bien.

– ¿Segura?

-Sí, mamá tengo que colgar, me dejaron mucha tarea y más tarde saldré con Hannah-Dije tomando todo el aire que pude.

Mentí todo lo que pude y mamá aceptó colgar, no sin antes despedirse.

-Bueno hija, nosotros no estamos seguros de regresar hoy, tenemos algunas cosas por hacer y tal vez terminemos tarde y sabes que a tu padre no le gusta conducir de noche, cuídate mucho.

-Sí mamá.

-Por cierto, ya nos dijo el muchacho que estás muy bien y que asistes todos los días a tu taller.

– ¿Qué muchacho? –Pregunté.

No sabía de quién hablaba, pero tenía curiosidad.

-El muchacho que siempre te lleva a la casa, el castaño de ojos verdes con café-Al momento en que mi madre lo describió algo dentro de mí se removió.

-Ah…claro Leo, bueno adiós mamá-Colgué el teléfono y me lancé en el sillón a llorar.

En eso llegó Hannah, le conté todo y ella me abrazó cuando el llanto se adueñó de mis ojos y el temblor en mis manos se comenzó a hacer visible. Platicamos por un largo rato, me deshice llorando en el sillón, las imágenes de aquel momento pasaban por mi cabeza como una película.

Le dije a mi mejor amiga que se fuera a su casa, parecía que iba a llover y además yo quería estar sola, ella respetó mi decisión, pero antes de irse me dio un beso en la frente.

&&&&&&&&&&&

Ya era de noche, casi las nueve para ser exactos. Comenzó a llover muy fuerte, el clima era frío. No sé en qué momento se me ocurrió abrir la puerta, el fuerte viento chocó con mi cara aún humedecida por las lágrimas, tenía mucho sin llorar de esa manera, el aire levantó mi blusa y al hacer contacto con mi piel tibia un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y por inercia me abracé a mí misma.

Entrecerré la puerta y subí a mi habitación por un suéter. Estaba soltando la puerta de mi habitación cuando escuche gritos abajo.

– ¡Eider!, ¡Eider! -Esa voz creó una revolución entera dentro de mí con miles de sensaciones indescriptibles.

Sus gritos hicieron que bajara con más prisa las escaleras y me encontrara con la anatomía de Leo empapada y temblando del frío.

-La puerta estaba abierta así que entré y al no verte ni en la sala ni en la cocina me preocupé-Explicó.

Me conmoví al verlo en ese estado. Rápidamente cerré la puerta para que no entrara más aire y le dije al castaño que no se moviera de ahí para que yo pudiera subir en busca de una toalla y una cobija. Al bajar vi al chico tirado en el suelo aun temblando.

– ¡Oh por Dios!, Leo, quítate la ropa, te puedes enfermar, aquí te dejo una toalla y una manta, voy a preparar algo caliente.

Él obedeció y mientras yo cocinaba él se puso la manta encima y se acomodó en el sofá.

Caminé lentamente a la sala y dejé una charola con un plato de sopa de vegetales que había hecho yo a la hora de la comida y que solo tuve que calentar.

– ¿Es sopa instantánea vaciada en un plato solo para fingir que sabes cocinar? -Dijo sonriendo divertidamente.

Negué con la cabeza fingiendo estar indignada.

-Solo come, te hará bien.

– ¿Y qué hay de la ropa mojada?, Si tus padres la ven nos matarán a ambos.

-No te preocupes, después la levanto-Miré al chico y él hizo lo mismo- ¿Por qué viniste?

-Cuando que hablé mal afuera del taller me preocupé por la condición en la que te fuiste, estabas temblando y quise venir a verte y a disculparme por lo imbécil que he sido este último mes.

Di una risa que ni yo supe si fue de ironía o amargura.

¿Si tanto se preocupó por que no vino antes?, El taller termina a las cinco, pero si se lo preguntaba tal vez no me gustaría la respuesta, tal vez estaba con Sophia.

– ¿Y tu novia no se enoja?

Él me miró por unos segundos, como si estuviera pensando. La comisura de sus labios se curvó ligeramente hacia arriba y negó con la cabeza.

-Yo no tengo novia-Dijo riendo.

– ¿Y Sophia?

– ¿Celosa?

-No-Deje de mirarlo para guiar mi vista al suelo, vi de reojo como tomaba el plato de sopa y lo empezaba a comer.

La verdad si estaba celosa pero no se lo iba a decir.

¿Tú? Claro que no, es más, caerá nieve en agosto antes de que tú dejes tu orgullo de lado y admitas que estás celosa.

Cállate.

Un silencio nada incómodo rodeo la habitación, no entendía a este chico, primero me hablaba mal y después se preocupaba. Pero su madre ya me había advertido de sus cambios de humor, fue mi propia decisión seguir cerca de él.

-Tus padres deben odiarme por todo lo que te hice sufrir…y tú también.

-Yo no te odio, si te odiara no estarías en la sala mi casa teniendo esta conversación conmigo, yo solo…me duele que me hables de esa forma… y por mis padres no te preocupes, no saben nada.

– ¿Por qué nunca les dijiste?

-No lo sé-Admití con mi vista al suelo-Volviendo al tema de Sophia ella…

-No es mi novia ni quiero que lo sea-Interrumpió negando con la cabeza.

-Te escuche hoy hablando con Asher.

-Imaginé que eras tú-Él reía y eso causaba que yo también quisiera hacerlo.

-Dijiste que te habías enamorado de Sophia.

-En ningún momento pronuncié Sophia-Dijo haciendo un mohín.

Trate de recordar ese momento y efectivamente nunca dijo ese nombre.

– ¿Entonces de quién estás enamorado?

Él dio un gran suspiro.

-De otra chica, ella es hermosa, con una manera de pensar maravillosa y ojos que encantan a cualquiera, además es adorable.

Este chico no me dio la respuesta que esperaba, yo quería un nombre no una descripción, pero con esas palabras cabía la posibilidad de que fuera yo. Sí, aún seguía enamorada de él.

Es la primera vez que digo la palabra enamorada conmigo incluida en la oración, y es extraño.

Ya te acostumbrarás.

– ¿Podemos volver a ser amigos?

Miré al chico cuando noté que su voz estaba más ronca de lo usual, tal vez se enfermaría.

-Si prometes no volver a gritarme, tenlo por seguro mi chico del piano-Ni yo misma podía creer como lo estaba llamado, había extrañado decirle así en voz alta.

-Me gusta el apodo que tienes para mí, me describe muy bien.

-Creo que en lugar de chico del piano te diré chico italiano-Murmuré poniendo mi dedo índice en mi labio inferior.

Él comenzó a reír y yo hice lo mismo, se sentía tan bien, me sentía relajada y una sensación de paz recorría todo dentro de mí.

-Por cierto, lo que dije sobre la banca esta tarde es completamente verdadero.

Pensé que se arrepentiría por lo que dijo, pero no lo hizo, mi cuerpo se tensó al oír esas palabras y sentí una fuerte punzada en el corazón.

-Lo especial no es el lugar u objeto, es la persona con la que compartes esos momentos.

Capté sus palabras y le sonreí.

-Iré por algo de comer-Murmuré poniéndome de pie.

Fui a la cocina y regresé con una taza de té de frutos rojos y unas galletas. Me senté en el sillón que quedaba frente a la TV y tomé la taza de té para comenzar a beberla poco a poco. Miré al chico, quien comía lentamente la sopa y cuando notó mi mirada también levantó la vista hacia la mía.

– ¿Sabes? -Mencioné-Al ver a Sophia contigo sentía como si me hubieras reemplazado por otra, todo tu tiempo lo pasabas con ella y eso no me gustaba…desde que tu llegaste a mi vida me he sentido menos sola, pero cuando te fuiste me sentí muy mal. No quiero que te vayas, me gusta estar contigo, tu presencia me hace sentir viva, me siento como si todo volviera a tener sentido, tengo una razón para vivir y…perdí esa razón hace meses, te perdí hace meses.

Cerré los ojos para después sentir lágrimas calientes bajando por mis mejillas.

Dejé de hablar para desviar la vista hasta mis manos que temblaban aún con la taza entre ellas, el temblor aumentaba y el chico se comenzó a preocupar. Mis manos no pudieron sostener más aquel objeto y esta cayó al suelo, romp- iéndose.

El chico se levantó rápidamente y se sentó junto a mí, tomando mis manos entre las suyas y acercándome a él. Sentí algo caliente envolviéndome y no supe si el calor era emitido por la manta que él tenía o si era su propio calor corporal.

– ¿Eider? -Preguntó él casi en un hilo de voz- Tranquila, estoy aquí, nunca voy a dejar que nada ni nadie te haga daño.

Sin importarme nada me zafé bruscamente del chico y corrí hasta mi bolso sacando un bote de pastillas y metiendo dos de estas a mi boca.

-Nunca me dijiste que tenías ataques de ansiedad-Me miró preocupado.

– ¿Has notado que algunas veces llego tarde a las primeras clases?

Asintió con la cabeza frunciendo levemente el ceño.

-Hay días en los que los ataques de…de ansiedad no me dejaban levantar de la c-cama. Hace dos años tuve un accidente en…en un auto y causó esto. Ahora mis… nervios llegan a un grado en el que tengo que tomar p-pastillas para calmarme.

– ¿Por qué nunca me lo dijiste? -Cuestionó acomodándose en el sillón.

Me acerqué para comenzar a juntar los vidrios rotos. Limpié el piso con una toalla de papel. Dejé los vidrios en la bandeja en la que había traído la sopa y me volví a sentar.

Leo seguía cada movimiento que yo hacía con la cabeza. Volví a un lugar junto a él y lo miré.

-Porque temía que pensaras que era rara.

Suspiré.

-Muchas personas que me conocían y me hablaban bien dejaron de hacerlo por eso, porque se dieron cuenta que yo sufría ataques-Murmuré abrazándome a mí misma.

-Yo jamás pensaría eso de ti, tampoco me alejaría…sé que lo hice, pero fue por razones diferentes, no porque creí que eras rara, sino porque pensé que te estaba haciendo daño y supuse que dejarte sola era lo mejor para ti.

-Nunca, nadie se había hecho tan indispensable en mi vida como tú, no sé cómo, ni porqué pero ganaste un espacio muy grande en mi vida, entraste sin pedir permiso y…y lo mejor para mí es que estés conmigo.

Él sonrió de lado y yo tomé valentía para ponerme de rodillas en el sillón y abrazarlo, recargando mi mejilla en su hombro. Él envolvió mis costillas con sus brazos y me apretó ligeramente.

El alivio y la felicidad recorrieron mi cuerpo, ahora me sentía tranquila, sabiendo que Leo aún me quería y que en ese instante lo tenía junto a mí, no quería que ese momento se acabara, pero lastimosamente tenía que.

-Ahora-Dije separándome lentamente-Voy a buscarte algo de ropa.

Subí corriendo. Entré en la habitación de huéspedes y rebusqué en todos los cajones esperando encontrar un pantalón y una camisa.

Después de diez minutos bajé con una sonrisa de victoria y con algo de ropa en los brazos.

-Bueno, encontré esto que creo es de tu talla-Le ofrecí las prendas y él las tomó.

Le mostré un baño pequeño en el piso de abajo y él entró a vestirse. Cuando salió pude notar que aquella ropa le quedaba como anillo al dedo.

-Si te quedó.

-Sí, ¿De dónde tienes esta ropa? -Preguntó frunciendo el ceño.

-Quedamos que nada de celos-Lo señalé con mi dedo índice con un tono de broma porque sabía perfectamente que no estaba enfadado.

-No son celos, solo curiosidad.

-Bueno, la verdad es que son de mi primo, venía mucho y se quedaba a dormir en el cuarto de huéspedes, de vez en cuando dejaba algo de ropa ahí guardada-Mencioné levantándome del sofá.

Él me sonrío acercándose al sofá.

– ¿Quieres subir a dormir? -Pregunté.

– ¿Tus padres…?

-Ellos no están, salieron a una ciudad que queda a cinco horas de aquí y dudo que vuelvan, seguramente llegarán hasta mañana al mediodía-Expliqué subiendo las escaleras con él.

Le mostré la habitación de huéspedes para que él se quedara a dormir ahí, después yo entré a mi cuarto y me tiré en la cama, pues eran casi las doce y yo mañana tenía escuela.

&&&&&&&&&&

Cuando el sonido de mi alarma me despertó, Leo ya no estaba, pero encontré una nota en la sala que decía:

Oye linda, regresaré a mi casa, me levanté más temprano para ir a darme un baño y tomar mis cosas de la escuela, también esperaré el sermón de mi mamá diciendo que se preocupó por mí, que por qué no llevé mi celular y todo eso, pasó por ti a las 7:50 para la escuela.

PD: Te quiero mucho

Att. Leo W.

¿Por qué será que todos los Williams firmaban con una «w»?, ¿Por qué no ponían su apellido completo?

Dejé de pensar en eso para alistarme rápido y bajar a comerme un cereal, estaba hablando por mensaje con Leo, al parecer ya iba por mí.

Efectivamente, cinco minutos después de que recibí su último mensaje escuché el sonido de un claxon, lo que indicaba que Leo había llegado por mí. Salí de casa y me monté en la motocicleta del chico aferrándome a su torso como solía hacerlo siempre.

Él estacionó afuera de la escuela, cuando yo bajé de esta me posicioné a un lado suyo y antes de que él bajara de su moto tomó mi mano y me jaló hacia él. Mi cuerpo chocó con el suyo, lentamente fue deslizando sus manos por mi cintura y, quedando a solo centímetros de su rostro, deposité mi mano en su cuello. Supuse lo que pasaría después, cerré los ojos por inercia y justo cuando sentí el rocé de sus labios con los míos…

– ¡HOLA MADD! -Gritó Alice desde atrás de mí.

Cuando me di la vuelta y vio las manos de Leo posadas sobre mí se apenó mucho.

-Lo siento, no quería…interrumpir…lo siento, lo siento.

El chico del piano lamió sus labios y yo me quité de encima para que él pudiera bajarse de su vehículo.

-Alice, ¿tú y Gabriel son novios? -Preguntó colgando su mochila del hombro.

Ella se ruborizó. Después de mirar a Leo con asombro volví mi vista hacia mi amiga que se encontraba apenada.

-Bueno…él…no…yo… ¿Te ha dicho algo?

-No, lo digo porque son i-den-ti-cos, de verdad, primero Gabriel en el restaurante y ahora tú, si no son novios deberían, son tal para cual.

Comencé a reír cuando recordé el incidente del restaurante, que por cierto, mi prima Emma nos había visto y me preguntó si éramos novios a lo que yo respondí que no pero ella terminó diciendo que yo no era una fuente confiable de información y que le preguntaría al mismo chico o al amigo que nos acompañaba, osea Gabriel.

Ella no entendió lo del restaurante y justo cuando iba a replicar algo llegó Asher en su auto dorado.

-Hola chicos, por cierto, Leo, dijo mi mamá que si vas a llegar tarde le avises, porque ayer se preocupó mucho.

-Claro, gracias hermano-Dijo sonriendo falsamente.

– ¿Te regañaron?

-Nah-Arrugó la nariz-Solo me reprendió.

-Es lo mismo-Aclaré.

-No lo es-Atacó negando con la cabeza.

-Bueno, yo ya me voy a clase-Mencionó Alice sonriéndome significativamente.

-Yo también-Comentó Asher.

-Bueno, tú también, vámonos a clase, te acompaño a tu salón-Puso una mano en mi espalda y comenzamos a caminar.

– ¿Tú qué clase tienes? -Pregunté caminando.

-Deporte, y no te preocupes por mí, Alice y Rose están ahí para cuidar que no me acerque a ninguna chica-Dijo guiñando un ojo.

– ¿Rose?, No, a ella le cambiaron a historia junto con Madd-Esta vez habló Alice caminando junto a Leo.

Supongo que se le unió porque van para el mismo lugar.

-Por lo menos puedo estar con la seguridad de que Josh no te hará nada-Miró pensativo frente a él y después añadió:

-Lo siento Alice, después de todo él te gustaba.

-Tú lo has dicho «gustaba», ahora me gusta otro chico-Dijo encogiéndose de hombros.

Leo y yo intercambiamos miradas y yo decidí hablar.

-Déjame adivinar…no será un chico alto, de cabello pintado, ojos cafés, que toca la guitarra, y que tiene un mejor amigo que es muy guapo.

Ella me miró sorprendida por lo último y yo me apoyé en el marco de la puerta, ya había llegado a mi salón de historia.

Leo tardó unos segundos en captar para después sonreír entrecerrando los ojos.

– ¿Acaso tratas de decir que soy guapo indirectamente? -Cuestionó divertido.

– ¿Y quién te ha dicho que me refería a ti?, Yo hablo de Asher-Respondí encogiéndome de hombros con una sonrisa inocente.

Alice empezó a reír a carcajadas y la sonrisa divertida de Leo se esfumó para cambiarla por una cara de confusión.

-Es broma tontito, si hablaba de ti-Me puse de puntillas para darle un beso en la mejilla y justo cuando él iba a hablar yo entré a mi salón, sentándome junto a Rose.

Hoy había amanecido con confianza, y debía aprovecharla.



CAPÍTULO 16.- LA FIESTA.


Mis padres estaban preparando sus maletas para irse de viaje, se iban por dos semanas a Japón. Realmente esta es la primera vez en toda mi vida que le pido dinero a mis padres para ir de compras -pocas veces tenía caprichos-, ellos siempre depositaban en mi tarjeta para cuando se iban de viaje, pero esta vez necesitaba dinero en efectivo.

Toqué a la puerta de su habitación y mi madre respondió con un «Pasa». Me adentré en aquel lugar y vi a mis padres con dos maletas sobre la cama, cada uno doblando su ropa y acomodándola.

– ¿Qué pasa hija? -Preguntó mamá dejando un par de blusas dentro de la maleta para mirarme.

-Ammm…es que…les quería pedir algo-Ellos notaron mis nervios y mi pena y después de mirarse entre ellos sonrieron.

-Sin pena hija, ¿qué necesitas? -Esta vez habló papá quien cerró su maleta y apoyó un brazo en ella.

-Es que quería ver si me podían dar dinero…es que en un rato mis amigas y yo queremos ir a comprar un vestido nuevo para la fiesta que habrá mañana por la noche.

Los dos me miraron con una sonrisa.

-Hija, ¿tanto drama para eso?, claro que te daremos dinero-Mencionó mamá para después depositar un beso en mi frente.

Mi padre se acercó a la mesita de noche y tomó su cartera para después extendérmela, yo la tomé y lo miré extrañada.

-Toma lo que necesites de ahí y si ocupas más puedes cargar todo a mi tarjeta.

-Gracias-Tomé algunos billetes y devolví la cartera a su lugar para después salir de la habitación.

Alice me llamó y me dijo que Hannah y ella ya me estaban esperando en la esquina, tomé mi bolso y caminé hasta el cuarto de mis padres para despedirme, posiblemente no los vería hasta que ellos regresaran de su viaje.

Cuando llegué a la esquina pude ver la camioneta de Hannah. Subí corriendo a la parte de atrás y ella arrancó. Llegamos a varias tiendas y ningún vestido me convencía del todo, mis amigas me mostraban algunos y yo respondía con un: «Muy claro», «Muy obscuro», «Muy corto», «Muy de verano», «Muy descubierto».

Qué especial saliste, ¡Escoge uno y ya!

No me presiones.

Y así un sin fin de críticas que solo hacían desesperar a mis amigas, pasamos por una tienda grande de joyas y ahí lo vi a él. Parado frente el mostrador se encontraba Leo observando las joyas que estaban iluminadas en aquella vitrina mientras que el vendedor le mostraba algunas fuera de éste.

¿Para quién querrá comprar alguna joya?

Y recordé lo que él me dijo. En aquella fiesta de caridad que su familia organiza, cuando un integrante de esta familia lleva pareja tiene que presentarlo ante todos en esa fiesta. Seguramente la chica que le gustaba estaría en la fiesta y cuando se la presentara a su familia ya podría decir que lo mío con él se había terminado.

Bueno, lo mío como lo que yo quería ser de él, no como lo que él decía que éramos. Sé que es complicado de entender, pero Leo solo quiere una amistad conmigo y yo quiero algo más. Solo que entre mis planes no está el decírselo.

Mis amigas ya iban muy delante así que corrí para alcanzarlas, entramos a una tienda de vestidos y miré algunos.

-Oigan, ¿cómo me vería con aquel vestido plateado? -Dije señalando uno que estaba puesto en el aparador.

-Se te vería precioso-Dijo Alice.

Ya todas tenían su vestido, solo faltaba yo y ese vestido de verdad llamó mi atención. Al final opté por comprarlo y guardarlo en mi closet con mucha emoción. Quería ir a la fiesta, tenía mucho sin ir a una y me sentía feliz por la invitación.

&&&&&&&&&&

Era el día de la fiesta, aún faltaban algunas horas para que Hannah pasara por mí, pues teníamos pensado arreglarnos todas en casa de Alice. Me encontraba en la mesa de comedor terminando mi desayuno cuando alguien llamó a la puerta.

La felicidad me invadió al pensar que era Leo, pero toda la emoción desapareció cuando a la mitad de mi trayecto a la puerta, la persona del otro lado la abrió y entró rápidamente.

Emma

-Hola prima-Saludó ella con su característico acento italiano.

-Hola, y desde ahora te advierto que hoy no tengo a Leo para traducirme así que háblame español.

La miré de pies a cabeza, tenía puestos un vestido color rosa palo de mangas largas y que llegaba hasta las rodillas y unos zapatos blancos con moñitos rosas, además cargaba con una bolsita de mano a juego con sus zapatos.

Ella siempre fue una persona que vistiera muchos colores pasteles, casi nunca se le veía con vestidos obscuros o muy extravagantes. Nunca usaba ropa muy pegada ni destapada. Los vestidos que ella usaba eran hasta la rodilla o un poco más abajo, nunca más cortos.

No sabía si era costumbre o algo parecido que en Italia se usaran vestidos largos, o si estuvieran prohibidos los vestidos demasiado cortos.

Ella me miró con una sonrisa maliciosa.

-No tienes a tu novio.

-Que no es mi novio-Puse los ojos en blanco.

-Lo que digas…solo venía de pasada para saludarte y porque mi tío me dijo que viniera a ver como estabas, si me disculpas me tengo que ir al restaurante.

Se despidió con un beso en la mejilla y justo después de que se fuera mi teléfono sonó. Fui a la cocina por él y respondí. Era Leo.

-Hola, chico del piano.

-Hola, angelito.

– ¿Puedo preguntar de donde el apodo? -Cuestioné con una sonrisa.

-Bueno, además de que tienes una voz de ángel también te he visto dormir y eres una cosa adorable.

Sonreí bobamente sabiendo que mis mejillas estaban rojas.

– ¿Para qué me llamaste?

-Quería saber cómo estabas y también porque quería preguntarte algo.

-Estoy bien, y también quiero preguntarte algo.

-Empieza tú.

-Es relacionado con Italia y algunas costumbres y reglas.

Se quedó en silencio por unos segundos.

– ¿Qué quieres saber? -Pude notar un toque de diversión en sus palabras.

– ¿Por allá está prohibido usar vestidos muy cortos?

Se quedó callado un momento y después escuché una leve risa.

-No, al contrario, cuando voy de vacaciones con mis padres adoro sentarme en la ventana que da hacia la calle y ver a las hijas de los vecinos salir con sus hermosos y cortos vestidos, que por cierto, las chicas y chicos de mi vecindario son de mi edad así que nos llevamos muy bien, sobre todo con las chicas.

Mi cuerpo se tensó en ese momento.

Me quedé unos segundos tratando de procesar lo que estaba diciendo, y tratando de calmar mis celos también, ¿Por qué tenía que ver a las otras chicas?, ¿La chica que le gustaba era una de ellas?, ¿Estaría aquí para la fiesta y por eso Leo estaba comprando una joya?

Él comenzó a reír a carcajadas, y no solo él, otra risa bastante familiar también se presentó del otro lado de la línea, seguro que eran Gabriel o Asher.

-Es broma ángel, no te pongas celosa, tengo casi tres años sin ir a Italia.

En ese momento me sentí la persona más estúpida del planeta, el alivio corrió por mi cuerpo causando que se relajara y mis mejillas ardían. Cerré los ojos con fuerza y di un suspiro largo.

– ¿En serio Eider?, Consejo de vida, jamás me creas cuando hablo de chicas o de que las veo, realmente solo tengo ojos para una y es la que me gusta.

-No confiaré en ti el resto de mi vida-Mascullé.

El volvió a reír.

-Bueno, el punto es que no, en Italia no están prohibidos los vestido cortos, así que para cuando nos vayamos tú y yo de viaje recuerda llevar algunos porque te quedan muy bien… Mi pregunta era, ¿Tienes algo que hacer esta noche?

Con sus primeras palabras me ruborice mucho más, en cuanto empezaba a salir de uno, el rubor y el calor en mis mejillas volvía justo después. Pensé en invitarlo a la fiesta conmigo, pero por lo que veía no se hablaba mucho con Jess y no sabía qué tal le parecería eso a ella así que no, definitivamente no lo invitaría.

-Voy a casa de mi prima Emma-Mentí.

Sabía que si le decía que me quedaba en casa vendría a visitarme y se llevaría la sorpresa de su vida al saber que no estaba.

-Tenía pensado invitarte a ver películas, pero como veo que tienes planes lo hacemos otro día.

Me despedí del chico y cuando él colgó me sentí mal por no poder estar ahí con él, pero quería ir a la fiesta y ya estaba comprometida con mis amigas. Además, también sentía remordimiento por haberle mentido.

Tranquila, solo es una mentira piadosa, no se va a enojar.

Eso espero.

*Alice*

El día de la fiesta había llegado y las cuatro nos encontrábamos arreglándonos en mi cuarto. Rose se estaba maquillando, Hannah se estaba cambiando en el baño, Madd se estaba peinando y yo me estaba poniendo los aretes.

Al estar todas listas nos tomamos unas fotos y publicamos un par en Instagram, le conté a Gabriel sobre la fiesta y se ofreció a llevarnos y recogernos cuando la fiesta terminara.

Mis amigas se veían realmente preciosas.

Rose llevaba puesto unos shorts de mezclilla rotos y un top rojo sin mangas y unas botas de tacón negras y largas. Hannah un vestido negro con blanco, éste tenía las mangas debajo de los hombros y unos tacones negros. Madd un vestido plateado sin mangas y unos tacones plateados.

Debo admitir que es la primera vez en mucho tiempo que veo a Madd usar un vestido que le queda siete dedos arriba de la rodilla.

Creo que Leo está haciendo un gran trabajo.

Sí, claro que sí.

Y yo tenía puesta una falda roja que me quedaba cinco dedos sobre la rodilla y un top negro de tirantes.

Un claxon sonó y todas salimos de la casa sintiéndonos unas diosas, Gabriel nos miró raro.

Cuando estuvimos dentro del auto pude notar que reprimía una sonrisa.

– ¿Qué?, ¿Por qué nos miras así?-Pregunté con el ceño fruncido.

-Es que todavía no entiendo si van a ir a la casa de una amiga o a una fiesta de disfraces-Admitió mirando al frente.

– ¿Por qué?, ¿Nos vemos mal? -Cuestioné mirando mi look.

-Bueno… Rose parece disfrazada de rockera retirada, Madd parece esfera de discoteca y Hannah parece sacada del reparto de Cruella.

Dijo Gabriel ganándose una mirada de indignación por parte de mis amigas.

– ¿Y yo? -Cuestioné enarcando una ceja temiendo por su respuesta.

-Tu pareces…una hermosa chica que no se excede los límites del maquillaje y la ropa cuando va a una fiesta, en pocas palabras, luces preciosa.

– ¡Y porque a ella si le haces cumplidos lindos! -Espetó Madd golpeando el asiento de enfrente, que era el de Gabriel.

Hannah comenzó a reír.

– ¡Literalmente acabas de llamarme gorda! -Reclamó la rubia.

Gabriel abrió los ojos con sorpresa.

– ¡En ningún momento te dije gorda!

-Dijiste que parecía esfera de discoteca-Espetó ella rodando los ojos.

-Pero por el color, no por la forma, si a esas vamos en lugar de decirte bola de disco te hubiera dicho barra de luz, por plana.

Madd volvió a golpear el asiento y Gabriel se quejó mientras que las demás no reíamos.

-Bueno, bueno…solo porque eres la casi algo de mi mejor amigo diré que pareces un ángel brillante-Aclaró rodando los ojos.

La chica miró a la ventana al escuchar lo que -para su mejor amigo- era considerada ella. Un «casi algo»

-Ammm… porque nos vamos a la fiesta-Mencionó Hannah cuando sintió aquel incómodo momento.

-Sí, opino lo mismo-Dije.

Rose fue la que estuvo guiando al chico porque ella era la única que sabía dónde estaba la casa de Jess, cuando estuvimos estacionados afuera pudimos notar un par de luces saliendo de la ventana. Rose y Hannah salieron corriendo del auto y tocaron la puerta. Madd se quedó admirándolas por la ventana, lo que Gabriel dijo si le afectó, pues desde ese momento hasta acá estuvo muy pensativa.

Bajé del auto y después Madd hizo lo mismo, empezamos a caminar hacia las escaleras del umbral cuando el chico dentro del auto llamó a mi amiga, lo que causó que ambas miráramos atrás.

-Oye, lo siento si te hice sentir mal con lo de Leo, no era mi intención.

-No Gabriel…no estoy así por lo que dijiste, estoy así porque duele pensar que es cierto.

-No es cierto, no eres su casi algo, lo juro.

Ella elevó un poco la comisura de sus labios.

Spoiler alert, ha cambiado mucho, y eso solo lo hizo por ti-Dijo señalándola con su dedo índice.

*Madd*

Entrar en aquella casa con música electrónica me hizo olvidar la tristeza que tenía atormentada mi cabeza. Hannah me tomó de la mano y me guio hasta donde estaban Rose, Alice y Jess sentadas en un sofá del rincón. Nos sentamos con ellas y Jess se levantó a saludarme.

– ¡Madd!, ¡Qué bueno que viniste!, Como Rose me dijo que eras tímida no invité a mucha gente, solo hay un par de amigos míos, hay tres mujeres, entre ellas Emy y cinco hombres, uno de ellos es mi hermano, los demás son amigos.

Sonreí y ella se volvió a su lugar junto a Rose, mientras que Alice, Hannah y yo estábamos en una mesa alta que había cerca del pasillo hacia la puerta. Jess llegó con nosotras poniendo sobre la mesa dos botellas. Una de tequila, otra de vodka y unos vasos.

– ¿Jugamos? -Preguntó.

– ¿A qué? -Alice la miró con el ceño fruncido.

-Verdad o reto, si dices una verdad te toca tomar tequila, si pides reto tienes que tomar vodka y cumplir el reto.

-Ok yo juego-Habló Hannah tomando un vaso.

Ella me miró insistente y al final accedí tomando un vaso, después de todo se trataba de divertirme.

¿Qué era lo peor que podía pasar?

Siempre que me lo pregunto pasa algo malo.

Alice también tomó un vaso y después preguntó:

– ¿Y Rose?

-Se quedó platicando con mi hermano-Dijo Jess restándole importancia.

Alice y Jess quedaban dándole la espalda a los chicos que estaban sentados en el sofá junto con Rose, pero Hannah y yo podíamos verlos perfectamente. Dos de los chicos miraban a mi mejor amiga mientras Rose les platicaba haciendo ademanes con las manos.

-Ellos te están mirando-Susurré en el oído de mi amiga.

-Nos…también te ven a ti-Susurró de la misma manera.

– ¡Madd, te toca! -Gritó Jess acercándome un vaso pequeño.

Nunca, en mi vida había tomado. Bueno, a excepción de las cenas de navidad, pero hay que estar conscientes de que el vino no tiene el mismo poder que el tequila o el vodka para emborracharte.

Tomé con lentitud el vaso y lo acerqué a mí.

– ¿Verdad o reto? -Preguntó Hannah.

Pensé por un segundo y escogí verdad.

– ¿Cuántos novios has tenido? -Cuestionó Jess.

-Uno-Respondí.

– ¿En serio?, ¿Solo uno?

-Sí, ¿es tan malo?

-Un poco-Expresó Jess con malicia.

Seguimos jugando por un rato, Rose ya no estaba y uno de los chicos también había desaparecido mientras que los demás nos seguían mirando. Después de cinco tragos yo ya no podía más, la cabeza me estaba doliendo, mi estómago estaba un poco irritado y sentía que me caería de la silla. Los ojos se me cerraban y no estaba del todo segura, pero era probable que estuviera diciendo incoherencias.

Los chicos que quedaban en el sofá por fin se animaron a acercarse preguntándonos si podían jugar con nosotros, aceptamos y ellos se acomodaron en espacios libres, uno de ellos quedó junto a mí, tenía el cabello castaño oscuro y los ojos azules.

El chico me miraba mucho, su cara me resultaba familiar y me quedé pensando quién podría ser, sin embargo, por más que lo intentaba no lograba recordar así que terminé por culpar al alcohol y decir que solo era un delirio.

Hubo un momento en que creo yo, no tuve conciencia de lo que hacía pues cuando fue mi turno escogí un reto, el cual lo puso el chico sentado junto a mí, me pidió que lo besara y yo lo hice.

Si, lo sé, fue una locura de mi parte, pero nadie hizo nada para impedirlo, al contrario, todos aplaudieron y yo solo me divertía.

Si Leo hubiera estado aquí se hubiera puesto furioso-Murmuré entre risas.

Pues genial que no está aquí, porque alguien acabaría desangrándose.

Pensé, lo que hizo que recordara su perfecta sonrisa, y su rostro.

Volví a la realidad donde estaba sentada rodeada de chicas tomadas y chicos guapos. Donde me estaba divirtiendo sin conciencia ni límites y donde creía yo esto no terminaría mal.

*Leo*

Alguien llamó a la puerta de mi casa. Mi madre se encontraba trabajando, mi padre estaba en la oficina del taller arreglando algunas cosas, Asher había salido con Alex y yo me había quedado solo en casa viendo una película en la sala.

Abrí la puerta y dejé pasar al chico que al parecer también se había quedado solo.

– ¿Por qué no saliste con Alice? -Pregunté tirándome en el sillón donde me encontraba antes de que él llegara.

-Se fue a una fiesta, vengo de allá.

– ¿Fuiste a una fiesta y no me invitaste? -Bromeé.

-No fui a la fiesta, solo las dejé-Se tiró en el sillón de al lado.

– ¿Las?, ¿Estás hablando de muchas personas?

-Si, a la fiesta fueron Alice, Hannah, Rose y Madd.

-Mmm…

Miré al chico suspirando y después me volví a la televisión y puse play a la película. Gabriel también estaba viéndola pensativo, hasta que me miró y después se lanzó en el sillón junto a mí.

-Oye, tú y yo también deberíamos divertirnos.

– ¿De qué hablas? -Cuestioné pausando de nuevo la televisión.

Lo miré para encontrarlo con una sonrisa.

Oh, no. Eso solo significa que tiene un plan.

Si, uno muy malo.

-Sí, ir a beber juntos, jugar póker, no sé.

– ¿Beber?

-Sí, eso es lo que fueron a hacer Alice y sus amigas a la fiesta, beber y jugar algún juego… besarse con alguien, yo que sé-Explicó encogiéndose de hombros.

– ¿Qué tipo de juego? -Lo miré frunciendo el ceño por la loca y paranoica idea que pasaba por mi cabeza- ¿Y cómo que besarse con alguien?

-Yo que sé-Repitió encogiéndose de hombros por segunda vez.

– ¿Sabes que cuando bebes mucho te puedes embriagar?

– ¿Sí? -Respondió obvio.

-Y cuando te embriagas llegas a hacer cosas que sobrio no harías…-Continué.

-Ajá-Dijo haciendo ademanes con las manos como si estuviera cuestionando.

-…O pueden obligarte a hacer cosas sin que tú te des cuenta.

-Sí, ¿y? -Él levantó ambas cejas.

-Madd en su vida ha bebido, ¿sabes lo que le puede pasar si bebe de más?

-Oup-Murmuró haciendo un mohín.

Él miró pensativo al suelo por unos segundos mientras que yo trataba de calmar todo lo que pasaba por mi cabeza.

– ¡Oh-ohu!

– ¿Qué? -Cuestioné ante su expresión de miedo con preocupación.

-Hay que sacar a Madd de ahí cuanto antes, yo sé dónde está la casa, vamos.

– ¿Por qué? -Cuestioné tragando saliva.

Él sonrió inocentemente.

-Digamos que dejé a Madd en una casa donde hay chicos, y esos chicos la miraban mucho, además de que ella llevaba ropa muy descubierta y no sabemos qué tan pervertidos sean ahí-Dijo chocando sus dedos índices.

Me levanté de golpe del sofá y corrí hacia afuera, Gabriel no dudo en seguirme.

Ambos subimos en su auto rumbo a aquella casa, traté, juro que traté de calmar mis pensamientos paranoicos, pero no lo logré.

Al estacionarnos, vimos a Rose platicando con el hermano de Jess, claro, ésta es la casa de Jess.

-Rose, ¿dónde está Madd? -Preguntó Gabriel.

-Adentro-Respondió sonriendo.

Los dos corrimos hacia la sala y vimos a Hannah junto con Jess y otros chicos, pero ninguna señal de Madd, escuchamos una puerta abrirse y los dos volteamos hacía el lugar de dónde provenía el ruido. Vimos salir a Alice y cuando ella se acercó a nosotros con el entrecejo levemente fruncido Gabriel corrió a abrazarla.

-Alice, ¿dónde está Madd?

Nos miró desconcertada y después pronunció:

-Está sentada en la silla junto a…

Ella guardó silencio al notar que su amiga ya no estaba.

-Antes de que entrara al baño estaba ahí-Habló señalando un lugar junto a Hannah.

– ¿Hace cuando entraste al baño? -Pregunté.

-Como veinte minutos, me dolía la cabeza así que entré al baño para ver si se me pasaba, la verdad es que soy la más sobria aquí, Madd estaba mal, no creo que se haya podido levantar sola.

– ¿En qué sentido se encontraba mal? -Cuestioné preocupado y chocando nerviosamente los dedos a los costados de mi pantalón.

-Está ebria…demasiado ebria.

Cerré los ojos suspirando, sentí que alguien tomó mi hombro y cuando abrí los ojos me encontré con Gabriel.

-Tranquilo Leo, la vamos a encontrar.

-Esperen-Mencionó Alice-También falta un chico, estaba sentado junto a Madd-Explicó mirando a la mesa.

-Vamos a la cocina y si no los encontramos ahí los buscamos arriba-Ordenó Gabriel.

-Los acompaño-Se unió la chica.

Caminamos hasta la cocina y desde la pequeña ventana que tenía la puerta pude ver a Madd acorralada contra la pared mientras que el otro chico la intentaba besar y ella oponía resistencia.

-Leo, escucha, no vayas a salir corriendo a golpear al chico, no queremos lastimar a Madd, ¿Recuerdas? -Dijo Gabriel.

Lo miré tensando la mandíbula. Asentí con la cabeza lentamente, apretando los labios.

-Bien, hagamos esto, entras, apartas al chico, tomas a Madd con cuidado y me la das… y si quieres te peleas con él, pero no con Madd en medio, ¿entendiste?

Volví a asentir con la cabeza y los tres entramos en la cocina. Vi como la chica se removía tratando de apartarse del chico y este la tomaba con mucha más fuerza.

– ¡Suéltame!, ¡Suéltame! -Gritaba mientras lloraba y hacía contra peso hacía atrás.

-No te voy a soltar y es mejor que obedezcas si no quieres que te lastime-Espetó el otro chico mientras la sujetaba con más fuerza azotándola contra la pared.

-Mi novio va a venir por mí, y te va a golpear.

– ¿Oh, enserio?, ¿Dónde está?, Porque yo no lo veo. Lástima, estás sola, y nadie te va a ayudar.

Su llanto se volvió más fuerte y ahí fue donde no me pude contener, la furia me invadió y las ganas de golpearlo se hacían cada vez más grandes. Apreté los puños y comencé a dar grandes zancadas hacia él.

– ¡Leo, relájate! …Ok no me escuchó-Dijo Gabriel al ver que solté el primer golpe.

Tomé al chico y lo empujé, él chocó contra la barra y cuando estuvo a punto de lanzarse sobre Eider, tomé a la chica y con un movimiento rápido la empujé hacia Gabriel quien abrió sus brazos para abrazarla mientras Alice le hablaba.

– ¿Y tú quién eres? -Preguntó el otro chico.

-Soy su novio, idiota-Mentí-Y no quiero que te vuelvas a acercar a ella.

Él comenzó a golpearme y yo hice lo mismo hasta que él terminó con la espalda cerca de la estufa.

Le di un último golpe en el que quedó apoyado de la mesa y después caminé hacia la puerta. Salí de la cocina y encontré a Gabriel con Madd en brazos.

Esta vez no me puse celoso, él solo estaba ayudando, estaba cuidando de mi ángel mientras yo la defendía y eso no tenía nada de malo. Mi madre tenía razón, Gabriel era un buen amigo, uno que jamás me quitaría a la persona que amo y que me es leal.

Me acerqué a la chica y Gabriel se movió levemente para darme más espacio, la cargué en brazos y ella se removió un poco negando, supuse que ella pensaba que era el otro chico.

-Shhh, tranquila, soy yo, tu chico del piano-Susurré presionándola delicadamente contra mi cuerpo.

Ella volvió a moverse, pero ahora para enredar sus brazos en mis hombros y acurrucar su cara en mi cuello, tenía los ojos cerrados y las mejillas humedecidas por las lágrimas. Podía sentir su cálida e irregular respiración en mi cuello lo cual me daba una sensación de paz, el saber que ella estaba a salvo me tranquilizaba.

Gabriel me hizo una señal para salir de la casa, él tomó a Alice de la mano y comenzamos a caminar hacia afuera. Subimos al auto de mi amigo. Alice y Gabriel adelante y yo con Madd atrás, recosté a la chica y su cabeza quedó en mis piernas, comencé a acariciar levemente sus mejillas tratando de secar las lágrimas.

La admiré de pies a cabeza y me detuve en su vestido, era demasiado corto, en la posición en la que se encontraba se levantaba mucho más y se podía notar levemente su ropa interior.

Miré a todos lados en el auto hasta que encontré -en la parte de atrás del asiento de Gabriel- una manta delgada, la tomé y la cubrí. Levanté la vista, Gabriel me miraba desde el retrovisor sonriendo, devolví la sonrisa y después miré a la ventanilla.

-Llegamos-Anunció él- ¿Quieres que te espere para llevarte a tu casa?

-No, voy a caminar.

-Claro que no, son las dos de la mañana, no voy a dejar que camines a esta hora hasta tu casa, te espero-Dijo él.

Bajé del auto y traté de arrastrar hacia afuera y con cuidado a la chica, su vestido se acomodó hasta que ya no se notaba nada, me acerqué a la puerta y la abrí con facilidad.

¿Había dejado la puerta abierta?

Pues si baboso, de no ser así, estaría cerrada, idiota.

Cállate.

Subí las escaleras y entré en una habitación que no sabía de quién era, supuse que era de visitas ya que no tenía ninguna decoración y tampoco tenía ropa en el closet. Recosté a la chica en la cama y la cubrí con las sábanas, ella se movió levemente hasta estar cómoda.

Estaba por cerrar la puerta de la habitación cuando escuche un ruido detrás de mí.

-Leo-Dijo ella con la voz ronca.

Me acerqué y me senté a un lado de ella.

– ¿Qué pasa?

-Gracias por sacarme de ahí.

Sonreí y retiré un mechón de cabello que estaba en su frente, ella hablaba, pero tenía los ojos cerrados.

-No tienes que agradecer nada, te dije que siempre voy a estar para evitar que te hagan daño.

Dio una pequeña risa llevándose una mano a la cara.

– ¿Te puedes quedar conmigo?

-Sí, ¿te parece si voy a mi casa por algo de ropa para mañana y vuelvo en cinco minutos?

Asintió con la cabeza.

Salí de la casa y me encaminé al auto de Gabriel, llevamos a Alice a su casa y después él me llevó a la mía. Tomé algunas cosas de mi habitación y subí al auto de mi padre, que por cierto él me prestó.

Ya estaba dormido y le pregunté entre susurros si me lo prestaba, así que él aceptó, entre sueños, pero aceptó.

Llegué a la casa de Eider y, al entrar, cerré con seguro la casa. Subí a la habitación donde había dejado a la chica, pero ella ya no estaba ahí. Salí extrañado de la habitación y escuché ruidos en otra, esta puerta tenía escrito Madd. Era su habitación.

Entré sin hacer ruido y la vi acomodándose un pantalón de pijama, levantó la cabeza para mirarme y me sonrió más dormida que despierta.

-Puedes caminar, pensé que no podrías ni sentarte.

-Bueno, debo admitir que casi caigo por las escaleras, pero estoy bien-Dijo tirándose de espaldas en la cama.

Sonreí y me acerqué, ella dio unos golpes en la cama incitándome a que me acostara con ella. Cuando me acomodé, Eider pasó su mano por mi cadera y recostó su mejilla en mi pecho, sonreí poniendo mi mano en su cabello y acariciarlo.

*Hannah*

Busqué a Madd por toda la casa y no la encontré, llamé a su celular pero se encontraba apagado, Alice también había desaparecido y cuando estuve cerca de la cocina, el chico que estaba mirando a mi mejor amiga desde que llegó, salió enojado, demasiado enojado.

Lo miré con los ojos muy abiertos, me pareció conocido.

¿No es…?

No, imposible.

Pero tiene mucho parecido a…

Es imposible, seguro es el alcohol.

Busqué a Rose y la encontré, pero besándose con un tipo que yo no conocía, y dudo que ella lo hiciera, estaban en un rincón cerca de las escaleras al segundo piso. Grité su nombre y ella me miró molesta, se acercó y como si hubiera interrumpido su momento más hermoso y me preguntó con arrogancia y fastidio:

– ¿Qué quieres?

– ¡Uy perdón!, Solo quería preguntarte dos cosas.

– ¿Qué cosas?

-Lo primero es si sabes dónde está Madd.

– ¿No supiste?, Leo vino por ella junto con Gabriel que se llevó a Alice.

-No, no las vi salir, y mucho menos vi a Leo-Dije mirando de pies a cabeza al chico con el que ella se encontraba-Mi otra pregunta es, ¿Qué no tenías novio?

Me miró algo enojada.

-Sí, ¿por qué?

-Porque te estas besando con ese tipo, no creo que a tu novio le guste eso.

-Que te importe poco lo que yo haga. Además, terminé con él.

Se dio la vuelta y siguió besándose con ese tipo. Lo hubiera tomado personal, pero estaba borracha y así cualquiera dice tonterías.

Los seguí mirando por unos segundos más y vi como el chico que salió enojado de la cocina cambiaba de lugar con el tipo, ahora él se estaba besando con Rose.

Ok, creo que esto será lo más raro de la noche.

Sí, creo que sí.

Salí de la casa y llamé a Asher, no tomé en cuenta la hora hasta que me respondió al instante.

-Diga-Su voz sonaba medio dormida y ronca.

-Asher, siento haberte despertado…

-No, no, dime, ¿que necesitas?

-Es que vine a una fiesta con mis amigas y Gabriel se ofreció a regresarme a mi casa pero ya se fue junto con Alice y Madd así que…

-Voy para allá-Interrumpió colgando.

¿Cómo se supone que sabría dónde estoy?

Seguramente le preguntará a Gabriel.

Después de un rato de estar en el frío se estacionó frente a mí un auto dorado, Asher salió de éste quitándose el abrigo y poniéndomelo mientras caminábamos hasta el lado del copiloto. Cuando los dos estuvimos adentro él comenzó a conducir.

-Oye Asher, ¿Rose y tu amigo terminaron?

Él me miró frunciendo levemente el ceño.

– ¿Por qué?

-Es que acabo de ver a Rose besándose no con uno, sino con dos tipos y cuando le pregunté y ella no tenía novio me dijo que no, que habían terminado.

Me volvió a mirar, pero ahora con el ceño mucho más fruncido.

– ¡¿Qué?!

-Eso dijo ella-Dije levantando las manos en forma de inocencia.

Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y comenzó a buscar algo, yo sabía perfectamente que era.

– ¿Eduardo? …Tengo que hablar contigo.

– ¡¿Eduardo?!, ¡¿Él es el novio de Rose?!

-Sí, ¿por qué?

-Es mi primo-Expliqué mirando hacia el frente, desconcertada.

Mi amiga estaba engañando a mi primo no con uno, sino con dos tipos ¡DOS TIPOS!



CAPÍTULO 17.- LA PAREJA DEL GRUPO.


*Eduardo*

Asher me llamó hoy, a las 3:00 a. m solo para decirme que debía terminar con mi novia, otra vez, pero ahora con la excusa de que mi prima le dijo que ella vio a Rose besándose con un tipo y mi novia le dijo a Hannah que ya habíamos terminado. No sé cuál era su afán porque termináramos, si él ya le había dicho a Leo lo del plan -plan que se canceló-, Leo y Madd se habían arreglado y todo estaba bien, ¿por qué seguía con eso?

Tomé las llaves de mi auto azul oscuro y salí de la casa, Gabriel me invitó esta mañana a que almorzáramos juntos en Griddy’s. Un café justo en el centro de la ciudad. Era un sábado con algo de aire, estábamos en temporada de lluvias y cuando estas acabaran la primavera comenzaría.

Entré en aquel lugar, lo primero que vi frente a mí fue una barra con un aspecto rústico. Todo en este café era rústico, las mesas estaban hechas de madera y las sillas eran asientos largos, como de los 80’s. La cartelera también era rústica, algunos de los posters pegados en la pared eran de bandas antiguas y había una rocola. Busqué con la mirada a Gabriel, a quien encontré embobado en su celular, con una sonrisa tonta.

-Déjame adivinar…Alice-Dije sentándome enfrente.

-Sí, vamos a salir en un rato.

Me senté frente a él.

-Genial, ¿A qué viene esta invitación a almorzar?, Porque para ser honestos tú no eres la clase de persona a la que le gusta pasar más tiempo conmigo que con su mejor amigo-Levanté las cejas y puse los codos sobre la mesa.

-Bueno, tu mejor amigo Asher me pidió que hablara contigo-Mencionó chocando sus dedos contra la mesa.

Rodé los ojos al saber de qué se trataba esto.

-Él me dijo que tiene varios días tratando de convencerte de que tú y Rose terminen, pero tú sigues diciendo que no…Creo que Asher tiene razón en lo que sospecha-Dijo tranquilamente.

-No voy a terminar con ella.

-Es qué… piénsalo, ustedes se han estado separando, Hannah la vio ayer besándose con un tipo…Además, puedo entender que no le creas a Asher por lo de Madd… ¿Pero yo?, Que jamás me aprovecharía de algo así, y que yo ni siquiera estaba enterado del plan hasta que Leo me contó, ¿crees que soy capaz de hacerlo por mal? -Su voz seguía tranquila.

-No te creo capaz, pero no confío en Asher, no sé quién fue el que le metió esa maldita idea por la cabeza, pero…

-De hecho, el de la maldita idea fui yo-Interrumpió sonriendo inocentemente.

Me quedé mirándolo con desaprobación. No sabía que decirle. Todo este tiempo estuve culpando a Asher, pero realmente la idea fue de Gabriel, ¿Por qué él haría eso? Él no está enamorado de Madd. No tenía razones, a menos que sea verdad y Rose si esté jugando conmigo, pero no la creo capaz de eso, ¿Y si a Gabriel le gustaba Rose?

– ¿Tú?, ¿Es en serio? -Comencé a enojarme.

-Sí, pero….

– ¡Pero nada!, ¡¿Por qué?!, ¡¿Acaso te gusta Rose?! -No tomé en cuenta que estábamos en un lugar público y le grité al chico, quien me miró sorprendido.

-Eduardo, siéntate y cálmate, estás haciendo el ridículo-Susurró tranquilo-Y no, no me gusta Rose, con ese tipo de comentarios no sé si ofenderme o reírme, la verdad.

Él siempre fue una persona muy difícil de hacer enojar, era muy calmado y rara vez se le veía alterado u enojado.

– ¡¿Qué me calme?!, ¡¿Cómo demonios quieres que me calme cuando me estás diciendo que todo esto es tú culpa?!, ¡¿Cómo puedes estar tan calmado cuando me estás diciendo esto?!, ¿Eh?

Él me miraba con detenimiento escuchando cada una de mis palabras. Cerró los ojos y suspiró volviéndolos a abrir.

– ¿Y qué quieres?, ¿Qué lo grite? -Preguntó cansado.

– ¡No!, ¡Quiero que te disculpes con Rose!

Me miró fijamente. Parecía que se quería reír, pero no lo hizo.

-Eduardo….

– ¡No!, ¡¿Qué demonios pasa por tu cabeza?!

Me miró frunciendo el ceño.

– ¡Por una vez en tu vida toma algo en serio!, ¡Gabriel, despierta, no estás en un mundo de fantasía ni de bromas donde todo se resolverá con tiempo!, ¡Abre los ojos de una maldita vez y compórtate como un adolecente, ya no eres un niño!

-Sé que no lo soy-Desvió la vista a la carta que estaba sobre la mesa-También sé que no vivo en una fantasía, y me tomo las cosas en serio…pero la diferencia es que yo sé mantener la cordura frente a un problema, y eso es algo que la mayoría de la humanidad no puede.

– ¿Qué? -Murmuré sin entender a donde iba con sus palabras.

Él suspiró recargándose en el respaldo del asiento.

-Todo el mundo cree que los problemas se van a resolver alterándose… grit- ando… llorando… desquitándose con otros… golpeando… fumando… bebie- ndo… Pero no es así, hay que mantener la cordura y la cabeza fría para resolver todo.

Lo miré sin saber qué decir.

-Todos viven con las preocupaciones de su futuro o su pasado, todos se afligen con sus problemas, ¿por qué no los dejan?, ¿por qué le dan más importancia al dolor o al estrés que a la felicidad? -Volvió a mirarme.

-Porque eso sería evadir el problema.

-No, Eduardo…hay personas que tiene demasiados problemas, y al tratar de pensar en una solución para cada uno de ellos encuentran más problemas… Lo mejor es no afligirse con tanto, dejar de preguntar y empezar a buscar respuestas, dejar de preocuparse y divertirse más, dejar de hablar y aprender a escuchar.

Las palabras de Gabriel eran correctas, pero en mi estado de enojo no pude procesarlas y por ende no quise retener en mi mente lo que trataba de decirme.

– ¡Entiende, Gabriel, sal de tu mundo de felicidad y armonía y concéntrate por una vez en la maldita realidad!, ¡Deja de pensar que tienes la razón y deja de mentirte!, ¡Estas mal de la cabeza, tienes un problema que no tiene solución!, ¡Tenemos años tratando de ayudarte, pero tú no te dejas!

-Sí, eso ya lo sé, no es mi culpa que mis padres se hayan separado, ¿verdad?

-No, no es tu culpa, pero….

Él me interrumpió.

-Sí, sé que lo hice estuvo mal, no lo hice pensando en las consecuencias, pero ahora tengo que vivir así, y sinceramente eso no me molesta.

Se levantó y salió del café.

Con su maldita tranquilidad de siempre.

*Asher*

Escuché el grito de mi mamá diciéndome que bajara a desayunar, al llegar al comedor vi sentado a mi padre, un hombre alto de cabello café y ojos del mismo color, usaba lentes y estaba leyendo el periódico.

Mi madre, una mujer de mediana estatura, ojos verdes y cabellos rubios, estaba poniendo mi plato en la mesa. Había otros tres lugares puestos en la mesa, pero solo faltaba Leo.

Me aclaré la garganta.

-Mamá, ¿por qué hay más lugares en la mesa?

Ella me miró con una sonrisa.

-Tu hermano traerá a Madd para almorzar en familia.

-Ok, sí, un lugar para Leo y otro para Madd, ¿y el que queda?

-Para Hannah, queremos almorzar todos.

Me quedé tratando de recordar si yo había invitado a Hannah y no me había acordado, ¿Debía ir por ella y lo había olvidado?

-No, hijo, Leo se llevó el auto de tu padre y pasará por Hannah.

Mamá, ¿eres psicóloga o adivina…?

Ponle palomita en ambas.

Espera ¿En qué dijo que se fue Leo? ¿Dijo el auto de papá?

Sí, eso dijo.

¿Se lo presto?

Lo dudo, pero conoces a Leo, seguro se fue sin permiso. Viviendo al límite.

– ¿Le prestaste tu carro? -Cuestioné a mi padre.

Cuando papá dijo que nos compraría un vehículo yo escogí un carro y Leo una motocicleta, sí, no fue muy inteligente pensando en la lluvia, pero Gabriel y Eduardo le prestan sus autos. Mi padre jamás ha prestado su auto, no sé por qué, pero nunca nos lo ha prestado.

¿Cómo le hizo Leo para conseguir el permiso?

En cuanto llegué se lo voy a preguntar, necesito poner en práctica su plan.

Yo ya tengo un auto, lo sé, pero siempre quise manejar el de mi padre.

-Sí, se lo presté, sin que yo me diera cuenta, pero se lo presté.

Ya decía yo que era muy raro que papá prestara su auto…

– ¿Cómo? -Pregunté frunciendo el ceño.

-Estaba dormido cuando me preguntó si se lo podía llevar y le dije que sí.

-Hablé con él esta mañana y me dijo que Madd anoche tomó mucho y él y Gabriel fueron a recogerlas, pero para eso necesitaban el auto de tu padre, tu hermano se quedó a dormir con la chica para cuidarla-Explicó.

Mamá y yo apretamos los labios conteniendo una risa. En eso llegó Leo junto con las dos chicas. Me levanté para ir hacia Hannah y sentarla junto a mí. Madd miró a mi madre, quien le sonrió amablemente.

-Hola linda, ¿Cómo has estado?

-Bien señora Williams, ¿Y usted? -Miré a la chica de pies a cabeza.

Tenía puestos unos tenis blancos, unos jeans claros, una blusa corta color rosa palo y una campera de mezclilla.

Hannah, por su parte, llevaba unos botines negros, unos jeans negros y un suéter color rojo vino.

-Muy bien, pero siéntense, el desayuno ya está servido.

Los dos se sentaron frente a nosotros, amiga con amiga y hermano con hermano, mi madre terminó de poner los platos, se sentó junto a mi padre y miró a Hannah.

-Tú debes ser Hannah, Asher nos habla mucho de ti.

-Si-Respondió ella apenada.

Sus mejillas estaban de un tono rosado.

– ¿Y cómo les va en la escuela? -Esta vez habló papá.

-Hemos sobrevivido al semestre y eso ya es algo-Comentó Madd.

-Sí, el primer semestre siempre es pesado-Dijo papá tomando su taza de café.

-Espero salir con vida de los otros cinco semestres-Expresó Hannah divertida.

-Madd-Habló papá atrayendo mi atención-Eres muy parecida a un amigo mío.

– ¿En serio? -Preguntó ella ladeando la cabeza.

-Sí, John Lodge.

-Mi padre-Mencionó ella.

– ¿Qué no la llamabas “señorita Lodge”, cuando llegó al taller? -Preguntó Leo con una sonrisa.

-Sí, pero yo conozco a tres personas diferentes con el mismo apellido, y no se relacionan en nada.

-Eider Mártin es tu madre, ¿cierto? -Preguntó mamá refiriéndose a ella.

-Si-Respondió con una sonrisa.

– ¿Tu madre se llama Eider? -Pregunté con una sonrisa de lado.

-Sí, mi padre quería llamarme Eider para molestar a mi madre y…ella quería llamarme Madeleine así que …terminé siendo una mutación con ambos.

Todos en la mesa comenzamos a reír.

Pasamos un rato platicando sobre la escuela y también sobre la fiesta de caridad. Mamá estaba tratando de convencer a Hannah de que asistiera, y como toda buena psicóloga que es, usó sus poderes de persuasión y logró enganchar a Hannah a la cena.

-Madd, ¿Contamos con tu presencia en la fiesta? -Cuestionó mamá con su cara de «Di que sí porque si te niegas igual te convenceré».

La chica miró a Leo, quien le sonrió.

-Si dices que no igual te va a enganchar en esto, así que te recomiendo aceptar-Murmuró con la intención de que se escuchara.

Algunos en la mesa reímos.

-Sí, claro que iré-Sonrió y me miró haciendo un mohín de diversión.

– ¡Genial! -Expresó mamá juntando ambas manos y entrelazando sus dedos-Me encanta esta chica para ti, Leo.

Yo ahogué una risa al ver a Madd sonrojada y el intento de Leo por no terminar con la cara roja.

-Mamá-Masculló él mirando fijamente a su plato.

– ¿Qué? Solo digo la verdad, se ven muy lindos juntos y, además, se nota que se gustan, no me sorprendería que me dijeran ahora mismo que son novios.

La chica se cubrió la cara con ambas manos.

-Mamá…para-Advirtió Leo con los ojos cerrado.

El celular de Hannah comenzó a timbrar al mismo tiempo que el de Madd, las dos lo tomaron para revisarlo y al levantar la cabeza para mirarse noté que la sorpresa abundaba en ambas.

– ¿Qué pasa? -Preguntó Leo confundido.

– ¡SE BESARON! -Gritaron al mismo tiempo.

– ¿Quiénes? -Miré a Hannah confundido tratando de ver el mensaje, pero ella me lo impidió bloqueando la pantalla.

Se levantó de su lugar y tomó su bolso colgado en el perchero del comedor.

-Gracias por el desayuno señores Williams, nos vemos luego-Dijo tomando rápidamente su bolso.

Y se fue. Miré a Leo, que me miraba confundido, y se limitó a encogerse de hombros. Madd, aún estaba sorprendida.

– ¿Qué es lo que acaba de pasar? -Preguntó mamá con los codos apoyados en la mesa.

Papá se levantó para ir a la cocina y todos los restantes en la mesa miramos a Madd.

– ¿Qué? -Su cara se volvió de sorpresa a susto extremo, parecía un conejito asustado.

– ¿Quiénes se besaron? -Pregunté.

-Alice y Gabriel-Ella sonrió con emoción.

Leo miró a la chica con sorpresa.

-Eso no me lo esperaba-Murmuró.

Mi hermano se levantó de la mesa y corrió a por su celular que se encontraba en la sala.

– ¿Quieres ir a su casa?, Yo te llevo.

-Si-Madd se levantó y tomó su bolso-Muchas gracias señora…

– ¡Por favor Madd!, Llámame Penélope-Interrumpió mamá.

Ella sonrió apenada.

-Gracias Penélope.

-Gracias a ti, espero verte pronto, nuera.

Esta vez no lo pude evitar y me eché a reír mientras Leo rodaba los ojos.

-Mamá, ya deja eso, por la paz.

Ellos salieron de la casa y yo subí a mi habitación, si ya no iba a pasar más tiempo con Hannah trataría de convencer a Eduardo de terminar con Rose, otra vez.

Como ya no hay nada más que hacer tienes que ir a joderle la vida a la gente, ¿verdad?

Por supuesto que sí.

Sí, seguramente ya lo tengo harto con eso, pero, él es un poco egoísta, que no se pone a pensar que, a mí, también me está aburriendo tener que repetir lo mismo cada día.

Pues deja de hacerlo…

Esa no es una opción, pero gracias.

*Madd*

Llegamos a casa de Alice en la motocicleta de Leo, vimos afuera de la casa a Rose y a Hannah con cara de aburrimiento, lo cual nos sorprendió mucho.

– ¿Qué pasó? -Pregunté mirándolas.

-No nos quiere abrir la puerta-Respondió Hannah sentándose en los escalones del umbral con una mueca.

El celular de Leo comenzó a vibrar y él respondió, hablaba con alguien sobre algo que -aunque yo estuviera al lado de él- no lograba entender.

El chico hizo un ademán de alejarse para seguir hablando, pero antes me tomó de la mano y me guio lejos de las chicas. Lo miré confusa y él me sonrió.

Quedamos junto a su moto, él de frente y yo de espaldas. Tomé la confianza necesaria para tomar la mano del chico y retroceder un par de pasos, para que así, mis piernas chocaran con la motocicleta y yo quedara sentada.

Leo me miró sonriendo sin soltar nuestras manos y hacía leves caricias con su pulgar distraídamente.

– ¿En dónde? ….Sí, tengo la llave….no…..ajá…haré lo que pueda…vale…adiós-Colgó y me miró.

Tomo aire con una mueca de cansancio.

-Gabriel quiere que llevemos a Alice al taller, le tiene una sorpresa ahí pero ahora tengo un problema, ¿Cómo demonios vamos a sacar a Alice de esa casa?

Hice un mohín mientras pensaba y una loca idea surgió en mi cabeza.

Me zafé del agarre del chico y comencé a caminar por el sendero que daba hacia las escaleras donde se encontraban las chicas.

– ¡Rose!

Me miró.

– ¿Tienes las llaves del auto de tu madre?

-Sí, ¿por qué?

– ¿Crees que puedas traerlo?

-Lo haría si supiera conducir-Dijo con obviedad.

Pensé por un segundo y después de un debate conmigo misma decidí tomar las riendas como líder.

-Rose, ve por el auto de tu madre…Hannah, acompáñala y tu conduces, las esperamos aquí.

– ¿Para qué? -Cuestionó la pelirroja levantándose de las escaleras.

-Ustedes solo vayan y yo ya les diré para qué después.

Ellas obedecieron y yo guie a Leo hasta la parte de atrás de la casa.

-La ventana de la cocina siempre está abierta-Expliqué-podemos entrar por ahí pero solo hay un problema…está algo alta-Dije señalando aquel rectángulo con un cristal.

-Yo te ayudo a subir.

Me tomó de la cintura y mis mejillas se pusieron rojas al instante. Me levantó con una facilidad sorprendente y yo entré cuidando no hacer el mínimo ruido. Al estar ya dentro me asomé a la ventana para ayudar -como pudiera- a subir a Leo, pero él lo hizo solo sin siquiera chistar.

-Esta es otra de las pruebas de que eres muy alto-Susurré.

Él me sonrió y los dos comenzamos a caminar, vimos a Alice en la sala, sentada en un sillón dándonos la espalda.

-Sabía que entrarías por ahí-Dijo ella con la voz algo deprimida.

Sonreí por sus palabras y me acerqué a ella, sentándome a su lado.

– ¿Qué tienes?

Se volteó a mi lado para quedar cara a cara, tenía los ojos rojos y las mejillas algo húmedas. Miró a Leo y a continuación a mí.

Él pareció entender.

-Oh, claro, platica de chicas, yo voy a estar afuera.

Quitó los seguros de la puerta principal. Salió. Cerró la puerta y ella comenzó a hablar.

-Después de besarnos, él salió del café sin decirme nada…y si no le gustó, si yo no le gusto-Comenzó a sollozar y mi primer impulso fue abrazarla.

-No digas eso… ¿Quién besó a quién?

-Yo a él.

– ¿Y él siguió el beso?

-Sí, y fue muy bonito, no podía separarme de él, pero salió corriendo.

-Ok, esa es una reacción que nadie se espera-Admití con una mueca.

-Ya lo sé, yo ya no le gusto.

-Yo no diría eso.

La separé de mí y su mirada desprendía confusión.

Un claxon sonó y yo sonreí.

-Acompáñame-Me levanté de un salto del sillón de un salto.

– ¿A dónde? -Frunció el ceño con desconfianza.

-Es una sorpresa-La jalé del brazo y comencé a caminar afuera.

– ¿Qué sorpresa?

-Si te lo dice ya no será sorpresa-Dijo Leo siguiéndonos al auto de la señora Miller.

-Sube-Le dije.

– ¿Pero…a dónde…?

-Sólo sube-Interrumpí.

Es la primera vez que me toca dar órdenes y está siendo extraño, muy extraño. No sé en qué momento la Madd insegura se convirtió en la Madd valiente pero sí sé que eso fue causado por Leo.

Después de ella subimos el chico del piano y yo.

– ¿A dónde voy? -Cuestionó Hannah.

– ¡NI SIQUIERA ELLA SABE A DÓNDE VAMOS! -Gritó Alice lo que causó que yo me tuviera que tapar un oído, pues estaba a un lado mío.

-Al taller-Respondió Leo.

*Alice*

Madd me adentró muy contra mi voluntad al auto de la madre de Rose, manejamos hacia el taller en el que Gabriel, Leo y Madd practicaban. Estacionamos afuera de este y bajamos.

Leo le dijo algo al oído a Madd y después corrió al interior del edificio.

– ¿Para qué vinimos? -Pregunté a Rose.

Sabía que Madd no me diría.

-No lo sé, a mí tampoco me ha dicho.

– ¿Y a ti Hannah?

-Tampoco-Dijo suspirando mientras movía la cabeza negando.

El chico salió y nos guio al interior del lugar, subimos unas escaleras que estaban a la derecha de la entrada. Caminamos por un pasillo largo hasta llegar a la puerta del final. Estábamos frente a una puerta, Leo me acomodó hasta que quede frente a esta y se acercó a mi oído.

-Ábrela-Susurró.

Tomé la perilla con algo de miedo y la giré. Empujé lentamente la puerta y vi a Gabriel apoyado en el piano. Me adentré con pasos lentos y tímidos. Reaccioné cuando escuché que alguien cerró la puerta detrás de mí, me di la vuelta y pude ver como le daban vueltas al cerrojo de la puerta.

Con desesperación corrí para jalarla, pero ya era demasiado tarde, la puerta ya estaba cerrada con llave.

– ¡LEO!, ¡LEO ABRE LA PUERTA! -Grité, pero fue inútil.

Pedazo de traidores.

Miré a Gabriel, quien observaba cada uno de mis movimientos con un semblante vacío, como si quisiera decirme algo, pero se estuviera conteniendo. Apretó sus labios en una línea fina y desvió la mirada a su derecha, donde estaba la ventana que daba hacia la calle.

-Alice yo…yo no quería irme así, Leo me dijo cómo te sentías después de eso y jamás quise hacerte sentir así, de verdad lo siento-Su rostro y su voz gritaba arrepentimiento.

-Está bien, pero… ¿por qué estoy aquí?

-Porque quería hablar contigo.

-Yo no necesito hablar contigo-Dije con un nudo en la garganta.

Claro que necesitamos hablar con él, pero tú tienes miedo, como siempre.

Por una vez en tu vida, cállate.

-Pero yo sí, porque necesito que sepas que te amo y que…

-No-Le interrumpí con una seguridad que me sorprendió hasta a mí.

– ¿Qué? -Él parecía tan confuso y decepcionado como yo.

-No voy a seguir con esto.

-Yo…yo te amo-Repitió

-Pero yo a ti no-Estaba al borde del llanto.

No sé de dónde salió la fuerza de decir aquellas palabras, pero las dije. Él se quedó callado mirándome con tristeza.

-Yo me voy de aquí-Declaré.

Me di la vuelta, pero antes de que pudiera tomar la manija de esta e intentar abrirla de nuevo, alguien me jaló del brazo.

-No, no voy a dejar que te vayas, no voy a dejar que te mientas a ti sola diciendo que no me amas solo porque piensas que yo no te amo, aguanté mucho esto, aguante que dijeras que no me amabas, aguante todo lo que me dijiste, pero ya no, sé muy bien que tú me amas y yo a ti.

Y sin más que decir, me besó. Todo a mi alrededor desapareció.

Su boca sabe a frappé de vainilla. El contacto era suave al principio, pero luego, como si necesitara más, se apoyó contra mí y me besó con ansiedad. Sus labios son cálidos y suaves, su pelo me acaricia la cara.

Tardé un instante en darme cuenta de que le estaba devolviendo el beso con la misma ansia. Subí mis manos a su cuello y lo arrastré más hacia mí. No escucho ni presto atención a lo demás, solo estamos él y yo.

Voy separando lentamente mis labios de los suyos con una falta de aire enorme. Él sonríe al mismo tiempo que yo lo hago.

-Te amo Alice-Susurra muy cerca de mi rostro.

-Te amo Gabriel-Digo entre jadeos.

– ¡LO DIJO! -Gritaron desde afuera.

Ruidos de puerta abriéndose y después una oleada de gritos inundaron mis oídos. Me separé completamente de Gabriel.

– ¿Ya se lo preguntaste? -Cuestionó Leo sonriendo.

Gabriel me volvió a mirar sonriente.

-Claro, olvide algo… ¿Quieres ser mi novia?

Mi boca se abrió mientras miré a Madd a un lado mío, ella sonreía emocionada.

– ¡Si!

Me lancé sobre él y lo abracé. Hannah y Madd gritaron mientras que Rose negaba sin poder creerlo.

-Bueno, ya tenemos a la primera pareja del grupo-Dijo Hannah en un cantito.

-Awww, que lindos-Comentó Madd abrazándose a sí misma.

-Tú y Leo son los siguientes-Mencionó mirando al suelo.

– ¿Tú también? -Preguntó Leo negando con la cabeza- Creo que mi madre y tú se entenderían muy bien.

Rose solo bajó la cabeza, supongo que para que no vieran su risa.

– ¡Por fin Gabriel! -Exclamó Leo-Por poco y pienso que te quedarías a adoptar gatos.

Todos comenzamos a reír mientras Gabriel fulminaba a su amigo con la mirada.

Leo caminó hasta el piano y tomó una caja pequeña que, a juzgar por la forma, tenía un collar dentro. Supuse que sería para Madd, le di un leve codazo a la rubia y ella volteo a ver a su nov…ejem…su supuesto amigo.

Su mirada era de felicidad, pero no desprendía esa emoción que yo esperaba, la confusión abundó en mi rostro cuando el castaño le dio la caja a Gabriel y esté me la extendió a mí.

-Pensaba dártelo hace algún tiempo, pero soy tan distraído que lo olvido todo el tiempo en casa.

Sonreí ante aquel gran detalle y corrí a abrazar al chico.

-Bueno, nosotros ya nos vamos-Habló Leo.

Me di la vuelta y vi como tomaba de la mano a Madd quien obedecía en salir de aquella habitación, Hannah y Rose hicieron lo mismo.

*Madd*

Después de salir del taller los cuatro, Hannah condujo hasta la casa de Alice para que Leo tomara su motocicleta y de ahí supongo que fueron a casa de Rose. Leo me dijo que si no quería volver a casa ahora él me llevaría por un helado. Creo que mi respuesta fue evidente. Frenó por un momento la moto para hablar conmigo.

– ¿A cuál heladería quieres ir?

-La que sea está bien-Respondí.

Volvió a arrancar y yo me aferré a su torso. El día de hoy él no traía ningún tipo de sudadera o chamarra así que la única tela que separaba su piel de la mía era una camisa de tela muy delgada. Pasé mis manos más hacia su abdomen y pude sentir algo de relieve. Mis mejillas se ruborizaron al instante en que supieron que era, ¿él hacía ejercicio?, Si lo hacía de verdad que daba resultados.

Llegamos al local y al bajar me di cuenta que era el mismo lugar al que había venido con Asher el día en que nos besamos.

No pienses en Asher…ahora estás con Leo.

Solo tengo que disimular, si él no sospecha nada no hay por qué tener miedo, ¿verdad?

No, no hay por qué, a menos que a ti se te salga todo por distraída.

No ayudas conciencia.

– ¿Tú que vas a pedir?

Lo miré de reojo, él estaba revisando el menú, volví mi vista hacia la máquina de café.

-Un frappé.

-Bien, si quieres esperarme en una mesa afuera, ahora voy.

-Claro solo déjame pago mi frappé-Abrí la pequeña bolsa que traía colgada de un hombro y rebusqué mi cartera.

-No te preocupes, yo pago.

Levanté la cabeza con asombro y comencé a negar con la cabeza. Él sonrió inocentemente.

-Por favor.

-No, Leo.

-Solo es un frappé.

-Un frappé que yo voy a pagar.

Dio una pequeña risa.

-No Leo-Advertí señalándolo con un dedo.

-Porfa…

-No-Interrumpí.

-Porfa, porfa, porfa, porfa, porfa.

-No-Comencé a reír por su cara de puchero.

-Porfa, porfa, porfa, porfa, porfa.

-Noup-Vacilé divertida.

-Porfa, porfa, porfa, porfa, porfa-Tomó aire-Tienes que saber que no voy a parar hasta que aceptes.

Y mi memoria se remontó hasta el día en que Asher me pidió salir a este mismo lugar, y con las mismas palabras:

«-Tienes que saber que no me detendré hasta que aceptes»

Sentí una fuerte punzada en el estómago, mi cabeza dio miles de vueltas, estaba realmente preocupada de que se enterara de lo que pasó entre Asher y yo.

No me di cuenta que lo seguía mirando a los ojos hasta que su voz me hizo volver a la realidad.

-Eider, yo pago-Aún seguía con su sonrisa.

-No Asher no puedo permitir qué…

Me frené a mí misma al darme cuenta que llamé al chico por el nombre de su hermano. Lo miré con los ojos muy abiertos. El chico frunció el ceño leve- mente y bajó su sonrisa. Sentí que un ataque de ira estaba cerca, no sabía qué hacer, o que decir. Me congelé al instante en que apretó su mano en un puño y un escalofrío de miedo corrió por todo mi cuerpo.

Te lo dije, en algún momento tenías que hacer una estupidez.

Gracias conciencia, eso es de mucha ayuda.

Solo había pasado una semana desde que volvimos a ser amigos, y tenía que pasar esto ahora, ¿Acaso el destino me odia?, ¡Qué problema tiene conmigo! Ya no quiero existir, no sirve de nada.

Todas las emociones negativas en un solo ser, todo el temor, el enojo consigo mismo, imaginen eso en una persona, pues esa soy yo.

-Oye, solo voy a pagar un frappé, no es para que te enojes así y me ofendas…Está bien que somos hermanos, pero es obvia la diferencia entre uno y otro-Dijo fingiendo estar ofendido.

Hizo un puchero triste. ¿Se había controlado?, Por…por mí. Gabriel tenía razón, él había cambiado.

Tardé unos segundos en procesar la información, al parecer no estaba enojado, había bromeado conmigo. Parpadeé un par de veces confundida, no tenía noción del tiempo. Cuando volví a la realidad, sentí unas gotas frías deslizarse por mis dedos, ya tenía en mis manos el frappé con la pajita puesta.

Levanté la cabeza para mirar a Leo, quien sorbía de la pajita de su malteada y me miraba con ojos de ángel, como un niño que hizo una travesura y trata de negarlo.

-Vamos afuera, ya pagué-Tomó mi espalda y la empujó con delicadeza hacia el exterior del local.

Abrí la boca con indignación.

– ¡Traidor!

Empujé al chico del hombro y él comenzó a reír.

-Por favor Eider, yo te invité, el que invita paga.

Negué con la cabeza sonriendo. Después entrelacé su mano con la mía antes de llegar a la mesa y sentarnos. Él no borró su sonrisa inocente y yo seguía procesando lo que pasó.

-La próxima vez seré yo quien te invite.

-Eso no me molesta…pero yo pago lo mío.

– ¡Dijiste que el que invita paga!

-Sí…pero eso no aplica contigo-Sonrió de lado, lo cual me pareció adorable.

– ¿Y por qué la discriminación?

-No es discriminación, solo que reglas son reglas y deben respetar.

– ¿Y esas reglas no aplican para mí? -Enarqué una ceja.

-Nah-Dijo arrugando la nariz.

Cada que negaba de esa forma arrugaba la nariz, y era muy tierno. Después de tomar nuestro helado él dijo que me llevaría a casa y yo acepté. De nuevo subimos a su moto y yo volví a abrazarme a su torso.

Al llegar a mi casa bajé de su vehículo y cuando me giré para despedirme me jaló del brazo hasta que choqué con él.

-Leo, ¿qué estás….

No pude terminar de hablar, pues él acercó su cara tanto a la mía que me quedé estática, puso una de sus manos en mi espalda para retenerme ahí, aunque no era necesario, no pensaba moverme. Sentía que estaba a punto de caer. Pasé mi mano desde su codo hasta su hombro y ladeé la cabeza para darle más acceso a mí.

Mi respiración se entrecortó, un millón de sensaciones indescriptibles recorrieron mi cuerpo e hicieron que un escalofrío me recorriera toda. Leo pareció notarlo y sonrió.

Literalmente sentí el roce de su labio superior con el mío, justo en ese instante…Escuché un grito detrás de mí, me sobresalté cuando reconocí la voz.

– ¡TÍO! … ¡TIENES QUE VER ESTO!

Emma.

Mis mejillas se tornaron rojas y mientras yo aún tenía cara de asombro, el chico del piano sonreía burlonamente.

-Otra vez-Murmuró.

No respondí, seguía atónita.

Claro, el chico que te gusta te iba a besar y Emma lo vio.

Ok, conciencia, ¿Si escuchas?, El chico que me gusta trató de besarme, es un sueño del que no quiero despertar.

Sí, pero piensa en esto, si papá sale y nos ve con el chico así nos matará a ambos.

Conciencia no ayudas.

-Sí, mejor entra antes de que tu padre salga.

¿Qué?, ¿Cómo?

Lo mire frunciendo el ceño rápidamente.

– ¿Acaso lees mentes?

-No, pero vi a través de tus ojos…como el primer día que te vi en el taller.

Estuve a punto de reírme, pero recordé aquel primer día de taller.

«El pelinegro me miraba relajado, pero la mirada del rubio era penetrante, como si quisiera ver a través de mí, lo que me ponía más nerviosa.»

Abrí la boca para hablar, pero él lo hizo primero.

-También sabía lo que pensabas ese día.

Bien, eso es raro, si sabía que pensé ese día y lo que pienso ahora…

Oh no, él supo que yo pensé que era guapo, o que me gustaba.

¡No puede ser posible!

Espera, si puede saber lo que pienso…él sabe que yo estoy pensando que él sabe lo que pienso.

¿Eh?

Tranquila, yo me entiendo sola.

Lo sé ni siquiera yo me entiendo. El punto es que tengo que dejar de pensar en él o en cosas vergonzosas.

-Juro que, de ahora en adelante, cuando salga contigo voy a pensar cosas buenas.

Él comenzó a reír a carcajadas, las cuales yo detuve poniendo una mano en sus labios y poniendo mi dedo índice sobre los míos, haciéndole una señal de que no hablara.

-Mi papá te va a escuchar, y vendrá más enojado-Murmuré

Cerró los labios en una línea y levantó las cejas, reí por lo bajo.

-Te dejo, espero no te regañen mucho-Me guiño un ojo y solo con eso ya me gustaba más.

Estúpida no pienses en eso, que no ves que sabe lo que piensas.

Me ruboricé al instante y salí corriendo al interior de mi casa. Emma me estaba esperando al final de la escalera con una sonrisa perversa. Suspiré y rodé los ojos subiendo con pereza cada uno de los escalones y la chica no dudó en seguirme.

– ¿Y? -Preguntó alargando el tono de la letra.

– ¿Qué? -Pregunté sin muchos ánimos.

– ¿Cómo que qué?, ¿Es tu novio?

-No-Llegué al final de las escaleras y doble hacia el pasillo de la izquierda, al llegar a la mitad de éste doble en un pasillo aún más pequeño y justo ahí estaba mi habitación.

– ¿Se besaron? -Cuestionó aun caminando a un lado mío.

Empujé la puerta suspirando.

Entré, tirando mi bolso al sofá que estaba en el rincón de la entrada a la derecha de mi cuarto. Me quité la chaqueta y la lancé a mi izquierda donde estaba el escritorio. Arriba de éste había cuatro estanterías repletas de libros. Al lado del escritorio estaba un ventanal donde yo siempre leía, después estaba mi closet.

La parte central del cuarto tenía mi cama, a un lado estaba un mueble donde estaban mis útiles escolares. En la parte superior estaba mi lámpara, mis lentes y algunos cuadros míos. Del lado derecho de la cama había una mesa de noche, ahí estaba otra lámpara, mi laptop, algunos cargadores, mis audífonos y otro tipo de cosas en los cajones.

Al lado de la mesita de noche está la puerta del baño, todos los productos de belleza como lo son cremas, maquillaje y esas cosas están ahí dentro.

Después de eso está la pared derecha del cuarto, ahí había una tabla de corcho llena de fotografías, cartas, listas y otro tipo de papeles. Debajo de este un almohadón morado y a no muchos pasos de ahí el sillón.

Me tiré a la cama algo fastidiada por lo que Emma hizo, de verdad me asusto mucho cuando le hablo a mi papá. Papá era celoso, pero extrañamente con Leo, Asher y sus amigos no ha hecho nada, ni miradas ni palabras. Aun así, sigo temiendo a que algún día pase algo…algo como que mi padre quiera tirar a Leo del rascacielos donde trabaja.

– ¿Si se besaron? -Emma se sentó en el ventanal.

-Que nooo.

-Si se besaron-Canturreo.

Emití un sonido de fastidio y ella comenzó a reír.

-Suponiendo que no se besaron… ¿por qué tardaste tanto en entrar?

-Me estaba despidiendo-Dije cerrando los ojos.

-Con un beso.

– ¡QUÉ NOOO! –Exclamé tapándome la cara con una almohada.

Ella siguió riendo y molestando con eso por un rato más. Hasta que mi tía le llamó porque tenía que irse al restaurante.

De ahora en adelante amo a mi tía.

Por fin un poco de paz.


CAPÍTULO 18.- EL BÚNKER.


– ¿Cómo es que no sabías el apellido de mi hermano? -Preguntó Leo con una sonrisa burlona mientras tomaba una papita frita.

-Por si no te diste cuenta el profesor Sheran nunca dice el apellido, el solo dice la primera letra del apellido, y en la nota que me dio solo firmó con la «w»-Protesté rodado los ojos.

Leo comenzó a reír y pasó su brazo por mi espalda posando su mano en mi hombro, me tensé al instante en que comenzó a hacer caricias en mi brazo. Mis mejillas tomaron un color carmesí y agaché la cabeza. Segundos después sentí la presencia de alguien detrás de mí.

-Primero Jason, luego Asher, después Josh y ahora Leo, ¿Quién sigue Madd? -Una voz muy conocida hizo que todos dirigieran su vista detrás de mí.

Verónica Remounth. Una chica de cabellos negros y lacios, ojos verdes y una de las porristas estrellas de los Churners, chica de cuerpo prefecto, vida perfecta, pero notas horrendas. Ella me había molestado desde…ah sí, siempre.

– ¿Jason? -Yo tenía la vista al frente, pero de reojo vi que Leo me miraba con el ceño fruncido.

Rezaba por que aquella chica presumida no dijera nada porque si le contaba al chico que nunca le platiqué de Jason le daría un ataque de ira, y Verónica tendría otra razón para burlarse.

– ¿No le has dicho lo de Jason? -Me giré a la chica mientras ella reía burlonamente.

Mi cuerpo comenzó a temblar. No sabía qué hacer. Leo puso su mano en mi rodilla tratando de calmarme, pero lo único que pude hacer fue levantarme y posarme frente a Verónica.

– ¿Tratas de intimidarme? -Ella seguía riendo mientras que yo no sabía que hacer e hice lo que mi conciencia me gritó.

Correr.

Salí de la cafetería y me encerré en uno de los baños llorando. Ella siempre me había molestado y yo nunca me había defendido, la mayoría de veces me defendía Hannah, pero ella seguía molestada y yo me iba llorando como siempre. Hoy, además de tristeza sentía miedo.

¿Y si Verónica le contaba todo a Leo?, ¿Y si él se volvía a enojar?, ¿Y si él ya no me quería volver a hablar porque pensará que no confío en él?

No debiste salir corriendo, debiste afrontar la situación.

Sí, lo sé conciencia, soy una cobarde.

Escuché la puerta principal de los baños abrirse, supuse que otra chica había entrado así que traté de no hacer ruido. De repente alguien tocó a mi puerta y me sobresalté.

-Oye, sal por favor-Era Leo.

La sorpresa abundó en mi mente.

¿Ésta vez no se enojó?

Pues parece que no.

Abrí la puerta y en cuanto lo vi con aquella cara de preocupación mi primer impulso fue dar los tres pasos que nos separaban y abrazarlo, pasando mis manos por su abdomen y apretándolo. Él respondió al abrazo envolviéndome con sus brazos.

Agachó la cabeza hasta que sus labios quedaron en mi oído. Por mi parte, con los ojos cerrados aspiré su aroma y en el momento en que sus labios hicieron contacto con mi oreja un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

-Está bien, si no me lo dijiste fue por algo, cuando quieras hablar ten la seguridad de que estaré ahí para escucharte-Susurró.

Me apreté más al chico y sollocé. Él suspiró dando leves caricias a mi espalda.

-Vamos, salgamos de aquí antes de que una zapatilla o una bolsa de maquillaje me caiga en la cabeza por estar en el baño de chicas.

Me separé de él riendo.

-Quiero llevarte a un lugar.

-Pero aún faltan algunas clases-Dije secándome las lágrimas.

-Bien, saltémonos esas clases, prefiero estar contigo en el lugar al que te quiero llevar.

En su rostro se creó una sonrisa de lado y causó que yo también riera.

En ese momento accedí pensando que sería una buena idea, pero nunca se me ocurrió pensar en las consecuencias que eso traería a mi calificación y por ende mis padres las verían y se enojarían.

Leo le avisó a su hermano que nos saltaríamos algunas clases y yo avisé a mis amigas, salimos de la escuela y nos montamos a su motocicleta. Comenzamos a andar por calles hasta llegar a un parque.

Nos adentramos a éste y caminamos por unos cinco minutos hasta llegar a un espacio donde, a mi derecha, los arbustos estaban separados. Él me hizo la señal para entrar y yo obedecí agachándome para entrar por ahí.

Por alguna extraña razón no desconfié ni dudé en entrar. Con toda seguridad obedecí sin chistar. Confiaba demasiado en Leo y eso no parecía un problema, por lo menos para mí no.

Cuando pude recuperar mi postura original y el chico del piano estuvo a mi lado hizo un ademán para que mirara enfrente y cuando lo hice pude ver frente a mí un tubo -de 50 cm más o menos de altura- que sobresalía del suelo. Abrió aquel lugar y me ayudó a entrar, al bajar por aquella escalera no vi nada, estaba todo oscuro. Sentí la presencia del chico atrás y después las luces se encendieron, aquel lugar era muy hermoso.

Lo primero que vi frente a mí fue un piano. A mi derecha había una pared con algunos posters de bandas y también un mueble de seis repisas lleno de libros. A mi izquierda había muchas más cosas: Una repisa llena de discos de vinilo, abajo un tocadiscos, al lado un sillón rojo para dos personas, frente a éste un televisor, después había una cama individual con algunas cobijas y cojines.

También estaba la pared donde había otra repisa con más discos, pero esos eran para las bocinas que estaban frente al tocadiscos, bajo la estantería había una batería, del otro extremo de la habitación, había también del lado derecho de las bocinas una guitarra eléctrica y una acústica. El centro de la habitación estaba vacío y era bastante amplio.

El chico pasó por mi lado y se tiró en el sillón, después dio unas palmaditas para que yo me sentara a un lado. Caminé tímidamente y me senté guardando algo de distancia entre el chico y yo, pero a él no le pareció mucho la idea porque se acercó hasta que su rodilla rozó con la mía. Cuando levanté la mirada para verlo a los ojos encontré estos muy cerca de los míos.

Su nariz rozaba con la mía, a cada segundo iba acercando su cara cada vez más, mi respiración se entrecortó. Justo en ese instante recordé mi aspecto, tenía los ojos algo rojos, los labios hinchados y mi cabello estaba despeinado. No estaba lista para besarlo. No así.

¡Ay por Dios!, Solo es un beso, que tiene de malo tu apariencia.

Tienes razón.

No, si te ves horrible.

-Eso es mentira, luces perfecta, por lo menos para mí-Murmuró muy cerca de mis labios.

Mis mejillas ardieron al instante.

Muchas gracias conciencia, ya me siento mucho mejor.

De nada.

Comencé a hacer el cuerpo hacia atrás lentamente, pero él seguía avanzando, mi espalda alta chocó con el reposabrazos del sillón y ahí fue cuando sentí todo el terror acumulado en mi estómago. Él siguió avanzando hasta que apoyó su mano a un lado mío, estaba tan cerca que lo único que pude hacer fue hablar para que se alejara.

-El lugar es muy bonito-Dije rápidamente.

Él frunció el ceño levemente esbozando una sonrisa amigable.

Uff…no se enojó.

Menos mal.

Traté de incorporarme para volver a mi posición inicial y él accedió volviendo a levantarse. Me seguía mirando con su sonrisita y eso me dio a entender que él sabía que estaba nerviosa y eso solo causó que me pusiera más nerviosa.

-Vengo a este lugar cuando estoy triste o cuando quiero pensar, suelo tocar los instrumentos o poner las canciones en el tocadiscos o las bocinas.

– ¿Tienes todos los géneros musicales aquí?

– ¿Es pregunta o afirmación? -Cuestionó mirándome con una sonrisa donde mostraba sus dientes.

– ¿Pregunta? -Respondí dudosa.

Dio una pequeña risita.

-Sí, tengo muchos géneros-Él se acercó al piano y se sentó- ¿Recuerdas cuando te dije que no tenías talento para el piano?

Rodé los ojos divertida levantándome del sillón.

-Cómo olvidarlo-Le dije mientras ponía mis manos sobre el piano- ¿Puedes tocar una canción para mí?

-Claro-Sus ojos dejaron de mirarme para acomodar sus manos en las teclas, me sorprendió como sus manos abarcaban casi todo el piano mientras que las mías muy apenas cubrían cinco teclas.

Empezó a sonar la melodía de “Let me love you”.

Mi vista se centraba solo en cómo tocaba, en momentos él me miraba y me sonreía, mis mejillas se ruborizaban cuando sus ojos hacían contacto con los míos. Cuando el chico agachaba la cabeza para ver las teclas algunos mechones caían en su frente y cuando volvía a mirarme el único sentimiento que corría por mi mente era la ternura.

Tenía mucho sin tener ese sentimiento de felicidad y protección en un chico y pensar que lo había encontrado en el lugar en el que no quería entrar por miedo a estar sola, aquel lugar con tanta alegría y en el que me acogieron tan con tanto cariño. El taller.

Con Leo me sentía protegida, sentía que nada ni nadie podría dañarme otra vez, pero temía perderlo, aún no le decía lo de Jason, tampoco que su madre era mi psicóloga y retener ese secreto solo complicaría las cosas.

Mis ojos se cristalizaron mientras miraba los ojos del castaño. Cuando terminó de tocar se levantó y me abrazó, yo me aferré a su torso y aspiré su aroma. Fue en ese preciso momento en el que me di cuenta que estaba perdidamente enamorada de él, pero a él le gustaba otra chica y eso yo lo sabía.

– ¿Te gustó? -Él rompió el silencio mirándome y causando que me separara de su torso.

-Sí, fue muy hermoso.

Me guio hasta el centro de la habitación y puso un disco en la bocina, me abrazó para comenzar a dar vueltas, mi torpeza fue tan grande que mis pies se enredaron al momento de querer dar una vuelta y caí jalando a Leo quien quedó sobre mí mientras reíamos.

-Lo siento, tengo dos pies izquierdos.

-Pues si esto pasará más seguido, adoro que tengas dos pies izquierdos.

Mis mejillas se tornaron de rojo intenso al instante.

Después de un rato él se ofreció a llevarme a mi casa, pero yo le pedí que si antes podíamos dar una vuelta por el parque que estaba frente a mi casa, él se estaba riendo de mí porque acabábamos de salir de un parque y para excusarme le dije que me gustaba más el otro.

Él accedió y después de pasar el gran portón comenzamos a caminar por el sendero amarillo de este. Yo miraba a todos lados, había mamás con sus niños pequeños en los juegos infantiles, parejas en las bancas comiendo un helado o un algodón de azúcar, familias sentadas en el pasto…entre otras cosas.

– ¿Por qué no te gusta tener una mamá psicóloga? -Pregunté entrelazando nuestros dedos.

– ¿A ti por qué no te gusta tener una mamá periodista?

-Porque mi mamá viaja mucho, no voy a negar que pasa tiempo conmigo, pero…me gustaría que estuviera más tiempo en casa o por lo menos me llevara con ella.

-Obvio no te puede llevar por que tienes que asistir a la escuela-Me miró con una sonrisa que yo devolví-A mí no me gusta tener una mamá psicóloga porque cuando quiero ocultarle algo no puedo, sabe leer las expresiones de la gente y es algo que odio.

Comencé a reír e inconscientemente mi boca habló.

-Créeme sé lo que se siente, en mis terapias me siento así.

– ¿Desde cuándo vas a terapias? -Preguntó sin borrar su sonrisa.

-Casi dos años-Dije mientras balanceaba nuestras manos entrelazadas.

– ¿Y quién es tu psicóloga?

Oh, no

Oh sí, querida.

El miedo me invadió, no sabía qué responderle. Me quedé unos minutos en silencio, literalmente estaba entre la espada y la pared, si no le decía se enojaría porque no le digo la verdad y si le digo se enojaría por no contarle desde un principio.

Bien, no tienes muchas opciones…

Eso ya lo sé.

Pero yo tengo una idea…

¿Ah, sí?, ¿Cuál?

Correr…

¡No!, No podemos hacer eso.

Después de un debate conmigo misma miré al chico, quien tenía expresión de confusión.

-Si te lo digo prometes no enojarte conmigo-Dije mirando hacia el suelo mientras seguíamos caminando.

-Sí, prometo no enojarme Eider.

-Penélope Williams es mi psicóloga-Sentí como mi cuerpo se tensó esperando su reacción ante esas palabras que yo había soltado tan repentinamente.

-Mi mamá-Mencionó.

Lo miré de reojo, él observaba algo frente a nosotros, pero yo no sabía qué.

-Sí-Asentí con la cabeza, estaba nerviosa.

Él separó nuestras manos, la mía se sintió fría al instante, tenía en mente que en cualquier momento se daría la vuelta y se iría. Todos esos pensamientos desaparecieron cuando sentí su brazo detrás de mí. Posó su mano en mi cintura y me jaló hacia él para seguir caminando.

Solté una bocanada de aire que había retenido desde que me soltó y ladeé la cabeza recargándola en sus costillas.

-Por eso el día que te dije que Asher era mi hermano y el profesor mi papá tú te sorprendiste y lo relacionaste con mi mamá.

-Sí-Murmuré mirando al suelo.

– ¿Y por qué no me lo dijiste ese día?

-No lo sé… ¿No estás enojado conmigo?

Dio una pequeña risa

-Claro que no-Murmuró-Espera… ¿por qué mi madre no me lo dijo a mí cuando le conté de ti, o cuando te vio en el almuerzo?

-Porque yo le pedí en una de mis terapias que no te lo dijera.

– ¿Cómo?, ¿Hablas de mí con ella?

-Si.

– ¿Qué dices exactamente sobre mí? -Preguntó curioso entrecerrando los ojos.

-Yo solo hablo cosas buenas, ella…

Dejé la frase suspendida en el aire y él me miró con el ceño fruncido.

– ¿Ella qué? -Preguntó con cierta desconfianza.

-Bueno…ella dijo que eras muy sentimental-Dije riendo.

Me miró desconcertado.

-También me contó que de pequeño tenías un osito de peluche al que llamabas «osito de las emociones» y que platicabas con él cada que te enojabas-Yo continuaba riendo mientras hablaba.

Abrió sus ojos sorprendido.

– ¡Es una traidora!, ¡Quedamos que lo del oso estaba olvidado! -Gritó mirándome.

Sus mejillas se ruborizaron y la ternura recorrió todo mi cuerpo.

– ¡Oh por Dios!, ¡Estas rojo! -Mencioné riendo y tocando sus mejillas.

Desvió la vista hasta que el color desapareció para después volver a mirarme.

– ¡Déjame en paz!, Tú tienes pantuflas de conejo.

-Ya no te enojes-Dije haciendo un mohín.

-Voy a reclamarle en cuanto llegue a casa-Advirtió.

Tenía ganas de hacerlo enojar así que seguí con mi chiste.

– ¿A quién le reclamarás?, ¿Al osito de las emociones?

Me puso mala cara y me reí a carcajadas.

Seguimos platicando y caminando hasta que nos dimos cuenta que se hacía tarde, decidimos regresar a mi casa. Él me dejó en la puerta, se dio la vuelta para alejarse, pero yo lo detuve jalándolo del brazo.

Cuando logré que se volteara le di un beso en la mejilla. Después lo solté y tomé la perilla de la puerta, antes de cerrar la puerta vi que sus mejillas estaban de un color carmesí mientras tenía una sonrisa.

Unas horas más tarde llegaron Hannah y Rose, se pusieron cómodas en la sala y me dijeron que me sentara frente a ellas. Las obedecí mientras ellas me miraban atentamente.

Obviamente vinieron para saber lo que pasó en tu tarde con Leo.

Ya lo sé.

Que chismosas.

Eso también lo sé.

– ¿Qué pasó? -Preguntó Rose sentándose en el sillón- ¿Le contaste lo de Jason?

-No-Negué con la cabeza.

– ¡¿QUÉ?!, ¡¿POR QUÉ?! -Hannah me tomó de los hombros y con brusquedad me sacudió varias veces.

Mi cerebro dio vueltas y tuve que apoyarme al sillón para recuperar el equilibrio.

-No quiero que lo sepa-Mencioné levantando los hombros.

-Si no se lo dices tú, terminará sabiéndolo por Asher-Rose me apuntó con su dedo índice en forma de advertencia.

-No creo que Asher se lo diga, si quisiera decírselo lo hubiera hecho cuando se enteró que Leo y yo éramos amigos-Dije.

-Cierto-Murmuró la pelirroja.

Rose susurró algo sobre sentimientos y el pasado que no logré entender.

– ¿Que dijiste sobre los sentimientos de Leo? -Cuestionó mi mejor amiga.

– ¿Sentimientos de Leo? -Repetí mirándola mientras fruncía el ceño.

-No na-nada solo digo que yo ya terminé con mi novio.

Eso hizo que Hannah la mirara levantando las cejas.

– ¿Cuándo terminaron? -Cuestioné.

-Hace dos días, pero la verdad ya no me importa.

– ¿No habían terminado desde el día de la fiesta? -Preguntó Hannah rodando los ojos-Porque eso fue lo que me dijiste.

-Estaba borracha, sí, no estaba consciente de lo que decía u hacía.

-Bien-La pelirroja puso los ojos en blanco.

Yo solo miraba mientras trataba de entender lo que pasaba.

Rose nos empezó a contar sobre su exnovio, dijo que era pelirrojo y que estudiaba en la misma escuela que nosotras. Se llama Eduardo, su nombre me sonaba, tal vez estaba conmigo en alguna clase.

-Bueno, de igual forma si no es Asher el que le dice a Leo lo de Jason, la que sí lo hará es Verónica, lo hará tarde o temprano, digo, con lo mal que le caes es capaz de decirlo frente a toda la escuela haciendo que te transformes en un manojo de nervios andante-Rose arruinó mi poca tranquilidad con esas palabras, pero era cierto, estaba bajo la amenaza de esa chica presumida.

-Cuanto tacto-Murmuró Hannah mirando a su regazo.

– ¿Qué prefieres?, ¿Sinceridad o amabilidad? -Preguntó la pelinegra a la defensiva.

Hannah la imitó sin hacer sonido alguno. Yo solo me quedé con el ceño fruncido tratando de entender a qué se debía ese comportamiento entre ellas.

A punto de responder a la advertencia de Rose, fui interrumpida por el sonido del timbre. Hannah fue a abrir y regresó con Alice, la chica se sentó junto a Rose y pidió contexto de la historia de la que hablábamos.

Ella me platicó que estos últimos días no pudo estar mucho con nosotras por todo lo que pasó con Gabriel, su ahora novio, y además porque su hermano estaba en la ciudad y ella aprovecharía todo el tiempo que tuviera con él y con su sobrina.

-Si quieres un consejo, te recomiendo se lo digas, si no lo haces terminarás lastimada, y la última vez que eso pasó no salías de tus libros y de tu habitación.

Ella tomó sus manos entre las mías y las acarició levemente.

-Oye, los libros no son tan malos-Desvié la vista de sus ojos hasta su cuello en el cual encontré algo muy colorido- ¿Qué tienes en el cuello?

Señalé aquello mientras lo sacaba del abrigo que traía puesto, era un collar de cuentas plásticas con miles de colores.

-Mi sobrina me lo hizo, le encantan las cuentas-Dijo sonriéndole al collar.

– ¿Qué edad tiene?

-Seis años-Volvió a mirarme y notó lo que trataba de hacer-Pero no me cambies el tema…Madd no puedes quedarte todo el tiempo en tu habitación sin conocer a nadie o salir a conocer lugares.

– ¿Por qué no?, Fue lo que hice después del accidente.

Ella suspiró.

-Mira, los momentos especiales de tu vida son como un collar de cuentas, la vida es el hilo-Indicó señalando aquel collar que colgaba de su cuello y prosiguió-Y cada una de las cuentas que están aquí es un logro o momento especial, si te quedas encerrada en tu casa leyendo, ¿Cuantas cuentas crees que va a tener tu collar?

-Guao, no creo que una niña de seis años haya hecho un collar de cuentas pensando en esa reflexión-Bromeé.

Traté de hacer el momento un poco más divertido, pero no lo logré. Las palabras de la chica me dejaron pensando, tenía razón, Alice siempre tenía las palabras adecuadas para hacer reflexionar a una persona.

Miré a cada una de las chicas, Rose estaba en su celular, Hannah me miraba significativamente y Alice miraba nuestras manos unidas.

-Mañana en la escuela le diré todo-Acepté sonriendo.

-Cómo sabía que nos quedaríamos hasta tarde platicando-Empezó Alice agarrando una mochila que había dejado minutos atrás junto al florero de la entrada de la sala-Traje cosas para una pijamada.

Sacó de aquella mochila algunas bolsas de dulces y palomitas, Hannah fue a la cocina por algo de tomar y a preparar unos sándwiches de pollo y Rose salió de la sala de pijamadas con algunas cobijas. Yo, por mi parte, subí a mi habitación por mi kit de belleza.

&&&&&&&&

Eran casi las 10:00 de la noche, nos encontrábamos viendo una película de terror, el monstruo se acercaba a la familia y…en cuanto éste salió en pantalla sentí como alguien hizo presión en mis hombros bruscamente. Solté un grito y después mis tímpanos se llenaron del sonido de una risa, una risa bastante hermosa.

Rose encendió las luces de la sala ya que era la chica más cercana al interruptor. Miré sobre mi hombro y confirmé mis sospechas, Leo estaba detrás de mí.

– ¿Qué pasó?, ¿A qué viniste? -Dije algo asustada, y obviamente lo estaba.

-Vine a verte, pero como no vi ninguna luz prendida y la puerta estaba medio abierta entré…Cuando me di cuenta que veías películas de terror las ganas de asustarte me corrompieron-Explicó sonriendo de lado.

Esa es una de sus sonrisas más bellas.

Oye, siento romper tu lindo momento, pero te recuerdo que él sabe lo que piensas…

Mis mejillas tomaron un color carmesí y su sonrisa se agrandó más.

-Ja, ja, que chistoso-Aludí rodando los ojos y poniéndome de rodillas en el sillón, quedando frente a él.

Pero como era de esperarse, el final de mi anatomía solo llegaba hasta sus labios, literalmente mis ojos quedaban al nivel de sus labios.

Oh por Dios…esto es muy hermoso para ser real.

Ejem…Sabe lo que piensas.

Y otra vez el color carmesí se apoderó de mí.

-Eider, te asustas muy fácil…ah, y responderé a tu pregunta-Me tomó del antebrazo y sin previo aviso jaló de mí hasta que mi rostro quedó literalmente a dos centímetros del mío-Vine a desearte buenas noches, linda.

Sentí las pesadas miradas de las chicas detrás de mí, pero no me importó mucho. Él depositó en mi mano un papel, después la cerró. Salió de la casa. Escuché como cerró la puerta de esta. Me asomé a la ventana de la sala -que estaba justo al lado del televisor- y vi como subió al auto de Asher, donde esperaba dentro a que su hermano cerrara la puerta.

– ¿Qué dice? -Preguntó Hannah con una sonrisa perversa.

-Sí, léelo-Dijo Alice.

-Déjenla, es su privacidad-Detuvo Rose, con un semblante enojado.

Fingir que se enojaba le quedaba bien, y de eso me acabo de dar cuenta. Sonreí al ver como cada chica volvía a lo suyo dando oportunidad a abrir la nota.

Si tuviera un superpoder sería para detener el tiempo cuando estoy contigo, eres la persona más importante de mi vida.

Dulces sueños, pequeño ángel.

Sonreí bobamente. Me dejé caer en el sillón de espaldas, mordiendo mi labio inferior y con la nota apretada a mi pecho.

-Lindo, ¿eh? -Mencionó Hannah abriendo mi kit de belleza.

Le sonreí ampliamente mientras subía a mi habitación a dejar la nota. Debo decir que esa fue una de las mejores experiencias de mi vida, y una cuenta más que añadiría a mi collar.



CAPÍTULO 19.-ENFERMEDAD.


-Vamos, vamos, vamos, llegaremos tarde a literatura-Hannah se ofreció a pasar por mí en su camioneta para ir a la escuela, pero, al parecer, llegaría tarde por su culpa.

No escuchó su despertador, nunca lo ha hecho, casi siempre era su madre quien la despertaba a gritos. Las veces que el despertador funcionaba era un milagro que hasta se escuchaba esa cancioncita angelical.

Angelical…

Ángel…

Leo…

Es obvio que tratar de sacar a Leo de mi cabeza para concentrarme en correr rápido a la biblioteca era inútil, y todos lo sabemos. La pelirroja me iba jalando por toda la escuela.

-Corre, saca tus cosas del casillero, faltan cinco minut…

Se interrumpió a sí misma y me miró con cara de asombro al ver en mi casillero una rosa pegada a un papel. A pasos rápidos me acerqué a dicho lugar para tomar la rosa roja y la nota. Comencé a leerla mientras sacaba y metía libros a mi mochila.

– ¡Awww!, ¡Qué lindo! -La voz de Alice sonó a mis espaldas, lo que hizo que me volteara y le sonriera-No preguntaré de quién es porque ya lo sé-Dijo extendiendo la letra «e» al final.

Siguió caminando rumbo a su clase mientras yo me quedé unos segundos admirando la flor.

-Sí. sí, muy tierno y todo, pero te recuerdo que hay que ir con el profesor H.min-Hannah me jalaba del brazo y yo caminaba sin siquiera saber que me estaba moviendo.

-Sí, a literatura con Leo-Dije mirando hacia un punto no fijo frente a mí con una sonrisa boba.

-Se nota que estás enamorada-Habló la pelirroja empujándome al interior del aula.

Busqué al chico que me había estado dejando notas desde hace dos semanas, me desilusioné al no encontrarlo. Pasaron unas cuantas clases y él no apareció por ningún lado.

A la hora del almuerzo me senté junto con mis amigas y comencé a comer mi sándwich de pollo. Escuché las puertas de la cafetería cerrarse e inconscientemente mi vista viajó a ellas. Verónica iba entrando junto con….

Oh no, Sophia, la chica que un mes antes pasaba todo el día con Leo.

Está claro que el destino te odia.

Comenzaron a caminar hacia mi mesa, sentía que esto era un complot contra mí.

-Tan mal te sentiste porque Asher te rechazara que te tuviste que meter con mi novio-Habló Sophia mirándome mientras esperaba una respuesta.

Esta vez no soporté la furia y me levanté quedando frente a ella.

¡Sí, vamos a decirle sus verdades en la cara!

Por primera vez estoy de acuerdo contigo conciencia.

– ¿Tu novio? -Reí enérgicamente-Leo no es tu novio, él mismo me lo dijo el día en que me besó.

Ok, ok, diles sus verdades, pero tampoco exageres, ni mientas.

¿Estoy exagerando cierto?

Sí, un poco.

No controlaba mis palabras, estaba inventando que Leo me besó solo para hacerla enojar, y al parecer funcionó muy bien, su semblante cambió a uno ofendido, Verónica no se quedó callada ante eso.

-Pobrecito, Leo debe de estar horriblemente atosigado-Dijo la pelinegra.

Rodé los ojos.

-Pues sí, él me ha dicho que tú no dejas de molestarlo, siempre estás pendiente de lo que hace y eso lo tiene muy molesto-Dije apuntando a la rubia.

La chica me miró, decir que estaba enojada era poco.

-Vámonos Sophia, no vale la pena-Se dio la vuelta y salieron de la cafetería con su orgullo casi por los suelos, bueno él de Sophia porque a Verónica ni siquiera le presté atención.

Me di la vuelta para sentarme de nuevo, ya me había tranquilizado un poco. Mis amigas estaban boquiabiertas mirándome. Minutos después Asher dejó su charola en la mesa y empezó a aplaudir.

-Es la primera vez en casi dos años que te escucho hablar así.

Yo me reí.

Lo que Asher decía era cierto, antes del accidente yo era una chica alegre, extrovertida a la cual todos en la escuela conocían -ser la novia del capitán del equipo de fútbol subía mis estatus-. Todos me saludaban y les caía bien, hasta que se dieron cuenta que tuve un accidente y tenía ataques.

Verónica se encargó de hacerlo público, aunque no sé cómo se enteró ella, pero cuando todos se empezaron a burlar de mí dejé de ser yo, alejé a la chica alegre y creé una nueva personalidad, con un perfil bajo, tratando de no hacerme notar, no volví a cantar en público hasta que entré al taller.

La Madd que mis amigas y Asher conocieron, esa Madd estaba volviendo, poco a poco, pero lo hacía. No tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, o si era lo correcto, o si le agradaría a las personas, pero no me importaba porque quiero agradarme a mí primero, las personas que quieran estar conmigo, perfecto, y las que no, adelante, no soy nadie para juzgar.

Gracias a Leo y a Gabriel estaba volviendo a ser yo, por eso los quería mucho, a ambos, Gabriel era muy comprensivo y un muy buen amigo, y Leo…bueno, en el veo algo más que una amistad, pero no sé si él ve lo mismo.

Es obvio que sí, el otro día trato de besarte en el sofá.

Iba a tomar de mi jugo, pero recordé algo.

– ¿Dónde está Leo? -Pregunté mirando al rubio.

-No vino hoy a la escuela, está enfermo-Dijo para después darle una gran mordida a su hot dog.

Procesé sus palabras, no podía ser así, era imposible. Una sensación de tristeza recorrió mi cuerpo, mi estómago se hizo pequeñito y sentí una leve presión en el pecho. Fruncí levemente mi ceño, a continuación, sonreí sin terminar de creérmelo y negué desconcertada.

-Pero esta mañana me dejó una rosa y una nota en mi casillero.

-No…ese fui yo-Esas palabras causaron que yo frunciera el ceño.

No sé por qué, pero pensar en Asher dejándome una nota o algún regalo me recordó al día en que nos besamos, un miedo terrible me invadió, como si Leo estuviera ahí para leerme la mente como solía hacerlo.

Mi pecho se oprimió y sentí mi respiración dificultarse, abría y cerraba la boca sin poder decir nada, mi corazón latía rápido. Él pareció notar lo que me pasaba y rápidamente negó con la cabeza, algo asustado y apenado.

-Mi hermano me pidió que lo hiciera-Aclaró.

Sentí un alivio liberador en ese momento, solté el aire que llevaba resguardado en mis pulmones desde que dijo que él había dejado la nota. Volví a aspirar con tranquilidad. Toda la tranquilidad se esfumó cuando recordé que Asher acababa de decir que su hermano estaba enfermo.

Tenía que ir a verlo, no podía dejarlo solo cuando tal vez me necesitaba.

Si vamos, solo tenemos un problema…no sabemos llegar a su casa caminando.

Cierto, hay que pensar en un plan.

No, pues está más fácil que un peral dé manzanas antes de que un plan tuyo funcione.

Gracias por el apoyo conciencia.

Nunca fui a casa de Leo caminando, solo iba en el auto de Gabriel, en el de Asher o en la moto de Leo.

-Asher, ¿después de clases me llevas a verlo?

-Claro-Dijo con una sonrisa antes de robarle una papita frita a Hannah, recibiendo un gruñido por parte de la dueña y una risa por parte de Rose y Alice.

-Pero… ¿y tú taller? -Preguntó Hannah haciendo la charola a un lado.

Regresó lentamente su mano, pero no se dio cuenta y chocó con la de Asher, ambos se miraron, sonreí viendo que los dos se conectaban perfectamente. Abrí la boca de asombro cuando vi a Hannah.

Mi vista me falla, Hannah está sonrojada, el mundo se va a acabar. Sus rostros se estaban acercando inconscientemente, miré a Alice y a Rose, ellas también observaban como estaban a punto de besarse.

Alguien se aclaró la garganta cuando pasó por un lado y ellos se separaron, levanté la cabeza dispuesta a reclamarle a la persona, hasta que vi de quien se trataba. Era Michell, el hermano de Josh y ex novio de Hannah, sí, hablo del chico que la engaño y la hizo quedar en ridículo.

Tensé mi mandíbula y apoyé mis manos en la mesa dispuesta a levantarme de un golpe, pero Asher – que estaba sentado a mi lado izquierdo- me lo impidió poniendo sus manos sobre las mías. Michell miró a Hannah con desaprobación.

Ja, como si tuviera derecho a opinar.

Lo sé, es un hipócrita.

Se fue sin decir nada y yo estuve a punto de levantarme, pero de nuevo la mano de Asher me detuvo.

-Sobre tu taller-Empezó él, ganando toda mi atención-No te preocupes, yo le digo a mi papá que fuiste con Leo.

-Ok-En mi rostro se formó una sonrisa de agradecimiento.

&&&&&&&&&&

Iba saliendo cuando divisé a Asher junto a su coche, hablaba por teléfono. Al estar junto a él me dijo que subiera a su auto, yo lo hice y el condujo hasta llegar a nuestro destino, o más bien al mío, porque en cuanto bajé del auto el rubio se despidió y se fue, no sin antes darme sus llaves para que pudiera entrar.

Su padre estaba en el taller y su madre, seguramente estaba en su consultorio. Entré y subí las escaleras, caminé hasta la habitación de Leo y di unos pequeños golpes a la puerta.

– ¡Pasa Asher! -Gritaron desde adentro.

Abrí la puerta y entré a pasos lentos, no pude ver su rostro porque se estaba poniendo una camisa, pero si vi su abdomen y comprobé que lo del ejercicio y el relieve que sentí a través de su camisa era cierto, tenía un abdomen marcado, no era muy exagerado, pero si se notaba, y se sentía.

Me quedé embobada mirando y cuando subí mi vista a su rostro me di cuenta de que me miraba sorprendido.

¡Oh por Dios!

Mis mejillas enrojecieron al instante.

-No soy Asher-Logré decir.

-No, obviamente tu eres más linda.

Di una pequeña risa por lo bajo mientras me quitaba mi bolso anaranjado del hombro.

– ¿Estás muy mal? -Pregunté ladeando la cabeza.

-No, solo es un resfriado-Dijo mientras tomaba un vaso de jugo de naranja que estaba en su mesita de noche- ¿Cómo entraste?

Saqué las llaves de Asher del bolsillo de adelante de mi pantalón y las agité un poco, dándole a entender que me las había dado. Él sonrió y yo hice lo mismo, tan solo había pasado una mañana sin él y lo había extrañado, sus ojos, su sonrisa, su voz. 6 malditas horas sin él eran una eternidad.

-Las dejaré por aquí para que cuando llegue las tome-Mencioné poniéndolas en el escritorio.

-Está bien-Él caminó hasta su cómoda, que estaba de lado derecho de la habitación pegada a la pared, en todo ese lado de la pared sólo había una cómoda y un librero de piso con un televisor y una consola.

Del lado izquierdo estaba su escritorio, y más al fondo la cama, estaba pegada a la ventana -del lado derecho- al frente estaba su mesita de noche y un closet. Ah, y la puerta del baño.

Él tomó una pastilla de la caja y se la metió a la boca dando un sorbo a su jugo para tragarla.

– ¿A qué viniste?

– ¿Te molesta que esté aquí? -Cuestioné fingiendo indignación.

– ¡NO!, Todo lo contrario-Dijo mirándome.

Di unos pasos hacia adelante, el castaño retrocedió y yo bajé la comisura de mis labios, dándole a entender que no sabía porque se alejaba.

-No lo tomes a mal, solo no quiero que te acerques a mí porque no quiero contagiarte.

Reflexioné unos segundos sus palabras e hice lo que mi primer impulso gritaba. Corrí y lo abracé antes de que él pudiera impedirlo.

-No me importa si me enfermo, solo quiero estar contigo-Susurré, sentí una vibración en su pecho, él había reído, después sus brazos me envolvieron

Nos quedamos así un rato, no supe cuánto, pero tampoco me importó.

-Entonces…-Dejó la frase en el aire, me separé unos centímetros de él-No sé si me golpeé la cabeza y perdí la memoria, o pasó en un lapso de microsegundos que no recuerdo… ¿Nos besamos? -Él entrecerró los ojos mirándome.

Mi entrecejo se frunció, no entendía su pregunta. El chico, al ver mi reacción decidió explicarse mejor.

-Asher me contó lo que le dijiste a Sophia en la cafetería.

Procesé todo y lo entendí, la persona con la que Asher estaba hablando a la salida de escuela era Leo. Me zafé del agarre del chico del piano, éste me miraba a los ojos y yo me ruboricé ante el incómodo momento. Él comenzó a reír a carcajadas y yo me ruboricé mucho más. No sé cómo le hizo, pero se las apañó para envolverme en sus brazos y acercarse a mi oído.

-No te preocupes, si alguien me pregunta diré que es cierto-Puso su rostro frente al mío-Y lo haré con mucho gusto-Inquirió dándome una sonrisa de lado.

– ¡Oh por Dios!, ¡Cállate! -Cubrí mi cara con ambas manos y me senté en la silla del escritorio.

Esto solo hizo que él incrementara sus carcajadas.

– ¿Te gustó la flor de esta mañana? -Su voz sonó suave, levanté la mirada para verlo.

-Sí, mucho, gracias-Dije poniendo mi mano derecha sobre mi hombro izquierdo.

Nos quedamos un rato platicando hasta que recibí una llamada de mi mamá. Olvidé decirle que estaría fuera de casa y se preocupó porque no había llegado, le dije que estaba con Leo y se tranquilizó. Me dejó quedarme más tiempo con la condición de que no regresara muy tarde.

Leo me pidió los trabajos del día y yo se los di, y aproveché para que hiciéramos la tarea juntos. Asher llegó y se ofreció a llevarme a mi casa ya que su hermano no podía hacerlo. Al llegar me despedí del ojiverde para después entrar en mi casa, mi madre estaba en la sala acomodando unos papeles y mi papá estaba en su laptop.

-Hola, ¿Les ayudo en algo? -Dije mientras me quitaba el bolso.

-No, gracias hija, ¿Cómo te fue con tu novio? -Preguntó mamá acomodando los papeles en un portafolio.

– ¿Novio? -Mi papá me miró quitándose las gafas.

El ambiente comenzó a ser incómodo y me ruboricé cuando papá me miró, aunque sabía que a mis papás no les molestaba que tuviera novio me preocupaba lo que podría pasar el día que lo tuviera, Leo les había caído muy bien y al parecer no les molestaba que pasara tiempo con él, todo lo contrario, a Jason, mi ex.

-No es mi novio, es solo un amigo, y me fue bien.

Subí corriendo las escaleras y me adentré en el baño, cuando ya estuve con mi pijama de pantalones cortos y camiseta color rosa me senté en mi ventanal con un libro, mis padres me avisaron que se irían a dormir. Mi hambre despertó así que decidí bajar a la cocina por unas galletas y un vaso de leche. Fui a la sala y encendí el televisor, después de rebuscar un rato puse una serie cualquiera.

-Hannah me mataría si supiera que empecé una serie sin ella-Murmuré para mí.

Cuando vi que ya era muy tarde decidí subir a dormir, me metí entre las sábanas y justo cuando me iba a recostar la pantalla de mi celular se encendió.

Un mensaje de Leo.

Leo: Buenas noches, ángel ❤

Tu: Buenas noches, chico del piano🎹

Me acosté y entré en un profundo sueño.

&&&&&&&&&

Estábamos mis padres y yo desayunando, o más bien solo mis padres, no tenía ánimos de comer. A lo mucho solo comí 4 trozos de manzana, 6 uvas y una taza de café.

Pensaba en muchas cosas, proyectos escolares, tareas, un libro que tenía que leer…

Mi chico del piano…

Ya te habías tardado en decirlo.

Estoy preocupada, bien, no me juzgues.

– ¿Qué pasa hija? -La voz de mi mamá hizo que saliera de mi burbuja de pensamientos y la miré.

Ella había notado mi estado de ánimo, estaba más deprimida que de costumbre, y es obvio, extrañaba a Leo, tenía una semana y tres días sin verlo, no asistía a la escuela, ni al taller.

De hecho, para no estar sola, Gabriel era el que me hacía compañía, al igual que Emy, pero ella tenía prioridades, como coquetear con chicos, así que realmente éramos más Gabriel y yo.

Supuse que Leo aún seguía enfermo, casi no iba a su casa por la tarde ya que trataba de pasar la mayor parte del tiempo con mis padres, pues en 2 días saldrían de viaje a Brasil, por el trabajo de mamá, estarían fuera 3 semanas y tenía que aprovechar el tiempo que pasaba con ellos.

Salí de mis pensamientos y traté de recapitular la charla que iba a empezar con mamá.

-No tengo hambre, ni ánimos de ir a la escuela-Dije mirando mi plato y moviendo la fruta de un lado hacia otro con el tenedor.

-Extrañas a tu «amigo»-Dijo ella con una sonrisa y haciendo comillas con los dedos en la palabra amigo.

-Sí, mamá-Respondí sonriéndole.

Mi papá se levantó de la mesa y después de salir de su despacho, -que estaba entrando a la casa al lado izquierdo, antes de la cocina y las escaleras- se despidió de nosotras. Escuché como abrió la puerta, pero no la cerró.

– ¡Madeleine, te están esperando para la escuela! -Gritó papá.

Y, por un segundo creí que sería Hannah, Asher o Gabriel. Me despedí de mamá, tomé mi bolso sin muchas ganas y me asomé a la puerta…

¡No es posible!

Claro que lo es, está enfrente de ti.

¡No lo puedo creer!

Mi cuerpo recibió un toque eléctrico al mismo tiempo que se tensaba cuando escuché la suave voz de castaño.

-Hola Eider, buenos días-Dijo apoyado en su motocicleta con una rosa roja en la mano.

Corrí a abrazarlo. Me abalancé con tanta fuerza que sentí como la moto se tambaleo, pero el chico del piano la tomó con una de sus manos.

-Cuidado Eider, nos vamos a caer-Dijo riendo.

-Buenos días, Leo-La voz grave de mi papá causó que yo me separara del chico para mirar hacia donde se encontraba el otro hombre.

-Buenos días, señor Lodge-Leo esbozó una sonrisa y mi padre la devolvió.

-Cuide mucho a mi hija.

-No se preocupe-Después de decir esto, el castaño me dio la rosa.

La tomé y corrí al interior de mi casa para dejarlo en el primer florero que estuviera en mi camino. Salí de la casa y me monté en la motocicleta de Leo, me aferré, como de costumbre a su torso.

-Gracias-Susurré antes de que arrancara.

– ¿Sabes?, No entiendo por qué me das las gracias.

-Por los detalles que me das.

-Entonces yo tengo que agradecerte por aparecer en mi vida.

– ¿Eh? -Musité sin entender.

-Cada parte de tu existencia es un detalle gigante para mí, y lo valoro mucho.

Mis mejillas comenzaron a arder, no dije nada y él arrancó para ir hacia la escuela.



CAPÍTULO 20.- «REPÍTELO HASTA QUE TE LO CREAS».


*Gabriel*

Mi amigo había mejorado, me dio las gracias por cuidar de Madd mientras él no podía y yo le dije que no había nada que agradecer, y era la verdad. Siempre lo ayudaría, en lo que fuese, además, pasar tiempo con Madd era una de mis cosas favoritas, la chica me caía muy bien, y se reía de mis chistes, aunque pensándolo bien, todo el mundo se ríe de mis chistes.

Con Eduardo las cosas seguían complicadas, traté de no pensar en eso, de restarle importancia, pero era casi imposible. Han escuchado el dicho de: «Repítelo hasta que te lo creas». Bueno, conmigo no funciona eso. Cuando veía a Eduardo trataba de hablar con él, pero desde que pasó lo que pasó en Griddy’s cada vez que intentamos hablar todo se vuelve incómodo.

Trata de ignorarme y no lo culpo, pero también tiene que entender que, si habemos más de una persona sospechando lo mismo eso quiere decir que sí hay algo extraño.

Alice y yo hemos salido mucho, no le he contado a ella nuestras sospechas, Rose es su mejor amiga y, aunque sea cierto, nosotros no tenemos el derecho de opinar.

Pero como eres un criticón de primera eso te importa poco, ¿no?

Bueno, nadie es perfecto.

Si logramos conseguir pruebas contundentes de que Rose engaña a Eduardo o de que le gusta Leo podremos decirle todo a todos. Repaso una y otra vez cómo le explicaré a Alice que estuve investigando a su amiga, pero lo más seguro es que, después de que se entere de todo, la odie y me apoye a mí.

O eso quieres creer.

Estaba estudiando para mis exámenes del semestre, mañana tenía 3 exámenes y 2 proyectos. Desde que Leo se cambió de escuela me ha tocado estar solo en los descansos, he pensado cambiar de escuela en el segundo semestre, ya que haya pasado un año en esta que estoy ahora.

Mi celular vibró sobre el escritorio, a un lado mío. Lo tomé y respondí, era mi novia.

-Hola.

-Hola, ¿cómo estás? -Preguntó ella.

-Más o menos, estoy estudiando para unos exámenes, ¿y tú?

-Oup…justo te iba a preguntar si querías pasar la tarde conmigo viendo películas, pero veo que estás ocupado, así que no te molesto más, espero te vaya bien en tus exámenes.

Tardé unos segundos en procesar todo, su voz no sonaba afectada, osea que no le molestó que no pudiera asistir, pero igual no quería dejarla sola.

Ella estaba a punto de colgar.

– ¡No, no, espera! -Dije rápidamente-Voy para allá.

Me puse de pie en un salto y tomé mi chaqueta, que estaba sobre mi cama. Salí de mi habitación y después bajé las escaleras para salir de la casa.

-Pero… ¿No tienes que estudiar? -Dijo ella a través de teléfono.

-Debería, pero la verdad es que prefiero pasar tiempo contigo y reprobar los exámenes.

-Pero…

-No, no hay pero que valga, ya estoy de camino-Interrumpí.

En menos de 20 minutos ya estaba frente a su casa, tocando al timbre. Ella abrió y sonrió al verme. Envolvió sus brazos en mi cintura, hundiendo su cara en mi pecho, yo la abracé y la levanté dando una vuelta.

Cuando la bajé, Alice me jaló del brazo hacia el interior de la casa, cerró la puerta y después me besó en los labios. Traté de tomar a la chica por la cintura, pero ella se despegó y corrió al sillón.

La seguí y me senté a un lado, ella ya tenía el televisor encendido, unas mantas en el sillón y en la mesita de centro ya estaban puestos: Un bowl con palomitas, dos vasos de refresco y algunas bolsas de dulces.

– ¿Qué película quieres ver? -Cuestionó la chica.

La miré y le sonreí.

-La que tú quieras.

Hizo un mohín pensativa y después puso La bella y la bestia. La miré con curiosidad, desde que había llegado no me di el tiempo para admirar su aspecto. Tenía el cabello despeinado y suelto, no usaba zapatos y llevaba puestos unos shorts negros y una camisa de hombre color amarillo que le quedaba algo larga pero no tanto como para cubrirla por completo, supongo que por eso usaba el short.

– ¿De quién es la camisa?

Ella me miró y sonrió.

-De mi hermano mayor, suelo robarle ropa cuando está aquí.

Reí pasando mi brazo por el respaldo del sillón. Cuando puso la película se acurrucó a un lado mío y recostó su mejilla en mis costillas. Bajé mi brazo posándolo en sus costillas y comencé a acariciarlas distraídamente.

Cuando la película terminó ella se levantó dispuesta a recoger las cosas, las palomitas no sobrevivieron y habíamos abierto una de las bolsas de dulce, ella empezó a decirme que ya era tarde y que me fuera a estudiar, varias veces me negué, pero ella seguía insistiendo. Le dije que pusiéramos otra película, pero la chica seguía insistiendo en que fuera a estudiar.

Cuando se agachó para recoger el bowl yo la tomé de la cintura y la jalé al sofá, ella comenzó a reír y se levantó, se lo impedí tomándola de una mano y sentándola en mis piernas. Ella siguió riendo y al final cedió envolviendo sus brazos en mi cuello.

-No me quiero ir, me quiero quedar otro rato-Dije con voz de niño.

-Pero tienes que estudiar.

-Un rato chiquito-Dije chocando mi dedo índice con mi pulgar.

-No-Dijo divertida.

Hice un puchero.

-Porfa.

-Pero…

No la dejé continuar, jalé de su cintura hacia mí y la besé. Ella no opuso resistencia, posó una mano en mi cuello y me atrajo más a ella. Sus labios, como siempre, se sentían suaves y tenía el sabor salado de las palomitas. Alice ladeo la cabeza y pasó sus manos por mis hombros mientras apreté su cintura levemente.

La chica separó nuestros labios, pero no se levantó, pegó su frente a la mía y suspiró.

-Te amo-Susurró.

-Yo te amo más-Dije acercándome para volver a besarla, pero el teléfono de la casa, que estaba a mi izquierda en la mesita, comenzó a sonar.

La chica se levantó y tomó el teléfono.

-Hola…sí, está aquí conmigo…no, ¿qué pasó? …. ¿en serio? …. ¡Va para allá!

Colgó con una sonrisa en los labios.

-Gabriel, tienes que ir a casa de Hannah ahora.

– ¿Qué?, ¿Por qué? -Fruncí el ceño.

-Porque tiene que decirte algo importante así que vete ya.

Me levantó del brazo y me jaló hacia la puerta principal, la abrió y después me empujó hacia afuera.

-Te veo mañana-Me dio un beso rápido-Te amo, me cuentas qué te dijo Hannah y…

La interrumpí.

-Pero…

-No, no hay pero que valga, vas para allá-Dijo tratando de imitar mi voz.

Formé una línea recta en mis labios, reprimiendo una sonrisa.

Y cerró.

Suspiré cerrando los ojos y dando una vuelta sobre mi propio eje para empezar a bajar las escaleras. No me quedó otra opción más que ir a casa de mi prima. Subí a mi auto y conduje a la casa de la chica con tranquilidad.

*Hannah*

Literalmente estaba corriendo hacia mi casa con una enorme sonrisa. Esa tarde Asher me había invitado a una cita y yo acepté después de discutirlo seriamente con Madd. Bueno no, realmente el debate fue conmigo misma, Madd me repetía una y otra vez que fuera, y claro que lo hice.

Ella me ayudó a escoger que ponerme y justo cuando estaba terminando de peinar mi alocado cabello Asher llegó por mí. No sabía a donde me llevaría, así que me había puesto una falda negra con una blusa blanca de manga corta, traía también mis botines negros.

La cita fue algo muy bonito, demasiado bonito.

Se puede decir que era muy hermoso como para ser real.

Sí, lo fue.

Dimos una vuelta en su coche por el centro de la ciudad, bajamos en una plaza al aire libre y caminamos un rato platicando sobre nosotros y lo que nos gustaba hacer. Después fuimos a un restaurante de comida china.

No sé cómo, pero siento que este chico está destinado a estar conmigo.

En el restaurante seguimos platicando y descubrí que además del chico popular y deportista de la escuela, Asher era muy intelectual, aunque no mostraba mucho ese lado, hablaba mucho de astrología y astronomía. No entendía la diferencia entre uno y otro, pero igual lo escuchaba.

Descubrí que ese lado intelectual, ese lado que amaba las matemáticas, la física y la historia, no lo mostraba mucho y cuando le pregunté por qué su respuesta fue tan triste que me conmovió. Aún recordaba cada palabra con exactitud.

«-No quiero mostrar ese lado de mí porque…antes de convertirme en capitán era esa persona y a nadie le importaba, ahora que no lo soy…todo el mundo me conoce y piensa que soy el chico perfecto que hace deporte…cuando no soy esa persona, tengo miedo de mostrar lo que en realidad soy.»

Me sentí mal por él, porque no sabía esas pequeñas cosas que hacían la diferencia. Me sentí completamente relacionada con él, como si los dos llevaramos tiempo haciendo lo mismo. Ocultándonos.

Yo había ocultado a la Hannah tierna que alguna vez había sido solo porque alguien que no valía la pena me engañó, Michell no se merecía ni una sola de las lágrimas que derramé cuando terminamos. Él y Josh eran unos idiotas.

Volviendo a Asher, cuando le platiqué que me sentía igual, él dio el primer paso para seguir conociéndonos. Sabía que era pronto para decir que me gustaba, pero lo hacía, cuando estaba con él me sentía en paz, sentía que nadie me juzgaría, me sentía…yo.

Cuando terminamos de comer él me llevó a un parque en el que platicamos, no me cansaba de escucharlo y para Asher tampoco era problema tener que escuchar mis disparates, aunque comparados con los de Gabriel, mis disparates quedaban cortos.

Justo en ese momento, en el parque, en aquella banca frente a los juegos infantiles, Asher y yo nos besamos. Él dio el primer paso y yo lo seguí, fue un momento en el que sentí que no había nadie a nuestro alrededor, fue raro como no me sorprendí cuando él unió nuestros labios, como si estuviera esperando ese beso desde hace ya un tiempo.

Ejem…eso justo lo que esperabas, querida Hannah, solo que estabas empeñada en decir que no…como dicen por ahí: «Repítelo hasta que te lo creas».

Bien, tienes razón conciencia.

El caso es que sentí cada una de las emociones que él quiso transmitir a través de ese beso. Sentí esas ansias que teníamos por besarnos, no solo él a mí, no solo yo a él, ambos. Cuando nos separamos nos miramos a los ojos sin saber qué hacer, o decir y él arregló todo con tan solo aquellas dos palabras que, aunque no fueran las más específicas, significaban algo, algo muy grande para mí.

Aquel «Te quiero» marcó una gran diferencia.

Después de eso Asher recibió una llamada de Eduardo, mi primo, y dejé que respondiera ya que parecía ser algo importante, él dijo que se tenía que ir así que me despedí, antes de irme me acerqué para darle un beso en la mejilla y en cuanto nuestros cuerpos hicieron contacto sentí las famosas mariposas en el estómago, revoloteando sin parar.

Después de eso salí corriendo y llamé a Alice, sabía que Gabriel estaría con ella y la obligue a que lo mandara a mí casa. Llegué casi al mismo tiempo que él y cuando bajó de su auto me miró con el ceño fruncido.

– ¿Qué demonios pasa?, ¿Por qué corres? –Preguntó entre asustado y horrorizado.

-Entra te explicaré todo-Dije con dificultad, él aire me estaba faltando.

Cuando ya había recuperado el aire, y tomado un vaso de agua, los dos nos pasamos a la sala, sentándonos yo en el sillón grande y él en el individual a la derecha de donde yo me encontraba.

– ¿Ahora sí me dirás qué pasó?

-Sí, es sorprendentemente increíble-Dije sonriendo.

-Sorprendentemente increíble-Repitió frunciendo el ceño- ¿Quién eres y qué le hiciste a mi prima?

Reí y él me miró mucho más extrañado. Decir que estaba confundido era poco, parecía como si hubiera entrado en una nueva galaxia.

-Salí hoy con Asher y fue lo más correcto que pude haber hecho en mi vida.

– ¿Ah sí? -Seguía con el ceño fruncido, solo que ahora su rostro desprendía preocupación.

-Sí, lo que acabo de hacer es un gran paso hacia mi futuro, un futuro prometedor con mucho amor-Dije aun sonriendo.

Él abrió la boca preocupado, después la cerró y se lamió los labios.

-Oye, si no la controlas, no la fumes. Estas delirando.

Le puse mala cara.

-Va enserio, de verdad lo amo.

Él hizo una mueca de horror.

– ¿Te…te sientes bien?, ¿Quieres que llame al médico?, ¿Tienes temperatura alta?

Estiró su mano para tocar mi frente, pero yo se lo impedí con un manotazo. Gabriel hizo un mohín mientras acariciaba su mano.

-Hablo en serio tonto-Le puse mala cara-Asher y yo nos besamos y fue lo mejor que pude haber hecho, creo que me gusta y mucho-Volví a sonreír.

-Ya está-Golpeó sus rodillas y después se puso de pie-Ahora mismo llamo al doctor, no sé si es la temperatura alta la que te está haciendo delirar y decir cosas que no dirías, si te golpeaste la cabeza, o si estas drogada, pero por cualquier cosa, llamaré.

Dispuesto a tomar el teléfono se sentó a un lado mío, yo lo jalé del brazo causando que lo soltara.

-Gabriel, estoy bien, no me siento mal, no me golpeé la cabeza, y mucho menos estoy drogada, lo digo en serio.

– ¿Acaso bebiste? -Cuestionó mirándome.

Pues sí, había bebido, pero no había sido tan exagerado como para delirar con esas cosas, realmente no estaba delirando.

-Bueno, sí, tomé una cerveza, pero…

– ¡Es eso!, Vamos, te llevaré a la cama, cuando despiertes pensarás mejor lo que dices.

Estaba a punto de cargarme cuando lo detuve removiéndome en el sillón.

– ¡Gabriel, estoy bien!, ¡No estoy ebria!, ¡Todo te lo digo en serio!

Él volvió a sentarse junto a mí.

– ¿En serio se besaron?

-Si.

– ¿Y te gustó?

-Si-Dije aún sin poder creérmelo.

Sentí mis mejillas arder en ese instante, cosa que pocas veces pasaba.

– ¿Y Asher te gusta?

-Si-Respondí asintiendo con la cabeza.

– ¿Y ya te olvidaste de ser la chica anti-sentimientos?

-No-Dije bajando mi sonrisa.

-Tan bien que íbamos-Murmuró rodando los ojos.

-Es qué…no lo sé, no quiero bajar la guardia hasta saber que no me hará daño.

– ¡Por Dios!, ¡Hablas como si estuvieras en medio de la guerra y Asher fuera tu entrañable enemigo!

Comencé a reír a carcajadas que no pude detener.

-Pues algo así.

-Ok… ¿Confías en Asher? -Cuestionó.

Me mantuve en silencio unos segundos.

-Si-Dije al fin.

-Mentira, lo dudaste-Me apuntó con el índice, delatándome.

-No lo hice.

-Sí, si lo hiciste.

-No.

-Que sí-Levantó una ceja acercando más su dedo a mi rostro.

-Claro que no, confío en Asher.

Quitó su dedo y levantó ambas cejas.

-De verdad, lo hago-Aseguré.

-Ajá.

Desvió la vista hacia el televisor.

Me pregunté a mi misma, ¿De verdad confiaba en él?, Y mi respuesta era siempre un sí. Pero si de verdad confiaba en él… ¿por qué no le confesaba lo que sentía? ¿Por qué tenía tanto miedo al rechazo?

Miedo al rechazo. Eso es justo lo que yo sentía cuando pensaba en confesarle que lo amaba y es justo lo que él sentía cuando quería mostrar su lado intelectual a la gente. Aunque, pensándolo bien, si eliges no hacer algo por miedo al rechazo, te estás rechazando a ti mismo…y el mundo te está ignorando.

– ¿Sabes? -Susurró Gabriel para sacarme de mi burbuja de pensamientos-Estoy llegando a la conclusión de que tú no tienes miedo a querer, eso es lo que tú piensas que es a lo que le temes.

– ¿Ah no?, ¿Entonces, a qué le tengo miedo? -Cuestioné curiosa por su respuesta.

Sonrío cálidamente.

-Tú no tienes miedo de querer, tienes miedo de que no te quieran.

Lo miré por unos segundos sabiendo que era cierto, sentía que si yo quería demasiado a una persona ésta se aburriría de mí y algún día me dejaría. El rechazo es horrible y más cuando viene de una persona que te importa, duele mucho, es como una punzada en el estómago, sientes que un balde de agua fría cae sobre ti, sientes que no vales y que tu opinión es inservible para todos, sientes que no hay lugar para ti en el mundo. Pero, si lo hay, y no se trata de lo que mundo tenga para ti, sino de lo que tú aportas a él.

Gabriel se levantó del sofá y cruzó el marco de la sala dispuesto a salir de la casa. Pero no lo hizo, en su lugar se dio la vuelta.

– ¿Sabes?, Sobre lo de Michell, déjalo, no tiene caso seguir mal por ese tipo.

-Ya lo dejé-Aseguré sonriendo.

Él sonrió igual que yo.

-Repítelo hasta que te lo creas.

Y después de esto se dio la vuelta para salir de mi casa.

– ¡Justamente pensaba en esa frase! -Grité y pude escuchar sus carcajadas.

*Leo*

Estaba escribiendo en mi libreta algunas frases o palabras que rimaran. Llevo tres meses escribiéndole una canción a Eider, el problema estaba en que pocas veces me venía la creatividad y entre esas pocas estaba esta.

Caminaba dando vueltas por mi habitación, repetía los versos escritos en el cuaderno una y otra vez sin convencerme mucho. De repente las ideas surgieron y empecé a rimar y a escribir.

-Palabras que rimen con sol…-Murmuré para mí mismo.

La palabra vino a mí y desapareció cuando Asher entró dando un portazo. Lo miré frunciendo el ceño mientras él sonreía muy alegre.

– ¿Y ahora a ti qué te pasa? -Cuestioné.

– ¿Por qué la pregunta?

-Por tú cara, pareces tarado…bueno, más que otros días.

Él rodó los ojos sin dejar de sonreír.

-Hoy tuve una cita con Hannah-Dijo.

Levanté las cejas sin saber que decir. Osea, había tenido una cita con la mejor amiga de Eider, ¿Y…?

Me aclaré la garganta.

– ¿Y qué quieres que yo haga?, ¿Te aplaudo? -Pregunté sarcástico.

-Pues deberías…porque nos besamos.

Me quedé mirándolo con la boca abierta unos segundos.

Déjame ver si entendí, Eduardo es novio de Rose, aunque no nos guste, pero lo es. Gabriel es novio de Alice. Asher lo será de Hannah.

¡Genial!, tengo a Eider para mí solo.

Eso suena a que tienes un plan en mente para una cena los dos solos, ¿me equivoco?

No mucho.

-Impresionante…debo decir que me sorprende escuchar eso-Dije, pero ahora con sinceridad.

– ¿Por qué?

– ¿Por qué me sorprende? …Bueno la respuesta es simple, has tenido muchas novias, y con muchas me refiero a muchas de verdad, pero de ninguna has hablado tanto y sin cansarte como con Hannah.

-Punto número uno, solo he tenido cinco novias y…

-En dos años-Interrumpí levantando los hombros.

-No fueron dos años.

-Claro que sí, parecía que cambiabas de novia cada tres meses…no, más bien, cambiabas de novia cada tres meses.

Me puso mala cara mientras yo sonreía inocentemente.

-Y, en segundo lugar, Hannah me gusta de verdad.

-Osea que Jess y Liaa no te gustaban de verdad-Dije posando mi vista en un rincón de la habitación y señalando al chico con mi índice.

-Yo no dije eso, solo…

-Ni Emy-Continué.

– ¡No!

– ¿No? -Pregunté reprimiendo una sonrisa.

Lo estaba sacando de sus casillas y eso era algo que amaba hacer.

– ¡Leo, escucha!, ¡Si me gustaban todas ellas, pero con Hannah es diferente!, Muy diferente.

Respiré hondo sonriendo.

-Bien… ¿y qué pasó después? -Pregunté poniendo mi mejor cara de hermano interesado.

-Me sentí bien, feliz y comprendido.

-Uhum.

Me crucé de brazos.

-Le conté todo lo que sentía sobre decirle a las personas que era el nerd de la clase y ella me escuchó y no me juzgó, fue lo mejor que me ha pasado en la vida.

-Ya veo-Dije asintiendo con la cabeza-Me siento feliz por ti.

-Gracias-En su rostro se formó una sonrisa.

-Mamá se sentirá igual si se lo cuentas.

– ¿Cómo por qué le contaría que me besé con alguien?

-Porque es algo que le importa, sabes que para ella es como si fuera la primera vez que le dijeran.

-Solo es un beso, no es nada especial.

– ¡Oh pues! Decídete, no acabas de decir que fue lo mejor que te pasó en la vida.

Él comenzó a reír.

-Ahora suenas como Gabriel…y lo fue, solo que, como la primera vez que le dije que bese a una chica, no quiero que me vuelva a dar su plática de educación sexual que ya me sé de memoria.

Reí a carcajadas.

Porque era cierto, a mí y a Asher nos hizo lo mismo, le dijimos que besamos a una chica y… ¡Bom! De pronto estábamos en la sala hablando sobre sexualidad y todos esos temas que te explican en la escuela. Fue incómodo, lo admito, pero es mi madre y solo quiere lo mejor para mí.

Aunque eso nos cause un trauma de por vida.

Si mamá estuviera aquí ya me hubiera gritado: ¡Trauma!, ¿¡Acaso sabes lo que es un trauma!?

-Es psicóloga, ¿Qué quieres que haga? -Dije levantando los hombros.

-Que sea normal por una vez en su vida.

-Es normal, a su manera-Le dije.

– ¿Qué hacías? -Preguntó.

-Escuchado tus Citaventuras.

Él rodó los ojos.

-Hablo de que hacías antes de que yo llegara.

-Estaba componiendo la canción para Ei…

Me interrumpí a mí mismo y él sonrió.

– ¿Para quién?

– ¿Por qué necesitas saberlo?

-Curiosidad-Se encogió de hombros.

-Para Eider.

– ¡Lo sabía! -Gritó- ¡Piensas todo el día en ella!

-Eso no es cierto.

Si es cierto.

Me estoy defendiendo, conciencia.

-Claro que sí.

– ¡Que no!

– ¡Repítelo hasta que te lo creas! -Gritó ya afuera de mi habitación.

*Madd*

Alguien tocó a la puerta de mi casa, mis padres habían salido de viaje hace ya una hora, no creo que hayan regresado. Abrí la puerta y vi a Alice con una sonrisa pícara.

– ¿Ya te enteraste de las noticias?

– ¿Cuáles?, ¿Que hubo un huracán en la India?, Si eso lo sé.

-Eso no tontita, hablo de lo de Hannah-Dijo entrando a mi casa y sentándose en el sillón.

Cerré la puerta detrás de mí y pasé a la sala.

– ¿Qué pasa con Hannah? -Pregunté frunciendo el ceño.

-Veo que no te lo ha contado, así que lo haré yo.

Corrigió su postura en el sillón y posó una mano en su rodilla.

-Hannah y Asher tuvieron una cita.

-Sí, eso ya lo sé, Hannah vino a hablar conmigo.

– ¿Y también sabes que se besaron?

Me quedé procesándolo un rato, aún seguía de pie en el marco de la puerta así que era casi seguro que me caería.

-Eso nunca me lo dijo-Murmuré mirándola a los ojos.

-Pues pasó, a mí no me dio detalles, solo me pidió que mandara a Gabriel a su casa en ese instante.

-Fue poco solidario de su parte no contármelo, pero lo pasaré solo porque fue su primer beso en años.

Ella comenzó a reír y me hizo un ademán para que me sentara frente a ella. Obedecí y me senté en uno de los sillones al lado de la chimenea decorativa que sostenía el televisor.

– ¿Y qué hay con Leo?

Fruncí mi ceño levemente sin entender.

– ¿De qué? -Pregunté.

– ¡Deja de fingir! -Me lanzó un cojín y yo lo atrapé.

– ¡Fingir que cosa! -Se lo devolví.

– ¿Ustedes no se han besado?

Mis mejillas enrojecieron al instante.

– ¡Claro que no!, ¡Él y yo no somos nada!

-Pero querrías que lo fuera, ¿no? -Enarcó una ceja.

Pues la verdad es que sí, pero hay que tomar en cuenta algunos factores: Yo no soy el tipo de chica que a él le gusta, no tenemos casi nada de conocernos, solo cuatro meses y nadie lo cuenta. Además, él está enamorado de alguien más.

¿Así o más sencillo?

Suspiré ladeando la cabeza.

-Pues…sí, me gustaría que lo fuera, pero…

– ¡Lo ves! -Interrumpió- ¡Todos creemos que son tal para cual!

Sonreí melancólicamente.

-Creo que juntarte con Gabriel te hizo más extrovertida-Dije tratando de cambiar de tema.

-Sí, lo he notado-Creí que había funcionado, pero no-Ahora, volviendo a Leo, ¿Por qué no le dices?

– ¡¿Qué se supone que le diga?!, «Oye, ¿sabes qué?, Me gustas desde hace mucho pero no te lo digo porque sé que te gusta alguien más, espero lo entiendas y quieras ser mi novio»-Ironicé.

Abrió y cerró la boca varias veces, confundida.

-Ok, vamos por partes, no espero que le digas eso y… ¿Cómo está eso de que le gusta alguien más?

-Sí, él mismo me lo dijo-Doble mis rodillas para que quedaran arriba del sofá y recosté mi mejilla en ellas-Me dijo que estaba enamorado de una chica y además el día que fuimos a comprar nuestros vestidos para la fiesta de Jess lo vi a él comprando algo en una joyería…Él me platicó que, en la fiesta de caridad, que será en tres días, los chicos de la familia Williams le regalan algo a la chica que les gusta.

-Oup-Me miró con una sonrisa de consolación-Lo siento por ti, no sabía eso…osea sí sabía lo de la fiesta y justamente te iba a pedir que, si mañana podrías acompañarme a comprar un vestido, pero no sabía lo de Leo.

-No importa-Murmuré más para mí, pero ella logró escuchar-La verdad es que tengo ya algunos meses de saberlo y aun así sigo adelante, no sé por qué.

Bajé las rodillas y tiré la cabeza al respaldo del sillón.

– ¿Sabes?, Me encantaría acompañarte por tu vestido, podemos invitar a Hannah también, estoy segura de que irá con Asher.

-Sí, vamos las tres, así tú también compras un vestido.

Comencé a reír y levanté la cabeza para mirar a la chica, mis ojos picaban y seguro que ya los tenía rojos.

-Yo ya había comprado mi vestido para impresionar a Leo…pero, creo que…su chica va a estar ahí, y en mí ni siquiera se va a fijar.

Las lágrimas amenazaban con abandonar mis ojos, mi voz se volvió aguda. De repente todo desapareció, ya no tenía ganas de llorar. Fue de esas veces en los que la tristeza dura poco, pero sabes que unos segundos después regresará.

-Madd…no te sientas mal, sinceramente estoy casi segura de que esa chica, su chica, eres tú.

La miré frunciendo el ceño y negué varias veces con la cabeza.

-No es posible…además él me está dejando de gustar.

-Eso es mentira.

-Claro que no, desde que lo supe me dejó de gustar un poco…

-Claro que no-Interrumpió.

-…Y con el tiempo me dejará de gustar por completo-Concluí ignorándola.

-No creo que eso pase-Aseguró.

-Claro que pasará.

– ¡Repítelo hasta que te lo creas! -Gritó volviéndome a lanzar el cojín.

*Gabriel*

Ya había regresado a mi casa. Subí a mi habitación y decidí llamar a Leo, tenía que enterarse de las noticias. Aunque seguramente Asher ya se lo había contado, pero yo tenía la versión de Hannah.

Tomé mi celular y me tiré en la cama, esperé a que respondiera, pero no lo hizo. Volví a llamar, ahora con éxito de ser atendido.

– ¿Hola?

– ¿Qué estás haciendo y por qué no me respondes el teléfono? -Cuestioné tranquilo.

-Nada, solo estoy…

– ¿Acaso estás con alguien? -Interrumpí.

Quería hacerlo enojar y las bromas salían por si solas, no soy nadie para retenerlas.

-No, estoy…

– ¿Es una chica? -Volví a interrumpir.

Casi podía sentir como rodaba los ojos.

-Gabriel…

– ¿Estás remplazándome?, Después de todo lo que vivimos juntos, Leonardo Williams, terminamos.

– ¿Disculpa?, ¿Cuándo empezamos? -Dijo él divertido.

Reí a carcajadas y él también.

-No, ya en plan serio, ¿Qué hacías?

-Estaba buscando algo en mi cajón y no alcancé a contestar a la primera.

-Confiaré en ti si me dices que buscabas en el cajón.

– ¿Para qué quieres saber? -Cuestionó.

– ¿Es el cajón de la mesita de noche?

– ¿Si? -Respondió dudoso.

Me quedé callado un momento, fingiendo estar en shock.

-Déjalo, ya sé que buscabas.

Él se empezó a reír.

-Ahora sí, lo importante, ¿Asher ya te contó? -Cuestioné.

– ¿Qué?, ¿Que se besó con Hannah? Sí, lo sé.

-Yo hablé con Hannah y sus palabras realmente eran las de una Julieta enamorada.

-Dile que si quiere le regalo al Romeo, viene con todo y chip estresante incluido.

Reí a carcajadas.

-A ti también te llegó con eso de «Estoy enamorado» -Dije tratando de imitar la voz de Asher.

-Algo así, seguramente está enfermo.

– ¿Será contagioso?

-No lo dudes, creo que quien se lo pegó a Asher y a Hannah fueron tú y Alice.

-Pero si tu estas así con Madd.

Se quedó callado.

¡Punto para Gabriel!

-Sabes que eres un chismoso, ¿verdad?

Conocía muy bien esto, estaba tratando de insultarme por dejarlo sin palabras.

¡Ningún insulto será suficiente para mí cuando he llegado tan lejos!

-No es chismoso, es informarme sobre los asuntos de la vida privada de los demás, a costa de ellos claro está.

-Llámalo como quieras… ¿Sabes si Hannah ya le contó a Eider del beso?

-N.P. I-Dije.

Sabía que con esto se reiría.

– ¿Qué es eso?

-No Poseo Información.

Los dos nos empezamos a reír y cuando por fin pudimos calmarnos le dije lo primero que se me vino a la mente.

-Tu no dejas de pensar en esa chica.

– ¿Por qué todos me dicen eso?

-Porque es verdad.

-Claro que no.

-Claro que sí.

-No-Declaró.

– ¡Repítelo hasta que te lo creas!



CAPÍTULO 21.- PAREJAS.


*Eduardo*

Estacioné rápidamente afuera de la casa de mi novia. Por alguna extraña razón me llamó muy enojada diciéndome que no era posible que mis amigos la estuvieran acosando. Me dijo muchas cosas más, pero en mi cabeza solo se quedó que mis amigos la acosaban.

Bajé corriendo y me dirigí a la puerta, la empujé y me di cuenta que estaba cerrada con seguro. Di varios golpes, pero nadie abrió.

– ¡ROSE!, ¡ROSE, ABRE LA PUERTA POR FAVOR! -Grité.

– ¡NO!, ¡NO TE QUIERO VER! -Respondió.

¿Estaba llorando?

Oh, no.

Estaba seguro de que los que la estaban acosando eran Gabriel, Asher y Leo. Son los únicos que se han tomado la tarea de hacer que ella y yo terminemos. No sé qué tenían en nuestra contra.

Nunca me he metido entre Gabriel y Alice, aunque pienso que Alice es una sentimental y hormonal. No me he metido con Asher y mi prima, sabiendo que, al principio, Asher solo utilizó a mi prima para tapar su mentira, pero jamás le diré a nadie lo que pasó. No me interpongo entre Leo y Madd, aun pensando que Madd es una hormonal que solo quiere aprovecharse de Leo por su dinero.

Digamos que los Williams son personas adineradas, pero no lo demuestran mucho, tienen una casa en el lago Redwood, una casa junto al mar en una de las playas más bonitas de California, otra casa de playa en Florida, una mansión en Canadá, otra en París y una en Venecia.

Estoy casi seguro de que Madd está tratando de aprovecharse de Leo, o más bien de los dos. Besa a Asher y coquetea con Leo. No tiene lógica que haga eso y la única explicación que tenemos aquí es: Está jugando con ambos.

Volviendo a mi problema con Rose, tenía que hacer algo. No podía dejar las cosas así, tenía que arreglarme con ella ahora.

– ¡Rose, necesito que me escuches!

Abrió la puerta tan rápido que casi me caí.

– ¿Qué quieres? -Dijo con su semblante vacío.

-Que me escuches, no tengo la culpa de que ellos te estén espiando.

-Tampoco es mía.

-Bueno, no lo es, pero trata de comprender a Gabriel.

– ¡¿Qué lo comprenda?! -Dio una risa sin humor- ¿Qué quieres que comprenda?, ¿Qué un tipo cualquiera me sigue a todos lados?

-No espero que comprendas eso, además Gabriel no es un tipo cualquiera, es mi hermano.

– ¿Cómo sabes que es tu hermano? -Se cruzó de brazos mirándome.

Su pregunta me confundió, tardé unos segundos en procesar lo que quería decirme y cuando lo hice la miré enojado. Ella sabía que mis padres habían tenido problemas, pero no sabía que Gabriel y yo éramos hermanos gemelos, ella pensaba que él era un año más chico que yo y estaba tratando de decir que Gabriel no era mi hermano sino mi medio hermano.

Bueno, mamá se volvió a casar después de su divorcio y yo soy el que lo tiene que soportar del todo, pero no parece un problema. La verdad es que el nuevo esposo de mamá es muy amistoso.

-No voy a dejar que hables así de…

– ¡No!, ¡No entiendo por qué quieres que haga todo lo que me pidas!, ¡No puedes por un momento pensar en mí y ser caballeroso!, ¡¿Por qué no eres como Leo?!

Me quedé un momento pensando en todo lo que me estaba gritando, ¿Mencionó a Leo?, ¿Qué tiene que ver Leo?

– ¿Qué tiene que ver Leo en todo esto?

Ella desvió la mirada tallándose los ojos. Agachó la cabeza y segundos después escuche sollozos. ¿Estaba llorando? ¿Otra vez?

La abracé y ella no se apartó, al contrario, me atrajo al interior de su casa abrazándome.

-Lo siento, es que yo veo que Leo trata súper lindo a Madd y yo quiero sentirme igual…quiero sentir que me quieren-Dijo ella con su cabeza hundida en mi pecho.

-Perdón si te hago sentir poco querida, es lo que menos deseo…tampoco quiero que estemos peleados.

-Siento que tú ya no me amas.

-Pero como no te voy a amar, si eres mi novia, eres lo que más quiero.

Y era la verdad, ella era lo que más quería en el mundo, aunque tuviéramos peleas muy seguido y ella me cerrara la puerta en la cara, me gritara, me golpeara o me ignorara no me importaba, porque sabía que solo lo hacía para desahogarse.

Se separó de mí.

-Si no quieres que estemos peleados prométeme que vas a alejar a Gabriel y a Asher de mí.

-Lo prometo-Dije al instante.

– ¿Puedes hablar con ellos ahora?

– ¿Ahora? –Repetí asombrado.

-Si, entre más rápido les digas los podrás convencer más rápido.

*Madd*

Dando vueltas por mi habitación, pensando, sabía que no se iba a negar pero no tenía la valentía suficiente para hacerlo, no ahora.

Quería pedirle a Leo que hiciéramos algo, pero la verdad es que no tengo la valentía para pedírselo. Mi familia me ha estado molestando con eso todos los días y la verdad es que me tortura tener que estar escuchando sus súplicas. Sé muy bien que no pararán hasta que lo haga.

Vamos, lo único que tienes que hacer es tomar el teléfono, marcar su número y pedírselo… ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Que me diga que no.

¡Por Dios!, Ambas sabemos que es incapaz de decirte que no. No pasará nada malo.

Siempre que me dices eso pasa algo malo.

Suspiré. Tomé mi celular y entré al teléfono. Abrí el contacto de Leo y llamé.

Bien, ya no hay vuelta atrás.

Eso ya lo sé.

– ¿Diga? -Respondió una voz ronca.

Su voz, ¡Dios!, Su voz.

No pude articular palabra, me perdí en el sonido de su voz, necesitaba escucharlo más, pero no sabía cómo hacerlo hablar.

-Si quieres oírme más solo pídeme que vaya a tu casa y con gusto pasaré toda la tarde contigo, Eider.

¡Demonios!, Olvidé el pequeño detalle de que él sabía lo que pienso, ¿Cómo lo hacía? No lo sé, pero lo hacía y llegaba a ser vergonzoso para mí.

Enrojecí al instante, aun sabiendo que él no me veía.

-Odio que hagas eso-Murmuré avergonzada.

-Lo siento, no puedo evitarlo.

– ¿Cómo lo haces?

-No te lo voy a decir.

Hice un sonido de frustración con la boca cerrada.

– ¿Para qué me llamaste?

-Lo siento, si no quieres que te llame solo tienes que decírmelo-Dije fingiendo estar ofendida.

– ¿Por qué todo lo mal entiendes?, Adoro que me llames, sabes que eres la única que me puede alegrar el día.

– ¿Solo yo?

-Sí, solo tú-Afirmó.

– ¿Y qué hay de la chica que te gusta?

Él comenzó a reír.

-Te cuento un secreto, tú ves a la chica que me gusta todos los días.

Fruncí mi ceño.

¿Yo la veía?, ¿Dónde?, ¿Era una de mis amigas?, ¿Iba en el taller conmigo?, No encontraba respuesta a ninguna de mis preguntas, si yo la veía eso significa que yo la conozco, y que la veré en la gala de caridad.

– ¿Qué pasa Eider?, ¿Aún no has adivinado?

-No, ¿Quién es?

-Tendrás que esperar a la gala para conocerla.

– ¿Me…me la vas a presentar?

Se quedó callado unos segundos.

-Eider, ¿Necesitas algo? -Dijo bajando la voz.

Y eso solo creó un pensamiento en mi cabeza, la chica estaba en casa de Leo. Seguramente él estaría ocupado con ella así que solo le diré la verdad y colgaré.

-Mi familia quería conocerte, pero veo que estás ocupado…así que nos vemos.

Y colgué.

No le di tiempo de hablar porque no quería saber nada más, le cancelaría a mi familia, eso es todo.

Eso es infantil de tu parte.

Cállate.

Debes de tomar en cuenta que en cualquier momento tendrás que enfrentarte a Leo.

Dije que te callaras.

Bien, me callo ,pero sabes que solo digo la verdad.

Antes de escuchar el drama del siglo protagonizado por mis tíos necesitaba revisar algunas cosas. Según nos dijo el director nuestras calificaciones llegarían entre ayer y hoy.

Abrí mi computador, busqué en mis correos y tardé alrededor de 10 minutos en encontrar el correcto, nunca revisaba los correos así que me era difícil buscar entre todos los que llegaban. Lo abrí y revisé, tenía 10 en casi todas, hubo una clase en la que obtuve un reporte que estaba apuntado abajo, el día que me salté esa clase para ir con Leo, en fin, consecuencias de faltar.

Bien, si no les decía a mis padres no pasaría nada, no tenían por qué enterarse. Cerré las pestañas y justo cuando estaba poniendo mi contraseña para cerrar el computador alguien tocó a la puerta. Bajé corriendo y abrí. Mi cuerpo entero se tensó al ver la imagen de Leo con el ceño fruncido.

– ¿Qué te pasa? -Cuestionó entrando sin mi permiso.

-Nada-Deje la puerta abierta esperando impaciente a que saliera.

Lo miré y no pude mantenerme enojada por mucho, su cabello estaba despeinado, llevaba una camisa blanca con una chamarra de cuero y sus ojos, esos ojos que me miraban con confusión hicieron que mi enojo se esfumara.

– ¿Vas a salir?

Me miré de pies a cabeza. Aún traía puesta la ropa que iba a usar en la comida.

-A…no…bueno…no, no tenía pensado salir.

Se quedó callado unos segundos recorriéndome de pies a cabeza con la mirada, lentamente sus ojos se iban deslizando por cada parte de mi ser, lo cual causaba una ansiedad y desesperación incontrolables.

– ¿Me explicas por qué te enojaste?

-No me enojé-Dije mirando a la puerta.

-Claro que lo hiciste, lo que no entiendo es el por qué.

La cerré y di media vuelta para mirar al suelo.

-No lo hice, simplemente tengo cosas que hacer y no puedo seguir…

-Mírame-Ordenó.

No le hice caso, pero él se acercó y me levantó del mentón. Sentí el frío de su anillo haciendo contacto con mi piel cálida. Su rostro, su rostro estaba a tan solo milímetros de mí. Di pasos hacia atrás hasta que terminé chocando con la pared, él me acorraló con sus brazos a mis costados.

-No sabes cuánto he querido decirte que…-Se interrumpió.

– ¿Decirme qué? -Cuestioné con la voz apagada.

Su nariz rozó la mía, ladeó la cabeza para así besarme y no se lo impedí, uno de sus mechones de cabello rozaba mi frente, su cuerpo tan pegado al mío, sus labios a punto de hacer contacto con los míos y…la puerta abriéndose de un azotón.

Volteé rápidamente en dirección de dónde provenía el ruido. Emma estaba parada frente a nosotros. Abrió los ojos y cerró la boca.

-Lo…lo siento yo solo quería…venía por ustedes-Dijo tartamudeando.

– ¿Por nosotros? -Leo la miró a ella y después a mí.

-Sí, ¿Madd no te dijo?, Mis padres te quieren conocer y te invitaron a ti y a Madd a comer con nosotros.

Él me miró con el ceño fruncido, le dediqué una mirada suplicante para que no dijera nada a mi prima, después él volvió la vista a Emma.

-Claro que me dijo, solo que… ¿nos das un minuto?

-Por supuesto-Asintió con la cabeza y salió de la casa.

– ¿Era eso? -Preguntó- ¿Estabas enojada porque pensabas que no querría ir contigo a comer?

Traté de poner a trabajar rápido mi cerebro, necesitaba una mentira, es obvio que no le iba a decir que estaba molesta por que la chica que le gusta estará en la cena a la que yo también asistiré. Además de que presenciaré como Leo grita a los cuatro vientos quién es esa chica mientras que ella se para frente a él y se besan.

No estamos seguras de que eso pasé, pero eres una histérica y no puedo convencerte de lo contrario.

Cállate de una buena vez.

-No, algo me decía que dirías que si, pero, mis tíos son algo molestos y…

-Para mí nunca han sido molestos, me caen muy bien y aceptaría con todo gusto ir con ellos, claro si tú quieres.

Explicó tranquilo y elevando la comisura de sus labios.

Una parte de mí quería aceptar, pero la otra me decía que sólo complicaría más las cosas y cuando él me presente a la chica que de verdad ama me destrozaría por completo. Recordaría cada momento con un sentimiento de nostalgia que jamás podría eliminar de mi cabeza.

Esto no sería como la otra vez, esta vez no podría encerrarme en mi habitación a leer libros fingiendo que nada de esto había pasado. Mi mente me lo recordaría todo el tiempo y haría que la conciencia me atormentara por el resto de mi vida mientras me sumía en una depresión imperdonable e inconsolable.

Exagerada…

-Si te digo que no, Emma…no me dejará en paz hasta que vayas…

No pude terminar, mis palabras se cortaron por sí solas. Tampoco me atreví a mirarlo, mi vista se posaba en el suelo, en mis pies.

-Claro…

Su voz sonó herida, pero era lo menos que quería hacer, no podía dejar esto así, no debía.

– ¡Espera! -Lo miré-No quise decir eso, yo quiero que vayamos los dos, quiero tu compañía.

– ¿Entonces por qué estás tan decaída?

-Es que…yo siento…yo…tú…nosotros…ella…es complicado-Dije cubriendo mi rostro con ambas manos, frustrada.

Él frunció el ceño sin entender, abrió y cerró la boca un par de veces.

-Puedo entenderlo-Aseguró.

Bien, ahora solo tienes que decirle lo que sientes. Vamos, dile que lo amas.

-Yo…siento que…estoy robando a otra chica lo que es suyo-Murmuré.

Tomó mis manos entre las suyas y las acarició. Me quedé unos segundos observando cómo hacía caricias para que me tranquilizara. Levanté la mirada y todo en mí se debilitó cuando vi ese rostro, esos ojos que me mostraban comprensión y esos labios que creaban una diminuta sonrisa tranquilizadora.

– ¿De qué hablas?

-Que siento que yo le estoy robando tu atención a la chica que te gusta, deberías pasar tiempo con ella, hacerte su novio, ser feliz.

-Soy feliz-Dijo sonriendo.

-Pero deberías serlo con ella…deberías ser su novio.

¡Por qué estás diciendo eso!, ¡¿No se supone que te gusta?!, ¡Dile que lo amas!

No lo sé, simplemente no puedo hacerlo.

-Soy feliz con ella, tal vez no como su novio, pero de igual forma soy feliz… ¿Quieres que vayamos a comer?

Lo pensé un momento admirando sus ojos, quería ir, él también, así que no había ningún problema. Elevé lentamente la comisura de mis labios y asentí con la cabeza. Sus ojos se iluminaron y su sonrisa se agrandó.

Quiero besarlo.

– ¿Quieres que te bese? -Cuestionó acercando su rostro al mío.

¡Demonios!, Olvidé que sabía lo que pensaba. Me ruboricé al instante. Él se siguió acercando.

– ¡YA CASI ACABAN!, ¡MI PAPÁ YA LLAMÓ DESESPERADO! -Gritó mi prima desde el exterior de la casa.

Él se separó con una sonrisa divertida en los labios.

– ¿Quieres ir?

Hice un mohín. Leo ya estaba aquí al igual que Emma, así que lo más sensato era ir.

-Sí, vamos antes de que Emma nos suba a su auto a empujones.

Salimos y nos encontramos con mi prima apoyada en su coche blanco con expresión de aburrimiento.

– ¡Vaya, por fin terminan!

– ¿Terminar de qué? -Cuestioné.

-Tu sabes muy bien de que, vámonos ya, antes de que se haga más tarde-Dijo aburrida.

Leo corrió y abrió la puerta del coche haciendo un ademán de que entrara, le agradecí y me adentré. Supuse que iríamos a casa de mis tíos, pero la sorpresa abundó en mi rostro cuando vi que estacionó afuera del restaurante.

– ¿Qué hacemos aquí Emma? -Pregunté mirándola.

-Vinimos a comer, ¿no es obvio?

-Pero el restaurante…

Me miró con una sonrisa triunfante.

-Está cerrado por hoy, solo para Leo, tú y nosotros.

Me quedé procesándolo todo, y después vino a mi cabeza la última palabra que mi prima había mencionado «nosotros». ¿Quiénes eran?, ¿Mis tíos, Emma y…?

-Solo para asegurarme de que nada vaya a pasar, ¿Quienes estarán aquí?

-Mis papas, la tía abuela Jo, el tío Adam y yo.

Era aceptable. Por lo menos mis primos no iban a estar ahí, mi papá les inculcó un tipo de disciplina que incluye interrogatorios a los chicos y uso de armas de fuego. Literalmente, mi papá mandó a todos sus sobrinos hombres a un curso de tiro y ellos aceptaron.

Malditos sobreprotectores.

Aún recuerdo que hace tres Navidades el hermano de Emma le tiró una copa de vino a mi ex novio, Jason. Y no, él no tenía 6 años, es de mi edad. Entramos al restaurante y lo primero que noté fue una mesa donde se encontraban el tío Adam y la tía abuela Jo.

– ¡Por fin llegan! -Gritó mi tío.

Él era un hombre alto que siempre vestía de traje, su cabello era café obscuro como el de su madre, sus ojos eran negros como su padre, es el menor de la familia de papá y el único soltero de los cuatro. Trabaja como recepcionista en el restaurante, aunque a veces está ocupado en la oficina, pues trabaja junto a mi padre con las finanzas.

-Los estábamos esperando-Dijo mi tía abuela Jo.

La tía abuela Jo es una mujer de edad avanzada, es la hermana de la madre de mi papá, su cabello es café obscuro y canoso, sus ojos son azules, la mayor parte del tiempo se le ve con vestidos largos color rojo y negro, usaba un bastón negro. Su voz, a pesar de la edad, sigue siendo fuerte, y ella igual, puede caminar, no usa lentes, creo que puede leer hasta más rápido que mi tío.

Sabía que había cometido un gran error al usar un pantalón de mezclilla, la tía abuela Jo era una mujer algo anticuada y para ella el aspecto y los modales lo eran todo. Recuerdo que cuando era niña quería llevarme a París a una escuela de señoritas, dudo que esas escuelas aún existan, pero sé que mi tía es capaz de crear una solo para que fuese.

-Hola tía Jo-Me acerqué para darle un beso en la mejilla y después hice lo mismo con el tío Adam.

-Hola jovencito…tú debes ser Leo-Mi tía lo miró con sumo detenimiento y él solo asintió con la cabeza.

-Buenas tardes.

-Emma ci ha detto che parli italiano, è vero? -Dijo ella.

-È vero, io sono di Venecia ed è un piacere conoscervi.

Ella sonrió, no tenía ni la menor idea de lo que dijeron, pero me alegraba que se llevaran bien.

-Te traduzco sobrina, la tía Jo le preguntó a Leo que si hablaba italiano y él respondió que sí-Murmuró el tío Adam.

-Este muchacho es un tesoro Madd-Dijo dirigiéndose a mí.

Mis tíos entraron en la escena, el tío estaba poniendo la comida en la mesa y a la tía le brillaron los ojos cuando vio a Leo.

La tía Adelaida era la mayor de mis tíos, una mujer de edad no tan avanzada que siempre usaba faldas largas y blusas rojas, pocas veces se le veía con pantalones. Era de estatura media, cabello negro y ojos azules. Su esposo, mi tío político, era un hombre alto de cabello castaño claro y ojos del mismo color que vestía de pantalón de mezclilla y camisas blancas.

-Leo, è bello rivederti qui, temevamo che non saresti venuto.

-Dice que es lindo verlo por aquí, y que tenía miedo de que no lo trajeras-Como siempre tío Adam, alias el traductor, al rescate.

-Grazie per avermi invitato a mangiare, è sempre bello condividere del tempo con te.

-Gracias por invitarme a comer, siempre es lindo pasar tiempo con ustedes-Él tío seguía murmurando para no interrumpir la conversación.

No sé por qué, pero amaba la voz de Leo en italiano, sonaba tan linda. Su voz en italiano era más ronca que su voz en español lo cual hacía ese balance entre suave y grave.

-Definitivamente es un tesoro-Volvió a decir la tía Jo.

Nos sentamos todos a comer, la mesa era redonda así que yo quede en un lado. Frente a mí, la tía Jo, a un lado mío el tío Adam y al otro Leo, a los costados estaban la tía Adelaida -madre de Emma-, y mi prima. El padre de Emma quedó al lado de la tía Jo.

– ¿Y dónde se conocieron? -Preguntó el tío Adam.

-En un taller de música, Eider entró en febrero, el primero de febrero para ser exactos.

-Es bueno recordando fechas-Murmuró la tía Adelaida con una sonrisa.

– ¿Y tú cantas? -Cuestionó de nuevo el tío Adam.

-A veces, la mayor parte del tiempo la paso en el piano.

– ¿Tocas el piano? -La tía Adelaida tiró el tenedor al plato causando que yo diera un respingo.

-Si.

-Yo era bueno tocándolo, perdí práctica-Esta vez habló el padre de Emma- ¿A los cuantos años aprendiste?

-A los cinco.

– ¿Tienes…

Mi tío Adam iba a preguntar algo, pero yo lo interrumpí.

– ¡Tío!, ¡Déjalo comer! -Reclamé mirándolo con desaprobación.

Leo comenzó a reír mientras los otros me miraban reprimiendo una sonrisa.

-Tranquila Eider, no me molesta-Dijo él.

– ¿Eider? -Repitió la tía Jo con una sonrisita.

-Si…bueno…la he llamado así desde que la conozco…y…no parece…m-molestarle-Dijo él tartamudeando.

¿Estaba nervioso?, Es la primera vez que lo veo nervioso y se estaba sonrojando. Todos en la mesa nos miraban con una sonrisa. No me sentía tan incómoda como creí que iba a estarlo, aunque si odiaba que todos bombardearan a Leo con preguntas, pero podía soportarlo, ver su cara sonrojada era suficiente como para que dejara que le hicieran las preguntas que quisieran.

– ¿Tienes algún vehículo? -Preguntó el tío Adam con miedo a que lo riñera nuevamente.

-Sí, una motocicleta-Dijo para después meter el tenedor con pasta en su boca.

– ¿Ya te has subido en ella Madd? -Cuestionó la tía Adelaida.

-Supongo que no, recuerda que les tiene pavor a las motocicletas-Opinó Emma por primera vez.

En todo lo que llevábamos de la comida se la pasó observando todo mientras comía y comía.

-De hecho-Intervino Leo-Suelo llevar a Eider a su casa en mi motocicleta.

-Así que ya perdiste el miedo-Dijo la tía Adelaida.

Asentí con la cabeza.

– ¿Solo tienes una motocicleta? -Cuestionó el padre de Emma.

-Emm…no-Tragó el bocado que se había metido a la boca-También tengo un carro y una camioneta.

Todos los presentes abrieron la boca sorprendidos, incluyéndome. ¿Cómo tenía tantos vehículos y solo utilizaba uno?

-Eso es sorprendente-Dijo la tía Adelaida.

– ¿De qué familia eres? -Preguntó la tía Jo.

-Williams.

La tía Jo me miró entre sorprendida y decepcionada. Cuando volteé a ver a todos en la mesa me di cuenta de que la tía Jo no era la única que me miraba así, a excepción de la tía Adelaida, que estaba igual de confundida que yo. Sentía que me hacía chiquita, y mi corazón se aceleró al ver esas caras que parecía que me regañarían.

– ¿Qué?, ¿Por qué me miran como si hubiera matado a alguien?

– ¿Tu madre es Penélope? -Volvió a preguntar la tía Jo, sorprendida.

-Si-Respondió sonriente.

-Tu hermano es Asher y vienes de Venecia.

-Si.

-El parecido con tu padre de joven es impresionante-La tía Jo sonreía.

– ¿Conocía a mi padre?

-Claro, tu padre y mi hijo se llevaban muy bien.

– ¿Cuál de tus hijos, te recuerdo que tienes cuatro y uno de ellos está en Italia? -Dije.

-Tu padre, claro-Respondió ella.

-Osea el suegro de Leo-Habló Emma mirando su plato y revolviendo la pasta con el tenedor.

Escupí accidentalmente el agua que tenía en la boca, mi tío hizo un sonido de enojó mientras se limpiaba y los demás en la mesa se reían, yo estaba roja y eso era seguro.

– ¿Osea que mi padre y mi suegro…digo el señor Lodge se llevaban? -Dijo Leo con el típico tono de broma.

Sabía que lo hacía solo para hacerme enojar. Todos en la mesa se reían, y no precisamente conmigo.

-Sí, se llevaban muy bien en el tiempo que estuvimos allá, él estudió dos años allá y el último lo hizo aquí en California.

-Eso no lo sabía, jamás me lo dijo.

-Cambiando de tema-Empezó la tía Jo-Estoy decepcionada de ti Madd.

– ¡¿De mí?!, ¡¿Yo que hice?!

-Nunca me dijiste que salías con uno de los modelos de ropa más conocidos en Venecia.

-Bueno no te lo dije por qué…

Espera, ¿Qué?

Me quedé callada con la boca abierta mirando a la tía Jo y después a Leo. Él solo cerró los ojos por unos segundos y después se giró hacia mí con una sonrisa inocente.

Lo miré. La miré. Lo miré. La miré.

Al igual que yo, la tía Adelaida se quedó en estado de shock. No podía articular palabra, ¿Desde cuándo era modelo y por qué no me dijo?, ¿Seguíamos hablando de la misma persona?, ¿Que está pasando?, ¿Dónde estoy?, ¿Quién soy?

– ¿Eres modelo? -Cuestioné mirándolo.

Su sonrisa de egocentrismo era algo que dificultaba mucho más mi habla.

-Era, hace casi tres años que no he ido a Italia, así que técnicamente ya no lo soy.

– ¿Cómo?, ¿No lo sabías? -Preguntó la tía Jo.

-No-Negué aún sorprendida.

-Pensé que lo sabías.

-Eres modelo, y nunca me dijiste.

-Era-Volvió a decir-Y no te lo dije porque no lo vi importante.

– ¡Eres un modelo famoso en Venecia!, ¡¿Eso no es importante?!

-Por tercera vez, eraaa modelo, y no es importante si ya no lo soy.

– ¡Pero sigues siendo famoso! -Reclamé.

-Y millonario-Recalcó la tía Jo.

Lo volví a mirar sorprendida mientras él reprimía una sonrisa.

-Eso tampoco lo vi importante-Dijo.

– ¿Quién demonios eres?, ¿No te conozco? -Dije con los ojos muy abiertos.

Él se echó a reír poniendo una mano sobre la mesa.

– ¡No me lo puedo creer! -Gritó la tía Adelaida poniéndose de pie.

Parece que ella tardó más en salir del shock que yo.

-No sé qué es lo que te sorprende-Mencionó la tía Jo.

-Bueno, es un chico alto, apuesto, educado, que habla italiano, toca el piano, tiene varios vehículos, es modelo famoso y millonario, ¿Qué más puedes pedir Madd?

– ¿Yo?, ¿Y yo que tengo que ver? -Dije señalándome con mi índice.

– ¡Él te quiere mucho! -Dijo señalándolo.

-Muchísimo señora, eso no lo dude-Dijo Leo-Se podría decir que hasta la amo.

Mis mejillas ardieron al instante.

– ¿Y ahora que me vas a decir Leo?, ¿Que Asher vuela? -Dije tratando de cambiar de tema.

Él comenzó a reír.

-Ha practicado paracaidismo, sí, pero dudo que pueda volar-Pensó unos segundos-Él es embajador de la ONU.

– ¡Qué demonios…

-Es broma-Dijo apresurado-Asher no hace nada, solo es conocido por que yo soy su hermano.

Me quedé callada, mirándolo con sorpresa.

-Bueno, él es famoso por una sola cosa…gastar más de un millón de dólares en menos de una hora.

– ¡¿Qué?!

-Mamá me hizo prometer que no se lo diría a nadie, pero como ella rompió su promesa sobre el oso que tenía de pequeño…Asher quería comprarse un carro, se encontró con un convertible del año y se lo compró, no le importó el precio, él lo quería, y papá terminó regañándolo…eso es lo que hacen los adolescentes de catorce años con más dinero que sentido común.

-Vaya, eso jamás lo esperé de Asher.

-Después del castigo no lo volvió a hacer…papá lo hizo limpiar la casa por una semana, y créeme que la casa de Venecia no es nada a comparación de donde vivo ahora.

– ¿En serio?

-A grosso modo son…-Se rascó la barbilla mientras pensaba-Ocho veces la casa donde vivo ahora.

Levanté las cejas.

– ¿Ocho veces?

-Solo de largo, de profundidad son como cinco veces la casa, sin contar el jardín.

Abrí la boca tratando de procesarlo todo.

-Ah…también quitando el garaje.

Esto no puede ser real.

Leo es millonario, y un modelo, y Asher era irresponsable. Siendo sinceros, ninguno de los dos se vestía como alguien con mucho dinero, ni siquiera sus padres se vestían así.

¿Estamos entrando en una galaxia paralela?

Creo que sí.

-Eso significa que, si tú eras modelo, algunos de tus patrocinadores irán a la gala de pasado mañana.

-Exacto.

-Y también estarán personas importantes del medio.

-Correcto.

-Y tus fans.

Hizo un mohín frunciendo el ceño.

-De eso no estoy seguro, pero es probable que algunos estén allí.

Por un momento me olvidé que mi familia estaba alrededor de mí, terminando de comer.

-Leo-Comenzó la tía Jo-Leo, dicci la verità, verrai con me nipote

-Pregunta si está saliendo contigo-Murmuró el tío Adam.

Decidí no responder nada porque sabía que cualquier cosa que dijera la ignorarían, sólo confiaban en la palabra de Leo. Leo le sonrió a mi tía mientras yo solo miraba esperando su respuesta.

-No, ma se devo essere sincero mi piace molto-Respondió.

Miré al tío Adam esperando la traducción, él abrió la boca.

-Emm…eso no te lo puedo traducir-Murmuró sonriendo.

– ¿Por qué?

-Porque no.

-E perché non glielo dici?

Lo miré esperando traducción y cuando vi que no decía nada supe que tampoco me lo diría.

– ¿Decirme qué? -Cuestioné.

La tía abuela Jo me miró asustada y Leo volteó la cabeza. Cuando posé mi vista en sus ojos noté sus pupilas dilatadas y su ceño fruncido.

– ¿Entendiste lo que dijimos?

-Solo la parte de por qué no me lo dices, lo demás no lo entendí en absoluto.

Asintió con la cabeza. En eso, el sonido de las puertas del restaurante se abriéndose, miré a Emma con desaprobación.

– ¿No dijiste que solo éramos nosotros?

Ello sonrió inocentemente.

-Te dije que éramos solo nosotros para la comida, pero para el postre se unieron dos personas más.

– ¿Quiénes? -Cuestioné temiendo por la respuesta.

Yo ya lo sabía, pero quería comprobar por sus propios labios que era cierto.

-Mis tíos-Dijo sin bajar su sonrisa de inocente que nadie le creía.

-Hola Leo-La voz grave de mi papá causó que tensara la espalda, cerré los ojos, como si así pudiera hacer desaparecer a mis padres, o a mí.

-Buenas tardes señor Lodge.

La tía Adelaida tosió un poco.

-Quiso decir suegro.

Le puse mala cara y miré a mi padre, quien no parecía enojado, ni confundido, estaba reprimiendo una sonrisa.

Uff…que alivio.

Mis padres tomaron lugar donde pudieron mientras la tía Adelaida y su hija servían el postre, el tío Adam había preparado tiramisú.

-Y… ¿Qué le parece la decoración del lugar Leo? -Cuestionó mi padre tomando un trozo del postre con el tenedor.

-Es muy bonito-Respondió mirando a su alrededor.

-Solo eso…tardamos más de tres meses en la remodelación de este lugar y a usted solo le parece bonito-Dijo con semblante serio.

Mi cuerpo se tensó más, la presión corrió por mi cuerpo entero, todos en la mesa tenían los ojos muy abiertos, amenazando con salirse y la boca casi por los suelos. Miré a mi madre suplicándole con los ojos que detuviera a mi padre, ella solo se encogió de hombros con una sonrisa, dándome a entender que no haría nada.

-Emm…yo…es…-Leo tartamudeaba sin encontrar las palabras adecuadas.

Mi padre soltó una risotada.

-Era broma, relájese Leo.

Todos en la mesa soltaron el aire que llevaban guardando desde no se cuánto tiempo y yo miré a papá con mala cara.

-Papá-Mascullé completamente roja.

-Tranquila Madeleine, solo era un juego, no tienes por qué ponerte así.

Suspiré algo cansada.

-Hijo-Empezó la tía Jo-Recuerdas a Franco Williams.

-Claro, mi mejor amigo de preparatoria.

-Leo es su hijo.

Lo miró con sorpresa.

– ¡Claro!, Como no los reconocí, tu cara se me hacía familiar pero no sabía de dónde.

-Él siempre me habla de un muy amigo suyo, que es jefe de una empresa y cadena de restaurantes, nunca pensé que fuera usted, pero lo admiro mucho.

Mi padre se quedó mirándolo inexpresivo, después de unos segundos me miró a mí.

-Madd…

Dejó la frase suspendida.

-Uh-Lo miré posando toda mi atención en él.

-Si…en algún momento quieres darme a Leo como yerno te juro que no haré nada para detenerlo, lo juro, seré su mejor amigo y nos llevaremos de lo mejor, solo espero que ese futuro no esté tan lejos.

– ¡PAPÁ! -Mis mejillas enrojecieron al instante y tuve que cubrir mi cara con ambas manos.

– ¡Solo digo!, Es para que te asegures de que no haré nada en su contra.

Todos en la mesa se reían, incluido Leo.

-Leo, hijo, tienes mi permiso, mi aprobación y lo que quieras para ser el novio de mi hija.

Lo miré de reojo, parecía no saber qué decir.

-Gracias, señor Lodge, es un gran honor.

-Llámame John-Corrigió papá con una sonrisa.

-O suegro de una vez, si quieres-Recalcó Emma.

-No me quejaría-Mencionó papá.

-John, por favor, deja en paz a tu hija, mira como está-Reprendió mamá.

No era capaz de levantar la cabeza, no podía, definitivamente. Mi cara estaba tan roja y caliente que seguramente explotaría en cualquier momento. Pasamos un rato más platicando y comiendo postre, riendo. Mi padre contaba momentos que había pasado con el padre de Leo y este solo sonreía.

*Alice*

Alguien tocó a la puerta de mi casa mientras me terminaba de colocar la blusa, había decidido tomar un baño para relajarme. Abrí la puerta y me encontré con Rose, quien no pidió permiso para entrar, solo pasó y se sentó en un sillón de la sala.

-Pareces enojada, ¿Pasó algo? -Pregunté.

– ¡Todo! -Gritó.

Bien si está enojada.

– ¿Qué te pasó?

-Tu novio y Asher me persiguen a todos lados, están espiándome y además los dos sospechan que yo engaño a Eduardo y que me gusta Leo, ¿Puedes creerlo?

Sinceramente no.

Estamos hablando de mí novio. Gabriel no es el tipo de chico que espíe a las personas, tampoco una que invente rumores en vano, tendría que hablar con él personalmente, mientras tanto le creería a Rose.

No supe que decir ante esa situación, no podía culpar a mi novio, pero tampoco puedo negarle las cosas a Rose ¿Qué se supone que le debo decir?, ¿Por qué vino a decirme esto a mí?, ¿A caso quiere que hable con Gabriel?, ¿O quiere que me peleé con él?

-Eduardo me prometió que los alejaría, y espero que lo haga-Murmuró

-Gabriel no es ese tipo de chico, así que si no te molesta te pido más respeto hacia mi novio.

-Pues dile a tu novio que respete a la novia de Eduardo-Espetó con su mirada gélida.

Apreté la mandíbula asentí con la cabeza tratando de no ser grosera. El teléfono de Rose comenzó a sonar y ella se levantó del sillón para responder, dispuesta a salir de la sala.

– ¿Sí? … Ah, hola amor…no…no hasta ahora…mañana hablaré con él…sí…nos vemos…un beso.

Y colgó. ¿Había hablado con Eduardo?, Eso era seguro, había llamado a Eduardo «amor», así que era seguro que ellos se habían arreglado esta mañana.

Me miró con recelo, ni siquiera sabía por qué estaba enojada conmigo, pero lo estaba. Después se acercó al sillón y tomó su bolso para salir de mi casa sin despedirse. Me levanté algo irritada por su presencia, sí, entiendo que se enojó porque siente que la siguen, ¿Pero yo que culpa tengo?

Lo peor de no saber controlar el enojo es que terminas sacándolo con las personas equivocadas, lo cual no es muy correcto porque nunca sabemos qué tan heridos estén los sentimientos de una persona como para saber cómo se tomará un reclamo que no se merece.

Que Rose se fuera tal vez fue lo mejor, así ella podría relajarse y yo podría pensar mejor las cosas y llamar a Gabriel. Por el momento me encontraba muy cansada.

-Lo invitaré mañana y hablaré con él-Murmuré para mí.


CAPÍTULO 22.- ¿LISTOS PARA LA GALA?


*Alice*

Llamé por teléfono a Gabriel para ver si podía hablar con él, necesitaba verificar si de verdad estaba siguiendo a Rose o solo era un invento suyo. No creía que eso fuera cierto, pero prefería comprobarlo. Además, quería ver si Gabriel me lo decía por su propia cuenta. Somos una pareja, y una pareja se trata de confianza, yo confío en mi novio y él en mí, así funciona lo nuestro.

Alguien ya estaba llamando a la puerta mientras por mi cabeza pasaba una oleada de pensamientos, y el peor de todos era el de darme cuenta que aquello que Rose decía era cierto y Gabriel jamás me lo dijo.

Abrí y lo dejé pasar, me conservé con un semblante serio y ni siquiera me le acerqué, cuando estuvimos en la sala le dije que se sentara y él me tomó de la cintura para que yo quedara sentada sobre él, pero me moví bruscamente, alejándome.

– ¿Soy yo o estás algo cortante hoy? -Preguntó arqueando una ceja.

Tomé aire sin quitar mi semblante inexpresivo.

– ¿Tienes algo que contarme? -Pregunté.

Relajó su cuerpo en el sofá y frunció el ceño.

Temía por su respuesta, ¿Si pasaba algo me lo diría?, ¿Me tenía confianza suficiente?, Sentía una opresión en mi pecho, una falta de aire, la habitación se reducía a sólo nosotros dos.

Aquel sentimiento de desconfianza estaba plantado en mi mente, no podía pensar en nada más. Si me decía que no me ocultaba nada, podría preguntarle directamente sobre lo de Rose, pero, si me decía que sí, no podría pasar ni un segundo de pie, me vería literalmente en el suelo llorando.

– ¿Algo como qué? -Mencionó después de un largo rato de silencio.

-No lo sé, algo que estés haciendo últimamente que yo…deba saber.

Me miró aún más confundido.

– ¿Te dijeron algo? -Preguntó confundido.

¿Cómo se supone que debo tomarme eso?, Sinceramente lo primero que pasó por mi cabeza es que, si hizo algo, pero no me lo quiere decir, la desconfianza punzaba en mi cabeza, en la garganta se me hizo un nudo, los ojos me picaban.

-Si…algo como que espías a mi amiga.

Su cara se tornó a un semblante inexpresivo.

Entonces era cierto. Gabriel espiaba a Rose.

-Alice, no sé qué…

– ¡No!, ¡¿Por qué lo haces?!, ¡¿Acaso te gusta?! -Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

– ¡Claro que no! -Gritó él, poniéndose de pie.

Con tan solo pensar en la idea que de él y Rose…No, debía confiar en él, tenía que escucharlo primero.

Se pasó una mano por el rostro, frustrado.

-Alice, necesito que me escuches, no sé qué te dijo Rose, pero sí, yo la sigo…

Abrí la boca para protestar, pero él siguió hablando.

-…al igual que Asher, lo hago porque él y yo sospechamos que…que a Rose le gusta Leo y queremos ver si es cierto…porque si lo es hay que advertir a Eduardo.

Me quedé paralizada en mi lugar, la desconfianza, por alguna extraña razón, había desaparecido. Yo creía en lo que me estaba diciendo y ahora solo quedaba en mí un sentimiento de culpa por todo lo malo que pensé de él.

Gabriel se acercó lentamente a mí y me abrazó dando pequeñas palmadas y caricias a mi espalda. Depositó un beso en mi cabeza y después me sentó en el sillón para ponerse él de rodillas.

-No quiero que pienses que ella me gusta y…-Suspiró-…lo siento por ocultarte esto, no quería decirte nada hasta saber la verdad.

Sorbí por la nariz y me sequé las pequeñas lágrimas que había salido y que apenas comenzaban a deslizarse por mis mejillas. Gabriel tomó un mechón de mi cabello y jugueteó un rato con él sonriendo, después volvió su vista hasta mis ojos y, sin darme tiempo a nada, se lanzó sobre mis labios.

Seguí el beso, era uno suave y consolador, sus labios enviaban corrientes tranquilizadoras a todo mi cuerpo. El teléfono de la casa sonó y me vi obligada a separarme para contestar.

– ¿Si? … ¡Madd! …Ajá…sí…ok…vamos para allá.

Cuando me di la vuelta, Gabriel estaba sentado en uno de los sillones, mirándome con una pequeña sonrisa.

– ¿Te gustaría ir a casa de Madd?, Me invitó a tomar un jugo en su casa antes de salir a comprar nuestros vestidos y dijo que podías ir si querías.

– ¡Si claro!, Nada me gustaría más que pasar tiempo con mis dos chicas favoritas.

Se puso de pie y salió de la sala, le dije que me esperara en la entrada mientras yo subía por mi bolso y mi celular. Cuando salí lo encontré ya dentro de su auto, así que tuve que correr para subirme y no perder más tiempo.

Hoy, cada minuto era necesario, teníamos miles de tiendas que visitar, además de que Madd quería contarnos algo. Ojalá y no tarde mucho, porque con lo indecisa que son ella y Hannah, no sé cuánto nos tome encontrar un vestido «digno» para la gala de mañana.

-Rectifico, no son dos chicas favoritas, son tres contando a Hannah-Dijo con la vista al frente.

Di una pequeña risa.

-Seguro que ella está ahí, Madd dijo que quería contarnos algo y Hannah no se pierde rumores.

-Llueva, truene o relampaguee la verás a ella de chismosa, sí.

Comencé a reír a carcajadas.

-Apuesto a que hablará de Leo.

– ¿Qué? -Pregunté indignada-Discúlpame, pero nuestra vida no gira alrededor de ustedes, hombres.

Su sonrisa se hizo más grande.

-No me refiero a eso, ayer Leo me llamó y me dijo que Madd lo invitó a comer junto con su familia, sus tíos creo, y dijo que se la pasó muy bien, pero que ella había pasado la mayor parte de la comida con la cara roja.

Bieeen, aceptaré que taaal vez, solo tal vez, hablarán de Leo.

Asintió con la cabeza sin decir nada.

*Madd*

Estaba en la cocina sirviendo el jugo, Hannah, Gabriel y Alice ya habían llegado. Deposité los vasos de jugo en una bandeja y la llevé a la sala.

– ¿Cómo has estado Gabriel? -Pregunté.

-Bien, ¿y tú?

-Muy bien, ha habido algunos trabajos pesados en la escuela, pero puedo con eso.

-Algo bueno es que es viernes, no tendrás escuela el día de la gala.

Sonreí al pensar en la gala. Imaginarme a mí misma con mis amigas, luciendo un hermoso vestido rojo, con Leo y…la chica que le gusta.

¡Otra vez arroz!

¿Qué?

Lo siento, hablé con la conciencia de Gabriel y se me pegaron algunas frases.

Espera, ¿Qué?

¿De qué?

¿Hablas con la conciencia de Gabriel?

Si, al igual que estoy hablando contigo, técnicamente estas teniendo una conversación contigo misma.

Loco ¿no?

Bastante. Ahora, ¿en qué estábamos? ¡Ah, sí! La novia de Leo.

Bueno, no hay por qué pensar en eso, trataré de pasar toda la mañana con Leo para que así esté toda la noche con la chica. Aunque eso no me pareciera bueno, sabía que solo era un capricho de mi cabeza.

No es capricho, es la verdad.

Gabriel tomó un vaso de jugo de la bandeja y se lo pasó a Alice para después tomar otro y dárselo a Hannah. Ellas sonrieron y me dedicaron una mirada que yo entendí perfectamente.

Quieren que les cuentes lo que pasó.

Ya lo sé, conozco a mis amigas.

-Bueno…por donde empiezo…fuimos a comer, mis tíos le hacían preguntas y él respondía…

– ¿Quién respondía? -Interrumpió alguien entrando a la sala.

Ni siquiera me di cuenta cuando entró a la casa, pero lo hizo. Pasó como si nada y se sentó en uno de los sillones depositando su bolso sobre sus piernas.

Miré a Hannah quien solo le sonrió y volvió la vista a su vaso, el rostro de Gabriel desprendía estupefacción y el de Alice… ¿era recelo? …Bueno, más bien parecía confusión…pero había un toque de recelo.

– ¿Me perdí de algo? -Preguntó Rose dando un repaso rápido a las personas en la habitación.

-Ammm…no, solo hablaba de lo que pasó ayer con Leo.

Ella me miró de pies a cabeza con el ceño fruncido.

– ¿Y qué pasó?

-Pues….mi familia lo interrogó y mi papá dijo que, si él quería, podía llamarlo suegro…

Gabriel escupió el jugo en cuando me escuchó decir aquellas palabras. Me miró reprimiendo una sonrisa.

– ¡¿QUÉ?! -Gritó Hannah.

La boca de Alice se abrió, casi la vi cerca del suelo.

– ¡¿Cómo demonios pasó eso?! -Gritó Alice.

-No lo sé-Dije con los ojos muy abiertos-Él solo lo dijo, así como así. Creo que el profesor Williams y mi papá eran amigos, o algo así entendí.

Hannah, Gabriel y Alice se miraron entre ellos. Rose, por su parte, solo los miraba pasándose lengua por sus dientes superiores.

– ¡Oup!, Y antes de que lo olvide, la tía Jo lo dijo y él lo confirmó…Leo es un modelo famoso de Venecia.

Todos fruncieron el ceño.

-Y millonario-Añadí.

– ¡¿Millonario?! -Preguntó Rose en tono de reclamo.

-Sí, eso dije… ¿Gabriel tú sabías algo?

Él relamió sus labios.

-Algo así…bueno, la verdad es que sí, pero me dijo que no te dijera.

– ¡Y por qué no me dijiste a mí! -Gritaron Alice y Hannah en coro.

Él chico dio un respingo y después me volvió a mirar.

– ¿No estás enojada?, ¿Verdad?

Negué con la cabeza sonriendo.

Ver sus caras de sorpresa, confusión, estupefacción y los regaños de mis amigas al pobre de Gabriel, era lo mejor.

-Volvamos a la parte de que a tu padre le urge llamar yerno a Leo-Dijo Alice en un cantito.

-Cierto amiga, si Leo y tú se hacen novios pasaríamos más tiempo juntas, tú con Leo y yo con Asher.

– ¿Y nosotros? -Preguntó Gabriel con carita de niño regañado.

-Claro, ustedes pueden estar con nosotros, eres el mejor amigo de mi cuñado.

Le lancé un cojín para cerrarle la boca de una vez. Ella sonrió poniéndolo en su regazo. No me disgustaba la idea de ser la novia de Leo, pero me daba pena hablar sobre eso. Prefería guardarme los momentos con Leo solo para mí.

Si eso fuera verdad no le contarías nada a nadie.

Lo sé, conciencia, pero Hannah y Alice son mis amigas y merecen saber.

-Ya quiero que sea mañana, quiero ver a mi nuevo cuñado-Mencionó Alice.

-Pues yo creo que no deberían apresurar las cosas-Comentó Rose.

-Gracias-Dije, dándole la razón.

-Nunca se sabe qué clase de persona son, no digo que Leo sea malo, solo que, a veces es un poco emocional y se deja guiar por el enojo, no quiero que dañe a Madd.

Gabriel frunció el ceño. Hannah negó levemente con la cabeza y Alice apretó los labios.

-Además, los chicos con mucho dinero suelen comprar el amor de las personas, con regalos o tratando de impresionar con vehículos nuevos, o diciendo que son famosos, o que viven en casas grandes.

La miré desconcertada.

«-Y créeme, la casa de Venecia es como ocho veces la casa donde vivo ahora, solo de largo……de profundidad son como cinco, veces, sin contar el jardín y el garaje.»

«-No…tengo otros dos vehículos.»

«-Asher solo es famoso por que yo soy su hermano»

¿Él había dicho eso solo para atraerme?, ¿Todo había sido un plan desde el principio?, ¿Él lo único que quería era tener mi atención?, Por eso usó a Sophia para darme celos, usó a Asher para estar más cerca de mí, solo estaba jugando conmigo.

Gabriel se levantó de un golpe y yo lo miré, saliendo de mi burbuja.

– ¡Leo no es así! -Gritó.

-Gabriel, relájate, solo estoy comentando-Dijo Rose, tranquila.

– ¡No, no estás comentando!, ¡Tratas de manipular a Madd!

-Eso es mentira-Ella estaba calmada, osea que decía la verdad.

Yo no estaría tan segura de eso.

Claro que sí, las personas que se alteran son las que mienten

– ¡Claro que no!, ¡Te gusta Leo y no quieres que nadie esté en tu camino!, ¡Quieres alejar a Madd de Leo!

-Esa es la calumnia más grave que has dicho, no me gusta Leo, yo ya tengo novio, y jamás manipularía a mi amiga.

– ¡Eres una maldita mentirosa! -Gritó dando un paso hacia ella.

Alice se levantó y lo tomó del brazo. Rose se hizo para atrás, aún sentada en el sillón, con expresión de miedo.

-Me pregunto… ¿Por qué dices esto justo un día antes de la gala? -Preguntó el chico entrecerrando los ojos.

-Porque es la verdad.

-¡No, no lo es!

-Harías lo que fuera por defender a tu amigo, incluso mentir y cubrir todo lo que hace y dice, yo, en cambio, quiero proteger a mi amiga de que caía en la depresión de nuevo-Explicó.

Era cierto, Gabriel protegería a su amigo de cualquier forma, aún si tuviera que meter las manos al fuego por él, lo haría sin pensarlo. Rose siempre me decía las cosas como realmente eran y me protegía, ella no mentiría, no con eso.

Hannah solo observaba, mientras bebía jugo. Segundos después, Rose se levantó del sofá y salió de la sala, antes de cruzar la puerta dio un último vistazo a nosotros.

-Madd, si vas a invitarme a tu casa, asegúrate de que no vengan ninguno de estos.

Y se fue.

¿Que tenía contra ellos?, ¿Qué les hizo?, ¿O que le hicieron a ella?, Por una parte, Gabriel tenía razón, Leo era incapaz de hacerme daño a propósito, o eso creía. Pero Rose, tenía mucha razón, Leo cambiaba mucho de emociones y se dejaba llevar por el enojo.

Ella no quería que cayera en depresión otra vez. Después de Hannah, era mi mejor amiga, me cuidaba y me protegía, además de que me apoyaba.

Miré a los chicos, que tenían la mirada fija en sus vasos. Alice levantó la vista y sonrió.

– ¿Por qué no nos vamos a comprar nuestros vestidos?

-Sí, por la actitud de Rose, dudo que vuelva, o que quiera ir con nosotros-Comentó Hannah.

Asentí con la cabeza, poniéndome de pie.

-Yo las llevo-Dijo Gabriel-Y Madd, lo siento, fue mi culpa, no volveré a venir.

-No, Gabriel, no puedes dejarme sola tú también, eres mi amigo, y eres bienvenido cuando quieras.

Aunque defendiera a Leo, era muy buena persona conmigo, no podía dejarlo a un lado solo por un capricho de Rose.

Él sonrió a medias. Subimos a su coche y nos dirigimos al centro comercial. Todo el camino lo pasamos cantando las canciones que salían en la radio, hasta se nos olvidó lo de Rose. Entramos a muchas tiendas, pero ningún vestido le gustaba a Hannah, se parecía a mí.

Cinco tiendas después, Gabriel y yo estábamos sentados en un sofá frente a los probadores, era el segundo cambio de Alice y el tercero de Hannah.

– ¿Tú no comprarás vestido? -Preguntó.

-Me adelanté a comprarlo hace unas semanas-Admití.

Él dio una pequeña risa.

En eso salieron Alice y Hannah con sus vestidos, ambos eran largos, el de Hannah era negro con mangas blancas y el de Alice era azul claro con el escote lleno de diamantes.

-Parezco quinceañera-Dijo la castaña.

-Te ves perfecta cariño-Dijo Gabriel sonriendo.

-Si vas a mentir por lo menos hazlo bien-Murmuré para hacer enojar a Alice.

– ¿Me veo mal? -Preguntó.

Reí a carcajadas mientras Gabriel me ponía mala cara y le decía una y mil veces a Alice que se veía perfecta. Hannah hizo un sonido de queja con los labios.

-Me veo gorda y fea… ¿Qué tengo?

– ¡La razón! -Gritó Gabriel sonriendo.

Apreté los labios, reprimiendo una sonrisa. Hannah le puso mala cara, se quitó una zapatilla y se la lanzó. Gabriel la atrapó y se empezó a reír, esta vez acompañado de mí, no pude aguantar, ver esa escena sin reírme era imposible.

-Ya nos llevamos así.

– ¡Si, idiota!

– ¡Pareces dálmata!

Hannah le gritó y le lanzó la otra zapatilla, la cual cayó en el suelo.

-Estúpido-Dijo Hannah caminando hacia el vestidor, otra vez.

– ¡Cruella! -Se defendió Gabriel.

Veinticinco cambios después, mi mejor amiga se decidió por un vestido verde obscuro, entallado del corsé y amplio de la falda y Alice se quedó con uno rosa entallado de cuerpo entero.

Salimos de la tienda y… ¡Oh sorpresa!, ¡Ya era de noche!

Pasamos, literalmente, toda la tarde en tiendas.

– ¿Cuánto tiempo estuvimos dentro? -Preguntó Hannah, sorprendida.

-Como dos horas, veintidós minutos y treinta y tres segundos, pero nadie cuenta el tiempo, ¿verdad? –Dijo Gabriel sarcástico.

-Lo sentimos, es que es una gala importante y nos tenemos que ver bien-Mencionó Hannah mientras le daba las bolsas a Gabriel para que las guardara en la cajuela del auto.

– ¡Falta más! -Reclamó Gabriel cerrando la compuerta con más fuerza de la necesaria.

-No, ¿por qué? -Preguntó la pelirroja con el ceño fruncido.

-Porque dijiste que te tenías que ver bien, y discúlpame, pero las cirugías plásticas tardan, y si de por sí tardan, contigo, cuando te veas bien ya paso la gala.

Hannah le puso mala cara y Alice y yo nos reímos.

-Hasta navidad pasó.

Esta vez, Hannah se le dejó ir encima a Gabriel, quien estaba apoyado en la cajuela del auto. El chico la tomó de las manos mientras ella se retorcía e hacía intentos por zafarse.

– ¡Ya!, ¡Era broma!

– ¡Más te vale!

-Parece que quieres que muera arrollado por un auto-Dijo él, ofendido.

-No es mala idea, pero si te mato ahora, Alice tendría que buscar a otro tipo para que baile con ella mañana, no soy tan despiadada como para hacerle eso.

-No entiendo a dónde vas con eso-Dije ladeando la cabeza.

-A que, si de por sí a la pobre le gustaba un idiota que ni siquiera se fijó en ella, ahora dejarla que busque a uno, se crucifica a sí misma.

– ¡Oye! -Reclamó.

Gabriel se ofreció a llevarme a mi casa, detuvo el auto afuera de mi casa y, después de bajarse y darme un abrazo, se fue a llevar a sus casas a mis amigas.

– ¡Pasado mañana hacemos una pijamada! -Gritó Hannah.

– ¡Si! -Devolví el grito- ¡Y estás invitado Gabriel!, ¡Por si quieres venir!

– ¡Gracias! -Respondió él.

Entré a mi casa, iba a subir las escaleras, pero alguien me llamó desde la cocina. Entré y me encontré a mis padres en el comedor junto con…

¡Oh, no!

Emma.

-Hola primita-Dijo ella, sonriendo.

-Madd, hija, le contamos a tu prima sobre la gala a la que vas a ir mañana y…

-Y quiero ir contigo-Terminó Emma con emoción.

Mi sonrisa se borró al instante. Visualicé el desastre que se haría con Emma ahí, se burlaría de mí, le diría cosas a Leo y a Asher y…obviamente coquetearía con alguien ahí, eso era seguro.

-No-Dije firme.

– ¡Ash! …Está bien-Dijo cruzándose de brazos-Sabía que dirías que no, pero nada perdía con intentar.

– ¿Ya tienes tu vestido listo, amor? -Preguntó mamá.

-Si.

-Bueno-Comenzó papá-Si quieres, puedo llevarte mañana, así veo a mi amigo de la infancia y a mi yerno.

-Papá, ya hablamos de esto, Leo no es tu yerno.

-Pero lo va a ser pronto, ¿verdad?

-Lo que tú digas.

-Por cierto, hija, ¿Y tus calificaciones?, ¿Ya te las entregaron? -Preguntó papá.

¡Oh no!

¿Ahora que le decimos?

No lo sé, invéntate algo.

Tenía que pensar en algo rápido porque si le enseñaba aquella nota en la que dice que me salté una clase, es seguro que me encerraría en el sótano.

Pero no tenemos sótano.

Pero es capaz de construir uno.

-No me las han mandado, seguro que este fin de semana llegan-Dije, tratando de sonar neutra.

Y me di la vuelta para subir a mi habitación. No quería seguir con esa conversación. Estaba demasiado cansada como para hacerlo. Entré a mi habitación y me tiré en la cama, lanzando mi bolso sobre mi cabeza. Mi celular vibró. Lo saqué de mi bolso. Un mensaje nuevo había llegado.

Hablando del chico…

Leo:
¿Cómo estás?

Tú:
Bien…fue un día muy alocado.

Leo:
¿Por?

Tú:
Alice y Hannah se probaron como 50,000 vestidos…para llevarse solo uno.

Leo:
Me estoy riendo de solo pensar cómo sonaría eso en tu voz.

Leo:
😂😂

Sonreí.

Leo:
¿Sabes qué es lo que más me extraña?
Que pudiera sobrevivir todo un día sin verte o escuchar tu voz.

Tú:
No es para tanto, no es como si yo jugara un papel importante en tu vida.

¿Por qué puse eso?, No lo sé, solo lo hice, tal vez, estaba siendo sincera con él.

O tal vez, quieres ponerlo a prueba para ver qué era lo que me respondía.

Bien, descubriste mi plan.

Leo:
¿Qué te hace creer que no eres importante para mí?

No respondí, no supe cómo hacerlo.

Leo:
Te tengo un regalo.

Tú:
¿Qué regalo?

Leo:
Es una sorpresa que te voy a dar mañana por ahora, descansa. Mañana por la mañana paso por ti, te quiero.

Tú:
También te quiero😚

Leo:
🧡🧡

Me quedé unos segundos pensando en cuál era el regalo, ¿Será que Alice tenía razón?, ¿Yo soy la chica que le gusta? ¿Y el regalo será el collar que compró en la joyería aquel día? ¿Me presentará con su familia?

No me haré ilusiones, pasará por mí mañana en la mañana, ¿Para qué?, No lo sé, pero estoy segura de que será muy divertido. Miré aquellos emojis de corazón durante un rato, mientras me mordía el labio inferior. Me levanté para ponerme el pijama e irme a la cama.

Dormir. Dormir. Dormir. Solo hay que dormir. Era todo lo que pasaba por mi cabeza.

Oye… ¿Sabías que antes de quedarte dormido tienes que fingir que estás dormido?

Gracias por el dato, conciencia, pero ahora me tengo que dormir.

Si nosotros podemos ver el agua, ¿los peces podrán ver el aire?

No lo sé. Ya duérmete.

¿Existirá un sinónimo de sinónimo?

-Quiero dormir-Murmuré para mí misma.

Frase: Yo soy una firme creyente de que la relación perfecta es hablar como mejores amigos, tontear como niños, discutir como casados y protegerse como hermanos.



CAPÍTULO 23.- PREPARANDO LA GALA.


– ¿Cómo te llamas?

-Madd.

– ¿Madd?, Es un nombre extraño, ¿Diminutivo de algo?

-Sí, mi nombre completo es Madeleine Eider Lodge.

– ¿Te puedo decir Eider?, Es raro y me gustan los nombres raros.

-Es el nombre de mi madre y sí, puedes.

*

-Eider, de verdad te amo.

-También te amo Leo.

-Podemos estar juntos, si tú quieres.

-Sí quiero, de verdad quiero estar contigo.

– ¿Y qué pasará con Jason?

-No te preocupes, voy a terminar con él.

*

– ¡Jason!, ¡Jason suéltalo!

– ¡Cómo pudiste ponerme el cuerno a mí, Madeleine!, ¡Y con esté idiota!, ¡Tu querido Leo va a morir!, ¡Y después tú, maldita traidora, vas a sufrir!

– ¡Déjalo por favor!

– ¡Voy a pasar por alto todos los insultos que me dijiste a mí, pero que le grites a ella jamás, me oíste Jason!

– ¡Míralo!, ¡Míralo bien Madeleine!, ¡Por que será la última vez que lo verás con vida!, ¡Morirá, te dejará sola, morirá igual que yo!

Di un brinco en la cama, exaltada y con la frente sudada. Me quité las cobijas de encima y caminé hasta el baño con dificultad. Mi pecho subía y bajaba. Removí mi cabello rubio que cubría mi rostro y me agaché hasta el lavabo para mojar mi cara.

-Acabo de tener la peor pesadilla que pude haber tenido en mi vida-Murmuré para mí misma.

Habían sido flashes de diferentes cosas, primero yo hablando con Leo: Él me preguntaba mi nombre, pero da la casualidad de las cosas no pasaron como en mi sueño. Después Leo y yo juntos, él me dijo que me amaba y yo igual, mencionó a Jason, pero él no sabía nada de Jason. Y por último ellos dos se estaban peleando, Jason dijo que yo lo había engañado con Leo y que me iban a dejar sola, ambos.

Bueno, los sueños son solo eso, tal vez solo sea una señal que quiere decir que debo hablar con Leo y decirle la verdad sobre Jason, pero se sintió tan real, como si eso de verdad hubiera pasado, como si ellos se conocieran, como si todo hubiera sido un recuerdo que había vuelto a mi cabeza después de tantos años. Tal vez debía hablar con Penélope, lo haría pasado mañana, ya que pase la gala.

*Asher*

Ocho de la mañana de un sábado, sé que es un pecado levantarse a esta hora en sábado, pero era el día de la gala y todos estaríamos ocupados. Mamá tiene que cocinar junto con mis tías, papá se está encargando del servicio, de los carros, las alfombras y otras cosas. Leo fue a comprar algunas cosas para la decoración y yo tengo que ir a comprar otras. La decoración es lo más difícil de todo el evento.

Y obviamente mamá nos lo dejó a nosotros para que vea que Leo y tú siguen siendo los hermanos que más se quieren en el mundo.

Sí, la decoración nos toca a nosotros, Leo invitó a Gabriel y a Madd para que nos ayudaran y yo invité a Hannah, pero ella iría al taller hasta las diez, así que estaríamos solos durante dos horas.

Lo peor de hacer las compras es que teníamos que ir al otro lado de la ciudad para conseguir las cosas, nos tomaría mucho tiempo ir juntos, por eso Leo fue al Norte y yo a Sur.

Inteligentes.

Gracias conciencia.

Terminé de comprar las cosas. Subí las cajas a la cajuela del carro. Conduje hasta un parque en el que me tuve que detener para responder la llamada de Gabriel.

-Dime, Gabriel.

-Oye, ¿ocupan que llegue a comprar algo?

-No, Leo y yo ya compramos todo.

-Llegaré a un Starbucks, ¿quieres algo?

-Un café expreso y una dona de chocolate.

-Bien, ahora mismo lo compro.

Miré a la entrada del parque y vi a…

¡No puede ser! … ¿Es real?, ¡No puede ser! … ¡No puede ser!

Sí, es real, tus ojos no te engañan.

¡Lo tenemos!, ¡Sí!

La felicidad abundó en mi rostro.

Bendita sea mi madre que me levantó a esta hora y me hizo ir a comprar estas cosas.

– ¡Gabriel!, ¡Lo tengo!, ¡Eduardo tiene que saber esto!

Y colgué sin darle tiempo al chico de hablar. Eduardo, pensé en él y toda mi felicidad se evaporó, se sentiría muy mal después de saber esto, pero era la verdad, lo mejor para él. No íbamos a permitir que viviera engañado.

Abrí la cámara de mi celular y tomé una foto en la que se veía perfectamente como Rose estaba besando a un chico, no pude ver quien era porque me estaba dando la espalda, pero solo necesitaba a Rose para que esto funcionara. Arranqué el auto hacia el taller y esperaría a que Gabriel llegara para enseñarle la información.

*Gabriel*

Después de que Asher me colgara el teléfono decidí irme a casa de Madd. Leo me pidió que la recogiera mientras él terminaba de comprar las cosas. Tomé las bolsas que amablemente me ofrecía la mujer del Starbucks y las deposité en el asiento de atrás.

Cuando llegué a la casa de Madd toqué el timbre y una mujer de cabello negro y ojos obscuros abrió la puerta. Me sonrió amablemente.

-Buenos días.

-Buenos días, ¿señora Lodge?

-Sí, soy yo.

-Oup, vengo por Madd, Leo me pidió que la llevara al taller para que nos ayudara.

-Claro, ella está terminando de desayunar, ahora viene.

Dejó la puerta abierta. Unos segundos después, Madd salió con una pequeña mochila. Llevaba puestos unas medias y un top deportivo.

-Hola Madd, vámonos, Leo nos debe estar esperando ya.

Ella se despidió y subió a mi auto. Pasamos todo el trayecto hablando sobre lo emocionados que estábamos ambos por la gala. Estacioné afuera del taller, el hermoso jardín que tenía estaba cubierto de cajas, mesas, sillas, muebles, lámparas, bolsas y otras cosas.

-Bienvenida a la gala…bueno, a la que esperamos parezca una gala.

Escuché una risita y después la vi caminar al interior del edificio. Cuando estuvimos dentro, vimos aquel enorme lugar, adentro solo había un par de sillas, tres escaleras, algunas cajas y una mesa. Leo estaba apoyado en una de las escaleras abiertas, tratando de inflar un globo.

Nos miró, o bueno, más bien a Madd, seguro que mi ni me notó. Él corrió hacia la chica para abrazarla y casi se cae con una de las cajas que estaban por ahí, en medio de la nada.

– ¡Fíjate, baboso! -Reclamé reprimiendo una sonrisa.

Me puso mala cara y caminó hasta la chica para saludarla con un fuerte, extremadamente fuerte, abrazo.

-Estoy muy feliz de que hayas venido-Dijo él.

Se le nota muchísimo. Fuera de broma, solamente cuando esta Madd es cuando actúa como idiota, habla como idiota y piensa como idiota.

No, más bien, eso lo hace todos los días, cuando está con Madd solo se le nota más.

Confirmo.

-También estoy feliz de venir, ¿y Asher? -Preguntó ella dejando su pequeña mochila en un rincón.

-Fue a comprar los banderines y otras cosas que ocupábamos.

– ¡Ya llegué! -Gritó Asher.

No sé qué pase con Asher, pero cada que hablan de él aparece. No pude evitar mirar a Leo, dándole una mirada que él conocía muy bien.

-Lo invocaste-Susurré.

-Hola chicos, ya llegué.

– ¿Me lo juras? -Preguntó su hermano con una sonrisa de lado.

– ¡¿En serio?!, No me digas, si no lo anuncias ni cuenta me doy-Dije poniendo la mano en mi pecho.

Él rodó los ojos y dejó las compras sobre la mesa. Rectifico, la única mesa que había en aquel lugar.

-Bien, empecemos con esto porque no vamos a acabar hasta muy tarde-Dije.

-La gala comienza a las ocho en punto, Madd y Hannah se tiene que ir de aquí a las seis, tenemos nueve horas y media para limpiar el taller, fregar los pisos, decorar las paredes, acomodar las mesas y las sillas e ir a la casa por la comida para ponerla en la mesa-Explicó el rubio.

Me quedé mirándolo con la boca abierta.

– ¿Nada más? -Dije con la voz chillona-No, es que yo pensé que la teníamos difícil.

Tú y tu sarcasmo gracioso.

Soy genial así.

-Deja de quejarte y vamos a ponernos de acuerdo-Sugirió Asher.

-Qué les parece si Leo y yo limpiamos arriba y ustedes limpian aquí abajo-Opinó Madd.

Miré a Leo y a Asher con una sonrisa pervertida y Madd pareció notarlo.

-Lo-lo digo p-por qué es lo primero que se me ocurrió, si quieren podemos hacer un cambio.

La chica se estaba poniendo roja y Leo sonreía como un tonto.

-No, está bien, así como estamos-Dijo Asher.

Ellos subieron a limpiar, y yo fui por una escoba mientras que Asher fue por una cubeta. Empecé a limpiar las maderas de las paredes, él me ayudaba.

-Oye Gabriel, tengo algo que decirte.

Su tono me preocupó, pero como todos sabemos mi cerebro no funciona del todo bien, así que terminé por bromear.

– ¿Vas a casarte con mi prima?

Frunció el ceño por un momento y después rodó los ojos.

-No, animal, cuando fui a comprar las cosas pasé por un parque, justo cuando me llamaste y vi a Rose besándose con un tipo.

Abrí la boca al instante. Dejé de limpiar para mirarlo con curiosidad. No fue una sorpresa muy grande, porque ya sospechaba que Rose engañaba a mi hermano, pero si fue raro pensar que era con un chico, ¿Y Leo?

Una de mis mayores dudas era si había conseguido pruebas, es obvio que Eduardo no nos va a creer solo porque se lo decimos. Ya intentamos con palabras, pero él es un testarudo de lo peor.

– ¿Con quién? -Pregunté.

Él apretó los labios.

-No lo vi, el tipo me daba la espalda, pero a la que sí vi perfectamente fue a Rose, hasta…

Se calló cuando escuchamos un ruido detrás de nosotros. Nos volteamos al instante, era Leo.

Elevó las cejas en cuanto lo miramos con expresión de miedo.

– ¿Saben dónde hay otro paño?, La necesitamos para limpiar arriba.

Apunté a una caja donde habían traído los productos de limpieza y él se acercó para sacar un paño y después trotar hacia las escaleras.

-Les tomé una foto-Terminó de decir Asher.

-Tenemos que enviársela a Eduardo.

-Sí, voy por mi celular para enviárselo ahora.

-No, espera, tengo una mejor idea, hay que mandársela en la gala, cuando esté con Rose, así la podremos exponer ante todos y sabrán que es una mentirosa.

Si se la mandábamos en medio de la gala es obvio que discutirían, y yo pagaría lo que fuese por ver cómo por fin nos liberamos de esa mentirosa, manipuladora, arpía, venenosa…

Ok, ok, creo que te estás pasando con los insultos.

Sí, un poco, pero se lo merece.

Los dos estábamos de acuerdo en que se lo diríamos después. Continuamos limpiando por un rato, el reloj marcó las diez, Hannah había quedado en venir para ayudar. No quise pedirle a Alice que viniera porque su hermano estaba en la ciudad y era mejor que aprovechara el tiempo que él estuviera aquí, ya que no lo veía muy seguido.

Hannah llegó con un outfit deportivo y un bolsito en la mano, su cabello estaba agarrado en una coleta alta y resaltaba en su rostro una sonrisa.

-Hola chicos, ¿cómo están?

-Bien-Saludó Asher al instante.

Cuando ella me miró la saludé con la cabeza. Ya había llegado la otra pareja y yo aquí. Bien gracias.

¿Te arrepientes de no invitar a Alice?

Un poco, pero así tengo más libertad de búrlame de la gente.

– ¿Dónde están Leo y Madd?

-Arriba-Respondió Asher.

-Limpiando, según ellos-Terminé ladeando la cabeza-Hay un chicle pegado aquí.

Dije señalado la pared.

Ella sonrió y dejó su bolsito en una esquina.

-Voy a dejar mis cosas por aquí, para que no estorben.

– ¡Oye, por qué no te quedas tú de una vez ahí! -Grité y Asher me puso mala cara.

– ¿Qué? -Pregunté y él negó con la cabeza-Es que ella tiene el don que donde quiera que se ponga estorba.

Los dos pusieron cara de querer asesinarme y yo me di la vuelta para seguir limpiando la pared. Ya solo nos faltaba media pared para empezar a limpiar el suelo. Yo ya estaba agotado, nunca me acostumbré a hacer esto y llega a ser agotador.

Madd bajó las escaleras y cuando vio a su amiga la abrazó, después se agachó a la caja de limpieza para sacar una botella de cloro y un aromatizante.

Notó mi cara de cansancio, porque trato de darme ánimos.

-Vamos Gabriel, esto es divertido.

– ¡Yey!, ¡El día más divertido de mi vida! -Dije levantando las manos-Ya ni en mi casa limpio tanto.

Ella se echó a reír mientras subía las escaleras, Asher y Hannah también se rieron.

El chico tomó una cubeta con agua y un trapeador.

-Oye Hannah, ¿Crees que puedas traer las dos cajas que están allá afuera? -Preguntó el rubio.

– ¿Cuál de todas?, Hay como cincuenta-Dije apoyando mi mentón en el palo de la escoba.

Fruncí el ceño al ver lo incómodo que era.

-Este palo está más chueco que Hannah.

Ella me miró con ganas de asesinarme y yo me eché a reír.

-No creo poder con las cajas, se ven muy pesadas-Respondió la chica.

-Está bien, ahora salgo yo por ellas-Dijo el otro mientras fregaba el suelo.

La chica se acercó a mí con su sonrisa de inocente.

– ¿Me la prestas?

¡Oh no!, Es hora, ¿estás pensando lo mismo que yo conciencia?

Sí, y no es nada bonito, probablemente te asesine, pero bueno.

-Que la quieres para volar, ¿o qué?

– ¿Quieres dejar de molestarme y darme la maldita escoba? -Masculló.

Se la extendí con una sonrisa y continué con mi labor de gata, osea, limpiando la pared. En menos de treinta minutos ya estaba todo el piso barrido y fregado. Cuando estuvo seco, empezamos a meter cajas.

Leo y Madd ya habían acabado arriba. Como siempre, los chicos cargando las cajas, Madd comiéndose una dona de chocolate mientras nos veía sufrir, además de que Leo le dijo que ella se pusiera cómoda mientras mentíamos las cajas, y Hannah estaba afuera tratando de animarnos.

Cuanto por fin estuvieron dentro todas las cajas con la decoración, empezamos a abrirlas. Hannah se acercó a mí con la escoba aún entre las manos, Asher había dicho que con ella acomodaríamos los banderines.

La chica me extendió la escoba.

-Ten.

– ¡Ay!, ¡Estaciónala tú sola!, ¡Yo por qué!

Todos nos empezamos a reír, a excepción de ella y Asher.

-Te odio-Murmuró.

-El sentimiento es mutuo, prima.

Madd me miró con sorpresa mientras desenredaba unos banderines.

– ¿Son primos? -Preguntó.

-Sí, lo que pasa es que nos caemos mal y por eso no nos decimos primos todo el tiempo-Respondió Hannah mientras tomaba una bolsa de globos y la abría.

-Eso no lo sabía.

-A mí me caes mal por la brujería que me hiciste cuando teníamos seis años.-Reclamé.

Ella me sacó la lengua y se volteó hacia Asher.

– ¿De qué brujería hablas? -Preguntó Leo.

-Me hizo mal de ojo.

– ¿Mal de ojo? -Repitió Madd confusa.

-Si-Asentí dramáticamente con la cabeza-Me picó el ojo con la punta de un paraguas.

La chica se empezó a reír al igual que mi mejor amigo.

No me cansaba de hacer bromas, era lo que mejor se me daba, ver reír a las personas era lo mejor, me hacía sentir bien a mí.

-Bueno, vamos a empezar con la decoración, son las doce y aún nos falta toda la decoración de aquí abajo y de arriba, además de que aún tenemos que traer las mesas, poner los manteles y los cubiertos, tenemos que cortar el tallo de las flores y ponerlas en el florero para ponerlas en la mesa y traer la comida-Dijo Asher.

-Ok, que les parece si ustedes van a casa de Asher por las flores para empezar a hacer los centros de mesa-Opinó Hannah.

-Sí, está bien-Dijo Respondió Asher.

Yo solo asentí con la cabeza y salí de ahí.

Cuando estuvimos dentro de la camioneta de Asher decidí hablar.

-A ver, ya en serio, ¿si te gusta Hannah? -Pregunté a Asher asomándome entre los dos asientos.

Él puso una sonrisa boba mientras que Leo suspiró.

– ¿Qué no es notoria la cara de idiota que pone cuando la ve?

– ¡Claro!, Pues si es igual que la que tú pones cuando ves a Eider-Ironicé.

-Es Madd.

-Tú le dices Eider.

-Pero solo yo puedo llamarla así.

-Si es Eider para ti, también lo es para mí.

*Madd*

Ya que estuve a solas con Hannah tomé la confianza para contarle lo que me pasó en la madrugada. Esa mañana que desperté decidí no darle tanta importancia y venir a ayudar, sabía que me necesitarían, es mucho por hacer, somos cinco personas y ni así llevamos la mitad de lo que debemos hacer.

La verdad es que limpiar la parte de arriba fue muy complicado, hubiera sido más rápido si Leo y yo no hubiéramos pasado cierto rato platicando sobre sugerencias para la gala o todo lo que nos gustaría hacer en ella.

-Madd, ¿Qué te parece si tú le pones aire a todos los globos blancos y yo a los verdes? Así inflamos los rojos entre las dos.

-Ok-Dije distraídamente mientras veía la mesa en la que se encontraba la mochila de Leo.

Me acerqué a una de las cajas que los chicos habían metido a aquel recibidor gigante y la abrí, tomé varias bolsas de globos y empecé a inflarlos con los tanques de helio que habían comprado. Menos mal que había tanques de helio, Hannah y yo nos hubiéramos quedado sin saliva de no haberlos.

Yo conozco otras formas en las que no te importaría perder saliva con tal de estar cerca de Leo.

Conciencia, aprecio tus comentarios, pero no es el momento.

Me aclaré la garganta para hablar.

-Hannah, ¿Te puedo contar algo? -Pregunté mirándola.

-Sí, para eso estamos las amigas, dime-Respondió.

-Bueno, es muy extraño ¿sabes?, Soñé con Leo.

Una sonrisita perversa se formó en sus labios.

– ¿Y qué pasó en el sueño?

-Primero fue como una presentación, yo le decía mi nombre, después él me decía que me amaba y yo le decía lo mismo, después Leo y Jason se estaban peleando y desperté muy asustada por lo que Jason dijo.

Su sonrisa se borró y cambió a confusión absoluta.

– ¿Qué dijo Jason?

-Dijo que lo iba a matar porque yo lo engañe con él.

Ahora era un semblante inexpresivo el que tenía frente a mí.

-No sé si sea el remordimiento de saber que estoy dejando atrás a Jason y continuando mi vida con Leo, ¿Y si es una señal que me dice que debo dejar a Leo?

-No-Negó varias veces con la cabeza-Lo que te está pasando es un sentimiento de culpa porque estás aprendiendo a dejar el pasado, pero tranquila va a desaparecer, en algún momento, por ahora sigue con Leo, van muy bien juntos, ¿no?

-Pues sí, muy bien.

Volvió a sonreír, pero ahora fue una sonrisa más forzada.

-Genial-Mencionó para volver a voltearse al tanque de helio.

Después de esto la noté más dispersa, más alerta, más cautelosa con lo que hacía, como si estuviera asustada o descolocada, como si lo que hubiera dicho le causara cierto pánico.

Terminamos de inflar los globos, los chicos ya habían llegado con las flores. Todos empezaron a hacer su trabajo, Asher y Leo cortaban los tallos de las flores, Hannah y yo las acomodábamos en los floreros y Gabriel estaba barriendo los tallos sueltos y hojas que se caían mientras maldecía.

– ¿Hannah?, ¿estás bien? -Murmuré para que los chicos no oyeran nada.

Ella estaba a un lado mío así que me escuchaba perfectamente.

-Sí, solo me quedé pensando en eso de tus sueños, trato de…visualizar esas escenas-Murmuró mirándome.

-Toma-Dijo Leo al otro lado mío, extendiéndome una rosa roja.

Sonreí para después tomarla y depositarla dentro del florero.

– ¡Yo siempre tengo que ser la gata del lugar! -Exclamó Gabriel malhumorado.

Leo maulló para hacerlo enojar y todos reímos.

– ¡Que horrible es esto de limpiar!

-Te faltó ahí-Señaló mi amiga con una sonrisa.

– ¡Pues ven y bárrelo tú!, ¡Total, manejas la escoba mejor que yo!

Hannah le puso mala cara mientras los demás reíamos ante la escena.

Cuanto terminamos con los centros de mesa y Gabriel terminó de limpiar el suelo, comenzamos con los banderines. Asher estaba poniendo unos, Gabriel otros, Hannah estaba abriéndolos y Leo preparando la escalera para subirse.

– ¡Ya terminé con esta pared! -Gritó Gabriel bajándose de la escalera y caminando hacia nosotros.

– ¿Puedo ponerlos yo? -Pregunté extendiendo los banderines que colgaban de mis manos.

-Está algo alto, ¿segura que quieres hacerlo? -Preguntó Leo.

Miré hacia arriba asegurándome de que la altura, efectivamente, era mucha. Pero no iba a pasar nada, solo tenía que poner el listón en el clavo y bajar, no tiene mucha lógica.

Volví la vista a Leo y asentí con la cabeza.

-Bien-Murmuró.

-Yo agarro la escalera-Dijo Gabriel.

– ¿Vas a subir tú Madd? -Preguntó Hannah mientras le daba otro banderín a Asher.

-Sip-Dije sonriendo.

– ¡Ten cuidado! -Gritó Asher.

-Lo tendré-Dije subiendo al tercer escalón.

Ya estando arriba me incliné hacia adelante para clavar el listón.

– ¿Esta escalera es segura? -Pregunté al sentir que se tambaleaba.

-Sí, lo es, pero si tienes vértigo puedes bajar-Dijo Leo, quien se había posado al pie de las escaleras.

Supongo que para agarrarte por si te caes, con lo torpe que eres…

– ¡Un día yo me caí de una escalera de veinte metros! -Gritó Gabriel.

Lo miré asustada.

– ¡¿QUÉ?!, ¡¿Y cómo es que sobreviviste?!

– ¡Estuve bien, por suerte me caí del primer escalón!

Rodé los ojos sonriendo. Cuando creí que ya estaba bien me levanté para bajar, di un traspié y resbalé para que la gravedad hiciera lo suyo y yo cayera. Un grito salió de mi boca. Pero lo que más me sorprendió es que no llegué al suelo. Sentí unas manos que se posaban, una debajo de mis muslos y la otra en mi espalda.

Abrí los ojos y lo primero que vi fue el rostro de Leo, mirándome mientras reprimía una risa.

-Por eso te dije que mejor lo hacía yo-Murmuró acercando su rostro al mío.

¡Oh, no!, Ahora no, él estaba muy cerca de ti, a punto de besarte y todos los demás están ahí, mirándolos.

-No creo que a los demás les importe si nos besamos-Volvió a murmurar.

Mi rostro enrojeció al instante y traté de separarme. Él acató las órdenes que di sin siquiera hablar y me bajo enseguida. Miré a los demás, todos hicieron como que no vieron nada y que todo el tiempo se la pasaron haciendo lo suyo.

Terminamos con los banderines y con toda la decoración, ahora solo faltaba poner las mesas con los manteles y los centros de mesa y nos faltaban las mesas de comida, bebida y postres. Eran las 2:30 p.m.

Los chicos empezaron a cargar con las mesas mientras que Hannah empezaba con las sillas, pensaba ayudarla, pero Leo me dijo que mejor empezara a meter las cajas con los manteles, no estaban muy pesadas.

Cuando estuvieron las mesas acomodadas, Hannah y yo empezamos a poner manteles y servilletas de tela con forma de cono. Los chicos estaban subiendo los -debo aclarar, muy pesados- centros de mesa. Miré a Leo mientras cargaba uno de ellos y lo acomodaba en la mesa, los músculos de sus brazos se tensaban y se notaban más sus brazos tonificados.

Insisto, ¿te has puesto a pensar cómo se vería sin camisa?

Y como por arte de magia me puse roja y no solo por lo que pensaba, sino porque justo en ese momento el chico del piano me miró y me guiñó un ojo.

Hannah me dio un codazo sonriendo.

– ¿Viste lo mismo que yo vi? -Preguntó con su sonrisita perversa- ¡Claro que lo viste te pusiste roja!

Gabriel volteó a verme al igual que Asher, Hannah había gritado tan fuerte que todos en el recibidor la escuchamos. Le puse mala cara, abrí la boca para protestar, pero fui interrumpida por el profesor Williams, quien entró al lugar sorprendido por todo lo que habíamos logrado.

Osea que a tu suegro le gustó el trabajo que hicieron.

Ahora estás igual que mi padre, dice que es el suegro de Leo cuando no lo es.

– ¿Qué te parece papá? -Preguntó Asher.

-Muy bien, es un muy buen trabajo en equipo.

-Sí, el único detallito, así, chiquito-Comenzó Gabriel con la voz chillona-Es que he sido la gata de todos aquí…»Gabriel barre esto», «Gabriel trapea eso», «Gabriel trae aquello», «¡Gabriel limpia!», «Gabriel carga lo de allá»….Me traen como su sirvienta.

Todos nos empezamos a reír.

– ¿No quieres que de una vez les planche y les cocine? -Ironizó.

Y todos nos reímos más.

-Recuerden que lo mejor del trabajo en equipo es que siempre tiene a alguien a un lado de ustedes-Dijo el profesor reprimiendo una sonrisa.

-Un alguien muy quejumbroso pero bueno-Dijo Leo encogiéndose de hombros.

-Estoy seguro que, si le pagaran a Gabriel por quejarse, sería millonario.

Millonario…

Leo…

Rose…

«-Los adolescentes con mucho dinero suelen comprar el amor diciendo que tienen casas enormes, que son famosos o que son millonarios…»

No podía sacar eso de mi cabeza, pensaba todo el tiempo en aquellas palabras, ¿Si ella tenía razón?, ¿Leo me ha estado usando?, ¿Todos los demás, Gabriel y Asher, me han estado manipulando para acercarme más a él?

Volví a la realidad, en la que solo estábamos nosotros, nada de Rose o esas palabras que me dejaron pensando.

-Sigan trabajando, mientras yo voy a recibir a los viejos patrocinadores de Leo, quisieron venir a verte y tengo que darles una habitación en el hotel.

Él se retiró, Gabriel, Asher y Leo fueron a por la comida a su casa. Tal vez Penélope vendría junto con las tías de Leo. Hannah y yo salimos al jardín de la entrada y empezamos a juntar todas las cajas y bolsas en un montón para después meterla en el bote de basura. Colgamos algunas luces de los árboles, así habían dicho Asher y Leo que tenía que ser el exterior. Ahora solo nos faltaba la alfombra roja que daba desde la acera de la calle, pasaba por todo el jardín y terminaba justo en la entrada al taller.

Cuando terminamos de poner las luces decidimos entrar a esperar. Llegaron los chicos y bajaron la comida para dejarla en la mesa, después nos dijeron que subiéramos a la camioneta porque íbamos a comer.

Llegamos al taller a las 4:30 donde nos encontramos con la madre de Leo y Asher y otras dos mujeres, suponía yo sus tías. Asher llamó a Hannah y ambos salieron del recibidor, Leo se fue al segundo piso junto con Gabriel y yo me quedé ahí, parada, a espaldas de las mujeres que acomodaban la comida.

Una de ellas se volteó, era muy parecida a Penélope, los ojos eran del mismo color solo que el cabello era un poco más obscuro. Ella me sonrió y me hizo una señal para que me acercara.

-Hola, tú debes ser Aida.

-Eider, se llama Eider-Corrigió Penélope.

-Oup, lo siento, Eider, soy la tía de Leo, me llamo Johana, pero todos me dicen Jo.

¿Jo?, Igual que a mi tía abuela, la única diferencia es que mi tía abuela se llama Josephine.

-Mucho gusto-Dije algo apenada.

Decidí ayudar con algo y empecé a cargar platos y a colocarlos donde estaban todos los demás, ahí conocí a la otra tía de Leo, se llamaba Ada y era muy amable.

-Leo me ha platicado mucho de ti-Dijo Jo mientras ponía sobre la mesa la fuente de chocolate.

-Eso es cierto-Comenzó Ada-Llevamos dos días aquí y en cuanto le preguntamos que había hecho con su vida habló todo el tiempo de ti.

-No nos dejaba levantar ni por agua-Completó Jo.

-Deben estar muy enamorados-Comentó Ada.

– ¿E-enamorados?, No, él y yo no somos…solo somos amigos.

Las dos mujeres me miraron con el ceño fruncido.

-Solo amigos-Repitió Ada.

-Sí, yo estoy consciente de que hay una chica que le gusta mucho y que estará hoy aquí y supongo que la presentará ante todos, según la tradición.

Obviamente tenía que explicarle a su familia que no iba a romper lo que sea que Leo tuviera con esa chica, por mucho que a mí me gustara, no iba a hacerlo.

– ¿Te contó de la tradición? -Preguntó Ada.

– ¿Aún no lo sabes? -Cuestionó Jo.

– ¿Saber qué? -Indagué más, ignorando así la pregunta de Ada.

-Que esa tradición solamente se la cuentan justamente a…

Leo llegó a interrumpir la escena con una sonrisa nerviosa.

– ¡Alguien quiere un helado! -Gritó para callar a su tía, quien lo miró apretando los labios.

-No, hijo, gracias-Respondió Penélope.

-Bien, yo voy por uno.

Un claxon sonó afuera y Leo regresó corriendo hacia lo más profundo del salón. Su rostro desprendía miedo y desesperación. Corrió hacia nosotros con una rapidez impresionante.

– ¿Qué? -Pregunté con el ceño fruncido.

– ¡Oh no!, ¿Tenía que llegar justo ahora?

– ¿Quién? -Preguntó Ada.

Una chica entró con una sonrisa enorme, admiró todo a su alrededor y después se centró en mí.

– ¡Ahí está! -Chilló y corrió hacia mí al igual que otra chica bastante parecida.

-Te recomiendo correr-Dijo Leo-Antes de que ellas te…

Se calló al momento en el que las dos chicas se abalanzaron sobre mí, perdiendo así todo mi equilibrio y dando contra el suelo.

-…tiren al suelo-Concluyó con expresión de dolor.

– ¡No lo puedo creer, es muy hermosa! -Chilló una.

– ¡Si!, ¡Wow mira qué bonitos ojos! -Gritó la otra.

Yo solo podía mirarlas mientras estaba tirada en el suelo.

– ¡Quieren dejarla en paz!, ¡No la dejan respirar! -Gritó Leo.

-No, queremos saber sobre la hermosa chica de la que has estado hablando desde hace mucho.

Mire a Leo sonriendo, sus mejillas se pusieron rojas. Ada y Jo separaron a las chicas de mí diciéndole que necesitaba espacio y yo me levanté.

-Eider, ellas son mis primas, hijas de mi tía Ada.

-Hola-Dije acomodándome el cabello.

– ¿Vas a venir a la gala? -Me preguntó una de ellas.

-Si.

– ¡Genial! -Dijeron a coro.

-Si genial, pero no las quiero cerca de ella-Dijo Leo apuntándolas.

Reí levemente.

– ¿Van a necesitar más ayuda? -Pregunté a las mujeres.

-No-Dijo Penélope sonriendo.

-Bueno, entonces me voy, debo arreglarme, ya son las seis, Hannah y yo necesitamos bañarnos, maquillarnos, peinarnos y cambiarnos.

-Claro, ¿te podemos acompañar? -Preguntó una de las chicas.

-No, ella ya tiene a su amiga-Dijo Leo, seco.

-No te preguntamos a ti, le preguntamos a ella-Respondió la otra.

-Dejen de ahogarla par de…

-Si no les molesta yo iré sola. gracias igual-Interrumpí a Leo.

Me di la vuelta para darle un beso en la mejilla y después coger mi bolso para salir de ahí.

Vi a Hannah y a Asher besándose en la banca, me paralice enseguida, si me movía se darían cuenta de que estoy ahí, pero si me quedaba ahí…tendría que presenciar la escena por un rato más. Ellos se separaron y me vieron, apreté los labios en una línea, reprimiendo una sonrisa mientras los veía a ambos ponerse rojos.

-Hannah, ¿Te molesta si nos vamos a arreglar?

Se levantó de un golpe y asintió con la cabeza.

-Yo las llevo-Dijo Asher.

Subimos a su camioneta. Llegamos a mi casa -donde la madre de Hannah había dejado el vestido para ella- y antes de bajar Hannah se despidió con un beso del chico. Este se fue y mi mejor amiga y yo nos adentramos a la casa.

– ¿Desde cuándo son novios? -Pregunté.

-Como desde hace cinco minutos-Respondió ella guiñándome un ojo.


CAPÍTULO 24.- LA GALA.


Una habitación, dos madres y dos hijas histéricas porque aún no estaban listas para la gala, esas éramos Hannah y yo. Yo estaba sentada en mi tocador mientras mi madre me ponía un labial rojo intenso. Hermione estaba peinando a Hannah.

Cuando terminó ella parecía una princesa, tenía un vestido verde, un maquillaje muy bonito y su peinado era una media trenza en la que había un broche verde esmeralda. Yo, en cambio, tenía un vestido rojo con un collar plateado que combinaba con mis zapatos, solo me rice el cabello y listo.

-Tomen sus bolsos, que no se les olvide su celular-Dijo Hermione extendiéndonos nuestros bolsos de mano.

Bajamos las escaleras cuando escuchamos un claxon sonar, Asher había quedado en pasar por nosotras, y al parecer ya había llegado.

– ¡Cuídense, las queremos! -Gritó mi madre cuando nos vio entrar al auto del chico.

Después de un rato llegamos al taller, todas las luces estaban encendidas, la alfombra recorría todo el jardín principal, algunas personas estaba ahí afuera. Bajé con algo de timidez y admiré el lugar, había un grupo de chicas, muy bonitas, a quienes les estaban tomando fotos cerca de la banca.

-Modelos italianas-Dijo Asher al notar que las miraba-Trabajaron con Leo y mi padre las invitó.

Las volví a mirar, eran demasiado bonitas, más que yo.

Mordí mi labio inferior sintiéndome algo insegura.

– ¡Pero si es mi hermoso ángel! -Gritó alguien.

Dirigí mi vista hacia la entrada y pude distinguir, entre la gente, a Leo acercándose a mí.

Él traía puesto un traje negro, y se veía extremadamente guapo.

-Hola-Saludé agitando mi mano.

– ¿Cómo te…

Él fue interrumpido por una de las chicas.

-Leo, ho passato molto tempo senza vederti, mi sei mancato-Dijo dándole un beso en la mejilla.

Me miró de pies a cabeza, sonriendo con algo de falsedad, o al menos eso era lo que yo percibía.

– ¿Quién eres? -Preguntó.

-Me llamo Madd, soy amiga de Leo.

Volvió a sonreír. Se volteó a Leo y lo tomó de la mano para dar una vuelta.

-Te extrañé mucho, gatito.

-Lamento no poder decir lo mismo-Comentó Gabriel a espaldas de la chica.

Ella lo miró de pies a cabeza.

-Gabriel-Dijo con cierto desprecio- No pensé que vendrías.

-Yo esperaba que tú no lo hicieras-Admitió con una sonrisa.

Ella rodó los ojos.

-Me voy por allá, aún quieren tomarme fotos…

-No me digas que ya trabajas para la revista de fenómenos y caras deformadas.

-Cierra la boca Gabriel.

– ¿Sabes? Vista desde lejos te ves como Slendeman, un monstruo de dos metros y medio sin cara, realmente me asusté.

-Adiós Gabriel-Mencionó poco ofendida.

-Adiós, Liaa.

Justo cuando me iba a acercar a Leo llegó otra chica, su rostro me parecía familiar pero no la reconocí. Abrazó a Leo y le dio un beso en ma mejilla. Él solo la miró con cierta incomodidad.

– ¿Y cómo me veo?, ¿Verdad que el rojo me sienta muy bien?

Asher se aclaró la garganta detrás de mí.

Creo que él sentía toda la tensión e inseguridad que yo trataba de ocultar. Miré a Leo, quien solo miró de pies a cabeza a la chica.

-Luces bien-Respondió al fin.

-A que me veo muy hermosa, anda dilo, por los viejos tiempos.

Él sonrió.

-Te ves hermosa-Dijo él dándole una vuelta a la chica.

Desvié la mirada algo incómoda. Miré a Asher, quien solo me guiñó un ojo con una media sonrisa. Hannah estaba observando la escena, a punto de lanzarse sobre la chica y asesinarla. ¿Qué si la creía capaz?, Por supuesto que la creía.

-Aunque…-Empezó Leo-…conozco a otra chica que se ve increíble de rojo.

Me miró de pies a cabeza detenidamente, como si tratara de grabar cada parte de mí en su memoria.

– ¿Quién? -Preguntó la chica con el ceño fruncido.

-Mi Eider-Se soltó del agarre de la chica y fue directo hacia mí para pasar una mano por mi espalda y posarla en mi cintura.

– ¿Qué? -Preguntó incrédula-Pero si ella ni siquiera tiene cuerpo de modelo.

Me apretó contra su cuerpo.

-No necesita tenerlo, igual se ve preciosa.

La chica se fue con sus demás amigas. Leo me soltó y empezamos a caminar al interior del edificio, por aquella alfombra roja, tomada de la mano del chico. Nos adentramos a aquel lugar iluminado por los candelabros que colgaban del techo, había personas en todos lados, sentadas, en la pista de baile, cerca de las mesas de comida, en las escaleras y no sería sorpresa que arriba también.

-No es mucha gente, pero si es algo-Dijo Leo-Por cierto, mis primas ya no te molestarán más, están persiguiendo chicos por todo el salón.

Di una pequeña risa, pude observar como Asher llevaba a Hannah a una mesa donde estaban sus tías, Ada y Jo. Volteé hacia otro lado y noté que Gabriel se acercaba con dos copas de lo que parecía era ponche de frutas.

-Hola Eider, ¿Cómo estás? Lo siento, no te saludé afuera.

Me sorprendí cuando escuché mi segundo nombre en su voz, el único que solía llamarme así era Leo y en Gabriel mi segundo nombre sonaba algo chistoso.

-Hola-Devolví el saludo cuando me extendió una de las copas-Guao, Gabriel, tú de traje eres otro.

-Lo tomaré como un cumplido-Dijo extendiendo más la copa, incitándome a tomarla.

Yo la tomé y le di un ligero sorbo para comprobar que si era ponche de frutos.

-Gabriel ya tuvimos esta conversación, es Madd.

-Tú le dices Eider-Atacó el pelinegro.

El chico del piano respiró hondo, cerrando los ojos.

-Porque a mí me deja llamarla así.

-Bien, no recuerdo que se lo hayas preguntado.

-Tú no estabas ahí-Contraatacó.

La sonrisa de Gabriel se diluyó de la nada, miré a mis espaldas, Eduardo estaba llegando con Rose tomada de la mano, los dos se veían muy unidos y enamorados. No entiendo por qué Gabriel los miraba así, daban a entender que eran la pareja perfecta, con sus discusiones, pero eran muy buena pareja.

-Eider, ¿Quieres bailar? -Preguntó Leo.

Lo miré al instante con expresión de horror.

-No sé bailar.

-Yo tampoco-Me guiñó un ojo y nos encaminamos a la pista.

La música empezó a sonar y yo me quedé estática, sin saber a dónde moverme. Leo se acercó mucho a mí y me tomó de la cintura, colocó una de mis manos en su hombro y después me jaló hacia él, quedando a escasos milímetros de su rostro.

-Si te piso no será mi culpa-Murmuré.

Él dio una pequeña risa.

Empezamos a dar vueltas al compás de la música, muchos se nos unieron, entre ellos Asher y Hannah. Gabriel siguió el ejemplo y adentró a Alice, quien estaba riéndose que aquel ridículo que estábamos montando todos ahí, en medio de aquel lugar, con todos mirándonos.

A los únicos que no vi fueron a Eduardo y Rose, supuse que estarían por ahí platicando o bebiendo algo.

Cuando la canción terminó todos se dispersaron, Alice y Hannah fueron a la mesa por un postre y Gabriel se acercó a Asher, los dos se encaminaron lejos de la multitud, hacia las escaleras y con destino -supongo yo- al segundo piso.

*Asher*

No he dejado de pensar en lo que pasó esta mañana, tenía en mi poder el arma que destruiría a Rose por completo y que le abriría los ojos a Eduardo de una vez por todas. Ya estaba todo planeado, después de las palabras de mi padre, seguiría la presentación de las chicas, primero iría yo, presentando a Hannah. Después Leo presentando a su chica. Yo presentaría a Hannah, a continuación, le mandaríamos la foto a Eduardo mientras Leo presenta a la chica, y al final de eso veríamos a Rose caer.

Gabriel y yo subimos las escaleras y entramos en una de las habitaciones.

– ¿Tienes todo listo? -Preguntó.

-Sí, la fotografía lista y el chat de Eduardo abierto.

-Por ahora debemos fingir que no nos importa su presencia aquí, sobre todo por Madd y por Hannah.

Asentí con la cabeza.

-Es mejor que bajemos, Alice y Hannah nos deben de estar buscando.

Cuando nos encontramos en la planta baja buscamos a nuestras novias, sí, Hannah ya era mi novia, puede parecer muy precipitado, pero la conozco desde hace mucho tiempo, sé cómo es ella y todo surgió tan de repente que los dos estuvimos de acuerdo en que fue amor instantáneo.

Encontré a la chica comiendo un panque cerca de la mesa que estaba reservada para ella, sus amigas y nosotros.

– ¿Ya te dije que te ves hermosa? -Pregunté con una sonrisa.

Tragó lo que tenía en la boca.

-Desde que llegué.

Me acerqué para besarla, pero algo me detuvo, ver que, del otro lado de la mesa, Eduardo y Rose se estaban besando.

Maldita hipócrita.

Hannah frunció el ceño, sonriendo.

-Te quiero-Dijo.

-Yo también.

Acaricié su mejilla con mis nudillos y le di un beso rápido en los labios. Cuando me separé de sus suaves y cálidos labios, ella comenzó a reír.

-Tienes labial-Dijo mientras pasaba sus dedos por mi boca.

Sonreí al instante dejando que limpiara.

Pasaron algunas horas, el discurso de papá comenzaría a las diez, aún faltaban veinte minutos, los músicos seguían tocando, la gente disfrutando de la fiesta y…. Oh no, Gabriel tomando. Sinceramente creo que puede controlarse, si no lo hace terminará haciendo el ridículo.

*Madd*

Pasé gran parte de la noche platicando con Leo, bailamos un rato más mientras yo hacía el intento por no pisarlo. Hubo un momento en el que me tuve que sentar para descansar y el chico adoptó la misma posición que yo. Mando a hablar a un hombre vestido de camarero y le dijo algo en italiano que no entendí.

El hombre se retiró y Leo me miró sonriendo.

Entonces recordé cuando me dijo que yo estaría en esa gala como camarera, todo fue una mentira que él había inventado para que yo fuera, pensaba que si me decía la verdad, que ese lugar era una fiesta y yo sería su invitada, me negaría.

Y pensaba bien.

De cierta forma sí, aunque ahora que estoy aquí me siento muy bien.

El hombre volvió con dos copas y las dejó sobre la mesa, Leo le agradeció y me extendió una.

– ¿Qué es? -Pregunté.

-Limoncillo-Dijo y fruncí el ceño, él lo entendió-Una bebida famosa en Italia.

-Y la más costosa, por cierto-Habló Gabriel a mis espaldas.

Estaba a punto de protestar. Estaba gastando mucho dinero solo para impresionarme y no era justo, no necesitaba que lo hiciera, estaba yendo demasiado lejos. No quería que se sintiera comprometido a hacer este tipo de cosas solo para que yo siguiera siendo su amiga, en realidad, con su presencia y personalidad me sobraba.

-No lo es tanto-Contradijo Leo.

-No, qué va, solo son como…un millón de dólares.

– ¡¿Qué?! -Protesté.

Leo hizo cara de niño inocente.

-No me mires así, la compró mi papá.

-Por petición tuya-Completó Gabriel.

-Quieres callarte y dejar de arruinar mi noche.

-Bien, me callo.

-Y deja de beber, no creo que Alice se quiera quedar de enfermera esta noche.

Me giré hacia Gabriel notando un leve color rojizo en sus ojos, después volví a Leo, me centré en sus manos, estaba moviendo desesperadamente sus dedos.

-No me controles-Reclamó-Sé lo que hago.

Leo empezó a reír a carcajadas y yo me quedé ahí, paralizada.

No sabía qué hacer o decir, mi cabeza seguía dándole vueltas al precio de la bebida y a todo lo que Leo estaba haciendo solo por mí. Nunca nadie había tratado de ganarse mi cariño o mi confianza, casi siempre era yo la que se abría a los demás. Leo me hacía sentir valiosa, hacía muchas cosas solo para hablar conmigo o pasar tiempo juntos.

Aunque temía que lo que Rose decía fuera cierto, ese era uno de los grandes temores que aún me atormentaba, no sé cómo descifrar si Leo es el tipo de chico que solo finge interés en una chica para utilizarla un rato y después volver a su vida llena de dinero como si nada hubiera pasado.

-Eider-El chico del piano tomó un mechón de cabello que impedía el contacto visual y lo colocó detrás de mi oreja- ¿Qué pasa?, ¿En qué tanto piensas?

Parpadeé un par de veces, descolocada.

-Nada, solo…todo esto que haces por mí es demasiado, no tienes que tratar de impresionarme.

Dio una pequeña.

-No es demasiado, y solo quiero consentirte, que te sientas bien y querida por mí.

-Es mucho…

-Sí, es mucho…pero mucho menos de lo que te mereces-Interrumpió.

Sentí mis mejillas arder al instante.

– ¿Quién era esa chica de la entrada?

– ¿Cuál de las dos? -Preguntó suspirando.

-La primera.

– ¿Liaa? -Cuestionó con cierta desconfianza.

Asentí con la cabeza. Y él tomó una bocanada de aire.

-Ella fue…una modelo con la que trabajé hace algunos años.

– ¿Por qué se lleva tan mal con Gabriel?

El pareció buscar las palabras.

-Bueno…Liaa siempre fue…una maniática del control, deseaba muchas cosas y las quería al instante y…de no ser así…forzaba las cosas. Eso choca mucho con la personalidad de Gabriel.

-Oup… ¿Y la segunda?

– ¿No la reconociste? -Cuestionó sonriendo levemente.

Negué con la cabeza.

-Pensé que lo harías.

Por mi cabeza pasó la idea de que ella era la chica que le gustaba y la que presentaría frente a todo en un rato.

– ¡Es Sophia!, ¡Por Dios!

Me quedé en shock, Sophia, la chica que había besado a Leo y que estaba enamorada de él. No me lo podía creer.

-Se ve…diferente.

-Sí, cuando se arregla es muy diferente-Ironizó.

– ¿Siempre lo hace?

-Si.

– ¿Y tú qué piensas al respecto? -La pregunta salió por sí sola.

-No es bueno que lo haga, nunca me he detenido a pensar por qué lo hace, pero alguna buena razón tiene que tener…presumir, por ejemplo.

– ¿Estás diciendo que se ve fea? -De nuevo mi boca habló sin permiso de mi cerebro, pero a él no pareció molestarle tener que responder.

-No, no luce fea, todo lo contrario.

Una opresión en mi pecho se sintió después de sus palabras, ¿Por qué demonios tenía que ser tan sensible?, ¿Por qué él tenía que darme esa respuesta?, ¿Por qué ella estaba en la fiesta?, Aunque la verdadera pregunta era, ¿Qué hacía yo en esa fiesta?

Quieres dejar de ser la maldita sensible que eres a diario y divertirte un poco.

Está bien, trataré.

– ¿Entonces estás diciendo que se ve hermosa? -Pregunté.

Él abrió la boca para contestar, pero se detuvo para mirarme mientras formaba una sonrisa en sus labios, los relamió y dio una risita por lo bajo.

-No se ve mal, pero nadie se compara contigo.

Y otra vez aquel rubor.

– ¿Sabes?, Por un momento creí que traerías un vestido más…corto.

Fruncí el ceño.

-Como me preguntaste si en Italia se permitían los vestidos cortos, pues…supuse que utilizarías uno aquí-Me miró de pies a cabeza, detenidamente-Me había emocionado tanto…solo imagínalo, tú, en un vestido de ese mismo color, pero más corto…hubiera sido…pero te ves hermosa igual.

– ¿Hubiera sido qué? -Incité a que terminara su oración.

Me miró con una sonrisa… ¿Cómo se describe esa sonrisa?, Era tierna, pero, había un toque de malicia en ella.

Es una sonrisa traviesa, ¿no las conocías?

Mis mejillas tomaron un color rojo fuego.

-Hubieras puesto este lugar de cabeza…todos te mirarían si no es que ya lo hacen. También hubiera sido lo mejor que haya visto en mi vida, pero como ya lo mencioné, te sigues viendo preciosa.

El rubor en mis mejillas se hizo presente otra vez.

Después el ruido de un micrófono. Miré al escenario, el padre de Leo estaba ahí parado, vestido de traje.

-Bien, llegó el momento, vamos.

Me tomó de la mano y nos adentramos entre el tumulto de gente para quedar hasta adelante, junto con Gabriel, Eduardo, Rose, Alice, Asher y Hannah. El señor Williams dio un largo discurso de agradecimiento nombrando a todos y cada uno de las personas que había ahí.

Pasó, literalmente, una hora. Cuando se estaba despidiendo yo tomé la mano de Leo y revisé su reloj, eran casi las doce de la noche.

-…bien, ahora, como es la tradición desde hace dos generaciones, le cedo el micrófono a mi hijo Leo, para que presente a su chica.

Lo miré, sentí como apretó mi mano si se tensó, miró a Asher, este hizo lo mismo.

-Vas-Murmuró, señalando el escenario con la cabeza.

– ¿Yo por qué?, Sube tu primero-Murmuró el otro en respuesta.

-Te hablaron a ti-Reclamó.

Ellos seguían hablando entre murmullos.

-Pero tú dijiste que subirías primero, así que súbete.

– ¡Ash!, Ya que, voy yo.

Asher subió al escenario y tomó el micrófono.

-Buenas noches a todos, soy Asher y…quiero decirle a mi chica que…es muy especial para mí y que sé que las cosas se dieron algo rápido entre nosotros, pero, ya nos conocíamos desde hace un tiempo así que no, no fue amor a primera vista, pero lo considero así.

Todos nos empezamos a reír. Miré a mi amiga, quien estaba a punto de llorar, pocas veces la veía tan sentimental y hoy era de esos días, aspiró por la nariz. Me acerqué a ella y la tomé de los hombros por atrás, reposé mi mentón en su hombro y sonreí.

-No lo puedo creer, es tu momento, disfrútalo y sé feliz con él-Murmuré.

Ella me sonrió.

-Te amo, Honey.

-También te amo Maddy.

-Quiero que sepas que quererte es solo el comienzo de esta historia de dos, que espero no tenga final, Hannah, ¿Quieres ser mi novia?

-Prácticamente ya lo eran, pero bueno-Murmuró Gabriel entre nosotras.

La chica ya no pudo contener las lágrimas, Asher bajó por ella y volvió a subir, todos aplaudieron y ellos se besaron. Todos aplaudimos y mientras admirábamos todo. Asher sacó del bolsillo de su saco una caja con un collar. Él la ayudó a ponérselo y se volvieron a besar.

Mi amiga era feliz, Asher era un buen chico, lo conocía desde hace mucho y sabía que sería incapaz de hacerle daño a mi mejor amiga, me sentía extremadamente feliz por ella, los dos bajaron, Hannah me abrazó muy fuerte, seguía llorando, cuando nos separamos, las dos nos miramos con una sonrisa enorme.

-Tengo cuñado-Susurré.

Alice se acercó.

-Jamás pensé que esto pasaría-Dijo sorprendida.

-Ya deja de fingir, hasta yo sabía que Asher me llamaría al escenario-Dijo la pelirroja.

Alice frunció el ceño.

-No, no me refería a eso, digo que jamás pensé que tú volverías a tener novio, guao…osea…guao.

Todas nos empezamos a reír, el señor Williams volvió a aparecer en el escenario.

-Bien, Asher ya pasó, ahora es el turno de Leo.

Los dos estaban abrazados, Leo se separó y subió al escenario, Asher encendió su celular para mover algunas cosas y después lo bloqueó de nuevo.

-Bueno, yo soy Leo, supongo que muchos de ustedes me recuerdan y hoy estoy aquí para presentarles a una chica muy especial en mi vida.

Se quedó un instante en silencio, mirando a la puerta principal, no quise voltearme, no quería ver a esa chica, no quería verla subir, no quería que se besara con Leo, no quería que me lo quitara.

Sabía que tenía que hacerlo, tenía que dejarlo ir, él merecía ser feliz, yo me reprimí mucho, soporté toda mi tristeza y ahora no me costaba nada hacerlo. Debía hacerlo, no podía seguir fingiendo que él se quedaría conmigo cuando hay alguien más. Lo sabía, siempre lo supe y aun así seguí, seguí aferrándome a un imposible, a algo que jamás iba a ser, a él, me aferré a él.

Cuando sentí que toda mi vida se desmoronaba en mil pedazos él apareció para abrirme caminos y mostrarme como seguir adelante, me aferré y él me sostuvo cuando estuve a punto de caer, siempre estuvo ahí. Y, si lo dejo ir ahora estoy segura que él será feliz, estoy segura en diez años más nos reuniremos y él estará muy feliz. Yo jamás voy a olvidar los momentos que pasé con él, jamás olvidare cuando conocí el verdadero amor.

-Hannah, Alice, yo lo amo-Susurré a las chicas, quienes se aferraron a mí en un gran abrazo.

-Esta chica llegó a mi vida de la forma más inesperada posible, iluminó mi vida con tan solo su sonrisa, tratar de vivir sin ella era prácticamente imposible…la conocí justo aquí, en el taller de música.

Todas mis esperanzas vistas en el suelo se levantaron con esas últimas palabras, con esa frase. Lo miré conteniendo algunas lágrimas en los ojos. Me miró de reojo y después volvió la vista a sus padres. Alice me tomó de la mano con una sonrisa, Hannah hizo lo mismo del otro lado y Gabriel, que estaba atrás de mí, me tomó de la cintura y posó su cabeza en mi hombro.

-Está cerca, muy cerca-Susurró Gabriel sonriendo.

Por inercia una sonrisa se formó en mi rostro.

-…recuerdo que quería aprender a tocar el piano, y tocaba horrible.

Todos volvieron a reír.

-Esa chica es muy hermosa-Sacó una cajita de su saco-Aquí tengo un brazalete con su nombre, esta chica es lo mejor que me ha pasado en la vida, aún recuerdo nuestro primer beso…

Mi sonrisa se bajó al instante, él y yo nunca nos habíamos besado, eso solo significaba que no era yo. Me golpeé internamente para tratar de reaccionar, traté de detener las lágrimas, contuve los sollozos lo más que pude, pero eso solo causó una cosa. Una bomba de emociones se reprimió en mi garganta hasta que explotó.

Me lancé a los brazos de Hannah, escondiendo mi rostro en su cuello, ella me susurró que tenía que ser fuerte, que no podía derrumbarme ahora. Sequé las lágrimas y volví la mirada a Leo, él seguía hablando del beso con esa chica, dijo que había sido el mejor beso de su vida que nadie podría compararse con ella. Otro sollozo se escapó de mis labios. Él me miró y su felicidad se esfumó, frunció el ceño con preocupación.

-Eider…

Aparté la mirada al instante.

-Eider, esa chica e…

– ¡Eres un maldito mentiroso! -Gritaron desde afuera del tumulto de gente, interrumpiendo a Leo.

Me sequé las lágrimas al instante y miré hacia dónde provenía la voz. La gente se había dispersado, dando lugar a las dos personas que estaban ahí, una chica llorando inconsolablemente y otro chico completamente enfurecido.

– ¡Eres un idiota Asher! -Eduardo se lanzó sobre el rubio y lo golpeó en un ojo.

Todos nos asustamos cuando vimos a Asher tambalearse. Se incorporó, confundido, a punto de parar a Eduardo cuando esté lo volvió a golpear, causando así que cayera.

– ¡Asher! -Hannah trató de acercarse, pero Gabriel la tomó de los brazos por atrás- ¡Suéltame!, ¡Suéltame Gabriel!

Alice trataba de controlarla y yo solo podía mirar, volteé al escenario, Leo bajó corriendo y trató de separarlos, pero no pudo. Escuché un sollozo, uno que no prevenía de Hannah, miré a Rose, quien estaba llorando. Un estruendo de algo golpeando el escenario, miré asustada y vi a Leo, Eduardo lo había empujado.

Estiré mis manos en su dirección, las dos chicas que se habían abalanzado sobre mí, sus primas, fueron hacia él. Yo corrí hacia Eduardo, quien estaba sobre Asher golpeándolo.

– ¡No sé por qué tú quieres separarme de mi novia!, ¡No sé por qué mi hermano está apoyándote, pero vas a pagar todas y cada una de las mentiras que dijiste sobre Rose!

Y le dio otro golpe en las costillas. Asher se quejó, estaba casi inconsciente, había recibido un azotón contra el suelo y lo primero que tocó el suelo fue su cabeza. Además, tenía algunos cortes en la boca y en la mejilla.

Él se levantó con el rubio agarrado de la camisa.

– ¡Eduardo déjalo!, ¡Por favor suéltalo ya! -Gritó Hannah entre sollozos.

Estuve a punto de jalar a Eduardo cuando los gritos de Hannah me recordaron a los que le dije en mi sueño, donde le gritaba a Jason que dejara a Leo. Miré al castaño, estaba recuperándose del golpe, también lo había recibido en la cabeza.

Vuelve, vuelve, por favor, ayuda a Asher.

Parpadeé un par de veces y jalé del brazo de Eduardo antes de que volviera a azotar a Asher contra el suelo.

-Eduardo basta, relájate.

Me miró, enfurecido. Soltó al rubio y eso me dio a entender que pararía. Asher se seguía quejando en el suelo. Hannah paró de gritar y yo pude respirar hondo, pensando que todo acabaría. Lo siguiente que sentí fueron unas manos presionando fuertemente mis hombros. Miré a Eduardo, confundida.

-Eduardo, me estas lastimando-Dije, tratando de zafarme.

Su agarre se hacía cada vez más fuerte hasta sentir que me rasguñaba.

– ¡Eduardo! -Grité cuando el dolor se hizo irresistible- ¡Suéltame, me duele!

Traté de apartarlo con mis manos, pero fue imposible. Miré a Leo, quien estaba algo inconsciente aún. Traté de reprimir el grito, pero no pude.

– ¡Leo ayúdame, me duele! -Dije al borde del llanto.

Seguí intentando, empujaba al chico, lo golpeaba en los brazos, pero nada funcionaba.

Leo reaccionó y se puso de pie, corrió hacia mí, pero Eduardo impidió que él me tomara. Me empujó hacia el suelo con tanta fuerza que tuve que utilizar mis codos para evitar que mi cabeza se golpeara. Mi respiración estaba acelerada y subió aún más cuando Eduardo se acercó en tres grandes zancadas y se agacho.

– ¡Tú no tienes el derecho de hablar!, ¡Así que cállate! -Espetó extremadamente cerca de mi rostro.

Estaba a punto de tomarme de los hombros de nuevo pero Leo se lanzó sobre él.

– ¡Mira Eduardo, te lo diré una sola vez, no te quiero ver cerca de ella, donde me dé cuenta que tú te atreviste a hablar con ella, siquiera te atreviste a acercarte, te juro, por mi vida, que no saldrás endeble eso!

Eduardo se levantó y se volvió a lanzar sobre Asher. Hannah volvió a gritar desgarradoramente, pero no le hizo caso.

– ¡¿Por qué lo defiendes Hannah?!

– ¡Por qué lo amo!

– ¡¿Crees que él te ama?! -Se volvió hacia la chica-Déjame contarte una historia, este chico que ves aquí-Señaló a Asher-Estaba enamorado de Madd, y te utilizó como tapadera diciendo que le gustabas, que quería salir contigo y bla, bla, bla… Solo para que Leo no se enojara, y ahora, ¿Qué piensas?, ¿Lo sigues amando?

¿Asher estaba enamorado de mí?, En mi cara se podía ver un claro signo de interrogación. Miré a Leo, quien no parecía alterado, sabía lo que pasaba, Gabriel también, pues solo sostenía a la chica sin expresión, mientras que ella…

Ella se quedó sin expresión, se veía dolida, miraba a Asher como si fuera un completo desconocido, y tal vez lo era, porque nunca supimos qué fue lo que pasó de verdad, nunca supimos cómo fue que las cosas pasaron, ¿De verdad Asher amaba a Hannah?, ¿O solo la utilizaba como tapadera?

– ¿Es verdad? -Le preguntó.

-Pregúntaselo a Gabriel, él lo sabía-Dijo Eduardo.

Se dio la vuelta para encarar a Gabriel.

– ¿Lo sabías?, ¿Es verdad?

Él se quedó callado.

– ¡Respóndeme! -Gritó ella llorando.

-Si-Dijo Gabriel, aún sin expresión en el rostro.

Hannah se tiró al suelo para volver a llorar.

– ¡No vuelvas a hablarme en tu vida! -Gritó Hannah a Asher para después salir corriendo hacia el baño.

– ¡Eres un idiota, Eduardo! -Espetó Gabriel.

– ¿Soy un idiota por abrirle los ojos a mi prima?

-No me hagas hablar-Dijo con una sonrisa amarga.

– ¿Y qué vas a decir?, ¿Lo de siempre?, ¿Qué a mi novia le gusta Leo?

Miré a Rose al instante, ella seguía llorando. Mi siguiente objetivo fue Leo, quien solo cerró los ojos y trató de calmarse.

-Te lo explico después-Murmuró.

Asentí con la cabeza.

-Adelante, haz lo que quieras, pero esto queda en tu conciencia, Eduardo-Dijo Gabriel para después salir con Alice detrás.

Leo se levantó del suelo y me levantó a mí también. Salimos caminando por la alfombra roja, nos desviamos un poco hacia la derecha, donde estaba una mesa de madera y la banca. Me tomó de ambas manos y me puso frente a él mientras que yo le daba la espalda a la mesa. Sus manos se separaron de las mías para posarse en mi cintura, me levantó con facilidad y me sentó sobre la mesa.

No logré verlo bien, las lágrimas nublaban mi vista. Mi pecho subía y bajaba, mandado sollozos a mis labios que nunca salían. Su mirada era un completo arrepentimiento. Estaba pasando mucho en un corto lapso de tiempo: La desilusión de no ser yo la chica que le gusta, Eduardo golpeando a Asher, los gritos de dolor de Hannah, Eduardo lastimándome, Gabriel peleándose con su hermano, a Rose le gusta Leo.

¿Estaba enojada con Leo?, No, no lo estaba, sinceramente solo era una desilusión y no con él, sino conmigo, por no ser suficiente para él, por no poder expresarle que me gusta.

Él tomó mi cabello y lo puso detrás de mi oreja, se acercó a mis hombros, los miró por un rato, su respiración tan cerca de mi cuello, mi cuerpo se mantenía tenso mientras contenía la respiración. Se separó y me miró a los ojos.

-No hay sangre, pero si tienes marcas de sus uñas.

Asentí con la cabeza. Mi celular empezó a vibrar dentro del bolso, lo saqué y vi que era mi madre. Respondí tratando de sonar neutra.

– ¿Si? … ¿Mamá estás bien? … ¿Ahora? … Claro, voy para allá, no te alteres voy para allá.

-Debo irme a casa-Sollocé-Mi madre está alterada y quiere que vuelva.

-Claro, yo te llevo, tengo las llaves del auto de Asher.

Me bajé de la mesa y caminé con él hasta el coche. Me subí. Nadie dijo nada en todo el trayecto, el silencio era incómodo. Sentía que me miraba de reojo en ciertas ocasiones y yo solo suspiraba. Llegamos a mi casa. Antes de bajar del auto miré a Leo.

-Gracias por traerme hasta acá.

-No hay de qué, y lo siento, no quería arruinar tu noche.

Salí del auto.

-De verdad lo siento.

Negué con la cabeza, sonriendo.

-No pasa nada-Pensé unos segundos en lo que estaba a punto de hacer-Leo, tengo que decirte algo, sé que no es el mejor momento, pero yo te….

– ¡Madeleine! -Gritó mi padre a mis espaldas, interrumpiendo mi confesión.

Lo miré para encontrarme con su semblante enojado, dio pasos grandes hacia mí y jaló de mi brazo.

-Buenas noches señor Lodge-Saludó Leo.

– ¿Y todavía tiene el descaro de venir hasta acá?

-Papá, relájate, ¿qué pasó?

Me miró reprendiéndome con la mirada.

-Este muchacho es una muy mala influencia para ti, por tu bien, no te quiero volver a ver cerca de él.

– ¡¿Qué?! -Pregunté incrédula.

-Me oíste perfectamente-Se volvió al auto y cerró la puerta de un golpe, lo que causó que diera un respingo-No quiero que se vuelva a acercar a mí hija.

– ¡¿Papá qué te pasa?!, ¡Él no me ha hecho nada!

Algo se movió en la entrada de mi casa, era mi madre, apoyada en el marco. Le hice una señal para que me explicara, pero ella solo negó con la cabeza, preocupada. Volví la mirada a mi padre, su vista se posaba en mis hombros.

Oh no, lo notó.

El miedo corrió por todo mi ser, mi padre enojado era peligroso. Pensé en qué pude haber hecho mal o qué pudo haber hecho Leo para que eso pasara.

– ¿Qué te pasó? -Preguntó.

-Nada-Respondí rápidamente.

Son padres, ellos saben cuando estas mal, cuando mientes y cuando algo no anda bien, mis padres no eran la excepción. Mi padre se alteró mucho más de lo que ya estaba, si eso era posible.

– ¿Te los hizo él?

– ¡No! ,¡Claro que no!

– ¡No mientas!

Estuvo a punto de lanzarse sobre el carro, pero yo se lo impedí jalándolo del brazo.

– ¡Papá!, ¡Papá!, ¡Basta! –Grité.

Pero no se detenía.

– ¡Mamá!, ¡Ayúdame! -Grité mirándola.

– ¡John!, ¡Basta!, ¡Vamos adentro, necesitamos hablar! -Gritó ella.

Mi papá accedió y se zafó bruscamente de mi agarre, nunca había estado tan distante de mí. Estaba demasiado enojado. Antes de cruzar la puerta, mi padre se dio la vuelta y gritó algo.

– ¡No se acerque a mi hija! -Y cerró la puerta.

Al final no pude confesarle a Leo que la amaba. En ese momento fue cuando entendí que nunca debía quedarme con las ganas de hacer algo, porque nunca sabes cuándo será el último momento para hacerlo, o, en mi caso, decirlo.


CAPÍTULO 25.-MALA INFLUENCIA .


Entré a mi casa, confundida por lo que había pasado, mi padre estaba muy enojado, mi madre muy preocupada yo ni siquiera sabía lo que pasaba. Realmente no me sentía del todo bien para hablar, después de lo que pasó con Leo, con Eduardo y con Hannah, prefería llamar a mi mejor amiga para ver como estaba, pero si no arreglaba esto ahora mañana no podría hacerlo, mi madre tenía que hacer un reportaje y mi padre se iría temprano a su oficina.

Mis padres entraron a la sala, yo dejé mi bolso en la mesa del recibidor y me miré en el espejo, tenía casi todo el maquillaje corrido por el llanto y me sentía cansada. Me adentré en la sala y me senté en uno de los sillones individuales, frente a mis padres.

-Bien, ¿Ahora me quieren explicar lo que pasó?, Porque sinceramente no entiendo.

-Ese chico no es bueno para ti-Habló papá un poco más calmado.

-No entiendo, hace dos días lo llamabas tu yerno y ahora… ¿qué pasó?, ¿qué te hizo cambiar de opinión?

-Lo que ese chico te está haciendo.

-Si te refieres a lo de mis hombros, hubo una pelea y yo traté de detenerlos y pasó esto, pero no lo hizo él, sería incapaz de lastimarme.

-No hablamos de eso hija, es…diferente-Mencionó mamá, preocupada.

-Vimos tus calificaciones, tienes una materia reprobada y una falta, hoy vino una persona a decirnos que tú te escapaste con Leo de la escuela para ir a no sé dónde.

Recordé entonces ese día, en el que habíamos ido al búnker, donde casi nos habíamos besado, donde tocó «Let me love you» en el piano. Aquel lugar en el que pasamos mucho tiempo juntos, aquel lugar en el que acepté que estaba enamorada de él. Tantos recuerdos.

Los miré a ambos sin saber qué decir.

-Bueno…ese día yo me sentía muy mal y Leo me llevó a un lugar especial para que me sintiera mejor.

-El que estés mal no es excusa para que faltes a clases-Replicó papá-Muchas veces, antes de que llegara Leo, te sentiste así y nunca faltaste.

– ¡Por qué nadie hacía nada para hacerme sentir mejor!

-No lo necesitabas, estabas bien con tus pastillas.

– ¡No, nunca he estado bien!, ¡Leo solo se preocupó por mí!

– ¡Ese chico es una mala influencia!

– ¡No lo es!, ¡Lo único que quiere es cuidarme!

– ¡A mí no me parece que lo haga! -Mi padre se puso de pie- ¡Dame tu teléfono!

– ¡¿Qué?! -Copié su acción- ¡¿Por qué?!

– ¡Dámelo, es una orden!

Lo saqué del bolso de mi vestido y se lo extendí. Me acerqué para ver que hacía, estaba borrando el número de Leo y el de Asher.

– ¡Papá no! -Grité estirando la mano para quitarle el celular, pero él me lo impidió.

-No quiero que vuelvas a hablar con ese chico, ni por teléfono, ni por mensaje, ni en la escuela, ¿me oíste?, No te vuelvas a acercar a él…Si me desobedeces habrá severas consecuencias.

El nudo en mi garganta se hizo presente, mis ojos picaban, relamí mis labios sollozando. Mi padre me estaba arrebatando todo, justo cuando iba a confesarle a Leo que lo amaba llegó él a arruinarlo.

– ¡No puedes hacer eso!, ¡Es injusto!

– ¡He dicho!

– ¡No!, ¡No puedes hacerlo, no puedes quitarme algo que quiero solo por un capricho tuyo, no puedes!

– ¡Soy tu padre y ya lo hice!

– ¡Mamá, haz algo, por favor!

Ella me miró, aún sentada en el sillón, su rostro desprendía tristeza. Dio un suspiro.

-Lo lamento hija, pero creemos que es lo mejor para ti.

Me quedé callada observándola, no lo podía creer, me estaba quitando absolutamente todo lo que me importaba perder y estaba segura de que no sería temporal. Ahora mi gran pregunta era si podría volver al taller tomando en cuenta que él estaba ahí. Su imagen vino a mi cabeza, sus ojos, en especial sus ojos. No aguanté más y derramé lágrima tras lágrima sin lograr compasión por parte de ellos.

– ¿En serio creer que alejarme de lo único que me estaba ayudando a superar mis traumas es bueno para mí? -Pregunté con la voz entrecortada.

-Hija, él te está manipulando para que creas eso, nosotros te amamos y por eso hacemos esto, algunas cosas a veces duelen, y sé que piensas que lo estamos haciendo por tu mal, pero no es así, lo único que queremos es que estés bien. Trata de comprendernos, no sabes la preocupación que siente un padre cuando sabe que su hija está siendo manipulada por una mala influencia-Dijo mamá.

– ¡No puedo creerlo! -Mascullé enfurecida- ¡No puedo creer que me estén haciendo esto!

-Lo hacemos por tu bien.

– ¡No!, ¡Lo hacen por su bien!, ¡Porque si todo el mundo se llega a enterar de que la única hija de John Lodge es manipulada por una «mala influencia» tu reputación y la de la familia se arruinaría!

-No es eso hija…-Corrigió mamá.

– ¡Para ustedes la reputación es lo más importante y eso no va a cambiar nunca!

Mi padre me miró con mucho más enojo y tensó la mandíbula.

– ¡Si fuese o no lo que tú dices de igual forma no te vas a acercar a él, he tomado una decisión y no está a oferta para ti, es una orden y la vas a cumplir porque soy tu padre y mando sobre ti!

-Estás siendo cruel-Murmuré llorando.

– ¡No!, ¡Te estoy cuidando y te guste o no aquí se hace lo que yo diga, no lo que tú quieras!

Miles de gritos eran reprimidos en mi garganta, estaba siendo injusto conmigo, pensaba que lo que él decía estaba bien cuando no era así, si tan solo por un segundo se detuviera a escucharme nada de esto pasaría, no habría problemas ni confusiones.

– ¡¿Saben qué?!, ¡Me importa poco lo que piensen!, ¡Yo voy a seguir con mi vida, le seguiré hablando porque sé que no me hace ningún daño y ustedes no podrán hacer nada para impedirlo! -Grité tan fuerte que creí haber despertado a los vecinos.

Le arrebaté el teléfono a mi padre y subí corriendo a mi habitación, haciendo caso omiso a sus palabras. Me quité los zapatos, el vestido, el maquillaje y me eché a la cama, estaba encerrada con llave, sentada, con las rodillas junto a mi pecho y llorando.

Mi cabeza dolía, mi cuerpo estaba débil, mi garganta ardía, sentía una enorme presión en mi pecho y mi estómago se hacía pequeñito. Seguía llorando, no podía parar de hacerlo.

Alguien tocó la puerta de mi habitación.

-Hija, por favor, respira-Era mamá-Abre la puerta.

Miré mis manos y noté que comenzaba a temblar, no era buena señal, el temblor se hacía cada vez más fuerte, recordé entonces cuando Leo me abrazaba para que me calmara. Me levanté corriendo hacia el baño y tomé el frasco de pastillas.

-Hija queremos hablar, abre la puerta-Volvió a decir mamá.

Abrí el frasco y puse un puñado en mi mano, miré mi aspecto desaliñado en el espejo, tenía los ojos rojos y las mejillas coloradas y húmedas. Sorbí por la nariz y volví a mirar el montón de pastillas que se encontraban en mi mano temblorosa.

Comencé a acercarlas a mi boca y justo cuando mi mano tocó mi labio titubeé. Una parte de mí decía que lo hiciera, que era mejor tomarlas que seguir sufriendo con aquellos ataques de nervios, pero la otra me decía que debía calmarme sin las pastillas porque, en algún momento, dejarían de hacer efecto en mí, ya que mi cuerpo se habrá acostumbrado a ellas.

Cerré los ojos un momento mientras trataba de calmarme, metí las pastillas de vuelta en el frasco y lo lancé hacia la regadera, tratando de descargar mi ira. Mi madre siguió insistiendo sin respuesta de mi parte. Después de un rato cedió y se fue a su habitación.

Salí del baño y volví a mi cama, tomé mi computador y entré a mis correos, iba a hablar con Alice, (mi celular estaba muerto así que no podría escribirle un mensaje). También quería escribirle a Rosé, no pude hacer nada para consolarla en la fiesta y lo menos que podía hacer era preguntarle cómo estaba y si sabía por qué Eduardo se había enojado con Asher. Abrí los correos y busqué primero el de Rose.

De: Madd Lodge.
Para: Rose Miller.
Asunto: Sin asunto.

Oye Rose, siento no haber estado para ti en la fiesta, pero justo por eso te escribo, quiero que sepas que lo que sea que necesites estoy para ti, lo que sea, de verdad, por el momento no puedo hacer mucho con Asher ya que no tengo su número, mis padres me han borrado el de él y el de Leo, no sé qué voy a hacer sin Leo en mi vida, mis padres dicen que no lo podré volver a ver porque es una «Mala influencia». Me siento muy triste, pero ahora no es momento de hablar de mí, cuéntame cómo te sientes y si necesitas algo.

PD: Si no es mucho pedir, y si no te duele mucho contármelo, ¿puedes decirme qué pasó y por qué se enojó tanto Eduardo?

Envié el correo y después busqué el de Alice, esperaba que me respondiera al instante, necesitaba de verdad hablar con ella. Sé que no me entendería, pero por lo menos me escucharía y me daría un consejo, lo cual necesitaba.

De: Madd Lodge.
Para: Alice Hopper.
Asunto: Sin asunto.

Alice, sé que es algo tarde, pero, si aún estás despierta quisiera hablar contigo, necesito un consejo, mis padres no quieren que me vuelva a acercar a Leo ni a Asher, BORRARON SUS NÚMEROS DE MI TELÉFONO, ¿Puedes creerlo?, Po que yo no, de verdad quiero seguir viéndolo, la historia es trágica, literalmente, estaba a punto de decirle que lo amaba cuando mis padres salieron de la casa enfurecidos, ¿qué debo hacer?

Esperé un rato con los ojos cerrados, cuando el sonido de un nuevo mensaje iluminó la pantalla del ordenador.

De: Alice Hopper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Respuesta.

La verdad no, no puedo creer que hicieran eso, de cierta forma es cruel, y es trágico que no le hayas podido confesar tu amor a Leo, mi expresión a leer tus palabras con mayúscula fue un claro signo de exclamación en mi rostro, parece que quieren alejarte de toda la familia Williams, ahora solo falta que no te dejen ir a terapia con Penélope. Ojalá y no sea así… ¿sabes qué?, Se me acaba de ocurrir un plan para que tu sigas en contacto con Leo, te lo contaré por teléfono, Gabriel está conmigo y me acaba de dar la idea, pero te explico mañana por teléfono, por ahora, cuéntame, ¿Por qué tus padres se enojaron con Leo?

La intriga recorrió todo mi cuerpo, ella tenía un plan y me lo contaría hasta mañana, creo que ahora entiendo cómo se siente Hannah cuando hay un rumor que ella aún no sabe. En fin, Alice me estaba preguntando por qué se enojaron con Leo y ahora que lo pienso, ni siquiera yo lo sé.

Recapitulemos, creo que mi padre decía que era una mala influencia y después habló sobre mis calificaciones y…claro, la falta con uno de mis profesores, ahora, ¿Quién les dijo a mis padres que yo había salido con Leo?

De: Madd Lodge.
Para: Alice Hopper.
Asunto: Re: Respuesta.

La verdad no lo entiendo muy bien, cuando le pedí razones a mi padre solo me dijo que porque era mi padre y se hacía lo que él quería y bla, bla, bla…Siempre que le preguntaba salía con la misma respuesta, pero por lo poco que pude rescatar fue por el día en el que me escapé de la última clase con Leo.

De: Alice Hopper.
Para: Madd Lodge.
Asunto:??????

No entiendo, osea, entiendo que tus padres se molestaron por que tus calificaciones bajaron, pero, ¿cómo se enteraron?, Hasta donde yo sé, los únicos que supieron de esa salida fuimos Hannah, Rose, Asher, Gabriel y yo (yo fui quien le contó a Gabriel, espero no te enojes). ¿Quién de nosotros se lo pudo haber dicho y sobre todo?, ¿Y por qué?

Pensé por unos segundos en sus palabras, eran ciertas, nadie además de ellos sabía que yo saldría de la escuela y obviamente mis amigas no fueron, son mis amigas, jamás me lastimarían, a Asher tampoco lo creo capaz de hacer eso.

De: Madd Lodge.
Para: Alice Hopper.
Asunto: Re:??????

No lo sé, no se me ocurre una buena razón para que ellos quisieran hacerme eso, por lo de Gabriel no te preocupes, sé que él sería incapaz de hacerlo y supongo que para saber quién les dijo a mis padres les tendré que preguntar mañana.

PD: Hola Gabriel, estoy tan distraída que me salté la parte en la que me dijo que estuviste todo el tiempo aquí.

De: Alice Hopper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

Él dice «Hola a ti también Madd y no te preocupes porque tenemos un plan». En fin, nosotros vamos a preparar nuestro plan mientras que tú tratas de averiguar quién les dijo a tus padres que saliste con Leo, aunque, si lo piensas bien pudieron haber sido Josh o Verónica, o Sophia, tal vez te vieron salir con él por alguna ventana o yo que sé. Y les dijeron a tus padres. No confíes en eso, es solo una probabilidad.

Pensé por otro momento, las teorías de Alice eran posibles, pero no me centraría en esa idea ya que como ella decía solo era una probabilidad.

De: Madd Lodge.
Para: Alice Hopper.
Asunto: Sin asunto.

Estoy nerviosa y emocionada por escuchar su plan, trataré de averiguarlo, aunque, se me acaba de ocurrir una idea, técnicamente mis padres no me pueden alejar por completo de Leo porque lo voy a ver el lunes en la escuela y también el martes y el miércoles y así toda la semana.

De: Alice Hopper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

Hola Madd, soy Gabriel, ahora tomé posesión del ordenador de Alice, pero solo será por un momento, lo que te quería decir que es la palabra adecuada para describir cómo te sientes por nuestro plan es: «Nerviosionada», mezcla entre nerviosa y emocionada. Y otra pequeña cosita, tu plan está bien solo hay un detallito, el lunes no hay clases y tampoco las habrá durante dos semanas, ¿Lo olvidaste?, Son los viajes escolares de los de último año de preparatoria.

Por un momento Gabriel me hizo reír, pero después me dieron ganas de golpear el ordenador, era cierto, tenía vacaciones.

¡Genial!, El destino nos odia.

Concuerdo conciencia.

De: Madd Lodge.
Para: Alice Hopper.
Asunto: Sin asunto.

Gracias por recordármelo Gabriel, de verdad, no es sarcasmo, supongo que utilizaré su plan, los escucho mañana, ahora tengo algo de sueño y quiero dormir, gracias por escucharme.

De: Alice Hopper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

Buenas noches amiga, siempre estaremos para ti, lo que sea, nos hablamos mañana, un beso, bye…💓💓💓

PD: Soy Gabriel de nuevo, solo para desearte buenas noches y para recordarte que cuando necesites reírte yo tengo muchas tonterías para contar, que descanses.

Sonreí al ver lo atentos que eran conmigo y cerré el portátil. Lo puse en mi mesita de noche y me estiré para después tirarme en la cama y caer en un profundo sueño.


CAPÍTULO 26.- EL PLAN A.


Una semana. Tenía una semana sin salir de mi casa, ese fue el gran castigo que mis padres impusieron por mis bajas calificaciones, yo solo estaba ahí, encerrada, leyendo y buscando con que más aburrirme. Podía hablar con mis amigas por teléfono y de vez en cuando me visitaban, pero la verdad es que no me gusta que me visiten mientras están mis padres ya que ellos quieren escuchar absolutamente todo lo que les digo.

No les oculto nada, pero necesito algo de privacidad, como la que me daban cuando aún no se enteraban de que me escapé con Leo. Traté de explicarles a mis padres que él no tuvo la culpa, pero ellos seguían con su idea de que era un manipulador, mentiroso y mala influencia.

Hannah no me había venido a ver y por obvias razones yo tampoco pude ir a su casa a visitarla, pero esta tarde le llamaría para preguntarle si puede venir. Habíamos hablado un par de veces por teléfono, pero nunca pude contarle nada de Leo ya que mis padres me vigilaban todo el tiempo y en mi casa estaba prohibido decir ese nombre.

Era domingo en la mañana, usualmente Leo venía a visitarme a estas horas, pero la semana pasada vino y mi padre le gritó así que decidió ya no venir. La casa se sentía extremadamente sola, vacía, fría y escalofriante de cierta forma.

Mis padres se habían ido a trabajar, pero pusieron una cámara en la puerta de la casa para ver quién entraba y salía de la casa mientras ellos no estaban, ¿De verdad era necesaria? No, pero mis padres son exagerados, testarudos y poco comprensivos respecto a la reputación de la familia.

Durante años se ha cuidado esta reputación y para mi padre repercutiría en forma negativa que su única hija saliera con alguien que la manipula, que solo la usa o que la humilla. En pocas palabras, para mi padre tener reputación es tan necesario como hacer tres comidas al día.

Con mi plato del desayuno en una mano y un vaso de jugo en la otra, caminé hasta la sala y los deposité en la mesita del centro. Tomé el teléfono y llamé a Hannah, esperando que me respondiera.

– ¿Si? – Respondió la chica del otro lado de la línea.

-Hannah, ¿cómo estás?

-Un poco mal, pero sobrevivo.

Hice una mueca de tristeza.

– ¿Quieres contarme?

-Bueno, me siento algo decepcionada de Asher y de mí, Asher me utilizó cuando yo creí que de verdad me quería tanto como yo a él, pero veo que me equivoqué.

-No lo sé, no confío mucho en Eduardo, después de atacarme sin razón alguna creo que tiene ataques de ira y dice mentiras por que sí.

-No, Eduardo no es así, lo conozco de toda la vida y es incapaz de decir una mentira de ese nivel, además de que él le reclamó a Asher sobre algo así de terminar con su novia, osea Rose.

Adentré a mi boca el tenedor con tocino y pensé por un momento, tratando de recordar lo que había dicho exactamente.

-Creo que lo que Eduardo dijo fue que Gabriel y Asher trataban de separar a Rose de Eduardo y que ellos dos habían dicho muchas mentiras sobre ella.

Ahora que lo pienso tiene sentido, Gabriel siempre vio feo a Rose cuando estaba con Eduardo, y a Asher tampoco le agradaba mucho la idea de que estuvieran juntos, pero Rose nunca nos dijo nada sobre alguna pelea o algo que le disgustara de estar con Eduardo.

Ella se había alejado mucho de nosotras, casi no asistía a nuestras pijamadas y tampoco nos contaba mucho de ella últimamente, pero lo que pensábamos era que estaba todo el tiempo con Eduardo y eso no nos molestaba para nada.

-Pero…siendo sinceras, ¿Aún lo quieres? -Pregunté.

– ¿Tu aún quieres a Leo?

-Si te respondo tú me respondes-Negocié con una pequeña sonrisa.

-Bien…

-Pues sí, yo aún sigo enamorada de Leo, pero ahora mis padres lo odian, con decirte que hay una cámara afuera de la casa.

-Wow, eso sí que es exagerado, respondiendo a tu pregunta, sí, yo aún quiero a Asher, en tan poco tiempo de estar con él se volvió necesario para mí, fue un apego tan grande que no sé cómo se transformó de algo tan simple a ser vital para mí.

-Espero que en algún momento se arreglen, aun así, no queden como novios puedan ser amigos, Hannah, te recomiendo arreglarte con él y decirle que aún lo quieres, hazlo tú, que aún puedes.

Sentí el nudo presente en mi garganta.

-Por ahora me gustaría aclarar bien mis ideas, pero gracias por decírmelo igual. Volviendo a ti, me siento horrible con su situación, no puedes ni siquiera mandarle un mensaje y eso es desesperante. Por lo que me dijiste hace unos días estabas a punto de decirle que lo amabas y llegó tu papá para terminarlo todo…se escucha como la historia de Helena de Troya y Paris o Romeo y Julieta.

Me reí un poco ante su último comentario.

-Hablando de Romeos… ¿Alice ya te contó su plan?

-No, ¿a ti sí? -Pregunté sorprendida.

-Sí, y es genial, pero ella misma te lo va a contar más adelante, por ahora quédate en tú casa y nosotras vamos para allá en un rato.

Y me colgó. No sé por qué, pero todas las personas tienen la bonita manía de colgar el teléfono justo cuando yo quiero hablar.

*Leo*

Después de todo lo que pasó me quedé con la intriga de saber qué es lo que Eider quería decirme, le mandé mensajes por dos días al igual que llamadas, pero no los recibía y todo cobró sentido cuando le conté a Gabriel y él me dijo que estuvo con Alice la noche en la que pasó todo.

Eider y Alice se escribieron por correo y la primera le contaba a su amiga que habían borrado mi contacto y número de teléfono de su celular, junto con el de Asher para cortar comunicación por completo. Alice se estuvo mandando mensajes con ella y me mantenía al tanto. Según lo que sus padres le dijeron, alguien había ido a su casa para decirle que Eider se había escapado conmigo para ir al búnker y decían que yo era mala influencia, Eider trató de descubrir quién era la persona, pero sus padres no dijeron nada.

Estar encerrada en su casa no estaba a nuestro favor para descubrir quién era la persona, pero Asher se ofreció a ayudarme con eso. Mi hermano está algo mal, él de verdad estaba enamorado de Hannah y, aunque al principio sí fue parte de su plan sin que ella se enterara, después se convirtió en algo real, conozco a Asher y sé que, si lo de él con Hannah no hubiera sido auténtico, jamás me hubiera confesado su plan.

Sobre Eduardo no tenía mucha información, desde la gala no nos hablamos mucho, solo supe que se enojó porque Asher le mandó una foto dónde está Rose besándose con otro en el parque. Eduardo dijo que era mentira y que eso era fotomontaje o que simplemente había confundido a otra chica con Rose. La verdad es que confío más en la última opción, según Asher tomó la foto en la mañana que estábamos preparando el salón, y a esa hora él estaba más dormido que despierto.

Gabriel y Alice no tardarían en llegar a mi casa, mi padre estaba en el taller, mi madre en su oficina, Asher seguía investigando y yo esperaba a que mis dos ojos y oídos me informaran sobre Eider y el supuesto plan que tenían ellos. Cuando los dos chicos llegaron nos adentramos a la sala. Nos sentamos cada uno en un sillón.

-Bueno, nuestros planes son variados, por si acaso nos descubren con uno, el otro servirá-Dijo Alice.

-El primer plan consiste en usarme a mí como conector-Empezó Gabriel-Te prestaré mi celular, no podrás mandarle mensajes porque sus padres los verán, pero Alice tiene el plan perfecto para eso, de mi parte mi celular servirá para hacer video-llamadas.

Pensé por un momento en su idea, era buena. Además, no podía creer que Gabriel hiciera eso, de verdad era un muy buen amigo, siempre trataba de verme con ánimos y jamás pensé que llegaría a prestarme su celular solo para estar en contacto con ella.

-De mi parte, también seré conector, si quieres mandarle mensajes yo puedo dárselos, solo escríbelos en un papel, en cuanto ella lo lea yo me lo llevaré de regreso y lo guardaré por si en algún momento los quiere coleccionar o algo así.

Ellos me platicaban con una emoción muy grande mientras que yo solo miraba con atención.

-Y tenemos un último plan para que se vean en persona, pero para eso tendrás que esperar hasta mañana-Dijo Gabriel.

-Chicos, de verdad se los agradezco mucho.

-No tienes nada que agradecer, tu nos ayudaste a nosotros para estar juntos, ahora nos toca ayudar-Mencionó Alice.

-Solo no te vayas a poner sentimental ni vayas a llorar, ¿eh?

Los tres comenzamos a reír a carcajadas.

-Mira esto-Gabriel sacó su celular del bolsillo de su pantalón y empezó a buscar algo.

Después puso el celular frente a su cara, fruncí el ceño por un segundo, pero comprendí todo cuando escuché aquella voz, una voz que tenía mucho sin escuchar, una voz que podría oír hablar por horas sin cansarme, la voz de un ángel.

– ¿Gabriel?

-Hola Madd, ¿estás tú sola en tu casa?

– ¿Si?, ¿Por qué?

-Te tengo una sorpresa.

Me hizo una señal de que me acercara y me pusiera detrás de él. Lo hice y en cuanto la chica me vio gritó de asombro.

– ¡No lo puedo creer, Gabriel!

-Hola Eider-Dije con una sonrisa.

Ella seguía estupefacta, sin saber que responder, una gran sonrisa se formaba en sus labios, aquellos labios que siempre quise besar, pero nunca tuve la oportunidad de hacerlo. Sus ojos azules se iluminaban como el sol cuando se refleja en el mar.

– ¿Cómo…?

-Bueno, te lo explico rápido, nuestro plan consiste en que yo le voy a prestar mi celular a Leo para que ustedes hagan video-llamada, solo que nada de mensajes para que tus padres no los vean, así que ahora le voy a dar mi celular a Leo para que suba a su habitación y hablen de lo que quieran en privado.

-Pero, de igual forma va a aparecer que hice una video-llamada contigo, ¿qué les digo a mis padres sobre eso?

-Eso también está arreglado, si te preguntan tu solo diles que yo le presté mi celular a Alice para que hablara contigo porque el suyo se descargó, y si tus padres llegan a preguntarle a Alice o a su madre que si eso es cierto dirán que sí, porque la madre de mi novia está de acuerdo en juntarlos a ustedes dos a las espaldas de tus padres, la señora Hopper es genial, ¿lo sabías?

Tanto la chica como yo miramos a Gabriel sorprendidos, de verdad que lo habían planeado muy bien.

– ¡Gabriel mil gracias por esto!, ¡De verdad, muchísimas gracias!

Ella estaba tan emocionada que parecía que iba a llorar.

-No tienes que agradecerme nada, lo hago con mucho gusto.

Tomé el celular en mis manos y subí hasta mi habitación. Cerré la puerta y sonreí a la cámara mientras acomodaba el celular en mi escritorio para no estarlo sosteniendo.

– ¿Cómo has estado? -Preguntó la chica sonriendo.

-Siéndote sincero me siento algo incompleto, no es lo mismo sin ti, te hiciste parte importante en mi vida, literalmente te hiciste tan vital como respirar.

Ella mordió su labio inferior.

-Me siento igual.

Me sorprendió oírla decir eso, siempre creí que mi amor hacia ella jamás sería correspondido, pero veo que me equivoqué, tal vez ella de verdad me quiere.

-Me gusta mucho este plan, y él de Alice, son geniales.

-De hecho, yo no conozco nada de los planes, me dijeron que los tenían, pero nunca en qué consistían.

Reí un poco.

-El de Alice es que yo te escriba notas y ella te las entregará personalmente, después de que tú las leas ella se las va a quedar para que tus padres no las encuentren, y tú puedes mandarme notas también, si quieres.

-Serán como mensajes a la antigua.

– ¡Exacto! -Le di la razón y ella se empezó a reír.

-Por cierto, ¿cómo terminó la fiesta? -Preguntó.

-Técnicamente…se acabó, las personas se fueron, Rose seguía llorando mientras Eduardo la abrazaba, Gabriel llevó a Alice a su casa, Hannah huyó del taller y Asher fue llevado a casa por mis padres.

Ella hizo un mohín de confusión, el cual me pareció adorable.

– ¿Cómo está él?

-Mejor, aún tiene alguno que otro moretón, pero sanarán, ¿tu cómo estás?, Nunca pude ver con exactitud tus marcas.

Fue la verdad, aquella noche en la que la senté sobre la mesa y la revisé no pude ver casi nada por la obscuridad de la noche. Sabía que no había sangre porque ya hubiera goteado para ese entonces.

-Las marcas van desapareciendo, ahora solo queda un color rojizo-Respondió ella mirando sus hombros.

– ¿Y cómo estás con tus padres?, ¿Ya se llevan mejor?

-Mientras no me dejen verte y estar contigo, jamás.

-Creo que es bueno que se arreglen, tenían una muy bonita relación antes de que todo pasara.

-Eso ni lo sueñes, no los voy a dejar ganar, estoy muy enojada con ellos, literalmente están pensando en quitarme la puerta del cuarto, ¡La puerta de mí cuarto!

Abrí los ojos, sorprendido.

-La puerta-Repetí- ¿Cómo demonios te van a quitar la puerta?

-No lo sé, creo que oí decir a mi padre que con un desarmador quitaría los tornillos y adiós puerta.

-Creo que no es la mejor opción para que ustedes se arreglen.

-Si me quitan la privacidad de mi cuarto ten por seguro que me voy a mudar al baño-Declaró ella lo que causó que yo riera.

– ¿Y si quitan la puerta de baño? -Dije entre risas.

-No había pensado en eso-Dijo mientras arrugaba la nariz-Ya se me ocurrirá algo.

-Podrías mudarte a la habitación de huéspedes, o la sala de pijamadas.

-Creo que la segunda es mejor, estaré en la primera planta, podrías venir a verme y así no tienes que pasar por la cámara.

– ¿Qué cámara?

– ¡Ah, cierto!, No te lo he contado, mis padres pusieron una cámara en la entrada para ver quien entre y sale de la casa, están locos.

Parpadeé varias veces sin saber qué decir. Quitarle mi número y el de Asher de su celular. Quitarle la puerta del cuarto. Poner una cámara en la puerta…No creo que esas sean muy buenas medidas como para arreglar las cosas.

Suspiré mirándola de nuevo.

-Deberías hablar con ellos, y ellos deberían tratar de comprender.

Ella hizo una mueca dándome a entender que no lo haría hasta que obtuviera la solución que ella quería. Me hacía sentir un poco mal el saber que, por mi culpa, ella destruyó la bonita relación que tenía con sus padres.

-Por cierto-Empezó- ¿Cómo estás con la chica que te gusta?, ¿Le diste el brazalete?

-Ah…sobre eso…nunca tuve oportunidad de decirte que…

– ¡Oh no! -Gritó la chica mirando hacía lo que parecía ser la puerta de su casa.

– ¿Qué pasa? -Pregunté.

-Creo que mis padres llegaron de su reunión, acabo de escuchar las puertas del carro abrirse y cerrarse de nuevo.

-Eso significa que tenemos que cortar la llamada, ¿cierto?

-Si-Dijo volviendo la vista a la cámara-Lo siento de verdad.

-No te preocupes, pienso escribirte una nota y mandártela con Alice, pero será después.

Ella sonrió a la cámara y se despidió. Colgó el teléfono y yo bajé para regresarle el suyo a Gabriel, quien estaba en la sala, besándose con su novia. En cuanto notó mi presencia se separó de ella.

– ¿Y qué pasó? -Preguntó mi mejor amigo.

-Hablamos un rato, pero sus padres llegaron-Dije extendiéndole su celular.

Él lo tomó.

-Claro, hoy solo tenían una reunión para revisar cómo iban las ganancias de los restaurantes o algo así me contó Madd-Comentó Alice.

-Bueno, igual pienso mandarle una nota-Dije.

-Claro, Hannah tenía pensado ir mañana, así que si quieres darme la nota yo se la puedo dar a Hannah para que se la dé a Madd.

-Claro, gracias Alice.

– ¿Qué te parece si empezamos con los preparativos para el plan B? -Preguntó Gabriel mirando a su novia.

Ella sonrió y asintió con la cabeza.

– ¿En qué consiste? -Pregunté.

-Aún no está completo-Admitió Alice-Pero ya tenemos una idea y…yo tengo que hablar con Hannah, también con los padres de Madd y…supongo que con Rose.

-No-Negó Gabriel-No a esa, ella no, jamás, no se puede enterar.

-Si queremos que funcione y no levantar sospechas tiene que ir a la pijamada.

-Tiene meses sin ir a una pijamada suya, tú lo has dicho, nadie lo notará, no es como que a alguien le importe.

Alice suspiró.

-Bien, Rose está fuera de los planes.


CAPÍTULO 27.-PLAN B.


Estaba esperando a Hannah que, según a lo que me dijo Alice, me daría una nota. Habían pasado ya tres días desde que a Gabriel se le ocurrió hacer una video-llamada, después de eso no volvimos a hablar ya que sería sospechoso que me hubiera hecho más de tres video-llamadas con el novio de mi amiga.

Alice fue a visitarme hace dos días, pero me dijo que Leo aún no había hecho la nota, mis ánimos cayeron por los suelos en ese momento. Sobre Asher no sabía casi nada, Hannah era la que siempre me mantenía al tanto, pero desde lo que pasó en la gala…ella está resignada a no volver a tener novio, se siente muy mal, literalmente se siente como cuando Michell la engañó con la porrista.

Aunque todos sabemos que son términos diferentes, Michell es un idiota y Asher no. Preferimos darle la razón a ella, con lo mal que se siente sabemos que no nos hará caso y que, además, no es bueno para ella seguir pensando en eso. Obviamente, de alguna u otra forma tendrá que afrontarlo, es algo que todo mundo debe de saber:

“Puede correr o intentar escapar de sus problemas, pero, al final, siempre habrá un momento en el que los tendrás frente a frente, después de tanto tiempo de huir de ellos y creerte salvada, te darás cuenta de que debiste pelear cuando aún podías hacerlo.”

De Rose no sabía nada, mucho menos de Eduardo. Rose respondió a mi correo diciéndome que estaba algo mal y que ahora su novio había terminado con ella porque cree que lo de la foto es verdad, pero ella dice que no es la de la foto, me dijo que ella a esa hora estaba con Jess, la chica de la fiesta.

Llamé a Jess para confirmarlo, no sé por qué, pero no confiaba mucho en Rose, así que decidí investigar por mi propia cuenta -desde mi casa, claro está- y descubrí que era verdad.

Jess dijo que Rose estuvo con ella toda la mañana, desayunaron en casa de Rose y después fueron a la de Jess para escoger el maquillaje de la gala. Me sentí mal por haber desconfiado de ella, y también porque ella terminó con su novio por culpa de un error.

Alguien tocó a la puerta. Recordé entonces que Leo siempre tocaba la puerta en lugar de usar el timbre y la loca idea de que él había venido a verme pasó por mi cabeza. Mis padres no estaban en casa, así que no habría problema con dejarlo pasar.

Sí, pero te recuerdo que hay una cámara en la entrada y que yo sepa nunca le advertiste a Leo sobre ella.

Si lo hice.

Bueno, tal vez él no lo recordó.

¡Oh, no!

Me levanté angustiada, tomé el pomo de la puerta algo indecisa y al final abrí, dejándome ver a Alice junto con su novio. Un suspiro de alivio abandonó mis labios seguido de que abriera espacio para que entraran.

-Hola Madd, ¿Cómo estás? -Preguntó Alice.

-Bien, ¿y ustedes?

-Muy bien-Respondió Gabriel-Hannah no pudo venir porque fue a hacer las compras con mi tía.

-Oup, comprendo-Mencioné encaminándome a la sala, sabiendo que ellos me seguirían.

– ¿Saben algo de Asher? -Pregunté.

-Sí, al parecer ya está bien, no tuvo ninguna fractura, ahora creo que está buscando al chismoso, metiche y víbora que les dijo a tus padres lo del búnker-Dijo el chico.

-No sé qué es metiche, pero supongo que es un insulto-Comenté.

-Lo es-Afirmó Alice.

– ¿Y sobre Rose y Eduardo? -Cuestioné y vi como ellos hicieron un mohín de incomodidad.

-Sobre eso…quiero disculparme por lo que te hizo mi hermano, los golpes son la única forma en la que se puede relajar, aunque eso no es excusa para lo que te hizo y lo siento por eso.

Negué con la cabeza, restándole importancia.

-Eduardo vive con mi madre y yo con mi padre, nos vemos seguido, pero esta vez ha sido la excepción, se ha resguardado en casa y no he ido a buscarlo porque sé que terminará cerrándome la puerta en la cara.

-Mhm-Musité algo decepcionada.

-Sobre Rose tampoco se mucho, hemos hablado, pero…solo me ha dicho que se siente algo mal y que no quiere hablar, la invité a salir y dijo que tal vez iría-Dijo la castaña.

– ¿Puedo preguntarles algo?

-Lo que sea-Dijo Alice prestándome toda su atención.

– ¿Qué era eso de que a Rose le gustaba Leo? -Pregunté frunciendo el ceño.

Ellos se miraron con los labios apretados. Gabriel fue el primero en hablar.

-Es que…-Suspiró-…cuando pasó lo de la pelea por Josh yo busqué información, vine a visitarte de hecho.

Asentí con la cabeza, recordando.

-No fuiste la única que viste, también a Hannah, a Alice, a Leo, a mi hermano, a Asher y…a Rose.

– ¿Y? -Cuestioné algo nerviosa.

-Pues…Rose empezó a defender a Leo, pero…culpándote a ti y eso me pareció extraño de cierta forma.

Suspiré sin entenderlo. Jamás imaginaría a Rose culpándome de algo, no la creía capaz de eso, siempre fue muy buena persona conmigo y…

-Espera, ¿Es por eso que se llevan tan mal?

Él hizo una mueca apenada.

-Sí, fue mi culpa, ante todo aceptó las consecuencias, pero…no quería que terminara así.

– ¿Crees que de verdad le guste?

No debería pensar en eso, debería saber que la respuesta será negativa, pero quería, por lo menos, sacar esa duda de mi cabeza.

-Lo dudo-Esta vez habló Alice-Si le gustara hubiera aprovechado la noche de la gala para decírselo, la conozco, su llanto era fingido.

-Despreocúpate, independientemente de que a Rose le gustara Leo, cosa que no es así… a Leo le gusta…-Se detuvo repentinamente-…otra persona.

Completó al fin. Asentí con la cabeza sonriendo. Un silenció algo incómodo se formó en la habitación, el cual fue roto por uno de ellos.

-Por cierto-Comenzó Gabriel-Yo tengo algo para ti.

Una sonrisa se formó en mi rostro cuando vi que sacó un papel doblado del bolsillo de atrás de sus jeans. Me la extendió y yo la tomé al instante. Ansiosa la abrí y la leí. Sonreí ante sus palabras, tratando de grabar cada oración, cada palabra, cada letra.

-Veo que es algo muy bonito-Dijo Alice sonriendo.

Asentí con la cabeza, feliz. Toda mi felicidad desapareció cuando mi papá entró a la casa junto con mamá. Abrí los ojos, asustada. Doblé el papel y se lo lancé a Alice, quien lo guardó rápidamente en su bolso de mano y empezó a actuar como si platicáramos.

-…si, como te decía, en pocos días habrá una exposición de pinturas en el centro comercial Arge.

Mis padres miraron a la sala, yo los miré y les sonreí.

– ¿Qué exposición? -Preguntó papá, sentándose a un lado mío.

Miré a la chica asustada ya que pensé que lo había inventado como tema de conversación.

-La que habrá mañana, ¿puede dejar que Madd vaya conmigo? -Preguntó la chica.

-No lo sé-Me miró, indeciso.

-Por favor señor, es viernes, el último viernes de vacaciones, de ahí en más volveremos a la escuela, lo cual es agobiante, ¿no cree que Madd merece divertirse?

-Con todo respeto señor, creo que Madd ya ha estado bastante tiempo encerrada, y necesita salir y respirar aire fresco-Dijo Gabriel.

Mi padre miró a mi madre, quien levantó los hombros, después guio la vista a mis amigos, no muy convencido.

-Además, creo que Madd necesita algo de sol, la vitamina D es importante…solo vea a su hija, pálida como la mantequilla, y está muy débil, solo véala, toda flacucha y con menos forma que un costal de papas.

Lo miré enojada por eso último. Él sonrió inocentemente. Mi padre suspiró y asintió con la cabeza.

-Puede ir a la exposición, y podrás volver a salir, siempre y cuando sea con Hannah, Alice y Rose.

– ¿Y conmigo también? -Preguntó Gabriel, sonriendo como un niño inocente.

-Sí, parece ser confiable, novio de Alice, ¿cierto?

-Sí señor, mucho gusto.

Mi padre asintió con la cabeza y se levantó para salir de la sala. Alice y Gabriel sonrieron, emocionados.

– ¿Existe tal exposición de artes? -Pregunté.

-Claro que sí-Dijo algo ofendida- ¡Y tú irás con nosotros!

-Además ya tenemos listo el plan de salida en pareja-Dijo Gabriel-Ya sabes, tú y…ajá.

-Creo que sabe a qué nos referimos, no lo digas tan alto porque los padres de Madd están en la cocina, podrían oírnos-Susurró Alice.

-Claro, pero ya sabes, eso.

Asentí con la cabeza sonriendo.

&&&&&&&&&

Y estábamos ahí. Situados en la entrada de la exposición, mirando a nuestro alrededor. Esos éramos nosotros. La exposición apenas estaba empezando, a nuestro alrededor no había más que algunas personas. Alice estiraba el cuello buscando a Hannah y a Rose ya que habíamos quedado en vernos aquí. Gabriel iba tras su novia y yo la verdad sentía que solo estaba de tercera, lo cual era incómodo cuando ellos se besaban.

– ¡Rose! -Chilló la chica seguido de salir corriendo tras ella.

Yo solo miré como se abrazaban, ella parecía feliz. Gabriel corrió tras su novia mientras que yo me miraba en un espejo que estaba colgado por ahí, no sé por qué razón había un espejo colgado en una pared del centro comercial pero ahí estaba, conmigo reflejándose en él.

Llevaba puestos unos jeans rotos con una blusa roja y unos tenis blancos, en la cabeza llevaba puesta una diadema blanca y un bolso a juego. Me acerqué a los chicos, Rose me miró de pies a cabeza y después me abrazó fuertemente.

-Madd, te extrañé mucho, de verdad, desde que me contaste lo de Leo me preocupé, pero no quise ir a tu casa porque primero quise arreglar mis problemas.

-No te preocupes, sé que tú también tienes problemas-Dije sonriendo.

Ella iba vestida con unos shorts blancos y una blusa negra, tenía unos tenis blancos y un bolso bastante parecido al mío. Tenía el cabello atado en una coleta alta y se podían distinguir los rizos en las puntas de éste.

-Bien, ahora solo hay que esperar a Hannah-Comentó la castaña.

-Ya está aquí, me la topé hace un rato y se fue a comprar una malteada-Dijo la pelinegra señalando el puesto de malteadas.

-Oki, entonces entremos-Alice tomó a Rose por los hombros para darle la vuelta y caminar a la exposición.

La castaña, por su parte tenía puesto un vestido floreado con unos zapatos rosas pastel, su cabello castaño y lacio caía hasta su cadera y tenía una diadema rosa.

Es Alice vestida de Alice.

Confirmo.

Yo caminé al lado de Gabriel, quien miraba al frente, pensativo.

– ¿Te llevas mejor con Rose? -Pregunté-Aún no me olvido de lo que pasó en mi casa.

«-Tu solo quieres quedarte con Leo y estás manipulando a Madd»

«-Claro que no…Madd, la próxima vez que me vayas a invitar a tu casa, asegúrate de que ellos no estén»

-Lo siento por eso, no quise armar un escándalo, y sí, me llevo mejor con ella, pero solo por Alice, sé que son buenas amigas y no quiero arruinar eso también.

-Eres demasiado para este mundo Gabriel, eres comprensivo, chistoso y cariñoso a la vez, ¿de casualidad no quieres ser mi mejor amigo?

-De hecho, yo me considero tu mejor amigo, no sé cómo me tengas etiquetado, pero soy tu mejor amigo.

Sonreí.

-De verdad eres demasiado para este mundo, eres…un ángel.

Ángel…

Mi ángel…

Leo…

Tratar de evitar a Leo es imposible, incluso en mis pensamientos, ojalá y esté aquí, así podría verlo. Sé que sonaría imprudente si se lo preguntara a Gabriel, pero la prudencia no es uno de mis dones.

-Oye Gabriel, ¿Leo vendrá?

-No es fanático del arte, bueno, más bien de la pintura-Dijo mirándome de reojo-No creo que venga, estaba muy ocupado con Asher.

Asentí con la cabeza, desanimada.

-No te sientas mal, lo verás pronto, te lo aseguró-Me guiñó un ojo y dio pasos más rápidos, segundos después sentí la presencia de alguien detrás de mí.

Me di la vuelta para encontrarme con Hannah, bebiendo de su malteada que parecía ser de chocolate. Ella y yo platicamos mientras veíamos las pinturas, la exposición era algo aburrida, pero el tiempo pasaba volando cuando platicaba con mi amiga.

Ella me contó cómo se sentía con lo de Asher. Tenía pensado seguir con su vida, ignorando a Ahser y yo simplemente aceptaba sus decisiones, por más que quisiera decirle que eso no era lo correcto.

-Por cierto, Madd, Gabriel me dio algo que le dio Leo para que yo te lo diera a ti-La miré a punto de reírme y no por lo de Leo, sino por la forma en la que lo explicó.

-Es un papel-Dijo extendiéndomelo.

Lo tomé para abrirlo y después leerlo miré a Hannah sorprendida, volví a mirar la nota y después salté de emoción.

&&&&&&

– ¿Entonces si me dan permiso de ir? -Pregunté por quinta vez a mis padres.

– ¿Con quién estarás? -Cuestionó papá centrado en su ordenador.

Suspiré cansada. Estirando mis brazos sobre la mesita de cristal que estaba en la sala. Me encontraba de rodillas con la cabeza apoyada en la mesa. La levanté repentinamente, frustrada.

-Ya te lo dije, iré con Hannah a su casa, veremos algunas películas y si me dejan me quedaré a dormir ahí.

-Por mí no hay problema-Dijo mamá mirando de reojo a papá.

-Bien, toma tus cosas y sube a la camioneta, yo mismo te llevaré a su casa.

Me levanté emocionada y subí las escaleras. Tomé mis cosas para la pijamada y las metí en mi mochila, después agarré mi bolso y guardé mi celular, mi dinero, mis llaves y mis audífonos. Iría a casa de Hannah a hacer una pijamada, pero antes debía ir al parque, estaba todo listo, Hannah me ayudaría con todo.

Bajé con mi mochila en la mano y mi padre ya estaba listo para salir. Cuando llegamos a la casa de Hannah yo bajé corriendo, la señora Hermione me recibió junto con su hija. Me despedí de mi papá y entré en la casa. Donde Alice y Gabriel se encontraban, listos para llevar a cabo nuestro plan.

-Chicos, voy a salir a mi oficina por unos papeles, vuelvo en un rato-Dijo Hermione.

-Bien mamá, Alice y Madd tal vez vayan de compras para la pijamada-Respondió Hannah.

Todos teníamos caras de angelitos que se trasformaron en sonrisas cómplices cuando Hermione salió de la casa. La señora Jones se fue y la pelirroja tomó mis cosas en brazos.

-Hora del plan.

– ¡Fuga! -Gritó Gabriel con una sonrisa.

-Esto será emocionante-Chilló Alice

-Yo subiré tus cosas a mi habitación, por ahora tu vete, ¡Suerte! -Dijo desapareciendo por las escaleras.

– ¿No me veo mal? -Cuestioné mirándome en el tocador de la sala, me había puesto lo primero que me encontré en el armario, unos jeans rotos con una blusa blanca de tirantes.

Ya comenzaba a hacer calor.

-Noup, te ves perfecta, Gabriel, llévatela antes de que se arrepienta-Dijo Alice.

Subimos al auto de Gabriel. Él iba concentrado en el camino mientras yo sonreía.

– ¿Cómo te sientes?

-Me siento…nerviosionada.

Él empezó a reír.

-Aún te acuerdas.

-Jamás voy a olvidarlo, será mi nueva palabra favorita.

Me miró de reojo.

-Tengo otra más genial.

– ¿Ah sí?, ¿Cuál?

-Supercalifragilisticoespiralidoso.

– ¿Qué? -Pregunté con los ojos muy abiertos.

-Super-califragilistico-espiralidoso.

– ¿Y qué es eso?

– ¿Nunca viste Marry Poppins? -Preguntó como si fuera lo más raro del mundo.

-No-Admití.

Ahogó un gritó y me miró ofendido.

-Es una película, y es genial, la palabra supercalifragilisticoespiralidoso es parte de una canción y…

Así fue como pasó todo el camino platicándome sobre esa película. Si me la contaba estaba claro que no la vería, me había dado spoiler de todo lo que pasaría.

Llegamos al parque. Me adentré entre los arbustos y encontré aquella puerta redonda por la que tuve que entrar yo sola ya que Gabriel me había dejado afuera del parque. A cada paso que daba mi corazón se aceleraba cada vez más, la emoción recorría mi cuerpo, todos mis pensamientos eran buenos y positivos en esos momentos.

Bajé cautelosa las escaleras hasta llegar al suelo de metal, me di la vuelta y ahí lo vi a él. Me miraba con una sonrisa y yo casi no me podía creer lo que estaba pasando. Corrí a abrazarlo y él me recibió apretándome contra su cuerpo.

-Te extrañé mucho-Dije.

-Yo igual-Depositó un beso en mi cabeza, lo cual me hizo entrar en un estado de paz y comodidad.

Nos sentamos en el sofá. Él puso una mano en el respaldo y yo no dudé en tomarla. Su piel era suave. Él sonrió e hizo leves caricias a mi mano con su dedo pulgar.

– ¿Cómo has estado?

-Si te digo que bien posiblemente te estaría mintiendo, osea, estoy…viva, de cierta forma no he tenido ataques de ansiedad desde hace mucho pero igual me haces falta-Dije.

-Tú a mí también, creo que ya te lo había dicho, pero eres tan vital como respirar, literalmente eres mi vida y la estoy perdiendo, no quiero hacerlo, quiero tenerte aquí conmigo, aunque sea así, en secreto, pero te necesito.

Sus palabras hicieron que mis ojos comenzaran a picar. Me lancé en sus brazos y nos quedamos así por un rato, en silencio, sin decir una palabra. Solo nosotros dos, en aquella habitación bajo tierra…Donde nadie podría encontrarnos. Su corazón latiendo contra mi mejilla, su pulso no estaba acelerado, era tranquilo. Sus brazos transmitían paz…serenidad. El comenzó a pasar sus dedos por mi cabello, haciendo leves caricias.

-Leo…

-Dime-Susurró con mi cabello entre sus dedos.

– ¿Puedes tocar una canción en el piano?

Se quedó callado y ahí comprendí que tal vez él quería que pasáramos tiempo hablando o abrazándonos en lugar de tocar una canción.

-Sé que deberíamos aprovechar el tiempo juntos, pero…

– ¿Qué canción? -Interrumpió levantándose.

Lo pensé por un momento.

Water Fountain. Me gusta mucho.

Sonrió para después levantarse y posarse frente al piano.

Me quedé admirándolo, sus ojos centrados en el piano. De vez en cuando mordía su labio inferior. Mechones de cabello se deslizaban por su frente. Admiré sus manos, en una de ellas había un anillo, aquel anillo de acero, frío al tacto.

Miles de recuerdos vinieron a mí. Aquel día que lo conocí, cuando me preguntó mi nombre y comenzó a decirme Eider…Aquellos momentos que pasamos juntos afuera del taller, cuando reíamos durante horas…Aquellos domingos en la mañana, que pasaba todo el tiempo conmigo viendo películas…El día del restaurante en el que casi nos besamos y Gabriel nos interrumpió…O el día de la motocicleta, cuando me subí por primera vez a una…El día en que dijimos que Gabriel y Alice eran el uno para el otro por interrumpirnos.

Tantos momentos, tantos recuerdos…y los estoy perdiendo.

No sé qué decir en estos momentos, es triste pero seguro que las cosas cambiarán, todo dará un gran giro.

Cuando la canción terminó sus ojos me miraron con sumo detenimiento, hubo contacto visual, pero no fue nada incómodo, al contrario, parecía como si fuese lo más normal del mundo.

– ¿Y?, ¿Qué te pareció?

-Fue precioso.

Los dos sonreímos.

Mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolso de mano, lo abrí pensando que era Hannah y todo se vino abajo cuando vi el contacto de «Papá», en la pantalla. Miré a Leo asustada, y después volví al teléfono, descolgué y lo puse en mi oreja.

– ¿Papá?, ¿Qué pasó?

– ¿Dónde estás? -Su pregunta me descolocó por completo.

-En…en casa de Hannah, ¿dónde más?

-Di la verdad Madeleine, ¿dónde estás?

-Con Hannah-Repetí.

-Bien, llamaré a Hermione, y voy para allá.

Mi padre colgó el teléfono. Solté todo el aire que había en mis pulmones. Abrí la boca de la impresión.

Te lo dije, un giro inesperado.

No es el momento.

Modo pánico: Activado.

¡Que no es momento!

Ok, ok, me callo.

– ¿Qué pasa? -Preguntó Leo.

-Mis padres van a casa de Hannah para ver que esté ahí-Dije mirando al teléfono anonadada.

– ¿Tu teléfono tiene rastreador?

Lo miré tratando de pensar. No lograba concentrarme, su voz sonaba muy lejos, como si estuviera en contra galaxia.

-Creo que sí-Dije al final.

-Lo primero que hay que hacer es apagar el celular, tus padres pueden rastrearlo, sabemos que Hannah está en su casa y hará lo posible por cubrirte.

Asentí con la cabeza, tragando saliva. Apagué el celular y me tiré en el sofá, frustrada. Ahora solo quedaba ponerme en manos de Hannah y esperar alguna señal del cielo para no ser castigada por otras dos semanas.

*Hannah*

Desdé que pasó lo de la gala no volví a tener contacto con Asher, él me llamaba y me mandaba mensajes y yo terminé bloqueándolo, no quería saber nada más de él. Por mucho que me doliera dejarlo no podía hacerlo, no podía dejar que me lastimara, no lo permitiría, no otra vez.

Entendí que todo lo de la pelea fue por una foto que se filtró de Rose besando a otro, lo peor es que esa no era Rose, Eduardo había lastimado a Madd y Asher solo me había usado, solo fui una tapadera para su gran mentira. No estaba enojada con Madd ya que ella era muy buena persona y jamás se interesó en Asher cuando ella sabía que a mí me empezó a gustar. Mi enojo y decepción recaían en Asher.

Me sentía literalmente usada, pero no iba a dejar que eso me dañara, mi situación era mucho más manejable que la de Madd. Ella necesitaba de todo mi apoyo y yo se lo daría sin dudar. Cuando me dijeron que debía ir a la casa de los Williams me negué rotundamente ya que me toparía con Asher, pero Gabriel dio la solución: Él recogería los papeles de la casa y yo los entregaría.

Alice ayudaría de la misma forma, Gabriel con el celular y uno que otro plan medio alocado. Rose y Eduardo no hacen nada, de mi primo sé muy poco, no he hablado con él desde la gala. Y Rose, bueno, ella está demasiado triste como para pensar en los demás, y la entiendo.

Mi madre ya había regresado de su oficina, le dije que Madd se fue con Alice a comprar unas cosas y que Gabriel se había tenido que ir. Ella solo asintió y se fue a la cocina. Yo estaba en la sala con mi celular. El teléfono de casa comenzó a sonar y mi madre lo respondió.

– ¿Sí? … ¿Eider? … ¿Qué dónde está Madd?

Levanté la cabeza al instante, y comencé a hacerle señales a mi mamá, ella las entendió y por suerte me hizo caso.

-Sí, está aquí…no puedo pasártela porque está…en el baño… ¿vienes para acá? …Correcto, te espero.

Y colgó.

La miré con los ojos y la boca muy abiertas.

– ¡Oh, mi…! -Me detuve enseguida-…miércoles, hoy es miércoles ¿cierto? -Pregunté con el corazón en la garganta.

-No es gracioso, sabes que no debes decir groserías.

– ¡Lo siento!, ¡Estoy preocupada!, Y técnicamente no la dije, solo pronuncié un pedazo inentendible.

Ella suspiró aun mirándome.

– ¿Ahora me vas a explicar qué pasa? -Dijo poniendo ambas manos en su cintura.

-Si…bueno, los padres de Madd se enojaron con Leo, el mejor amigo de Gabriel, porque dicen que es una mala influencia solo porque un día Madd se escapó con Leo, aclaró que ella se sentía muy, muy, pero muy mal y Leo solo trataba de ayudar…Nosotros, Alice, Gabriel y yo hemos estado manteniéndolos en contacto ya que sus padres han hecho lo posible por alejarlos, con decirte que pusieron una cámara en la entrada de la casa…el punto es que nosotros solo queríamos ayudar.

Ella me miró confundida y por un segundo creí que no me había entendido, pues había hablado muy rápido.

-Bien, eso me parece muy bueno de tu parte, y apoyo tu plan ya que siento que John y Eider a veces son algo sobreprotectores.

Uff…menos mal que entiende.

– ¿Entonces me apoyas?

-Claro, y lo seguiré haciendo con este plan de unirlos de nuevo, pero… ¿dónde está Madd ahora?

-En el búnker de Leo, se fueron a ver ahí.

-Pues será mejor que la llames para que venga, porque los padres de Madd están en camino.

Me lancé al sofá por mi celular y llamé varias veces a la chica, pero no respondió, su celular estaba apagado.

Damn…

– ¡Vamos!, ¡Responde! -Murmuré para mí misma.

Terminé desesperada y tirándome en el sofá. Alice si fue a comprar las cosas de la pijamada y no tardaría en llegar. Gabriel la acompañó. Madd no respondía y yo no tengo el número de Leo.

Pero si tengo el de…oh, no…Asher.

Pues ya qué.

No te emociones, es una emergencia.

Pues llámale, el tiempo corre.

Cerré los ojos, frustrada.

-Todo sea por ayudar a Madd-Murmuré para mí.

Sacrificios de la vida, que se le va a hacer.

¡Que no te emociones!

Entré a su contacto, lo desbloqueé y lo llamé. Suspiré cuando descolgó al tercer tono. Tomé aire pensando en qué decirle.

– ¿Hannah? -Respondió su voz claramente sorprendida.

-Asher-Logré pronunciar entre las miles de palabras que estaba atoradas en mi garganta.

-Oye, ¿podemos hablar sobre nosotros…?

-De hecho, no te llamé para hablar sobre nosotros, lo hice por algo más importante…mira, odio pedirte esto, pero necesito tu ayuda.

Se quedó callado por un momento.

– ¿Qué necesitas?

-Como ya sabes Leo y Madd están juntos en el búnker, pero da la casualidad de que los padres de mi amiga vienen para acá a ver a su hija, pero ella no está aquí.

– ¿Y qué se supone que haga yo? -Dijo con tono seco.

Estaba dolido porque no quería hablar con él, pero por un segundo debería ponerse en mi lugar: Pasé por una ruptura amorosa y desconfiaba de cada chico que pasaba al frente mío y, cuando por fin le di mi confianza él, la traicionó y eso es injusto.

Siempre pensé que yo debía dar mi confianza y dependía de la otra persona si la traicionaba, porque cuando lo hiciera esa persona sería quien vivirá con el remordimiento de verme sufrir o con inseguridades.

Pero no siempre funcionó.

-Pues…podrías llamar a Leo y decirle que si la puede traer en este instante porque no creo que sus padres tarden.

Él se quedó callado, ¿Y si no aceptaba ayudarme?

-Asher…de verdad necesito ese favor, si los padres de Madd llegan aquí y no está su hija…estoy segura que volverán a castigar a Madd, no la dejarán salir y tampoco dejarán que la visite, todo se acabará para todos.

De tan solo pensarlo mis ojos comenzaron a humedecerse.

-No lo hagas por mí, hazlo por ella-Rogué cerrando los ojos.

-Lo haré, de hecho, yo estoy a dos cuadras de tu casa, le puedo decir a Leo que la traiga a donde estoy para que no tenga que rodear en la motocicleta, tardará más así.

Suspiré aliviada.

-Claro, gracias.

*Leo*

Volver a ver a Eider fue increíble, había extrañado su sonrisa, sus ojos, su voz. Aunque todo se hubiera acabado cuando sus padres le llamaron. Le dije a la chica que se calmara y que Hannah lo resolvería. Apagamos su celular para que no lo rastrearan porque seguramente así se habían dado cuenta que no estaba en casa de Hannah y por eso la llamaron, pero al ver que no decía la verdad seguramente se enojaron.

– ¿Y si mis padres se dan cuenta de esto? -Preguntó tirada en el sillón mientras pasaba ambas manos por su cabello.

-Relájate, no va a pasar nada malo-Me senté a un lado suyo, poniendo una mano en su hombro y dando leves caricias.

Ella suspiró mientras encendía su celular, al momento en que la pantalla se abrió en inicio, miles de mensajes y llamadas perdidas de su mejor amiga aparecieron ahí. La chica pasó el dedo por la pantalla leyendo los mensajes a una velocidad impresionante. Lo siguiente que sentí fue su cuerpo temblando levemente, pero ese temblor se hizo cada vez más potente.

-Mis padres…van…a…casa…de Hannah-Si voz estaba entrecortada y lo primero que se me ocurrió hacer fue abrazarla.

La tomé en mis brazos y comencé a acariciar su cabello, sus brazos, su mejilla. Traté de tranquilizarla con palabras, pero nada funcionó. Mi celular comenzó a sonar y pensé seriamente en no responder hasta que vi el contacto de Asher.

Seguro que ya sabe algo sobre la persona chismosa.

Contesté.

– ¿Asher?

-Leo, necesito que vengas con Madd a la calle Mulholland Drive ahora, los padres de Madd van a casa de Hannah, necesito que la traigas hasta acá y yo la acompañaré hasta la casa.

-Bien, vamos para allá.

Colgué el teléfono y me levanté jalando a la chica por el brazo.

– ¿A dónde vamos?

-Confía en mí, por ahora sube.

Salimos del búnker. Nos montamos en mi motocicleta y fuimos hasta la calle Mulholland Drive. Nunca en mi vida había conducido tan rápido -por lo menos no con Eider-. Vi el lugar donde dijo Asher que la esperaría. Divisé al chico en una esquina, esperando.

-Eider, necesito que bajes aquí y vayas con Asher, van a llevarte a casa de Hannah.

-Ok, nos vemos-Se bajó de la motocicleta.

*Madd*

Bajé de la motocicleta y dejé que Asher me encaminara, no di ni dos pasos lejos del chico cuando un impulso recorrió mi cuerpo entero. Escuché como estaba a punto de acelerar y me di la vuelta, corriendo hacia él.

– ¡Leo, espera! -Dije ya estando frente a él.

Le quité el casco rápidamente y me acerqué para darle un beso en la mejilla, pero él se movió hacia mí causando que mis labios chocaran con la esquina de los suyos. Mis mejillas se encendieron al igual que las suyas. Sonreí devolviéndole el casco en las manos y volviéndome hacia Asher.

-Te quiero-Dije.

-Yo también.

-Sí, sí, se quieren mucho, lamento arruinar el momento, pero creo que esa es la camioneta de tus padres.

Miré atrás de Leo y me di cuenta de que era verdad, mis alertas se encendieron y me di la vuelta para empezar a correr con Asher tomado de la mano. Corrí lo más rápido que pude hasta llegar al final de la calle. Solo teníamos que cruzar y la siguiente calle era la de la casa de Hannah. Un auto azul oscuro se atravesó frente a nosotros. Miré atrás, mis padres venían doblando la esquina donde me despedí de Leo.

– ¡Súbase! -Gritaron dentro del auto azul.

Era Gabriel, fiu.

Subimos corriendo a la parte de atrás y en menos de cinco minutos ya estábamos entrando en el garaje. Cuando el auto se detuvo por completo bajé apresurada para asomarme. Mis padres apenas iban a la mitad de la cuadra de la calle anterior, supuse que no me habían visto. Las puertas del garaje se cerraron por completo y pude descansar, me apoyé en la pared con la respiración entrecortada.

– ¿Estoy…a salvo? -Pregunté.

-Sí, creo que sí-Dijo Asher saliendo del auto.

– ¡Lo logramos!, ¡Si! -Gritó el otro chico-Esto es genial, ¿sienten la adrenalina?

Todos comenzamos a reír.

-No me gusta verlos separados, pero si estar así incluye este tipo de aventuras me gustaría que siguiera, Madd-Mencionó Alice abriendo la cajuela del coche.

Desde el garaje se escuchó como alguien tocó a la puerta principal y después un grito.

– ¡Hermione! -Era una voz grave.

Mi papá…

-Ok, esto es lo que vamos a hacer-Susurró Gabriel-Vas a tomar unas bolsas de compras y dirás que nos está ayudando a bajar y que todo el tiempo estuviste aquí.

Asentí con la cabeza tomando una bolsa. Comencé a subir las escaleras para entrar en la cocina. Abrí la puerta y entré, de reojo vi a mis padres parados en el pasillo.

-…queremos ver a nuestra hija, eso es todo-Dijo mamá.

-Bueno ella está…-Hermione iba a hablar, pero yo lo hice primero.

– ¡Papá!, ¡Mamá!, ¡Estoy en la cocina! -Grité.

Ellos entraron corriendo, su rostro desprendía confusión mientras que yo tenía una sonrisa.

-No los escuché llegar, estaba en el garaje ayudando a Gabriel y Alice a bajar las compras que fueron a hacer-Dije tranquila.

– ¿Y dónde están Hannah, Alice y Gabriel? -Preguntó papá.

-Yo aquí estoy señor, solo que también estoy bajando bolsas-Dijo Alice apareciendo detrás de mí por la puerta.

Depositó dos bolsas sobre la isla de la cocina y después apoyó los codos en ella.

-Mi novio está cerrando el auto en el garaje y Hannah creo que subió al baño, ella fue quien nos abrió el garaje, pero dijo que tenía que subir al baño-Agregó.

Mis padres miraron a todos lados, confusos. Alice y yo nos dedicamos una mirada de cómplices y comenzamos a sacar la comida de las bolsas.

-Bien, entonces nos vemos mañana, solo queríamos saber si estabas bien.

Ay, ajá, solo querían mantenerme lejos de Leo…

-Si-Asentí con la cabeza-Nos vemos.

Ellos se fueron. Cuando Hermione revisó que estuviéramos solas se acercó a mí con una sonrisa.

-Hannah me contó todo, y no te preocupes Madd, tu secreto está a salvo conmigo.

Sonreí agradecida. Después Gabriel entró con las bolsas que faltaban y las dejó junto a las otras.

– ¿Saben en qué estoy pensando?, Nunca le pusimos nombre a este plan-Dijo mirándome sorprendido.

– ¿Ah, sí?, ¿Cómo lo llamarías? -Pregunté con una sonrisa.

Él hizo un mohín, pensativo.

-Bueno, tomando en cuenta que es el plan B, yo lo llamaría «plan B de búnker».

Todos comenzamos a reír.

-Eso suena más como a clase para niños de seis años que a nombre de plan-Dijo Alice acercándose a su novio y apoyando la cabeza en su pecho mientras lo abrazaba.

-Ya se me ocurrió otro-Mencionó captando mi atención- El plan…supercalifragilisticoespiralidoso.

– ¡Oh! -Eché la cabeza hacia atrás con una sonrisa-Necesito aprender a decir eso.

-Necesitas ver Marry Poppins-Corrigió.

Alice solo nos miraba sin entender. Todo tan lindo. Pasé tiempo con Leo, vivimos una verdadera aventura, mis padres casi me descubren y sentí la adrenalina correr por mis venas, Alice y Gabriel estaban juntos, pero faltaba algo…faltaba…

– ¿Y Asher? -Pregunté.

-Oup, me dijo que se iba para no incomodar a Hannah, pero que si quieres hablar con él con toda confianza lo contactes, yo te puedo prestar mi celular si quieres.

-Muchas gracias, Gabriel-Dije sonriendo.


CAPÍTULO 28.-ROMEO Y JULIETA.


*Leo*

Mi celular sonado fue el que me despertó de mi profundo sueño. Lo tomé de la mesa de noche y revisé quien era. Bufé en señal de molestia y descolgué.

– ¿Qué quieres Gabriel? -Pregunté aún con los ojos cerrados.

-Necesito que te cambies y salgas de tu casa ahora.

Revisé la hora en mi celular. Las 3:00 am. Debía estar bromeando.

¡Qué demonios quiere a las 3:00 am!

No lo sé, pero creo que ahora sí ha caído en la locura o la demencia.

Suspiré con ganas de volver a dormir.

– ¿Qué haces despierto a las malditas tres de la mañana? -Le pregunté para después bostezar.

-Eso te lo voy a explicar en cuanto bajes, te estoy esperando afuera de tu casa junto con Asher.

-Son las tres de la mañana-Repetí.

– ¡Ay! …Los de la NASA se despiertan a las dos para empezar a trabajar, no te quejes.

-Sí, pero da la casualidad que yo no soy de la NASA así que necesito dormir.

-Vámos, será divertido.

-No quiero diversión, quiero descansar, tengo mucho sueño y…

Me corté a mí mismo por las últimas tres palabras que dijo.

-Es por Eider.

-Maldito manipulador-Dije sentándome en la cama.

-No te quejes, te espero aquí.

Y colgó.

¿Asher estaba con él?, ¿Qué demonios estaba planeando?

Abrí los ojos por completo y me levanté. Me vestí con algo decente y salí de mi habitación procurando no hacer ruido para no despertar a mis padres. Bajé las escaleras y abrí la puerta hacia la calle. Gabriel y Asher estaban apoyados en el auto del primero. Mi pobre hermano tenía más cara de dormido que de despierto.

– ¿Ahora si me explicarás? –Pregunté bostezando nuevamente.

Él sonrió inocentemente.

-Aún no, solo puedo decirte que tendrás que hacer el papel de Romeo, por ahora, sube al auto.

Fruncí el ceño sin entender. Estaba a punto de protestar, pero él siguió caminando hacia el asiento del conductor, dejándome hablar solo. Asher se estiró para después entrar en el auto y yo hice lo mismo. Decidí no preguntar a dónde iríamos ya que sabía que no me iba a decir. Llegamos a aquella casa blanca con puertas de madera pulida.

Confundido miré a mi mejor amigo. Miles de sentimientos recorrieron mi estómago, pasaron por mi garganta y terminaron en mi cabeza para después recorrer el mismo camino. Estaba nervioso por saber qué es lo que íbamos a hacer.

Gabriel estacionó afuera de la casa y salió del auto. Repetí su acción y me detuve frente la casa mientras Gabriel y Asher sacaban una escalera de la cajuela del auto, ganando un ceño fruncido de mi parte. Mis cejas se unieron mucho más cuando vi que ponían la escalera en el ventanal de Eider.

– ¿Qué están haciendo? -Susurré para no despertar a nadie.

-Ayudándote, ¿qué más? -Dijo Gabriel en un tono de voz normal.

Después de unos segundos de acomodar la escalera me miraron esperando que subiera.

– ¡Vas!, ¡Trépate! -Dijo Gabriel estirando su mano.

Miré a Asher, indeciso.

-Confía en nosotros, súbete para arriba.

-Pues ni modo que suba para abajo, baboso-Reclamó Gabriel.

Rodé los ojos divertido. Tomé los bordes de la escalera algo nervioso. Nunca había estado tan nervioso como ahora. ¿Esto no era cursi?, ¿Le gustaría verme?, ¿Y si me descubren?, ¿Y si no le gusta la sorpresa?, ¿Y si me caigo de la escalera?

¿Y si te dejas de idioteces y te subes ya?

Ok, entendí, tampoco me insultes.

Obedecí a sus miradas desesperadas y subí. Cuando estuve hasta arriba di un par de golpes a la ventana, esperando ansioso por una respuesta. Después de unos segundos de no recibirla me giré y miré a los chicos, encogiéndome de hombros.

-Seguramente está dormida-Dijo Gabriel, tranquilo.

– ¿A las tres de la mañana?, No, ¿en qué te basas? -Le dije sarcástico.

Cuando di un traspié para bajar de la escalera alguien abrió el ventanal. Mi corazón latió rápidamente mientras me giraba rotundamente hacia ella. Sus ojos azules estaban levemente entrecerrados, su cabello totalmente despeinado y traía puesto su pijama azul celeste.

– ¿Leo? -Susurró la chica asomándose- ¿Qué haces aquí?

-Vine a verte-Dije mirando su rostro a solo centímetros del mío.

Ella sonrió y estiró su mano para tomar la mía y no dudé en hacer lo mismo.

*Madd*

Me había levantado al baño cuando escuché golpes en la ventana, al abrirla me encontré con Leo. De todas las sorpresas que me ha dado creo que esta es la más hermosa, romántica y chistosa. Sonreí de la emoción y estiré mi mano para tomar la suya, él respondió acercándola a mí.

-Si mis padres te ven…van a matarte-Dije mirando a la puerta y volviendo la vista a la ventana.

-No creo que puedan hacer mucho desde ahí adentro, además…nadie dice que nos van a ver.

– ¿En serio tendrás problemas con papá? -Insistí con una sonrisa.

Mi corazón latía como loco de tan solo ver su rostro frente al mío.

-Creo que me arriesgaré, la recompensa vale la pena.

Reí por lo bajo sin dejar de mirar al chico. Diría que mantener el contacto visual por tanto tiempo era incómodo, pero con él no. Podría quedarme horas mirándolo sin decir nada y no me cansaría, jamás. Sonreí más, aún sin poder creer que él estaba aquí, en mi ventana, montado en una escalera con Gabriel y Asher debajo.

-Me siento rara así, yo en mi balcón, tú en una escalera, parece una obra de teatro.

-Yo soy Romeo y tú Julieta, o por lo menos eso dice Gabriel, solo espero que nuestro amor no termine igual que el del libro.

Nuestro amor…

¿Nuestro amor?

¿Dijo la palabra…amor? ¿Con nosotros dentro de la oración?

Si, lo hizo, ya me emocioné.

Yo también.

Esas palabras causaron que mi corazón latiera de una forma inexplicablemente anormal, todo en mi estómago se removió, mis ojos se iluminaron al igual que mis mejillas. En conclusión, fue una revolución en mi interior.

-No sé si es porque aún sigo dormido…pero quiero besarte-Dijo acercándose a mí-No, no estoy dormido, definitivamente quiero besarte.

Se acercó hacia mí y yo hice lo mismo sacando mi cabeza del marco de la ventana. Subí mi mano hasta su mejilla para acariciarla. Un momento en el que toda mi cordura se fue por la puerta cerrada de mi habitación. Sus ojos café/verdosos iluminados tan cerca de los míos, su piel era suave y cálida, su aroma…percibía un leve olor a café con vainilla y el único sonido que se podía percibir en ese instante era el de las hojas de arbustos moviéndose por el cálido aire de primavera que cubría Los Ángeles.

Su respiración chocando con la mía, su mano pasando por mi cuello. Sus labios rozando los míos…Pero no todo es perfecto, alguien tocó a la puerta y yo me sobresalté.

-Madd, ¿estás despierta?

Miré a Leo, asustada.

-Mi papá-Susurré.

Miré a la puerta sin saber qué hacer. Escuché un estruendo detrás de mí -donde se encontraba la ventana-. Volví a mirar y la escalera junto con Leo habían desaparecido, no me dio tiempo de mirar hacia abajo, mi padre había entrado.

– ¿Qué haces despierta? -Preguntó con el ceño fruncido.

-Fui al baño y vine a cerrar la ventana porque entraba aire y no me sentía cómoda.

Dudó un poco de mi respuesta. Traté de mantenerme firme y fingir que estaba medio dormida para que no sospechara nada. Si mi padre se asomaba a la ventana podría ver a Asher a Gabriel o Leo y seguro que los mataría…o por lo menos los denunciaría bajo los cargos de invasión de propiedad privada.

Pesé a que solo transcurrieron unos segundos para que mi padre respondiera, yo los sentí como eternas e interminables horas.

-Bien, que descanses-Dijo al fin, se dio la vuelta y cerró la puerta detrás de él.

Solté un suspiro de alivio y después recordé que Leo se había perdido de mi campo de visión, además de que escuché un estruendo afuera, ¿Y sí…?

¡Oh, no!

Corrí hacia la ventana para asomarme y vi a Leo tirado en el pasto, tratando de levantarse con ayuda de Asher.

– ¡Oh por Dios, que pasó! -Susurré asustada.

Gabriel miró arriba, después a Leo y volvió a mí.

-Creo que se cayó-Dijo asintiendo con la cabeza.

Rodé los ojos.

-No se cayó Gabriel, lo tiraste que es otra cosa-Recalcó Asher.

– ¡¿Lo tiraste?! -Volví a susurrar mientras veía como se ponía de pie.

-Es que si tu papá lo veía te iban a regañar y lo único que se me ocurrió fue empujar la escalera-Explicó- ¡Ay!, Además, mira, está vivo ¿no?, eso es lo que importa.

– ¿Estás bien? -Pregunté.

-Si-Respondió poniendo una mano en su espalda.

-Bueno, será mejor que nos vayamos antes de que nos vean-Dijo Asher mirándome.

Asentí con la cabeza sonriendo.

-Gracias por la sorpresa, te quiero.

-Yo también-Respondió el chico del piano antes de entrar al auto.

Se subió al coche y se fue, perdiéndose entre la oscuridad. Cerré la ventana y volví a la cama, tratando de dormir.

Pero una pregunta invadió mi cabeza:

¿Qué hacía mi padre despierto a esta hora?

*Alice*

Después de la gala nada fue igual, a excepción de lo mío con Gabriel. Por lo que supe Eduardo terminó con Rose y ella se siente muy mal, el día de la exposición de artes me platicó lo mal que se sentía y que ella trató de arreglar las cosas con su novio, pero él no quiso escucharla.

Asher y Hannah habían terminado lo que apenas habían empezado, aunque técnicamente ellos ya eran novios mucho antes de que ellos lo admitieran, pues se besaban y hacían cosas de novios, claro ejemplo de que no se necesita una etiqueta, de que no necesitas presumir solo para demostrar que quieres a alguien, cuando lo haces en privado tiene mucho más valor.

Sobre Leo y Madd no puedo decir mucho, nuestros planes han salido bien, por lo menos sus padres no nos han descubierto. Leo se ha estado mandando notas con Madd y yo las he guardado todas en una cajita de mi habitación, si es que todo esto se arregla -es claro y necesario que lo hará- le devolveré los papeles a Madd para que ella los tenga.

Gabriel me contó sobre lo que hicieron en la madrugada y esta mañana también hablé con Madd, quien estaba extremadamente feliz por aquella visita inesperada, por teléfono sonaba muy feliz y desde que la he visto con Leo lo ha sido. Puedo asegurar que la veo mucho más feliz, activa y segura de sí misma que cuando estaba con Jason.

No es que Jason haya sido un mal novio, no lo fue, por lo menos no en público. Pero Madd y él peleaban seguido por que todas las chicas estaban detrás de él y Madd era muy insegura en esos tiempos, en especial por las críticas de Verónica y sus amigas.

Estaba llegando a la casa de mi novio, se me habían ocurrido un par de cosas para que Madd y Leo se sigan viendo a escondidas, pero necesitaba comentarlas con Gabriel y con Leo para ver si todos estábamos de acuerdo en hacerlo.

Di un par de golpes a la puerta y una mujer de cabello negro me recibió. Fue extraño ver a su madre aquí, ya que él vive con su papá, pero recordé que está de viaje y su madre lo visita cuando eso pasa.

-Hola señora Harper.

-Hola querida, pasa, Gabriel te está esperando en la sala.

Caminé hasta dicho lugar y encontré al chico con su celular. Me senté a un lado suyo y cuando él sintió el peso del sofá me miró con una sonrisa. Se acercó a mí y depositó un suave beso en mis labios.

– ¿Ahora qué fue lo que ideó tu pequeña cabeza maligna? -Preguntó.

-Pues…tenía pensado reunirlos en un lugar público, un lugar al que todo el mundo iría, en especial Leo y Madd, si ellos se llegan a topar sus padres no tiene por qué enojarse ya que es un lugar público.

-Buen plan, ¿y qué lugar es ese?

-Un concierto que darán los estudiantes de Stonwell High en el centro comercial Arge-Expliqué.

-No es mala idea, podríamos invitar a Hannah y a Asher-Sugirió.

Me quedé mirando el florero que estaba en la mesa de centro, pensativa.

– ¿Sabes?, He estado pensando que nos hemos centrado tanto en Leo y Madd que nunca dejamos tiempo para Asher y Hannah.

El hizo una mueca de extrañeza.

-No lo había visto de esa forma y es cierto, deberíamos pensar en algo para unirlos.

Un silencio se formó entre nosotros mientras pensábamos. Literal, si nos preguntaban cómo pasábamos el rato podríamos responder que en silencio, pensando en locuras y estupideces.

¿Cuándo una persona escribe una canción, escribe lo que siente o solo lo que piensa?

No lo sé.

Porque hay algunas canciones muy tristes.

Cierto, pero ahora hay que concentrarnos en el plan.

Sabíamos que si planeábamos algo tendríamos que comentarlo con Asher, pero él no era el problema, seguramente aceptaría sin ninguna objeción. El problema era Hannah, aunque no supiera nada del plan hasta que se llevara a cabo no habría forma de que no saliera corriendo en cuanto vea a Asher.

¡Oh!, Yo tengo algo, solo…

Conciencia, ahora no es momento de tonterías.

Pero…

¡Que no!

– ¿Por qué será que se pelean mucho si se quieren tanto? -Preguntó mi novio echando la cabeza al respaldo del sillón.

-No lo sé, pero las personas dicen que las mejores parejas son las que se pelean más, porque después de la tormenta saben cómo seguir adelante, aunque, realmente no es esperar a que la tormenta ceda, sino aprender a caminar bajo la lluvia.

-Guao, inspirador, ¿Y qué quiere decir?

Di una pequeña risa.

-Que no importa cuántas veces discutan, si se aman encontrarán la forma de estar juntos pase lo que pase, porque están destinados a estar juntos-Dije.

-Como dicen en mi país, «siempre hay un roto para un descosido»

Me reí a carcajadas por esa última frase.

-Otra duda, ¿Por qué nosotros somos los que buscamos formas para unirlos si se supone que ellos, que se aman de verdad, deberían buscarlos?

-Pues en el caso de Leo y Madd sabemos que ellos quieren estar juntos pero que sus padres no los dejan, bueno, solo los padres de Madd. En el caso de Hannah y Asher es porque Hannah ha entrado en una etapa de negación, pero después se le pasará-Expliqué lentamente.

-Oh, ya entiendo, Madd y Leo son como Romeo y Julieta, divididos por su familia que se odia a muerte-Dijo mi novio exagerando la voz, como si estuviera en una obra de teatro-Bueno, solo la familia de Madd odia a la de Leo, pero igual, se odian.

-Volviendo a nuestro plan, ¿se te ocurre algo? -Pregunté.

-No, ¿y a ti?

Negué con la cabeza.

Así seguimos pensando un largo rato que podríamos hacer para unirlos sin que Hannah saliera corriendo.

¿Corriendo?

¡Corriendo!

Eso es…

– ¡Gabriel, ya sé que podemos hacer! -Dije poniéndome de pie y tomándolo del brazo para salir de la casa.

Subimos a su auto y le dije que me dejara en casa de Hannah y que él fuera a casa de Asher. Durante el trayecto a casa de mi amiga le expliqué lo que haríamos y él aceptó. Cuando estacionó afuera de la casa bajé corriendo y golpeé la puerta, Gabriel ya se había ido. Hannah me recibió con una sonrisa algo fingida.

– ¿Qué pasa? -Pregunté.

Me hizo una señal para que entrara y caminamos hasta la sala, me mostró su celular, estaba en Instagram con las historias de Asher: Él estaba con una chica en un parque, muy feliz por la sonrisa que los dos tenían.

-Eso no me lo esperaba-Dije algo sorprendida.

-Yo tampoco-Dijo seca, tirándose en el sofá-O no, creo que sí lo esperaba, como Michell me engañó con Rubí, Asher me cambió por ella, ni siquiera la conozco y creo…creo que estuvo en la gala.

-Pues seguramente es familiar suyo.

-O es una de las modelos que trabajaba con Leo.

– ¿Por qué no mejor decimos que es familiar?

-Porque hay que ser realistas-Defendió ella.

Bufé en señal de frustración. El silencio reinó por unos segundos, solo mientras ella terminaba de ver las historias del chico.

-Oye Hannah, si no estás muy ocupada sufriendo por Asher…

Su mirada asesina hizo que me callara.

– ¿Te gustaría salir por un helado?

Otra mirada asesina.

– ¿O un frappé?

Mirada asesina. Mi cuerpo se tensó, ya estaba algo incómoda.

– ¿O unas palomitas?

Mirada asesina.

– ¿Una botella de agua? -Dije con la voz aguda- ¿No?, Ok, no salimos.

Cerró sus ojos y respiró hondo.

-No me molestaría ir por un helado.

Sonreí poniéndome de pie.

-Madd me dijo que los helados que están por el taller son geniales, ¿Vamos? -Pregunté.

En mi interior estaba sonriendo maliciosamente pero ahora Hannah no podía ver eso, se arruinaría mi plan.

-Claro-Dijo encogiéndose de hombros.

Sí, ya cayó en la trampa.

Ahora solo falta guiarla hacia la boca del lobo.

Será fácil.

Sonreí maliciosamente mientras salíamos de la casa y caminábamos hacia el taller.

*Gabriel*

Después del show que mi hermano dio en la gala no se dejó ver, ni siquiera por mí. Necesitaba espacio y yo se lo daría. Rose no me caía nada bien, simplemente no lo hacía y no podían obligarme a hacerlo, pero por lo menos me alejaría de ella, así no tendría problemas ni afectará la relación que tienen ella y Alice.

De las tres parejas que somos Alice y yo fuimos la única que no terminó. Asher y Hannah -aunque me duela decirlo- terminaron. Eduardo y Rose terminaron -motivo de celebración-. Leo y Madd termi…a no, ellos no eran pareja, pero igual se consideran una por lo unidos de son, ¡Sus padres son los rencorosos que los separaron!

Pregúntenme por qué hago esto y no lo podré responder. Llegué a casa de los Williams y justo cuando iba a tocar la puerta, está se abrió con Leo del otro lado.

-Justo te estaba buscando-Dije sonriendo.

-Yo también, ¿Tú que necesitas?

-Unas llaves, ¿tu?

Me miró extrañado por unos segundos. Le hice una mirada y con solo eso entendió que llaves ocupaba.

– ¿Aún tienes la escalera? -Preguntó él.

-La escalera gris con marcos rojos en la que te subiste cuando fuimos a ver a Madd y que te caíste.

Me puso mala cara.

-Bueno, de la que te tiré…-Admití rodando los ojos-…Por accidente.

Otra vez me puso mala cara.

– ¡Ay, ya!

-Sí, esa-Respondió al final.

-Está en mi auto, ¿Por?

-Quiero volverla a ver.

Sonreí parpadeando varias veces y suspirando. El rodó los ojos cuando entendió lo que hacía y yo comencé a reírme.

– ¿Está Asher? -Cuestioné.

-Sí, debe estar arriba, lo llamaré.

Subió corriendo y ahí fue donde me di cuenta que yo estaba en la entrada cuando pude haber pasado.

Idiota.

Gracias conciencia, ayudas mucho.

Me adentré en la casa y vi como los dos bajaban, uno al lado del otro. En esa pose los hermanos eran casi idénticos.

-Parecen siameses-Dije con expresión de sufrimiento.

– ¿Me necesitabas? -Cuestionó Asher ignorando lo anterior.

-Sí, necesito que me ayudes a bajar algo del auto para guardarlo en la bodega, ¿me acompañan?

-Yo voy-Dijo Leo.

-Ya que-Respondió el otro.

– ¿Sigues deprimido por lo de Hannah? -Pregunté.

Él rodó los ojos y su hermano soltaba carcajadas.

-Te batearon re gacho, la verdad-Dije sabiendo que no me entendería, pero que Leo sí.

Asher me miró confundido mientras que Leo y yo nos reíamos en su cara. Un rato después estábamos los dos en mi auto, Asher distraído en su celular y yo contándole a Leo el plan de Alice. Él se empezó a reír y Asher asomó la cabeza entre los dos.

– ¿Me perdí de algún chiste? -Cuestionó.

-No lo entenderías si te lo cuento-Dije viendo a lo lejos a Hannah y Alice caminando por ahí.

Mis pupilas se dilataron al instante. Miré a Leo quien me dedicó una mirada de presión. Me aclaré la garganta y salí del auto.

-Vamos Asher, ayúdame-Dije abriendo la cajuela.

Salió del auto a regañadientes y cargó las cajas -llenas de piedras- y comenzó a caminar por un lateral del taller para adentrarnos a la bodega.

Si Asher se entera que solo lo hicimos cargar piedras nos va a matar.

No tiene por qué enterarse.

Volvimos al auto por las últimas dos cajas y Leo salió haciendo un ademán de caminar al lado opuesto. Asentí con la cabeza siguiendo a Asher.

-Esto es todo, ¿nos vamos? -Preguntó con algo de aburrimiento.

-Ahora que lo recuerdo, una cuerda de mi guitarra se rompió y dejé los repuestos aquí, ¿me acompañas al salón por la caja?

-Bien-Dijo adentrándose más a la bodega.

Desde la bodega se podía entrar al salón principal, sólo había que bajar por completo y subir un par de escaleras. Cuando llegamos al salón principal le dije que me acompañara al salón donde estaban las cuerdas y él aceptó subiendo las escaleras conmigo.

*Leo*

Vi a Hannah caminando con Alice hacia la heladería, levanté la mano para saludarlas y ellas me devolvieron el saludo. Corrí hacia ambas antes de que fueran por el camino de aquel local. Cuando estuve frente a ellas me aclaré la garganta.

-Hola chicas, qué sorpresa verlas por aquí-Dije mirando significativamente a Alice.

Ella lo entendió y me devolvió la mirada.

-Alice dijo que estos helados eran geniales y los quiero probar.

Miré a la castaña sonriendo y después volví a Hannah, asintiendo con la cabeza.

-Sí, son geniales.

– ¿Tú qué haces por aquí? -Meneó la cabeza- ¿Vienes con Gabriel?

Demonios, vio el auto.

Me aclaré la garganta por segunda vez.

-Sí, vino a dejar unas cajas en la bodega y lo acompañe, ahora debe estar cerrando la bodega-Dije apuntando detrás de mí.

-Ya veo, bueno nosotras vamos por nuestro helado-Dijo la pelirroja.

Se dio la vuelta dispuesta a irse.

– ¡Hannah! -Llamé captando toda su atención- Ahora que lo recuerdo, tengo una nota para Madd y quería ver si se la puedes dar.

-Claro, dámela, yo se la entrego.

Me quedé pensativo un momento, recordando.

-Claro, ahora que lo recuerdo dejé la nota aquí en el taller, ¿me acompañan por ella?

-Si-respondieron a coro.

Comenzamos a caminar hacia el taller.

-No debe estar muy perdida, seguro que está en mi salón-Dije adentrándome con las dos chicas detrás de mí. Subí al segundo piso y señalé mi salón.

-Ese es mi salón, déjenme entrar.

Alice se quedó parada afuera, yo y Hannah nos adentramos. La chica me miró extrañada al ver a las dos personas ahí dentro. Le hice una señal a Gabriel y él salió corriendo del salón. Hannah me miró confusa y antes de poder protestar cerré la puerta con llave. La chica la golpeó mil veces para que la dejara salir, pero no lo hice.

– ¡Leo, abre la maldita puerta ahora! -Gritaron desde adentro.

-No-Dijo Gabriel.

– ¡YA!, ¡SI NO LO HACEN ME TIRARÉ POR LA VENTANA!

-Bien, no creo que las cosas se arreglen de esa forma, así que voy a abrir-Dije a regañadientes.

Gabriel y Alice empezaron a discutir conmigo diciéndome que no les abriera, pero si no lo hacia Hannah sufriría muchas lesiones. Después de cinco minutos de discusión ellos me dejaron abrir.

Aceptaré mi derrota y abriré, a menos que…

¿Estás pensando lo mismo que yo?

Creo que sí.

Pues adelante.

Metí la llave en el pomo y traté de girarla, pero no pude. Lo hice con más fuerza sin lograr resultados.

– ¡Hannah! -Grité.

– ¡¿Qué quieres?!

– ¡Creo que hay un problema, la puerta se atoró y para volver a abrirla se necesita una llave especial!

– ¡¿Qué?! -Chilló.

– ¡Supongo que esa llave está en la oficina de papá, voy a buscarla!

– ¡Que sea rápido, no quiero quedarme aquí!

Pasé ambas manos por mi rostro.

-Ojalá Maddy estuviera aquí, sería muy divertido-Dijo Alice.

Sonreí dándole la razón. Si ella estuviera aquí todo estaría mejor. Hasta yo.

-Voy a buscar la maldita llave-Dije bajando las escaleras.

Cuando me aseguré de que nadie me veía, sonreí maliciosamente.

*Hannah*

Silencio.

Era lo único que había en aquella habitación. Yo estaba apoyada en la puerta y Asher estaba sentado en el piano.

-Hannah, seguro que…

-No quiero hablar-Interrumpí mirándolo.

-No puedes vivir así, con rencor hacia mí, no hice nada malo.

Di una risa sin humor.

-Oh, lo siento, ¿Crees que usarme es algo bueno? -Pregunté sin romper el contacto visual.

-No te use.

– ¿Y cómo le llamas a eso?, ¿Mentir?, ¿Engañar?

Desvió la vista hacia la ventana y tomó aire para hablar.

-Mira, al principio no te tomé en serio, pero…

– ¿Lo ves?, La vida es más linda cuando aceptas tus errores.

– ¿Puedo terminar de explicarte? -Preguntó dando un paso hacia mí.

Me gustaría decir que retrocedí, pero no pude. No pude porque tenía la puerta detrás de mí. Maldita puerta.

-No necesito tus explicaciones, sé lo que pasó y con eso me basta para darme cuenta de que no eres el tipo de chico que quiero en mi vida, y yo tampoco lo soy para ti, por lo que veo.

Él frunció el ceño.

– ¿De qué hablas?

– ¡No trates de ignorarlo, hablo de las fotos que subiste a Instagram con esa chica!

Se quedó pensando un segundo y después me miró frustrado. Abrió y cerró la boca un par de veces, anonadado.

-Esa chica, es mi prima-Dijo sonriendo levemente.

-Gran invento, pero no me lo voy a creer.

-Tienes todo el derecho a no creerme, pero pregúntaselo a Leo o a Gabriel, ellos las conocen, son gemelas e hijas de mi tía Ada.

Me quedé callada con la mirada en el suelo. ¿Debería creerle?, ¿De verdad merecía que le creyera?

– ¿Por qué debería creerte? -Susurré.

-Ya te lo dije, no tienes que hacerlo, pero es la verdad.

Levanté la cabeza. Lo encaré, sus lindos ojos mirándome con total arrepentimiento. No sabía qué decir, tenía miles de cosas por decir, pero todas que quedaban atoradas en mi garganta. Mi mente daba miles de vueltas sabiendo que aún seguía enamorada de él y no podía cambiar eso.

-No puedo creerte-Le dije con un hilo de voz-No quiero creerte, porque sé que si lo hago volveré a caer en tus mentiras y no quiero hacerlo…por mucho que te ame no puedo dejar que me dañes…lo sé, estoy admitiendo que te amo cuando tú a mí no, pero el amor no siempre es correspondido lo sé.

Mis palabras quemaban cada parte de mi ser. Mi voz se quebró, él aire comenzaba a faltarme. Mi estómago se hizo pequeño. Cerré los ojos, dando permiso a que las lágrimas salieran. Cuando los volví a abrir divisé a Asher mirándome con total arrepentimiento en su mirada.

-Hannah, las cosas no son así, confieso que al principio no sentía nada por ti, pero mientras más pasaba el tiempo se convertía en algo real, me importabas…me importas y yo aún te amo, no dejaré de hacerlo.

– ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Acaso no confías en mí? -Las lágrimas amenazaban con salir.

-Claro que lo hago, pero no lo hice porque no quería destruirte.

– ¡Y lo hiciste de todas formas!, Puede que peor…si me lo hubieras dicho yo…yo te hubiera escuchado y tal vez ahora seguiríamos juntos.

No pude más, me rompí, una oleada de sentimientos estalló en mi cabeza y pecho, caí rendida al suelo mientras las lágrimas se adueñaban de mi rostro.

– ¡No comprendes todo lo que yo siento!, ¡Me siento usada y nadie me toma en cuenta!, ¡He tratado de no mostrar lo que siento por Madd, porque sé que ella está mucho peor que yo, pero en algún momento tengo que desahogarme!, ¡Tú crees que solo así se arreglarán las cosas cuando no es así!, ¡Y te odio por ser un maldito manipulador, mentiroso!

Me di cuenta de la gravedad de mis palabras y cubrí mi boca.

-Lo siento-Murmuré-No quería…

-No, me lo merezco y necesitabas desahogarte, si eso implica que me sigas insultando estoy aquí para escucharlo.

-Perdón, no quiero hablarte así-Dije con un hilo de voz.

-Sé que te hice daño y lo siento por eso, si pudiera hacer algo en estos momentos lo haría y no sabes la impotencia que siento al sentir de todo por ti y no poder hacer nada para arreglarlo, no quiero hacerte daño, quiero verte feliz y si eso implica dejarte ir lo haré, por mucho que a mí me duela…pero necesito que me lo digas tú a mí.

Lo miré aún con la vista nublada. Ni si quiera supe el momento exacto en el que se acercó hasta mí. Se arrodilló para quedar a mi altura. Mi boca solo servía para que miles de sollozos se hicieran presentes.

– ¿Quieres que me vaya de tu vida? -Preguntó.

Su voz destilaba arrepentimiento al igual que su rostro. No sabía que responderle, no quería sufrir más…pero si él se iba sería peor.

– ¿Quieres que me vaya de tu vida? -Repitió.

-No-Murmuré-No, te necesito, no puedo perderte, no puedo…no quiero hacerlo, solo quiero que lo nuestro vuelva a ser como antes…quiero que seas mi novio, quiero tener a alguien que me escuche y me abrace…por favor-Dije con la voz entrecortada.

-Tranquila, no me voy a ir, estoy aquí para escuchar lo que sea que necesites.

Me abalancé sobre él causando que cayera al suelo conmigo sobre él. Hundí mi cabeza en su cuello, sus brazos rodearon mi espalda haciendo varías caricias en ella.

-Te amo-Murmuré cerca de su oreja.

-Yo también-Dijo dándome la vuelta para que él quedara sobre mí.

Quitó los cabellos de mi cara y secó las lágrimas de mis ojos. Acercó su rostro al mío y me besó. Fue un beso suave, tranquilizador. Tomé su cuello para acercarlo más a mí y él no se quejó. Cuando nos separamos del beso él me ayudó a levantarme. La puerta se abrió “mágicamente” y nos mostró a mis amigos con una sonrisa angelical. Corrí hacia el exterior con Asher tomado de la mano.

– ¿Encontraste la llave? -Pregunté sorprendida.

Leo me dedicó una sonrisa inocente.

-No me mates, pero nunca existió esa llave.

Lo miré, efectivamente con ganas de asesinarlo.

-Fingí que la puerta se atoró para que así no te enojaras conmigo o te tiraras por la ventana, o en efecto tiraras a mi hermano.

Asher me miró encogiéndose de hombros.

-Yo no sabía nada-Aseguró.

-No te mato solo porque me ayudaste a volver con mi novio, si no fuera por eso Maddy estaría llorando en tu funeral.

– ¡Que cruel! -Exclamó Gabriel.

-También va para ti-Dije apuntándolo con el dedo índice.

– ¡¿Y yo que hice?! -Preguntó con las manos a los costados en señal de rendición.

-Siempre me insultas.

-Es que es imposible no burlarme.

Rodé los ojos divertida.

Bajamos todos juntos al primer piso riendo, Gabriel se ofreció a llevarnos en su auto a todos. Cuando estuvimos dentro él miró al asiento trasero con sonrisa de angelito, lo que indicaba que diría algo que nos molestaría a todos.

-Por cierto-Empezó el chico-Tengo dos puntos que aclarar…Uno, las cajas que Asher y yo bajamos no estaban más que llenas de piedras; dos, en la cajuela del auto hay una escalera con la que pudieron haber bajado Asher y tú-Aclaró señalándome.

-Te odio-Dije entre dientes.

-Aclarados esos dos puntos estoy listo para morir, pero espero sean buenas personas y no me maten.

-Yo no la haré-Aseguró el rubio.

-Yo tampoco-Dije mirando al frente.

-Ah, los quiero mucho-Dijo acelerando.


CAPÍTULO 29.- UN SECRETO SUICIDA.


*Hannah*

Mi felicidad estaba de vuelta, no sé cómo, pero pude decirle a Asher todo lo que pensaba y él lo aceptó. Me explicó lo que sentía y lo que pasaba de verdad y pudimos volver a ser novios, sé que parecemos bipolares y tal vez lo somos.

Estaba en la sala de mi casa mandándome mensajes con Asher, mi madre se había ido a trabajar y yo me quedé sola en casa. La paz que se sentía en aquel instante era de lo mejor. Daban ganas poner canciones de Green Day o cualquier otra banda de rock y ponerse a bailar por la casa, cantar a todo pulmón y brincar por todos lados, saltar en el sofá…Bueno, la paz era tan agradable que hasta daban ganas de limpiar.

Alguien llamó a la puerta mientras escribía aquel mensaje, decidí ignorarla por un rato, pero la persona del otro lado no tenía entre sus planes el ser ignorada. Bufé y me levanté a regañadientes, arrastrando los pies hasta llegar a la puerta y abrirla.

– ¿Qué quie…? -Me detuve en seco al ver a Eduardo frente a mí.

Es un milagro que se deje ver.

Confirmo.

No lucía muy contento, tenía el ceño fruncido con expresión de frustración y confusión en su rostro. Me quedé mirándolo por unos segundos, esperando a que él me hablara. Cuando vi que no iba a hacerlo decidí hablar yo.

-Hola, ¿qué haces por aquí?, ¿Quieres pasar?

Él no respondió, me seguía mirando con aquella expresión de enojo.

– ¿No?, Ok, ¿qué quieres? -Pregunté, tranquila.

-Una explicación-Dijo.

– ¿Sobre…?

-Sobre el por qué volviste con Asher, exijo una respuesta y la quiero ya-Declaró haciéndome a un lado con el hombro para entrar a la casa.

Miré a sus espaldas indignada, cerré la puerta de un empujón y fui tras él a la sala. Se había sentado en el lugar en el que estaba mientras revisaba mi celular que se había quedado sobre el sofá con el chat de Asher abierto.

– ¿Te escribes con él? -Preguntó levantando la vista hacia mí.

Corrí por mi celular y lo levanté, bloqueándolo.

-Eso no te incumbe.

-Claro que lo hace, ¿o necesito recordarte lo que te hizo?

-Tú lo has dicho, me lo hizo a mí no a ti, así que no te metas-Mascullé entre dientes.

Dio una risa sarcástica.

-También me incumbe a mí por lo que le hizo a mi novia.

– ¡Exnovia! -Puntualicé-Por lo que me dijo ustedes terminaron.

-Terminé con ella por un ataque de furia, jamás lo hice con intenciones- Justificó él.

-Bien, un arranque de furia, pero eso no te da derecho a meterte en mi vida amorosa, es muy mi problema si yo quiero estar con él.

– ¡Pero él te va a hacer daño! -Gritó levantándose del sofá.

– ¡Es mi problema!

– ¡Quiero protegerte, pero tú no pones de tu parte!

– ¡¿Quieres protegerme?!, ¡¿O no quieres aceptar tus errores?!

– ¡¿Sabes qué?!, ¡Esta conversación no nos va a llevar a ningún lado!

– ¡Si, lo sé, y no sé por qué viniste aquí!

– ¡Necesito desahogarme con alguien, siento coraje con Asher por lo de la foto!, ¡¿Que hay si lo de la foto es verdad?!, ¡Me veré como un idiota ante todos!, ¡¿Sabes la presión que siento al respecto?!

Suspiré tratando de asimilarlo todo. Fue un cambio de emociones muy repentino y un cambio de palabras que me dejaron si habla. Nunca me detuve a pensar en él, en todos los problemas que estaba cargando, en por qué se encerró en su casa tanto tiempo.

– ¿Eso es lo que te importa?, ¿Lo que la gente diga? -Pregunté más tranquila.

-Es una enorme presión social, tú no sabes lo que se siente cuando la gente te señala por ser un idiota y no elegir bien a tu pareja.

-Si lo sé, me pasó con Michell, vivo con eso y aun así soy muy feliz.

No dijo nada. Solo cerró los ojos y se dejó caer en el sofá.

– ¿Por qué no trataste de hablar con Rose antes de terminar con ella? -Pregunté.

Dio una risa un tanto amarga.

-Lo intenté, pero ella no quería hablar conmigo, terminó gritándome y yo respondiéndole y así fue como terminamos.

Fruncí el ceño confundida.

La versión de Rose es todo lo contrario a la de mi primo, ¿A quién se supone que le crea?, ¿Cuál es la verdad?, ¿Qué fue lo que realmente pasó?, ¿Qué o quién hizo que Rose y Eduardo terminarán?

-Lo de la foto no es cierto-Dije después de un largo silencio.

Él me miró, confundido por mis palabras.

-Madd le preguntó a Rose, ella le dijo que estuvo con una amiga toda la mañana y ella llamó a esa amiga la cual confirmó que era cierto, lo de la foto es mentira y seguramente Asher estaba muy cansado o dormido y lo confundió…tú has cometido miles de errores en tu vida y nunca te los han echado en cara, ¿o sí?

-Nunca he hecho algo tan grave como eso-Dijo.

– ¿Y lo de Gabriel?

-Sabes que eso no fue mi culpa, él fue quien lo hizo.

-Sí, pero tú lo viste, estuviste ahí para detenerlo…pero no lo hiciste, ¿Por qué? -Cuestioné cruzándome de brazos.

Me miró con arrepentimiento, después con enojo y al final con recelo.

– ¿Cómo es que se desvió el tema? -Dijo él con el semblante vacío.

-Siempre evitas preguntas como esas…o más bien, evitas tener que aceptar tus errores y darles la razón a otros-Mencioné mirándolo fijamente a los ojos.

– ¿Sabes qué?, Mejor me voy, esta conversación no nos va a llevar a ningún lado y esto lo dejo a tu criterio-Dijo señalando mi celular- Si quieres seguir con Asher, adelante, pero si en algún momento él te deja tirada toma en cuenta que no voy a estar ahí para levantarte.

Pasó por un lado mío, mirándome de reojo y segundos después la puerta de la calle se cerró de un portazo.

*Madd*

Vuelta a clases. Después de 2 semanas de encierro total volvería a la escuela, volvería con los libros de la biblioteca, los pasillos atiborrados de gente, los cuchicheos de los estudiantes y…volvería a estar con Leo.

Sinceramente eso era lo que más me motivaba a ir a la escuela. Ya estaba de camino, mi padre se ofreció a llevarme -algo raro ya que él nunca me lleva a la escuela- y me dejó en la entrada.

Parecemos niñas de preescolar entrando con nuestro padre al instituto, solo nos falta ponernos a llorar cuando él se vaya.

Concuerdo.

Me adentré por el pasillo, me escabullí entre la gente y llegué a mi casillero. Una sonrisa se formó en mi rostro cuando lo vi a él. Aquel chico con ojos que atrapan a cualquiera, como ramas que te atraen más y más hasta el punto de no poder zafarse de su agarre.

Llevaba puestos unos jeans y una playera azul que hacía contraste con su cabello. Tomé mis libros y cerré el casillero. A pasos lentos pero decididos caminé hacia él, pero algo, o más bien alguien se interpuso en mi camino.

-Hola Madd-Pronunció.

-Josh, permiso-Dije tratando de pasar por su lado, pero él me lo impidió.

Lo miré confusa tratando de nuevo.

-Creo que eso no va a ser posible, tu padre me mandó a que te cuidara de él-Explicó señalando al chico con la cabeza.

Mi ceño se frunció mucho más. ¿Qué?, ¿Cuidarme de Leo?, ¿Mi padre?, ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo…?, ¡¿Qué demonios está pasando?

Creo que estás entrando en estado de shock, pasará en un rato.

No, es imposible, ¿contrató a alguien para cuidarme en la escuela?

Sí, eso hizo.

Que sobreprotector.

Pues sí, pero ya que, es el papá que te tocó, ahora te aguantas.

-No necesito que me cuiden-Dije mirándolo a los ojos.

-Tu padre no piensa lo mismo.

-Pues lo siento, pero él no tiene por qué decidir con quién hablo y con quien no-Demandé algo enfadada.

Él se encogió de hombros.

-Yo solo sé que debo cuidarte, así que vamos, te acompaño a tu primera clase.

-No-Declaré.

-Claro que sí, vamos-Dijo con una sonrisa retorcida.

-No creo que eso sea necesario Josh-Habló una tercera voz a mis espaldas-Yo la llevo, sus padres confían en mí.

Dijo Hannah tomándome del brazo y jalándome hacia el lado opuesto a donde estaba Josh.

– ¿Qué fue eso? -Murmuró caminando.

-No lo sé, pero mis padres están involucrados y no es nada bonito.

Me adentré a mi salón sabiendo que me había salvado de Josh, él no estaba conmigo más que en Deportes e Historia así que no tendría por qué verle la cara. Suspiré mientras tomaba lugar en mi asiento, mi primera clase era química junto con mi amiga Hannah.

Vi a Leo entrar, él me sonrió y se acercó a la mesa, iba a decirme algo cuando el sonido de la puerta abriéndose lo interrumpió. La maestra entró, pero no lo hizo sola, detrás de ella venía Josh.

Mi ceño se frunció al instante. Miré a Hannah, su vista estaba fija en el pelinegro que acababa de entrar con una gran sonrisa.

-Buenos días alumnos, espero estén muy bien, el día de hoy tengo que darles una noticia…muchos ya conocen a Josh Ángel, nuestro capitán del equipo de fútbol, pues ahora él estará en este grupo.

Todos aplaudieron y gritaron, a excepción de Hannah, Leo y yo. Nuestras caras derrochaban confusión odio y el letrero de «Voy a asesinarte»
en el rostro de Hannah.

Decidí ignorarlo y seguir con mi vida, eso fue justo lo que traté de hacer por todo el día, pero a cada lugar que iba, ahí estaba él. Incluso cuando iba al baño él esperaba afuera. De cierta forma era incómodo tenerlo pegado, parecía un chicle. En el almuerzo se sentó conmigo y mis amigas, Rose simplemente lo ignoraba, Hannah lo miraba como si fuese a asesinarlo y Alice estaba algo incómoda, por eso prefería mirar su celular o su plato.

Y ya ni hablar de mí, pasé todo el almuerzo mirando a la mesa en la que estaban Leo y Asher…ellos solo me miraban de vez en cuando y yo sonreía.

Esto no es como lo imaginé, de hecho, en ningún momento de mi vida imaginé que Josh tendría que «cuidarte».

Yo tampoco, esto es un asco de vida.

En el peor de los casos terminarás tirándote de la ventana.

No es mala idea la verdad.

Mis padres pudieron haberle pedido a cualquier persona que me cuidara, cualquiera…pero no a Josh y su séquito. El destino me odia, a estas alturas eso es seguro.

Las clases terminaron y cuando por fin pensé que me liberaría de Josh llegó la peor parte, él quería acompañarme hasta mi casa. Tuve que aceptar…o bueno, no acepté, más bien él se pegó a mí a la fuerza. Pasó todo el camino hablando sobre algo de su equipo, aunque yo no le estaba prestando mucha atención, ni quería hacerlo en primer lugar.

Llegamos a mi casa y él se quedó parado afuera. Lo miré con ceño fruncido algo impaciente, quería que se fuera ya.

Solo falta que se quiera quedar a comer.

Ni lo digas.

Tu padre aceptaría.

Me vale, que se largue ya.

Decir que estaba harta de su presencia era poco, nunca había estado tan aburrida con nadie. Josh acaba de ganarse el primer lugar como la persona que más odio en esta vida, ¿Qué dónde quedan Sophia y Verónica? Verónica no está aquí ahora, pero queda en segundo lugar y a Sophia puedo soportarla, no me ha hecho nada hasta ahora.

-Bien, Josh, tu labor como niñero ha culminado, si me disculpas necesito algo que se llama privacidad, así que adiós-Demandé no muy contenta.

-Claro, te veo mañana en la escuela.

-Desgraciadamente sí-Dije entrando a mi casa.

Cerré la puerta y me di la vuelta en busca de ese par. Respiré hondo poco contenta y caminé hacia la concina, dejando mi bolso en el sueño por el trayecto.

Ahora si me van a escuchar.

– ¡Mamá!, ¡Papá! -Grité.

Miré a la cocina y ahí estaban los dos, mi madre estaba cocinando algo y mi padre estaba sentado, revisando su ordenador. Los dos me miraron sonriendo como angelitos.

– ¿Qué clase de tontería hicieron? -Pregunté apoyándome en la barra.

– ¿Hablas de Josh? -Preguntó mamá.

-Sí, mamá, hablo de Josh, ¿cómo se les ocurrió?

-Te conocemos Madeleine, sabíamos que en la primera oportunidad que se te presentase tu irías con ese chico-Dijo papá con la vista en el ordenador.

-Pues sí, si pensaba hacerlo, porque tengo derecho a hablarle a quien yo quiera, ¿no? -Pregunté mirado a mi padre con enojo.

Él levantó la vista, se quitó las gafas y adoptó un semblante retador hacia mí.

-Ya tuvimos esta conversación hija, tú y él jamás se van a volver a ver.

– ¿Por qué?, ¿Solo porque me ayudó?

– ¡No te ayudó!

– ¡Él hizo en meses lo que ustedes jamás pudieron hacer en mí con años!

– ¡¿Ah sí?!, ¡¿Qué hizo?!, ¡¿Hablas de que te volviste más rebelde hacia nosotros?!

-No estoy siendo rebelde, les estoy diciendo la verdad… ¿Han notado que ya no tomaba pastillas?, Era porque él sabía cómo tranquilizarme, ¿Han notado que salía más?, Es porque él me invitaba a muchos lugares, ¿Han notado que duermo menos?, Es porque él me estuvo alentando cada día a ser una mejor persona, a ver todas las cosas que hay fuera de mis cuatro paredes, me enseñó la diferencia entre lo que yo hacía y lo que yo creía hacer.

– ¿Y cuál es esa diferencia? -Preguntó mamá, ella estaba calmada, mirándome.

-La diferencia entre vivir y existir…él sabía que yo solo existía, vivía en una rutina que consistía en no salir de mi habitación e hizo algo…cambió mi perspectiva de las cosas y me enseñó a ver más allá de lo malo…me enseñó que en los días de tormenta no había por qué quedarse en casa, porque lo importante no era esperar a que la lluvia parara, sino aprender a caminar bajo la lluvia, me enseñó a dejar ir lo que me lastimaba y seguir con vida, y todo eso me lo quitaron en menos de dos segundos.

-Ese chico te manipuló para creas eso-Dijo mi padre mirándome.

Bufé en señal de frustración, él se puso de pie enojado y mi madre estaba a punto de llorar. Cubrí mi rostro con ambas manos, frustrada.

– ¿Por qué lo ves como una persona mala?, ¡Él no ha hecho nada!

-Solo quiero lo mejor para ti.

-Ni siquiera sabes qué es lo mejor para mí-Murmuré sonriendo.

-Lo sé, claro que lo sabemos, porque somos tus padres.

-No, no lo saben, pasan todo el tiempo viajando y ni siquiera se ponen a pensar en cómo me siento con eso, ¿Alguna vez se preguntaron cómo se siente la casa sin ustedes?, ¿O quien se quedaba conmigo cuando ustedes no estaban? Él pasaba horas conmigo, llamaba todos los días para saber si no me hacía falta nada, si ya había comido y ¿así es como se supone que debería comportarme con él?

-Madeleine, no pienso volver a tener esta conversación, no vuelves a hablar con ese chico y se acabó.

-John…-Trató de intervenir mi madre.

-No, Eider, tomé una decisión, no la voy a cambiar.

-No lo entiendes, ¿verdad? -Pregunté mirándolo a los ojos.

-Puedes poner miles de obstáculos, pero jamás nos vas a separar, jamás. Adoras tener el control de todo y de todos, pero no tienes el control de esto, no vas tener jamás, porque no es algo que te dañé a ti, ¿entiendes? -Expliqué lentamente.

La furia dominaba y eso se notaba por sus ojos.

-Soy tu padre, y aquí se hace lo que yo diga, no lo que tú quieras, Madeleine.

Di un grito de enojo y subí corriendo a mi habitación con la mochila en la mano. Lancé la puerta y esta se cerró bruscamente. Me tiré a la cama a llorar.

– ¡¿Lo ves?!, ¡Ahora eres una rebelde por culpa de ese chico! -Gritó mi padre y yo decidí ignorarlo.

No podía seguir así, la presión escolar me mata, no tengo nada que hacer en las tardes, mi opinión está siendo ignorada, mi expresión reprimida, me alejan de las personas que me quieren y además tengo que vivir pegada a Josh.

Me siento extremadamente mal, tanto mental como físicamente. Mi cabeza duele, siento puntaciones en mi cerebro, hay un chillido resonando en mi oído, siento mi cuello tenso y un enorme peso en mis hombros, siento una opresión en el pecho, me siento débil, cansada, estresada y con sueño.

Alguien entró en mi habitación y se sentó en la orilla de mi cama, no pude ver quien era ya que tenía los ojos cerrados.

-Madd, hija, sé que es complicado, pero…yo creo que tienes razón.

Abrí los ojos mientras me sentaba en la cama. Ella posó su mano en mi pierna e hizo caricias.

-Ese chico no es malo, pero tu padre está algo cerrado a sus ideas y no creo que sea bueno darle la contra.

-Pero no es justo-Reclamé.

-Sé que no lo es, pero…tu padre está enfermo y lo sabes, no quiero que pase algún disgusto así que te voy a pedir un favor…Soporta a Josh, por lo menos dos semanas más, te aseguro que a tu padre se le pasará y volverás con Leo.

-Eso es mucho tiempo.

-Mira, si soportas a Josh solo una semana te prometo que te ayudo a que salgas con él en secreto.

De hecho, ya lo hago, pero ustedes ni en cuenta.

Es obvio que no diré eso.

-Ok-Dije.

Ella se levantó y salió de mi habitación. Tomé mi portátil y abrí mis e-mails, busqué a Gabriel y le escribí, hubiera preferido un mensaje, pero no quería arriesgarme a que mis padres lo vieran.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Necesito un consejo.

Gabriel, espero recibas este correo pronto porque de verdad necesito hablar contigo, da la casualidad de que mis padres «contrataron» a Josh para que me cuide en la escuela, con la intención de que no me acerque a Leo (Debo aclarar que hoy era el día más genial de mi vida por que volvería a ver a Leo, pero tuvo que aparecer Josh a arruinarlo todo), el punto es que hablé con mis padres y como siempre mi padre dijo que no volvería a ver a Leo y punto final.

Odio que haga eso pero mi madre dice que solo debo esperar a que se le pase un poco el enojo y después volveré a ver a Leo (pero tengo que soportar a Josh por 2 semanas, ¡DOS SEMANAS!), No me gusta mucho la idea pero mi padre está enfermo y debo hacerlo por él.

En fin, me siento muy mal y necesito un consejo y quien mejor que tú para darme uno.

Esperé a una respuesta, decidí ver una película mientras esperaba. Y cuando aquel sonido de un nuevo correo apareció fue el sonido más angelical del mundo.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: Necesito un consejo.

Sí, estás de suerte, justo ahora estaba trabajando en algunas partituras virtuales y recibí tu correo, sobre lo de Josh…bueno, no creo que haya mucho que puedas hacer, supongo que puedes aguantarlo por un poco más, solo un poco, pero…toma en cuenta que cuando tus padres le pidan que se le aleje él…bueno…respóndelo tú, ¿crees que se aleje de ti por las buenas?, Yo creo que no, pero….

Tus padres a veces son muy testarudos, no los entiendo, pero siguen siendo tus padres…supongo que soportarlo por 2 semanas se hará más fácil si tus amigas se unen a tu complot, creo que eso de ser perseguida por el chico que le rompió el corazón a tu amiga y que además no te cae muy bien debe ser incómodo, ¿no? Será mejor que le explique esto a Leo porque lo conozco y sé que llegará un momento en el que va a explotar.

Sobre lo de tu padre…no lo sabía y lo siento, en ningún momento supuse que él estaría enfermo, se ve tan bien que es casi imposible deducirlo a menos que su carácter testarudo sea un síntoma, en ese caso es seguro que se notará.

Por último el consejo…debes ser tolerante con Josh, mantén la calma con tus padres y respira, estoy seguro que esto está por acabarse, no te preocupes, la tormenta está por cesar :))

En ese momento recordé lo que le dije a mi padre…Lo importante no es esperar a que la tormenta pase, sino aprender a caminar bajo la lluvia. Sonreí pensando en Leo y después volví a escribir.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Discúlpame.

Disculpa que te siga molestando, pero de verdad necesito hablar con alguien y no quiero seguir molestando a mis amigas porque sé que Rose tiene problemas con Eduardo (y lo siento, sé que es tu hermano, pero es la verdad) y Hannah también por Asher así que no quiero mortificarlas con mis problemas. Y Alice quiere pasar tiempo de calidad con su hermano, sería egoísta agobiarla con mis cosas. Por lo que veo eres mi última esperanza.

Sé muy bien que Leo en algún momento no aguantará quedarse callado, lo vi hoy en la escuela y créeme que no estaba muy contento, además de que se le veía con ganas de asesinar a Josh ,hablando de él, no creo que se aleje por las buenas así que lo que haré es ignorarlo, como siempre y sí, me incomoda mucho que me siga a todos lados, me cuida en el baño ¡EN EL BAÑO!, Ni siquiera puedo respirar cuando él ya me está mirando mal, de verdad es muy pesado tener que lidiar con él, está sobre mí todo el tiempo.

No te preocupes por lo de mi papá, él está bien, solo se pone mal cuando tiene disgustos muy graves así que no hay de qué preocuparse, el doctor le recetó algunos medicamentos y hasta ahora no ha pasado por nada malo y espero que así siga. Mi madre dice que es mejor seguir lo que él dice para no causarle nada…pero a veces es muy difícil, demasiado diría yo.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: Discúlpame.

No te preocupes, podemos hablar el tiempo que quieras, no me molesta en absoluto así que tu sigue escribiendo, leeré lo que sea. Continuando con el tema NOVEDADES: ASHER Y HANNAH VOLVIERON. Gracias a mi novia, se le ocurrió el grandioso plan de encerrarlos en uno de los salones del taller como lo hicieron con nosotros, no preguntes como los atrajimos a los dos porque es una historia muy larga que te contaré después. De hecho, la próxima semana es partido de Asher y sería genial que fueras, Alice y yo iremos.

Volviendo a Josh… ¿sabes que puedes meter una demanda en contra de él? Podríamos acusarlo de acoso y sabes que una demanda con ese peso es muy grave (tomando en cuenta que eres una menor siendo agredida por otro menor dentro del plantel escolar) Pueden darle de 10 a 15 años de prisión o una larga condena de servicio comunitario en la correccional de menores. Y por tus padres no tienes por qué preocuparte, ellos quedarían impunes, asistirán al juicio solo si están a tu favor (lo cual es obvio) ya que ellos lo «contrataron» para cuidarte en los pasillos no para acosarte hasta en el baño.

El juicio puede fluir con rapidez, tomando en cuenta las influencias de tus padres y también que estamos hablando de una institución muy prestigiosa con una reputación impecable, podrían proceder con pruebas de video, audio o entrevistas al alumnado, incluso tus amigas podrían entrar como testigos.

Me quedé mirando la pantalla por un rato, ¿Cómo una persona tan bromista, tan relajada y con vibra de «sin problemas», podía saber tanto sobre juicios, demandas y ese tipo de cosas? Me quedé otro rato mirando el mensaje antes de responder.

Gabriel es una caja de secretos.

Definitivamente.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: ¡El mejor plan!

Ese es un plan muy elaborado, me gustaría llevarlo a cabo, ahora, ¿Cómo sabes tanto sobre eso?

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: ¡El mejor plan!

Bueno…siempre me gustó eso de ser abogado, de hecho tengo planeado ir a la universidad de Yale a estudiar Derecho, sé lo que dirás y sí, estoy consciente de que Yale es un New Haven y también de que son 4,615.6 km y antes de que me reclames lo busqué en Google (nunca me puse a pensar en la distancia, pero bueno siempre quise ir ahí), Mi madre dice que puedo mudarme con mis tíos que viven ahí, eso es genial, hablando de ella…asistí al juicio de divorcio de mis padres (tenía 5 años), de ahí me surgió esa pasión por la carrera, además de que estuve en un juicio que involucró a toda la escuela en la que estudiaba, tenía como 14 años y ahí entendí un poco más la interacción que tuvo la escuela en todo eso.

PD: Me leí el código penal y la constitución política para conocer mis derechos y responsabilidades así que también se un poco gracias a eso.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: ¡Eso es genial! / Soy una indiscreta.

Eso de leer el código penal y ese tipo de libros suena algo aburrido para mí (créeme, he visto los libros del código penal y son muy grandes, para mí sería una lectura muy pesada, pero sé respetar las opiniones de los demás así que si a ti te gusta, genial) Admiro que tú los hayas leído todos, ahora bien, hablando sobre lo de Yale siento que sí, es muy lejos pero si es tu sueño lo mejor es que vayas ,la gente dice que nunca tienes que quedarte con las ganas de hacer las cosas así que si llegas a irte recuerda despedirte de mí y escribirme todos los días para mantenernos al tanto.

Ahora sí, voy a ser muy indiscreta, pero… ¿qué pasó en ese juicio que implicó a tu escuela? Lo siento por preguntar, pero la curiosidad me mata.

PD: Ojalá escojas la carrera de Derecho, creo que Asher necesitará un buen abogado para cuando tenga una hija y un chico se le acerque, solo imagínatelo: Asher asesinó a un chico porque le gustaba su hija y Hannah (con su carrera de reportera, y lo digo por chismosa) lo publica en las noticias.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: No estoy seguro que el que va a necesitar un abogado sea Asher.

Si lo ponemos en un ranking es seguro que Leo es el primero en necesitarme como abogado, de verdad, imagínate que tenga una hija y él sea un celoso compulsivo. Juro que no he parado de reír con tu comentario y sobre lo del juicio…

Bueno, yo tenía 14 años, estaba iniciando el curso de segundo de secundaria y hubo un intento de suicidio en la escuela, así que toda la escuela terminó involucrada. Sobre el muchacho que trató de suicidarse…bueno, tenía mucha depresión y ansiedad en eso tiempos, todo el mundo lo miraba y lo señalaba, él se sentía terrible y…trató de lanzarse del segundo piso del edificio, bueno, no trató, lo hizo, sus consecuencias fueron enfermedades cerebrales, no muy graves.

PD: El chico tenía 14 años y asistía al mismo salón de Eduardo.

Me quedé impactada leyendo, no podía creerlo, yo llegué a sentir depresión y ansiedad, pero nunca tuve ese pensamiento suicida en mi cabeza, no lo sé, solo no se me ocurrió.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: En shock.

De verdad estoy en shock, no me lo puedo creer, ¿cómo alguien puede pensar en hacer eso? Yo pasé por esa etapa, sé lo que se siente y nunca pensé en el suicidio. Aunque yo sé que no debo comparar las situaciones ya que no se viven en las mismas circunstancias, no tengo el derecho de comparar ni minimizar los sentimientos de los demás, de hecho, nadie tiene ese derecho.

Siguiendo con mi indiscreción… ¿Sabes por qué lo hizo?, ¿Quién era?

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: En shock.

Bueno…lo hizo por problemas con sus padres, ellos dos tenían problemas y terminaron arrastrando a sus hijos a ellos haciendo que se pelearan muy seguido y el hijo se sintiera inseguro y poco querido…sé que suena ridículo pero él se sentía muy mal, deprimido, a veces lloraba en el baño y los chicos lo molestaban diciendo que era gay, le ponían apodos y decían que le gustaba su mejor amigo…además su hermano vio cuando él se tiró del edificio y nunca hizo nada…pero fue porque su hermano estaba bloqueado, no sabía qué hacer y al final no pudo hacer nada.

PD: Concuerdo con lo que dices sobre minimizar o comparar.

Mi cerebro seguía sin poder creerlo, algo dentro de mí se removía de tristeza, nunca conocí al chico y aun así me sentía mal por él. Además, su hermano lo había visto, si yo tuviera un hermano también me hubiera bloqueado sin saber qué hacer, así que no sentía rencor contra el hermano. Mi sentimiento dominante era la tristeza.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: No me lo puedo creer.

No culpo a su hermano por bloquearse, en su lugar también me hubiera pasado… ¿Quién es el chico? Sé que tal vez no me lo quieres decir y lo siento, pero la curiosidad me mata.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: No me lo puedo creer.

No es que no te quiera decir, es que me cuesta hablar sobre ese día…es que…el chico que se tiró…era yo. Era a mí a quien ponían apodos y de quien se burlaban.

Mi cabeza dio miles de vueltas. Gabriel era una persona muy alegre, jamás pensé que le hubiera pasado eso, o que en algún momento pensara en el suicidio. Mi estómago se revolvió mientras leía una y otra vez el mensaje.

¿Eh?

Espera, ¿seguimos hablando de Gabriel?

Sí, eso creo.

Imposible.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Sin asunto.

Gabriel de verdad lo siento, no quería remontar momentos tristes, jamás te quise hacer sentir mal, perdóname, lo siento, de verdad.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

No, nada de eso, de hecho, hablarlo con alguien me hizo sentir mejor, no sé, siento menos peso sobre mí y te agradezco que me escucharas. Puedes preguntar lo que quieras al respecto, voy a responderlo.

Sé que sería indecente preguntar, pero la curiosidad es más fuerte que mi prudencia.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Sin asunto.

Tu mejor amigo siempre ha sido Leo ¿no?

Esa pregunta no parece ser tan acorde al tema, pero lo es. Solo quiero que responda a eso para saber si lo que yo creo es cierto.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

Sí, Leo es el chico con el que se burlaban, decían que me gustaba y que era mi novio, entre otras cosas…él jamás se alejó de mí, a pesar de que las criticas también lo incluían. Es el mejor amigo que pude desear…sé que sonará cursi y sentimental, pero quiero estudiar derecho porque quiero hacer justicia, eso es todo.

Sentí ganas de llorar con tan solo esas palabras. De repente me llegó otro correo de él.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Ahora sigues tú.

Ya hablamos mucho sobre mí, ahora cuéntame… ¿A qué universidad te gustaría ir?

Sonreí, sin razón alguna, solo sonreí. Gabriel tenía el don de sacarle una sonrisa a cualquiera sin siquiera tenerlo enfrente.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Re_: Ahora sigues tú.

No lo sé, siempre quise estudiar en New York…en Columbia, Pratt o City College of New York pero, ahora que estoy cerca de hacerlo (Con cerca me refiero a 2 años ya que este semestre está por terminarse y solo me faltan 4) quiero quedarme aquí, supongo que conoces las razones, lo más seguro es que me quede aquí…mira, si algún día salimos a algún lado te cuento todo porque es una historia muy larga llena de sentimientos.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: Re_: Ahora sigues tú.

Aceptaré eso de salir, ¿te parece bien este fin de semana?, lo siento, pero es el único día que tengo libre. “El hombre ocupado”, me llamaría Leo, pero bueno.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Sin asunto.

No he parado de reirme por lo último, y sí, me parece perfecto el sábado.

PD: Espero no te importe, pero tengo que dejarte, me llaman a cenar, nos vemos.

De: Gabriel Harper.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Sin asunto.

No, claro que no me molesta, nos vemos, te quiero MEJOR AMIGA.

Sonreí y mandé un último correo antes de bajar a cenar con mis padres mientras fingíamos que todo estaba bien.

De: Madd Lodge.
Para: Gabriel Harper.
Asunto: Sin asunto.

Te quiero MEJOR AMIGO.



CAPÍTULO 30.- EL MEJOR AMIGO.


Durante 3 semanas tuve que tener pegado a Josh, fue desesperante tenerlo tan cerca. Tenía que aguantarlo 6 horas, por si fuera poco, debía estar escuchando sus pláticas de su equipo de fútbol y, para rematar, se la pasaba hablando de él. No era la única que estaba harta, también mis amigas, a excepción de Rose que solo lo ignoraba. Alice se veía muy incómoda así que le dije que se sentara con Asher y Leo, así por lo menos si Leo quería decirme algo Alice me lo contaría.

Sobre Hannah, bueno, ayer tomó a Josh por el cuello de aquella sudadera de los Churners y casi lo estampa contra el casillero, por suerte Alice estaba ahí para detenerla.

Gabriel me había cancelado dos veces seguidas el salir, el primero fue porque tenía que comer con su madre y el segundo porque estaba ayudando con una canción. Hoy era sábado y tenía pensado salir con Gabriel, ya les había dicho a mis padres que iría con Alice -como una coartada- al centro comercial Arge. Papá se ofreció a llevarme y yo acepté ya que Alice estaría esperando afuera y Gabriel adentro.

Amo los planes de Gabriel y Alice, siempre están muy bien elaborados.

Yo igual los amo.

Llegamos al centro comercial, Alice me guio hasta un café y ahí encontré a Gabriel, él se levantó y me abrazó fuertemente.

– ¡Gabriel!, ¡No lo puedo creer!, ¡Tenía mucho sin verte! -Dije emocionada.

-Un mes con una semana, exactamente.

Mis ojos se abrieron, literalmente no hablaba en persona con Gabriel desde que mis padres se pelearon con Leo y no podía creer que ya esté en mayo y la gala fue a principios de abril.

Lo viste en el centro comercial Arge y también cuando te llevó al búnker, no seas exagerada.

Lo siento, estoy emocionada.

-Bueno, yo iré a ver una película con mi hermano, estaremos arriba, si tus padres me escriben yo te avisaré, por cualquier cosa-Dijo sonriendo y señalando a su hermano quien llevaba a la pequeña Rosie en brazos.

Rosie era la sobrina de Alice, era muy parecida a mi amiga, su cabello era negro pero sus ojos eran del mismo verde que el de Alice. Su hermano y ella estarían arriba viendo una película junto con la niña. Después de que Alice se fue, Gabriel y yo nos sentamos en un café a platicar.

-Gabriel, no he dejado de pensar…-Me quedé en silencio cuando me di cuenta que sacar el tema del suicidio sería inapropiado.

-No has dejado de pensar en el juicio sobre mi intento de suicidio…lo sé, es lógico-Dijo sonriendo.

– ¿No te molesta?

Negó con la cabeza.

-Para nada, eso es algo de lo que Alice conoce poco pero…decírtelo a ti con lujo de detalle me hizo sentir mejor, me siento liberado, un peso menos y como ya te dije por eso quiero estudiar Derecho y si me lo preguntas no, aún no se lo comento a Alice, quiero esperar hasta que lleguen las planillas para inscribirme y le diré.

Asentí con la cabeza. Él me miró esperando que yo hablara, pero no lo hice.

– ¿Y tú?, ¿Qué harás?, ¿Estudiarás aquí o irás a New York?, ¿Qué carrera te gusta?

No estaba segura, nunca me detuve a pensar que faltaba poco para entrar a la universidad y yo ni siquiera sabía a dónde iría, no tenía pensada una carrera. De lo único que estaba segura en esos momentos era de que no quería alejarme de Leo, no más de lo que ya lo estaba.

-No lo sé-Respondí al fin-No quiero dejar a Leo, si él estudia aquí yo también, pero…

-Oye, antes de que continúes debo decirte algo.

Lo miré asustada por su tono, era serio, él nunca usaba el tono serio.

-Hay posibilidad de que Leo estudie la universidad en Italia, así que será mejor que vayas pensando en formar tu propio futuro…no digo que cortes lazos con Leo, sino que escojas lo que a ti te gusta porque técnicamente puede que se separen.

Lo miré algo desilusionada y él pareció notar mi tristeza porque se retractó de inmediato.

-Ah…no digo que sea seguro que vaya, hace poco que hablábamos de eso él me dijo que tal vez estudie aquí, así que no hay de qué preocuparse porque estoy seguro de que se quedará por ti.

-Yo también me quedaría por él-Admití.

-Eso es obvio…por cierto, no me has dicho que carrera quieres estudiar.

Me quedé pensando un momento y llegué a la conclusión de que no sabía qué carrera elegiría. Nunca me detuve a pensar en eso, pero tomando en cuenta que siempre fui una persona a la que le importaba poco su futuro y que solo quería sobrevivir un día más…no era algo que yo hiciera con frecuencia.

-No lo sé…tal vez…no lo sé-Dije confundida.

Él me miró confundido por un momento y después sonrió.

-Bueno, te recomiendo ir pensando, faltan dos años, pero las personas cambian de opinión muy seguido.

En el peor de los casos me veo estudiando una carrera que no me guste y, cuando termine, seguramente estaré en una oficina deseando no haber escogido ese trabajo.

Deprimente.

Lo es.

-Eso es cierto-Mencioné aún sumida en mis pensamientos- Es imposible tener una decisión y mantenerla así por más de una semana, siempre me pregunté por qué y nunca obtuve una respuesta concreta.

-Creo saber el por qué…Cuando una persona toma una decisión lo hace porque está feliz con los planes que ve a futuro, pero, cuando comienzas a pensar en lo negativo de las cosas te asusta, no solo lo que pasará, porque puede que lo que tu imaginas nunca pase, el mayor miedo ante esto es el «qué dirán» y a eso se le llama inseguridad.

Pensé en la razón que tenía Gabriel, las personas somos muy inseguras, nos basamos mucho en el «qué dirán», nos importa mucho la opinión de los demás, como si dependiéramos de su aprobación.

Ejem…te recuerdo que ese era tu caso hasta hace unos meses.

Lo sé, pero ya pasó, es hora de dejar el pasado atrás, muy atrás.

-Bueno, ya reflexionamos mucho y creo que no escogerás una carrera justo ahora así que te contaré de lo de Hannah y Asher.

Lo miré atentamente esperando la historia, de verdad me había quedado con la intriga y Hannah no me había contado nada, la cosa es que yo no puedo reclamarle, no soy como ella y su típico regaño de «Soy tu mejor amiga, merezco prioridad».

-Yo fui a buscar a Asher para llevarlo al taller con la excusa de que necesitaba dejar algunas cajas en la bodega, cosa que era mentira ya que las cajas solo tenían piedras, Leo se nos unió en el camino, de plegoste como siempre…

Reí ante su comentario.

-Cuando llegamos, Leo llevó a Hannah al salón del taller con la excusa de que tenía una carta para ti, ahí nos encontró a Asher y a mí, nos salimos corriendo y los encerramos, ese fue todo el plan resumido.

Sonreí al imaginarme la cara de Hannah y la de Asher, pero mi sonrisa se agrandó al visualizar una en especial…la de Leo.

– ¿Cómo está él?

Gabriel sonrió de oreja a oreja.

-Asher está perfecto, muy feliz con Hannah-Respondió fingiendo que no había entendido mi pregunta.

Sonreí rodando los ojos.

-Está bien, aún no ha muerto por la trágica caída del otro día-Dijo con cara de angelito.

-Aún no puedo creer que lo tiraras-Dije tomando mi malteada, que había estado sobre la mesa desde que iniciamos la conversación, y di un sorbo de ella.

-A ver, había de dos, o lo tiraba yo, o lo veía tu papá y creo que era mejor que yo lo tirara…además fue mucho más divertido.

– ¡Gabriel! -Regañé sin poder creérmelo.

Comenzó a reír a carcajadas por mi reacción.

-No creo que tú seas capaz de hacerlo, pero mejor cambiemos de tema antes de que me mates.

Di una risa por lo bajo.

-Eres el mejor amigo que una persona podría desear, Gabriel.

-Pienso lo mismo-Dijo sonriendo.

Pensé en un tema de conversación que a los dos nos interesara y de ahí surgió la idea de preguntar por aquella salida que ellos tenían planeada.

– ¿Dijiste que Asher jugaría un partido? -Pregunté aceptando su sugerencia.

-Sí, será pasado mañana, ¿vas a ir?

Hice una mueca de tristeza.

¿Por qué no le dices que irás con Hannah?

Puede ser buena idea, pero papá odia las mentiras.

Técnicamente no es mentira, estarás con ella. Solo le estarías ocultando una parte de la verdad.

Cierto.

-Claro, solo le diré a mis padres que iré con Hannah a ver un partido de fútbol con el grandioso Josh…aunque eso jamás me lo creerían.

Mis padres sabían que Josh no me caía bien, por ende, jamás iría a sus partidos, ni aunque me obligara la asistencia.

-Concuerdo, nadie que esté bien de la cabeza puede creer que Josh es un grandioso jugador…más bien nadie creería que es grandioso en algo.

Me reí.

-Claro que es grandioso en algo-Defendí ganando una mirada de confusión-Es grandioso en fregarle la vida a la gente.

Él comenzó a reír a carcajadas.

-Un grandioso idiota-Dijo él.

Los dos estábamos tan concentrados en platicar que no nos dimos cuenta de las dos personas que estaba junto a nosotros. En cuanto hice contacto visual con aquellos ojos azules que me miraban con extremada frialdad y enojo todo en mi cuerpo se tensó.

– ¿No dijiste que vendrías con Alice? -Preguntó papá.

-Sí, pero ella subió a ver una película con su hermano y su sobrina así que yo me quedé aquí abajo con Gabriel-Dije nerviosa sin creerme que estuvieran aquí.

– ¿Por qué no me lo dijiste?

-No lo vi importante, iba a estar dentro del centro comercial.

-Me mentiste-Dijo él con su semblante inexpresivo.

-No…yo solo…

Esto es una pesadilla.

No, es peor.

– ¡Me mentiste! -Gritó él, ganando la atención de algunas personas.

-Papá…

-No-Interrumpió-No quiero escucharte, nos vamos ahora.

-Papá no puedo dejar a Alice, no debe tardar en bajar.

-Dije que nos vamos.

– ¿Por qué?, No te mentí.

-No hablo solo de eso, ¿crees que no escuche lo que dijiste sobre ir al partido de Asher?, ¿De mentirnos diciendo que irías con Josh?

Bajé la mirada al suelo.

-Hija, mejor vámonos a casa-Habló mamá, tranquila como siempre.

Tomé mis cosas y me levanté.

-Adiós Gabriel.

-Adiós-Susurró sin moverse de la silla.

Salimos del centro comercial y subimos a la camioneta de mi padre. Yo iba en la parte de atrás del auto con la mirada a mi regazo, de vez en cuando miraba a mi padre por el retrovisor sabiendo que él hacía lo mismo.

-Y a todo esto… ¿Cómo se enteraron de que no estaba con Alice? -Pregunté.

-Alguien nos mandó una fotografía de ti y el chico.

¿Una fotografía?, ¿Quién pudo haber tomado una fotografía?, ¿Quién se la mandó?, ¿Por qué? Todas esas preguntas recorrieron mi mente buscando respuesta y…finalmente la encontraron…

Josh.

Grandioso idiota.

-Si hacemos esto es por tu bien hija-Dijo mi padre.

-No, eso no es por mi bien-Contradije.

-No nos gusta que mientas, si lo haces jamás podremos confiar en ti-Explicó mamá.

-Si me dejaran estar con Leo no les mentiría sobre dónde estoy ni a dónde voy, o con quién estoy.

-Eso es chantaje-Dijo mi padre.

Rodé los ojos algo molesta, nadie habló en el resto del camino. Todo fue silencio dentro del coche, uno incómodo. Casi tenía ganas de levantarme y encender la radio, por lo menos habría algún ruido que no hiciera tan tenso el ambiente.

Cuando llegamos a casa corrí a las escaleras, pero la voz de mi padre mencionando mi nombre me detuvo.

-Dame tu celular-Declaró extendiendo la mano.

– ¿Qué?, ¡No!

-No te lo pregunté, dámelo.

– ¿Por qué?

-Se llama castigo y si preguntas es por desobedecerme y mentir, dámelo.

-No, no puedes…

– ¡Dámelo ahora! -Gritó tan fuerte en mi cara que sentí que el corazón se me saldría.

Lo saqué de mi bolso y se lo di casi lanzándolo. Subí corriendo a mi habitación haciendo caso omiso a mi madre. Cerré la puerta con llave y me tiré en el sofá de la esquina, llorando.

Sabía que en algún momento mis padres descubrirían lo de Leo, pero por ahora aún se podía mantener en secreto, por suerte mis padres solo habían escuchado que iría al partido de Asher y seguramente no me dejaría ir. Me hubiera gustado hablar con Hannah, pero mi padre me quitó mi celular.

Pero aún tienes tu portátil y puedes mandarle correos, tonta.

No sabes cuan te amo conciencia.

Me levanté de un salto y corrí a por el ordenador, volví al sofá y abrí aquel aparato rectangular.

De: Madd Lodge.
Para: Hannah Jones.
Asunto: Necesito hablar contigo.

Bueno, no sé cómo contarte esto, pero…mis padres me atraparon con Gabriel mientras yo le decía que iría al partido de Asher y que les inventaría que fui contigo al centro comercial (ellos escucharon todo) y terminaron quitándome mi celular…MI CELULAR!!! ¿Qué se supone que haga ahora? Bueno, la verdad es que ya me acostumbré a mandar correos, pero igual quiero mi celular. Lo siento si no puedo ir al partido de tu novio, pero estaré castigada toda la semana. Lo peor es que mis padres se enteraron que no estaba con Alice por una persona que tomó una foto y se la mando a mis padres, y, ¿quién más está detrás de mí cuidándome como si fuera mi niñero?

Por cierto, nunca me dijiste que tú y Asher habían vuelto, ¿Qué es eso?, ¿Por qué no me contaste?, Se supone que somos amigas, SOY TU MEJOR AMIGA, MEREZCO PRIORIDAD.

Pasó un buen rato antes de que ella contestara.

De: Hannah Jones.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: Necesito hablar
contigo.

Bien, sé que debí habértelo dicho, pero estaba tan concentrada en eso que me olvidé de ti (no me mates por favor) Y no te robes mi frase, esa yo me la inventé y se queda conmigo, punto final de la discusión. Sobre lo del partido, es una lástima que no puedas ir, después del partido teníamos pensado ir a tomar algo a un bar, si ti no será lo mismo (Aunque sabemos que tú no tomarás nada). Espero que tus padres no odien también a Gabriel, al paso que van, en un par de meses seguro que me odian a mí también.

Sobre lo último, tengo mis sospechas. Josh, y no me gusta mucho, quiero asesinarlo, te juro que en cuanto lo vea en la escuela lo asesino, sí es que Leo no se me adelanta.

De: Madd Lodge.
Para: Hannah Jones.
Asunto: Ojalá.

Espero que muy pronto pueda volver con ustedes, de verdad que los extraño, jamás pensé que diría esto, pero…estar en mi casa es aburrido. Y sobre eso, Leo no sabe nada, ni se te ocurra decírselo porque estoy segura de que si lo asesinará.

De: Hannah Jones.
Para: Madd Lodge.
Asunto: Re_: Ojalá.

¡No me lo puedo creer!!!!!!! ¿En serio acabas de admitirlo???!!!! ¡Necesito tomarle una foto a ese correo y mandársela a las chicas y chicos!! ¡No, mejor aún, lo voy a subir a mis historias!!!!

PD: Mi boca se mantendrá cerrada.

De: Madd Lodge.
Para: Hannah Jones.
Asunto: Re_: Re_: Ojalá

Okey, no te emociones tanto, por ahora disfruta de tu vida con Asher y mantenme informada sobre Leo.

Pensé en apagar el portátil, pero un nuevo correo de Hannah llegó.

De: Hannah Jones.
Para: Madd Lodge.
Asunto: ¡Espera!

De hecho, tengo noticias.

De: Hannah Jones.
Para: Madd Lodge.
Asunto:¡Espera!(x 2)

Ayer fui a casa de Asher a ver una película y de repente me dieron ganas de subir al baño (es obvio que subí). Cuando iba saliendo escuché una canción muy bonita que venía al final del pasillo, llegué a la puerta del cuarto de Leo, que estaba entreabierta, y escuché que él cantaba una canción mientras tocaba un piano. Esa canción no la he escuchado en mi vida (Y vaya que yo conozco de música). Además, vi como borraba, quitaba y ponía palabras en un cuaderno.

Después de una exhaustiva revisión llegué a la conclusión de que él está escribiendo una canción y es para ti.

PD: ¡Llegué a esa conclusión porque cuando se lo conté a Asher él me lo confirmó…Es para ti!!!!!

Me quedé sonriendo como boba mirando aquel correo. Leo me está escribiendo una canción. Desde que lo conozco ha sido buena persona conmigo, ha hecho miles de cosas por mí, no solo para ayudarme, también para hacerme sentir querida y acompañada. Él cambió mi perspectiva de la vida y era algo que mis padres no entendían. Tal vez más delante lo hagan.

Rezo por que así sea.

Yo también.

*Hannah*

Cerré mi computador cuando vi que mi amiga ya no respondía. Lo guardé en mi mochila y me recosté en la cama de Gabriel. Hoy me quedaré a dormir con él ya que él dijo que quería hablar conmigo para contarme todo lo que pasó con Madd. Ya lo había hecho, así que no me sorprendió que Madd me lo contara.

Estar en casa de mis primos no me hacía mucho bien. Eduardo no vivía aquí pero igual era extraño. No me sentía bien con su presencia, no quería llevarme mal con él. No tiene por qué meterse en mi relación con Asher solo porque ellos no se llevan bien. No sé qué esté mal con él, tiene un resentimiento enorme por lo de la foto, la foto de hace casi un mes.

Eduardo nunca había sido así, siempre fue el mejor amigo de Asher y ahora se odian a muerte. Adoro a mi primo y no quiero odiarlo, pero si no voy a poder estar con Asher….no lo sé. Tengo que escoger entre mi familia y Asher.

Gabriel entró en la habitación, haciendo que mis pensamientos se desvanecieran.

-Ahora… ¿Qué te pasa? -Preguntó sentándose en la silla en la que yo me encontraba minutos atrás.

– ¿Tanto se nota? -Dije mirando a la base de la cama que tenía arriba.

La obsesión de Gabriel por tener literas era poco sana, no las compartía con nadie, más que conmigo o con Leo cuando nos quedábamos aquí.

Es muy loco, y amo a este loco.

-Sí, y también está claro que Asher está incluido.

-Las cosas entre Eduardo y yo no van muy bien, hable con él y…

-Espera, ¿te habló? -Preguntó con clara incredulidad en su voz.

Suspiré.

-Sí, de hecho, fue a mi casa solo para pelearme.

– ¡¿Fue a tu casa?!, ¡Por Dios!, ¡A mí ni siquiera me ha llamado, ni un mensaje!

-No sé qué tenga contra ti, supongo que es por lo de Rose. Me dijo que terminaron por culpa de la foto y…no lo sé…ahora él odia a Asher, a ti y también a mí. Me dijo que no debería estar con Asher porque es una mala persona y me hará daño.

-Solo le faltó decir que era una mala influencia para que se pareciera a los padres de Madd, hablando de ella ¿cómo está?

-Bien, me contó que la castigaron y que no podrá ir al partido de Asher, además de que le quitaron el celular y dijo que sus padres se enteraron que estaba contigo y no con Alice por una foto que le mandó alguien, más no dijeron quién.

-Déjame adivinar, Josh-Dijo con cierto enojo en su voz.

Me encogí de hombros.

– ¿Quién más si no?, Madd me pidió que no le dijéramos nada a Leo, ambos sabemos que él si es capaz de asesinarlo en la misma escuela.

-No lo dudo.

Un silencio nada incómodo llenó la habitación. Gabriel se acomodó mejor en la silla y pasó una mano por su cabello. Siempre me llamó la atención que quisiera pintárselo, el color era muy lindo, era un azul claro que hacía contraste con su cabello negro, como el de su padre. Lo que más me sorprendió de verlo con el cabello pintado fue el saber que mi tía lo había dejado.

-Oye…sé que es una idea loca, demasiado loca, pero…no lo sé, tal vez me equivoque-Balbuceó él.

Me senté en la cama, quedando frente a él. Si el balbuceaba era porque tenía que decir algo serio o importante.

– ¿Qué cosa?

-Bueno…ahora que estamos relacionando lo que dice Eduardo y lo comparamos con lo que dicen los padres de Madd…son lo mismo, solo que, en términos diferentes, ¿Qué tal si hemos estado persiguiendo a la persona equivocada?, ¿Qué hay si odiamos a la persona equivocada?

Entendí a dónde quería llegar con eso, era casi imposible, pero tomando en cuenta el comportamiento de Eduardo, raro no sería.

– ¿Y? -Pregunté asustada por su respuesta.

– ¿Qué hay si a la persona que verdaderamente odiamos la tenemos a un lado?, ¿Qué tal si es Eduardo el que le manda las fotos a los padres de Madd? Solo piénsalo, es el único que no se ha puesto a pensar en cómo ayudar a Leo y a Madd sabiendo que todos los demás lo hacemos. Además, a Madd le quitaron el número de Leo y el de Asher, tal vez Eduardo quiere que todo el mundo rompa lazos con él.

Lo miré asustada, sabiendo que tal vez tenía razón.

-Eduardo sabe que Asher no era popular antes de ser capitán del equipo, si le quita la popularidad cree que a Asher ya no le quedará nada. Él no quiere acabar con la relación entre Leo y Madd, sino con la amistad entre Asher y Madd y eso está arrastrando a Leo-Dije completando.

-Esto es peligroso, hay que detener a Eduardo cuanto antes si no queremos que todo nuestro esfuerzo se vaya a…por un tubo.

-Mañana hablaré con Eduardo, si es que me escucha-Dije rodando los ojos.

Gabriel se quedó mirando una almohada, pensativo.

-Oh-ouh.

– ¿Qué? -Pregunté aún más asustada.

-Ok, te lo voy a decir, pero no te vayas a enojar con Madd. Además, esto pasó cuando ustedes no eran nada así que no hay de qué preocuparse…

-No entiendo-Dije frunciendo el ceño.

-Cuando Leo y Madd se dejaron de hablar por lo del beso con Sophia, Asher invitó a Madd por un helado y bueno…ellos…ellos…es, complicado…ellos…

– ¿Se besaron? -Pregunté tranquila.

No me enojaría si eso hubiera pasado. Como Gabriel dijo, él y yo no éramos nada y si Madd no me lo contó seguro fue porque tenía miedo de destruir lo mío con Asher. Así que no, no estaba enojada con ninguno de los dos.

Gabriel cerró los ojos, suspirando.

-Sí, ellos se besaron, pero Leo no sabe nada.

-No le diré, pero… ¿qué tiene que ver que Asher y Madd se besaran con lo de Eduardo?

-Que Eduardo lo sabe, Asher se lo dijo y él me lo dijo a mí y bueno…Eduardo tiene en sus manos lo que definitivamente podría destruir la relación de Leo y Madd. Utilizará el beso para que Madd rompa nexos con la familia Williams, lo que no sabe es que además de terminar con la amistad de Asher y Madd…también acaba con la relación de Leo y Madd y vaya que nos ha costado trabajo reconstruirla después de tanto tiempo. Leo fue el primero que trató de volver con Madd.

-Entonces hay que tratar de cerrarle todos los caminos a Eduardo-Dije.

-No creo que funcione, sé cómo juega él. Seguro que cuando se quede sin salida soltará la última tarjeta.

-Entonces solo queda una cosa por hacer-Dije mirándolo.


CAPÍTULO 31.- LA PELEA.


*Hannah*

Domingo soleado, todo Los Ángeles se llenaba con un calor cómodo mezclado con aquel viento de final de primavera. Llegué a la casa de Eduardo rezando para que me escuchara. Bajé de mi camioneta y llegué hasta su puerta.

Antes de golpearla tomé una gran bocanada de aire, la cual solté cuando está se abrió mostrándome a mi primo. Tenía un aspecto algo desaliñado, aún estaba en pijama y despeinado, siendo ya las tres de la tarde.

-Hola Eduardo, ¿podemos hablar?

Me miró con desconfianza por unos segundos, pero al final aceptó.

-Claro, pasa-Dijo haciéndose a un lado para que yo entrara.

Pasé a la sala y lo primero que noté fue la oscuridad de la casa, las cortinas de la sala estaban cerradas, en la mesa había bolsas de frituras, dulces y latas de soda. Los cojines estaban desacomodados -algunos en el suelo y otros sobre el sofá- el suelo lleno de restos de comida y sus pantuflas.

Bufé en señal de asco y me dirigí a las ventanas para recorrer las cortinas. La luz entró a través del cristal y Eduardo se quejó tirándose al sofá.

-Sé que no te gustará lo que te diré, pero…creo que deberías dejar de odiar a Asher porque en tu intento de separarlo de Madd estas destruyendo su relación con Leo.

Él frunció el ceño.

– ¿De qué me hablas?, Yo no trato de separar a Leo y a Madd.

-No, pero sí a Asher y Madd.

-Tampoco-Se sentó en el sillón adoptando una posición cómoda.

¿Qué?, ¿Osea que nuestras sospechas eran falsas?, ¿Eduardo no trataba de separar a Asher de Madd?

– ¿Entonces?, ¿Por qué ayudas a los padres de Madd?, ¿Por qué le mandaste esa foto?

Su ceño se frunció mucho más.

-Yo no ayudo a los padres de Madd y mucho menos les mandé una foto, no sé de qué me hablas.

Ahora la sorprendida era yo, si él no era el que estaba con los padres de Madd entonces el único sospechoso era Josh. No lo dudaría de él y sé que mi primo me dice la verdad.

– ¿Me puedes explicar todo? -Preguntó.

Me senté en el sillón y comencé a hablar de todo lo que había pasado, estaba segura de que él ni se había enterado ya que estuvo muy ocupado odiando a Asher. Por suerte lo pude hacer recapacitar y él dijo que se disculparía con Asher mañana mismo, eso me sorprendió demasiado ya que él dijo que quería volver a ser su amigo, como antes.

– ¿Crees que me perdone? -Preguntó cabizbajo.

-Claro que sí.

-Oye, ahora que me hablas sobre todo esto de Josh me surgió una duda.

– ¿Cuál?

– ¿Por qué justamente cuando llegó Leo es cuando Josh comenzó a ser el malo?, ¿O por qué Rose se comportó diferente desde su llegada?

-Buena pregunta, no lo sé, supongo que debo hablar con Rose.

Recibí una llamada de mi madre, quería que le ayudara con la comida. Me levanté satisfecha por lo que había logrado con tan solo dos horas de platicar.

-Te quiero mucho Eduardo-Dije abrazándolo-Y estoy segura de que Gabriel querrá hablar contigo, se preocupó por ti.

Él sonrió.

-Hablaré con él, y nos vemos mañana en el partido.

– ¿Irás? -Pregunté y él asintió con la cabeza.

Una sonrisa se formó en mi rostro.

-Genial, si quieres puedes ir con nosotros a la cena que habrá después del partido, todos vamos a ir…bueno, todos a excepción de Madd, sus padres no la dejaron.

-Creo que debo llamar a Leo-Dijo con una sonrisa- Se me está ocurriendo algo.

-Bien-Murmuré extrañada- Te veo después.

Me dio un último abrazo y después me acompañó hasta la puerta.

-Por cierto-Dije antes de salir-No cierres las cortinas, el día es demasiado lindo como para quedarte aquí dentro.

Después de esto me fui a mi camioneta rumbo a mi casa, disfrutando de aquel lindo día. Aunque mentiría si les dijera que no me quedé pensado en las dos preguntas sin respuesta de Eduardo. ¿Por qué justo ahora?, ¿Por qué no antes?, ¿Por qué no hacerlo cuando estaba…Jason?

*Madd*

Llegué a la escuela en la camioneta de mi amiga. Por lo menos mis padres confiaban en ella. Pasamos todo el camino hablando de Asher y Leo. Hoy era el partido y como era de esperarse no me dejarían ir. Lo bueno es que ya estaba preparada para aquella respuesta.

-Sabes que te quiero mucho y pasaría la noche contigo, pero enserio quiero ir a esa cena-Dijo ella haciendo un puchero.

-No te preocupes, ve y diviértete-Dije con algo de desilusión.

No por el hecho de que ella no estaría conmigo, sino porque yo quería ir al partido y estar con Leo.

-Maddy….de verdad, quiero pasar tiempo contigo, pero…

-No Hannah-Interrumpí-Has pasado toda tu vida alejada de lo social solo por estar conmigo que…bueno, ya sabes, siempre alejé a las personas. No es justo que detengas tu vida solo por mí. Exijo que vayas a esa cena y yo misma, no sé cómo, pero le voy a decir a Asher que vaya contigo y no te deje ni un momento.

-Te amo, Maddy-Dijo estacionando afuera de la escuela para después abrazarme.

-Yo también, Honey.

Bajamos de la camioneta y mis buenos ánimos se quedaron dentro al ver a Josh esperándome. Bufé mientras rodaba los ojos.

– ¿Por qué me tiene que esperar desde las malditas siete de la mañana? -Pregunté.

-No lo sé, pero comienza a desesperarme-Susurró mi amiga cuando vio que el chico ya estaba a poca distancia de nosotras.

-Buenos días bonita-Dijo Josh poniendo un dedo en mi mentón.

Quité la cara ignorándolo y pasé de él con los manos en puños. Me siguió y pasó su brazo por detrás de mí para colocar su mano en mi hombro.

– ¡Josh, déjame en paz! -Exclamé encarándolo.

-Tengo que cuidarte-Tomó mi mano y yo traté de zafarme.

– ¡Suéltame!, ¡No tienes por qué tocarme!, ¡Aléjate!

– ¡No! -Declaró jalándome.

– ¡Suéltala! -Declaró Hannah.

– ¡Tú no te metas! -Gritó Josh empujándola.

– ¡No, no, no! -Gritó la voz de Asher con desesperación.

Segundos después un chico alto apareció a mi lado.

-Si no la sueltas en este momento te juro que…

– ¿Qué? -Retó Josh pegándome a su cuerpo.

Leo se encogió de hombros con una expresión de suficiencia.

-Te lo advertí-En un abrir y cerrar de ojos Josh ya no estaba más a mi lado.

Había caído al suelo del golpe que Leo le dio. Sin pensarlo dos veces corrí hacia el chico y envolví mis brazos en su abdomen, él me recibió apretándome contra él, llenándome de aquella sensación de paz que solo él podía transmitir.

Josh se levantó y se lanzó corriendo hacia nosotros, me aferré mucho más a Leo tratando de apartarlo, pero él se oponía. Josh jamás llegó a nosotros, Asher lo tomó por la espalda y lo tiró al suelo, todos los del equipo se amontonaron alrededor de Josh. Asher corrió a por su novia y le hizo una señal a su hermano, quien me tomó delicadamente de la cintura y empezó a caminar dentro de la escuela.

-Gracias-Dije.

Teniéndolo tan cerca, después de tanto tiempo y sin poder decirle todo lo que quería no podía separarme de él. Era extraño, pero sentía que con solo estar cerca de él me bastaba, no necesitaba contarle nada, era una sensación de confianza que jamás hubiera creído que existiría en mí. Todos mis temores se iban cuando me abrazaba y me decía que todo estaría bien. Sabía que en sus brazos el mundo tiene sentido.

-No tienes que agradecerme nada, te voy a estar cuidando siempre.

Hannah y Asher se nos acercaron.

-Voy a llorar-Dijo Hannah al verme con Leo.

-Es uno de los momentos más felices de mi vida-Exclamó Alice acercándose-Vi absolutamente todo.

– ¿Qué pasará con Josh? -Preguntó Hannah mirando a su novio.

-No lo sé, el equipo lo odia tanto como yo-Respondió sonriendo.

-Ojalá Gabriel los pudiera ver-Comentó Alice mirándonos.

-Los estoy viendo-Aseguró el chico detrás de nosotros.

Todos nos giramos sorprendidos para encontrar al chico sonriendo.

-Si se lo están preguntando, no… Aún no saben que me escapé de la escuela y si se preguntan cómo me enteré, Alice me llamó casi pidiendo una ambulancia para Josh.

La miramos sorprendidos, ella solo sonrió inocentemente.

-Me asusté-Admitió.

-Pero por lo menos nuestro esfuerzo sirvió de algo, ahora ustedes están juntos.

-No creo que por mucho-Dije ganando una mirada de confusión por parte de todos-Si mis padres se enteran de la pelea, que es seguro que lo harán por culpa de Josh, te alejarán mucho más de mí.

Encaré al chico, sus ojos verdes me miraban con sumo detenimiento. Se acercó a mi rostro con una sonrisa.

-No tienen por qué enterarse-Susurró causando que yo sonriera.

– ¡Beso!, ¡Beso! -Canturreó Gabriel.

Mis mejillas se encendieron de la pena mientras que Leo y los demás le ponían mala cara a Gabriel.

– ¡Me callo!, ¡Me callo! -Dijo con el mismo tono de la canción.

Di una risa por lo bajo.

– ¿Cómo se supone que mis padres no se enterarán?, ¿Le coserás la boca a Josh?

-No es mala idea-Comentó Hannah ladeando la cabeza.

Leo la miró y después a mí, considerando la idea.

– ¿Alguien aquí tiene hilo y aguja? -Preguntó sonriendo.

-No tengo hilo ni aguja, pero estoy seguro que Josh no abrirá la boca-Dijo Axel adentrándose en nuestro círculo.

Hasta ahora me detengo a pensar que estamos en pleno pasillo, lo raro es que la campana no haya sonado todavía.

-No escuché muy bien pero los del equipo lo amenazaron con destituirlo de capitán, creo que es algo así de los votos de capitanes de cada deporte.

-Claro…el reglamento estipula que si la mayoría de los capitanes están en contra de otro lo pueden destituir, no recordaba eso-Dijo Asher-Gracias Axel.

-No hay de que-Dijo alejándose.

La bocina comenzó a hacer un ruido un tanto desagradable que retumbó en mis oídos y después la voz del director.

-Buenos días alumnado, tenemos noticias de última hora, sus primeras cuatro clases serán suspendidas ya que el equipo de baloncesto necesita entrenar y no permitiremos que se atrasen en sus trabajos…El resto de los alumnos pueden estar libremente por la escuela.

En mi escuela no tenían que recordarse que debíamos estar en orden, nosotros mismos deberíamos saber hacerlo. La mayoría de las peleas eran afuera y eran casi nulas. Josh y sus amigos eran la causante de absolutamente todas.

-Bueno…yo me tengo que ir a la práctica, nos vemos-Asher se despidió con un beso de su novia y salió corriendo.

-Yo me puedo quedar…su escuela compite contra la nuestra así que también a nosotros nos darán la mañana libre y no creo que se percaten de mi falta-Dijo Gabriel abrazando a su novia.

– ¿Por qué no vamos a caminar por ahí? -Dijo Alice a su novio.

-No, yo me quiero quedar a platicar con Leo y Madd.

-Que nos vamos a caminar por ahí, dije-Declaró la chica entre dientes.

-Ah…sí, sí, aquí solo hacemos mal tercio, vámonos-Dijo Gabriel caminando.

Leo me hizo una señal para empezar a caminar y cuando estuve a punto de hacerlo alguien tocó mi hombro. Me giré para encontrarme con Eduardo. Su rostro derrochaba pena y arrepentimiento.

-Oye Madd…siento lo que pasó en la gala…quería disculparme contigo, con Leo y con Asher, pero escuché que fue a entrenar así que lo haré más tarde…pero el punto es que siento lo que pasó, jamás quise hacerte daño y… ¿puedes perdonarme?

Me quedé perpleja y no por lo que dijo, sino por su aparición tan repentina.

-Claro que sí, Eduardo-Dije sonriendo.

Él sonrió agradecido.

-Sin rencores-Dijo Leo extendiendo su mano, Eduardo la tomó riendo.

-Por cierto, Madd, supe lo que pasó con Josh, yo…jugué con él un tiempo y sé cómo piensa y actúa en las diferentes situaciones…puedo ayudarlos si quieren, tengo algunas pruebas de que Josh no es lo que parece ser, si se las muestro a tus padres es obvio que te separarán de él y estoy seguro que con la amenaza de los chicos de baloncesto no se te acercan.

-Muchas gracias Eduardo, cuando quieras puedes ir a mi casa y hablar con mis papás, solo que sea esta semana, el jueves por la tarde se van de viaje.

-Claro, por ahora voy a estar por aquí, si veo a Josh juro vigilarlo para que no se les acerque.

-Gracias-Dijo Leo.

Nos dimos la vuelta y empezamos a caminar lejos de los alumnos. Llegamos al auditorio que nadie se atrevía a pisar ya que estaba todo lleno de cajas y material, nunca se utilizaba y la única parte limpia era la de los asientos de última fila. Leo y yo nos sentamos ahí, iluminados por los rayos del sol que traspasaban el techo de cristal.

Aquel techo estaba descubierto de día, pero cuando se utilizaba para las obras o presentaciones se presionaba un botón que hacía que algunas piezas de metal cubrieran el cristal, ¿Cómo lo sé?, Estuve ayudando aquí cuando iba en secundaría.

-Traté de retener este comentario, pero ya no puedo…el sentido de prudencia de Gabriel y Alice está por los suelos-Dijo él.

Me reí por su tono.

-Ya lo creo, pero por lo menos lo intentan-Miré a mi alrededor recordando los viejos tiempos-Yo ayudaba aquí.

-Lo sé, te vi.

Lo miré confundida. El cerró fuertemente los ojos por unos segundos y después formó una sonrisa de lado mientras los volvía a abrir.

-Primer año, treinta de abril, Caperucita Roja.

Lo miré tratando de recordar.

-Mi hermano fue el lobo y tuve que venir a verlo…te vi atrás-Añadió.

-Claro, la obra para los niños de primaria… ¿me viste? -Pregunté asustada al recordar esa obra.

Digamos que mi versión de la secundaria no era algo que me enorgulleciera mucho. Era una niña con frenos y mi madre me peinaba coletas porque decía que yo era muy pequeña para peinarme. Me veía horrible.

Él sonrió como un angelito.

-No, por favor-Dije.

Él se mordió el labio inferior para no reír.

-Dime que no fue…

-Pero si lucias tan linda.

– ¡No, cállate! -Dije cubriendo mi rostro con ambas manos, seguro estaba roja.

Él comenzó a reír a carcajadas.

En esa obra de teatro mi madre había insistido en peinarme dos coletas tan altas y puntiagudas que seguro podía matar a alguien con ellas, además, llevaba puesto un vestido rosa de moños con dibujos de dulces en toda la falda y para rematar…frenos. Ese día parecía la casa de Hazel y Gretel.

Lo peor es que me había ofrecido para estar atrás haciendo los efectos de sonido, hubo un momento en el que tuve que asomarme, fue lo más vergonzoso de mi vida.

-De verdad, lucías muy bonita…mi madre lo dijo.

Levanté la cabeza para mirarlo.

-Me veía horrible, parecía niña de cinco años.

– ¿Te confieso algo? -Susurró en voz baja acercándose a mí-Cuando la obra terminó corrí a la parte trasera del lugar para buscarte, pero no te encontré, le pregunté a Asher, me dijo que te conocía y nos iba a presentar, ¿Y qué crees? Nunca lo hizo.

-Si no me viste seguro fue porque estaba en el baño llorando ya que Jason se había burlado de mí, aunque lo hizo de broma, pero se burló y yo me lo tomé muy enserio.

-Bueno, dicen que detrás de un “Es broma”, hay algo de verdad-Susurró y yo lo miré con una mueca de tristeza.

-Me dolería pensar que fue verdad-Admití.

– ¿Jason?, ¿El mismo que mencionó Verónica? -Cambió de tema.

¿Lo ves? Te ama tanto que no quiere verte triste, este chico es, verdaderamente, un príncipe.

No exageres.

¡Uy, no!, ¡Qué especial saliste!

¿Por qué?

Toda tu vida esperando a tu príncipe azul y cuando llega: ¡Ay no, no es el tono de azul que yo quería!

¿De dónde sacas estas ocurrencias??

Te lo dije, me junté con Gabriel y algo se me pegó.

Parpadeé varias veces, volviendo a la conversación con Leo.

-Si-Dije acomodándome mejor en el asiento-Él me gustó desde último año de primaria y cuando supe que estaríamos en la misma secundaria…bueno, me gustó más, que se burlara de mí me hizo sentir mal pero después él dijo que lo hizo de broma…en enero de ese mismo año nos hicimos novios y nuestra relación terminó en mayo de hace dos años.

-Dos puntos, el primero es decirte que, si tú estás bien contigo misma los demás pueden irse al demonio junto con sus comentarios, no tienen por qué hablar de ti sin tu permiso. Y dos, ¿Por qué terminaron?

Suspiré cerrando los ojos, varios flashes de aquel momento se presentaron ante mí.

“- ¡En serio…no puedo creer que pienses eso de mí!

-Lo siento, ¿crees que es fácil para mí saber que mi novio es perseguido por medio instituto?, Pues no lo es Jason.

– ¿Qué te hice para que desconfiaras de mí?

-No lo sé, simplemente siento que ya no me quieres como antes.

– ¡Madeleine, te amo y te lo he demostrado, no es justo que desconfíes así de mí!

-Ya te dije como me sentía, ahora que lo sabes estás muy enojado, ¿cuál es el punto?

– ¡Tener una buena relación!

-No hay una buena relación entre tú y yo, no la ha habido desde hace mucho.

– ¡Bien, creo que deberíamos terminar, eres una egoísta…!”

-Bueno…es complicado…él y yo peleábamos mucho, no coincidimos en casi nada y yo tenía la sospecha de que él…me engañaba.

– ¿Terminaron por celos?

-No-Negué con la cabeza.

– ¿Entonces?

– ¿Podríamos cambiar de tema? -Supliqué poniéndome de pie y bajando las escaleras rumbo al escenario.

-Claro-Dijo él siguiéndome- ¿Qué te parece si platicamos sobre mí?

Sonreí.

– ¿Puedo preguntarte lo que yo quiera? -Cuestioné alzando una ceja.

-Sí, lo que quieras.

Llegué al escenario y subí los pequeños escalones para sentarme al centro de aquella tarima tan grande con los pies colgando. Leo se acercó y apoyó la espalda, aún abajo, era tan alto que su cabeza superaba la altura de la tarima.

Hice un mohín, pensando en qué preguntar.

– ¿Juegas algún deporte?

-No, pero sé jugar baloncesto, Asher me enseño.

– ¿Te gustan las verduras?

Él comenzó a reír.

-Sí, Eider.

Echó la cabeza hacia atrás quedando a un lado de mi mano, sus ojos me miraban con diversión. Pasé mi mano por su cabello haciendo leves caricias.

– ¿Cuál es tu canción favorita? -Pregunté aun acariciando su cabello.

Era tan suave, no se sentía ni un solo nudo en él, podía pasar mis dedos sin que se atascaran con los mechones. Él levantó la cabeza y con un movimiento rápido se montó en el escenario y recostó su cabeza en mi regazo, sus ojos mirando al techo. Posé ambas manos en su cabello y seguí acariciándolo.

-No lo sé…tengo muchas…tal vez Yellow de Coldplay, hasta ahora es mi favorita.

-La mía también, es muy bonita… ¿Cuál es tu color favorito?

-Azul.

– ¿Comida favorita?

-Italiana…oup, y las hamburguesas con papas fritas.

– ¿Animal favorito?

-Hámster.

Fruncí el ceño.

– ¿Por?

-No lo sé, solo me gustan.

-A mí no, me gustan más los perros…el hámster es como…

– ¿Una rata?

-Exacto.

– ¡Auch!, Acabas de ofenderme.

Un flash llegó a mi mente, me mareé y tuve que cerrar los ojos, pero eso solo intensificó el recuerdo.

«-Odio los hamsters, me dan miedo, son como ratas.

-Auch, acabas de herir mis sentimientos Eider…pero aun así te sigo amando, incondicionalmente…

-También te amo, Leo.»

Cuando todo pasó y pude volver a abrir los ojos la confusión me invadió, nunca había hablado con Leo sobre hamsters y mucho menos le dije que lo amaba. Nunca pasó y aun así lo sentía como un recuerdo. Desde hace algún tiempo estaba pasando eso y no solo despierta, también dormida.

Soñaba con cosas que nunca habían pasado. ¿Cómo era posible?, ¿A qué se debía? No era capaz de responder a eso.

-Eider, ¿Estás bien?, ¿Por qué dejaste de preguntar?

Lo miré sin saber qué decir. Tenía que inventar algo, no quería contarle lo que me estaba pasando, no ahora.

-Estoy pensando en qué preguntar-Mentí.

Él sonrió asintiendo con la cabeza.

– ¿Qué es lo que más te gusta hacer? -Pregunté sin saber qué otra cosa decir.

-Pasar tiempo contigo.

Sonreí.

– ¿Te gusta alguien?

-Si-Dijo mirándome.

– ¿Cómo es?

-Pues…mide más de un metro…es humana y respira.

Le golpeé suavemente el hombro.

– ¿Es la misma chica a la que le ibas a dar el regalo en la gala?

-Si-Dijo sonriendo.

– ¿Es bonita?

-Es preciosa.

Quise decirle a mi cerebro que parara de formular preguntas, quise tapar mi boca con cualquier cosa que tuviera a la mano pero no podía, necesitaba saber más.

– ¿Es inteligente?

-Mucho.

– ¿Tú…la…amas?

-Absolutamente.

Mi corazón crujió en ese instante. Tuve ganas de levantarme y salir corriendo, pero técnicamente yo fui quien buscó esa respuesta.

– ¿Quién es?, ¿Por qué te gusta tanto? -Pregunté con la voz quebrada.

Él se sentó de golpe y me miró.

-Ella…es muy bonita, desde que la conocí me enamoré de ella, de como trataba a las demás personas, ella es tan extrovertida y amable, con una sonrisa que hace sonreír a todo el mundo, sus labios son de un tono rosado que quiero besar cada que los veo…

Y ahí está, lo último que necesitaba para ponerme a llorar. Mis ojos picaban en señal de que las lágrimas saldrían en cualquier momento. Presioné con fuerza mi bolso reteniendo las ganas de llorar. Sabía que en algún momento iba a hacerlo, pero trataría de retenerlo. Capté en ese instante que Leo seguía hablando y yo no le prestaba atención por estar concentrada en mis pensamientos.

-…maravillosa…

-Suena genial-Interrumpí para que así dejara de hablar de ella.

-Si.

– ¿Por qué no se lo dices?, Seguro que ella también quiere estar contigo.

-No lo sé, no estoy muy seguro.

– ¿Cómo se llama? -Pregunté dándome cuenta de que nunca mencionó su nombre.

Él ladeó la cabeza.

-No creo que necesites su nombre para saber quién es, te lo dije, tú la conoces…De hecho esa chica está a punto de llorar porque cree que no es ella, ¿te suena? -Preguntó acercándose a mi rostro.

Mi ceño se frunció al mismo tiempo en que mi corazón latía desesperadamente. ¿Todo lo que me había dicho de la chica lo decía refiriéndose a mí?… ¿Yo le gustaba?

Me quedé estática sin saber qué decir, o hacer. Ni siquiera podía parpadear.

-Bien…creo que tendré que ser más directo, tomando en cuenta la situación-Murmuró.

Yo aún seguía sentada frente a él, no podía mover ni un músculo.

-Eider, tú me gustas y te amo con todo mi ser.

Si mi corazón podía ir más rápido lo estaba haciendo. Todo en mi cabeza dio vueltas. No podía despegar la vista de sus ojos. Si pudiera me levantaría y correría con Hannah, pero ni siquiera eso podía hacer.

– ¿Eider?

– ¿Eh? -Fue lo único que mi boca pudo pronunciar.

– ¿Puedo besarte?

– ¿Qué…? -Dije parpadeando varias veces.

Antes de que pudiera responder sus labios chocaron con los míos mandando una corriente de paz a todo mi cuerpo. Sin pensarlo seguí el beso, sus labios eran suaves y sabían a menta, el beso era cálido y lento, transmitiendo aquel sentimiento de seguridad. Él me tomó de la cintura y con una facilidad sorprendente me levantó y me sentó en su regazo sin despegar nuestros labios, pasé mis manos por su cuello acercándolo más a mí.

Perdí toda noción del tiempo en ese instante, no sabía dónde estaba ni qué hora era, pero tampoco me importaba saberlo. Absolutamente todo se desvaneció, solo éramos él y yo.

Me importó poco lo que fuera a decir mi padre sobre esto, al fin y al cabo, es mi vida y yo tengo que vivirla, debo hacer lo que yo crea correcto y mis padres deben dejar que me equivoque, justo de ahí he de aprender. Ellos no pueden encerrarme en una burbuja para siempre y voy a demostrárselo.

Lentamente nuestros labios se fueron despegando, pero Leo me abrazó fuertemente con nuestras narices rozando.

– ¡Échenles agua! -Gritó una voz muy familiar.

– ¡Shhhh!, ¡Cállate! -Exclamó la novia de Gabriel.

-Les dije que estaban aquí-Mencionó Asher sonriendo.

Me volteé para encontrar a los tres chicos escondidos detrás de los asientos de la última fila. Hannah y Eduardo no decían nada, mi mejor amiga estaba a punto de desmayarse y su primo le hacía aire con la mano. Leo y yo los miramos sonriendo.

– ¡No me creo! -Chilló Alice.

– ¡MADELEINE! -Gritó mi amiga reaccionando.

– ¿Qué? -Pregunté asustada.

-Afuera. Hablar. Ahora.

Salió corriendo y los demás se empezaron a reír.

-Okey, eso fue raro, ahora voy con ella-Dije levantándome de las piernas de Leo y bajando las escaleras.

Si yo saltaba de ahí seguro me mato. Pasé por entre mis amigos que se dirigieron a Leo. Cuando me asomé al pasillo pude ver a mi amiga sonriendo en un rincón.

– ¿Qué pasó? -Preguntó elevando una ceja.

Mordí mi labio inferior, sonriendo.

-Nos besamos-Dije.

-Sí, eso lo vi no estoy ciega, lo que preguntó es cómo pasó, ¿De qué hablaban?

-Bueno, empezamos hablando sobre las obras que se hacían antes ahí y salió el tema del día que mi madre me vistió como si tuviera cinco años, él dijo que me había visto y me buscó pero no me encontró…después le empecé a hacer preguntas sobre lo que a él le gustaba y…de ahí surgió todo.

-Sigo sin creerme lo que pasó-Murmuró pensativa- ¿No te dijo nada?

-Me…me confesó que yo era la chica que le gustaba desde hace mucho y que el día de la gala me iba a dar el brazalete a mí, y….pues…me dijo que era muy bonita.

-Eso es muy romántico-Dijo sonriendo- ¿Eres su novia?

Mi sonrisa se desvaneció cuando me di cuenta de que nunca me pidió ser su novia, pero me besó, eso es casi lo mismo ¿no?

-No lo sé-Dije al fin.

– ¿Cómo?, ¿Se besaron, pero no son novios?

Me encogí de hombros habiendo un mohín.

-Eso es todavía más romántico-Dijo agrandando su sonrisa.

No estaba de acuerdo, pero sé que era casi imposible hacer que Hannah cambiara de parecer, así que mejor le daría por su lado y después hablaría con Leo.

-Solo imagínalo, si tú te haces novia de Leo él sería mi cuñado…y Asher ya es el tuyo, además Gabriel es novio de Alice, es genial porque así pasaremos más tiempo juntos-Dijo a punto de llorar.

Alice salió al pasillo chillando como ardilla mientras sonreía. Hannah y yo la miramos confundidas.

– ¿Qué te pasa? -Pregunté.

-Estábamos platicando con Leo y….los siento Madd, no te puedo decir nada hasta más delante, pero…Hannah, ¿podemos hablar?

-Claro-Dijo.

– ¡Hey!, ¿Por qué no puedo saber?, Se trata de mi Leo.

-No podemos decirte, lo siento-Alice se alejó con Hannah y yo me quedé ahí, parada sin saber qué hacer.

¿Debería entrar al teatro?, ¿Me quedó ahí afuera?, ¿Voy a mi casillero?, ¿Qué hago?

Asher salió del lugar con una enorme sonrisa y caminó hacia mí. Me abrazó fuertemente y después me miró.

– ¿Terminaron de entrenar?

-Sí, al parecer tardamos menos de lo esperado-Dijo.

-Eso significa que las clases siguen ¿cierto?

-Si.

Bufé rodando los ojos. La campana sonó indicando que, efectivamente, había que continuar las clases. Fui hacia mi casillero a por mis libros para después dirigirme a mi salón.

*Leo*

Después de lo que pasó en el auditorio no vi a Eider. Asher me dijo que se fue a su clase de historia así que yo hice lo mismo. Toda la clase de deportes la pasé sentado escribiendo en mi cuaderno, el entrenador no estaba así que no podría obligarme a jugar fútbol con los demás.

Eres un irresponsable, rebelde y flojo.

Correción conciencia, soy inteligente.

La clase terminó y me fui corriendo al interior de la escuela directo al casillero de Eider, que es donde ella se encontraría en unos segundos. Me encontré a mi hermano en el camino y se unió para ir hacia el mismo lugar.

– ¿Qué es eso? -Preguntó señalando mi mano.

-Un papel, ¿no los conocías? -Dije tratando de burlarme.

-Claro que sí.

– ¿Entonces para qué preguntas? -Respondí con obviedad.

Me detuve en mi casillero esperando a la rubia mientras que Asher siguió su camino con Axel. Vi a la chica tratando de esquivar a la gente con prisa. Cuando llegó a su casillero lo abrió con desesperación y comenzó a sacar libros.

– ¿Vas tarde a tu clase?

-Algo así-Dijo sin mirarme.

Por un momento pensé que estaba enojada conmigo o que se sentía rara por lo del beso. Pero después pensé que era por lo de Josh y sentirse vigilada por él.

-Oye, Josh no volverá a molestarnos, no tienes que alejarte de mí ahora-Dije sonriendo.

-Lo sé-Dijo aún sin mirarme.

Fruncí mi ceño sin saber qué pasaba.

– ¿Pasó algo?

-No-Dijo rebuscando en su casillero.

– ¿Segura?

-Sí, solo estoy confundida, no tienes que preocuparte por mí-Dijo en un tono seco.

¿Ahora qué hiciste?

¿Hice algo?

Pues algo debió pasar para que se pusiera así.

¿Qué le pasaba?, Estaba enojada conmigo y ni siquiera sabía por qué. No había hecho nada malo, ¿Y si estaba enojada por lo del beso?

Al no recibir atención por su parte comencé a frustrarme y enojarme, no con ella, sino conmigo mismo por lo que había hecho mal. Ella cerró su casillero de un golpe e hizo un sonido de frustración desde la garganta. Comenzó a caminar y yo la seguí algo decepcionado.

– ¿Segura que te encuentras bien?, Mira, si es por algo que yo hice mal o si es por lo del beso puedes decírmelo, de verdad, no me voy a enojar.

Ella se detuvo en seco y me miró con el ceño fruncido.

– ¿Qué? No, no es por eso…no estoy enojada contigo, es que olvidé que hoy tengo una prueba de matemáticas y no entendí nada de lo que tenía que estudiar, es todo.

Mi cuerpo entero se relajó al oír eso y en mis labios se formó una sonrisa.

-Ya veo-Dije siguiéndola, pues ella seguía caminando.

Vi de reojo como abrochaba su suéter…o no…no era…no podía ser… ¡Era amarillo!

¿Y?, ¿Eso qué?

¿No recuerdas?, Un suéter amarillo.

Ella usa suéteres de diferentes colores, el amarillo no es la excepción.

¡Ay!, ¡Olvídalo!

– ¿Ese suéter…?

-Sí-Interrumpió-Es el suéter que llevaba puesto el día que me invitó a salir cierto chico del piano-Respondió sonriendo.

Llegamos a su salón y yo sonreí de lado.

-Suerte.

-Aceptaré las buenas vibras, pero mi profesor de historia me ha dicho que la suerte no se desea, eso solo se hace cuando se encuentra algo por azares del destino…a las personas se les desea éxito.

Reí por lo bajo.

-Bien, entonces…que tengas éxito en tu prueba.

-Gracias-Dijo adentrándose al salón.

Después de eso no la volví a ver, estuve planeando la sorpresa que le haría esa tarde. No fue hasta la hora del almuerzo que fue cuando me decidí a buscarla. Llegué a la mesa donde estaban sus amigas. Rose estaba viendo su celular, Alice hablando con Asher y Hannah comiendo una papa frita mientras me saludaba con la mano.

– ¿Dónde está Eider? -Pregunté.

-No lo sé-Dijo mi hermano mientras le ponía la pajita a su bebida.

-Yo sí, Michell la llamó a la cancha de fútbol-Dijo Rose sonriendo.

– ¿Michell?

-Hermano de Josh-Respondió Hannah rodando los ojos.

Fruncí mi ceño pensando en para qué querría hablar ese tal Michell con Eider.

-Si quieres te acompaño a buscarla-Dijo Asher poniéndose de pie.

Ya que estuvimos alejados de las chicas fue cuando me atreví a preguntar.

– ¿Quién es Michell?

-Hermano de Josh, ¿no escuchaste? -Se burló.

Bien, el karma existe.

-Sí, pero a Hannah no se le ve muy contenta hablando de él.

-Es su ex, el que estuvo con ella solo por un reto, lo odia con su alma. Todo el mundo pensaba que Josh era diferente, que a él si le importaban los sentimientos de las chicas y que no andaba con ellas solo por juegos o caprichos suyos.

-Oup.

Llegamos a la cancha, pero no vimos a nadie así que decidimos ir a buscar adentro.

-Leo, hay que buscar en…

El chico no pudo terminar, un grito que reconocí al instante resonó por todo el lugar.

– ¡Leo!, ¡Ayuda! -Gritó Eider, pero no supe desde dónde.

– ¡Los vestidores! ¡Rápido! -Dijo Asher caminando hacia ellos.

Cuando llegamos pude ver a Eider acorralada en la pared con Josh y el otro chico -supongo que Michell- enfrente, el otro chico tenía una navaja en la mano. Josh le estaba diciendo algo que con mucho esfuerzo logré escuchar.

-No quiero hacerte daño, pero, se supone que yo te tengo que cuidar, no te puedes acercar a Leo ni a Asher y si lo haces Michell los hará sufrir con ese pequeño e inofensivo utensilio, no quieres que los lastimen ¿verdad?

-No-Murmuró ella entre llantos.

Asher y yo nos lanzamos hacia ellos. Le di un golpe a Josh, lo que causó que cayera al suelo, me agaché para volver a golpearlo, pero él lo hizo primero, le gritó al otro chico que estaba acorralado a la pared por Asher. Michell le lanzó la navaja y Josh la atrapó en el aire.

– ¡No!, ¡No, por favor, no!, ¡Por favor! -Gritó la chica llorando.

Asher golpeó a Michell, pero éste no se dio por vencida y golpeo a Asher. Volví la mirada a Josh y esquivé la navaja que estaba a punto de clavarme. Entre los quejidos de Asher y Michell, Eider llorando y Josh tratando de matarme ya no sabía qué hacer.

Axel llegó para ayudar a Asher y el chico por fin cayó de un golpe, por otro lado, Josh seguía intentado con la navaja. Miré a Eider, quien estaba tirada en el suelo llorando. Josh aprovechó para golpearme y caí al suelo, quedó encima de mí.

– ¡No, no, no! -Gritó Eider acercándose.

Los otros dos chicos trataron de retenerla pero ella fue más rápida y corrió hacia mí. Josh la empujó con la mano en la que tenía la navaja y causó un corte en su brazo del cual brotaba sangre. La chica se quejó alejándose mientras que Asher miraba la herida.

La furia e impotencia se apoderaron de mí y golpeé a Josh, el cual cayó al suelo. Quedé encima de él golpeándolo, su labio comenzó a sangrar, pero a mí no me importó. Él trató de voltearse, pero yo lo golpeé aún más fuerte, ganando un quejido de su parte. Estuve a punto de volver a golpearlo cuando la voz de Axel me interrumpió.

-Leo, creo que Madd te necesita, está temblando.

Lo miré asustado y corrí hacía Asher, quien la tenía en brazos. Él se hizo a un lado y yo abracé a la chica, quien seguía llorando. Envolvió sus brazos en mi cintura y hundió su cabeza en mi pecho. Entre llantos y gimoteos no sabía a qué grado temblaba su cuerpo, solo pude abrazarla y dejar un beso en su cabeza.

Revisé su brazo, la herida no era tan profunda como pensé, era pequeña, pero brotaba sangre de ella. Se separó de mí y pasó una mano por la parte baja de mi espalda para quedar a un lado mío. La abracé pegándola a mi cuerpo y comencé a caminar hacia afuera.

-Siento no haber llegado antes-Dije.

Ella negó con la cabeza.

-Llegaste y es lo que importa, gracias por estar aquí.

Relamí mis labios para después mirarla.

-No tienes que agradecerme nada, siempre estaré para cuidarte, ya te lo he dicho, no quiero que nada ni nadie te haga daño.

Entramos al edificio, Alex se fue por un pasillo mientras que Asher y yo íbamos a la cafetería. Al llegar a ésta Hannah nos miró y corrió a nosotros, me arrebató a Eider de las manos y la abrazó.

– ¿Qué pasó? -Preguntó preocupada.

-Josh, eso pasó-Respondí sentándome.

Hannah sentó a la chica a un lado suyo, aun abrazándola.

-Y Michell, también eso pasó-Dijo Asher.

– ¿Michell? -Preguntó la pelirroja entrecerrando los ojos.

-Sí, estaba con su hermano amenazando a Madd con una navaja.

Hannah abrió los ojos y la boca de la sorpresa.

-Bien, no lo maté por lo que me hizo a mí, pero con mi amiga nadie se mete, ¡¿dónde está?!

-No creo que sea necesario ir-Dijo Gabriel atrás de mí.

Lo miré confundido, se supone que él debería estar en su escuela.

– ¿Qué haces aquí? -Pregunté.

-Se suspendieron clases en mi escuela y decidí venir a esta, las puertas estaban abiertas, que irresponsabilidad-Dijo sentándose a un lado mío.

– ¿A qué te refieres con lo que dijiste hace un momento? -Cuestionó Hannah mirando a su primo.

-A que vi toda la pelea y tu novio dejó a Michell como tamal de mole.

Todos en la mesa lo miraron con confusión.

– ¿Tamal de mole? -Preguntó Madd limpiándose las lágrimas.

-Sí, rojo…todo rojo y con la carne en pedacitos.

La chica comenzó a reír y eso me hizo sonreír también.

– ¡Hey!, Se supone que debería ser yo la fuente de tu sonrisa, no Gabriel-Le dije.

-Lo eres, pero Gabriel es más chistoso.

Miré a Gabriel fingiendo estar enojado.

-Te odio-Dije fingiendo estar enojado.

-El sentimiento es mutuo-Respondió Gabriel.

Después de una guerra de chistes, la cual terminó ganando Gabriel, llevé a Eider por algo de comer. Regresamos a la mesa y los chicos seguían contando chistes buenos, malos y pésimos. Eider se sentó con su charola de comida y yo me senté a un lado, pasando una mano por su cintura y pegándola a mí. Ella sonrió y apoyó su cabeza en mi hombro.

– ¿Saben por qué se mató el libro de matemáticas? …Porque tenía muchos problemas-Dijo Asher riéndose.

Nadie más en la mesa lo hizo, sólo él.

-Es el peor chiste que he oído en mi vida-Dije.

-No es cierto-Defendió.

-Claro que sí, hasta a tu novia le parece horrible-Dije mirando a Hannah, quien miraba a su charola para no hacer sentir mal a Asher.

-Bien…Gabriel, rey de chistolandia, ¿nos quiere contar un chiste?

– ¿Chistolandia? -Dije-Será idiotilandia.

Gabriel me puso mala cara y Eider se empezó a reír.

-Buen chiste-Dijo.

-No era chiste, lo decía muy en serio-Aseguré.

-Bien, yo no sé qué chiste contarles.

Lo miré con diversión recordando un chiste que él me había hecho hace unos días.

-Gabriel, haz una oración con las palabras Green, Yellow y Pink.

Él sonrió y todos los demás de la mesa lo miraron.

-Bien, una oración con las palabras Green, Yellow y Pink…Green, Green-Sacó su celular y lo puso en su oreja- ¿Yellow? …Pink, pink, pink…Me colgó.

Todos en la mesa comenzaron a reírse.

El almuerzo terminó y las clases continuaron. A la salida tuve que ser rápido para que Eider no viera que me fui, le pedí a Gabriel que la retuviera y esperaba que supiera cómo hacerlo.



CAPÍTULO 32.-EL PARTIDO/ LA NUEVA PAREJA.


– ¿Por qué las plantas crecerán mejor con abono? -Preguntó Gabriel mirando las plantas-El abono es basura.

Él me dijo que tenía que esperar a Leo porque quería decirme algo, estábamos afuera de la escuela, todos se habían ido. Mis amigas ni siquiera me preguntaron si me iría con ellas, seguro que sabían algo y no me lo querían contar, ¡Son de lo peor!

Muero de curiosidad por saber qué está planeando Leo.

Yo también, no puedo esperar.

– ¿Si me echo basura encima seré más guapo?

– ¿Más? -Pregunté riendo.

-Sí, feo no soy.

Me reí a carcajadas.

-Inténtalo, en la entrada de la escuela hay un bote de basura, deberías ir ahora antes de que te ganen.

-En cuanto llegué Leo lo intentaré-Dijo sonriendo.

Me quedé sentada mirando al cielo. El chico y yo estábamos sentados en la única banca con mesa que había afuera del instituto. Mi teléfono vibró dentro de la mochila y en cuanto lo saqué el rostro de mi madre apareció en la pantalla.

Respondí rápido y me puse el teléfono en el oído.

– ¿Qué pasa, mamá?

-Nada hija, ¿está todo bien?, Solo queríamos saber si ya llegaste a casa.

Miré a Gabriel sin saber qué decir, no les podía decir que iría con Leo, pero podría utilizar una excusa a la que seguro ninguna de mis amigas se negaba.

-Estoy con mis amigas en casa de Hannah-Mentí.

– ¿Alice, Hannah y Rose?

Sabía que la madre de Alice no diría nada y la de Hannah tampoco, pero no estaba muy segura de la señora Miller.

-Rose no, ella dijo que si iría a su casa porque estaba muy cansada-Mentí.

-Bien, en cuanto llegues a la casa me avisas, tu padre y yo estaremos trabajando en la oficina.

-Si mamá, lo prometo-Colgué el teléfono y justo en ese momento llegó Leo por mí.

Se bajó de su motocicleta, se quitó el casco dando permiso al aire de desordenar su cabello. Se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camisa blanca con unos pantalones de mezclilla.

-Siento la demora, ¿nos vamos? -Dijo extendiendo su mano.

Bajé de la mesa y me posé a un lado de él, Gabriel sólo se levantó y sonrió.

-Nos vemos, voy al bote de basura.

– ¿Al bote de basura? -Preguntó Leo frunciendo el ceño.

-Es un chiste entre Eider y yo, no lo entenderías-Respondió el otro chico parpadeando varias veces.

-Madd, es Madd-Masculló entre dientes.

-Tú le dices Eider-Atacó el pelinegro.

-No pienso discutir esto-Se dio la vuelta y se subió a su motocicleta.

Copié su acción y me aferré a su torso. Llegamos al parque en el que se encontraba el búnker, pasamos los arbustos y desde ahí pude distinguir la puerta, pero él no iba hacia ese lugar. Tomó mi mano para empezar a caminar a la derecha.

-Cierra los ojos-Pidió posándose detrás de mí.

Obedecí y él comenzó a guiarme a nuestro destino. Me sentía nerviosa y no por estar con él, o por no saber a dónde me llevaba, sino porque sabía que quería hablar conmigo y la curiosidad me estaba matando.

El chico del piano se alejó de mí y la tentación de abrir los ojos me invadió, pero no lo hice, me mantuve así hasta que escuché su voz pidiendo que los abriera. Cuando lo hice pude ver delante de mí un gran árbol que daba mucha sombra, debajo de éste había una manta tirada con una cesta y una hielera.

– ¿Qué es esto? -Pregunté con una sonrisa.

-Un picnic, ¿nunca tuviste uno?

Abrí la boca sorprendida y mi primer impulso fue correr a abrazar al chico. Así lo hice y él me recibió.

-No dejas de sorprenderme-Murmuré.

Los dos nos sentamos en la manta cuadriculada de colores rojo y blanco, Leo abrió la canasta y sacó de ella unos sándwiches y un molde de fruta. También había dulces y en la hielera había sodas y jugos.

-Mi madre fue la que me ayudó con la comida, ella eligió todo y me lo dio…te manda a saludar, por cierto, te extraña mucho.

-También la extraño, mi última terapia fue en febrero, creo, la verdad no lo recuerdo-Dije mirando la fruta.

-Mi padre también te extraña, dice que nunca tuvo una alumna con una voz tan bonita y que ahora la había perdido.

-También lo extraño, es muy buena persona, fue muy amable conmigo.

Comenzamos a platicar sobre el primer día en el taller, él me contó cómo se sentía cuando me vio y yo hice lo mismo. Reímos por varias cosas y también le conté a Leo lo que pasaba en mis terapias con su madre.

– ¿Cuándo es tu cumpleaños?, Nunca te lo pregunté-Dijo el chico.

-El tres de junio.

-En un mes -Dijo- ¿Qué te gustaría de regalo?

-Lamento decirte que lo que quiero de regalo de cumpleaños no me lo pueden comprar.

– ¿Qué es? -Preguntó curioso tomando un sándwich.

-Un libro muy raro, mis padres lo han buscado por todo el mundo y no lo han encontrado.

– ¿Cómo se llama?

-Corazón de tinta.

– ¿Sabes? Asher dijo que te regalaría un suéter, para cuando te manches la blusa de pasta dental.

Abrí la boca indignada.

– ¡Mentiroso!, ¡Asher nunca se dio cuenta de las manchas! -Dije golpeando levemente su hombro causando que él riera.

Me moví un poco hacia atrás para recostar mi espalda en el tronco y Leo hizo lo mismo.

– ¿Te puedo preguntar algo privado?

-Si.

– ¿Por qué te llevas tan mal con Verónica?

Suspiré.

-Bueno…ella y yo nunca coincidimos en mucho, no hablábamos, ella decía cosas malas de mí, cosas insignificantes pero…todo cambió cuando tuve un accidente, ella dijo cosas mucho peores de las acostumbradas…mis amigas se enojaron y empezó una guerra entre todas las porristas contra nosotras.

-Creo que lo mejor fue haber mantenido una distancia prudente de Verónica, después de todo lo que dijo si te hubiera conocido más seguro que te hubiera traicionado.

-Sí, aunque siento que su traición me hubiera importado poco.

-Eso es cierto, la traición de un enemigo no se compara con la de un amigo, alguien a quien le diste toda tu confianza y lo único que hizo fue mentirte…es lo peor.

En eso tenía razón, la confianza lo es todo, perder la confianza en un amigo puede crear miles de problemas, pero sería peor saber que él te mentía. Después de la primera mentira toda la verdad se desconfía y es cierto, muy cierto.

-Otra pregunta-Dijo él y yo lo miré de reojo- ¿Por qué terminaste con tu novio…Jason?

Mordí mi labio inferior.

-Es complicado de explicar, pero…de hecho él y yo nunca terminamos…osea, si llegamos a terminar, pero a las dos semanas volvimos, a lo que me refiero es a que…al final de la historia nunca terminamos como tal.

Miré al chico y éste tenía en su rostro un claro signo de interrogación.

– ¿Cómo? No entiendo, ¿Sigues siendo su novia?

-No, es física y matemáticamente imposible ser novia de un muerto.

– ¿Eh? -Dijo frunciendo el ceño.

Comencé a reír y ni siquiera sabía por qué, hace seis meses me dolía hablar de esto, pero con Leo era diferente, todo lo que me dolía podía contarlo como si fuese algo chistoso, aquellos recuerdos ya no dolían.

-Te lo cuento más explícitamente…Jason fue mi novio, eso ya lo sabes, pero…un día fuimos a un parque de diversiones, su hermano mayor, Lucas, nos llevó ya que ninguno de los dos tenía licencia de conducir, teníamos quince años. Cuando regresamos Jason y Lucas se pelearon, nadie vio que había una curva y el auto cayó de la carretera.

Hice una pausa para respirar.

-Yo me desmayé por el golpe, desperté en el hospital dos días después, Lucas me dijo que Jason murió tres horas después del accidente, no lo volví a ver, y eso me destrozo-Hice una pausa para tomar aire- Ahí comenzaron mis ataques de nervios, mis papas decidieron mandarme a terapia, porque pasaba todo el día en mi cuarto, llorando y leyendo, tu madre me motivó a inscribirme al taller y yo acepté.

-Ya entiendo, nunca terminaron porque nunca lo dijeron como tal, pero tampoco son novios porque él murió.

-Si-Asentí con la cabeza sonriendo.

– ¿No fuiste a su velorio?

-No, mis padres dijeron que sería mejor así, y no fui-Me detuve a pensar un rato-Tampoco he visitado su tumba, no sé dónde está, desde el accidente perdí todo contacto con la familia de Jason y nunca dijeron dónde lo enterraron.

-Lo pudieron haber enterrado en el patio de su casa y tu ni en cuenta-Dijo él.

-Eso sería extraño-Dije riendo- ¿Sabes que es más extraño?

Él hizo una señal para que continuara.

-Qué ya no duele, no sabía cómo dejar el pasado atrás hasta ahora, contigo nada duele, me siento segura y a salvo.

Él se acercó a mí, nuestras manos se entrelazaron una con la otra.

– ¿Te puedo pedir algo? -Preguntó.

-Sí, dime.

– ¿Puedo ser tu novio?

Mi corazón se aceleró por dos razones: La primera, por lo que me había pedido, había estado esperando por esa pregunta por mucho tiempo y no podía creer que el momento hubiera llegado. La segunda, por la forma en la que lo preguntó, no estaba pidiéndome ser su novia, me estaba pidiendo permiso para ser mi novio.

Comencé a reírme sin saber por qué, quería responderle, pero la risa era más poderosa.

– ¿Por qué te ríes? -Preguntó él casi a punto de hacer lo mismo.

Lo estaba contagiando, eso era seguro.

-Por tu forma de preguntar, ¿por qué no lo haces como todos los demás?

– ¿Cómo? -Preguntó con diversión.

-Pues el típico «quieres ser mi novia»-Dije ya más calmada.

-No lo hago así porque el privilegio es para mí-Respondió tomando mi cintura y acercándose a mí.

Me sonrojé al instante y pasé una mano por su cuello para aferrar mis dedos a su cabello, él rozó su nariz con la mía causando que yo la arrugara.

-Y… ¿Qué dices? -Murmuró.

-Sí, puedes ser mi novio.

El chico del piano esbozó una sonrisa de oreja a oreja y después me besó tirándome al pasto con él encima. Pasamos un rato más riendo y comiendo hasta que me di cuenta que tenía que volver a mi casa, con mis padres.

Ojalá y no te maten.

No tengo por qué decirles que es mi novio, ¿o sí?

&&&&&&&&&

Mis padres ya habían llegado a casa, yo estaba en mi habitación leyendo, me puse mi pijama y me senté en mi ventanal a leer, no tenía nada que hacer. Los chicos a esta hora deberían estar entrando al partido y yo en mi casa encerrada.

¡Genial!, ¡Qué horror es estar encerrada!

Nunca, jamás pensé que diría esto, pero leer comienza a aburrirme.

¿Y si nos lanzamos por la ventana?

No, yo quiero pasar más tiempo con mi novio.

Tu novio, qué lindo suena.

Si…

Traté de no verme nerviosa ante mis padres, no les había dicho sobre mi…no puedo creer que lo esté diciendo, nuevo novio.

Alguien tocó a la puerta de mi habitación.

-Mamá, ya te dije que no tengo hambre y tampoco quiero hablar-Dije sin despegar la vista del libro.

Escuché el sonido de la puerta abrirse y eché la cabeza hacia atrás frustrada.

– ¡Mamá!, ¡Ya te dije que…! -Dejé de hablar de golpe cuando vi a Hannah parada frente a mí, sonriendo.

Ella cerró la puerta y corrió a sentarse frente a mí. Iba muy arreglada y cómo no hacerlo, estaría con su novio, me sentía feliz al saber que ella sí podría estar con él cuando quisiera sin miedo a que sus padres se enojaran.

A veces desearía que los padres de Hannah me adoptaran.

Sería genial.

-Lo sé todo-Dijo con emoción mientras que yo la miré con el ceño fruncido-Leo le contó a Asher y él a mí.

Sonreí mordiendo mi labio inferior.

– ¡No lo puedo creer, son novios! -Dijo sonriendo.

-Shh, baja la voz, mis padres no lo saben.

Ella apretó los labios en una línea muy fina.

– ¿No deberías de estar en el partido de Asher? -Pregunté poniendo el separador al libro para cerrarlo.

-Sí, pero decidimos pasar a verte antes, Asher dijo que el partido se aplazará quince minutos.

– ¿Decidimos?

Ella rodó los ojos con diversión.

-Alice, Gabriel, Eduardo y yo…vamos en el mismo auto, ellos se quedaron abajo por lo que pasó el día del cine, la foto.

Asentí con la cabeza algo decepcionada. Miré a la ventana y ahí estaba Gabriel, me saludó con la mano y yo hice lo mismo.

– ¿Y Leo?

-Tu novio-Dijo con mucha emoción causando que yo riera-Ya está en la escuela junto con el señor y la señora Williams.

– ¿Puedes decirle algo de mi parte?

-Lo que sea, solo toma en cuenta que lo que me digas lo voy a exagerar.

Sonreí sabiendo que era capaz.

-Dile que lo quiero mucho y…deséale éxito a Asher en su partido, de mi parte.

-Lo haré-Se abalanzó para abrazarme y yo la recibí.

-Te amo Maddy, nos vemos.

-Nos vemos, Honey.

Ella salió de mi cuarto y yo volví a mi lectura, la tentación de mirar a la ventana se apoderó y pude ver como el auto se alejaba con todos mis amigos dentro. Me sentí mal, yo quise estar ahí, siempre pude salir con ellos, pero yo me alejaba de las personas, si tan solo hubiera entrado antes en el taller, pude haber conocido antes a los chicos y todo sería diferente.

Ahora que quiero salir no puedo hacerlo, estoy encerrada en aquellas cuatro paredes que hace un año amaba y ahora detesto con todo mi ser.

Creo que la frase «Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde» es muy cierta.

Lo es conciencia, lo es.

Mi madre entró en mi habitación y se sentó a un lado mío.

-Siento mucho por lo que estás pasando, tu padre no es muy…flexible al momento de tomar decisiones y lo sabes, siempre quiere tener el control de todo porque siente que si no es así todo se desmorona…yo quiero que tú seas feliz.

-Lo único que me hace feliz en esta vida es estar con Leo y mis amigos, y me lo están quitando todo-Dije al borde del llanto.

-Hija…

-No mamá, no me pidas que lo entienda porque no puedo, simplemente no puedo entenderlos…primero me dicen que conozca a gente, que olvide lo que me lastima y luego…

No pude terminar, las lágrimas se apoderaron de mi rostro.

-Luego…me alejan de lo único que de verdad me ayuda, me está sanando mamá, estoy sanando no pueden quitármelo ahora…no pueden…no pueden simplemente fingir que no existe y si ustedes lo hacen yo no lo haré.

-Solo queremos decirte que…

-No mamá, si vienes a decirme que me aleje de él no lo voy a hacer.

-No, no te voy a pedir eso, Hannah nos contó lo que pasó con Josh y nos dijo que Leo te defendió…Tu padre no quiso aceptar que Leo no es una mala persona, está pasando por una etapa de negación, pero yo te apoyo.

Levanté la cabeza de golpe. Me enjugué las lágrimas con mi antebrazo y tomé aire. Abrí y cerré la boca un par de veces sin saber que decir.

– ¿De verdad? -Pregunté sin poder creérmelo.

-Si-Dijo mamá limpiándome las lágrimas-Hannah me contó de cierto plan que tienen ellos para esta noche y quieren que los acompañes, yo acepté su plan y te voy a ayudar…no puedo contarte mucho porque es una sorpresa, pero…ten por seguro que te va a gustar, por ahora arréglate.

Quise decirle que Leo era mi novio, quise contárselo todo, pero no podía, las palabras no salían de mi garganta y terminé optando por no hablar. Me dio un beso en la frente y caminó hasta la puerta, se detuvo en el marco para mirarme y sonreír, yo hice lo mismo. Cuando ella cerró la puerta me levanté y corrí a mi closet para buscar ropa.

*Gabriel*

Me dio mucha tristeza ver a Madd en su habitación sin poder salir, pero Leo y yo planeamos algo para que fuera a la cena con nosotros. Cuando Leo me dijo que ya tenía novia casi me atraganto con la soda que estaba tomando. Él se veía muy feliz y eso me contagiaba a mí.

Las gradas se llenaban cada vez más con estudiantes, familiares, amigos y desconocidos. Nosotros teníamos lugar en la primera fila gracias a Asher. Leo y sus padres ya estaban ahí.

Aunque Eduardo y yo fuéramos de la escuela contraria apoyábamos a Asher. Sobre todo, porque Hannah nos dijo que si íbamos en contra de su amado nos iba a matar.

Mi hermano quedó sentado a un lado de Leo, después yo y mi novia y Hannah estaba abajo con Asher. El partido comenzó y Hannah llegó a con nosotros, los dos equipos se colocaron al centro de la cancha, frente a frente. Las personas comenzaron a gritar y aplaudir y minutos después todo el público estaba en silencio mientras los dos equipos trataban de arrebatarse la pelota de las manos.

En una jugada uno de los alumnos de mi escuela tiró a Axel quien cayó de bruces al suelo. Todos los de mi lado empezaron a gritar reclamando. Él se levantó con ayuda de otro jugador, sacaron al otro chico y el juego continuó. El partido casi acababa, iban en empate, Leo estaba demasiado concentrado viendo a su hermano, Hannah casi se queda sin uñas de los nervios y los demás simplemente rezábamos para que Asher ganara.

-Este partido está muy reñido, la siguiente canasta se lleva la victoria-Dijo el director desde el micrófono.

Antes de que todo el partido continuara Asher corrió hacia el director causando que yo y todos los de la fila frunciéramos el ceño. Leo y Hannah se levantaron. Asher volvió al centro de la cancha con el micrófono en la mano.

-Hola, soy Asher Williams, capitán del equipo y quiero dedicar esta última canasta a mi novia, para ti Hannah-Devolvió el micrófono y el juego se reanudó.

Hannah estaba llorando de felicidad y Alice la abrazaba. Los sollozos de Hannah me desconcentraban del partido y hubo un momento en el que no aguanté y le reclamé.

– ¡Bueno ya!, ¡María Magdalena!, ¡No me dejas escuchar!

-Déjame en paz-Espetó.

-Escandalosa-Murmuré y Alice me golpeó con el codo.

-Bueno ya, me calló.

Asher anotó la última canasta y un alboroto se montó detrás de nosotros. Hannah corrió a abrazar a su novio, Alice gritaba de emoción, los padres de Asher aplaudían. Leo y yo…simplemente estábamos sentados sin saber qué hacer.

Cuando salimos de la escuela Leo abrazó a su hermano y todos nos subimos en mi auto camino al bar en el que habíamos reservado. Leo fue el único que no subió al auto con nosotros por que traía su motocicleta.

Cuando llegamos al bar nos dieron nuestra mesa, todos tomaron un lugar a excepción de Leo quien me hizo una señal para salir del coche.

-No, pero si a ti ya te anda por traerla verdad-Dijo Eduardo.

-Si-Aceptó con una sonrisa.

-Por cierto-Empezó Hannah-Madd me dijo que te dijera que te extrañaba mucho, que te amaba y que no podía estar tanto tiempo sin ti.

– ¿Todo eso le dijo? -Pregunté.

-Bueno…tal vez yo le exageré un poquito, pero es que siento que le faltó expresarse.

-Eres una mentirosa-Le dije poniéndome de pie y caminando hacia el exterior con Leo.

Subimos a mi auto. Él se veía muy ansioso y tenía una sonrisa de idiota. Negué con la cabeza mientras soltaba una pequeña risa.

– ¿Qué? -Preguntó mirándome.

-Nada.

-No, ¿Qué?

-Estas muy enamorado-Mencioné con la vista al frente.

– ¿En serio?,¿A estas alturas lo notas?

-No, desde antes, pero…se ve que es diferente, no es como con Liaa.

Él evitó mi mirada mientras suspiraba.

-Sé que es complicado, y no pienso hablar de ello, solo quiero que sepas que ella te ama de la misma forma y estoy seguro de que esto durará muchos años.

Esbozó una pequeña sonrisa me miró.

– ¿Tu amas mucho a Alice?

-Definitivamente-Respondí.

– ¿Y has pensado en casarte?

Frené en seco por el semáforo que se había puesto en rojo y lo miré asombrado. Él solo sonreía.

-Woah, estamos entrando en una etapa muy…responsable, y no estoy preparado para eso.

Dio una pequeña risa.

Su pregunta se repitió varias veces en mi cabeza hasta que creí entender en sentido de esta.

– ¿Tú has pensado en casarte?

-No precisamente, solo es una idea que me surgió hace algunos meses.

-Ni siquiera hemos terminado la preparatoria, no creo que sea momento de pensar en ello-Comenté.

-No me refería a casarme ahora, obviamente primero terminaré la universidad y después veré.

-No quieres que se vaya ¿cierto?

No respondió, solo bajó la cabeza.

-O que te de un susto como el de la última vez.

-Solo quiero estar con ella sin…preocuparme porque algo así le vaya a pasar-Murmuró.

-Si quieres hacerlo, adelante, pero…aunque la amarres al ti, que es justo lo que hace el matrimonio, nunca, escúchame bien, nunca podrás retenerla, no por siempre.

Asintió con la cabeza. El resto del trayecto la pasó callado y yo respeté su silencio. Llegamos a la casa de la chica, acomodamos la escalera y Leo subió. Dio unos leves golpes a la ventana y esperó.

*Madd*

Estaba terminando de maquillarme cuando escuché golpes en la ventana, sonreí mirándome una última vez en el espejo y corrí a la ventana. La abrí para encontrarme a Leo en ella.

-Hola-Dije emocionada.

-Hola, Eider.

Me acerqué a él para dejar un beso en sus labios y después volver a entrar a mi cuarto. Él sonrió en cuanto nos separamos.

-Voy a avisarle a mi madre, dijo que me ayudaría.

Salí corriendo y le avisé, ella aceptó y después volví. Tomé mi bolso y fui a la ventana para decirle que lo esperaba abajo.

-Ya voy para allá-Dije.

– ¡Madeleine! -Gritó mi padre a mis espaldas lo que causó que me sobresaltara.

– ¿¡Tiro la escalera!? -Preguntó Gabriel haciendo un ademán de empujarla.

– ¡No! -Gritamos a coro Leo y yo.

– ¡Ni creas que vas a salir!, ¡Sobre mi cadáver cruzas la puerta! -Gritó- ¡Y ahora mismo bajo a hablar con ustedes dos!

Señaló a Leo y después desapareció de mi vista. Mire a mi novio asustada.

-Mejor váyanse, sé lo que les digo.

– ¡No nos iremos sin ti! -Gritó Gabriel.

– ¡Ven, rápido! -Dijo extendiendo sus manos.

– ¿Qué…? -Pregunté confundida.

-Sal por la ventana, no te preocupes, yo te atrapo.

-Pero mi padre…

Él me interrumpió.

-Tu padre dijo que no cruzabas la puerta y no lo vas a desobedecer, porque vas a cruzar la ventana que es diferente, ¡Corre antes de que baje! -Explicó sonriendo.

Obedecí pasando primero una pierna y luego la otra hasta quedar sentada en el marco, tuve que tener mucho cuidado, pues traía una falda. Pisé el final de la escalera Leo me tomó por la cintura para después cargarme.

– ¿Te da miedo caer de las alturas? -Preguntó y yo me asusté.

-Sí, ¿por qué?

-Perdón-Fue lo único que dijo para después soltarme.

Un grito abandonó mis labios y después los brazos de Gabriel me atraparon.

-Tranquila, ni está tan alto-Dijo poniéndome en el suelo.

Leo cerró la escalera y la guardó en la cajuela del auto. Cuando mis pies tocaron el suelo miré a mi novio y antes de que pudiera acercarme a él mi padre salió de la casa con mi madre tratando de calmarlo.

– ¡Madeleine! -Gritó.

– ¡Rápido!, ¡Sube! -Gritó Leo abriendo la puerta.

Mi padre empezó a correr hacia nosotros. Yo subí al auto y después Leo hizo lo mismo en el asiento del copiloto. Mi padre estaba a tan solo centímetros del auto y Gabriel arrancó. Comencé a reír cuando vi mi casa hacerse más y más pequeña.

-No puedo creer que fui perseguida por mi padre.

Los dos chicos comenzaron a reír.

-Yo tampoco-Aseguró Leo.

-Casi sentía que nos alcanzaba-Admitió Gabriel- ¡Fue lo mejor!

Llegamos a un bar con casi nadie de gente y muy iluminado. Bajamos del auto y entramos, vi la mesa con todos los chicos y Asher fue el primero en correr a abrazarme.

– ¡Madd!, ¡Qué bueno que viniste!

– ¡Felicidades Asher!

-Gracias.

Todos me abrazaron y me recibieron con una sonrisa. Tomé asiento al lado de Leo quien pasó su mano por mi espalda para pegarme a su cuerpo. Él y yo habíamos escogido el asiento para dos personas y todos los demás nos miraban sonriendo.

-Casi no llegábamos-Dijo Gabriel.

– ¿Por qué? -Preguntó su novia.

-El padre de Madd nos descubrió… ¡Y bajó para reclamarnos a mí y a Leo!

Todos se rieron.

– ¡Tuvimos que sacar a Madd por la ventana! -Exclamó mi novio.

– ¡¿Cruzaste la ventana?! -Preguntó Hannah y yo asentí.

– ¡Guao!, No te conozco, ¿de verdad eres mi amiga Madd? -Alice estaba muy sorprendida y yo también.

Jamás me había saltado la ventana, por nada del mundo, ni siquiera si se tratara de un incendio lo haría. Eduardo llegó a la mesa con una charola de vasos con cerveza, cada quien tomó uno.

– ¡Por Asher! -Gritó Eduardo.

– ¡Por Asher! -Repetimos todos los demás a coro.

Todos dimos un sorbo a nuestra bebida, menos Asher.

– ¿Qué pasa? -Preguntó Hannah.

-Es algo egocéntrico que yo brinde por mí, pero tengo algo por el que brindar-Tomó su vaso y lo levantó-Por los nuevos novios, hermanito.

– ¡Por los nuevos novios! -Dijeron todos a coro mientras que Leo y yo reíamos.

– ¡Por nosotros! -Dijo él para después besarme.

Todos en la mesa aplaudieron y rieron. Pasamos horas platicando, pedimos algo de cenar, seguimos platicando. Gabriel haciendo sus chistes, Eduardo bebiendo, Alice riendo, Hannah peleando con su primo y Asher tratando de detener la pelea. Leo miraba todo a la vez, pero centraba la mayoría de su atención en mí, lo cual me hacía sentir muy bien.

Ahora solo tenemos un problema.

¿Cuál?

La que te van a armar en tu casa cuando llegues.

Uf…ni me lo recuerdes.


CAPITULO 33.- ACEPTAR LOS ERRORES Y TOMAR LOS CONSEJOS.


*Leo*

Después de todo lo que pasó anoche estaba preocupado por Eider, no sabía qué pasaría con sus padres, lo más seguro es que su padre la castigara por más tiempo. Algo bueno de ir a la escuela es que podemos estar juntos, mis padres me preguntaron por ella y yo les conté todo, mi madre se empezó a reír cuando le conté lo de la escalera.

Hoy tenía pensado hablar con mis padres para pedirles algún consejo, cualquier cosa que me pudiera ayudar la tomaría. Consideré mucho la idea de ir a casa de Eider a hablar con sus padres, pero dudaba que me escuchara, seguro que me cerraba la puerta en la cara antes de que pudiera pronunciar una palabra.

Traté de pasar tiempo con Eider, pero sus amigas la tenían muy ocupada haciéndole preguntas y cuando trataba de acercarme a ella, Hannah decía que eran «temas de chicas».

En el almuerzo opté por sentarme con Asher y Eduardo.

– ¿También te corrieron de la mesa de allá? -Dijo Asher señalando atrás suyo con una sonrisa.

-No, pero Hannah lleva todo el día advirtiéndome que son temas de mujeres y que no puedo escucharlo-Respondí sentándome frente a él.

-Me dijo lo mismo.

-Pobre Madd, tiene que soportar a dos chismosas encima de ella, no paran de hacerle preguntas-Comentó Eduardo.

-Son tres-Corrigió Asher-Alice, Hannah y Rose.

-No-Dijo Eduardo frunciendo el ceño-Rose no, ella ha estado…diferente estos últimos meses, es extraño, actúa como si odiara a Madd porque ella pudo cambiar y ahora es feliz.

Fruncí el ceño por eso último.

Yo no creo que la odie, tienen muchos años de ser amigas y Rose sería incapaz de hacerle eso a Madd.

-Claro que no, Hannah dice que solo está pasando por un mal momento por lo que pasó entre ustedes y además porque su amiga Jess se mudó a New York, creo que ellas eran muy unidas-Explicó Asher.

-Yo conocí a Jess-Comenté dando una mordida a mi hamburguesa-Iba al taller.

Tragué lo que tenía en la boca.

-Estuvo en el mismo salón que yo por dos meses, después se cambió a violín y solo la veía de pasada por el edificio, tengo mucho sin verla… ¿New York, dices?

-Sí, eso dijo Hannah-Respondió mi hermano encogiéndose de hombros.

-Sigo pensando que esa no es la razón, conozco a Rose, ella no está así solo por eso…lo nuestro ni siquiera le importaba, Hannah me contó que el día de la fiesta ella se estaba besando con un chico y Gabriel dijo que ese fue el mismo chico que estaba con Madd cuando tú…ya sabes, lo golpeaste-Explicó señalándome.

-Ese chico, me resulta familiar, la cocina no estaba del todo iluminada así que no logré ver bien sus rasgos, pero creo que no conozco de algún lado-Dije tratando de recordarlo.

-Además-Continuó Eduardo-Asher me contó de la vez que la visitó, su teléfono, alguien la llamó y el contacto decía «Jason».

Por alguna extraña razón relacioné a ese Jason con el ex novio de Madd…la idea de que tal vez Rose engañaba a Eduardo con el ex de su amiga me invadió. Pero todas las sospechas se desvanecieron cuando recordé que Madd dijo que ese Jason estaba muerto.

-Ella dijo que era su primo-Mencionó Asher mirándome-Alice conoce muy bien a Rose, ¿crees que si le preguntamos por la familia ella nos responda?

-Es una buena idea-Apoyé.

-No, hay que dejarlo así, ya no es mi novia…poco me importa lo que hizo o haga en estos momentos.

-Si no te importara no lo contarías, ni tampoco buscarías respuestas a todas tus preguntas.

-Buen punto, tal vez si me importa, pero quiero creer que ya no, ella no me gusta, ya no, pero…no lo sé, siento que me necesita, siento que ella no es una mala persona…solo necesita alguien que la apoye y la escuche.

-Si es que ella es mala persona-Dije-Si no lo es no hay porque preocuparse, tal vez es cierto lo que dices y solo pasa por un mal momento, a todos nos pasa en algún punto de nuestra vida. Creo que es mejor que lo dejes como está, si ella quiere volver contigo que lo haga, si no…pues lo siento por ti-Dije.

-Yo creo que si es mala persona-Comentó Asher y yo lo pisé por debajo de la mesa.

-Pero…no, tal vez me equivoco, soy humano-Corrigió mirándome con inocencia.

Mis clases terminaron y decidí esperar a Eider afuera de la escuela, me encontraba apoyado en mi motocicleta cuando la vi salir a ella con sus amigas detrás. A la única que no vi fue a Rose, pero no le tomé mucha importancia.

Los ojos azules de la chica chocaron con los míos pidiendo ayuda. Me levanté de la motocicleta con una sonrisa y caminé hasta ella. Cuando estuve frente a las chicas, ellas me miraron con el ceño fruncido, Hannah abrió la boca para hablar y yo sabía perfectamente lo que iba a decir, así que hablé primero.

Esta vez no lo hará, esta plática ya no es de mujeres, ya es unisex.

Exacto.

-Con permiso, me llevo a mi novia-Dije resaltando las últimas palabras.

La tomé del brazo y la jalé hacia mí para empezar a caminar hacia el lado opuesto en el que estaban sus amigas, quienes protestaban diciendo que la regresara.

-Gracias, no he parado de responder preguntas-Dijo abrazándome.

-No me sorprende de Hannah, seguro que no durmió por estar haciendo una lista de preguntas que se memorizó.

-No lo dudes-Dijo riendo.

Ella se dio la vuelta para quedar de espaldas a la motocicleta y sentarse en ella. Tomó mis manos y me jaló hacia ella.

– ¿Y tú?, ¿Cómo estuvo tu día?

-Pésimo-Dije haciendo un mohín.

– ¿Por? -Preguntó frunciendo el ceño.

-Hannah tiene que entender que el horario escolar es para que estés conmigo…ella te puede tener toda la tarde, yo no-Expliqué haciendo un puchero.

Ella dio una pequeña risa y posó sus manos en mis mejillas.

-Ella está acostumbrada a tenerme las veinticuatro horas del día.

– ¡Debe aprender a compartir!

-No creo que lo haga.

– ¡Tiene que ser igualitaria! -Reclamé tomándola de la cintura y rozando su nariz con la mía.

-Qué tal un…setenta y treinta-Negocié con tono bajo.

-Igualitario sería cincuenta y cincuenta.

-Setenta y treinta-Repetí.

Ella no se rindió.

-Es cincuenta y cincuenta.

-Bien…entonces que sea ochenta y veinte.

-Leo, se supone que igualitario es…

Uní nuestros labios antes de que pudiera continuar y ella no protestó. Enredó sus dedos en mi cabello y suspiró. Nuestro beso era lento, suave y que decía todo sin pronunciar una palabra, me perdí en sus labios, en su aroma dulce, no había nada más a nuestro alrededor, solo ella y yo con el sonido de las aves que volaban por ahí.

Ella separó nuestros labios aún con los ojos cerrados.

-Es cincuenta y cincuenta-Murmuró.

-No te voy a ganar, ¿cierto? -Pregunté frustrado.

-No.

-Bien, tú ganas…es sesenta y cuarenta.

– ¡Leo! -Protestó ella riendo.

-No voy a darte la razón por nada del mundo, ¡No en eso!

Después de unos minutos la llevé a su casa, tuve que dejarla unas casas antes de la suya para que sus padres no la regañaran. Al llegar a mi casa subí a mi habitación y me tiré en la cama con los ojos cerrados. Quería dormir, por alguna extraña razón mi cuerpo se sentía cansado.

Tal vez ya estas cayendo en depresión.

Supongo.

Alguien entró a mi habitación y se sentó en la orilla de mi cama.

– ¿Qué te pasa?, ¿Te terminó tu novia? -Preguntó mi hermano.

-Ja, ja, que chistoso-Dije sentándome-No sé qué hacer.

– ¿Con qué? -Preguntó sonriendo.

Suspiré.

-Amo a Eider con todo mi ser y no quiero que tenga problemas con sus padres, he pensado en ir a hablar con el señor Lodge, pero estoy seguro de que no me va a escuchar… ¿Qué se supone que debo hacer?

Él se quedó pensando unos segundos antes de responder.

-Pues podrías decirle a papá que vaya a hablar con él, eran buenos amigos, por los viejos tiempos supongo que pueden, por lo menos, intercambiar algunas palabras.

Asentí con la cabeza.

-Iré a hablar con él, pero primero necesito hablar con mamá, me quería decir algo sobre Eider y…también necesito su consejo.

-Bien, voy con mi novia por si pregunta mi mamá-Dijo poniéndose de pie y saliendo de mi habitación. Yo tardé todavía un rato en irme, hice mi tarea, me duché y me cambié. Tomé mi casco y las llaves de mi motocicleta y salí de la casa rumbo al consultorio de mi madre.

Estacioné afuera. Subí corriendo por las escaleras los dos pisos que había antes de llegar al consultorio de mi madre, corrí por el pasillo y llegué a la puerta.

-Leo, sabes que no puedes venir sin una cita, te lo he dicho-Reclamó la recepcionista.

Era una señora mayor, muy cariñosa pero que siempre acataba las reglas de mi madre, no dejaba pasar a nadie sin cita y sabía que yo lo hacía seguido, le robaba tiempo y lo sabía, pero cuando lo hacía era por algo importante.

-Lo siento, será la última vez-Dije sabiendo que ni yo me creía eso.

-Siempre me lo dices.

Sonreí como un angelito y entré a la sala. Mi madre levantó la cabeza en cuanto me oyó entrar y se quitó las gafas.

– ¿Qué pasa hijo? -Preguntó acomodándose en su silla.

– ¿Te conté lo de Eider? -Pregunté sentándome con una sonrisa.

-No, pero debe ser algo bueno.

-Es…mi novia.

Una sonrisa se formó en el rostro de la mujer, se levantó del escritorio y empezó a gritar dando leves saltitos. Caminó hacia mí y me apretó fuertemente contra ella, besando mi mejilla.

-Mamá…necesito…respirar-Dije casi sin aire.

Cuando me soltó tomé una gran bocanada de aire.

-No lo puedo creer, eso es fantástico, ¿sus padres lo saben?

Hice una mueca acompañada de un sonido, dándole a entender que no. Ella apretó sus labios en una línea.

– ¿Tienes pensado decírselos?

-Si.

– ¿Cuándo?

-No lo sé.

– ¿Tienes un plan?

-Sí, pero hay un problema en una fase.

– ¿En cuál?

-En la uno-Dije sonriendo nervioso-La fase uno es que sus padres me escuchen, la fase dos es decírselos y la fase tres es salir vivo de ahí.

La mujer se quedó pensando un rato.

-Como un consejo…sigue tu corazón, nunca miente. Sé que algunas decisiones son difíciles de tomar, pero no las tomes solo pensando en ti, piensa en el bien de la otra persona. Si sabes que eso le va a hacer daño a la persona…

Me sentí mal al pensar en las posibles soluciones para que Eider no tuviera problemas con sus padres. La primera que pasó por mi mente fue terminar con ella, pero no podría, no era capaz de hacer eso. Yo la amaba y quería lo mejor para ella incluso si yo no era feliz, pero sabía que separarme de ella le dolería también. Tenía que tomar una decisión.

-No quiero terminar con ella…no puedo-Dije con la cabeza dándome vueltas.

-No te estoy diciendo que lo hagas, simplemente busca una solución-Dijo y yo eché la cabeza para atrás frustrado.

La miré y después suspiré.

-Sé que la vas a encontrar-Aseguró ella con una sonrisa.

-Pensaré en algo-Dije considerando la idea que minutos atrás llegó a mi cabeza.

– ¿Por qué no le pides ayuda a tu padre? Seguro que él puede hablar con John, eran buenos amigos.

-Asher me dijo lo mismo, creo que comienzo a considerar la idea.

-Deberías, estoy segura de que no se va a negar

Me levanté de la silla para ir hasta donde se encontraba ella y darle un beso en la mejilla y a continuación salir de su oficina. Subí a mi motocicleta y me debatí entre ir a casa de Gabriel o a con mi padre. Preferí primero hablar con mi mejor amigo. Llegué a su casa y di algunos golpes a la puerta.

Me sorprendí al ver a Eduardo frente a ella.

-Hola Eduardo, ¿qué haces aquí?

-Vine a pasar tiempo con Gabriel.

Mi ceño se frunció al instante.

Ellos no eran precisamente la clase de hermanos que pasaban el día juntos, se llevaban muy bien cuando no peleaban, pero nunca al grado de ir a visitar al otro solo porque sí.

– ¿Te sientes bien?

Él se echó a reír.

-Sí, creo que la plática que tuve con Hannah me hizo cambiar mucho de parecer, ahora hasta me gusta pasar tiempo con mi hermano…creo que me lavo el cerebro.

-Creo lo mismo-Dije pensativo.

No podía concentrarme en nada más que no fuera Eider y lo que haría, ni si quiera los chistes de Eduardo y Gabriel me cambiarían el estado de ánimo.

Él me dejó pasar advirtiéndome que Gabriel estaba en la sala, cuando entré lo vi sentado en el sofá con su celular. Él levantó la cabeza y me miró sonriendo, pero su expresión cambió cuando vio que yo aparentaba todo lo contrario a la felicidad.

– ¿Qué te pasa? Tienes cara de perrito regañado-Dijo guardando su celular y regalándome toda su atención.

-Tengo serios problemas y necesitaba un consejo tuyo, y ahora que está Eduardo aquí no me vendrían mal dos manos.

-Somos tres-Dijo Alice saliendo del baño que estaba a un lado de la sala.

Ella caminó y se sentó en las piernas de su novio dándole un beso.

Eché la cabeza hacia atrás pensando en lo simple que parecía la vida de ellos dos. No tenían problemas con la familia del otro, arreglaban sus problemas de una forma tan fácil y rápida…era sorprendente.

– ¿Qué te pasa? -Preguntó Eduardo con tono preocupado.

Suspiré.

-Tengo problemas con Eider…bueno, no con ella sino con su padre, siento que él está muy resentido conmigo y como no puede decirme todo lo que quiere en la cara se desquita con ella…La castiga, no la deja estar con sus amigos…siento que le estoy haciendo daño y no quiero hacerlo.

Gabriel abrió la boca para hablar, pero al ver que lo hacía primero yo cerró la boca y escuchó atentamente.

-Mi madre dice que tengo que buscar una solución y la única que se me ocurre en estos momentos es la de terminar con ella y romper lazos, así ya no le podría hacer más daño, además no sé por cuánto tiempo la castiguen por lo de ayer…

-No la van a castigar-Interrumpió Alice-Su padre dijo que estaba cansado de aplicar castigos que no servirían de nada, pero sigue con la idea de alejarla de ti.

-Espera, ¿dijiste que vas a terminar con ella? -Preguntó Gabriel asustado.

-Es solo…

No pude terminar, la chica me interrumpió.

-No puedes hacerlo-Demandó enojada- ¿Sabes el daño que le harías a Madd?, Ella cree que es una mejor persona desde que entró al taller y ha luchado mucho contra esto de su padre, no puedes simplemente desaparecer de su vida… ¡No puedes dejarla, así como así!

Ella se levantó del sofá muy alterada y comenzó a caminar hacia mí. Gabriel la tomó del brazo y la sentó de un jalón.

-Relájate.

– ¡No Gabriel!, ¡No puedo permitir esto, no puedo!

-Creo que necesitas respirar y escuchar a Leo, es obvio que tendrá buenas razones.

-Más le vale tenerlas, Alice está por estallar-Murmuró Eduardo y su hermano le puso mala cara.

-Creo que las tengo, no quiero hacerle más daño…es obvio que no quiero terminar con ella, la recuperé hace poco, no quiero volver a perderla.

Alice se quedó callada, cruzada de brazos al lado de Gabriel y mirándome como si fuera a matarme.

-Alice, tú más que nadie sabes que jamás me arriesgaría a perderla otra vez, no con lo que pasó…sabes que la amo y no me perdonaría que algo malo le pasara-Dije preocupado.

-Leo tiene razón…todos lo vimos, en especial tú-Dijo Gabriel-Estaba vuelto loco, estaba aún más preocupado que tú…sabes muy bien que Madd estuvo a punto de perder la vida en ese accidente.

– ¿Qué accidente? -Preguntó el pelirrojo.

-Hace algunos años, Madd tuvo un accidente-Respondió la novia de mi mejor amigo, quien me miró, está vez preocupada.

-No te puedo aconsejar mucho…el señor Lodge es algo cerrado, pero si te sirve de algo…yo sé que nada es más difícil que ser capaz de decidir, y tienes que saber tomar decisiones desde el corazón y usar la cabeza para hacer que funcionen y…toma en cuenta que las decisiones más rápidas son las más inseguras.

– ¿Eso es de un libro? -Preguntó Eduardo sorprendido.

-No, son Voltaire, Sófocles e Isócrates…filósofos griegos y un científico francés…a Madd le encantan-Dijo con los ojos llorosos-No paraba de hablar de ellos, pasaba horas investigando y leyendo sobre el pasado porque no tenía en claro que quería para su presente, no sabía qué hacer…hasta que llegaste tú.

Las primeras lágrimas salieron de sus ojos corriendo por sus mejillas. Gabriel la abrazó y Eduardo se sentó a un lado para acariciar su mano. Mi pecho se oprimió al darme cuenta de que si terminaba con Eider no solo la destruiría a ella, sino también a otras personas.

-Yo…tengo que hablar con mi padre-Me levanté del sofá y antes de dar la vuelta llamé a la chica.

Ella me miró llorando.

-Te juro que no le voy a hacer daño, lo juro.

La castaña asintió con la cabeza. Salí de la casa pensando en todo, la cabeza no dejaba de darme vueltas. La última persona con la que necesitaba hablar era mi padre quien, por consejos de mi madre y mi hermano, era el que podría ayudarme. Llegué a su oficina en el taller, abrí la puerta y lo vi sentado en su escritorio con algunos papeles.

– ¿Papá?, ¿Puedo hablar contigo? -Dije cerrando la puerta detrás de mí.

-Claro-Respondió levantando la mirada.

-Sabes que Eider me gusta mucho-Él asintió y yo continué-Somos novios, pero creo que también estás enterado de lo que pasa con su padre.

-Si-Dijo poniendo sus manos en forma de diamante sobre el escritorio.

– ¿No sé qué hacer?, El me odia y…siento que estoy dañando a Madd.

-Mira…no creo que sea justo que pongas a John como el villano cuando parte de la culpa fue tuya.

Lo miré con el ceño fruncido.

No esperaba eso.

Yo tampoco.

-Aunque te duela que lo diga, no debiste sacar a Madd de la escuela, independientemente de que ella se sintiera mal o bien, eso no es correcto, pudiste ayudarla dentro de la escuela. Se dice por ahí que nos cuesta tanto aceptar nuestros errores porque nos condicionan de niños a recibir cariño por nuestros aciertos.

Nunca me detuve a pensar en la parte que yo había hecho mal, solo me concentré en lo que el padre de Eider estaba haciendo. Mi madre siempre nos enseñó 3 cosas claves que debíamos de tener siempre: Humildad para admitir nuestros errores, Inteligencia para aprender de ellos y Madurez para corregirlos.

Nunca me detuve a pensar en eso. Nunca reflexioné acerca de mis propios errores. Nunca acepté lo que había hecho mal y nunca me detuve a pedir perdón, esa era la solución, pedir perdón

-Otra parte de la culpa la tiene sea quien sea la persona que mandó la fotografía y John lo único que hace es retener a su hija para que no se deje guiar por las malas influencias, claramente tú no eres una, pero él cree que sí, entonces ¿Qué harás para cambiar eso?

-Pedir perdón-Dije sonriendo-Voy a aceptar mi error frente a él y le pediré perdón, si eso haré.

Mi padre sonrió.

-Aprendes rápido-Dijo-Estoy orgulloso.

-Aprendo del mejor, gracias papá.

Dije para después salir corriendo de la oficina y llamar a mi madre, ella respondió al tercer tono.

– ¿Sí?

– ¡Mamá!, ¡Ya sé que es lo que voy a hacer!, ¡Tengo que aceptar mis errores!, ¡Hablé con papá, y me ayudó!

-Me alegra que encontraras una solución, ahora arréglalo y sé feliz con tu novia, estoy muy feliz por esa noticia, aún no me la creo.

-Tampoco lo creo mamá.

-Te dejo porque tengo un nuevo paciente, pero nos vemos en casa más tarde.

-Ok mamá, te amo.

-Yo más.

La loca idea de ir a casa de mi novia y decirle todo a su padre pasó por mi cabeza, pero decidí no hacerlo hasta mañana para prepararme bien, como Alice dijo: Las decisiones rápidas son las más inseguras.

Subí a mi motocicleta y volví a mi casa, sabiendo que todo se solucionaría pronto y Eider y yo podríamos volver a estar juntos, como antes.


CAPÍTULO 34.- EL PADRE DE MADD.


– ¡¿Posesivo?!

– ¡Si, eres muy posesivo!

– ¡Sigo sin entender porque estamos discutiendo Madeleine!

– ¡¿Necesito refrescar tu memoria?!, ¡Bien!, ¡Te recuerdo que estamos peleando por lo que pasó con Verónica!, ¡No puedo creer que lo hicieras Jason!

– ¡Solo fue un beso, no entiendo por qué te enojas!

– ¡Soy tu novia!

– ¡Y yo tu novio y no recuerdo haberte reclamado por besar a ese chico de tu clase musical!

– ¡Leo no tiene nada que ver!

– ¡Oh, claro que sí, verás que muy pronto él te va a dejar, así como yo!

– ¡No, ¡Leo no me haría eso, él no es así, jamás me abandonaría!

-Yo tampoco te hubiera abandonado…un accidente fue el que nos separó, un accidente provocó mi muerte y nadie asegura que a él no le pasará nada.

– ¡No!, ¡No eres real, tú no eres real Jason!

-Te quedarás sola, otra vez.

Me senté de golpe en la cama, agitada. Acababa de tener una pesadilla, otra vez. Últimamente he estado soñando cosas muy raras. Al principio solo eran sueños de cosas que realmente no pasaban y Leo estaba incluido en ellos, pero después de un tiempo esos sueños se convirtieron en pesadillas y ya no con Leo, sino con Jason.

Eran peleas entre Jason y yo, pero después él terminaba hablando sobre Leo, como si de verdad estuviera aquí, como si me hubiera visto…como si estuviera vivo.

Quité las cobijas de mis piernas y me senté a la orilla de la cama tallando mis ojos. El despertador marcaba las cuatro de la mañana. Me levanté para ir hacia la ventana a tomar un poco de aire y al momento en el que removí las cortinas divisé un auto muy familiar abajo con dos personas sacando algo de la cajuela. Al instante lo reconocí y abrí rápido cuando el chico empezó a subir por la escalera.

– ¡Ustedes se hablan hasta por telepatía!, ¡A eso le llamo estar enamorado de verdad! -Dijo Gabriel apoyado en su auto.

Sonreí algo dormida y me giré al otro chico bostezando.

– ¿Qué haces despierta? -Preguntó acariciando mi mejilla.

-Pesadilla, necesitaba aire-Dije despacio.

Él se acercó y me besó lentamente, con cariño, mientras hacía círculos en mi mejilla con su dedo pulgar. En ese momento puedo jurar que me sentía en las nubes, estaba flotando. No sabía si era por la torrente de aire que llegó de repente o si estaba demasiado dormida, no estaba del todo consciente, solo estaba segura de que me perdí en los labios del chico, en su tacto delicado y suave, en el sonido de las hojas moviéndose por el viento, en el cabello del chico rozando mi cara, en aquel aroma de colonia mezclado un su propio olor, uno indescifrable que sólo lo caracterizaba a él. A mi chico del piano.

Despegué levemente nuestros labios y Leo opuso resistencia mordiendo levemente mi labio inferior, sonreí volviéndolo a besar.

– ¿Van a tardar mucho? -Preguntó Gabriel desde abajo-Tengo sueño.

Nos vimos obligados a separarnos, Leo le puso mala cara a su amigo y yo simplemente sonreí.

-Pero yo aguanto mucho despierto. Por algo me llaman el alma de la fiesta. Si quieren me quedo en el carro. Ya si me duermo que conduzca Leo-Dijo al ver que su amigo comenzaba a enojarse.

-Gabriel tiene razón-Dije y mi novio me miró con el ceño fruncido-Es de madrugada y mañana tenemos escuela, ¿qué necesitas?

-Solo venía a decirte dos cosas, la primera, que te amo. Y la segunda, que ya sé cómo arreglar los problemas con tu padre, tengo que hablar con él, es obvio que lo haré mañana, pero lo haré-Él tono en el que lo dijo fue tan seguro que no pude negarme.

Sí, todo súper lindo, pero… ¿recuerdas lo del vuelo?

Claro, el vuelo.

-Eso suena genial sólo…el vuelo de mis padres estaba planeado para el jueves, pero tuvieron que cambiarlo para mañana, el avión sale a las nueve, pero seguro se van desde las ocho.

– ¿Te parece si vengo a las siete?

Hice un mohín.

-Mejor llama a las cuatro, al número de la casa, así tu llamada no queda registrada, y te digo a qué hora es mejor venir.

-Bien-Me dio un beso rápido y bajó de la escalera.

– ¡Por fin! -Dijo Gabriel y el chico del piano le golpeó un brazo-Digo que…por fin se van a arreglar, va ser el final más feliz del mundo, mejor que los de Disney ya verán.

Dijo exagerando la voz causando que yo riera. Cuando el auto se fue cerré la ventana y me volví a recostar esperando no volver a tener pesadillas y mucho menos con Jason.

&&&&&&&&&

Casi eran las cuatro de la tarde, estaba en la sala fingiendo ver la televisión mientras mis padres terminaban con sus maletas. Mis ojos estaban fijos en el teléfono esperando a que sonara. Hoy en la escuela estuve casi todo el día con él, Hannah estaba haciendo pucheros mientras que Asher trataba de consolarla y Leo simplemente me abrazaba por detrás pegándome a su cuerpo.

Hannah exageraba diciendo que le habían quitado un pedazo de su vida y los demás se reían. Mis padres bajaron a la cocina dejando las maletas en la entrada. Después de un rato empecé a oír como discutían en la cocina.

Desde que me escapé por la ventana mi madre ha tratado que mi padre entre en razón acerca de Leo, pero él no piensa rectificar su opinión así que las peleas entre ellos son muy constantes.

El teléfono sonó. Lo tomé a toda prisa y respondí.

– ¿Sí?

-Hola preciosa, ¿crees que pueda ir ahora a hablar con ellos?

¿Qué le digo?

Que sí.

No creo que sea el mejor momento…

Si no lo hace ahora no podrá hacerlo después, tus padres ya se van.

Suspire.

-Yo creo que sí, no están del mejor humor, pero…

No pude terminar mi frase porque mi madre gritó mi nombre asustada lo que causó que yo me preocupara.

-Dame un minuto.

Un segundo grito de mamá me hizo correr antes de dejar el teléfono en la mesa. Mi cuerpo se paralizó al momento en el que vi a mi padre en el suelo, parecía desmayado mientras mi madre lo trataba de hacer reaccionar, desesperada.

– ¿Qué pasó? -Pregunté asustada.

-Estábamos discutiendo y de repente dije algo que le molestó mucho y…empezó a marearse.

-Pero…

– ¡Llama a una ambulancia!, ¡Tu padre…!, ¡No sé qué le pasa! -Dijo mientras las primeras lágrimas corrían por sus mejillas.

No pude hacer nada. No pude moverme. No pude parpadear. Todo mi cuerpo se tensó. Solo podía mirar a mi padre tirado en el suelo. Quería hacer algo, quería ayudarlo, quería gritar, pero nada salía. Verlo ahí, en el suelo sin saber si aún respiraba hizo que perdiera cierto equilibrio.

Oh no, Un flash…

“- ¿Va a estar bien?

-No se preocupe señora Lodge, todo estará bien.

-Madd, hija, no llores…mira, ahí viene tu novio.

– ¡Leo!, ¿Cómo…?

-Vine en cuanto me enteré.

-Creo que él…

-No, claro que no, él va a estar bien.

-Pero…

-Princesa, relájate, todo va a estar bien, te lo juro.”

Tuve que apoyar la espalda en la pared y cerrar los ojos. Suspiré tratando de recobrarme. Todo comenzó a dar vueltas, mi cabeza no tenía control de sí misma, sentía que mi cuerpo caería en cualquier momento.

– ¡Madd!, ¡Madd, hija, no!, ¡Por favor, tú no, respira, todo va a estar bien pero no caigas tú también!

Escuché gritos a través del teléfono, lo miré asustada antes de recordar que estaba hablando con Leo y cuando me puse el teléfono en el oído él había colgado.

– ¡Hija, llama a la ambulancia!

Obedecí y llamé, me dijeron que llegarían en cinco minutos y yo les agradecí. Fui a con mi madre que trataba de hacer reaccionar a papá con un algodón de alcohol. Yo acariciaba su cabello y puse una mano en su pecho para asegurarme de que su corazón aún latía.

-Papá…despierta-Dije llorando-No me dejes…por favor.

En ese momento pensé en mi sueño con Jason «Te quedarás sola otra vez». Esa frase se repetía una y otra vez en mi cabeza a medida que pasaba el tiempo.

Alguien tocó a la puerta y mis sentidos cobraron vida, supuse que sería la ambulancia así que me levanté corriendo y llegué hasta la puerta, con desesperación la abrí y me encontré a Leo, Eduardo y Gabriel frente a ella con expresión preocupada.

Leo tomó mi rostro entre sus manos.

– ¿Estás bien?, ¿Qué pasó? -Preguntó entrando al igual que los otros dos chicos.

-Mi papá…-No podía hablar, lo único que hice fue esconder mi rostro en el pecho del chico mientras lo abrazaba.

-Todo va a estar bien-Susurró-Gabriel…

-Vamos a ayudar-Respondió él pelinegro.

Sentí que pasaron por un lado mío. Mi madre protestó algo que no logré entender y después sentí como el chico me hacía a un lado. Gabriel y su hermano estaban llevando a mi padre fuera de la casa. Mi madre se detuvo frente a nosotros con el ceño fruncido.

-Ella tenía el teléfono en la mano y escuché…vine lo más rápido que pude-Explicó Leo con algo de timidez.

Mi madre extendió su mano y mi novio la tomó, ella lo jaló para abrazarlo fuertemente.

-Gracias…muchas gracias.

Todos salimos rumbo el hospital. En el auto azul obscuro de Eduardo iban él, mi padre y mi madre. En el blanco de Gabriel estábamos, Leo y yo. Miré a la ventana pensando en todo, en lo que le pasaba a mi padre, en lo preocupada que estaba mi madre, que mi papá no sabía que Leo era mi novio y también una pregunta vagaba por mi mente… ¿Qué hubiera pasado si mi Leo hubiera hablado con mi padre?

Leo posó su mano en mi rodilla y descansó su mentón en mi hombro.

-Todo estará bien-Volvió a decir.

En cuanto llegamos al hospital mi padre entró a urgencias, todos nos quedamos en la sala de espera mientras mi madre cancelaba su vuelo. Un doctor entró a revisarlo y unas horas después fue con nosotros. Mi madre se acercó de inmediato.

-El señor Lodge sufrió una recaída en estrés emocional-Dijo él.

Mi padre siempre estuvo muy estresado y se llegó a desmayar un par de veces, pero nunca duró más de un minuto en ese estado. Mi madre le insistía que se cuidara y desde hace mucho no pasaba esto, eso fue lo más sorprendente, que recayera sin razón.

– ¿Eso qué significa? -Preguntó Gabriel con el ceño fruncido.

-Emociones como el miedo, el dolor, la ansiedad u el estrés pueden provocar una bajada rápida de la tensión arterial. Este es el motivo de que algunas personas se desmayan cuando están bajo mucho estrés.

– ¿No ha despertado? -Pregunté aun llorando.

El doctor hizo una mueca, preocupado.

-Él ha entrado en un estado de trance, lo que significa que no puede despertar, este estado puede surgir por dos razones, la primera es que el oxígeno no suba completamente al cerebro y la segunda es que el golpe al caer haya sido muy fuerte.

– ¿Cuánto tardará en despertar? -Preguntó mi novio.

-No lo sé, puede durar días, lo mejor será mantenerlo en revisión aquí.

-Bien, yo me quedaré con él-Mencionó mamá un tanto perdida.

-No señora Lodge, usted necesita descansar, deje que me quede yo-Intervino Leo.

Mi madre lo miró agradecida y negó con la cabeza.

-No, tú debes ir a la escuela y tienes que estudiar, no puedes quedarte, además tu edad no te lo permite.

-De hecho, tengo la mayoría de edad, la acabo de cumplir hace poco.

-Y nosotros ya hablamos con el director Derricks, Leo faltará a la escuela los siguientes dos días-Explicó Penélope.

Ella, su esposo y Asher acababan de llegar. Y los tres parecían preocupados.

-Por favor, déjeme hacerlo, tómelo como una disculpa por lo que le hice a Madd.

– ¿De qué hablas? -Preguntó mi madre confundida.

-No debí sacarla de la escuela con la excusa de que se sentía mal, fue inapropiado de mi parte y lo siento, no quería parecer una mala influencia.

-No te preocupes-Dijo mamá tomando su hombro-Sé que eres un gran muchacho y yo siento hacerte juzgado sin conocerte de verdad.

Leo sonrió.

-Bien, entonces voy a con el señor Lodge-Repitió caminando y yo lo seguí con la excusa de que quería ver a papá.

-Así qué… ¿salgo con alguien mayor? –Pregunté enarcando una ceja.

-No, eso solo fue una mentira piadosa, pero…estoy a punto de cumplir la mayoría de edad, en noviembre.

-Soy mayor que tú-Dije sonriendo-Yo cumplo este junio y tú este noviembre, te gano con cuatro meses.

Me burlé divertida.

-Y yo te gano con medio metro, chaparra-Contraatacó y yo le puse mala cara.

Vi a mi padre postrado en esa cama y todo se vino abajo, mi novio llamó a su hermano y él me sacó de ahí. En la noche nos fuimos a casa, Gabriel nos llevó. Cuando entramos todo se quedó en silencio, ninguna dijo nada, ninguna tuvo la valentía de hacerlo.

Cenamos en silencio, a continuación, cada quién fue a su habitación, pasaron algunas horas antes de que mi madre entrara a mi cuarto y se sentara en la orilla de la cama. Yo ya estaba metida entre las sábanas con el celular en la mano, hablaba con Alice porque su novio le contó todo.

-Hija, estoy feliz por ti-Dijo ella mirando a la ventana que tenía enfrente.

– ¿Por? -Pregunté sentándome.

-Tú y Leo, son novios, ¿eh?

Mi pecho se presionó sintiendo la culpa de no habérselo dicho antes.

– ¿Sabes algo?, Solo tuve una hermana, y ella era mucha más grande que yo, se había casado y ya no estaba en casa, tu abuelo no me dejaba tener novio porque no quería que me fuera…Tu padre no odiaba a Leo, solo no quería que su única hija se alejara de él. Eres todo para él, tiene miedo a perderte, tiene miedo a que te lastimen, tiene miedo a que sufras-Me miró.

Con esa mirada que tenía tantos sentimientos que no se lograba descifrar cuales eran falsos y cuáles no. Aunque dudaba que alguno fuera mentira.

Varias lágrimas se desbordaron de mis ojos. Todo el tiempo estuve tan cerrada pensando en lo que yo quería que nunca pensé en lo que mis padres trataban de decirme. Jamás me lo dirían con palabras, pero me lo estaba demostrando, siempre los puse como los malos cuando no lo eran, los traté horrible solo por mi ego.

Fui egoísta. Mis padres no estaban tratando de reprimirme solo era…un grito ahogado de ayuda.

-Lo siento, no quería…ser grosera con él, solo quería ser feliz pero nunca pensé en su felicidad. Lo siento…soy una mala hija.

– ¡No, claro que no! -Dijo tomando mi cara entre sus manos y limpiando las lágrimas-Eres la mejor hija que pudimos desear…sufriste mucho y tienes derecho a sacar todo lo que oprimiste durante todo este tiempo…a tu padre le faltó comprender eso, pero en cuanto despierte seguro que lo entenderá.

No podía ni quería hablar, lo único que salía de mis labios eran sollozos.

-Todas las noches tu padre entraba a darte un beso, cuando ya estabas dormida. Dejó de hacerlo cuando cerraste tu cuarto con llave.

-Leo y yo nunca dejamos de vernos-Admití después de unos segundos de silencio-Él venía en la madrugada a hablar conmigo, ponía una escalera y trepaba hasta mi ventana, lindo de su parte.

Ella sonrió.

-Ustedes de verdad están enamorados, ¿cierto?

Asentí con la cabeza.

-Tu novio es muy amable, siento haberlo juzgado.

-Supongo que antes de juzgar tienes que buscar la verdad, y antes de lastimar a alguien tienes que ponerte en su lugar-Murmuré.

Ella sonrió.

-Supongo que tu padre trató de hacer lo mismo que tu abuelo solo porque pensaba que eso era lo correcto, después de todo ese trato que le dio tu abuelo a su yerno fue…lo que definió nuestra relación, de ahí nos casamos y te tuvimos a ti.

-Papá debe entender que los tiempos cambian.

-Seguro que lo hará, yo me encargaré de que hable civilizadamente con tu padre.

Me dio un beso en la frente y después se levantó.

-Descansa.

Sentada en mi cama, en la soledad y oscuridad de mi habitación, todos los pensamientos llegaron a mi cabeza. Mi padre…mi padre me amaba, nunca quiso el mal para mí, no quería perderme, tenía miedo, así como yo en estos momentos tengo miedo a perderlo y no solo por un momento. Sino por el resto de mi vida.

*Gabriel*

Decidí visitar a Leo en el hospital, no podía dejarlo solo, además quería hablar con él sobre algo que había estado evadiendo. Sé que no es el mejor momento para decírselo a ella, pero si no lo hace pronto jamás tendrá la valentía de hacerlo.

Me escabullí por la recepción, busqué el cuarto del señor Lodge y entré. Leo estaba despierto con el celular en la mano. Levantó la vista y me miró con confusión.

-Me infiltré si eso es lo que tus ojos preguntan.

– ¿Por qué hiciste eso? -Preguntó riendo.

-Necesito hablar contigo.

– ¿Sobre qué? -Frunció el ceño.

-Sobre el viaje, ¿ya pensaste cuando le vas a decir a Madd?

Su sonrisa se desvaneció.

-No le diré ahora, su padre está mal, ella se siente culpable por eso y decirle de ese viaje sería la peor estupidez que cometeré en mi vida, y vaya que hago muchas.

Sonreí por lo último.

-Tienes razón, pero…toma en cuenta que tienes que decírselo pronto, el año está a punto de acabar y…

-Sí, lo sé-Interrumpió.

Miré al hombre que estaba en la cama, tenía los ojos cerrados, como si estuviera dormido. De repente vi algo que me hizo brincar.

– ¡Leo!, ¡Se movió!, ¡Se movió el muerto! -Grité asustado.

Leo me cayó y miró al hombre quien, a lo que yo vi, movió la mano.

-Punto número uno, no está muerto. Y punto número dos, yo no vi que se moviera.

Me quedé con la vista fija en el hombre, esperando a que se volviera a mover. No lo hizo así que decidí lanzarme al sillón y dormirme.

– ¿Vas a quedarte? -Preguntó mi amigo.

-Sí, no voy a dejarte solo con alguien que podría despertar y posiblemente quiera asesinarte por idiota, doble cara y mala influencia.

-No pues gracias por el apoyo-Exclamó sarcástico.

-No dije que no fueras, él piensa que lo eres, y de nada.

Después de unos minutos me quedé dormido. Seguro que Leo también. No me molestaba hacerle compañía a mi amigo, pero los sillones del hospital son incómodos, muy incómodos.


CAPÍTULO 35.- LAS FAMILIAS.


Habían pasado ya varios días desde lo que pasó con mi padre. Yo asistía a la escuela y, aunque no tuviera todos los ánimos de hacerlo, salía con mis amigas. Mi madre decía que eso me ayudaría a distraerme. Gracias a Asher recuperé el número de mi novio y el suyo, por fin podía mandarme mensajes con él, Gabriel hacía sus chistes que causaban alboroto por todos lados, pero a mí no me causaban gracia.

Mi madre estuvo todo el día acompañada de Penélope, cerró su consultorio por esos días para estar conmigo y mi madre. Ellas comenzaron a llevarse de lo mejor, los ánimos en la casa habían subido un poco.

Esa tarde mi madre estaba arreglando una bolsa para quedarse en el hospital, Leo se había quedado dos días y dos noches y mi madre pensaba hacerlo hoy. Yo estaba en mi habitación sentada mientras Penélope me peinaba. Me rogó para que la dejara hacerlo.

-Siempre quise tener una hija, amo a mis dos muchachos, pero amaba peinar a las chicas-Dijo poniendo un pasador.

Cuando terminó admiré mi peinado fascinada.

-Muchas gracias Penélope, me encanta.

Gabriel pasó a recogernos. Llegamos al hospital y mi madre se quedó en recepción para hacer el registro mientras Gabriel y nos dirigimos al cuarto de mi padre. Antes de abrir la puerta pude escuchar la voz de Leo hablando. Según eso no estaba permitido tener más de una persona cuidando al enfermo y por su voz no parecía estar hablando por teléfono. Mi ceño se frunció al escuchar la otra voz. Definitivamente no estaba hablando por teléfono.

Abrí la puerta y me sorprendí al ver a mi padre sentado en la cama con Leo a un lado. Ellos estaban riendo de algo.

Espera… ¿Riendo?

Si, riendo.

Creo que los dos están enfermos, ¿será contagioso?

– ¡Papá! -Exclamé con una sonrisa y corrí a abrazarlo.

-Pensé en avisarte, pero él me dijo que no-Explicó Leo.

– ¿Cómo te sientes?

-Bien, pero el doctor dice que debo estar aquí dos días más así que…me quedaré.

Miré a Leo y después a mi padre.

– ¿Ustedes…estaban riendo? –Pregunté. confundida.

-Tu padre despertó a las siete de la mañana y, aunque al principio pensó en matarme, Gabriel estaba aquí, le contó todo y recapacitó. Sigo vivo después de todo-Explicó el chico del piano.

-Madd, hija…no tengo ningún problema con él es solo que…

Antes que continuara lo abracé y susurré un «lo sé».

-Prometo no hacer nada en contra de Leo con una condición-Dijo.

Me separé de él confundida.

-Quiero que no desaprovechen el tiempo juntos y que por favor sea mi yerno.

Sonreí y después miré a Leo. Él negó con la cabeza dándome pase a que yo le dijera.

– ¿Qué? -Preguntó mi padre turnando su vista en ambos.

-Bueno…él y yo…ejem…somos…novios-Expliqué algo nerviosa.

– ¿Osea que ya le puedo decir yerno? -Preguntó papá con una sonrisa.

-Pues si quieres-Respondí encogiéndome de hombros.

En eso entró mi madre y después de un par de lágrimas y contarle lo que pasó dijo que sería mejor que fuera a casa.

-Leo, ¿te importaría quedarte con Madd?, No quiero que se quede sola en casa-Dijo mamá.

-Claro señora Lodge.

Él tomó sus cosas y se puso de pie.

-Nos vemos, que se recupere pronto señor-Dijo Leo acercándose a mí.

-Gracias yerno.

-No lo vas a dejar en paz con eso, ¿cierto? -Pregunté levantando una ceja.

-No-Respondió papá.

-Vámonos-Dije jalando del brazo al chico.

Asher se ofreció a llevarnos a casa, pero primero tuvimos que llegar a su casa para que Leo se duchara y tomara sus cosas. Subimos a su habitación, dejó caer su mochila cerca del escritorio y abrió su closet.

Miré a mi alrededor, la habitación estaba perfectamente ordenada. Me senté en la orilla de la cama y lo miré, estaba sacando algunas cosas de los cajones.

-Voy a darme una ducha rápida, ahora vuelvo-Dijo sonriendo.

Entró en el baño y minutos después escuché el ruido de la regadera. Me tiré de espalda en su cama cerrando los ojos, extrañamente estaba cansada, quería dormir y esa mañana me había levantado hasta muy tarde.

Aunque me había quedado despierta de las tres a las seis de la mañana. Las pesadillas eran lo peor, habían aumentado, ahora eran de cada noche. Y eso no era nada, las pesadillas empeoraban noche tras noche. Cada día recordaba más peleas con Jason y cada vez imaginaba más escenarios inexistentes con Leo en él.

Todos mis pensamientos se desvanecieron cuando escuché la puerta del baño abrirse. Me levanté y volteé hacia la puerta. Leo salió con un pantalón de mezclilla y el torso desnudo. Me quedé embobada viendo su abdomen, si él me estaba hablando no le estaba prestando atención. No fue hasta que él comenzó a caminar cuando reaccioné.

-Me olvidé mi camisa aquí-Dijo a medida que se acercaba a mí- ¿Te pasa algo?

Parpadeé un par de veces.

-No por-porque…lo preguntas-Respondí nerviosa.

-Estás muy pensativa…como distraída, ¿qué miras? -Preguntó mirando a sus espaldas.

Mis mejillas ardieron y seguro que habían tomado un color rojizo.

-Nada, solo…pienso-Mencioné mirando hacia otro lado.

Él no dijo nada. Terminó de ponerse la camisa y empezó a tomar sus cosas. Cuando estuvo listo tomó su celular y abrió la puerta.

– ¡Asher!, ¡¿Ya acabaste?! -Gritó asomando la cabeza al pasillo- ¡Nos tenemos que ir!

Me levanté de mi lugar y caminé hasta donde estaba Leo, quise aguantar las ganas de preguntar, pero lamentablemente no pude. Tiré levemente de la manga corta de la playera que traía puesta el chico y este me miró sonriendo.

– ¿Terminar de qué? -Pregunté ladeando la cabeza.

-Está haciendo un regalo para Hannah, lleva desde la mañana haciéndolo y no lo ha podido terminar-Explicó y yo asentí sonriendo.

Asher salió de su habitación con expresión frustrada y con pedacitos de papel pegados en las manos.

-Definitivamente las manualidades no solo lo mío-Se quejó agitando las manos.

-Ya lo noté-Admitió su hermano sonriendo.

Con mucha dificultad condujo hasta mi casa, teníamos miedo de que se le quedaran las manos pegadas al volante. Cuando llegamos a mi casa lo primero que hice fue subir a mi habitación acompañada del chico. Él dejó su mochila en un rincón y se tiró en mi cama con los ojos cerrados. Yo me acerqué a mi closet y saqué mi pijama. Después de ponérmelo me cepillé los dientes.

En cuanto yo salí del baño él entró con su pijama en mano. Antes de que yo pudiera sentarme en la cama él ya había salido.

-Es impresionante la rapidez con la que los hombres hacen las cosas.

Dio una risa por lo bajo.

-Asher siempre se queja de lo mucho que demoran las mujeres-Comentó sentándose en la cama a un lado mío.

– ¿Cómo lo hacen? -Pregunté.

-Bueno…toma en cuenta que nosotros no necesitamos maquillarnos, ni peinarnos…y mucho menos pensar que los zapatos tienen que combinar con el bolso.

Me eché a reír cuando me imaginé a los chicos haciendo esas cosas. Leo me miraba confundido mientras yo no podía parar de reír, me dolía el estómago y sabía que debía detenerme, pero no podía, simplemente no quería.

-No te visualizo a ti y a Asher…buscando unos zapatos…que combinen con su bolso-Dije entre carcajadas.

-Yo tampoco-Admitió él mirando al techo.

Cuando por fin pude detener mi risa tomé una de las mejillas del chico.

– ¿Quieres algo de cenar?

Él bufó y tiró la cabeza hacia atrás hundiéndola en la almohada.

-Quiero dormir-Dijo.

-Bien-Tomé el cubrecama y la jalé para meterme debajo de ella y cubrir a Leo.

Me acerqué lo más que pude a él, acurrucándome. Posó una mano en mi cintura y me pegó por completo a su cuerpo. Cerré los ojos, aspirando su olor y aferrándome a su torso, como si no hubiera gravedad y su cuerpo era lo único a lo que me puedo agarrar, como si él fuera a desaparecer, como si me fuera a dejar sola, tal y como lo mencionó Jason en mis pesadillas.

Me quedé dormida al poco tiempo, al igual que él. Seguramente Leo estaba cansado de dormir en aquel incómodo sillón de hospital.

-No estará contigo por mucho, seguro que en unos días se olvida de ti…mi amor.

-No, claro que no…él no es como tú.

– ¡¿Yo?!, ¡En ningún momento me olvidé de ti!

– ¿Ah no?, ¿Cuándo fue mi cumpleaños?

-Hace tres días

– ¡Jason, fue la semana pasada!, ¡Y no estuviste para celebrar por estar tan ocupado en no sé qué!

– ¡Fui con mi papá a resolver unos asuntos, lo sabes!

– ¡Ni siquiera un mensaje Jason!, ¡Un maldito mensaje!

– ¡Deja de hacer dramas y ponerte como la víctima en todo!, ¡El mundo no gira en torno a ti!

– ¡Mi mundo si lo hace Jason!, ¡Eider es la persona más importante en mi vida, mi mundo gira a su alrededor!

– ¡Leo no te metas!

– ¡Si, Leo, esto es entre Madeleine y yo!

– ¡Me meto porque me importa, Eider no se siente querida contigo, no sabes cómo hacerla sentir bien porque solo piensas en ti, conmigo es diferente, ama estar conmigo…Tanto que hasta nos vemos en secreto!

– ¡Ay, qué lindo!, ¡Romeo y Julieta!, ¡Madeleine es mi novia y eso jamás lo vas a poder cambiar!, ¡Soy su novio le guste o no!, ¡Ella es mía y hace lo que yo digo!

– ¡Ahora sí me la pagas, Jason!

– ¡Chicos, ya basta!, ¡Basta!, ¡No peleen!, ¡Basta!

Reboté en la cama en cuanto desperté. Mi frente estaba sudada y mi respiración era inconstante.

– ¡Jason! -Grité en cuanto quedé sentada en la cama.

Leo se levantó asustado, mirándome con preocupación.

– ¿Qué pasa princesa? -Preguntó pasando una mano por mi espalda.

-Pesadilla. Jason. Tú -Fueron las únicas palabras que pude pronunciar para después levantarme a toda prisa al baño.

Leo me siguió y accidentalmente le cerré la puerta en la nariz, él la abrió y asomó únicamente una mano.

– ¿Puedo?

-Si-Dije apoyando los codos en el lavabo.

Humedecí mis manos y las pasé por mi rostro, después lo sequé con una toalla y me volteé para abrazar a Leo, hundiendo mi rostro en su cuello. Él apretó mi espalda con ambas manos e hizo caricias con su dedo pulgar.

-Ya pasó, solo fue una pesadilla.

-Es que s-se sintió tan real-Murmuré.

– Volvamos a dormir, necesitamos descansar.

Me separé de él y asentí con la cabeza.

-Sí, es verdad lo siento, tú en especial eres quien debe descansar, debes estar agotado y débil.

Él sonrió de lado mirándome de pies a cabeza y en un movimiento rápido me cargó sobre su hombro, di un gritó en cuanto sentí que ya no pisaba el suelo y después comencé a reír. Con delicadeza me bajó y me tendió en la cama.

-No estoy débil-Reclamó metiéndose entre las sábanas conmigo.

Me puse de espaldas a él y su cuerpo se pegó al mío. Pasó una mano con mi cadera buscando mi mano. Cuando la encontró, la sujetó con fuerza y me dio un beso en el cuello.

-Buenas noches, mi pequeño ángel-Susurró en mi oído.

Mi piel se erizó al instante.

-Buenas noches, mi chico del piano.

Y así, volví a caer en un profundo sueño, sintiendo el calor corporal de mi novio y su aroma tan único.

&&&&&&

-Madd, hija, despierta, el desayuno está listo-Murmuró mi madre.

Abrí ligeramente los ojos para encontrar el rostro sonriente de mi madre frente a mí. Me senté en la cama y miré hacia donde debería estar Leo, volví a mi madre con confusión. No podía abrir bien los ojos, la luz que penetraba las cortinas me lo impedía.

-Él está con tu padre, querían hablar-Dijo al notar que lo buscaba.

– ¿Fue al hospital? -Pregunté sacando los pies de la cama.

-No, tu padre y yo llegamos hace media hora, el doctor dijo de debía estar en cama todo el día de hoy y…te recomiendo pasar tiempo con él, pronto nos iremos de viaje.

– ¿Viajarán? -Pregunté incrédula abriendo los ojos de golpe.

En el estado de mi padre era imprudente viajar, no sabíamos si podría volver a desmayarse o si pasa algo peor. No podía permitir que viajara, no en ese estado. Mi madre siempre se preocupó ante todo por la salud, viajar en estas condiciones es ilógico de su parte.

-Mamá, no pueden viajar así, papá…

-Lo intenté, pero tu padre dice que viajar lo distraerá un poco-Interrumpió.

Viéndolo de esa forma mi padre tenía razón, salir lo distraería un poco. Me levanté y salí de mi cuarto camino a su habitación, di varios golpes a la puerta y mi novio me abrió con una sonrisa.

-Buenos días Eider, pasa.

Miré a mi padre, quien también tenía una sonrisa en su rostro. Estaba sentado en la cama con un periódico enfrente.

-Buenos días hija.

-Buenos días papá-Volví la mirada a Leo, estaba sentado en un pequeño taburete que había en la habitación- ¿Ya desayunaste?

-No, estoy esperando a que lleguen los demás-Respondió dando una mirada fugaz a mi padre, quien comenzó a reír.

-Papá, hace cuatro días lo odiabas a muerte y ahora son los mejores amigos del mundo, tanto que se cuentan secretos.

-Bueno…juzgué mal a Leo, es muy buena persona.

-Qué bipolar-Dije mirando a mi novio.

El timbre sonó y escuché los pasos apresurados de mi madre bajando las escaleras. Mi padre y Leo sonrieron como si fueran cómplices y yo fruncí mi ceño.

– ¿Quién viene a almorzar con nosotros? -Pregunté.

-Tu tía Adelaida, Emma, la tía abuela Jo y el tío Adam-Respondió papá.

Abrí los ojos, sorprendida.

-Vinieron a verte a ti, ¿cierto? -Pregunté a papá, asustada.

-No-Respondió mi novio reprimiendo una sonrisa.

-Vienen a verte a ti y a tu novio-Habló mamá a mis espaldas.

Me quedé paralizada, con los dientes apretados y con expresión de susto.

– ¿Les contaste?

-Obviamente hija-Respondió papá tratando de salir de la cama.

Leo se levantó para ayudarlo a ponerse de pie y salir de la habitación. Todos bajamos las escaleras y cuando llegamos a la planta baja me escondí detrás de Leo. Llegamos a la cocina donde estaban todos sentados y mirando a nuestra dirección.

– ¡Madd!, ¡Mi niña! -Dijo la tía abuela Jo poniéndose de pie y yendo a abrazarme.

-Hola tía.

Se despegó de mí para mirar a Leo y jalarlo del brazo, lo sentó a un lado suyo y después me guio a mí a un lado del chico del piano. Todos en la mesa nos miraban con una sonrisa. Leo tomó mi mano por debajo de la mesa haciendo caricias.

-Entonces… ¿qué pasó? -Preguntó Emma con una sonrisita.

Nadie dijo nada, yo en lo personal no quería hablar, siempre que lo hacía terminaba con las mejillas rojas. Mi madre sirvió los platos y después se sentó a un lado mío.

-Nos alegra que hayan podido venir-Comentó la mujer.

-No me perdería la oportunidad de ver al novio de Madd por nada del mundo-Respondió la tía Adelaida.

-Ya era hora, por poco y creí que te quedabas a adoptar gatos-Se burló mi prima.

Mis mejillas se tornaron de un rojo intenso y tuve que agachar la cabeza.

-Me sorprende que no nos lo dijeras, ¿qué tiene de malo? -Preguntó el tío Adam.

-Nada, es solo que…no lo sé, no considero que sea algo que tenga que gritar a todo el mundo-Dije.

-Pues yo pienso lo contrario, esto es enorme y se tiene que celebrar con una fiesta-Dijo mi prima.

-Mejor lo celebramos ahora, en el almuerzo-Opinó Leo-La última vez que hubo una fiesta no acabó muy bien.

Recordé entonces esa última fiesta. Asher y Eduardo peleándose, Hannah llorando y mis padres y yo discutiendo sobre lo que pasaría con Leo. Sinceramente no quería que eso volviera a pasar, fueron muchos los problemas que se crearon por eso y no quería revivirlos.

-Bueno, cambiando de tema, cuéntenos cómo es que se hicieron novios-Dijo el tío Adam.

Leo y yo nos miramos sonriendo.

-Fue muy extraño-Admití-Esa mañana en la escuela se suspendieron clases por el partido que habría esa tarde y…él y yo estábamos platicando y de pronto nos besamos.

-Y esa tarde le pedí ser mi novia-Completó Leo.

-No, no me pediste ser tu novia, me pediste permiso para ser mi novio que es diferente-Corregí

– ¿Permiso? -Preguntó Emma sonriendo.

-Sí-Asentí con la cabeza.

-L’ho sempre detto, questo ragazzo è un tesoro-Dijo la tía Jo.

Yo rodé los ojos.

-Por milésima vez, no hablo italiano.

-Dice que soy un tesoro-Murmuró mi novio-Grazie.

Pasamos así toda la mañana platicando y bromeando. En la tarde Leo se fue y yo me quedé con mi padre jugando ajedrez. Más entrada la noche recibí un mensaje de Leo donde me decía que me llevaría a cenar a su casa y que pasaba por mí a las nueve.

Mi padre accedió a dejarme ir. Me arreglé tan rápido como pude y estuve lista a tiempo. Decidí ponerme un vestido rosa claro y unas zapatillas bajas del mismo color, no exageré con el maquillaje y ni siquiera me había peinado, únicamente me cepillé el cabello.

Estaba metiendo mis llaves en el bolso cuando alguien tocó al timbre, mis padres estaban abajo así que ellos lo recibieron. Cuando bajé el chico del piano ya me esperaba en la entrada.

– ¡Nos vemos después! -Grité despidiéndome.

-Cuídate hija-Respondió mamá.

Al salir de mi casa lo primero que vi fue el auto de Gabriel con él dentro. Nos saludó con la mano. Leo me abrió la puerta de atrás para entrar y después él subió del otro lado.

Gabriel estaba sonriendo. Tomo aire u cambió su aspecto a uno serio.

-Buenas noches, me llamo Gabriel Harper y seré su chofer en esta mágica velada-Dijo mirándonos por el retrovisor.

Leo y yo nos echamos a reír.

-Déjate de tonterías y vamos a mi casa-Exclamó Leo aun riendo.

-Como diga señor Williams-Continuó el otro chico.

-Estoy emocionada-Admití-Tengo mucho sin ver a tus padres.

-Están ansiosos por verte-Aseguró sonriendo.

Llegamos a la casa de mi novio y tanto él como Gabriel bajaron del auto. Leo me ayudó a salir y entrelazó sus dedos con los míos para empezar a caminar hacia la casa. El chico de cabello pintado se adelantó y abrió la puerta para nosotros.

-Que amable estás hoy-Dije.

-Me encanta hacer esto-Respondió con una sonrisa.

Cuando entramos a la casa el olor a comida invadió mis fosas nasales. Seguramente Penélope había cocinado. O tal vez el profesor Williams, nunca lo traté más allá de profesor y hace mucho que no lo veía, tenía más de un mes sin ir al taller.

-Pasen al comedor para degustar de los mejores platillos cocinados por el señor y la señora Williams.

-Gabriel, ya para con tu juego-Dijo Leo rodando los ojos con diversión.

-Sabes muy bien que no lo haré.

Cuando llegamos al comedor encontramos a Asher y Hannah sentados ahí, Gabriel se sentó junto a su prima y Leo me ayudó a acomodarme para después ir a un lado mío. Penélope entró con la comida y comenzó a servir los platos.

– ¡Qué bueno que ya llegaron, acabo de servir la cena! -Dijo mirándome.

El padre de Leo entró en el comedor con las bebidas y, después de servirlas, se sentó junto a su esposa y empezó a devorar su comida. La cena transcurrió entre risas, bromas de Gabriel, anécdotas del profesor Williams y caricias entre Asher y Hannah.

-Me alegra mucho que ustedes sean felices-Dijo la mujer mirándonos-No puedo creer que mi hijo se enamorara de mi paciente.

Mi sonrisa se desvaneció en ese instante y no por lo que dijo ella, sino porque según recuerdo Penélope me había dicho al principio de las terapias que los psicólogos no pueden tener ningún tipo de vínculo afectivo con sus pacientes. Ella dijo que había casos en los que los pacientes quedaban tan aferrados que no se veía como una relación psicólogo/paciente sino como una amistad.

Eso para mí era malo, sentía que si algo malo me pasara a mí ella sufriría y no se trata de eso. Jamás pensé que podría tener un vínculo afectivo con Penélope, nunca encontré algo que me hiciera sentir apegada a ella, pero…desde que conocí a Leo, cuando supe que ella era su madre…las cosas cambiaron por completo.

Tenía miedo, yo tenía miedo de arruinar las cosas con él, tenía miedo a perderlo, a que se fuera…tenía miedo a volverme a quedar sola. De cierta forma eso es egoísta de mi parte, querer retener a alguien solo porque yo no quiero estar sola.

Aunque si lo vemos desde otra perspectiva yo amo a Leo, no solo quiero que esté conmigo para no estar sola sino también porque lo amo, varias veces he tratado de vivir sin él y los resultados son los mismos: En cuanto lo veo quiero correr y abrazarlo.

Es extraño, es una tracción incontrolable, somos como imanes, él se mueve yo me muevo. Volví a la realidad cuando Leo puso su mano sobre la mía y me regaló una sonrisa de lado.

– ¿Estás bien? -Preguntó.

Miré a mi alrededor para darme cuenta de que Penélope y el señor Williams habían desaparecido al igual que los platos de la mesa, Gabriel estaba en su celular y Asher besando a su novia. Leo era el único que me estaba prestando atención en esos momentos. No supe por cuanto tiempo estuve en shock pensando, pero seguro que fue un buen rato.

-Sí, solo estaba…pensando.

– ¿En qué?

-Cosas-Dije cerrando los ojos y negando con la cabeza.

-Bien, vamos.

Se puso de pie y me extendió una mano para que yo también lo hiciera. Me levanté y él comenzó a caminar escaleras arriba. Llegamos a su habitación y él abrió la puerta para dejarme pasar. Entré y me senté en la cama, él hizo lo mismo quedando de frente a mí. Tomó mis manos entré las suyas y dejó un beso en ellas.

-Ahora sí, ¿quieres contarme en qué pensabas?



CAPÍTULO 36.- LEIDER.


Mis padres se fueron de viaje, no sin antes llamar a Leo y decirle que me cuidara mucho y que adoraban a su nuevo yerno. Mi padre no me dejó en paz con eso y seguro no lo haría en un buen rato. Estaba aburrida en mi casa así que decidí invitar a mis amigos a una pijamada.

Ahora que me puse a pensarlo tenía mucho sin hacer una pijamada. Con todos los problemas que ha habido no tenía ni tiempo, ni ánimos para hacerlo. Pero no todo fue malo, Hannah por fin pudo enamorarse de alguien, después de todo Asher era el «indicado».

Gabriel y Alice también son una pareja fabulosa, misteriosamente ellos nunca se pelearon, tienen la relación más sana que visto y son tal para cual.

Eduardo…él está soltero por ahora, no he hablado mucho con Rose pero últimamente ella se pasa todo el día con Jess y nosotros preferimos dejarla ir, tal vez ella no se sentía muy cómoda con nosotros y no se atrevía a decirlo.

Dejé lo mejor para el final, Leo y yo somos novios, eso sigue sorprendiéndome, después de tantas peleas, confusiones, disgustos y malentendidos todo se torna muy hermoso. Él despierta en mí sentimientos que jamás creí que existieran, es una necesidad enorme la que tengo a diario de verlo, es una obsesión…es inexplicable.

Él es, en pocas palabras, todo para ti.

Exacto.

*Leo*

Los padres de Eider me pidieron que la cuidara mientras ellos viajaban y yo con gusto acepté hacerlo. Ella me invitó a su casa porque haría una pijamada y obviamente iría, no me perdería la experiencia de una pijamada.

Y mucho menos perdería más tiempo, debía estar con ella, el tiempo es relativo, un mañana nunca es seguro y sé que soy muy joven para pensar en eso, pero después de vivir todo lo que he vivido al lado de Eider siento que cada segundo con ella es valioso. Siempre es importante disfrutar a la gente porque nunca sabes cuándo se pueden ir, nunca sabes cuándo se interpondrá algo o alguien en tu felicidad para arrebatarte aquello que más te importa.

Eran casi las seis de la tarde, iba de salida a casa de Eider. Hablé hace algunos minutos con ella y dijo que también invitó a Asher, Gabriel y Eduardo.

-Si se quedan hasta tarde me avisan-Mi madre nos había dejado ir.

Creo que no entendió muy bien.

Yo estoy seguro de que no lo hizo.

¿Cuál es su concepto de pijamada?

No lo sé, pero Asher está a punto de decir algo.

-Mamá, ¿Qué parte de pijamada no se entendió?, Obviamente nos quedaremos a dormir ahí-Dijo Asher con una sonrisa.

Mi madre frunció el ceño como si nunca le hubiéramos dicho a qué íbamos.

-Bien, cuídense mucho-Nos dio un fuerte abrazó y un beso a casa uno.

-Si mamá, no te preocupes-Dije dándome la vuelta.

Asher ya se quería ir y yo también, Gabriel llevaba esperando afuera más de veinte minutos. Cuando vimos que mi madre no diría nada más tomamos nuestras mochilas y salimos con prisa de la casa. Subimos al auto de Gabriel y él arrancó.

– ¡Por fin!, ¡Creí que solo llegaríamos a la pijamada a dormir! -Se quejó.

-Sabes como es mi madre-Dijo mi hermano desde la parte trasera del coche.

Gabriel pasó el resto del camino parloteando sobre todo lo que se imaginada de la pijamada y también quejándose por lo que habíamos tardado. En cuanto llegamos yo bajé corriendo y de las prisas casi caigo al suelo por no ver una piedra.

– ¡A cómo serás…tarugo! -Gritó Gabriel saliendo del auto- ¡Casi te trompiezas!

Di algunos golpes a la puerta para que supiera que era yo. Siempre que venía tocaba la puerta, nunca el timbre. Era como una clase de código entre nosotros.

– ¿Qué no es tropiezas? -Cuestionó mi hermano.

-No en este caso, porque él casi se va de trompa, por eso es trompiezas.

Asher dio una pequeña risa al mismo tiempo en que la chica abrió la puerta. La observé de pies a cabeza, llevaba puesto un lindo pijama de ovejitas, era de dos piezas, un short y una blusa. También tenía unos calcetines de gatos. Sonreí como tonto el cuándo sus hermosos ojos azules como el cielo hicieron contacto con los míos.

-Son las seis de la tarde y tú en pijama-Me burlé.

-Me la acabo de poner-Dijo rodando los ojos- ¿Qué parte de pijamada no entendiste?

Iba a responderle, pero mi mejor amigo me interrumpió.

-Hola Eider.

-Madd, Gabriel…se llama Madd-Mascullé entre dientes.

-Tú le dices Eider-Contradijo.

-Pero solo yo le puedo decir así.

– ¿Ah, sí?, ¿Por qué? -Cuestionó desafiante alzando una ceja.

-Porque soy su novio.

– ¿Y?

Respiré hondo.

-Bien, te dejaré llamarla Eider… ¡Solo! …Si ella te da permiso.

Podía ver de reojo que la chica sonreía ante la escena, Asher se interpuso entre nosotros para adentrarse a la casa. Todos hicimos lo mismo. Mi novia nos guío a la sala. Gabriel y Asher buscaron a las chicas, pero la ojiazul dijo que aún no llegaban. Gabriel se tiró en el sofá y Asher le copió.

Eider me miró sonriendo y haciéndome una señal para subir. Como un tonto la seguí hasta arriba, llegamos a su habitación y la vi rebuscar algo en sus cajones.

-Donde está…estoy segura que lo puse aquí-Murmuró buscando.

Miré a mi alrededor, todo estaba perfectamente ordenado en excepción de un almohadón que iba adornado con una torre de ropa encima.

– ¿Qué es eso? -Pregunté señalándolo.

La chica se giró y siguió mi dedo hasta posar la vista en el mismo punto que yo miraba.

-Suéteres-Respondió para volverse a girar y seguir buscando.

-Claro, tienes que tener una dotación de ellos para cuando te manches de pasta dental-Bromeé y ella empezó a reír.

La escuché murmurar un par de cosas inentendibles hasta sacar una cajita de aquel cajón. Se levantó con una sonrisa y me la tendió. La tomé con el ceño fruncido.

– ¿Qué es esto?

-Un regalo.

– ¿Por?

-Tú siempre me das regalos de la nada, es justo que yo te dé uno.

Sonreí abriendo la cajita con mucha delicadeza. Adentro de ella se encontraba un llavero de un piano y una placa, la tomé para leerla, ésta decía: «Te amo mi chico del piano»

– ¿Te gusta? -Preguntó la chica con algo de preocupación en su rostro.

-Me encanta-Aseguré dejando la caja en el escritorio y tomando a la chica de la cintura para levantarla en un fuerte abrazo que ella devolvió.

Cuando sus pies tocaron el suelo ella, entre risas, me tomó del cuello para besarme, su nariz chocó con la mía. Cerró los ojos y antes de que pudiera besarla en timbre sonó indicando que las chicas habían llegado.

-Voy a abrir-Murmuró muy cerca de mi cara aún con los ojos cerrados.

Pasó por un lado mío y justo cuando estuvo a punto de cruzar el marco de la puerta la tomé del brazo y la jalé hacia mí para besarla, fue un beso rápido, nos separamos y ella me sonrió para salir del cuarto. Bajé con ella dispuesto a acompañarla a la puerta, pero alguien ya había dejado pasar a las chicas.

– ¡Madd! -Gritó Hannah lanzándose sobre la chica.

Alice las separó diciendo que ella necesitaba respirar.

-Bien, empecemos la pijamada-Dijo Hannah entrando a un cuarto que estaba justo al lado de la sala.

Eider me había platicado que ese era su cuarto de pijamadas. Era muy bonito, estaba decorado con muchas cosas que caracterizaban a Madd, ese lugar era muy…»ella». Femenino, rústico pero moderno a la vez. La comida ya estaba ahí dentro, sobre la mesa había platos con dulces, palomitas, pizza, sodas y otro tipo de comidas.

Todos tomamos lugares donde más cómodo nos parecía. Asher y Hannah tomaron un sillón, Eduardo se recostó en uno de los colchones, Alice y Gabriel en otro y Madd se tiró en el otro colchón, la seguí sentándome a un lado de ella.

-Y… ¿Qué se hace en una pijamada? -Preguntó Asher.

-Comemos, platicamos…-Explicó Hannah enumerando con los dedos-…vemos películas, criticamos gente.

-En especial tú, ¿verdad? -Comentó Gabriel ganando un cojín en la cara.

– ¿Quieren ver una película de terror? -Preguntó Alice con el control remoto en las manos.

– ¿Terror?, ¿Seguras? -Cuestionó Gabriel.

-Sí, muy seguras-Respondió Hannah.

Yo me recosté en un colchón y mi novia se quedó con sus amigas en el sofá.

Decidimos una película entre todos, tomamos lugares cómodos, apagamos las luces y tomamos nuestra comida para disfrutar de la película. A la mitad, cuando estaba matando a una de las chicas, Eduardo no pudo más y salió al baño, seguro que a vomitar.

-Madd, deberías escoger personas con mejor estómago, Eduardo es muy débil-Comentó Gabriel sonriendo.

Todos reímos y continuamos viendo la película. Eider había estado con su amiga Alice sentada en el sofá, pero en cuanto aparecieron las escenas de suspenso ella corrió y se lanzó al colchón, recostando su cabeza en mi pecho y abrazándome. Cuando los protagonistas gritaban o aparecía algún personaje de esos que tienen un aspecto asqueroso, Eider hundía sus dedos jalando mi camisa.

Me dio tanta pena verla así que la abracé. Me hacía sentir bien que ella viera en mí aquel sentimiento de protección. Miré a Gabriel quien me miraba con una sonrisa, aquella sonrisa que te hace ver que la persona está feliz por ti.

En el transcurso de la película tuvimos que soportar los gritos de Hannah y Alice que se separaron de sus novios para acurrucarse con Eduardo en el sofá y los tres gritaban a coro. Cuando los gritos de los chicos por fin cesaron Gabriel, Asher y yo suspiramos con alivio.

– ¡Por fin se van a callar, viejas argüenderas! -Exclamó Gabriel lanzándoles un cojín.

-Apoyo a Gabriel-Dijo Asher para después apretar sus labios en una línea muy delgada ante la mirada asesina de su novia-Sin ofender, solo no creo que soporten las películas de terror.

-Me estás diciendo miedosa, histérica… ¡¿Qué sigue?!

– ¡Nunca dije eso! –Aseguró mi hermano levantando las manos a sus costados.

– ¡¿Ahora soy mentirosa y loca?!

Asher miró a su novia sorprendido y después a Gabriel y a mí preocupado. Ambos reprimíamos una sonrisa. Él no sabía que decir, eso era seguro. Otra cosa segura era que cualquier cosa que dijera Asher para componer las cosas, Hannah lo tomaría a mal.

-Pero yo no dije nada de eso, tú eres la que lo entiende de diferente forma.

– ¡Y ahora tengo un retraso mental! -Gritó Hannah causando que todos diéramos un brinco.

Asher se quejó tirándose de cara en el colchón.

– ¡Ya!, ¡Mejor ni le compongas! -Dijo Gabriel mirando a su prima-Y tú también, no te tomes las cosas tan personales, absolutamente todo lo que él dijo lo cambiaste.

Hannah bufó cruzándose de brazos. Alice le susurró algo en el oído. Miraron a mi novia y le dijeron algo que solo ella entendió, segundos después dos de las chicas desaparecieron mientras la rubia se levantaba a encender la luz.

Gabriel se sentó en el sofá con su hermano y Asher solo se quedó ahí, con la cabeza hundida en el colchón. Después de un corto tiempo llegaron la castaña y la pelirroja con una caja rosa.

– ¿Qué es eso? -Preguntó Asher levantando la cabeza para mirarlas.

-Un kit de belleza-Respondió con una sonrisa para después sentarse junto a su novio.

Sus cambios de humor realmente me daban miedo, me preguntó como Alice y Eider pueden pasar las veinticuatro horas del día conviviendo con ella sin sufrir un ataque de frustración por sus momentáneos cambios de humor.

A eso le llamo yo amor.

Verdadero amor.

– ¿Un kit de belleza? -Preguntó Gabriel con el ceño fruncido.

-Sí, siempre que hacemos una pijamada lo usamos-Respondió ahora la novia del chico.

Todos los chicos nos sentamos en un rincón mientras las veíamos a ellas en el piso sacando cosas de la caja, parecían niñas pequeñas jugando con una casa de muñecas.

-Leo-Llamó mi novia desde el suelo, mis mejillas se encendieron en el momento en que se dio cuenta que llevaba un buen rato mirándola.

Ella se acercó con una sonrisa y se puso de rodillas frente a mí, sus lindos ojos azules brillaban adorablemente. Me agaché para que mi rostro quedara al nivel del suyo.

-Dime, princesa.

Su sonrisa se ensanchó más.

– ¿Puedo ponerte una mascarilla? -Preguntó causando que mi ceño se frunciera.

¿Quería que me pusiera una de esas cosas que parecen máscaras, son de colores y tienen una textura viscosa?

Sí, eso quiere.

Qué asco…

No esas así, es tu novia.

Lo es, pero qué asco…no quiero.

No seas así…además, ¿Puedes resistirte a esos ojitos azul brillante?

Odio cuando tienes razón.

No me desagradaran, ni siquiera me había puesto una, pero sería extraño. Reprimí una sonrisa ante su extraña petición.

-No-Dije finalmente.

-Porfa-Suplicó ladeando la cabeza, haciendo de ella aún más adorable.

En serio… ¿Puedes resistirte a eso?

-No, Eider-Dije mirándola con una sonrisa.

-Por favor-Dijo alargando la «o» para después hacer puchero.

¿Por qué tiene que ser tan adorable?

Vamos, ambos sabemos que su ternura te mata.

En eso tienes toda la razón.

Fue imposible negarme a esos ojos azules brillantes y ese puchero que hacía que sus labios se hicieran más rosas de lo que ya era naturalmente. Suspiré derrotado.

-Bien, ¿al menos me ayudará en algo? -Pregunté mientras la chica se sentaba en mi regazo.

-Sí, ayuda a abrir poros.

– ¿Y eso es bueno? -Preguntó Asher con una sonrisa de burla.

-Claro que sí, refresca la piel-Respondió la chica abriendo la bolsa de plástico, me miró con una expresión infantil a la que estaba seguro nadie se podría resistir.

Antes de sacar la mascarilla tomó lo que parecía ser una diadema de tela y la pasó por mi rostro hasta quedar en mi cuello, después la elevó para retener mi cabello lejos de mi frente. Nunca me gustó cortarme demasiado el cabello, estaba cómodo con mi cabello cubriendo parte de mi frente.

– ¿Para qué es esta cosa? -Pregunté señalando la diadema.

-Para que pueda ponerte bien la mascarilla-Respondió sacando el producto del paquete.

Lo posicionó en mi cara y presionó levemente para que se mantuviera pegada. Sentí el rostro frío y húmedo. Eider me miraba con una sonrisa mientras seguía presionando a los extremos de aquel pedazo de tela en mi rostro. Sentí las miradas de los chicos, sabía que se estarían burlando, pero no me importó.

Asher se acercó a las chicas, tomó un sobre de un extremo y con solo dos dedos, como si le diera asco tocarlo y se lo acercó a Gabriel.

-Tú Gabriel… ¿Quieres una mascarilla? -Se burló acercándola a su cara.

El otro chico la apartó de un manotazo.

-No gracias, yo no soy tan débil como para caer en las palabras de mi novia.

Unos minutos después Eider me estaba quitando la mascarilla mientras que Gabriel estaba sentado en el suelo con su novia colocándole una. Eduardo y Asher se reían en el sofá mientras que él no se veía muy contento.

– ¿Qué decías hermanito? -Preguntó Eduardo riendo.

-Yo no accedí a esto, lo están haciendo contra mi voluntad-Respondió haciendo puchero-Esto es maltrato.

-Sí, y el maltrato animal está penado por la ley-Respondió Eduardo y Asher se echó a reír.

– ¡Ayuda! -Exclamó Gabriel- ¡Me voy a morir!

-No seas exagerado-Reprimió Hannah limándose las uñas.

La rubia se levantó de mis piernas y se quedó parada frente a mí. La miré de pies a cabeza, observé con atención cada parte de ella, sus calcetines de gatos, su short de ovejitas y su blusa haciendo juego, sus ojos adorables mirándome con detenimientos.

– ¿Qué? -Pregunté sabiendo que algo estaba tramando.

– ¿Puedo maquillarte?

– ¡Oh no!, Eso que no-Respondí negando con la cabeza.

Ella hizo un mohín.

-Bien, ¿puedo abrazarte? -Cuestionó estirando sus brazos hacia mí.

-Claro que sí, ven-Dije extendiendo mis brazos.

La chica se lanzó sobre mí para quedar sentada sobre mis piernas a horcajadas. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó suavemente, mis manos se aferraron a su cadera para empezar a mover mis dedos causándole cosquillas. Ella sonrió sobre mis labios y comenzó a retorcerse, el movimiento en mis dedos aumentó y ella comenzó a reír mientras trataba de zafarse.

– ¡No!, ¡Basta! -Reclamó ella moviéndose.

Seguí haciéndole cosquillas hasta que ella dijo que si estómago le dolía. Aparté mis manos de su cadera y la abracé, ella recostó su cabeza en mi hombro mientras yo acariciaba su espalda. Todos los demás estaba entretenidos tomando fotos de Gabriel con la mascarilla y las chicas comenzaban a quitársela.

Un rato después decidimos que era hora de irnos a dormir, las chicas sacaron cobijas y almohadas de un armario y las acomodaron. Eduardo se acomodó en un sofá, Hannah en otro, Asher en un colchón, Alice en otro, Gabriel, en lugar de tomar un sofá se inclinó por la bolsa de dormir, Eider tomó otro colchón y yo me senté en uno de los sofás.

Todos se recostaron, Hannah apagó las luces. Cerré los ojos tratando de dormir y minutos después sentí la presencia de alguien a un lado.

-Leo-Susurró mi novia.

Estaba de rodillas a un lado del sofá.

– ¿Puedes venir a dormir conmigo?

Me senté en el sofá y pude ver, con cierta dificultad, que sus manos se movían nerviosamente. Tomé mi almohada para irme con ella al colchón. Ella se acostó y yo hice lo mismo a un lado. Eider recostó su cabeza en mi pecho y me abrazó.

-Tengo miedo-Susurró.

La abracé sabiendo que la película de terror había sido una mala idea. Ahora ella estaba asustada, seguro creía que en cualquier momento saldría un monstruo del rincón de la habitación.

Comencé a hacer leves caricias en su espalda.

-La película te dejará traumada por un par de semanas-Susurré en respuesta.

-No es por la película.

Fruncí mi ceño.

– ¿Entonces?

-Acabo de tener un flash, como un recuerdo y… Jason me decía que te iba a hacer daño y me dejarías sola, ustedes se estaban peleando, no quiero que me dejes.

Suspiré cerrando los ojos. Por una parte, me hacía sentir muy bien que ella tuviera la confianza de contarme aquellas cosas, pero por otra parte era incómodo que sus palabras me hicieran recordar momentos dolorosos de mi pasado. Mi madre siempre dice que debo dejar ir lo que no es mío, eso incluye problemas. Debo dejar ir el pasado, disfrutar el presente y esperar el futuro.

-Tranquila, tú duerme, jamás te voy a dejar.

Mentiroso.

No es el momento.

&&&&&&&&

Unos días después de la pijamada invité a mi novia al cine, le dije que pasaría por ella en media hora y ella aceptó. Cuando iba de camino se me ocurrió pasar a comprarle algo.

Admitiré que tengo una obsesión poco sana con comprarle cosas y no lo hago por obligación o por llenar un vacío que no puedo o quiero llenar con cariño, sino porque me gusta darle regalos, simplemente es algo que no añade ni disminuye mis sentimientos hacia ella.

Llegué a su casa y di algunos golpes a la puerta. Ella abrió en segundos mostrando una hermosa sonrisa. La miré de pies a cabeza, llevaba puesto un vestido blanco con unos zapatos del mismo color. Le di el pequeño regalo que había comprado minutos atrás.

– ¿Chocolates?

Asentí con la cabeza, ella tomó la caja y la dejó en la mesa de la entrada, agarró un bolso de mano y después salió de la casa. Subimos a mi motocicleta rumbo al centro comercial. Cuando llegamos nos dirigimos a las escaleras eléctricas mientras platicábamos sobre la cartelera.

Al final optamos por ver la película de Enola Holmes. Ella dijo que la quería ver desde hace mucho y haría cualquier cosa que la hiciera feliz. La película estuvo interesante, fue un poco de acción en la época medieval, o bueno, creo que era la época medieval. Lo que si era seguro era que para esas fechas comenzaba a verse el feminismo.

Cuando salimos del cine la chica dijo que quería volver a su casa y yo acepté a llevarla, seguramente iba a leer y tal vez me quedaría con ella.

-Louis Patrige es muy guapo-Dijo la chica con una sonrisa burlona.

Sabía lo que quería hacer, me quería poner celoso de una persona que vive, literalmente, en otro país. Pero no lo iba a lograr.

-No más que yo-Respondí.

-No, creo que sí es más guapo que tú-Contradijo.

– ¡Auch!, Heriste mis sentimientos-Dije poniendo una mano sobre mi pecho.

Ella comenzó a reír.

-Millie Bobby Brown también es muy guapa.

-Si mucho, amo su cabello, es precioso-Me dio la razón y supuse que era para molestarme-También sus ojos son muy bonitos.

-Y su sonrisa-Mentí.

Para ser sinceros, a mí no me gustaba Millie, simplemente estaba diciendo cosas al azar de ella y sé que podré decir miles de cumplidos a otras chicas, pero a la única que puedo describir como «perfecta», es a Eider, a mí Eider.

-Solo te faltó una cosa-Dijo ella-Al principio…debiste haber dicho que ella era más guapa que yo.

Mi ceño se frunció al darme cuenta que todo lo que ella estaba diciendo era real mientras que lo que yo hacía era bromear. ¿Ella de verdad creía que esa actriz podría gustarme más?

Miré a mi alrededor sin saber qué decir, ni siquiera me había dado cuenta de que habíamos llegado al estacionamiento del lugar.

-Oye, no lo decía en serio, nadie, absolutamente nadie es más hermosa que tú.

-Hay personas que no piensan eso, demasiadas.

Di una zancada para quedar a solo centímetros de ella.

– ¿Me amas? -Pregunté.

-Por supuesto, te amo.

– ¿Te importa lo que yo te digo?

-Si-Respondió mirándome a los ojos con cierta confusión.

-Bien, si yo digo que solo tengo ojos para ti, ¿me creerías?

-Si.

-Bien, porque es verdad, pueden ponerme a mil mujeres hermosas y yo simplemente voy a poder mirarte a ti, eres mi centro de atención, lo eres todo para mí y siempre vas a serlo.

Me acerqué para besarla pero mi celular comenzó a sonar.

-Sea quien sea, lo odiaré de ahora en adelante-Susurré causando que ella riera.

Saqué el teléfono de mi bolsillo y miré el contacto, volví la mirada a mi novia algo asustado.

-Me retracto, la amo, es mi madre.

Respondí con cierta confusión. Le había dicho que saldría con Eider y ella estuvo de acuerdo. A menos que esté pasando algo no me llamaría.

Seguramente Asher volvió a romper el foco del jardín con la pelota de baloncesto.

No lo dudo.

– ¿Si? ….Sí, está conmigo…. ¿Ahora? …. Bien, voy para allá.

Colgué el teléfono y señalé la motocicleta.

-Mi madre quiere verte, no preguntes, a mí tampoco me dijo nada.

Ella subió a la motocicleta con algo de confusión. Sentí cómo se aferró a mi torso como de costumbre y arrancamos. Era común que al pasar por un bache la chica se aferrara más a mi cuerpo, seguro que tenía miedo de caerse.

Al llegar a casa mi madre nos adentró a mí y a la chica a la sala, el misterio en ella era muy extraño, siempre solía decir las cosas sin rodeos. Eider estaba nerviosa y yo también.

– ¿Qué pasó mamá? -Pregunté tomando asiento en el sofá.

Mi madre guio a la rubia a un sofá para después sentarse frente a ella, ignorando mi pregunta tomó unos papeles de la mesa y comenzó a ojearlos. Levantó la mirada, se quitó las gafas y nos miró sonriendo.

-No suelo tratar estos temas fuera de mi oficina, pero tomando en cuenta que ustedes son novios y esperando que a ti, Madd, no te moleste…

Ella frunció el ceño sin entender, nos miramos confundidos y después guiamos la vista a mi madre.

-Lo que sea que me vaya a decir, no me molesta.

-Bien…Madd, me alegra decirte, en un buen sentido, que ya no te voy a ver en mi consultorio. Al parecer ya no necesitas terapias.

Ambos nos quedamos callados por un largo rato. Yo la miraba a ella y su vista se posaba en el suelo, estaba pensando.

– ¿Ya…ya no?, ¿Se acabó? -Preguntó la chica en shock.

-Sí, mi trabajo era sanar tu interior, hacerte ver lo valiosa que eras y ayudarte a salir que aquel trance de dolor por tu accidente y…al parecer ya sanaste, pero no fue por mí…me alegra ver que todo lo que yo no pude hacer en dos años mi hijo lo logró en tres meses.

-No Penélope, me ayudaste mucho, de verdad, me abriste los ojos y fuiste la persona que me escuchó y me brindó más confianza para hablar sobre mi pasado.

Mi madre sonrió.

– ¿Sabes qué es lo extraño? -Preguntó-Yo fui la que te dijo que los psicólogos no debían tener ningún tipo de relación afectiva con sus pacientes y al final terminé encariñándome contigo.

-Yo igual-Respondió la chica entusiasmada.

-Te quiero más que como a una paciente, como a una nuera.

– ¡Ay!, ¡Ya vas a empezar como mi suegro! -Dije divertido.

Todos nos reímos.

– ¿Puedo darte un abrazo? -Preguntó mi madre poniéndose de pie.

Ella se levantó en respuesta y las dos se abrazaron. Yo solo pude mirarlas, se veían tan unidas, como si llevaran una vida conviviendo juntas, como si fueran mejores amigas y eso era adorable.

-Estoy segura de que tus padres se pondrán muy felices cuando les des la noticia-Dijo mamá.

-Si-Respondió la chica.

-Oye Madd, ¿te llevo a tu casa? -Dije con ganas de irme para poder estar con ella.

– ¿Por qué no se quedan a cenar?

-Mamá-Mascullé entre dientes-Quiero ir a leer con… ¡Mi novia!

Ella rodó los ojos divertida.

-¿Leer?, Si tu nunca lees.

La miré con mala cara y ella sonrió.

Ambos sabíamos que yo leía mucho.

Leías, tiempo pasado.

Ahora tengo novia, prefiero pasar tiempo con ella que con un tonto y aburrido libro.

Cuidadito con decir eso enfrente de ella, seguro que terminas una pasta dura en la cara.

-Claro, ya entendí, es tu novia y se van-Dijo mamá con una sonrisa.

La rubia sonrió.

Me levanté del sofá para tomar la mano de la chica y comenzar a caminar hacia el exterior de la casa. Ella caminaba riéndose y se despidió de mi madre antes de cruzar el marco de la puerta.

– ¿Por qué tanta prisa por irnos? -Preguntó abrazándome.

-Porque quiero terminar lo que dejamos pendiente en el estacionamiento-Respondí posándola frente a mí para besarla.

En cuanto sus labios hicieron contacto con los míos sentí que caería, sus labios sabían a cereza, el aroma de su perfume comenzaba a volverme loco y sus manos enredándose en mi cabello mandaban corrientes de relajación a todo mi cuerpo.

No quería separarme, pero ella lo hizo por falta de aire.

-Nunca fui fan de la cereza, pero de ahora en adelante será mi nuevo sabor favorito-Susurré cerca de su rostro.

Ella sonrió e hizo un ademán de subir a la motocicleta. Conduje hasta su casa y ella me invitó a pasar. Sin pensarlo dos veces acepté, subimos a su habitación y ella se quitó las zapatos para subir al sofá del ventanal, la seguí apoyando mi espalda en la pared.

Ella se dio la vuelta y recostó su espalda sobre mi cuerpo, no dudé en abrazarla, dándole paso a que recostara su cabeza en mi pecho. Los dos estábamos ahí, mirando desde la ventana el hermoso atardecer que se formaba.

Era una enorme coincidencia que todos los momentos románticos y hermosos que teníamos juntos eran justo cuando estaba atardeciendo u amaneciendo.

Hermosa coincidencia.

-Oye Eider, ¿piensas hacer algo para tu cumpleaños?

-No-Respondió-Les dije a mis padres que no quería que hicieran fiesta o algo por el estilo, seguro me llevan a comer y después al cine, o tal vez a comprar algún regalo por las tiendas del centro comercial…no lo sé.

– ¿Te gustaría salir conmigo?

-Claro, mi cumpleaños no estaría completo sin ti.

Deposité un beso en su cabeza.

– ¿Cuándo es tu cumpleaños? -Preguntó ella.

-Trece de noviembre-Respondí.

-Aún falta mucho-Dijo-Tengo tiempo de pensar en tu regalo.

-El mejor regalo que me podrías dar sería quedarte conmigo veinticuatro horas.

Ella dio una pequeña risa.

– ¿Qué se siente tener que compartir tu cumpleaños con alguien más?

-Horrible-Dije arrugando la nariz-Pero también tiene cosas buenas, como poner en ridículo a tu hermano o hacerle la vida imposible.

Los dos comenzamos a reír mientras veíamos como el cielo se obscurecía lentamente.

-O estamparlo en el pastel-Añadí causando que ella riera.



CAPÍTULO 37.- SITUACIONES CON ROSE.


*Alice*

Siempre me consideré una persona abierta, nunca sentí que yo excluía a las personas o que no les daba la oportunidad de presentarse ante mí, pero cuando Gabriel me dijo que quería presentarme a su hermano todo se vino abajo.

No es que su hermano me desagradara, pero después de ver cómo se comportó en la gala no me caía del todo bien. Mi propia mente me regañaba diciendo que estaba juzgando sin conocer y era cierto. Días más delante comí con Eduardo y su madre, ellos eran muy amables y el chico me dijo que no estaba en su mejor momento, me contaron todo lo que pasó y entendí sus sentimientos.

Desde ese día él y yo nos llevamos muy bien, hablamos como si fuéramos amigos de años y Gabriel parece feliz al respecto. Sobre su ex novia, osea mi amiga Rose, no sabía casi nada. Ya no pasaba tiempo con nosotras, todo el día estaba con Jess, nos veíamos en la escuela y ni siquiera se sentaba con nosotras, se perdía por ahí. No nos hablaba, si nos saludaba era por cortesía, de verdad se le veía mal. No quería hablar con ella, no sería yo quien le dirija la palabra primero cuando ella fue quien me dejó de hablar.

Orgullosa…

No sé si solo era yo, pero se le notaba cierto recelo hacia Madd, ahora que es novia de Leo parece como si Rose estuviera enojada con ella. Suena extraño pero comienzo a creer que la idea de Gabriel no era tan descabellada, Rose puede estar enamorada de Leo y quiere quitárselo a Madd, aunque una parte de mi dice que no es así. Rose es buena persona y últimamente ha vivido cosas difíciles. Su madre es amiga de la mía y hace poco estaban hablando sobre el divorcio de la señora Miller, seguro que ella no se siente bien con la noticia y agregando que su amiga Jess se fue de la ciudad…es algo difícil para ella.

Seguro que en unas semanas vuelve a ser la de antes, y podemos hacer pijamadas juntas otra vez.

Eso espero.

Sé que sonará loco, pero también tengo sospechas de que Jason, el ex novio de Madd, no está muerto. Suena completamente descabellado ya que es imposible que yo haya visto un muerto, pero, hace poco -cuando fui al cine con mi hermano y Madd se quedó con Gabriel-, me pareció verlo a él con Josh platicando de algo.

Tal vez solo me equivoqué y Josh estaba con un amigo, había varios chicos con el mismo peinado y color de cabello de Jason -en los tiempos en que lo conocí- así que sería muy fácil confundirlo con cualquier otra persona.

Sé bastante sobre la relación que llevaban los dos. Jason Luxure era el capitán del equipo de fútbol. La verdad es que desde que Josh tomó el puesto de Jason el equipo pierde todos los partidos, él solo se preocupa por sí mismo, por su propia imagen, ni siquiera piensa en la imagen o la condición del equipo. Justo por esa razón Eduardo salió de ahí y entró al taller de música en él está su hermano y Leo.

Jason fue novio de Madd, pero Josh también quería serlo, de cierta forma había rivalidad entre los dos. Cuando creí que Josh se dio por vencido fue cuando me fijé en él, me equivoqué y eso lo aprendí de una forma dura pero ese error me llevó a Gabriel así que no me arrepiento tanto de equivocarme.

Volviendo a mi amiga Madd, desde el accidente he tratado de estar lo más atenta a ella posible, la apoyo con sus decisiones y también la corrijo cuando veo que algo puede terminar mal. Trato de estar para ella cuando más me necesita y le doy consejos. La verdad, remontándonos al día del accidente, todas creímos que la íbamos a perder, verla ahí, en aquella cama de hospital…Hannah y yo siempre fuimos muy atentas a ella y después del accidente lo fuimos más. Después de aquellas palabras del doctor…no podíamos soportar perderla.

Cuando volvió a su casa llegó devastada, no había nada que la consolara de la muerte de Jason, siempre estaba leyendo, siempre huyendo de la realidad. Cuando Leo llegó a su vida fue como una pequeña luz de esperanza entrando en un corazón lleno de obscuridad y soledad. Eran notorios los sentimientos de Leo hacía Madd, sí, llegaron a pelear un par de veces, pero lograron superarlo. Mi amiga ya no tomaba sus pastillas, casi no tenía ataques y cuando los tenía ahí estaba Leo para tranquilizarla.

Madd no fue la chica que después de la muerte de su novio buscara un reemplazo. Leo llegó a su vida cuando ella menos lo esperaba, en realidad, Leo sabía de Madd mucho antes de que ella entrara al taller. En primera por su hermano, Asher le contaba a su hermano que le gustaba una chica rubia de su secundaria, aunque nunca le dijo su nombre, en la antigua escuela de Leo salían 20 minutos antes que en la nuestra, así que él acompañaba a su papá a recoger a Asher, él tenía alrededor de 15 años así que aún no sabía conducir. Así fue como Leo veía salir a Madd de la escuela.

Al parecer Jason y Asher se llevaban bien, salían de la escuela juntos. El rubio nunca se metió con Madd, no fue hasta su muerte que comenzó a «salir» con Madd, aunque nunca se les llegó a ver juntos, solo mantenían una relación amistosa. Asher vio que mi amiga no se fijaba en él y Leo le confesó que le comenzaba a gustar la chica, aunque no la conociera del todo.

Pasaron varias cosas después de eso y Asher no se enojó en absoluto, de hecho, él dejó de insistir, pero no porque hubiera perdido el interés, sino porque decidió dejarle el camino libre a su hermano, lo cual resultó muy bien. Alrededor de un año después del accidente, todo comenzó a tomar forma. El plan inicial era que Asher invitaría a comer a Madd a su casa, como amigos, y así conociera al hermano del rubio, pero todo dio un giro enorme cuando Madd decidió alterar el curso de su vida -digo alterar porque su futuro no era muy prometedor- y entró al taller.

El profesor Williams le contó a su familia de la llegada de la nueva integrante, Penélope sabía de quién se trataba y cuando Leo lo supo mandó a Eduardo a hablar con Asher para cancelar el plan de la invitación.

La relación entre ellos comenzó muy bien, hasta ahora va a la perfección y todos queremos que siga así, solo hay un pequeño detalle. Hablé con Madd ayer y me dijo que hoy saliendo de la escuela le contaría a Leo sobre el beso con Asher, para que ya no hubiera secretos entre ellos. Lo peor es la forma en la que se lo tomará Leo, es una gran coincidencia que justo cuando él se besa con Sophia, Madd haga lo mismo, seguro puede pensar que lo hizo por venganza, pero no fue así.

Asher besó a Madd y no se le puede llamar mala persona porque lo hizo para consolarla, no para destruir la relación de amistad que estaba construyendo. Lo peor que podría pasar es que Leo se enoje con su hermano y que Asher había prometido que si Madd se enamoraba de Leo, otra vez, él jamás se metería en su relación.

&&&&&&&&

Iba en camino a la escuela junto con Madd, Hannah dijo que su madre la llevaría y no queríamos incomodar así que la rubia y yo decidimos caminar, no estaba tan lejos después de todo.

– ¿Qué hiciste el fin de semana? -Pregunté a la chica que iba mirando pensativa a un punto no fijo delante de ella.

-Fui al cine con Leo, salimos a platicar…nada relevante, ¿y tú?

-Lo pasé con mi hermano, esta semana se va de vuelta a New Haven.

– ¿New Haven? -Me miró sonriendo- ¿Has pensado en aplicar para Yale?

Fruncí el ceño divertida.

-Tal vez, sería lindo ir ahí, tiene un buen nivel académico, pero me estaría alejando de ustedes y no quiero eso.

-Tampoco quiero alejarme de ti, eres una excelente amiga y no soportaría perderte.

Mi sonrisa se borró al instante en el que recordé cuando casi la perdía a ella. Las situaciones son muy diferentes, yo puedo ir a Yale y tal vez en tres años nos volvamos a encontrar, en cambio, yo casi la perdía para siempre y no la volvería a ver, nunca.

Suspiré pesadamente y la abracé.

-Jamás vas a perderme, a menos que New Haven sea tan grande que me pierda por la ciudad.

-Te falta mucho para llegar al humor de Gabriel-Dijo sonriendo.

-Poco a poco, pequeño saltamontes, poco a poco-Mencioné jalando su cuerpo para pegarlo más al mío.

– ¿Sabes una cosa?, Hubo algo relevante en mi fin de semana, hablé con Penélope…y ella me dijo algo acerca de mis terapias.

La miré con curiosidad, ella se detuvo en seco y se giró para mirarme.

-Me dijo que no necesito terapias, que ya estaba bien.

Abrí la boca sorprendida. Ella estaba sonriendo ante mi expresión. Mi primer impulso fue lanzarme sobre ella para abrazarla y me recibió. Mi cuerpo entero se llenó de energía al escuchar eso, siempre anhele el día en el que ya no asistiera a terapia, el día me dijera que ya estaba bien, que había sanado y ese día era hoy. Ella estaba feliz y me sentía feliz y orgullosa.

– ¡Muchas felicidades amiga!, ¡No me lo creo! -Chillé.

-Yo tampoco.

Nos separamos para seguir caminando hacia la escuela y segundos después de lo acontecido la pregunta invadió mi cabeza.

– ¿Hannah ya lo sabe?

-Sí, se puso a gritar y a brincar como loca y casi me deja sin aire en los pulmones.

Me reí.

-Oye, creo que alguien te está esperando-Dije señalando con mi cabeza a la izquierda.

Ya habíamos llegado a la escuela, en el estacionamiento de esta estaba Leo apoyado en su motocicleta mirándonos, o más bien mirando a su novia. La chica me miró con una sonrisa y corrió hacia el chico.

Es como una niña pequeña.

– ¡Cuidado, te puedes caer! -Grité entre risas.

Después de eso entré a la escuela para dirigirme a mi salón, ya estaba casi lleno, el único lugar vacío era con Rosé. No sabía si estaba lista para volver a convivir con ella. Rodé los ojos y caminé hasta el asiento. Dejé mi mochila en el suelo y me senté con la mirada hacia adelante.

No había profesor y estar en la posición en la que estaba significa: «no quiero hablar contigo, trato de ignorarte». Y ella pareció notar eso.

-Hola a ti también-Dijo sin mirarme.

Apreté los labios incómoda. No sabía que decir, quería, aunque sea devolverle el saludo, pero no podía, mi voz se había perdido muy, muy, pero muy adentro de mí.

Qué te parece si le dices…. “No me hables, te desapareces por meses de mi vida y crees que todo estará como si nada, pues déjame decirte que estás equivocada”

No le puedo decir eso, sería cruel.

Ella es cruel contigo, se vale regresárselo.

¡Qué no!

-Que tu novio no me hable no significa que tú debas hacer lo mismo, no es mi culpa que él y yo no coincidamos, ¿sí?

La miré con el ceño fruncido. Ella estaba con la vista fija en su cuaderno cerrado, por su expresión era seguro que no estaba bien.

-Claro, no vas a responderme, ni siquiera sé por qué creí que lo harías…la verdad no entiendo qué fue lo que hice para que todos comenzaran a irse de mi vida.

Suspiré pensado en que decirle.

-Hannah se fue, Eduardo, Madd, Jess, tú y mi padre…solo falta que mi madre también me deje-Sus ojos se cristalizaron.

En ese momento mi corazón se hizo pequeño, me hizo sentir mal… ¿De verdad me alejé de ella?, ¿Fui yo quien se fue?, ¿Todo este tiempo estuve culpándola cuando realmente fui yo quien la hundió?

– ¿Qué hice?, ¿En qué me equivoqué? -Preguntó con un hilo de voz.

-No…nosotros nunca nos fuimos, tú te alejaste.

Me miró con una expresión que estaba entre el enojo y la confusión.

– ¿En serio?, ¿Acaso me invitaron a la pijada del viernes?

Mi cuerpo se tensó al oír sus palabras, de cierta forma tenía razón, nunca la invitamos, realmente nos habíamos olvidado de ella.

-No te invitamos porque supusimos que estarías ocupada con Jess. Y ese día estuvimos preocupados por ti, no fue lo mismo.

– ¡Oh!, ¿De verdad? Porque parecía que se la pasaban muuuy bien sin mí…Tú y Hannah jugando con Gabriel, Eduardo y Asher riendo… ¡Ah!, y no olvidemos a su nuevo centro de atención, la parejita de Leo y Madd, se veían tan felices en el sofá juntos, Madd entre los brazos de su amado, ni siquiera pasé por su mente.

– ¿Qué?, ¿Ahora lees mentes? -Pregunté alzando una ceja.

Comencé a irritarme y dije lo primero que pasó por mi cabeza. El tono en el que habló de Leo y Madd fue…de enojo, con celos, de odio.

-No necesito hacerlo para ver que Madd es ahora su centro de atención, siempre lo ha sido, siempre con su perfección-Rodó los ojos y empezó a hablar con un tono aniñado-Es una niña buena, siempre inocente, con las mejores notas, el mejor cuerpo, su cabello es hermoso…

– ¡Rose basta! -Reclamé- ¿Qué te pasó?, No eras así, tu amabas a Madd.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a correr por sus mejillas.

-La quiero, de verdad la quiero, pero…siento que ella es el centro de atención de muchas personas y yo quiero ser tomada en cuenta por una persona, solo una…vivo en su sombra.

-No es así, a ti también te queremos, siempre te vamos a querer-Dije tratando de tomar su hombro, pero ella lo impidió.

Ella negó con la cabeza gimoteando.

-No, desde que ella empezó a hablar de Leo y de que estaba mejorando, que ya no se sentía mal…ustedes han estado más pendientes a ella, tanto que había momentos en los que yo podía desaparecerme y ustedes no lo notaban…y puedo demostrarlo. En el almuerzo me sentaba con ustedes, hablaban solo con ella, yo me levantaba y volvía dos minutos antes de que el almuerzo terminara y ustedes jamás lo notaron.

Sentí la culpa recorriendo mi cuerpo. Nunca me di cuenta de eso. Algo estaba quemando en mi interior y el nudo en mi garganta se hizo presente.

-Me alejé de ustedes porque sabía que no me necesitaban, solo estaba estorbando, Jess me entendía, me escuchaba, siempre estuvo conmigo, por eso pasaba más tiempo con ella-Ella volvió la vista a su cuaderno.

Nunca creí que yo pudiera hacer sentir que excluía a una persona y esa culpa, esa impotencia, ese sentimiento de tristeza lo estaba experimentando justo ahora, frente a la imagen destrozada de mi amiga. Aquella chica de cabello negro que siempre sonreía, que estaba con nosotras siempre…ahora era diferente, era otra persona, no tenía su sonrisa, se veía cansada y necesitaba cariño.

Ahora la que estaba a punto de llorar era yo.

-Madd es como la chica de sus ojos, y eso nunca va a cambiar-Murmuró.

– ¿A quién te refieres? -Pregunté sin pensar.

Ella me miró con el ceño fruncido.

– ¿A qué persona te refieres cuando dices que Madd es la chica de sus ojos?

-A ustedes, ¿a quién más?

-No lo sé, puede que estés hablando de Leo.

Ella cerró los ojos y miró hacia el techo dando una risa sin humor.

– ¿En serio?, ¿Aún crees en esa estupidez?

-No sé qué creer.

-Sigo sin poder comprender cómo pueden pensar que estoy enamorada de Leo.

-No me enojo por Leo, me enojo por…

Ella me interrumpió.

-Sí, sí, lo sé, te enojas por tu adorada y sufrida Madd, ¿Lo ves?, Solo existe ella para ustedes.

-No es eso, tú sabes muy bien todo lo que ella sufrió, merece un poco más de atención que tú. Nunca tuviste ningún suceso traumático, nunca sufriste la muerte de tu novio, no tienes el derecho de minimizar los problemas de Madd, por mucho tiempo que haya pasado.

Ella se secó las lágrimas enojada.

-Claro, siento mucho haber ofendido a tu amiga.

Sin más, guardó sus cosas en la mochila y se levantó para después salir del salón. Me quedé mirando al marco de la puerta, tal vez confundida por lo que acababa de pasar, o tal vez esperando que ella volviera.

-Genial-Murmuré para mí.

Mis clases transcurrieron normales. Decidí ignorar lo que había pasado con Rose, sé que si me rompo la cabeza pensando en eso me afectará. Como me enseñaron de pequeña, crear una barrera y de mi dependerá si las cosas que digan o hagan los demás me afectan o no.

Usualmente caminaba con Eduardo por los pasillos. Él solía cuidarme con suplente de mi novio, pero hoy estaba demasiado ocupado platicando con sus amigos así que decidí ir a caminar por la cancha. Cuando llegué a esta vi a lo lejos a dos personas tiradas en el césped, me acerqué para verlas mejor y distinguí a Leo y a Madd.

Sonreí cuando ellos se besaron. De verdad se veían muy tiernos juntos. Verlos así era muy tierno pero las ganas de molestar se apoderaron de mí.

– ¡Hey!, ¡Par de enamorados, creo que va a llegar tarde a la siguiente clase! -Grité y ellos me miraron con el ceño fruncido.

-Déjalos, así estás tú con Gabriel-Dijo Eduardo a mis espaldas.

-Eso es mentira-Mencioné encogiéndome de hombros.

– ¡Oh, no! No lo es-Esta vez habló Leo, quien ya estaba a mi alcance junto con su novia-Créeme, estoy muy bien informado.

-Ajá-Rodé los ojos.

-Bueno, me llevaré a Eider a su clase de historia, si ves a Rose dile que se apresure, no quiero que Josh se le acerque.

Tomé una bocanada de aire al recordar lo que había pasado con la pelinegra esta mañana. Asentí con la cabeza mirando a Leo y después desvié la vista a la cancha.

-Puedes decirle a Rose si quieres, pero no creo que sea necesario, aún no se me olvida la amenaza del equipo de baloncesto-Comentó Eduardo.

-Bien, confiaré en Alex y el equipo de fútbol.

Miré a la chica, ella me dedicó una mirada de: «¿Qué te pasa?». Yo negué con la cabeza y salí de ahí con prisa, no quería responder cualquier tipo de pregunta que ella quisiera hacerme. Pero sabía que no podía ignorarla para siempre, el almuerzo sería mi boleto a la sala de preguntas.

Entré a la cafetería, Hannah y Madd ya estaban sentadas esperándome. Fui a comprar un sándwich con papas fritas y un jugo. Caminé hasta la mesa y dejé mi charola notando que en la mesa de al lado estaban todos los chicos, ¿qué pasó con la costumbre de sentarnos todos juntos?

Tomé asiento esperando las preguntas de la rubia que me miraba con el ceño fruncido.

– ¿Qué pasó?

La miré suspirando.

-Tuve una discusión, eso es todo.

– ¿Con Gabriel? –Preguntó con cierto asombro.

-No visualizo a mi primo discutiendo de una forma…ya sabes, agresiva-Comentó Hannah con su jugo de naranja en la mano.

-No, no discutí con Gabriel, fue con…con Rosé.

Hannah empezó a toser, al parecer había tomado un sorbo de jugo mientras recibía la noticia. Madd se quedó paralizada, con los ojos fijos en su charola de comida.

– ¿Qué te dijo? -Preguntó mirándome con cierta tristeza.

– ¿Habló contigo? -Pregunté temiendo lo peor.

Por su expresión supuse que Rosé le había dicho algo. Algo que a ninguna de las presentes en la mesa nos hubiera gustado.

-No fue exactamente una conversación, fue más como un…intercambio de comentarios, enfrente de toda la clase.

¡Oh, no!, Esto va de mal en peor.

Rose está cambiando.

O tal vez está mostrando lo que verdaderamente era y nunca vimos.

– ¿Qué pasó? -Preguntó Hannah un poco más seria.

-Digamos que yo traté de hablar con ella y…ella me ignoró sin razón, después yo le dije que estaba rara últimamente y ella subió el tono, le pedí que se tranquilizara y lo tomó a mal porque dijo que la que debía tranquilizarse era yo y mi gran ego…Toda la clase lo vio-Ella no nos miró para nada, su vista quedó fija en el plato.

Hannah se quedó con la boca abierta y yo cubrí mi rostro con ambas manos, frustrada.

– ¿A ti que te dijo? -Me preguntó Hannah con cierto enojo en su voz.

-Lo mismo, pero con otras palabras-Respondí.

– ¿Qué otras palabras? -Cuestionó.

-Hannah, ya no importa-Mencionó Madd mirándola.

-No te preocupes, no uso palabras…altisonantes.

La pelirroja bufó dejándose caer en el respaldo de la silla.

– ¿Leo lo sabe? -Cuestioné.

-No-Respondió al instante-Y no quiero que lo sepa, sé que dije que no habría más secretos, pero técnicamente este secreto solo me involucra a mí.

Asentí con la cabeza.

– ¿Qué secreto involucra a alguien más? -Preguntó Hannah bebiendo de su jugo.

Tomé aire mientras enderezaba mi postura. Madd me miró nerviosa. Hannah no sabía nada y sería extraño decirle a tu mejor amiga que te besaste con su novio. Las ganas de correr y encerrarme en el baño comenzaban a dominar, pero sabía que tenía que quedarme, por Madd, necesitaba apoyo y decirle a Leo que viniera no era la mejor opción en estos momentos.

Madd no quitaba su vista de mí.

-Es que…hay algo…yo…fue hace mucho y…no sé…yo…

Ella estaba tartamudeando demasiado, estaba muy nerviosa y eso me puso más nerviosa a mí. Comencé a mover mi pierna incisivamente.

– ¿Qué pasa? -Preguntó Hannah algo asustada.

-No sé si debas saberlo-Mascullé entre dientes.

-Tal vez no debía, pero ahora quiero saberlo-Dijo poniendo el vaso sobre la mesa.

La rubia miró a la pelirroja con algo de miedo.

-Fue hace mucho, debo aclarar, no fue mi intención hacerlo lo juro, solo pasó de la nada…Asher…no puedo culparlo a él de todo, pero…él…yo…

– ¿Se besaron? -Preguntó Hannah con algo de tristeza.

-Si-Respondió la otra chica.

-Madd, ¿cómo pudiste hacerme eso?

La rubia apretó los labios en una línea y yo solo podía mirarlas preocupada.

-Yo te di mi confianza, creí que tú y él podían llevarse bien, pero claro, como no pude darme cuenta, yo sabía muy bien que tú le gustabas, ¿cómo pude confiar en ustedes?

-Hannah yo….

Madd tenía una expresión de arrepentimiento, estaba segura que en cualquier momento rompería en llanto. Hannah comenzó a reírse, capturando nuestra atención. Madd y yo nos miramos con el ceño fruncido.

-Lo siento-Dijo ella entre risas-Lo siento…Madd, era broma.

– ¿Osea que no estás enojada por el beso? -Pregunté.

-Claro que no, ya lo sabía-Admitió.

– ¿Quién te dijo? -Pregunté.

-Gabriel, un día estábamos platicando y salió de la nada, y no me enojé, no te preocupes, todo bien.

Madd suspiró con los ojos cerrados.

-Hannah no vuelvas a hacer eso-Murmuró.

Ella siguió riendo a carcajadas.

-Prometo no volver a hacerlo-Dijo entre risas.


CAPÍTULO 38.- REVELACIONES.


Después del incidente que tuve con Rose en clase de historia me quedé pensando en cuánto había cambiado. Jamás me había hablado de esa forma, a ninguna de nosotros nos había tratado de esa forma. Alice nos contó lo que pasó en su clase de Sociales, pero siento que hubo algo que no dijo, sonaba extraña y justo cuando decía mi nombre titubeaba al hablar, como si estuviera tratando de inventar una mentira para no decirme lo que Rose realmente platicó con ella.

Tal vez no era así y yo estaba algo sensible por lo de Rose, de igual forma, en algún momento toda la verdad saldría a la luz, solo espero que, ahora que Rose no nos habla, no se una a Verónica, ella sabe muchas cosas sobre mí y si eso cae en manos de Verónica…no me quiero imaginar el caos que creará en la escuela y todos los murmullos que puedo escuchar por los pasillos del instituto.

Ahora que lo pienso estoy siendo egoísta, no quiero perder la amistad de Rose por mi propio bien, la quiero mucho, pero creo que me estoy preocupando más por mí que por ella, supongo que eso es normal en una persona, siempre se pondrá primero a sí mismo. Creo que esas historias donde el chico daría su vida por la chica son una mentira, pero una parte de mí afirma que Leo sería capaz de morir por mí, no lo sé, solo son tontas suposiciones.

Es obvio que la gente se preocupa por ti, y que se pongan primero no significa que no te quieran, sino que se quieren a sí mismos y no hay que sentirse mal solo porque una persona se pone primero, en cambio, hay personas que lo único que quieren es hundirte y eso lo hacen haciéndote creer que te apoyan, que siempre están contigo y que jamás te traicionarán. La verdad es que la cruda realidad es que la gente quiere verte bien, pero jamás mejor que ellos.

Iba saliendo de la escuela, Leo me dijo que iríamos al búnker a pasar el rato, mis padres llegaron esta mañana y habían invitado a Leo a cenar, él aceptó sin ninguna otra opción.

Bajé las escaleras que daban hacia el estacionamiento y caminé rumbo a la motocicleta de mi novio, donde se encontraba él platicando con su hermano. Eso me hizo recordar que tenía que decirle a Leo lo del beso con Asher, no sabía cómo iba a tomarlo y esperaba de verdad no pelear con él, lo cual creía yo sería prácticamente imposible, estaba a punto de decirle que me besé con su hermano.

Suena cruel de mi parte, pero en mi defensa él se besó con Sophia, además el beso entre Asher y yo no significó nada y…no fue un beso de cariño, fue uno de consuelo.

Da igual, fue un beso.

Pero de sentimientos diferentes.

Fue intercambio de saliva, dan igual los sentimientos.

Ok, estás un poco hormonal.

Sí, creo que estamos a punto de entrar en nuestros días.

Suspiré cansada. Llegué a donde estaban los dos chicos y mi novio me sonrió.

-Hola Madd-Saludó Asher.

-Hola-Respondí.

Leo me abrazó por la espalda y me pegó a su cuerpo. Dejó un beso en mi cabeza y después apoyó la barbilla.

– ¿Cómo te fue? -Preguntó.

-Bien.

-Alex me dijo que tú y Rose tuvieron una…platica, en clase de historia-Comentó el rubio.

Miré a Asher suplicante para que no dijera nada, no quería que Leo se enterara de eso. Él pareció entender y desvió la vista hacia las puertas de la escuela, por donde iba saliendo Hannah con Alice.

– ¿Qué clase de plática? -Preguntó mi novio.

-Una normal, cómo estábamos, que habíamos hecho…quedar para salir algún día…cosas por el estilo-Mentí.

Por un momento pareció no creérselo, pero igual me dio por mi lado. Me sonrió cálidamente.

– ¿Cuándo van a salir?

Tomé aire.

-No lo sé, ella dijo que estaba ocupada y que cuando pudiera me iba a llamar-Mentí doblemente.

Algún día se va a enterar de todo, ¿lo sabes, verdad?

Si, lo sé.

¿Y no piensas decirle la verdad ahora?

No.

Madeleine Eider Lodge Mártin, sabes muy bien las consecuencias de mentir.

Lo sé, pero no quiero hablar de eso ahora.

Una mentira es más dolorosa que una verdad a tiempo.

¡Ya cállate!

– ¿Nos vamos? –Preguntó mi novio.

-Si-Respondí dándome la vuelta para subir a su motocicleta.

Asher y Hannah se despidieron de mí mientras Alice estaba en su celular, seguro hablando con Gabriel. Leo arrancó rumbo al parque, pasamos los arbustos y entramos al búnker. Me senté en el sofá sacando mi celular. Tenía un mensaje de mis padres donde me decían que llegara a casa a las ocho para cenar.

– ¿Quieres ver una película, hacer la tarea…o algo más?

Pensé por un segundo en ver una película, pero tomé en cuenta que más adelante me daría pereza hacer la tarea y en la noche no podría por la cena.

-Creo que hacer la tarea.

-Bien-Él comenzó a sacar sus libros de la mochila y yo hice lo mismo.

Pasamos un buen rato haciendo la tarea y otro buen rato burlándonos de los extraños nombres que tenían algunas personas.

– ¿Maximiliano de Hambsburgo? -Preguntó con una sonrisa.

– ¡No! -Exclamé riendo.

-Es Habsburgo…Habs-bur-go.

– ¿Hasburgo? -Cuestionó con una sonrisa.

-No-Reclamé cubriendo mi rostro con ambas manos.

-Bien, dejemos los nombres raros para otro momento, eso comienza a cansarme.

Miré a mi alrededor. Mis ojos se centraron en el piano y sonreí. Siempre quise aprender a tocar el piano, pero nunca fui a clases. La cabeza me dio vueltas causando que cerrara los ojos.

Otro flash…

“- ¿Do?

-No Eider, un Do es así, el que estás haciendo es un Sol.

-Soy un asco para el piano, aún no sé por qué sigo aquí Leo.

-Por que logré convencerte de que debías tocar el piano.

-No sé tocarlo, no entiendo el sentido de esta cosa.

-Bien, seré sincero, no tienes la agilidad necesaria en las manos para tocar, pero tuve que convencerte.

– ¡Eres un mentiroso!

-Tómalo como una mentira piadosa, solo lo hice para seguir viéndote, tengo una obsesión poco sana contigo y no es algo que yo controle.”

Di algunos masajes en mi sien para que el dolor pasara. Había tenido otro flash, como de costumbre, de hecho, comenzaba a ver esto como parte de mi vida cotidiana, debería contárselo a Penélope, quiero esperar un tiempo, si estos recuerdos imaginarios no cesan tendré que hablarlo.

-Veo que esto pasa seguido, ¿eh? -Dijo Leo tomando mi rostro entre sus manos.

-No te preocupes, no es algo que no pueda soportar-Aseguré tomando una de sus manos y entrelazando nuestros dedos. Volví la mirada de nuevo al piano.

– ¿Me enseñas a tocar el piano?

– ¿Prometes que si paso mi brazo por tu espalda no saldrás corriendo?

Yo reí recordando el primer día que intentó hacerlo. Negué un par de veces con la cabeza. Los dos nos sentamos en el piano, él pasó su brazo por mi espalda y se acomodó.

– ¿Qué canción quieres tocar? -Susurro cerca de mí oído.

-A thousand years.

-Bien-Puso sus manos sobre las mías y comenzó a ponerlas en algunas teclas, el chico hacía presión en los dedos correspondientes para que la melodía sonará.

Sonreí al ver como yo estaba tocando el piano, con ayuda de él claro, pero lo estaba haciendo. Su abrazo envolviéndome con tanta facilidad, sus labios moviéndose con la letra de la canción la cual yo empecé a cantar en voz alta y él me siguió.

Recordar el primer día que lo oí cantar, su hermosa voz invadiendo mis oídos, su sonrisa, sus ojos mirándome fijamente, su extraña forma de vestir, su cabello cayendo por su frente. Todo, absolutamente todo lo que había pasado con él los primeros días lo recordaba a la perfección, cada momento, cada detalle, cada palabra…cada roce de nuestros cuerpos, cada lágrima y cada risa.

Cuando la canción terminó el chico me beso, en ese instante el recuerdo del día que me besé con Asher me invadió e hizo que me separara de golpe de Leo y me levantara de la banca, el chico repitió mi acción y me miró con el ceño fruncido. Lo miré a los ojos, esos ojos café/verdoso que me miraban llenos de alegría, pero a la vez con confusión.

– ¿Qué pasa? -Preguntó con la voz neutra.

-Nada, es solo que…-Di un suspiro pesado-…Olvídalo.

-Eider, sabes que siempre voy a estar para lo que necesites.

-Sé que si te digo esto te enojaras no solo conmigo sino con Asher también, pero si no te lo digo de igual forma te enteraras y el enojo será peor.

El chico soltó una pequeña risa.

– ¿De qué hablas?, ¿Por qué me enojaría con mi hermano?

-Olvídalo-Volví a repetir.

-Me estás preocupando.

-Déjalo así, son solo cosas de chicas.

Volví a sentarme en la banca y el chico del piano hizo lo mismo, comenzó a tocar las teclas, sabía que canción era «Carol of the bells». Todas las navidades mi mamá la ponía. Apoyé mi cabeza en el brazo del chico, ya que no alcanzaba su hombro.

La presión comenzó a recorrer mi cuerpo, no sabía cómo decírselo, ni siquiera sabía cuánto le podría afectar porque no solo estaría enojado conmigo, sino también con su hermano. Asher siempre estuvo para él y enterarse de esto seguro que creará un conflicto entre ellos dos, jamás podría perdonarme el haber destruido una relación de hermandad.

Miré sus dedos, se movían ágilmente por todo el piano, presionándome aún más. Cuando terminó de tocar me abrazó recostando su barbilla en mi cabeza.

-Te amo-Susurró.

La culpa y remordimiento que sentí en ese instante eran indescriptibles. Mi estómago daba vueltas, mi corazón latía rápidamente, sentía una opresión en mi pecho, mis manos temblaban levemente y faltaba muy poco para que todo mi cuerpo empezara a hacerlo, delatándome.

-Me besé con Asher-Dije rápidamente.

Cerré los ojos esperando que se levantara, que me reclamara, pero nunca pasó. Él dio una pequeña risa y eso me extraño mucho, ¿Por qué no tomaba sus cosas y se iba?, ¿No se enojó?, ¿Estábamos bien?

– ¿Eso era lo que creías que me iba a molestar? -Cuestionó haciendo leves caricias en mi brazo.

– ¿Si?

Él suspiró.

-Un día después de que fui a tu casa a pedirte perdón, osea el día que dormí ahí, Asher me lo dijo, y no me enojé, porque tú y yo no éramos nada y además estabas enojada conmigo, después caí en cuenta de que tú estabas enamorada de mí, así que olvida todos los pensamientos negativos de tu mente porque jamás me enojaría por eso, al contrario, tú deberías estar enojada por el beso con Sophia.

Hice un mohín y negué.

-No, no estoy enojada, también te amo-Respondí abrazándolo.

La sensación de alivio recorrió mi cuerpo al saber que no estaba enojado conmigo. Unos minutos después me dijo que nos fuéramos a su casa para que se cambiara de ropa, eran las siete y teníamos que estar ahí en una hora.

Cuando llegamos a su casa nos encontramos con Penélope en la sala, quien no saludó amablemente. En cuanto abrimos la puerta de la habitación de mi novio nos encontramos a alguien sentado en su escritorio.

– ¡Por fin llegan!, Pensé que tardarían más-Dijo Gabriel con una sonrisa.

Leo y yo lo miramos con el ceño fruncido.

– ¿Qué haces aquí? -Preguntó el castaño.

-Vine por Eider, sus padres y yo nos encontramos en el supermercado esta tarde y me dijeron que la recogiera en cuanto llegaran aquí para que yo la llevara a su casa, ellos dijeron que para que se arreglara o algo así entendí-Explicó Gabriel.

-Bien-Respondió Leo caminando hasta su closet y sacando un traje de éste.

Miré el cabello de Gabriel que, como siempre, estaba azul. Recordé el primer día que lo vi en el taller, cuando me pregunté mentalmente por su extraño cabello. Sonreí cuando los ojos azules de Gabriel chocaron con los míos.

-Oye Gabriel, ¿Te pintas el cabello?

Él me miró con el ceño fruncido, miró a Leo, quien estaba parado junto a la puerta del baño con una sonrisa y después volvió a mí.

– ¡Nah!, ¿Cómo crees?, Es que yo vengo de una familia de My Little Pony, por eso mi cabello es así.

Las carcajadas de Leo retumbaron por la habitación causando que yo también riera.

-Yo, tengo el poder del agua, por eso mi cabello es azul, Eduardo el de fuego, por eso su cabello es rojo y mi padre tiene el cabello negro porque tiene el poder de amargar a cualquiera-Explicó Gabriel.

– ¡Esa estuvo buena! -Gritó mi novio desde adentro del baño.

– ¡Nosotros ya nos vamos! -Gritó Gabriel señalándome la puerta.

Salimos de la habitación. Nos despedimos de Penélope y salimos de la casa. El chico me dijo que esperara ahí, él caminó hacia el garaje de la casa y sacó su auto, seguramente lo había escondido para darnos la sorpresa de que estaba en casa.

Subí al asiento del copiloto y él condujo hasta mi casa, esperó hasta que entrara y arrancó. Lo primero que percibí en cuanto entré fue el olor a pasta. Mi madre se asomó y me abrazó fuertemente, tenía mucho sin verme y no pudo llamarme en una semana, así que casi no supo de mí.

-Madd, hija, te extrañe tanto-Dijo apretándome a su cuerpo.

-También yo, mamá.

Papá iba bajando las escaleras con un traje gris, mi madre me soltó y yo corrí a abrazarlo. Él me levantó y comenzó a sacudirme en el aire, así es como él solía abrazarme cuando era niña.

– ¿Cómo estuviste? -Preguntó.

-Bien, hice muchas cosas, una pijamada, salí al cine, conviví con Penélope…y otras cosas.

-Hija, será mejor que subas a cambiarte, tu novio no debe tardar en llegar.

Iba a pisar el primer escalón cuando la voz de mi padre me lo impidió.

-Tu madre insistió en comprarte un vestido para esta noche, lo dejó sobre tu cama.

-Gracias-Dije para después subir corriendo a mi habitación.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue el hermoso vestido dorado que había sobre la cama. Tomé algunas cosas y entré al baño para darme una ducha. Salí y me puse el vestido, me detuve frente al espejo, me quedaba cuatro dedos sobre la rodilla. Tomé unos tacones dorados y me los puse lo más rápido que pude.

Recogí mi cepillo para peinarme, mi cabello no era precisamente rizado, pero tampoco era lacio, se formaban unos rulos que eran fáciles de peinar. Me lancé al tocador e hice lo que pude porque justo cuando estaba por poner el labial escuché el timbre.

Bajé lo más rápido que pude, los tacones no eran mi fuerte para correr. Abrí la puerta rápidamente y lo encontré a él, con un traje negro y una rosa en la mano.

-Aclararé que siempre te ves preciosa, pero hoy podría jurar que saliste del Olimpo.

Sonreí tomando la rosa que él me presentaba. Lo dejé pasar y lo guie al comedor, mi padre se levantó de la silla con una sonrisa y le extendió una mano, mi novio la tomó.

– ¡Qué alegría tenerlo de vuelta! -Dijo mi padre.

-Es un gusto estar aquí-Respondió.

Mi madre sirvió los platos y todos nos sentamos a comer. Mis padres pasaron casi toda la cena haciéndole preguntas a Leo y él las respondía sin ninguna preocupación, todo lo contrario, parecía muy feliz de responder. Yo en su caso estaría completamente estresada de tantas preguntas. No sabría cómo mantener la calma para poder responder tanto al mismo tiempo.

De vez en cuando Leo desviaba su mirada a mí y me sonreía. Hubo un momento en el que pasó su mano por debajo de la mesa para tomar la mía y hacer leves caricias en ella mientras seguía platicando con mi padre. También comenzaron a hablar del profesor Williams, mi padre dijo que algún día haríamos algo todos juntos porque él estaba ansioso de ver a su amigo de preparatoria otra vez.

En el momento en que mencionaron a la madre de Leo recordé la noticia que tenía que darles acerca de mis terapias. No sabía ni siquiera como expresarlo. Pensé miles de veces lo que podría decir y nada me convencía, al final me dejé llevar y hablé con lo primero que se me vino a la cabeza.

-Oigan, yo quiero dar una noticia-Todos en la mesa prestaron atención-Hace unos días estaba hablando con Penélope y ella me dijo que ya no tenía que volver a terapias. Ya sané.

Leo me sonrió apretando mi mano que seguía entrelazada con la suya. Mis padres solo me miraban, no parpadeaban. Una sonrisa se formó lentamente en sus rostros y después se levantaron para abrazarme.

– ¡No lo puedo creer hija!, ¡Felicidades! -Chilló mi madre con lágrimas en los ojos.

Mi padre me abrazó fuertemente para después soltarme y volver a su silla a limpiarse las lágrimas. Pocas veces vi a mi padre llorando y esta era una de ellas. Ni siquiera yo podía creer que esto estuviera pasando, era tan irreal.

Leo estuvo otro rato platicando con mi padre. Mi madre y yo platicábamos sobre mi relación con Leo mientras mi padre y mi novio reían de algo que se contaban entre ellos.

&&&&&&&&

Hannah se ofreció a llevarnos a mí a Alice a la escuela. Les conté la cena de hace dos días y Hannah me reclamó que por qué no se la había contado al día siguiente y tuve que decirle la verdad, ese día lo pasé con mis padres, salimos al cine y tomamos un helado, no tuve tiempo de mandar mensajes y mucho menos de llamar.

Llegamos a la escuela y entramos, era miércoles y mi primera clase era química, estaba parada frente a mi casillero esperando a Hannah, alguien se posó a mis espaldas y puso frente a mí una cajita. La tomé y me di vuelta para encontrarme con Leo.

– ¿Qué es? -Pregunté.

-Ábrelo.

Hice lo que él dijo. Dentro de la cajita había dos brazaletes: Uno tenía un dije de un piano eléctrico y una «L». El otro tenía un micrófono y una nota musical con una «E».

-La «L» es para ti y la «E» para mí-Explicó con una sonrisa.

-Es hermoso-Dije abrazándolo, saqué el que tenía el piano- ¿Me lo pones?

El chico asintió con la cabeza y lo abrocho a mi muñeca, después yo hice lo mismo con el suyo.

-Esto es como…un símbolo de unión eterna-El chico se acercó a mí y me besó, unos segundos después nos separamos y nos dimos cuenta de que Hannah nos miraba y sonreía.

-Que lindos-Dijo en un cantito-Leo, tú te vas con Madd a química, y corran por que la maestra Melody no espera mucho.

– ¿Dónde está la hoja? -Pregunté.

– ¡Cierto! -Hannah sacó de su mochila una hoja con preguntas que teníamos que contestar en clase.

Ella no lo hizo por estar distraída mandándose mensajes con Asher, yo le presté mi hoja ayer y se la llevó para hacerlo de tarea. El chico y yo caminamos hasta la clase de química y nos adentramos en el salón, no había muchos asientos vacíos, a Leo le tocó sentarse en la tercera fila, una mesa atrás, pero en la segunda estaba Renne y yo estaba en la primera fila hasta atrás, junto con Alex, el amigo de Asher.

La clase transcurría y yo solo pensaba que estaría haciendo Leo, era la primera vez que nos sentamos separados y lo veía constantemente escribir algo en su libreta cuando no teníamos que escribir algo. Él no era claramente el prototipo del chico que hace apuntes cuando no los piden los profesores. Sus ojos chocaron con los míos lo que hizo que el chico se volteara rápido hacia enfrente y arrancará la hoja de su cuaderno, lo que despertó mucho más mi curiosidad.

Salimos al almuerzo, yo me senté en la mesa con las chicas, desayuné sin la compañía de Leo, no lo vi en la cafetería. Fue hasta que pasaron treinta minutos que lo vi entrar al lugar, cruzar todo el cuarto y salir por la puerta que daba a la cancha, no sin antes mirarme y hacerme una señal para que lo siguiera. No dudé en seguirlo. Al salir lo vi sentado en el pasto, me acerqué y me senté a un lado suyo.

– ¿Qué pasa? -Cuestioné apoyando mi cabeza en su brazo.

-Nada-Dijo mirando hacia el frente-Solo quería pasar tiempo contigo, a solas.

– ¿No vas a desayunar? -Pregunté.

-No tengo hambre.

La pregunta que me estaba atormentando desde hace algún rato no aguantó más en mi interior y salió sin mi permiso.

– ¿Qué era lo que estabas escribiendo en tu cuaderno esta mañana, en química?

-Cosas-Respondió aún con su mirada al frente.

– ¿Cosas?, ¿Cómo qué?

El chico dio un suspiro.

-Una carta para una chica.

– ¿Para quién? -Dije levantando mi cabeza y mirándolo con algo de enojo

– ¿Celosa? -Por fin se dignó a mirarme con una sonrisa divertida en su rostro.

– ¡Si!

El chico del piano rio a carcajadas.

– ¿Es enserio? -Preguntó con diversión.

-Tu eres mi novio, no le puedes escribir cartas a otras chicas.

-Nunca dije que la escribí para otra chica-Dijo mirándome con el ceño fruncido.

– ¿Entonces es para mí? -Pregunté sonriendo.

-Si-Respondió obvio.

– ¿Me la das? -Cuestioné extendiendo mi mano.

El chico arrugó la nariz, después se acercó a mí para besarme suavemente. Cuando se separó tenía el papel en su mano y lo depositó sobre la mía. Lo abrí y comencé a leerlo, eran algunos de los elementos de la tabla periódica, pero formando la oración «Te amo». Arriba decía «El amor es química», y abajo comenzaba.

Te, Telurio: Puede afectar el sistema nervioso…

Am, Americio: Es raro de encontrar…

O, Oxígeno: Nos mantiene vivos.

La felicidad me invadió y no pude evitar abrazar al chico, este también me abrazó. Hundí mi rostro en su cuello, aspiré su aroma y me quedé así unos segundos.

-También te amo-Susurré.

Guardé la carta en mi mochila y me levanté para caminar con el chico hacia la cafetería. Continué con mis clases y no podía parar de leer la carta, una y otra vez la repasaba. Jamás me cansaría de leerla. A la salida de la escuela Leo me llevo a mi casa, me despedí del chico con un beso lo cual mi mamá noto y en cuanto entre a la casa las preguntas y la felicidad me seguían a todas partes.

Cerré la puerta de mi habitación diciéndole que necesitaba cambiarme, fue la única forma de que dejara de preguntarme cosas. Saqué una caja de madera de mi cómoda, esa caja es donde había guardado todas las notas que el chico me había dado, y ahí guardaría también la carta de esa mañana.

*Leo*

-Entonces, ¿qué le vas a regalar a Eider por su cumpleaños? -Gabriel, Eduardo y yo estábamos afuera del taller platicando.

Aunque no hubiera clases nos sentamos afuera de éste para platicar.

-Por milésima vez, es Madd-Dije irritado.

-Tú le dices Eider.

-Ya tuvimos esta conversación, yo le digo así porque es… ¡MI NOVIA!

-La llamabas así antes de que lo fueran.

-Porque ella me dejaba-Dije entre dientes.

-Hasta ahora a mí no me ha reclamado-Respondió el chico con las manos arriba en forma de inocencia.

– ¡Ya, ya dejen de pelear! Y no has respondido a la pregunta de mi hermano-Dijo Eduardo.

-Hace unos días encargué su regalo.

– ¿Y qué es? -Preguntó el pelirrojo.

-Es sorpresa.

-Pero la sorpresa es para ella así que si me puedes decir a mí-Ahora el que habló fue Gabriel.

-No les voy a decir.

– ¿Cuándo es su cumpleaños? -Preguntó Eduardo.

-Pasado mañana.

En ese momento recibí una llamada, me levanté de mi lugar y conteste.

-Diga…si…no…ok vamos para allá-Me acerque a los chicos-Me llamó Eider, dijo que va a hacer una pijamada en su casa, quiere que vayamos.

-Pues yo si voy a casa de Eider-Dijo Gabriel yo lo miré irritado.

No me molestaba que le dijera Eider, me molestaba que siempre hallaba la forma de fregarme la vida y hacerme enojar. Aun así, lo quería, era mi mejor amigo.

-Madd hermanito, es Madd-Corrigió Eduardo.

Pasamos a casa de cada uno para recoger nuestras cosas, de ahí fuimos a casa de la rubia. Al llegar Hannah fue la que abrió la puerta, al parecer ya nos esperaban, entramos a la sala de pijamadas y estaba todo listo, una mesa pegada a la pared había dulces, refrescos y pizza y en la mesa del centro había juegos de mesa y de nuevo esa caja color rosado a la que Eider y sus amigas le llamaban «kit de belleza».

Todos se pusieron sus pijamas y comenzamos a jugar monopolio.

-Voy a ganar-Dijo Hannah mirando al tablero con una sonrisa.

– ¡Claro que no! -Contradijo Gabriel.

– ¡GANÉ! -Gritó la pelirroja levantándose de su lugar y alzando las manos en forma de victoria.

-Aceptaré mi derrota-Dije lanzando las cartas a la mesa.

La chica tomó su kit de belleza y las chicas se comenzaron a poner mascarillas, los chicos empezamos a platicar algo separados. Observé como Hannah estaba peinando a Eider mientras que Alice la maquillaba.

-Oye Leo, ¿Cuándo le vas a decir a Madd? -Preguntó Eduardo.

– ¿Qué cosa?

-Que la vas a dejar-Respondió.

Di un suspiro pesado, cerré los ojos por unos segundos y después los volví a abrir. Quería hacerlo, de verdad quería contárselo, pero sentía que si lo hacía la iba a lastimar y no quería hacer eso. De cualquier forma, en algún momento se enteraría, Gabriel me dijo que si yo no podía decírselo en la cara él lo haría por mí. No veía eso como una buena opción, la lastimaría aún más.

-Un día después de su cumpleaños-Respondí sin saber si realmente sería capaz de hablarlo con ella.

Las chicas nos llamaron para que nos acercáramos y obviamente yo dejé que Eider me pusiera una mascarilla. Más tarde decidimos irnos a dormir. Tuve que volver a dormir con Eider por sus constantes pesadillas. Por una parte, me hacía sentir mal que ella tuviera pesadillas, pero jamás me quejaría por poder dormir con ella.

&&&&&&&&

Al día siguiente me levanté y no había nadie en la sala, revisé mi celular. Ya eran las diez de la mañana. Me levanté suponiendo que todos estaban afuera, solo vi a Eider en la cocina tomando un vaso de leche.

– ¿Dónde están todos? -Pregunte con algo de sueño, la chica se acercó a mí y jalo de mi camisa para acercarme a ella y besarme.

-Alice salió a despedir a su hermano, se regresará a su ciudad, los demás fueron a comprar algo de almorzar.

– ¿Y por qué no me despertaste?

-Porque te veías tan tierno dormido que no te quise despertar-Dijo la chica mientras limpiaba la barra de la cocina.

Los chicos llegaron con la comida y después de almorzar pasamos toda la mañana juntos. Hannah y Asher estaban viendo una película en la sala. Gabriel y Alice jugando cartas en la mesa de cristal del centro y Eider y yo en el ventanal de la sala.

Yo tenía la espalda recargada en la pared y la chica estaba con su espalda apoyada en mi pecho mientras leía un libro. Acerqué mis labios a su oído.

-Mañana es tu cumpleaños-Susurré causando que ella diera una pequeña risa.

-Lo sé-Respondió para volver al libro.



CAPÍTULO 39.- EL CUMPLEAÑOS DE MADD.


-Feliz cumpleaños.

-Gracias, ¿pero sabes que podrías parecer un poco más feliz?, Sería genial que por una vez en tu vida fingieras que si te importo.

-Mi amor, mi vida, mi corazón, mi bebé, espero tengas un muy feliz cumpleaños, que todos tus deseos se cumplan y seas muy muy feliz al lado del idiota ese del piano… ¿Así o más hipócrita?

-Por una vez en tu vida llámalo por su nombre, es Leo.

-Uy, perdón, insulté a tu chico del piano.

– ¿Quieres dejar de hablarme mal?

-Lo siento, pero no puedo, estar contigo me causa un asco inmenso. No puedo creer que te digas mi novia y no te importe, eres una egoísta que solo piensa en sí misma, además me engañas con ese estúpido, ¿A caso quieres que sea igual de hipócrita que tú y finja una sonrisa?

-Yo no soy hipócrita y tampoco te engaño con Leo, él y yo solo somos amigos.

-Quiero que me niegues que él te gusta……. ¿Lo ves? No vas a negarlo porque sabes que es verdad, lo amas a él.

-Yo no…

-Pero ni creas que yo te voy a dejar ser feliz con ese…si yo no puedo ser feliz tú tampoco lo serás, no me importa si te tengo que llevar al mismo infierno, jamás serás feliz con él.

-Mis padres van a enterarse de esto, y nos van a separar.

-Tus padres pueden separarte de mí…así como pueden separarte de él, les haré creer que él es una mala influencia para ti y no creas que Leo va a salir muy bien de esto. No voy a contarte mucho, solo puedo decirte que vas a ver a tu amado tirado en el suelo, ese será tu regalo de cumpleaños, de mi parte, amor.

Me levanté de un brinco en la cama y pasé las manos por mi cabello. Miré a mi alrededor, estaba en mi habitación, todo estaba justo en el lugar en el que lo dejé la noche anterior. Revisé la hora y noté que faltaban cinco minutos para que sonara el despertador.

-Ni siquiera en mi cumpleaños puedes desaparecer… ¡Genial! -Exclamé para mí.

Me senté en la cama y estiré mis brazos, después le levanté al baño para lavarme los dientes y cuando salí mis padres estaban afuera con un pastelito. Empezaron a cantarme el «Feliz Cumpleaños» mientras yo los miraba sonriendo.

-Apaga la vela-Exclamó mamá sonriendo.

-Y pide un deseo-Añadió papá.

Soplé la vela con los ojos cerrados.

Deseo que Jason desaparezca de mi vida de una vez por todas.

– ¡Muchas felicidades! -Gritó papá abrazándome.

-No lo puedo creer, mi niña, mi pequeña acaba de cumplir dieciocho-Dijo con lágrimas en los ojos.

-Mamá, no llores, solo cumplí un año más.

-Un año que define que ya eres adulta.

Eso causó que mi madre rompiera en llanto. Miré a mi padre y justo con eso no pudimos aguantar más la risa, los dos nos echamos a reír.

– ¡No se burlen! -Reclamó mamá secando sus lágrimas.

– ¿Y qué vamos a hacer hoy? -Pregunté.

Ellos se miraron con una sonrisa cómplice y después se volvieron a mí.

-Iremos a comer al centro comercial, pero ahora tienes que arreglarte para la escuela porque Hannah no tarda en llegar, cómete el pastelillo de desayuno y bajas por tu café-Explicó mamá.

Los dos salieron de mi habitación mientras yo rebuscaba en mi closet, buscando un outfit para ponerme. Me peiné lo más rápido que pude para después tomar mis cosas y salir de la habitación. Justo cuando estaba por pisar el último escalón sonó un claxon, Hannah había llegado por mí. Pasé a la cocina por mi café, me despedí de mis padres y corrí a la puerta.

*Hannah*

Iba en mi camioneta rumbo a casa de Madd para recogerla e ir a la escuela juntas, era su cumpleaños y en el asiento del copiloto llevaba mi regalo para ella, recibí una llamada de un número que no tenía agregado, y respondí. Cuando colgué ya estaba afuera de la casa de mi amiga, la chica iba saliendo muy feliz y el regalo seguía ahí, lo escondí en la parte trasera de la camioneta tratando de que la chica no lo viera.

-Hola-Dijo mi amiga con un café en la mano.

-Hola, y…. ¡Feliz cumpleaños! -Grité abrazándola en cuanto entró al auto.

-Gracias.

Todo el camino la pasamos hablando de lo que le gustaría hacer en su cumpleaños. Ella dijo que quería ir a algún lado con Leo, dijo que quería visitar el parque de diversiones o ir al cine.

Llegamos a la escuela y todos nuestros amigos la felicitaron. Hasta Gabriel le llamó para desearle feliz cumpleaños, pero nadie le dio ningún regalo, osea que no solo yo había recibido la llamada. A la hora del almuerzo Leo estuvo pegado a su novia y se veían muy felices.

Cuando las clases terminaron Alice, Eduardo y yo nos quedamos afuera de mi camioneta platicando.

*Eduardo*

-Entonces, ¿Está todo listo? -Pregunté.

-Según a lo que dijo Gabriel, sí-Respondió Alice revisando su celular.

-Leo dijo que estaría ahí en un rato, no sé si ya llegó o aún está en su casa-Expliqué.

-Doy cinco dólares a que ya está ahí-Apostó Hannah.

-No apostaré contigo porque siempre ganas, además, tú eres la novia de Asher, el hermano de Leo, puedes preguntarle y él te responderá-Contestó Alice.

Hannah dio una pequeña risa. Miré atentamente a la puerta de la escuela. Divise a la chica rubia buscando a su novio, no lo encontraría, de eso estaba seguro. Ella bajó las escaleras y caminó un poco hacia el lado contrario a donde yo me encontraba. Me acerque y la jale del brazo haciendo que la chica diera un brinco y después girará.

-Oye, Leo me pidió que te llevara al taller porque él tenía que hacer algo y se fue antes-Dije con una sonrisa, la chica no se veía muy convencida.

-No se va a volver a pelear con Josh, ni nada por el estilo, ¿verdad?

Ante las palabras de la chica solté una pequeña risa y negué con la cabeza

-Ok, te acompaño-La chica se acercó a mi auto y después se subió.

Al llegar al taller Leo estaba afuera sentado en la banca, el chico tomó a Madd y subieron al taller, entramos al salón y todos gritaron “Sorpresa” al momento en que las luces del cuarto se encendieron.

Todos estaba ahí, los papás de Madd, los papás de Leo, las amigas de la rubia y algunos chicos con los que la festejada había hecho amistad durante los últimos meses. Asher y Gabriel también estaban ahí. Todos habíamos organizado una fiesta sorpresa y esa mañana yo llamé a Hannah diciéndole que no le diera el regalo, una mesa llena de regalos, una mesa llena de postres y la chica estaba casi llorando.

– ¡No lo puedo creer! -Chilló mirando a su novio.

-No me mires a mí, fue idea de Gabriel, él habló con tus padres esta mañana.

Ella buscó con la mirada al chico y cuando lo encontró corrió a abrazarlo.

– ¡Gabriel, muchísimas gracias!, ¡Te quiero!

-También te quiero, Madd.

Festejamos un rato, la chica se veía muy feliz y su novio estuvo con ella todo el tiempo. Gabriel y yo sabíamos que tenía que aprovechar cada segundo con ella, pronto la dejaría y ella no tenía ni idea. Después de partir el pastel Leo le dijo algo a mi hermano y salió del salón, vi que Hannah se percató de la falta del castaño y se asomó por la ventana, obviamente vio a Leo montarse en su motocicleta e irse. La pelirroja se acercó a su amiga y yo hice lo mismo, pero disimuladamente para escuchar lo que decían.

– ¿A dónde fue Leo? -Preguntó Hannah.

– ¿Cómo?, ¿Leo salió? -Cuestionó la otra buscándolo por la habitación.

-Sí, lo vi arrancar su moto.

Madd frunció el ceño. Cerró los ojos negando un par de veces y después sonrió forzadamente.

-Tal vez fue a su casa, no lo sé-La chica comenzó a verse decepcionada, esto pintaba mal, no tenía que ponerse así era su cumpleaños.

Los padres de Madd y los de Leo nos dejaron tomar con la condición de que no nos embriagáramos. Todos tomamos. Una hora después casi todos se habían ido, solo quedamos Alice, Gabriel, Hannah, la cumpleañera y yo. Era noche, estábamos platicando hasta que mi hermano recibió una llamada, me hizo una mueca que yo sabía lo que significaba y después se acercó a Madd.

-Oye, ¿me acompañas? -Dijo sonriendo.

– ¿A dónde? -Cuestionó ella ladeando la cabeza.

-A casa de Leo, me dijo que olvidó darte su regalo y me pidió que te llevará.

-Ok-La chica se levantó.

– ¡Chicos lo siento, pero me tengo que ir! -Anunció.

-Bien-Respondieron todos y después fueron saliendo uno por uno, le dije a Gabriel que iría a casa y él aceptó saliendo con Madd.

*Gabriel*

-Oye Gabriel, ¿Seguro que puedes manejar?, ¿No bebiste mucho?

-No, relájate, aún puedo manejar, lo juro.

Ella se veía algo indecisa pero no podía decirme que no. Estaba prohibido que me dijera que no. La chica subió a mi auto pensando que la llevaría a casa de Leo, cuando no era así, al dar una vuelta a la izquierda cuando la casa de mi amigo estaba en la otra dirección pude sentir la pesada mirada de la chica. Cuando volví mi cabeza hacia ella me miraba extrañada.

-La casa de Leo es para el otro lado-Dijo nerviosa.

Ella se veía incómoda y asustada, pero no le podía decir a donde la llevaba, si se lo decía estaba segura que se bajara del carro.

-Sí, ya lo sé-Musité neutro y sin mirarla.

Me estacioné afuera de un parque. Bajé a la chica y la adentré a éste, comenzamos a caminar y unos metros después de la puerta nos metimos entre los arbustos, al momento en que la chica se puso de pie, dio la vuelta, pensaba irse. La tomé del brazo y ella trato de zafarse, agarré sus hombros con fuerza y la volteé, la chica tomó aire, supongo que para gritar, pero antes de que completara su acción vio a Leo.

-Sana y salva-Dije mirando al chico.

-Gracias-Respondió tomando a la chica y estrechándola contra su cuerpo.

-Adiós Leo y adiós Eider-Sabía que a mi amigo le molestaba que le dijera así pero igual me gustaba molestar.

-Adiós-Dijo la chica agitando la mano.

Al parecer ya se había tranquilizado.

*Madd*

Cuando vi que Gabriel tomó una calle equivocada se lo dije, pensando que se daría la vuelta, pero no, solo me dijo que lo sabía. Al meternos en el parque me asusté, no tenía idea de por qué me llevaba ahí, quería correr cuando nos adentramos en los arbustos, pero ver a Leo me tranquilizó.

– ¿Por qué estamos aquí? -Pregunté a mi novio.

Mi novio, me gustaba decir eso en mi mente, era muy lindo, la verdad el chico del piano me había gustado desde siempre, desde que lo conocí, mucho antes de que yo misma me diera cuenta.

-Por eso-Él señaló hacía enfrente, había una camioneta con la puerta de la cajuela abierta, había unos cojines y unas cobijas, al lado, junto a un árbol una manta con dulces y una caja se encontraba iluminada por una lámpara de aceite, tipo antigua

-Organicé un picnic de cumpleaños, aunque no sé si eso exista, pero el punto es que solo estaremos tu y yo-Explicó sonriendo.

– ¿Qué es lo de la caja? -Pregunté señalándola.

– ¿No lo sabes?

-Tengo algo en mente, pero quiero comprobar mis sospechas.

-Tu regalo de cumpleaños-Dijo acercando la caja a mí.

Yo comencé a abrirla, dentro había un libro, dos cajas pequeñas y una carta, ¡Era corazón de tinta!. Mi boca se abrió, dejé la caja en el pasto y corrí a abrazar al chico.

– ¿Dónde lo encontraste?

-Mi papá tiene un amigo en Italia que tiene una librería, ahí lo consiguieron.

-Gracias, gracias, gracias.

-No tienes nada que agradecer-El chico me beso y después se sentó en la camioneta-Abre los demás-Dijo señalando la caja.

Yo la tomé y me senté en el pasto, en una de las cajitas había un collar con un adorno de un corazón con alas de ángel.

Creo que este es el mejor cumpleaños que hemos tenido.

Sin duda lo es.

En la otra cajita había un collar que decía Eider. Saqué la carta y la leí, después fui a abrazar al chico y agradecerle otra vez. Pasamos un rato abrazándonos, besándonos y comiendo dulces para que más delante el chico me levantara del suelo y los dos nos sentamos en la camioneta. Miré a mi alrededor, el lugar era oscuro, pero con las luces de la camioneta no era tan tenebroso, además estar con Leo me hacía olvidar varios de mis miedos.

Pensé en todo lo que había hecho por mí, siempre hacía cosas lindas y era atento conmigo y me hacía sentir valiosa.

– ¿La camioneta es de tu papá? -Pregunté.

-No, es mía.

– ¿También tienes una camioneta?

-Sí, pero prefiero la moto, sinceramente ésta solo la utilizo para cuando llueve y quiero salir.

Nos quedamos mirando hacía el suelo en silencio un rato hasta que él rompió el silencio.

– ¿Te gusta ver las estrellas?

Él se acostó en una de las almohadas.

-Si-Copié su acción, por una ventanilla que había en el techo de la camioneta pude ver el hermoso cielo estrellado.

-Eider, sabes que te amo, ¿verdad?

En ese momento mi corazón se detuvo para después latir muy fuerte. Miré al chico, éste hacía lo mismo.

-Yo también te amo, mi chico del piano-Él dio una pequeña risa y después cambió su semblante a uno serio, o… ¿triste?

-Pero el amor a distancia no funciona.

Esas palabras me confundieron, ¿A qué se refería?, ¿Amor a distancia?, No entendía de qué me hablaba, la mayor distancia que había entre nosotros era la de nuestras casas. Tal vez este era un chiste como los de Gabriel, pero no me estaba causando gracia.

– ¿De qué hablas? –Pregunté algo asustada.

Desvió la vista para mirar hacia enfrente, cerró los ojos unos segundos y dando un suspiro pesado entreabrió sus labios para hablar.

-Tengo que viajar a Europa con mi papá.

Sinceramente escuché como algo crujió en mi pecho. Me acaba de decir que viajará, eso no es grave, si me lo hubiera dicho desde el principio lo hubiera tomado como algo normal, pero…la forma en la que lo había dicho, dijo que el amor a distancia no funciona, después que viajará, él… ¿Estaba terminando conmigo?

Mis ojos que llenaron de lágrimas, un nudo se formó en mi garganta. Sus ojos estaban fijos en los míos, me preparé mentalmente para escuchar su discurso de: «No eres tú soy yo»

– ¿Por cuánto tiempo? -Pregunté al borde de las lágrimas.

-Seis meses, aproximadamente-Volvió la vista hacia mí aún acostado en la camioneta.

-Bueno, yo te amo y…y te voy a seguir amando pase lo pase, voy a esperarte a…a que vuelvas, pero por favor no me dejes, no termines conmigo-Supliqué llorando.

No quería que me dejara, pero quería que supiera que iba a estar esperándolo como su novia cuando regresara. El chico se volvió hacia mí y me abrazó.

-No voy a terminar contigo, jamás haría eso, eres mi vida, te amo y jamás me separaría de ti, solo voy a irme por un tiempo y regresaré-Explicó secando las lágrimas de mis mejillas.

-Solo quiero que sepas que te amo, y que voy a estar aquí, esperando.

-Bien, así me iré más relajado-Dijo con una sonrisa.

– ¿Cuándo te vas?

-En dos meses, pero ahora quiero que disfrutes de tu cumpleaños.

-Sí… ¿podemos seguir viendo las estrellas?

-Sip-Él me abrazó y así volvimos la vista al cielo, después de un rato me hundí en su pecho para después quedarme dormida.

&&&&&&&&

Desperté sintiendo la luz del sol entrando por una de las ventanas y chocando contra mi cara, estaba en la habitación de Leo, el chico está sentado en su escritorio acomodando unas hojas, de esas que se utilizan para tocar las melodías del piano, partituras, creo les llamaban. Al sentir mi mirada el chico volteo y en su rostro se dibujó una sonrisa.

-Buenos días-Dijo él chico.

-Buenos días, ¿qué pasó?

-Anoche te quedaste dormida en la camioneta así que te traje hasta acá, tranquila yo dormí en la habitación de huéspedes.

-Mis padres deben de estar preocupadísimos-Dije poniéndome de pie algo asustada.

-No, anoche llamaron a tu celular y les dije que te quedarías aquí, en cuando desayunes te llevaré a tu casa.

Bajé algo tímida y Penélope me recibió.

-Buenos días querida, ¿cómo dormiste?

-Muy bien-Respondí.

– ¡Ven!, Siéntate a desayunar, debes estar hambrienta.

-Buenos días, cuñada-Dijo Asher a mis espaldas para después pasar corriendo y sentarse en la mesa.

– ¿Cuñada? -Repetí riendo- ¿Estás bien?, ¿Gabriel y tú intercambiaron personalidades?

-No, solo quería llamarte así, fue extraño, seguiré llamándote Madd.

-Sí, está mejor-Aseguré.

Desayuné con la familia Williams y después Leo se ofreció a llevarme a mi casa. Cuando bajé de su motocicleta le quité el casco y lo besé.

-Muchas gracias, fue la mejor noche.

-Te amo-Susurró.

-Soy mayor que tú-Dije sonriendo.

-Pero yo estoy más alto-Respondió guiñándome un ojo.

Me adentré a mi casa cuando vi que mi padre se asomaba. Él se despidió muy amistosamente de Leo y después volvió a entrar a la casa.



CAPÍTULO 40.- TODO VUELVE.


Dos meses después del cumpleaños de Madd…

-Te amo-Dijo Leo abrazándome.

Nos encontrábamos en su habitación, en un rato más saldríamos rumbo al aeropuerto para que él tomara su vuelo junto con su padre. Gabriel se ofreció a pasar por nosotros en su auto.

Después de mi cumpleaños habíamos pasado mucho tiempo juntos. Fuimos a la playa, hicimos varios picnics y pijamadas, fuimos a la feria, jugamos baloncesto con Asher…muchos momentos juntos que disfruté lo más que pude. Lo peor es que esos momentos se sentían como una despedida, como un último momento, como un «Adiós»…

Miré al chico tratando de grabar cada parte de su rostro en mi memoria. Sus ojos, su cabello, sus labios…todo. Pensé en responderle con un «te amo»
pero la imagen de Gabriel me hizo querer hacer una broma, no era tan buena como él, pero por lo menos podía intentar.

-Yo también me amo-Respondí con la intención de molestar.

El chico se agachó hasta que su boca quedó a la altura de mi oreja y comenzó a morderla lo cual causaba cosquillas.

– ¡Basta! -Reclamé.

-No.

– ¿Por qué?

-Por no decirme que me amabas, tal vez si lo dices te perdone.

-No-Dije riendo.

-Bien, tú lo pediste-Repitió su acción mientras yo trataba de alejarlo.

-Está bien, está bien, te amo.

– ¿Que más…?

– ¿Es enserio?

– ¡Qué más!

-Te amo, mi chico del piano.

-Perfecto-El chico se separó-No me olvides ¿quieres?

-Jamás te olvidaré, te amo-Aseguré.

Él miró a mi cuello donde colgaban los dos collares que me dio en mi cumpleaños. Volvió a mirarme a los ojos y sin previo aviso comenzó a correr sacándome de su habitación para después encontrarnos en el patio de su casa.

Estaba lloviendo, pero eso al chico no le importó, el agua comenzó a mojar nuestra ropa y el chico solo reía. Me tomó de la cintura y comenzó a dar vueltas por todo el jardín, Leo tropezó con una piedra haciendo que yo cayera sobre él. Su mirada chocó con la mía.

-Te puedo pedir algo.

Yo asentí con la cabeza.

-Bésame.

Me acerque al chico y uní nuestros labios, el calor de ellos hacía que me olvidara de todo lo que estaba a mi alrededor, incluyendo la fría lluvia. Sin embargo, se iría, y ya lo extrañaba. Me separé para mirarlo a los ojos, esos ojos que me atraparon desde el primer día en que los vi en aquel taller de música. Aquel primero de febrero.

-Cuando regrese, la primera persona que quiero ver es a aquella chica distraída que se mancha de pasta dental.

-No lo vas a superar, ¿cierto?

-Nunca-Aseguró- ¡Ah!, Hay otra petición.

– ¿Más?, ¿Quieres que vuele?

Él se echó a reír.

-No, quiero verte con ese hermoso suéter amarillo, ¿es posible?

Sonreí recordando el primer día. Cuando me invitó a salir sin siquiera conocernos, ese día llevaba un suéter amarillo y él lo menciona cada día.

-Sí, es posible-Dije.

– ¡Chicos, qué es esto! -Gritó Penélope desde adentro de la casa-¡Leo, cámbiate de ropa!, ¡Rápido!

Leo y yo nos levantamos riendo.

– ¡Corre!, ¡Gabriel no tarda en llegar!

– ¡Voy mamá! -Respondió Leo caminando al interior de la casa, conmigo tomada de la mano.

&&&&&&

-Promete que me llamarás todos los días-Obligué señalándole con mi dedo índice.

Estábamos en la sala esperando que Gabriel llegara, tuvo que dejar a Alice en el centro comercial y por eso se retrasó un poco. En un par de horas Leo y su padre tenían que partir a Europa. Miré por la ventana, seguía lloviendo.

Estábamos en Julio, las lluvias eran comunes en estos tiempos y para mí era el peor mes. Me gusta la lluvia cuando tengo a Leo a un lado abrazándome y puedo leer cómodamente, mientras no. Además, tengo algo de miedo a los truenos y relámpagos.

-Sip, prometo hablarte todos los días y recordarte lo mucho que te amo-Aseguró abrazándome.

Estuvimos un rato platicando hasta que el momento llegó, él se iría. Íbamos con Gabriel hacía el aeropuerto, su papá estaba con nosotros. Estábamos parados afuera del aeropuerto, el chico miraba su celular mientras que yo pensaba en cuánto lo iba a extrañar.

No quería que se fuera, pero ya estábamos ahí, no había vuelta atrás, él me tomó de la mano desprevenida y me jaló hacia la calle haciendo que el agua chocara con nuestra piel y al mismo tiempo sacándome de mi burbuja de pensamientos.

-Es la segunda vez en un día-Murmuré y él sonrió.

– ¿Sabes?, Gabriel prometió cuidarte y Asher también, así que estoy tranquilo.

-No te preocupes, no solo están ellos, también están Alice y Hannah-Añadí.

El padre de Leo salió y le dijo que ya tenían que entrar para registrarse.

-Estás empapado, no te van a dejar subir así al avión-Dije mirándolo.

-Faltan dos horas, mientras revisan el avión puedo cambiarme, tengo un cambio en mi mochila.

Reí un poco y miré al chico, tratando de grabar su rostro, sus hermosos ojos.

– ¿Te puedo pedir algo? -Preguntó

-Si.

-Dame un último beso bajo la lluvia.

El chico unió sus labios a los míos y después me abrazó muy fuerte, mis pies no tocaban el suelo, unos minutos después mis lágrimas salieron.

-No llores Eider, recuerda lo que te dije de los brazaletes, es un símbolo de unión eterna-Me volvió a besar para después entrar al aeropuerto.

Después de eso Gabriel me llevó a mi casa. En el trayecto trababa de hacer chistes para hacerme reír, pero no funcionó, mis ánimos estaban por los suelos. Sentía en mi interior un vacío extraño, el aire me faltaba pero lograba respirar, en mi estómago se sentía un agujero enorme, me sentía débil pero tenía la fuerza suficiente para mantenerme recta, era extraño, demasiado extraño.

Un año y seis meses después…

*?????*

Iba muy emocionado en mi auto rojo hacia la casa de Madd, llevaba conmigo un ramo de flores rojas, sus favoritas. Estaba nervioso, ella no sabía que yo iría a su casa, quería darle la sorpresa, tenía mucho sin verla.

Me estacioné afuera de su casa, bajé del auto y toqué el timbre. Escuché pasos y la chica rubia que tanto deseaba ver abrió, al verme sus ojos se abrieron al igual que su boca.

-Hola, Madd-Dije con una sonrisa.

– ¿J-Jason?

-Sí, también te extrañé.

La chica gritó lo que hizo que sus amigas salieran de la sala. La chica retrocedió y después se desmayó, Hannah corrió para agarrarla, Alice tomó su celular y lo único que logré escuchar entre todos los gritos fue un: «Leo, Madd se desmayó».

Fin



AGRADECIMIENTOS.



Quiero agradecer en primer lugar a mis padres, mis padres que me permitieron desvelarme escribiendo esto, me apoyaron para hacer uno de mis sueños realidad, a mis padres por enseñarme a valorar mi trabajo.

Agradezco a mis maestros por enseñarme a brillar cuando no sabía hacerlo. También quiero agradecer a todas las personas que llegaron al final del libro. Todo esto es gracias a ustedes.

Quiero dedicar esto para todas aquellas personas que sufren y que buscan el verdadero amor, para todas aquellas que aprenden a controlar sus emociones, para las que tratan de ser más serios y responsables, para los que aprender a controlarse, para las que aprenden a tomar decisiones por sí mismas y sobre todo para las que aprender a amar.

Todo esto es por ustedes.

Dedicatoria especial:

Todo esto…esfuerzo, dedicación, y carisma se lo debó a una persona, una persona que cambió mi forma de ver la vida. Una persona que me hizo ver las cosas desde otra perspectiva, una persona que me enseñó a expresar lo que siento, una persona que me enseñó que la historia no se descubre, se construye.

Por usted, Profesor Juan Ramón Gonzalez.

Un profesor no enseña desde los libors, enseña desde el corazón, y eso lo apredí de usted, profe juan Ramon.









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