Una historia que me inventé
Lima, yo y el cerro
Estaba la mujer que caminaba por las calles de esa ciudad y ese distrito que tiene calles escondidas entre los cerros, que realmente no están escondidas, pero que si las recorres los días de semana a las 3 de la mañana, parecen abandonadas. Está oscuro pero no tanto, porque hay faros de luces que las alumbran y alumbran esas calles de pistas plomas. Ella no sabe que nadie la ve pero cree que todos la ven, por eso tiene miedo. Siempre había querido recorrer con tranquilidad, con paz, esas calles de Lima. Ella quería caminar. Solamente quería caminar y que nadie la mire. Era un fantasma pero nadie lo sabía. Camina con ansiedad en su cuerpo, podía sentirse feliz y al mismo tiempo terriblemente intranquila. Eso era lo que ella quería, caminar en la calle y que nadie le diga nada, ni su familia, ni sus amigas, ni la misma gente de la calle, aunque no había nadie.
Un poco agitada encontró un lado donde una calle terminaba, pero era al lado de un cerro, por lo que podía mirar desde que terminaba la calle y recorrer la mirada hacia arriba donde era tierra del cerro y rocas acumuladas, luego el cielo color azul oscuro con estrellas. Trepo ? pero nunca va a poder saber si los sueños que ella tiene se podrían cumplir, a pesar de que uno de ellos se estaba haciendo realidad en ese preciso momento.
Cuando piensa en subir empieza dubitativa, pero, se emociona muchísimo cuando decide que sí. Encuentra un camino medio llano hacia un lado de donde miraba y poco a poco empieza a subir por ese lado de cerro rocoso plano, pero poco a poco empinado porque es el camino hacia el cerro. Ahí ve cuidadosamente los pasos que toma, un poco apresurados porque sigue con miedo y entusiasmo. Mirando sus zapatillas blancas dando pasos sobre la tierra con pequeñas piedras y roquitas por casi todos lados y el camino imperfecto.
– De anónimo
OPINIONES Y COMENTARIOS