Recordé esos momentos en los que me violentaban bruscamente con el silencio, cuando más sabían que necesitaba respuestas se alejaban, sin explicación y a pesar de que todos pensaban que era una insignificancia yo solo podía recordar aquel momento cuando llorando le pedí a gritos a mi papá que se quedara, y con su cara confundida y llena de miedo sólo me dijo: -yo si te amo – y se fue

Era habitual, era habitual sentir que él no estaba era habitual que él siempre se iba y desde ahí sentí que tal vez no merecía ser amada que si tal vez la única persona que debía amarme no estaba, no merecía nada. Poco a poco me di cuenta que se convirtió en algo usual, que las personas que necesitaba que me afirmaran que estaban para mi; se fueran. Se fueran dejando tras de sí un abismo inmenso cargado de dudas, de miedos, de soledad y de mil preguntas que jamás tendrían respuesta y que justo en el fondo de ese abismo estaba yo. No yo la que intentaba reconocer en el espejo todas las mañanas; era yo la que solía estar pequeña y cargada de sueños.

Nadie supo cómo enfrentarse a tales demonios, nadie supo cómo abrazar a esa niña que rogaba a diario que se quedaran, que me amaran, que yo si valía la pena; nadie supo, ni siquiera yo.

Etiquetas: abismo miedo soledad

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS