Estado de Melancolía

«Bienvenidos al Estado de Melancolía», escuchaba como si fuese una parada de tren donde ascienden y descienden pensamientos de cualquier tipo.

En mi cabeza ocurría dicha escena como si fuese un medio de transporte en el que encontraba gente de todas clases sociales habidas y por haber. Así funciona mi cabeza, nada más que con pensamientos de todo tipo. 

Hace poco leí a una mujer decir que la melancolía era un estado del ser que la atraía muchísimo. Ese ensimismamiento en algo que quizás ni siquiera ocurrió, ese estar en las nubes pensando en lo que podría ser, era como una forma atemporal de estar en el mundo, ¡Y cuánta razón tiene!

A veces, cuando no me gusta la realidad en la que estoy viviendo, inconscientemente me pongo un tanto melancólica: Pienso en cosas que ya no suceden, cosas que podrían suceder, personas que no están, y un montón de mezclas irreales que persisten en un determinado lapso de tiempo: Una (i)rrealidad paralela que calma, por momentos, mi descontento con la realidad actual. ¿Es complejo? Lo es. Nadie, ni siquiera uno mismo, puede ser capaz de explicar a ciencia cierta lo que ocurre en nuestra neurosis en ese lapso de tiempo en que nos sumergimos completamente en nuestros pensamientos. Es como si tomáramos un tubo de oxigeno y nos aventuráramos a bucear por el mar de la mente: A medida que vamos bajando, los pensamientos son más profundos y queda nuestra soledad con nosotros mismos bajando cada vez un poco más. 

Para muchos es una locura, es imposible y hasta está mal visto. ¿Cómo es que podés sumergirte en tus propios pensamientos de forma tan absoluta? Eso, para algunas personas, es sinónimo de algún tipo de trastorno, algo que no anda bien dentro de nosotros. Pero lo que no saben es que, lejos de ponernos tristes, son esos pensamientos los que nos permiten volver a la superficie y encarar la realidad desde la sensación de haber tenido una experiencia estupenda. A veces es como si hubiésemos tocado el fondo del mar con los pies y hayamos podido tomar impulso para volver cuesta arriba con más ganas y más fuerzas. 

Ser melancólico no es sinónimo de ser o estar triste, al menos en lo que en mi experiencia respecta. Podríamos decir que son pequeños momentos aleatorios de introspección. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS