Terminal de Emociones

Hace tiempo vengo pensando en las emociones que cargan las terminales de micros, pero sin dudas quienes se llevan el premio mayor son los aeropuertos. La ante última vez que viajé a Mar del Plata, hice un viaje entre la ciudad y Villa Gesell; un viaje interno, nada de mucha distancia. Mientras esperaba a salir pensaba en todas esas sensaciones que sentimos cuando volvemos a ver a alguien después de tanto tiempo o cuando nos despedimos de un ser querido. En mi caso, no dejaba atrás a nadie, simplemente fue un viaje del día en el que sabía que a las pocas horas iría a volver pero aún así se me estrujó el pecho de angustia de solo pensar en esas situaciones. No voy a mentir, me imaginé en esa situación y me invadió algo feo que ni siquiera quise pensarlo más. 

En los aeropuertos me es inevitable emocionarme cuando veo un abrazo, sobretodo entre padres e hijos o parejas porque las distancias pueden ser aún mayores. Con este éxodo masivo de gente joven yéndose del país, me parece prácticamente imposible no emocionarme de más pensando en las despedidas y en todas las historias qué hay detrás de ellos. Los aeropuertos están cargados de emociones tan fuertes que no se si en todo momento somos conscientes de ello. Los reencuentros son hermosos, ese instante previo de ansiedad por ver a alguien después de tanto tiempo, abrazarlo y tener tiempo y planes en adelante para ponerse al día de todos esos años, quizás, sin compartir frecuentemente como lo hacían antes. 

Tengo tanto para decir y solo salió este breve resumen. Me desbordan los sentimientos, me siento en una de esas máquinas donde vuelan los papeles y uno tiene que agarrar la mayor cantidad en el menor tiempo. Así con lo que hoy está dando vueltas por mi cabeza. 

Mañana es mi cumpleaños, sumemos ese pequeño gran evento movilizarte.

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