Ahora que sé en qué punto de la arena estoy,
ahora que sé si la marea puede alcanzarme,
ahora que sé que me puedo ahogar.
Ahora sé que la que me tiene encerrada aquí
ha escogido el aspecto más erróneo para
enseñar al mundo lo que nos representa.
Ahora que sé que quien se viste de león no es
más que alguien igual de asustado que yo, pero
con la diferencia de escudarse en algo que no existe.
Mientras yo me consumo en esta jaula que cada día,
se hace más y más pequeña y la marea no para
de subir, la siento en los pies.
Ahora que sé que eso que tanto temía sólo es una
máscara y que está en mis mismas condiciones.
Ahora que sé que la única que tiene las llaves soy yo
y el que ruge por mí fuera de estas rejas hace
lo que puede para asustar al tiempo y que no nos
consuma.
Ahora que sé que si sigo pensando que la culpa es de
quien me lleva protegiendo todo este tiempo, en el que
yo me empeñaba en que me ahogara la marea.
Ahora entiendo que tengo que buscar la forma de que,
a esta distancia mi rugido sea el suficiente como para romper
en mil pedazos la máscara de aquel que no para de gritar y gritar.
Y dejar ver al mar que no era más que una tapadera, dejarle ver
la verdad y que, con su fuerza, nos saque a las dos de
esta orilla y nos lleve a la otra, donde no habrá más jaulas o máscaras.
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