Nostálgica Ambigüedad

Esperar duele, pero… ¿Podríamos hablar de la nostalgia?

En este último tiempo me han dicho cuán nostálgica estoy.

Sí, suelo serlo. Siempre la nostalgia me pareció algo feliz: Recordar momentos pasados con una gran sonrisa y desde otro lugar, con más experiencia. Cuántas cosas cambiaría, qué tan distinta sería ante algunas situaciones.

Pero repito… ¿Podríamos hablar de la otra cara de la nostalgia? La fea, la triste, la que te estruja en veinte pedazos (y me quedo corta) el corazón.

La nostalgia que duele. Es una cosa disfrazada de colores brillantes y vívidos pero no deja de ser un sentimiento gris.

La nostalgia de lo incierto. De lo que no pasó… O pasó tarde.

Inevitablemente me siento nostálgica, sí.

La nostalgia ambigua.

La que tiene momentos de felicidad y termina con un dolor en el pecho de recordar lo que nunca fue.

De esa misma nostalgia hablemos.

Hablemos de no poder terminar de entender el paso del tiempo y las cosas. Estás bien y de golpe un olor, una canción, algo ínfimo te transporta a un momento que hoy es completamente diferente a lo que alguna vez imaginaste. Pero en un punto, parecido.

Nostalgia ambigua. La peor.

La ambigüedad mata. Los grises.

Los blancos y los negros pueden ser muy crueles, pero no hay márgen a la duda. Los grises, repito, duelen y si a eso le sumamos a nuestra amiga la nostalgia, tenemos un coctel letal a los sentimientos.

Nadie le da la importancia que merece a la nostalgia, por eso… ¿Podemos hablar de ella?

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