Esencia vs experiencia.

Esencia vs experiencia.

Fernando

07/11/2021

Hola. Soy Fer. Escribo esto desde un lugar de inspiración ya que considero que tengo mucho que contar. Soy dueño de una infancia no linda pero tampoco fea, en la cual la pasé muy mal en el colegio. Me llenó de trastornos que me dejaron secuelas que me persiguen hoy en día, con 29 años. Soy malo para las típicas trivialidades de las conversaciones. Prefiero hablar de cosas que valgan la pena, aunque sean temas que no se tocan de repente en cualquier conversación.

No sé específicamente de que quiero hablar en este momento. Solo sé que estoy escribiendo desde el celular y una de las razones por la cual empiezo esto es, por más estúpido que parezca, que me gusta escribir en “mi notebook”, que en realidad es de mi esposa, pero me gusta imaginar que es mía y es mi herramienta de trabajo. La cuestión es que quiero arrancar esto por el simple hecho de hablar, de mostrar mi historia, y, quien sabe, capaz alguien puede sentirse identificado/a o incluso aprender algo sobre mi experiencia.

Como dije antes, no tengo un tema específico del cual arrancar, así que supongo que podrá ser cualquiera. Arranco por el principio o por lo más simple? Soy muy indeciso. Creo que estoy escribiendo tanto solamente para darle cuerpo y hacerlo parecer complejo, pero la verdad es que no busco nada de eso. Busco que sea interesante, entretenido, que llame la atención, que emocione…que la persona que lea esto sienta algo, lo que sea. Bueno, arranco.

El principio sería que estos días estuve escuchando a full los podcast de Connie Ballarini y Malena Guinzburg. Me reía un montón, hasta que los terminé, y quise ir por más hasta que salgan otros capítulos. Fue ahí cuando encontré los podcast de Dalia Gutmann y me los puse a escuchar. Yo pensando que eran de comedia, me llevé flor de sorpresa cuando me di cuenta que son entrevistas que hace ella a distintas personas que conoce pero busca conocer más. Son profundos en general y toma temas de conversación muy interesantes. Se llama «tengo algo para decir». Claramente con ese nombre parece profundo y no gracioso pero sé que ella es graciosa así que decidí empezar a escucharlos para ver que onda. Me aburrían al principio, pero al empezar a prestarle atención me sorprendí con el contenido ya que me resultaba muy interesante, como dije antes. Escuché el primero, prólogo. Feo, denso, aburrido. Hablaba con un editor o productor que trabaja con ella. Pero a partir de segundo fue repuntando cada vez más. Lo que más me gustó fue que ese capítulo hablaba con Magalí Tajes, una comediante de stand-up. Agarraba temas muy buenos, como ser el tema de la autoestima, cosas de la vida. Fue genial. Esto que cuento capaz resulta medio tedioso porque pareciera que estoy intentando resumir poco más de 50 minutos de charla, lo cual no es mi intensión. Pero resalto todas las emociones que me provocaron esa charla, al igual que los siguientes 18 podcasts que escuché después. Uno mejor que el otro. Y pienso. Que loco cómo la gente va transitando la vida. Le pasan cosas, ya sean buenas, malas o simplemente inertes, que no cambian en nada. La gente cambia a través de los años, no la esencia, pero sí los aspectos superficiales, que son, creo yo, los que la gente toma como primera impresión y lo que usan para juzgarte, supongo. Yo no soy el mismo Fer de hace 15 años atrás, pero a la vez tengo la misma inseguridad o dudas de siempre. Lo que me representó hace 15 años, me sigue representando hoy. Esa es la esencia. Haber aprendido a defenderme ante una falta de respeto de un jefe, es experiencia, pero el hecho de no saber qué decir en una discusión frente a frente, es falta de experiencia, ergo, esencia. Y diciendo esto quizás pareciera que la vida es esencia vs experiencia de vida. Quizás es así. No lo sé. No creo ser dueño de la verdad para definir tal cosa. Solo sé que la experiencia de vida me hizo dar cuenta de cosas que si no hubieran pasado, jamás las hubiera aprendido. Por más que alguien me haya advertido, debía pasar por algo para tener alguna enseñanza. Porque para aprender, hay que vivir. Y para aprender, hay que equivocarse. Porque poco te queda de las victorias. De las victorias queda el estado de ánimo vigoroso. Que te llevas todo por delante. Que no hay nada mejor que vos, dependiendo cuanto disfrutes esa victoria. De la victoria te queda un sentimiento de satisfacción. No sabría expresarlo con palabras. Uno sigue fácilmente delante de la victoria, porque ganaste. Aunque también puede ser abrumador ganar, triunfar en determinada cosa. Pero de la derrota, es más difícil. A la derrota la tenes que digerir primero. Tenes que aceptar que perdiste. Que algo salió mal. No siempre es en el momento. A veces se tarda en aceptar. Yo, por ejemplo, puedo estar días bajoneado por haber jugado mal a la pelota. Porque pienso en qué hice mal. En qué cosas no hice y debí haber hecho. En qué cosas hice y debí no hacer. A los días empiezo a recordar las cosas que sí hice bien. A sacarle lo positivo. Pero eso es haberlo digerido y aceptado. Ya es casi fin de semana. Y se acerca el otro partido. Ahí es el momento clave. El momento de recordar lo que salió mal para corregir. Para que cuando termine ese partido, pueda tener la posibilidad de hacer las cosas mejor para poder disfrutar la victoria. Osea, jugar bien. Porque victoria para mi no es ganar. Es jugar bien. Si el resultado es malo, a mi no me importa. Yo quiero jugar bien y divertirme. Nada mas.

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