Esperar a diario una huella, una pista, una señal,
es esperarTE
¿por qué tú?
Me invade una inmediata inquietud
despojada de toda tolerancia
¿por qué yo?
Hundo mis dedos
hasta ahuecar mi insaciable vientre
tan lleno de ti
para dejar caer sobre este papel
toda la tinta roja que llevo en vena
y que solo sabe tu nombre.
No se puede ocultar tanta sed por otra persona
tarde o temprano esto tenía que ocurrir
y es por ello que no se me hacen extraños
nuestros encuentros
y los esfuerzos por hacerlos posible.
Rompo de deseo en cada uno de ellos porque Eres Tú… y no otro… TÚ.
Siempre estás ahí de frente, o no.
Mirándome con esos mortales ojos pardos
y yo escabulléndome con infinita destreza
muy dentro hasta ahogarme
en tu más preciada intimidad.
No queremos parar
porque hablamos sin palabras
bien cerquita
rozándonos suavemente, o no.
Entregándote y abriéndome a esta paradoja
con cada célula de nuestros cuerpos
ENTEROS y eternos.
Solo busco el estímulo de sentir
la calidez de tu pecho
y tus brazos invadiendo mi cuerpo
así que te abrazo fuerte.
Entonces, ¿me has echado de menos?
Nadie responde, solo suspiros.
Y así permanecemos siempre
como dos idiotas llenos de felicidad
por encontrar un hogar en los brazos del otro
hasta perder minuciosamente
la cuenta del tiempo.
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