Falsas promesas

Falsas promesas

DaelBeek

22/09/2021

Alguien que prometió amarme desapareció. Más allá de los trucos de magia que presentaba en el jardín trasero de la casa, realmente desapareció. No lo he visto en días, si es que el tiempo humano transcurre de la misma forma para mí. Pero sin duda, las manecillas del reloj pegado a la pared dan vueltas y vueltas interminables, marcando los cambios que puedo notar desde mis ojos mal proporcionados.

En mis días de gloria, solía ser su juguete favorito. Mi cuerpo metálico refulgía sublime bajo los rayos del sol mientras ayudaba a recuperar una galaxia perdida, o a rescatar a la damisela en peligro. Con mi rayo láser iniciaba la rebelión de mi especie, y mi voz automatizada era un hito para las carcajadas que le salían a borbotones. Qué días aquellos, cuando era un robot estrella, fantástico.

Alguien que prometió amarme me abandonó en este lugar de tristeza, de muerte (¿acaso entiendo lo que eso significa?), de llantos, de desespero. El sitio es muy grande, sin embargo, gente desconocida no deja de circular como el tráfico automovilístico en las horas pico. Entran y salen, hormigas partiendo de su hormiguero. Algunos llegan para quedarse, otros simplemente ya no se van. El hospital se los traga. Me pregunto si eso es lo que le pasó.

Un niño ingresa a la habitación y las enfermeras lo ayudan a recostarse sobre la camilla. Yo lo observo todo desde una esquina con mis grandes ojos mal proporcionados. Esto me recuerda al día en que llegué por primera vez aquí, en sus brazos. Había sido repentino el hecho de salir de casa, pero estábamos juntos y eso era lo importante, había prometido nunca separarme de él. Así me mantuve mil y una noches a su lado, sintiendo su respiración errática, tratando de entibiar su cuerpo con mis partes metálicas. No fue hasta que una mañana los doctores se lo llevaron. La última vez que lo vi, no volteó para despedirse; quise acompañarlo con toda la energía acumulada en mi ser, ¿pero qué podía hacer yo, siendo un tonto e inservible juguete? El momento en que cruzó por esas puertas, nunca más regresó.

Alguien que prometió amarme se convirtió en una estrella. El polvo cruel del tiempo me ha empapado de pies a cabeza. Ahora mis extremidades están desgastadas, caídas presas bajo el prolongado envejecimiento. Carezco de armonía y preciso cuidados poéticos que me reparen el alma (¿tengo una?). Desamparado, olvidado, sentado en una habitación que arranca las lágrimas de sus nuevos habitantes. Si yo pudiera llorar, si dentro de mi programación existiera ese código salado, seguramente a mí también me las arrancaría.

El hospital no sabe que alberga un paciente destartalado, ¿podrían curarme a mí también?

Todo avanza muy rápido, bajo la lente de una cámara apresurada. El tiempo humano se desliza con insipidez, con una monotonía gris que me incentiva a apagar mis sistemas. La pesadumbre es viscosa y con sus manos espesas me impide cualquier movimiento. Ya no existen los amaneceres, ni las cálidas noches. El mundo es un agujero de basura espacial.

De pronto, el nuevo niño me echa un vistazo a través de sus redondeadas gafas. Es la primera vez que alguien me mira luego de una eternidad. Se acerca, me levanta del suelo y me sostiene con sus manos. Después sopla un poco para deshacerse de mi arrinconada cobertura. Entonces me dice, sonriendo:

—Ven, te llevaré a casa. Prometo que te amaré por siempre.

Etiquetas: falso amor robot

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