Mar de agosto

Mar de agosto

Ema UB

18/08/2021


Siendo el día octavo del mes octavo a una hora octava del día, decidí visitarte. El cielo me dijo que ese sería el día acertado.

Sucumbieron tus labios al arrullo del silencio de tu garganta. Tus ojos azules se encendieron en llamas y supe que ya no eras mío, ni de ella, ni del viento, eras del fuego de tus pasiones iracundas y así solo quedaba avivar lo encendido, aferrándome a la esperanza de que me dejes ser parte de ese fuego.

Desnudé tu cuerpo con el mirar. Recorrí el trayecto de tus lunares pardos, ingresé al camino de tus caderas, descendí hasta la nombradía de tu hombría y me encontré solitaria, como lobo ante desierto nocturno.

Hundí mis manos entre tus cabellos de mar, recorrí el regurgitar de tus olas, te regalé mi piel para abrigar tu nostalgia, pero la hermosura de tu yermo me expulsó de tus brazos.

Cierzo a tus orillas, arena solitaria, gaviotas curiosas espiando mi orfandad sentimental.

¿A dónde vas mar sin amar?

Regresa a besar mis pies. Dame el amor que he buscado entre tus aguas y que tú, infame, me has negado. El mar no puede sumergirse en el abismo de la ira sin haber amado, ámame, estoy aquí esperando que apagues el infierno que llevo en mi interior.

Desnudo ostentas soledad por amor, el rugir entre riscos por caricia y la tormenta es la respuesta concreta a las preguntas que te hace la luna.

¿Te habrá llevado el viento mi misiva?

Le he dicho a la brisa otoñal que te acaricie las mejillas en mi nombre, que te diga que estoy rezando con esmero por ti, en mis sueños vives acendrado y cada minuto que pasa más te amo.

A pesar de tu mirifica presencia, siento la soledad susurrando con apatía en mi nuca. Se enciende el síndrome de Otelo, desfallece mi voluntad por esperar tu llegada, corro hacia tus brazos y tu huyes entre cantos de delfines.

Con bonhomía las nubes me piden esperar, pero yo también tengo mi mar que se quiere derramar, no puedo seguir al pie del tuyo esperando que tu desierto quiera de mi agua aprovechar.

Mar de agosto, me voy, no volveré a tus brazos, no probaré tus labios salados. Abandono definitivamente la nostalgia de esperar: esperarte.

Etiquetas: adiós ensayo prosa

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