El buen juicio

Por los años 1990, en el mes de Julio, situados en el día lunes 23, atormentada, tomé una decisión y escribí una lista.

En aquel entonces, ignoraba, el efecto de la palabra: No, encabezando un deber. 

Entiéndase: No debo.

Por encima, se ceñía sobre mí, una maldición: «Si no lees esto, serás castigada»

Cómo si no tuviera suficiente con mis conflictos internos (lo que he llamado: “un Yo con Yo”)

Sentencia:

Hoy he decidido cambiar un poco y cada vez que lo olvide, leeré estas líneas: 

1.-No debo ser tan sentimental

2.-No debo creer en los demás

3.-No debo ayudar a quien no me pide ayuda

4.-No debo permitir que me humillen

5.-No debo preocuparme tanto por nadie

6.-No debo ser tan distraída

7.-No debo esperar consideración de nadie

8.-No debo decir lo que pienso 

9.-No debo hacer más de dos actividades al mismo tiempo (paralelas)

10.-No debo ayudar a más de una persona a la vez

11.-No debo hacerme cargo de las responsabilidades ajenas

12.-No debo descuidar mi salud

Y sobre todas las cosas: 13.-No debo enamorarme, añadí: Holocausto de una mujer.

Para rematar, expuse:

Los 13 mandamientos para sobrevivir.

¿Qué pasó con mi buen juicio?

Recuerdo la niña que fui.

Qué pasaría si hubiera dicho:

Debo ser sensible con los demás y conmigo.

Debo escuchar y respetar, puedo opinar sin juzgar.

Debo ayudar con conciencia; a quien no me pide ayuda, puedo ofrecerla pero siempre atenta a mis limitaciones.

Debo exigir respeto y darlo también

Debo ocuparme en lugar de preocuparme en la medida de lo necesario por los demás sin entrometerme en sus vidas y experiencias, ni esperar nada a cambio.

Debo ser observadora de mi entorno y de mí misma

Debo ser considerada con los demás y solicitar consideración.

Debo decir lo que pienso en el momento oportuno de la mejor manera y escuchar con calma la respuesta.

Debo planificar mis actividades para cumplir pero también para disfrutar.

 

Debo ayudar respetando mis limitaciones

Debo colaborar con las responsabilidades ajenas en la medida que me lo permita mis fuerzas.

Debo cuidar mi salud

Y sobre todas las cosas: Debo creer en el amor, el amor, es mucho más que una relación de pareja.

Pero aún así:

Bendita sea; quisiera gritar. Tener a alguien con quien hablar; buscar las razones por las cuales me hieren las actitudes de los demás.

 Será por mi sensibilidad o porque también a ellos les pasa lo mismo, quieren ser escuchados y aceptados como son.

Se descubre con el tiempo la convivencia, aceptando las diferencias y entendiendo lo difícil de la perfección más lo necesario de llegar a acuerdos, establecer reglas para la sobrevivencia.

Experimenté dar la razón, cuando para mí, no la tenían; y casi perdí la mía.

 Siempre podemos ponernos en el lugar de los demás, pero no lo estamos, solamente nos sirve para mostrar empatía, no para resolverles la vida.

Surgen situaciones con las que no estamos de acuerdo, pero las minimizamos poniéndonos en el lugar del otro, eso es para ayudar a superar el trance, no para disculpar, tocará sufrir las consecuencias.

No se trata de quién tiene la razón, se trata de comunicarse, de escuchar, de conversar, de establecer reglas de convivencia. 

En la medida de nuestras posibilidades.

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