«Droga.»

–Dime como explicar lo que siento, este vacío irremediablemente absurdo… jamás llegue a pensar en que me arruinarías la vida al no querer a alguien más en ella que no fueras tú, como ese cómplice de malos actos en que te conviertes cada noche, sacando lo peor de mí… explícame como borro los recuerdos que una vez fueron nuestros más altos sueños… decías ser perfecto para mí, decías que me asegurara de lo que realmente buscaba y siempre te buscaba a ti… mi amor eres mi perfecto cómplice de actos ilícitos, eras mi caballero de armadura de plata… amaba ver cada detalle en ti, aún si eras la maldita persona que todos creían ver, porque es lo que les dabas, un espectáculo en pie, siendo un maldito actor listo para interpretar su papel en la obra de la vida… Besos apasionados me acompañan en mis largos días en solitario, añorando tus manos sobre mi piel tocando partes que no deben de ser vistas a plena luz… amaba todo de ti, incluso en tus peores momentos, en los que ni siquiera podías sostenerte en pie mientras estabas bajo el efecto de esas malditas sustancias alusivas… odiaba que fueras tan adicto a la metanfetamina, dime, ¿la necesitabas más que a mí?, era obvio que sí, solo esas sustancias podían darte lo que yo no, te daban un escape de tu realidad… podría pasar horas a tu lado acariciando tu grasiento cabello, manteniéndote a salvo, en nuestra pequeña “zona segura”… decías que querías cambiar por mí, pero tu fuerza de voluntad flaqueaba… Mi amor, eras tan malo para mí, pero eras mi droga segura… aunque yo no fuera la tuya, no te causaba esas sensaciones astrales que te llevaban lejos, por mucho que lo intentara no tenía ese efecto en ti… Me cambiaste, me arrastraste a ese mundo pagano y sabes que es lo peor, te seguí y me dejé llevar porque estabas tú. Me hice adicta a la peor droga de todas, me hice adicta a ti y eso no es reversible… opte por un viaje al paraíso sin retorno al mundo real, a la civilización como tal, renuncie a mi fortuna por dormir sobre colchonetas mugrientas pero que a tu lado se sentía como si fuese el cielo. Amaba sentirte, haciéndome llegar a las estrellas, amaba escuchar mi nombre salir de tus labios… – ¡Cambias oro por carbón! ­– dijo mi padre, cuando te conoció y no me importo, te elegí a ti por sobre todas las cosas, a ti, pero y ¿tú?, ¿Me elegiste a mí?… claro que no, no lo hiciste… Eres mi droga y te convertiste en mi condena. Se lo que sientes cuanto empiezas a notar la falta que te hacen esas sustancias toxicas cuando corren por tus venas, créeme he pasado mucho más tiempo en abstinencia yo de ti, que tú de la Met.

Mi paraíso se vino abajo cuando tú ya no podías controlarlo, preferías inhalar en lugar de besar…–