El disparate más racional

Suena a lo lejos una grácil melodía, nuestros ojos se encuentran y en el disparate más racional, nos miramos cerca, muy de cerca.

Poco a poco vamos deshaciéndonos de todo y me encuentro en tus ojos. Nuestras miradas están enlazadas, nuestros espíritus son uno, nuestras bocas se unen. De manera natural, vamos reconociéndonos.

Cierro mis ojos y puedo verte más real que nunca.

Siento ahora tu boca con la mía robándome el aire, regalándome explosiones inmensas y tu lengua que me camina, mi sangre se sacude.

Te abrazo, me abrazas. Te unes a mí, gradualmente nos desdibujamos, como el sol se estrella con su sombra al caer la tarde, vamos fundiéndonos; tu mirada palidece heredera de todo mi profesar; mis dedos te avanzan, te acarician.

No puedo dejar de besarte, el aire me estrangula y te arrebato cada aliento que contienes. Beso a beso voy saboreando tus sueños, tus deseos y entregando mis pasiones, mis anhelos. Que en ese disparate se diluyen, paladeando la más placentera marcha.

Despertando ese delirio de amarnos, de poseernos. Despojándonos de los miedos, no hay máscaras, no hay poses, desnudos nos desafiamos. Venerando cada uno de nuestros surcos.

Todo el lugar se llena de pasillos, de paredes movedizas, de puertas secretas. Sólo hay un eje, nosotros. Nuestro abrazo, nuestro beso eterno. La medula misma en nuestros cuerpos unidos. Un amasijo de sustancia, concupiscencia y pasmo en la simetría más pulcra.

Van naciéndonos dentro, extrañas creaturas que suben y bajan, que entran y salen de nuestras formas creando todo un paraíso extraordinario. Sigo besándote, cubriéndote con mis manos, palmo a palmo encendiendo cada fibra tuya, empecinada en entregarte todo mí ser.

Me deleito en esa mezcla de emociones, de hambres saturadas. En ese convenir de almas, ensueño terrenal.

Te recuesto en mi lecho, hablándote en voz baja, como quien cuida con ternura cada silaba y con ansías chifladas quiere adorarte.

-Te extrañe tanto- susurre.

Doy rienda suelta a las creaturas que me nacen, me someten ahora y se fermentan dentro de mí, solo quieren cantar en tu piel, en silencio hacer música con tus jadeos y los míos, mientras beben de tu oasis, mientras nuestras manos y nuestros labios se leen cada termino, expandiéndose alertas.

Mi piel con la tuya van tejiendo toda una ciudad conquistada, cada movimiento parece un plan maestro, pero es tan solo dos esencias floreciendo una para la otra, espontáneamente. 

Acaricio tu rostro, eres agua en mi espejo, un rayo de luz que me tiene extática. Alimento tu forma y envueltos en brumas, la madrugada levanta dos almas regalándose, náufragos del mundo, entregando su existencia, alcanzo la cima, te derramas en mí. Deleite compartido que se duplica. Sonrió, traviesa, satisfecha.

Extasiados ahí, jalando aire que nos hemos hurtado, atragantados de placer, explotando con el desatinó más racional, terminamos mirándonos muy de cerca, sin aliento, sin hambre, sin guerra.

Y una canción suena a lo lejos socavando nuestro éxtasis, cómplice de nuestro amor. Ya no susurro más, he gastado todas mis palabras, solo puedo gritarte que te quiero, que mis brazos sin ti no vuelan.

Etiquetas: amor cuento erotismo poema

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