«La brevedad del gusto»

«La brevedad del gusto»

KA

24/12/2020

No dormí bien esa noche, los pensamientos inundaban las ganas de dormir, ya era casi las 11 pm, bueno era hora do dormir aunque para mí me daba igual si dormía bien o no, jaja luego mi madre me regañaba porque tenía sueño durante el día; al fin y al cabo ya estaba acostumbrado a ello. Recuerdo aquel domingo cómo ningún otro día, me desperté temprano cómo cualquier día, era una mañana muy acalorada, fui al mercado y nada nuevo sucedió.

Lo interesante de este recuerdo, sucedió casi al medio día, regresé del mercado cómo a las 11:37 a.m llegué a casa, ufffff que calor que hacía esa vez, mi padre preparaba la comida, mi hermano cómo siempre miraba la televisión, mi madre como siempre a preparar los productos de venta para el día siguiente y estaba yo, solo observaba y ayudaba en lo que podía, mi madre siempre me decía -dedicate solo a estudiar- yo solo lo respondía con una sonrisa, bueno, ella ya entendía lo que quería decir, a veces terminaba las cosas temprano y a veces un poco tarde, felizmente ese día lo acabé temprano. El reloj de mi brazo marcaba las 1:16 PM, el calor se convertía en metralletas ante este soldado desarmado.

En eso estaba listo el almuerzo, era un típico “lomo saltado” encima de la mesa, yo quería bañarme pero tenía más hambre, en eso interfirió mi padre, – vete a comprar algo para tomar- acepté gustosamente porque quién no querría comprar algo refrescante para acompañar ese infernal día. Me dirigía a esa pequeña bodega, y recordé inmediatamente que era dónde vivía aquella chica, intenté no pensar en nada, para no ponerme nervioso, -hola buenas tardes, me podría vender una gaseosa?- dije rápidamente, -si claro, cuál de estos- me respondió ella amablemente, -hmmmm cualquiera… No No mejor dame esa! -dije nerviosamente; -oye y tú donde vives? – dijo seguidamente ella, aquellas palabras me pusieron aún más nervioso, -hmmmm en aquella casa ubicada frente a la pendiente de la calle -.

Terminé de almorzar, ahora sí tenía ganas de ir a bañarme, pero estaba demasiado “lleno”, mi madre me dice, -espera siquiera unos 10 min- ya eran las 2:04 PM me fui a la vereda a recordar aquellos mágicos segundos que la conversé jajaj aunque ello era inevitable porque ella atendía en aquella bodega. Estaba sentado en aquella silla de madera, en eso viene mi amigo de la casa de ladrillos y me dice: hey, vamos a bañarnos a la playa! Ven rápido vamos a ir todos, aprovechemos este domingo!

Yo estaba indeciso, pues no acostumbraba ir a bañar a la playa, y menos aún con mis amigos, pero ante ese calor tremendo que hacía, más bien fui a pedir permiso a mis padres para poder ir, siiii ellos me dieron permiso. Me cambié la ropa, y me dirigí al vehículo, motocarro, me subí, y para sorpresa, ella estaba sentada. Hay muchas playas aquí, mis amigos decidieron ir a una que se ubicaba por la carretera, pasaron 9, 10min y recién nos encontrábamos a medio camino, íbamos 6 amigos, estábamos muy apretados en ese pequeño vehículo, ella estaba al otro extremo, yo no le decía nada, pues estaba conversando con mi amigo, jaja siempre hay que ser respetuoso en las conversaciones ajenas.

Ya eran las 2:29 pm, habíamos llegado, era un centro turístico, había muchos árboles por aquí y por allá; llegamos a la playa.

Mis amigos empezaron a tirarse al agua, ella no fue la excepción, yo era el único que estaba en la orilla jaja tampoco no sabía nadar, pero igual estaba refrescante, pasaron como 45 min y ellos seguían en el agua, y yo seguía sentado en la orilla, hasta que se acercó ella. -por qué no te metes al agua cómo los otros? – me dijo ella, – no sé nadar, lo mismo respondí.

-ahhhh de razón, oye te puedo preguntar una cosa?- dijo ella

– si claro- lo respondí inmediatamente.

– cómo se llama tu amigo el de la polera azúl? – preguntó ella.

– ah claro se llama José- respondí.

Hablamos como unos 30 min, pero la mayoría de la conversación se inclinó sobre el tema de mi amigo, al parecer ella estaba interesada en él.

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