Breve introducción al esperpento
Esperpéntica situación dominada desde un primer momento por cierto terror irracional reconocible incluso resistiéndolo al otro lado de las barricadas. Me cuesta añorar el calor del sol pues mi vida entera prosigue hibernando sin mesura desde la última glaciación mental.
Ni siquiera supe su nombre, condición o ideales sin embargo de entre todas las refulgentes presencias fue la más sensata tragedia griega. Diez en una restando nueve al quite; espada y lanza empuñadas por el mismo brazo ejecutor.
Para fortuna de propios y extraños no todas las noches poseen regusto agrio ni por esa misma regla copas llenas de tormentosos espumosos. Tampoco sé de nadie que cuente cada gota de lluvia por separado porque ¿para qué? Si se pueden sumar juntas…
Eslabón fuerte prendido al costado de miradas lascivas. Yo te miré e inconscientemente no pude reprimir desearte. Diste unión y consistencia a lo que ya no tenía acomodo en sitio alguno.
Variopintas caricaturas riéndose de sí mismas ¡qué saludable tal ejercicio! Palabras contaminadas, hechos y circunstancias sin más trasfondo que una verborrea disparatada. Letanías inciertas tomando grafías curvilíneas, siempre al tanto de lo escrito y de lo borroneado…
Entonces ¿a qué viene tan caprichoso disponer? Quizás cohabite aquí y en ningún otro distrito pues de ley serán hechos los deseos del fuerte. Miradas poéticas pero confusas en pos de dar con la aprobación propia.
Labio quebrado, ojos pintados de lágrimas, piel nácar y resbaladiza. ¡Amén! Cómo dar sin desfallecer justicia al que jamás ha escuchado palabra semejante. Yo, inconsciente del bien y del mal me vuelco en esto de imaginar que imagino…
Tengo el pecho en brasa viva por culpa de beber del acelerante de tu cuerpo. Ignorantemente desposeída, fantasía épica, sinfonías sórdidas para roñosas adulaciones a sabiendas de viles actos en ciernes…
Sin lamentos, culpas ni más penar. Destino esperpéntico carente de tacto espabílate y búscame, si así lo consideras, entre desiguales. Locuaces son los murmullos de lenguas viperinas que se han sumado o deban añadirse a un puñado y medio de impresentables.
Allá puedes verlas, golondrinas marchando al viento y vientos llevándoselas a través de tu mirada. Barahúnda idas y venidas, dedos que culpan y dedos que niegan a quién han señalado.
En consecuencia sea yo reo de tus deseos pues saciarán los míos. Falsos videntes con falsas caretas vendiendo fumatas blancas; colores y olores rancios para inquietas densidades pétreas que levantadas en la plaza afean la contorna. Rondaremos a ángeles caídos desposeídos de alas pero con prominentes astas. ¡Qué esperpento! Habido y por haber despropósito que alcanzará la expiración entre giros y tirabuzones.
Baila bailarín sin medida de la vergüenza pues tuyos son tus pies y no la vergüenza ajena. Caducas excelencias mezcladas en frascos agitados de forma brusca. De no hallar sentido a tan cruel disposición seremos fustigados por el primer rayo de la mañana y de hallarlo lo seremos por el último…
Destellos altivos encofran tu rostro presto al relleno, tal vez con mortero o tal vez nada más que con aire mañanero. Tu idioma y el mío parecen hablar lenguas diferentes. Insúflame valor antes de que lo haga mi propia extravagancia. Calor humana al acecho de aquel pez emperrado en nadar contracorriente porque así son los dictados de la evolución.
Desamparado a ratos y herido por momentos pues son sentidas las últimas palabras del último profeta. Neutralización de ideas banales apostillando seguridad desde su construcción sin moldes. Vida arriesgadamente vivida no es lo mismo que vida vivida sin alicientes ni pagos en especie.
Yo sigo y seguiré aquí esperándote, arriesgándome porque enseguida encontraremos nuestras dos mitades aunque no terminen de encajar. Entre rezos sin estigmas, dogmas profundos y demás oraciones dominicales sea sellada toda brecha pecaminosa.
Tu dilatada marcha ha sido infructuosa cuando que te has quedado perdida en la misma salida ¡no fuiste previsora! Cruzando la meta serás recibida por esta realidad que se resquebraja como cristales de luces, colores y brillos quiméricos.
¡Horrible! Sin calificativos aquella noche solitaria, fría, triste, llorando por una amante y sus acciones perfectamente calculadas. Vida superada por la sinrazón, odio, inhumanidad. ¡Desalentador! Y a pesar de mil pesares sonríes, te sonrío y seguimos sonriéndonos. De aquí a la eternidad media otro callado suspiro pero ¿quién primero lo exhalará?
Improperios en forma de volutas desalojadas por chimeneas curvas dobladas hacia abajo. Abrazos de camaradas perseguidos y burlas en los bajos fondos al cargo de individuos sin cuajo ansiosos por empuñar un revólver. Y mientras tales cosas véanse suceder dime: ¿De qué estamos hechos tú y yo? ¿Qué acaecimiento somos?…
Espera un momento y presta atención ¿lo escuchas? Parece quebrarse el alba. Son latidos consanguíneos allá afuera, dejando atrás la cerca. Juraría que están sesgándole al silencio un pedazo de eco mientras se extravían almas yermas e inertes. ¿Son opresores? ¿Son algo en realidad?…
Roja se ha teñido la tierra alimentada de hijos olvidados que ya podrán alcanzar la tierra prometida. Raíz, presencia omnipresente del individuo multiplicado por hijos y nietos. ¡Qué esperpento! Amarte por no poder evitarlo. ¡Qué esperpento! Que me sigas amando por no poder dejar de hacerlo.
Muñeco escalador
Se mueve y lo veo a través del cristal en esta tarde lluviosa del mes de Diciembre. Oscila cuan péndulo abstracto creando juegos de luces y sombras sempiternas. Aparece zarandeado, desaparece igual de zarandeado y aún así en su desgracia me saluda a cada pasada sin acritud ni odio. Vuelve aparecer y desaparecer atrapado por las frías corrientes de aire navideño.
El muñeco escalador está ahí fuera lidiando a medias entre mi voluntad y su inapetencia dispuesta bajo la primera. Colgado e indispuesto ante las pocas miradas de curiosos. Murmura casi sin que se le note al filo de la noche y al filo del amanecer…
Palabras suyas se van perdiendo mientras golpetea la ventana con aquellos diminutos pies negros de trapo. Parece clamar por una tregua que no llega. Lluvia a raudales inconsolable en su letanía; vientos desbocados esquivos y huidizos entre viejos árboles. Llanto agridulce el de aquel trocito de tela blanca y roja, bendiciones obsoletas por una pizca de ecuanimidad…
Maremágnum de partículas descienden desde el cerrado firmamento hasta ahogar la verde hierba. ¿Por qué no? Ambos podríamos ser bailes de salón orquestados melódicamente o matices de olores y colores difuminándose caprichosamente.
Se mueve calado y pesado, inconstante y falto de ritmo con sus patitas austeras de bailarín paupérrimo. Lo observo desde el interior de mis pupilas, mirándolo a secas…
¡Oh sí! Todo esto pasaría por un accidental estado de embriaguez emocional para con aquel trozo de incompleta sustancia. ¡Oh no! Reflejos perniciosos, múltiples altibajos que en cascada corren a tropel dentro de mi cabeza sobrealimentada y por ende decido otear pragmático.
A ratos se detiene súbitamente aporreando el húmedo cristal de la ventana que al igual que él parece llorar. Se agita con motivo y sin él barriendo sin escoba líneas de gotas huidizas. Entonces hago mío su corazón de tela y sin pretenderlo prendo un cirio por las almas viajeras que ya no están aquí para brindarme consejo.
Momentos después encolerizado vuelve don viento empero tal hecho no debe ser óbice insalvable para ti pequeño gran hombre. Sujeto por una delgada cuerda blanca y a ella agarrado farfulla cánticos dedicados a las fiestas que no lo son para todos. ¡No me digas nunca adiós! ¡Vete! Si ha ser tu voluntad… ¡Vete!
Eres lo que han hecho de ti, un decrépito muñeco escalador confidente. Amigo sin amistad y amistad ansiando amigos. Ahí colgado del alfeizar cayendo sin caer.
Junco incapaz de doblarse y superviviente de riadas sin agua. Altanero como ningún otro paladín, petulante de graciosa barba canosa puesta a remojo. Sólo tú, enorgullecido al contemplar mundos interiores y exteriores a través de gafas de plástico.
A mí no me molesta la lluvia y a mi muñeco tampoco parezca incomodarle en exceso. Sus huesos no conocen de artrosis ni su piel de flacidez. Bendita simplicidad en esto del existir sin existencia; sin ser consciente de cuando finaliza la primavera o cuando llora por primera vez un bebé.
Tengan por cierto que se trata del superviviente de las pasadas navidades y posiblemente de las que vengan. No se suelta de su larga y poco práctica escalerilla pues agarrado a ella sigue. Simpático gorro rojo que no es de paja ni de hojalata sino de trapo relleno. Es a su manera dichoso al verse libre de su celda anual y a cambio no pide mucho…
Único en su condición trapera y único en nada. Genuino y genial compañero de efímeras aventuras que tienen poco que ver con la razón. Muñeco escalador desposeído de realeza y sangre azul sin embargo es mío y no precisa de tal condición pues yo mismo le otorgo privilegios menores libres de estupideces clasistas.
Ahí está adelante y atrás, de un lado al otro para terminar volviendo al uno. Permeable, duchado y empapado sin poder renunciar al dolor de dentro ni a la sonrisa de afuera. Ambos suspiramos entrecortadamente pero por diferentes motivos. Él ahogándose bajo la impiadosa lluvia y yo ahogado por recuerdos de añoranzas idas.
Vuelve a verme a través del cristal. Ahora te veo y ahora ya no te veo. Si aprieto muy fuerte los ojos alcanzo a otear el infinito en forma de puntos blancos e irregulares líneas. Percibo sensaciones arremolinadas dándome borrachera de dichas trémulas. Sea lo que tenga que ser lo que venga estaré preparado y erguido para afrontar cualquier afronta. Levanto tímidamente los párpados ¿adónde se fue?…
El muñeco escalador ya no está. Muchas perplejidades atascan mis sentidos livianos pues lo único que sé es que mi amigo ya no está. ¡No está! Sus pequeños pies no volverán a tocar el vidrio. ¿Adónde has ido aguerrido feligrés?
Entonces alguien objeta a gritos: ¡¡Nunca estuvo allá afuera ni vos adentro!!
Aquellos viejos sabios
Soy libre entendiendo la libertad como lo que es o como lo que se supone deba ser. Podría ser disyuntiva por largo tiempo debatida para finalmente ser lanzada al aire sin más pretexto que su propia ambigüedad.
Soy libre tanto en mis preguntas como en mis respuestas; en el movimiento de manos y en hacia dónde observa mi mirada de búho noctámbulo.
A tenor de otros tiempos parece haber mejorado bastante la cosa ¿no les parece? Sin embargo uno podría llegar, tal vez acertadamente, a la conclusión de que todos somos libres hasta el punto donde terceros nos permitan serlo.
Es lícito dudar de cuanto nos rodea ya sea material o inmaterial tanto si es asimilado como si no. Por esto se nos hacen formular múltiples inquietudes donde unas tienen sencilla explicación y otras viran arrebatadamente retorcidas.
Sólo los sabios son verdaderamente esclavos de su sabiduría. Por ende pueden llegar a envidiar la ignorancia ajena, incluso darla por buena. No sé ustedes pero yo afirmo desde mi fragilidad de persona esta lasitud humana.
Autómatas mal engrasados, diseños barrocos y ancianos en el ocaso de sus vidas danzando agarrados a andadores. Caras eminentemente teatrales que vienen y van descubriéndose a medias; si la una ríe la otra llora. Yo hago ambas cosas con lo cual estoy en disposición de decidir si quiero verlo o libre de decidir si no quiero hacerlo…
Acordes efímeros distantes como puedan estarlo el agnóstico del creyente. ¿Cómo tomar parte del pastel? Eva mujer con pastel de manzana endulzado al tiempo que envenenado por el pecado. Saboreamos primero la parte dulce para tener más tranquila la conciencia al comenzar con la otra. Se transformará hasta el paladar más neófito en quimera sin acertijo porque las personas inteligentes no divagan y aquellas libres intentan hacerse sabias antes de echar canas.
Interrogatorios ocultos en lo profundo de la montaña, barreños de roble con vino picado que entre sorbo y sorbo aligeran sabores molestos e insípidos…
Los sabios han dejado paso a necios interesados que echados al bosque atlántico recolectan setas. ¡Oh, bien lo sé! Las degustan lentamente, creando sus propios pasajes alucinógenos…
Sea pues que las disposiciones de los eruditos no encuentren sentido ni consuelo entre tanta pertinaz bobería. No conoce ni conocerá de límites ni fronteras porque se le da bien navegar en alta mar así como en riachuelos. De tan amplios sus tentáculos atrapan parte y su completo, asfixiando la entrada a cualquier variante. Poca sensatez en nulos sensatos; espalda al prójimo y dobles discursos. ¡Háganse mías mis palabras!
Libertad duradera que viste sin disfrazarse. Rápidamente un cuerpo se desnuda para mostrarse tal y como vino a este mundo; sí, soy de la misma opinión: mejor vuélvete a cubrir.
Consejo de hombres sabios en pláticas matinales rehusando injerencias externas. Exhortación de iluminados buscando razones que alguien dejó olvidadas no se sabe dónde. Mortificados los comunes, tan comúnmente manipulados para priorizar lo que entienden por justas causas.
No quieren ser engañados ni saberse hijos de la comodidad o lo placentero. Sírvanse los mejores manjares sobre mesas redondas, ya los demás podrán pelear por las migajas. La palabra malintencionada reaparece poderosa así pues no hay ni habrá inteligencia más inútil que aquella que alardea de su condición.
Existen circunstancias, incluso elementales, en las cuales me cuesta descifrar dos extremos totalmente contrapuestos. ¿Somos libres o creemos serlo? Malsano interés buscado o no, malinterpretado o no; conscientes de ello o no empero siempre equidad para con los ecuánimes o vil engaño perfectamente servido en copas de marfil.
Pobres cínicos marcados a hierro por leyes de conveniencia. Pobres de boca remendada y ricachones cosidos a pesados bolsillos. ¡No osarán revolverse! ¡No osarán llamarse a sí mismos sabios!
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