La noche caía lentamente, Ylenia, una joven de 25 años, dedicada siempre en lo que hacía, desatada en llanto y sin consuelo; dentro de ese carro que acabaría con su vida, se preguntaba, ¿Cómo era que el chico que ella tanto amaba la iba olvidando poco a poco?
Todo comenzó aquel día, en que Ylenia entró a trabajar como enfermera en un hospital para personas con capacidades diferentes, su superior, le había asignado el área donde se encontraban los pacientes ciegos.
-Ylenia, querida, estas serán las personas que estarán a tu cuidado. Cualquier cosa que necesites, me llamas; le comentó la encargada.
La joven estaba muy emocionada, por fin podría poner en práctica todo aquello que con tanto esfuerzo y dedicación había aprendido; pues la pasión de Ylenia era el de ayudar y cuidar de los demás.
-Me presento, soy Ylenia, y estaré cuidando y velando por ustedes; les comentó a los pacientes con una dulce y delicada voz.
En esa habitación de hospital estaba él, aquel joven que, en un accidente de auto había perdido la vista. Cautivado por la voz de esa chica, levantó la cabeza y a pesar de que no la podía ver, pudo sentir esa paz y calma que la joven transmitía tan solo con estar presente.
Los días fueron pasando y aquella dulce chica iba conociendo más a sus pacientes, el momento de iniciar una conversación con cada uno de ellos comenzó. Cuando se acercó a aquel joven, ella sintió un sentimiento diferente, ambos tenían una energía que les provocaba un mar de emociones.
-Hola, ¿Cómo te llamas?, le preguntó Ylenia.
-Me llamo Alejandro; respondió el chico que se convertiría en el amado de la joven enfermera.
-Es un gusto poder conocerte, Alejandro, como ya sabrás, soy la nueva persona que cuida de ustedes.
-Lo sé, y me agrada que estés con nosotros.
Ella fijó su mirada en él, y él lo sintió, desde ese momento un sentimiento especial nació entre ellos.
Pasaron algunos meses desde que Ylenia y Alejandro habían cruzado palabra, los dos ya estaban muy enamorados y conocían sus sentimientos, pero Alejandro no se atrevía a pedirle algo más formal a su amada, pues le temía al rechazo.
Los meses siguieron su curso, y un día, la muchacha experimento un suceso que la dejó pensando mucho, Alejandro no habría reconocido su voz, la desconoció, ni su nombre recordaba.
La chica pensó que se trataba de una broma, pero no había sido así. La preocupación y el miedo de que Alejandro la olvidara, la invadió.
Ylenia dejó pasar unos días para poder saber si se trataba de algo que Alejandro tramaba, pero lastimosamente descubrió que su amado estaba perdiendo la memoria.
La chica hizo saber el acontecimiento a sus supervisores para que el joven comenzará a ser tratado de inmediato.
El día de la tragedia llegó, Ylenia estaba muy triste y preocupada por el chico que tanto amaba, su turno en el hospital había acabado, pasó a despedirse de Alejandro con la esperanza de que la recordará y volviera a ser como antes, pero eso no ocurrió. Aún más desconsolada, la chica salió del hospital y subió a su carro para ir a casa.
El sentimiento le ganó, su llanto era imparable; encendió el carro y arrancó a toda velocidad sin siquiera fijarse de los otros carros, cuadras adelante, Ylenia chocó y, en ese accidente perdió la vida.
Alejandro, un joven que por miedo al rechazo de su amada no le pidió que fuera su novia y perdió la memoria; por otro lado, Ylenia, una joven que por miedo al ser olvidada el sentimiento del temor la inundó y perdió el control de sí misma y de su auto, acabó con su vida.
Todos los pacientes fueron testigos de ese gran amor, historia corta, feliz en su momento, pero que, por miedo al rechazo y al olvido, terminó en el camino.
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