Ahora que todo llega a coincidir con su término yo, como si se tratase de otros tiempos más acordes a mis deseos, trato de introducirme en estas realidades cotidianas de individuos que, bajo apariencia de normalidad, buscan seguir con sus quehaceres.
Escudriño levantando pedruscos y arqueando cada madrugada, indagando sin saber qué buscar ni a quién preguntar. Rebusco maquinaciones incólumes cuchicheando nombres y territorios afines. Hechos, un puñado ciertos y un puñado dados vuelta.
Anhelo catar vientos en pos de desvelar las claves del pensamiento o en su defecto de cualquier ignorancia inducida. Prisionero capacitado para parir ideas revolucionarias fundiéndolas dentro de un único molde ¡púdrete entre barrotes! ¡Por listo!
Creo tener arrojos suficientes para estar a la altura del reto. Pensar, razonar, amar, concluir y entonces cuanto me rodea deja de rodearme. Por mi mente cariacontecida navegan recuerdos desarraigados que evaporan minúsculos hálitos de mi boca. Si a bien tuviese ordenarlos no sería yo, no serías tú y no seríamos ninguno…
Siempre la misma escena estática. Mi padre, mi hermano y yo en este lago llenado con vasijas de agua mansa. Ansiando pescar algo más que silencio y aire fresco de la mañana abierto entre juncos, cañas y espadañas. Aún hoy siento la brisa partida en trozos meciendo el bote ¿continuábamos allí?…
Allá, acá o acullá es lo mismo que no decir nada. Allí mismamente, contemplando el agua calmosa bañando diez mil piedras gastadas y un pez de amplia sonrisa y escafandra de buzo.
Yo acariciaba la orilla con manos impávidas e imprudente ojeada. Momentos irrepetibles alojados en la recordación; instantes reflejados sobre el lomo del agua aplacada.
Por primera vez a los lustros inalienables les apetece extraviarse. Desheredados hasta del desamparo transcurren impertérritos sin importarles que nosotros no seamos eternos como Roma.
Intensas noches en soledad solitaria ¡cuánto tormento en el alma! Miramos atrás con melancolía deseando aferrarnos fervientemente al palo que más quema porque quizás se trate de la única tabla de salvación. Ahora lo sé y tú lo sabrás muy pronto pues analizado fríamente no importa el puerto al que te hayas querido anclar ni las conjunciones planetarias a las que te hayas ofrecido con devoción. ¿Entonces qué? ¿Las buenas costumbres? ¿Tan dañina es la ponzoña de tus labios?…
Tranquilo y sereno inspiro y expiro estaciones dejadas a la zaga. Dos lágrimas o una arropan mis pupilas calzándolas con botines de vivos colores. Las miman a su manera soplándoles aire fresco de la mañana.
Entre el cielo y la tierra cuento emociones mas sólo las justas para no perder la cuenta. Cuerpos atiborrados de deseos irradiados en piel propia y ajena. ¿Estás llorando? ¿No te lo puedes creer? Hazlo siempre al filo de la medianoche para que no te vean.
Luces de la ciudad apagándose como faros en la costa al venir el día. Observo desde mi castillo sin foso la lluvia apagada vapuleando el cristal de la ventana. Don viento aúlla desesperado entre los cables de la luz buscando algo que arrancar, cualquier cosa que no esté bien amarrada. Se arrastra tartufo en quejosa melodía lánguida con lo cual sé que el invierno ha llegado y en consecuencia la hora de hibernar…
Sigo buscando entre mis reminiscencias y entre las tuyas; también entre las nuestras. Porfían tan insistentemente que aún habiéndose desvanecido podríamos redimirlas. Tú las tuyas, yo las mías y juntos las de ambos ¿otra alevosa ilusión?
Busco hallarme aunque sea mi afligida sombra la que muera a pie de soportales lóbregos. ¡Qué titánica disyuntiva gritar en silencio!…
Transitado y resbaladizo, pulido y encerado por déspotas centurias inacabadas. Negruras inquietantes al torcer cada esquina y al otear cara al interior de ventanas entornadas. Por rutina sueños fracturados, desgajados a puñaladas; descosidos y desangrados en el parque de la buena muerte.
Y ahora decidme si no seríais capaces de huir de esta bola a presión en la que vivimos sin importar el destino; sin importar en realidad nada más que la piel desnuda que nos viste. Los más afortunados seremos recordados y los más desgraciados olvidados.
Sé como hacerlo y sé como desgajar estas ocurrencias que predican desde púlpitos decorados con cornamentas de macho cabrío. No tengo más que esforzarme y vosotros anhelarlo a temperaturas bajo cero. ¿Sabes que es así verdad? Inesperadamente el sino nos ha vuelto a juntar…
Arrastrándome por el fango encontré la llave que abre en dos este malhadado día. Sea en consecuencia toda sencillez magnificada. Nacáreo hálito el que de tu boca huye, veneno que este servidor degusta en cada uno de tus besos y aún ante tan maléfica acción ¡gustoso moriré!
Cuando recorro las avenidas de esta ciudad industrial, marítima y populosa sé que todos me observan con la misma indiferencia que yo a ellos. ¡No me importa! Ni les afecta ya que a fin de cuentas somos salmos ahogándonos en pilas bautismales. Hipócritas por omisión regodeándose en falsa moralidad y veraz oscurantismo. Callo, callas y callamos… Sea pues el valor de lo que deba ser dicho igual a la nada.
Mentiras malintencionadas, inmisericordes e insanas toqueteando el picaporte de la puerta. Afuera níveos destellos y mentirijillas estólidas bañándose en barricas refulgentes que alguien ha agujereado para emborracharse de pasión…
Entonces caemos en la cuenta de que formamos parte de incalculables círculos engañosos. Tienen forma de uno o más indivisos guarnecidos en las sombras ya que es allá donde se maquinan maldades ya sea tocando o sin tocar la fruta madura…
Por regla general morderán el polvo caballeros y dragones, succionando ínfimos gramos de suciedad acumulados bajo el felpudo de épicas desventuras. Avaricia y miserias aprovechándose del débil, estrujándolo, llevándolo al límite. Después tocará dejar algunas monedas en el cepillo de la iglesia para limpiar conciencias. ¡Qué no darías tú por tus intereses! Asiéntate, tienes delante el susodicho. Échale dineros y límpiate el alma…
Escrutar en la búsqueda no resulta sencillo tratándose de exploradores neófitos. Sin embargo el devenir del reloj es igual que ese yunque sobre el que golpea el martillo. ¡Sacude con más ahínco! Vida de llantos funestos y vida de sonrisas tamizadas al contraluz. Por momentos soy yo, a ratos tú y en ocasiones ambos…
He buceado en profundidades insondables para no encontrar ni rastro de las primeras luces. Seguirán pendientes de ser rejuntados y zurcidos por expertas manos de huesos artríticos. He explorado lejanas estrellas y distantes galaxias sin dar con la fuente de la eterna juventud ni dios al que dar unción. ¡La flor estaba en tus labios y no la vi!…
He recorrido senderos pedregosos y polvorientos caminos con paso firme hasta desgastar mis pies. Sí, soy consciente de la oportunidad defenestrada pero sobre todo del tiempo perdido buscando aquello que a lo mejor tenía al lado…
Mira aquellas hábiles danzarinas refulgentes bailando alrededor de la fogata. Míralas bien porque muestran sus ombligos al crepitar de las llamas. Quieren que baile con ellas pero maldita mi suerte ¡carezco de ombligo!
Vuelvo a sentarme cabizbajo pero sin sentir nada prohibido. La lumbre consume leños y piezas de ropa arrojadas al fuego. Arden al ritmo de cuatro cuerpos femeninos hechos para el pecado y yo no me veo con ánimos para dar confesión. Lo soñé, lo soñaste y juntos ¡seguiremos soñándolo!
Tus manos juegan con las mías sin más diálogo que dos miradas incendiadas. Eres tú, es ella, es la de más allá o ¿quizás la verdadera compañera no pueda ubicarse en este sentimiento?…
Gargantas ásperas piando por miel robada por avispas disfrazadas de abejas ¿por qué no? Celdillas, alas y aguijones para quienes juran que el vicio de amarte es malo. Retira esa careta carnavalesca porque no te servirá para ocultar tus vacilaciones cuando me tienes enfrente. ¿Por qué lo haces? ¿De qué huyes? ¿Acaso no es placentero la proximidad de dos cuerpos? Abrazados al romper el día un par de amantes marchan con prontitud… Uno de ellos por la ventana.
Ilusiones cuyos centelleos se pierden en imbricadas nubes de engrudo. Piel contra piel, hombre al desquite y mujer cosida con hilo rojo. Arderéis hasta consumiros gustosos. Estentóreos gritos… ¡Son los tuyos! ¡Son los míos! ¡Son los nuestros!
Tan sólo aceptando nuestro lugar en este ensayo galáctico seremos quienes de brindar con espumosos. En la línea del horizonte beberemos hasta olvidar cuanto creíamos haber olvidado.
Retornará el arrullo de las olas susurrando palabras del ayer, del hoy y del mañana. Búscalo, persíguelo y en última instancia atrápalo. De serlo, de darse ¡habrás descubierto el gran secreto de la voz del silencio!
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