Una voz al Alba

La noche en penumbra inunda el cuarto,
el susurro de un respiro pregona en el silencio.

En medio del insomnio chillan los resortes,
pensamientos agobian una mente agotada.
Quiere dormir y no puede,
Quiere hablar, pero no se mueve.

Paralizado cada musculo,
un cerebro que no tiene el control.

Con los ojos abiertos sus latidos resuenan,
ni siquiera pestaña, su respiración acelera.
Una sombra le cubre,
y el miedo germina.

Unos labios ya secos intentan gritar,
y una mano infausta los borra.

En el silencio, el sobresalto del reloj
Tic tac las horas, tic tac el tiempo.

El cuerpo ya tieso decide callar,
con pupilas dilatadas en la oscuridad profunda,
se resigna, se conforma.
¡Y deja caer las manos!
¡Y deja callar la boca!

En la lontananza un rayo se refleja,
iluminando el camino para los ojos.
Las pupilas se contraen.
Los músculos se calientan.
La mano aciaga se desvanece.
Los labios se humedecen.
El cuerpo recupera poco a poco sus fuerzas.

Las ideas clarean, y no es inmediato.

Pero ahí, en medio del alba,
un sonido, primero inseguro,
retumba en el cuarto,
retumba en la casa.

Una voz al alba,
cuenta aquello que le hicieron callar.


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