Mika sintió un nudo en la garganta, pero no iba a dejar que Ayaka la intimidara. Respiró hondo y la miró fijamente. —Si crees que voy a rendirme solo porque ahora estás cerca de Ren, estás equivocada —dijo con determinación. Ayaka alzó una ceja, interesada. —¿Ah, sí? —Sí —afirmó Mika con seguridad—. No sé qué...
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