Cada noche de viernes, después de llenar mi copa de vino y hacer que suene Nina Simone a mis espaldas, miro por la ventana y me pregunto: Aquellas personas que caminan frente a mi casa o en sus coches pasan, ¿sienten la misma desolación que yo? ¿La sintieron alguna vez? ¿La sentirán en el futuro?...
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