La profundidad de la vida

La profundidad de la vida

Marvic Alcala

14/06/2020

En este recorrido por la llamada vida nos damos cuenta de tantas cosas, pero sobre todo podemos ver, cuán inmensa es la vanidad del ser humano, de sus más viles pensamientos, de su avaricia por poseer el mundo. 

Y es que somos seres tan arrogantes que nos creemos dueños del mundo, de la vida de otros seres humanos. Pero que estúpidos, si tan solo entendiéramos que somos una mínima partícula en las manos de quién realmente nos creó.

Sin embargo aquí estamos sentados en nuestros tronos, cual reyes, sin poder ver más allá de nuestras propias narices, creyéndonos los más sabios, unos por ser viejos y eso les hace creer que tienen más experiencias, las cuales le dan poder para levantar su dedo y juzgar sin piedad alguna al resto de las personas, otros por poseer más conocimientos a través de sus grandes títulos universitarios, y subestiman aquellos que los rodean por creer saber más que el resto del mundo. 

Pero saben, les quiero contar algo que me sucedió hace unos años atrás, sentada en el rústico sillón de una plaza, meditantando la complejidad de la vida, se sentó un viejo justo a mi lado, que poseía una gran sabiduría, a pesar de no poseer grandes títulos universitarios, ni de la llamada nobleza de sangre azul, este me miro profundamente y me dijo: «mucho sé, que no se nada». Supongo que pudo ver más allá de mi mirada, porque no cruzamos palabra alguna, luego se despidió cortezmente y lo vi caminar lentamente hacia su destino, yo al contrario de este me quede unos minutos más sin entender que me quiso decir con esas frases, mas sin embargo sabía que en algún momento de mi vida entendería para qué me servirán.  

No hay palabra, ni acción que se cruce en nuestros caminos que no tenga efecto alguno en esta, nada es casualidad, todo es causalidad, lo vivimos y escuchamos por una razón, y aunque no lo entendemos en el primer momento, con el tiempo se aclara el panorama. Es como la oscuridad de una negra noche, que termina con la salida de un radiante sol.

Por eso me río a carcajada de aquellos que se pasan la vida pensando que están por encima de todo y de todos, desde los más pequeños seres llenos de soberbia hasta los más grandes dueños del poder público, político y económico, que en su mundo creen que no hay quien los pare, sin darse cuenta que son más miserables que los que ellos piensan que están por debajo de sus pies. Son un verdadero ciclón, un huracán en erupción que se llevan todo lo que se meta en su camino por el medio.

Y sí, hacen mucho daño, pero ya les dije, todo tiene una enseñanza, y tengo un secreto que revelarles, el fuerte es fuerte, hasta que el débil lo permite.  

Pero saben, a pesar de todo esto que he tenido que soportar, y afrontar de parte nosotros lo seres humanos, he entendido que todos accionamos según nuestros pensamientos, sean buenos o malos, pero pocos llegan a disfrutar de una felicidad plena, porque no sabemos ni donde encontrarla. 

No con esto justifico la vileza de las acciones de la mayoría de las personas, pero debemos entender que hay patrones que modelan nuestras conductas, los cuales se establecen desde nuestra niñez hasta nuestra edad adulta, y estos dependen de cada trauma vivido, los cuales marcan nuestras vidas y nos hacen ser quien somos.

Mas sin embargo, depende de cómo afrontemos cada uno de esos traumas, porque tenemos el poder de transformarlos en aprendizajes positivos y significativos, todo va a depender de nuestra determinación en querer ser mejores personas.

Detengámonos un momento a analizar el 100% de la población mundial, que seria el total. Todos en busca de lo mismo «ser felices», en medio de nuestra ignorancia, un porcentaje se dedica a los placeres del mundo porque le causa felicidad, que aunque es momentánea, estos son felices durante el tiempo que viven la experiencia, bien sea sexual, o por medio de sustancias que le produzcan una sensación de euforia y placer durante el efecto de la misma. Otros más tontos se dedican acumular riquezas, a través de grandes negocios, los cuales le dejan una gran cantidad de bienes, que ni disfrutan, porque se mueren antes de quedar satisfechos, pero tranquilos, lo heredan sus hijos y parientes, los cuales no valoran toda esa mierda, porque jamás se esforzaron en construir ese gran imperio, y peor aún, para que mas risa nos dé piensan que la vida es una y hay que vivirla al máximo, y derrochan todo lo que otro logro, sacrificando su propia felicidad, pero como nada es eterno, si no invierte el capital heredado, quedan en la ruina, al final terminan vacíos y llenos de frustración, y es entonces cuando los escuchas, tal cual filósofos de la vida, diciendo: «si pudiese devolver el tiempo, cambiaría las cosas, los acontecimientos de mi vida, para no terminar en este sillón, lleno de arrugas y sin nadie con quien compartir mi vida».

Pero aquí no termina el análisis, hay otros enfermos de poder que destruyen naciones enteras, creyendo que por acumular tierras y poseer el poder mundial son realmente felices, y no se detienen ni un momento a pensar, que cuando se mueran no se llevan nada, y otros más infelices que se sientan a ver pasar la vida de lejos por miedo al fracaso.

Pero gracias a Dios, aunque hay pocos, existen personas humildes, no por no poseer riquezas, porque la humildad no se mide por los que menos tienen, hay quienes son muy prósperos y con una gran humildad, porque esta se mide por la capacidad que tenemos para reconocer que nos equivocamos, porque no somos perfectos, y nos detenemos a pedir perdón si acaso hiciera falta. Estas personas entienden que no debemos subestimar a ninguna criatura que nos rodea, que de todo hay un aprendizaje, desde la mínima semilla que crece en medio de climas adversos, hasta el gran universo que nos cubre, aquellas que entienden la verdadera esencia de la vida, que está en servir a otros sin esperar nada a cambio, que un corazón justo es la clave para cambiar a este mundo. No olvides eres el grano de mostaza, que dará frutos abundantes para un mejor futuro, para construir un mejor mundo, para alcanzar una mejor calidad de vida. 

Pero no quiero despedirme de ustedes, amados lectores, sin antes decirles que el tesoro más anhelado por el ser humano:

¿Saben cual es?

¿Verdad que si?

«La Felicidad»

No está en conseguir el título universitario,  no está en conseguir el empleo de tus sueños, ni en el mejor puesto de trabajo, el mejor remunerado, ni en comprar la casa, ni en hallar la pareja ideal, ni en los hijos, ni en las más grandes riquezas, mucho menos en los placeres de la vida, ya que supongo entendieron son momentáneos, esta se encuentra en el lugar que nunca buscamos, dentro de nosotros mismos, por eso es que la mayoría no la encuentra, porque pretende que se la de otro, pero nadie puede darte lo que no tienes, debes hallar primero la felicidad porque lo demás es un complemento.   

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