Un creyente en 2020

Un creyente en 2020

FASP

15/05/2020

Una de las decisiones mas difíciles en estas sociedades modernas, es creer en Dios y profesar esa Fe con la propia vida. Aunque suene extraño hace siglos atrás eran atormentados, insultados e incluso muertos quienes no creían en Dios (situaciones horribles), pero hoy en pleno año 2020 los papeles se han invertido, son quienes confiesan a Jesús como señor de su vida, quienes son atormentados, insultados e incluso están siendo asesinados. La pregunta entonces sería ¿Por qué hablamos de sociedades modernas tolerantes e inclusivas?, si la misma intolerancia que muchos grupos y movimientos sociales reclaman la ponen en practica, hacia aquellos que pensamos diferente.

Hoy pensar distinto a lo socialmente “aceptado”, es caer en discriminación, homofobia, racismo, machismo, entre otros. Mientras ser creyente en estos tiempos es ser burlado, insultado, atacado, discriminado e incluso agredido físicamente por quienes nos tildan de “conservadores”. Ahora bien, no desconozco que hay ciertos grupos “creyentes”, que atormentan y condenan a todos aquellos que no profesan su misma creencia (no me considero parte de ellos). Me refiero y defiendo aquellos que no andan insultan a los demás, aquellos que simplemente escogieron una vida donde Jesús sea el centro, sin atacar ni cuestionar al resto.

Etapa escolar:

Me paso que a los 16 años decidí comenzar con esta nueva vida, mis amigos y compañeros (estudié en un colegio de hombres que van desde los 12 hasta los 18 años aproximadamente), que me conocían desde los 12 años, se sorprendieron cuando ese año (tercero medio en Chile) vieron una persona totalmente distinta a la del año anterior. Un joven que ya no decía improperios no participaba de actividades irregulares ni molestaba a las y los profesores, por supuesto que esto desencadenó variadas reacciones. Para algunos seguía siendo el mismo, pero para otros era el “bicho raro”, era el intolerante, el “derechista, y claro fue difícil acostumbrarse a que mis compañeros no aceptaran esta decisión de vida. Peor se puso el escenario al interactuar con los docentes, uno de ellos pasando asistencia dijo; “nombre alumno Dios no existe”, buscando que respondiera presente o aquí estoy, pero en ese instante es cuando decidí guardar silencio y entender que yo no les hacia nada y que mi deber no era enfrascarme en pleitos innecesarios, lo cual por supuesto generaba mayor molestia en el profesor en particular. Hablando de docentes una de las experiencias más recordadas por mi, fue que en ese año teníamos por primera vez la asignatura de Filosofía. Entenderán que, si o si iba a tener algún problema con la profesora que impartía esta clase, sobre todo cuando hablamos de la creación, y del desarrollo del ser humano. Sin duda fue una experiencia difícil, pero entendí que el creyente debe guardar silencio, sobre todo en esta sociedad donde cada vez es más complejo el poder siquiera mencionar el nombre de Dios. No digo que no hablemos del padre, o compartamos de su palabra, sino me refiero a no caer en discusiones ni pleitos, no fuimos llamados para eso.

Etapa Universitaria:

Terminada esa etapa comencé con mis estudios universitarios. Logre entrar a la carrera que por ese momento llamaba más mi atención, y quede en una buena universidad que no quedaba tan lejos de mi hogar. Mi instancia ahí por supuesto no estuve exenta de variados episodios donde sufrí discriminaciones por creer en Dios. Una de ellas fue por rechazar constantemente invitaciones a fiestas, o lugares donde iban a consumir alcohol o directamente a drogarse, y producto de mi constante rechazo fui desplazado del “grupo” que tenia, tuve que deambular un par de meses sin tener con quien hacer trabajos y sumándome a grupos designados por los docentes. De alguna u otra manera me sentí excluido socialmente, me daba la impresión de que no había otra forma de “compartir con pares”, si no era consumiendo algún tipo de alcohol o alguna droga, tanto así que muchos y muchas compañeras para “ser parte de los grupos”, participaron de estas instancias y muchos de ellos no lograron terminar la carrera (algunos si lo hicieron). Después de esto, conocí compañeros con los cuales compartíamos interés, ideales y pensamos relativamente parecido. Algunos creían en Dios y otros no, pero no nos impedía hacer tareas, estudiar y pasarla bien, lo que me hacia pensar que quizás yo no era el problema. Finalmente logre culminar mi carrera, y hasta el día de hoy tengo contacto con algunos compañeros y compañeras de esa etapa.

Etapa laboral:

Al entrar el mundo laboral vi una realidad totalmente diferente, más tolerante, inclusiva y que respetaba al resto. Quizás el mundo “adulto” por su madurez sea más tolerante, aunque igual hay ciertas facciones que son más radicales, pero en general es mucho más agradable que las etapas anteriores. El respeto, la ética profesional y que tu trabajo habla por ti, creo que son las razones para esta tolerancia. De todas formas, siento que el mundo laboral permite desarrollarse con distintas tipos de personas que en una etapa universitaria hubiera sido un desastre, ejemplo de esto es que perfectamente el jefe o la jefa pueden no creer en Dios, pero respetan a los trabajadores/as que si creen. O por el contrario jefe o jefa creyente, respetando a los que no creen en Dios, por consiguiente, la pregunta seria; ¿De donde nace esta intolerancia hacia los creyentes? , ¿Es producto de alguna tendencia política?, ¿Existe una postura que debería estar sobre el resto?, preguntas que en este breve repaso de vida intentare responder desde un perspectiva totalmente subjetiva.

Primero ¿De donde nace esta intolerancia hacia los creyentes?, creo que emerge producto de la “mala fama” que han tenido los sacerdotes por temas de violación, o los pastores por temas de dinero, creo que cada mala experiencia se generaliza y se forma un odio colectivo creyendo que todos son iguales. Es como si dijéramos que todos los que tienen tatuajes se comportan de una determinada manera (uno de mis mejores amigos esta lleno de ellos y es una excelente persona), o que dijéramos que todos los que les gusta el color rojo son de tendencia socialista o de izquierda, creo que el error comienza por juzgar a alguien sin antes conocerlo. ¿Es producto de alguna tendencia política?, creo que no es el culpable, pero si condiciona, ya que aquellos que se consideran de tendencias de “ultra izquierda” o una izquierda radical, tienen a ser menos tolerantes con las opiniones y visiones diferentes a las de ellos. Por supuesto hay sectores de derecha que actúan igual, al menos en mi experiencia he visto esta intolerancia más “fuerte” en personas de izquierda. Finalmente; ¿Existe una postura que debería estar sobre el resto?, creo que no, creo que la clave esta en respetarnos a todos, y no cerrar oportunidades a quienes no piensan igual que yo. Concluyo todo esto dándote las gracias por leerlo, y animarte a escribir lo que sientes y piensas.

Saludos (FASP).

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