Perspectiva. Mundos Paralelos.

Perspectiva. Mundos Paralelos.

André Molina

18/06/2020

Negro 

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veinticinco, treinta, cuarenta y cinco, cincuenta, cincuenta y cinco cuentos cortos y tres historias, tienes suficiente material para que impriman tu libro, leí el contrato, ese era el acuerdo con la editorial, ¿Karla, cuál es el problema?

Tomás y Karla se habían conocido en el instituto y se habían casado al terminar la licenciatura en literatura, pero la pasión y el romance se habían muerto a los dos años de estar juntos, cuando al fin se decidieron a salir de la vida del otro, ya era tarde, la portada negra del libro de vida que escribieron juntos se había sellado, pero ninguno se atrevía a despertar del sueño, a decir adiós para siempre, a ponerle fin a la historia y en ese proceso mantenían encuentros desgastantes e hirientes.

 – Ah, ya veo, la número cuarenta y seis está incompleta, es la única que no tiene el famoso «fin.»

Dijo Tomás hojeando el manuscrito recién impreso el día anterior. 

Ella se acercó rápidamente, para intentar arrebatarle aquellas páginas.

-Qué pasa, ¿es una de esas historias de terror que no puede terminar bien?, no recuerdo haberla leído entre los borradores que me enviaste, espera…Es sobre… ¿Escribiste sobre nosotros? … Sobre nuestra historia… 

Después de forcejear sin éxito, Karla volvió a sentarse fría como un muerto. 

Tomás leyó en voz alta. 

«El me miraba como si no existiera otro cielo, como acariciándome en silencio, nunca se lo dije, pero fue lo que hizo que se me clavara en el pecho, muy adentro, y ahora lo siento latir».

Vaya… Eso es… Hermoso… ¿Por qué no has terminado la historia?

Karla se levantó del sillón donde se había acomodado. 

-Yo… Aun no me decido, sabes que no soy fanática de los finales felices, pero, la mayoría de mis lectores tiene nuestra edad o más, dudo que quieran leer sobre un divorcio o que ninguno de los dos ha firmado los papeles, estamos aplazando lo inevitable y yo… se que sales con alguien desde hace un mes, te vi afuera de la cafetería donde solías comprarme mis nuggets favoritos de la mano de ella y desde entonces, no puedo darle un final a esa historia. 

-Lo siento, pensaba decírtelo desde hace mucho, pero no sabía cómo. Por qué no nos inventas un final que creas que le interesaría al lector. 

-¿Qué final le pondrías tú? 

-Me lo preguntas como profesional, como amigo, como ex esposo, como… 

-Te lo pregunto y ya. 

-Yo… Simplemente no la incluiría en el manuscrito, me halagaría encontrarme en esas páginas, ¡pero vamos!, somos escritores, cada uno tiene un borrador con escenas vistas desde una perspectiva totalmente diferente, lo que tú viste blanco, yo lo vi negro, lo que tu o yo llamamos amor, quizá sólo era costumbre o un sueño, nadie lo sabrá con certeza nunca. 

El celular de él sonó, una llamada entrante, el miró la pantalla y lo guardó nuevamente en el bolsillo delantero del pantalón. 

-Era ella… Verdad….

-Si, tengo que irme. 

Ella tragó en seco. 

-No incluiré la historia, compra el libro, mañana firmo los papeles del divorcio y ya no quiero verte más. 

-Esta bien, es mejor así, los días que nos hemos visto han sido un error.

-No te importa, ¿cierto? -Preguntó Karla con lagrimas en los ojos.

-Escucha, estoy desgastado, cansado de todo, por el momento solo busco paz, y si no quieres que te busque, no lo haré, cuídate mucho. 

Tomás se dio la vuelta, tomó sus cosas, se dirigió a la salida, viró la perilla para irse, entonces ella sacó una veintidós de su bolsa de mano, le apuntó directo a la cabeza y disparó sin pensar. 

Blanco

Tienes suficiente material para que impriman tu libro, leí el contrato, ese era el acuerdo con la editorial, ¿mi vida, cuál es el problema?

Tomás y Karla se habían conocido en el instituto, se habían casado al terminar la licenciatura en literatura y al conseguir ambos un contrato con una de las mejores editoriales de Venezuela se habían mudado al país.

 – Ah, ya veo, la número cuarenta y seis está incompleta, es la única que no tiene el famoso «fin».

Dijo Tomás hojeando el manuscrito recién impreso el día anterior. 

Ella se acercó rápidamente, para intentar arrebatarle aquellas páginas.

-Qué pasa amor, ¿es una de esas historias de terror que no puede terminar bien?, no recuerdo haberla leído entre los borradores que me mostraste, espera…Es sobre… ¿Escribiste sobre nosotros? … Sobre nuestra historia… 

Karla volvió a sentarse mientras lo observaba detenidamente. 

Tomás leyó en voz alta. 

«El cielo nunca había tenido ese tono de azul, ni el mar un sabor  tan dulce en su salada brisa, ni el aire ese aroma tan cálido, jamas había buscado un hogar, pero todo lo hallé en tus brazos y es allí donde quiero morar por siempre».

Vaya… Eso es… Hermoso… ¿Por qué no la has terminado mi cielo?

Karla se levantó del sillón donde se había acomodado. 

-Yo… Aun no me decido amor, todo lo que hemos vivido es tan bello que siento que  cualquier final la estropearía, nuestra historia no termina en las paginas de un libro, solo se renueva, cada día tiene un nuevo comienzo, eso me hace recordar que tengo algo para ti. 

Ella sacó una prueba de embarazo de su bolso de mano, se la extendió a Tomás, quien contuvo la respiración al notar que era positiva, sus ojos llenos de lágrimas se cristalizaron, corrió a abrazar a Karla. 

-¡Tendremos un hijo amor, no lo puedo creer,  era uno de mis mayores sueños, soy tan feliz!.

Ambos lloraban. El mes siguiente el libro de Karla estaba en las librerías y estantes de varios rincones de Venezuela, vivían lo que se habían prometido alguna vez, y se escribía un nuevo capítulo en su vida, sin duda, el mejor de todos.


Blanco

– Cincuenta y cinco cuentos cortos y tres historias, tienes suficiente material para que impriman tu libro, leí tu contrato, ese era el acuerdo con la editorial, ¿Karla, cuál es el problema?

Tomás y Karla se habían conocido en el instituto, se habían casado al terminar la licenciatura en literatura, pero la pasión y el romance se habían muerto a los dos años de estar juntos, para no seguir hiriéndose cada uno tomó caminos distintos, pero a la distancia y en cada uno de sus proyectos se apoyaban mutuamente. 

– Ah, ya veo, la número cuarenta y seis está incompleta, es la única que no tiene el famoso «fin.»

Dijo Tomás hojeando el manuscrito recién impreso el día anterior.

Ella se acercó rápidamente, para intentar arrebatarle aquellas páginas.

-Qué pasa, ¿es una de esas historias de terror que no puede terminar bien?, no recuerdo haberla leído entre los borradores que me enviaste, espera…Es sobre… ¿Escribiste sobre nosotros? … Sobre nuestra historia…

Karla por fin le arrebató el manuscrito de las manos. El se sentó frente a ella. 

-Escucha, si escribiste sobre lo que vivimos esta bien, pero termina la historia Karla, ten el valor, nosotros ya no podemos estar juntos, pero quizá tengamos la oportunidad en tu libro. 

-Yo… Aun no me decido, tal vez no la incluya, tal vez solo fue un capricho que quería cumplirme, somos escritores, tendemos a crear historias que nunca sucederán. 

-Pero la comenzaste, no son personajes ficticios, somos nosotros, ponle un buen final.

-¿Qué final le pondrías tú?

-Me lo preguntas como profesional, como amigo, como ex esposo o como…

-Te lo pregunto y ya.

-Yo… La incluiría, eso es seguro, le pondría un final feliz, sin drama, pero sin con mucha pasión, cada día haciendo el amor en nuestro sillón favorito y mi famoso café por las mañanas, habría sido una buena vida, la que que hubiera deseado para nosotros, los universos paralelos quizá existan después de todo, podemos crearlos en las páginas en blanco del libro de nuestra vida, quiero eso, quiero leer lo que pudo haber pasado, ¿estaríamos en otro país, tendríamos una mascota, un hijo, una casa enorme como lo hablamos en la universidad, dónde estaríamos ahora Karla?. Escribelo, necesito saber. 

El celular de él sonó, una llamada entrante, el miró la pantalla y lo guardó nuevamente en el bolsillo delantero del pantalón.

-Era ella… Verdad….

-No, es de la editorial, tengo que irme.

Ella sabía que el mentía, pero agradecía que minimizara  el cinismo. 

-Esta bien, compra el libro, mañana firmo los papeles del divorcio. 

-Solo si estas segura y si eso te hace feliz. 

-Tu me haces feliz, pero hay que aceptarlo, ya no queda un nosotros, al menos no aquí, te prometo que en ese mundo paralelo, en el que me invente en esas paginas, voy a quedarme contigo para siempre. 

-Y si es posible, ayúdame un poco, descríbeme con un cuerpo fornido y mucho más guapo. 

Ambos rieron. 

Tomás se dio la vuelta, tomó sus cosas, se dirigió a la salida, viró la perilla para irse, se detuvo, regresó hasta donde Karla estaba y le dio un beso en la frente. 

Después salió del lugar, Karla se guardó una lagrima e inspirada decidió terminar la historia de sus vidas con el mejor de los finales. 

Negro

Tomás y Karla se habían conocido en el instituto, se habían casado al terminar la licenciatura en literatura , pero la pasión y el romance se habían muerto a los dos años de estar juntos y ella lo había descubierto siéndole infiel con la vecina que había sido su confidente algunas noches.

Tomó sus cosas y se mudó esa misma noche, el trató de llamarla los días siguientes, no para disculparse o pedir perdón, sino para pedirle el divorcio. Ella comenzó con el desorden alimenticio que la había acompañado durante la adolescencia, una noche mas agonizante que otras, le marcó a Tomás con el fin de citarlo en la cafetería donde habían celebrado tantos cumpleaños, pero el no contestó. Karla tomó la veintidos que guardaba en el armario, se apuntó con ella y terminó con su historia.

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