Pasaban las sesiones y mi paciente Jhon Ponsomi no culminaba los ciclos en su vida. Semanalmente él llegaba en hora, por lo general es puntual en todas sus actividades, comprendiendo que el tiempo de los demás o las formalidades son importantes de cumplir. Trabaje con él la desestructuración, el vínculo paternal y el exceso de los límites impuestos en la infancia, las inevitables separaciones a nuestros lazos más primarios y hasta logramos llegar juntos a hallazgos admirables cómo la somatización del estrés en sus síntomas: dolores de estómago, alergias, espasmos (…) aun así y de todos modos su idea obsesiva no cambiaba: La muerte.
Desde un primer momento Jhon hizo mención a la idea irrefutable que tiene a diario de morir y así provocar un irracional sentimiento de alivio entre quienes los rodean.
-Yo- ¿Te has dado cuenta esta semana que en el Instituto has tomado un cargo de tutor, anhelado y que tus ingresos se incrementan?
-Jhon-Si
-Yo-¿Eso que te genera? ¿Qué sientes?
-Jhon-Nada
-Yo- Fíjate tu postura corporal (…) ¿sientes tensión en alguna parte?
Jhon chequea su cuerpo y extrañamente hace un movimiento hacia su estómago, como si las tensiones realmente se alojaran en el mismo.
-Jhon- Licenciado, siento asco. No puedo contener el profundo rechazo que siento hacia mí.
Tenía que tomar una decisión, la depresión neurótica de este hombre le estaba bloqueando la capacidad de disfrute y esto había acabado estancado en su inconsciente. Se me ocurre una idea.
-Yo- Veamos Jhon, póngase de pié y coloque su cuerpo 3 pasos atrás, como si estuviéramos en su adolescencia, respire y concéntrese en la tensión estomacal, ¿qué le sucede?
Jhon comienza a respirar, siente alivio y me describe una imagen
-Jhon- No tenía opción, las deudas se habían apoderado de mi familia, estaban rematando a la casa, solo comíamos una comida al día y pan racionado (…) comer era una necesidad casi ausente
En ese instante lo pesque (…)
-Yo- Jhon, míreme, piense en si fuera su crisis de momento y dígame lo que siente
-Jhon- Dolor, te llevaste mi dignidad (solloza)
-Yo- Escúchese, le atribuye esta sensación de morir a la crisis
-Jhon- Si!!!!! (Grita)
Pues, de manera cuántica, el tiempo no ha transcurrido ni un instante de ese hecho, llevando de forma misteriosa a mi paciente a desear hoy lo que deseo sistemáticamente en ese momento: La muerte
-Yo- ¿Usted creyó que la muerte era una salida?
-Jhon- ¿Cuando no lo es?
-Yo- No puedo asegurar una respuesta, pero si puedo hacerle una pregunta: ¿Cambia su vida o la de los demás con su muerte?
Conecta, empieza de nuevo, vuelve al cuerpo
-Jhon- Es cierto, mi vida termina, no es una salida es el final de un ciclo
-Yo- Quizá es por esto que los deja abiertos.
Jhon llora, finalmente logra soltar.
-Jhon- Para mí lo más importante en la vida era seguir estudiando para llegar a ser becado en astrofísica, en el momento que la crisis llega, mi trabajo ambulante en diversos campos se llevó las esperanzas, no podía dejar a mi familia, mis padres, mis abuelos, luchar solos con esto y a pesar de tener 17 jóvenes años, afronte este reto a la altura de las circunstancias, todos los días cumplía con una rutina sistemática y dejaba la mayoría de mis ingresos diarios en manos de mis Padres, a veces casi todos, para la casa.
Este es el punto crucial, la herida, hemos llegado a la raíz, al sentimiento atrapado, Jhon no quería morir, lo que quería en verdad era no seguir viviendo así.
-Yo-¿Usted se da cuenta que han pasado 23 años ya y que es profesor de Astronomía, exitoso en su terreno?
-Jhon- Fue una salida, nada más.
-Yo- Exacto, pero no es la realidad de hoy, usted esta posicionado como esa época, atrapado diré. En sesiones anteriores vimos cómo sus síntomas estomacales recurrentes empezaron a los 18 años, cerca de la fecha del momento al que acudimos hoy, su imagen de hombre correcto y ceñido a las reglas, sin retrasos, obsesivo por el orden y con pocos riesgos económoicos, demanda una visualización asociativa de lo que hayamos, pero eso no es todo, lo que acaba de conectar devela también el mayor de los ductos que lo llevan a desear la muerte, usted fue en imagen, el protector de sus padres, a la par de sus abuelos, ya que renunció a lo suyo para dejar dividendos de su trabajo, y así luego sortear al destino, formándose como docente.
En esta observación, se cae de maduro que la posición que debemos adoptar, es poder definitivamente ocupar su lugar, su rol en la familia.
-Yo- Quédese ahí, y ponga un almohadón frente a usted y diga «lo hice por ustedes».
Así pues Jhon se lanzó con confianza al ejercicio y avanzó al presente en su lugar de hijo.
-Jhon- Aquí sentado ahora, me siento aliviado.
-Yo- Bien, lo veo la semana que viene.
Terminando la jornada registro todo, incluida la sesión con Jhon, me da para pensar y re vivir que sucedió en esos 50 minutos de trabajo, paciente por paciente.
Ya han pasado 3 días de la sesión con Jhon y he podido observar como no renunciaba a pensar que todo podía dar un giro. La confianza en sí mismo del terapeuta es fundamental, pues es un escalón para que el rapport se construya sólidamente y posibilita fluir en el trabajo.
Llegó el día agendado y Jhon llegó en hora, se sentó con cara semi pálida, pero con un esbozo de sonrisa.
-Jhon- Ayer, compre pasajes para E.E.U.U, voy a visitar la Universidad de Stanford para asesorarme sobre la carrera de técnico en astrofísica, puesto que quiero disfrutar y no pasar el resto de mi vida estudiando.
-Yo- Excelente, ¿por qué no lo averigua por internet?, ¿qué lo lleva a viajar?
-Jhon- Es momento de dejar fluir el influjo de placer, romper con la rutina, ¿qué hay de nosotros si no encontramos una motivación diaria?, necesitamos filamentos de esperanza, contacto con el goce y permisos para el error, al fin y al cabo la vida sigue y no se detiene, «elegir es renunciar»
-Yo- En este momento doy gracias de haber elegido estar en este lugar con usted, Jhon.
El movimiento dio paso a que el presente se adueñara de Jhon y el inconsciente cediera paso a la realidad emocional, cerrando el ciclo pendiente.
Cuando los ciclos quedan abiertos, tendemos a repetir, pero esto a veces no está en nuestras manos, sino en generaciones que no lo hicieron y tenemos en efecto expansivo la misma encrucijada: Estar en nuestro lugar o desordenarnos por Amor filial. (¿?).
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