Yo salía con esta chica.

No llevábamos mucho tiempo juntos. Apenas nos habíamos besado un par de veces. Nos restregábamos nariz con nariz. Era cómo un delfín. Ella era un delfín. Ella estaba loca, muy loca. Tenía muchos mambos en la cabeza, tenía una hija, también. A su hija la trataba bien y la trataba mal. A veces le escupía, otras la besaba. Su niña tenía solo tres años. El padre había desaparecido de la escena. Solo la mantenía ella y su madre. Nosotros salíamos por casualidad, yo estaba vendiendo sanguches en el terminal de buses de Valparaíso, y ella, su madre en realidad, también vendía sanguches. Me puse a hablar con la madre, era lasciva, pero me hablaba de cosas místicas todo el tiempo. Así conocí a su hija, que iba a visitarla en la tarde y se ponía con ella a vender, aunque la chica no vendía, se parapetaba detrás de la madre y le ponían nerviosas las personas y tener que vender, no servía para eso. Ella preparaba los sanguches, la mamá los vendía. La hija de la chica venía con ella, le gustaba jugar conmigo, hacer dibujos en mi anotador, preguntarme dónde estaba el padre. Yo no sabía dónde estaba el padre. No sabía qué decirle a la niñita. La niñita era juguetona, le gustaba hacer de monstruo, caminaba en zigzag.

Un día le dije de ir a bailar a la chica. No sé por qué, necesitaba salir con una mujer, sentir un cuerpo de nuevo, después de tanto tiempo. Yo me preparé un whiskey en una petaca, ella me esperaba en una calle, yo bajé del cerro en el que vivía y fui ya entonado a encontrármela. Nos encontramos. Fuimos al lugar de baile, sonaban los Pixies. Estaba muy bueno. En otra sala habían travestis bailando. Hacían cosas de macho, bailaban como machos, pero eran travestis. Todo el mundo les aplaudía. Yo aplaudí también. Luego nos fuimos de vuelta a la otra pista, ahí bailamos. Yo bailaba con los ojos cerrados y sin ningún pudor, dejando desatarse mi costado femenino. Ella también bailaba a lo loco, sin ningún sentido. En una parte nos abrazamos, me dio un beso en la boca, no lo esperaba. Así fue cómo empezamos a salir. Luego, en el terminal de buses, venía a besarme, yo no quería que lo hiciera porque había otra vendedora que me gustaba y no quería que supiese que salía con esta chica, porque sí, de repente ya estábamos saliendo.

La madre era todo un caso. Trabajaba para estas cosas medicinales naturales, y vendía los sanguches en la calle. Leía al tal Kryon, y le creía. Creía que yo era Jesús. Su madre también estaba muy loca.

Un día me encamé con esta chica. Estuvo bueno. Pero yo no le di nada de ternura, fue un sexo animal, sin ternura de mi parte, nada de agradecimiento. La escuché hablarme de su ex, del padre de su hija, con amor. Aún lo amaba, pese a todo. A mí no me interesaba en absoluto saber todo eso. Ni siquiera la quería en mi cama, pero terminó ahí porque se había olvidado las llaves de su casa y a esa hora despertaría a su mamá y sería todo un quilombo así que fue a mi casa y tuvimos sexo, solo por eso tuvimos sexo, yo no quería tener sexo con ella, yo no quería nada con ella en realidad pero ya estaba atrapado en salir con ella de algún modo. No sé por qué ni cómo empezamos a salir pero salíamos. A mí no me interesaba mucho nada en esos últimos tiempos. Estaba en un estado de desinterés absoluto por las cosas, y por las personas. ¿Sexo? Bien. Listo era eso solo eso no sentía más nada. La chica se quedó a dormir.

No nos abrazamos. Cada uno en la suya. Después tuve que ir a trabajar. La madre vendía sanguches en la calle al igual que yo. Se me puso al lado. Empezó a toquetearme. La madre era siniestra, y me estaba tocando, sabía que había estado con su hija y ahora ella me quería a mí. No sé si quería dañar a su hija. Me llevó a su casa. En su casa estaba la chica ésta con la que me encamé y su hija. Le dio una patada a la hija y le dijo que se fuera a su habitación. Ahí se desnudaron las dos. Me pusieron en el medio. Empezaron a hablar en un idioma extraño, hacían alabanzas, estaban realizando una danza como satánica. Luego la madre se acostó y se quedó en pose para que yo la penetre. La hija se puso detrás de mí y me empujó a hacerlo. Penetré a la madre. La madre se puso loca a dar gritos. Yo le daba y le daba. Luego se la puse a la hija. Y ellas se besaban entre sí. Era asqueroso. El pene estaba por caerme muerto, no sentía erección, me daba asco lo que estaba sucediendo. Pero luego empecé a disfrutarlo, sí a disfrutarlo. Ellas se besaban y cantaban en este idioma que me era extraño. Agitaron objetos frente a mí. Y las dos me pedían de ser penetradas. Iba de una en otra. En un momento la nenita se apareció, la mandaron para el cuarto gritando. Le gritaron con todas sus fuerzas. La odiaban, odiaban a la nenita. Pero también la querían a la nenita, la querían. Vamos a hacerlo las tres cuando crezca, le vamos a enseñar, me dijeron. A mí me pareció perverso que quisieran hacer eso con una niña tan chiquitita, que lo que estábamos haciendo en realidad estaba mal pero ahí estaba yo encamándome con una madre e hija. Cuando llegué por fin dentro de la madre, se terminó todo. Me echaron de la casa. Nunca más volví a verlas, ya no vendían sanguches donde yo vendía. Me borraron del facebook, de todos lados. Empecé a sentir que se me vaciaba el alma. Sentía dolores de cabeza. Me tomé un tafirol.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS