SONSOLLACCA (El sonso)

SONSOLLACCA (El sonso)

Dany Umasi

05/04/2018

(Adaptado del Quechua)


En un pequeño pueblo de Chumbivilcas vivía un hombrecito de aspecto gracioso que siempre andaba riendo; Él vivía en su pueblo muy feliz junto a su esposa Ángela. ella había comprado un cerdo y lo estaba engordando para las fiestas navideñas.

Un buen día, al buen hombre le surgió una pregunta y no dudo en hacerlo conocer.

– Ángela, una pregunta te quiero hacer, ¿para qué estas haciendo engordar al chancho?

A lo que su esposa respondió:

– Ciprian, este cerdito lo estoy haciendo engordar para navidad pues.

Ciprian se quedó sorprendido, aunque no entendía mucho la situación.

Así los días pasaron, los meses transcurrieron, el año ya estaba por acabarse. Ciprian cada vez que tenía ocasión preguntaba:

– Ángela, ¿ya está cerca navidad?

Ella con ironía respondía siempre lo mismo.

– Ya está cerca, no te preocupes pues sonso.

Su esposa había salido a recoger leña a las quebradas; entonces, lo dejó al cerdo bajo el cuidado de Ciprian.

Y era como las cuatro de la tarde cuando se sintió como un temblor en el pueblo, inquieto salió corriendo para ver qué es lo que estaba pasando y vaya sorpresa; estaban parados en la plaza tres hombres montados en caballos de aspecto errante; pero eso no era todo, había centenares de toros vigilados por ellos.

Ciprian se quedó sorprendido a igual que sus vecinos, pero éste no dudo un segundo para acercarse al líder y preguntarle.

– ¿Buenas tardes señor, es usted navidad?

El hombre río a carcajadas junto a sus acompañantes preguntándose qué le pasaba al nativo.

– Claro hijo, yo soy navidad – burlándose respondió.

De inmediato Ciprian se exaltó y corrió apresurado al chiquero de su esposa. Unos minutos después apareció arrastrando a las justas al chancho.

– Justamente este chancho te lo estaba engordando mi esposa para ti, toma pues y llévese.

Los errantes sorprendidos morían de la risa y no dudaron en recibirle y al cabo de unos minutos se marcharon.

Cuando su esposa llego él estaba esperándole en la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.

– ¿Sabes? Mientras tu no estabas había llegado navidad; pero no te preocupes, yo mismo me he encargado de entregarle el chancho.

La esposa alterada corre dejando todo en la puerta, pero antes encarga a Ciprian para que acomodara todo y le siguiera para coger a los ladrones que arreaban los vacunos sustraídos de los gamonales.

– Entras las bostas a la casa, cierras bien las puertas y te traes todas las llaves, corriendo te bienes antes que anochezca.

Entonces Ciprian se apresuró para entrar las bostas que había traído su esposa, al cerrar las puertas pensó un rato lo que le había dicho la señora y llegó a la triste conclusión de que se había olvidado todo lo que le dijo por desesperación.

“creo que me dijo que lleve todas las puertas con suma urgencia”, entonces el sacó las tres puertas a penas y al hacerlo se fue cargando por el mismo camino que su esposa.

Ya casi al anochecer Ciprian alcanzó a su esposa a las orillas de un precipicio inhóspito,

– Ángela, aquí están las puertas que me has pedido, los he traído todos, como tú me lo has pedido.

– Sonso, ¿qué has hecho, no entendiste lo que te dije?

Entonces la señora estaba muy enojada con Ciprian, así que se pusieron a dormir amargados.

– Ciprian guarda las puertas -exclamó enojada.

Ciprian mientras tanto guardó las puertas justo a las orillas del abismo, a sus pies de ellos.

Al amanecer la señora Ángela se despertó y notó que las puertas ya no estaban en el lugar, despertó a Ciprian y una vez más tuvo que gritarle.

– ¿Para qué has puesto las puertas en ahí?, seguramente en la noche lo has pateado mientras dormías; se cayeron al abismo, ahora tenemos que ir a buscar. ¡Rápido adelántate!

Ciprian humillado corre para bajar el oscuro abismo y ¡oh sorpresa!, al llegar las tres puertas habían caído a la cabeza de los tres ladrones; uno a cada uno, causándoles la muerte, entonces desde ese momento Ciprian y su esposa eran muy ricos.

Ciprian andaba por las calles del pueblo altanero y gritando a diestra y siniestra.

– Tengo caballos, tengo sogas, tengo plata.

Pero su esposa no quería que nadie sepa que cuentan con tanta fortuna.

La gente del pueblo comenzó a preguntarse si lo que decía Ciprian era en verdad cierto, y le preguntaron:

– Haber Ciprian, donde están tus sogas

– Están en mi casa, vamos les voy a mostrar.

Cuando llegó a su casa vio que en el patio estaba tirado unas trenzas de paja, los hombres se burlaron y dijeron ya no confiar más en él porque estaba medio loco.

– ¡Tengo caballos!! Gritaba Ciprian tratando de convencer a la gente.

Surgió una inquietud por tanta insistencia de Ciprian a sí que le preguntaron:

– Haber Ciprian, donde están sus caballos.

– Están en mi casa, amarrados a un árbol, vamos les voy a mostrar.

Cuando llegaron a la casa de Ciprian se toparon con un perro raquítico que estaba amarrado al árbol de su casa. La gente se burló y al mismo tiempo molestados se alejaron por las mentiras del hombre que al parecer había perdido la razón, mientras tanto Ciprian no entendía que pasaba.

Pasó unos días y una vez más andaba por las calles gritando a toda voz:

– Tengo plata, soy millonario.

Por la mucha insistencia de Ciprian la gente del pueblo decidió por última vez confiar en él y le preguntaron.

– Haber Ciprian, donde está tu dinero.

– Están en mi casa en una olla de barro, vamos les voy a mostrar.

Al llegar a casa Ciprian sacó de su habitación una olla pesada para mostrarles a los pobladores cuan rico se había vuelto, al echarlo en el suelo se derramaron trozos de ollas de barro moldeadas en forma circular. Los comuneros muy molestos se marcharon sintiendo lastima por el hombre que había al parecer enloquecido jurando nunca más hacerle caso.

Su esposa Ángela se había encargado de cambiar las sogas por las trenzas, el perro por los caballos, los trozos de olla de barro por la plata. Se marcharon muy lejos llevándose todo y la gente del pueblo no supo más de ellos. Fin.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS